Disclaimer: Los personajes no son míos, la historia sí.

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Título: Déjà vu.

Día 6.

Prompt: Break up.

Sinopsis: Vivía en un constante déjà vu.

Rating: T.

Propuesta tomada de la tabla "Angstruary 2022" del grupo de FB Helsa Amor Verdadero.


Elsa tensó los labios en una línea fina, sin embargo, se encogió de hombros y le devolvió el teléfono a Isabela, quien a su vez lo devolvió a su dueño, David. Mientras el aparato pasaba de una mano a otra, la blonda sintió que la sangre comenzaba a hervir dentro de sus venas, pero la sensación era más bien fría… se sentía demasiado molesta, pero traicionada sería la palabra más adecuada.

—¿Y bien? ¿Qué piensas? —le preguntó Isabela.

Elsa volvió a encogerse de hombros.

—Pues nada.

—¿Cómo que nada?

—Digo, terminamos hace como mil años, él puede hacer lo que quiera.

—Terminaron hace tres meses, Elsie, y ya anda por ahí con esta pobre chica, Dios la proteja por haber caído en las garras de Baba Yaga, así que seguramente…

—Como ya dije —la interrumpió—, puede hacer lo que quiera, no sé qué quieren que haga o que les diga.

Sus cuatro amigos le dedicaron miradas en blanco, Kristoff fue el primero en romper el silencio al comenzar a contar una historia sobre alguno de sus compañeros del equipo de hockey y las múltiples caídas que sufrió, la albina le agradeció en silencio y trató de poner atención al otro blondo, trató de reír en los momentos adecuados, trató de comentar alguna cosa o dos, sin embargo, su mente— que siempre la traicionaba— seguía llevándola de vuelta a la instastory que Isabela le había mostrado.

Elsa y Hans, su ex novio al que su grupo de amigos había apodado Baba Yaga en su afán de no mencionarlo de nuevo, terminaron tres meses atrás después de estar juntos por más de tres años; la relación fue un caso… completo: lleno de drama, peleas, momentos buenos y malos… todo eso que trae consigo una relación apasionada. Fue una relación hermosamente turbulenta, como un barco que navegaba en una tormenta… y que al final naufragó. La blonda encontró calma en la ruptura, si era del todo honesta, no hubo engaños ni abuso o algo de ese estilo, la cosa fue que después de tanto tiempo de resistir, terminaron agotados; Elsa pensó— estúpidamente, ahora lo veía— que volverían a estar juntos después de unos meses separados, imaginó que pasados seis meses, Hans iría a buscarla, hablarían y entonces se aceptarían de vuelta. Simple.

Lo que no esperaba fue a Hans echándose novia.

La fotografía de ambos compartiendo una cucharada de yogurt helado en Motonui, el hermoso establecimiento de Moana Waialiki que lograba hacerte sentir que disfrutabas del postre en una isla en Samoa, su lugar favorito*, el lugar que Elsa le enseñó.

Dios, qué patético.

—Por la pinta que tiene el postre, parece que ninguno de los dos supo pedirlo —Mai le murmuró, tratando de animarla.

Elsa sacudió la cabeza con una sonrisa en la boca y permitió que los bracitos de la chica asiática la rodearan.

Que se pudrieran. Nadie ni nada arruinaría Motonui.

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Si Hans trataba de enviarle un mensaje, de hacerla enojar o provocar alguna reacción en ella, no lo estaba logrando… no del todo. A la visita a Motonui le siguió viendo juntos Supernatural—el maldito show de cazadores que Elsa le mostró a su estupido trasero moscovita—, cortos videos de la nueva pareja molestándose entre sí o cantando canciones de country que ella un buen día decidió reproducir mientras paseaban por la ciudad, todo por instastories que veían desde el teléfono de David, quien seguía a la tal northuldrafairy25… ¡maldita sea, el 25 era su jodido número!

Elsa escuchaba a Honeymaren, una chica guapa de cabello castaño trenzado sobre su hombro izquierdo— no estaba viendo cosas, todo lo tenía frente a ella—, contándole a su grupo de amigos lo divertido que era salir con Hans… Baba Yaga, lo mucho que le gustaba ir a los fiordos a sentarse con él en la caja de su camioneta y lo gracioso que era; la blonda optaba por fingir que la otra tía no existía, pasaba junto a ella sin dirigirle una sola mirada y no—del todo—por el hecho de que era la nueva pareja de su ex, sino para controlarse y hacerle saber que fue Elsa quien le mostró esa área de los fiordos en específico debido a las luces que cubrían el cielo durante la noche y que el maldito chiste sobre seguir nadando a Estados Unidos también se lo contó ella, porque ¿dónde más escucharía Hans el jodido chiste alemán de los Hubermann de Berlín? De la parte danesa de su familia seguro que no.

Elsa decidió que había terminado con todo eso cuando David le envió el video grabado de su pantalla donde se podía ver a Honeymaren cantando It Must Be Love de Alan Jackson. La estúpida, cursi canción que Hans cantaba para ella todos los días.

—Ya no es necesario que sigas trayendo esto —apuntó a las bolsas de comida para gato y perro que el pelirrojo estaba por bajar de la camioneta—. Te lo dije por mensaje.

—Y yo te dije que no seas ridícula, Marshmallow, Bruni y Nøkk son de los dos, tú los tienes toda la semana y yo solo el fin, tengo que contribuir con la comida y…

—No necesito que lo hagas, de hecho, te voy a agradecer mucho si el próximo viernes esperas en la verja a qué Gerda los lleve.

El pelirrojo frunció el ceño.

—¿Por qué?

—No le veo sentido a que entres hasta aquí, tú y yo ya no estamos juntos… me sorprende que sigas viniendo a por ellos.

—También son míos.

—Deberías regalarle un gato y un perro a tu nueva novia también, en vista de lo mucho que tratas de hacer con ella lo mismo que hacías conmigo —no pudo resistir más, por fortuna mantuvo un tono inexpresivo—. A ver si así ya nos dejas de molestar a los cuatro.

Hans puso los ojos en blanco.

—No seas infantil.

—Lo que sea, Johannes… ¿también te dice Johannes cuando ya no te soporta o aún no llegan a esa parte? —Elsa se encogió de hombros, restándole importancia—; qué feo debe ser vivir así ¿no crees?

—¿A qué te refieres? ¿Vivir cómo?

—En un déjà vu.

El bermejo tensó la mandíbula.

—¿Sabes qué? Mejor ya me voy, no quiero pelear contigo, si terminamos fue precisamente para eso —tomó la cesta de los gatos y la correa de Nøkk.

—Me da gusto ver lo optimista que eres, sigue así —le palmeó el pecho en señal de una aprobación que no sentía—, quizá algún día despiertes y ella no se parecerá a mi.

Plantó un beso en la cabeza peluda del dóberman albino y entró en la casa, cerrando la puerta antes de que Hans pudiera contestarle nada.


NA:

Su lugar favorito: As in their favorite place.

Escuchen It must be love. No se van a arrepentir.

Uno cortito. Hasta mañana. HH.