Año I
Capítulo III
La justicia de Atenea
—DIALOGO NORMAL—
—(PENSAMIENTO)—
— "PARSEL"—
— "DIALOGO"— (Solo en la primera parte del capítulo)
¿Qué define a las personas? Algunos simplistas creen que, el color de su piel, su casta, el lugar donde nacieron, donde están o de donde vinieron, son las cosas que nos definen como buenos o malos, útiles o inútiles. Pero la cruda realidad es mucho más gris. En la vida, no es fácil definir a las personas por aspectos tan simples, tan efímeros tan pequeños como estos; solo sus acciones son las que muestran su verdadera forma de ser, su definición como personas.
Las ideas, mejor dicho, nuestros ideales, definen nuestras acciones, ¿Entonces que son las acciones que tomamos? La definición más simple es que son la expresión más pura de lo que somos y vamos a ser alguna vez.
Era una noche fría, con un cielo estrellado en la mismísima nada, el Destino, vestido con una larga túnica con capucha que cubría su eterno rostro, estaba parado ante la estatua de la justicia, tan impoluta y gloriosa; elevada a lo más alto de todo aquello que conocemos. Simple y sencillamente, él, la miraba con una total devoción, como si estuviera hipnotizado, pero con una suave sonrisa el Destino comenzó a hablar.
—Hola querida dama, hermosa noche ¿No te parece?, perdone mi intrusión tal vez le apetecía dar un paseo —dijo con un tono expresaba el inmenso respeto que sentía por aquella figura —, tal vez solo disfrutaba del paisaje. No importa porque creo que usted y yo deberíamos tener una pequeña charla. —agregó con un profundo y cansino suspiro y miró al cielo oscuro iluminado por los pequeños destellos de las estrellas en ese remoto e inexistente lugar.
—Aah… me olvidaba no hemos sido debidamente presentados. Yo no tengo nombre, pero me llaman Destino, soy en palabras entendibles, el que observa el camino que eligen los seres conscientes. —comentó ante la curiosidad nula de la estatua.
—Señora Justicia le presento al Destino, Señor Destino le presento a Justicia —dijo graciosamente como si imitara a un tercer interlocutor —. Encantada de conocerla Señora Justicia —agregó —, "Buenas noches, Destino". —siguió hablando pero esta vez imitando la voz de una mujer.
—Bien ahora que ya nos conocemos, de hecho, he sido fan suyo durante mucho tiempo. Oh ya sé lo que piensa… "Pobre chico se enamoró de mi… como un adolecente." —dijo el Destino de forma irónica—. Disculpe, señora. No es nada de eso. La he admirado durante mucho tiempo… aunque solo desde la distancia, siempre la veía impartir justicia ante todo mal. Yo le decía a mi padre "¿Quién es esa señora?" y él me respondía: 'Es la Señora Justicia' y entonces yo siempre mencionaba "Que linda que es". —dijo haciendo una leve reverencia.
—Por favor no piense que era solamente algo físico. Sé que no era esa clase de mujer, no, yo la quería como persona, como un ideal. De eso hace mucho tiempo, me temo que ahora hay otra. —dijo Destino de forma seca y cortante.
— "¿Qué?, ¡Destino! ¡Qué vergüenza! ¡Me traicionaste por una picara vanidosa y llorona de rojos labios pintados y sonrisa viciosa!". —dijo imitando nuevamente la voz de una mujer.
—¿Yo, señora? ¡Permítame que discrepe ¡Fue su infidelidad la que me lanzo a sus brazos! —dijo el Destino para luego carcajear con malicia —. Eso la ha sorprendido, ¿no? Pensaba que no conocía su pequeño amorío, pero no. ¡LO SE TODO! La verdad no me sorprende en absoluto saber que le gusta tanto la Negligencia. —comentó el Destino con saña.
— "¿Negligencia? ¿Por qué? No sé de qué estás hablando. Destino, vos siempre fuiste el único para mi…"—se respondió el Destino a si mismo imitando la voz de una mujer mientras hacía expresiones de lamento.
—¡Mentirosa! ¡Zorra! ¡Puta! ¡Niegas ahora que te acostaste con él, él que lo abandona todo, con él, el que ve arder Roma y, sin embargo, no hace nada para apagar el fuego, aquel que permitió que el mal se asiente en el corazón de los seres a las cuales deberíamos cuidar! —gritó furiosamente el Destino mirando acusatoriamente la estatua que seguía sin moverse.
El Destino suspiró, logró serenarse y continuó.
—¿Y bien? ¿No decís nada? Muy bien. Al final te desenmascaraste. Ya no sos mi justicia. Ahora sos su justicia, la justicia negligente, te acostaste con otro. Bien es juego para dos. —dijo seriamente.
— "¡Me ahogo! ¿Qu-quien es ella, Destino?, ¿Cómo se llama?". —exclamó imitando la voz de una mujer consternada.
—Se llama Libertad ¡Y fue mejor amante de lo que vos nunca fuiste! Me enseño que la justicia carece de sentido sin ser justa e imparcial, que ironía ¿No? Solía preguntarme porque en estos últimos años nunca me mirabas a los ojos. Ahora lo sé. Jugabas conmigo, con el destino y hubieses condenado a todos si no me hubiera dado cuenta. —dijo con simpleza.
—Así que adiós, querida dama. ¡Incluso ahora me entristecería que nuestra separación, si no fuera porque ya no eres la misma mujer de la que alguna vez me enamore! Te doy un pequeño regalo de despedida —dijo poniendo un pequeño paquete a los pies de la estatua.
El ser se fue caminando hacia la nada misma y la estatua comenzó a arder en llamas, giró su cabeza para ver lo cómo se prendía fuego aquella figura.
—Ah, llamas —exclamó el Destino con placer —, que expresión tan pura de Libertad. Las cosas tienen que comenzar a cambiar y una nueva justicia tiene que aparecer.
Minerva llegó a la casa ubicada en el Número 4 de Privet Drive, su mente estaba tranquila, el plan era infalible, solo faltaba que Harry lo aceptara y que confiara en ella, y eso, era tal vez lo más difícil de todo. Le iba a pedir a una persona que nunca se había podido fiar de nadie, que confíe ciegamente su seguridad y que todo iba a estar bien, en alguien que conoció el día anterior. Decir que las cosas estaban mal era poco, pero tuvo que usar su mayor fuerza de voluntad para no preguntarse qué pensarían sus viejos amigos del estado de su hijo; de todo el dañó que le habían causado… del daño que ella le había causado con su negligencia.
Una mujer de mediana estatura estaba al lado de ella, vestía una túnica roja y blanca de sanadora mágica con una gorra del mismo oficio que enmarcaba sus castaños y ligeramente canosos cabellos, que le entregaban un aire de sabiduría. Su nombre Poppy Pomfrey, sanadora de Hogwarts, que había ido junto a Minerva McGonagall para dar su opinión profesional del estado del joven mago que allí vivía.
— ¿Estás bien Minerva? —preguntó la enfermera viéndola con algo de preocupación.
—Sí, sí, solo estaba pensando. —contestó Minerva con un suspiro abrió la puerta y ambas se dirigieron a lo que era la alacena. McGonagall de un movimiento de varita la abrió e hizo silencio mientras la sanadora observaba el antiguo cuarto.
—Merlín... ¿Vivía acá? —preguntó Poppy con algo de horror
—Sí —afirmó Minerva lamentándose al volver a ver el pequeño cuarto —. Vayamos arriba para que lo veas.
Ambas subieron la escalera y escucharon un siseo, Harry estaba hablando parsel. Se quedaron quietas y por un momento dudaron si era conveniente tocar la puerta.
—Pueden pasar. —dijo Harry desde el otro lado de la puerta.
Minerva abrió la puerta y con una sonrisa dijo.
—Buen día Señor Potter, volví tal y como le prometí.
—Buen día Profesora, buen día señora. —dijo Harry mirándolas mientras las nombraba.
—Buen día Señor Potter, mi nombre es Poppy Pomfrey, soy la sanadora de Hogwarts, la Profesora McGonagall me pidió viniese para que le hiciera un chequeo para saber cómo se encuentra de salud, puede llamarme Madame o señora Pomfrey. —dijo Poppy con respeto, presentándose.
—Un placer Señora Pomfrey —contestó Harry mirándola fijamente levantándose y estrechándole la mano la cual fue aceptada por la sanadora.
— ¿Qué estaba haciendo Señor Potter?, lo escuchamos hablar pársel. —comentó Minerva mirando a Harry de forma inquisitiva.
—Oh, solo estaba hablando con Gaya acerca de lo que es la magia, ¿desayunaron? —preguntó Harry.
—Sí, nosotras ya desayunamos en Hogwarts, gracias por la invitación ¿usted? —preguntó esta vez Minerva.
—No, ¿no se acuerda que me dijo que no saliera de la habitación? —preguntó Harry.
—Sí, tiene razón, vamos tiene que desayunar, es la comida más importante del día. —contestó Minerva con una sonrisa.
Los tres bajaron, guiados por Harry a la gris cocina, cuando entraron, pasando el umbral color crema, se giró, las miro y preguntó.
—Entonces, ¿Seguras que no quieren nada? ¿Té?
—Té estaría muy bien Señor Potter. —respondió Minerva
Harry miro a Poppy y ella asintió en confirmación ante su invitación.
—Tomen asiento, en un momento tengo terminado el desayuno y sus tés, ¿con limón o leche? —preguntó Harry.
—Limón. —respondió Minerva.
—Limón también. —contesto Poppy con una sonrisa.
Con maestría Harry comenzó a preparar su desayuno y los dos té para ambas mujeres, mientras estas lo observaban con una sonrisa triste; un niño de 11 años no debería tener ese manejo tan optimizado de las herramientas de cocina fue el único pensamiento que cruzaba por sus cabezas. Después de terminar de preparar tostadas se quedó mirando las mermeladas fijamente.
— ¿Sucede algo Señor Potter? —preguntó la sanadora.
—No se me permite comer mermelada, son solo para Dudley. —contesto Harry sin dejar de mirar el tarro de cristal con el alimento.
—Puede comer todo lo que quiera a partir de ahora, señor Potter. —dijo Minerva con rapidez y algo de alerta por lo que estaba sucediendo.
— ¿De verdad? —pregunto Harry maravillado.
—Las cosas van a cambiar y usted necesita comer saludablemente a partir de ahora. Hágame el favor, de ahora en adelante no se restrinja. —respondió Minerva de forma seria.
Harry sonrió débilmente, le entrego las infusiones a las mujeres y comenzó a comer su desayuno; el silencio era no molesto, pero si una clara evidencia del sufrimiento del chico que ninguna de las dos dejo pasar por alto.
—Cuéntenos, ¿de qué hablaba con Gaya? —preguntó McGonagall rompiendo el silencio que había en toda la cocina.
—Hoy, más temprano, estuve leyendo el libro que compramos sobre pársel y aprendí que las palabras tienen poder en los hechizos y con el idioma de las serpientes pasa lo mismo. Estaba preguntándole si sabía cómo funcionaba, —contestó Harry con emoción. McGonagall levanto una ceja de forma interrogante— el uso de la magia se basa en las intenciones y en la fuerza de voluntad que tienen las personas de controlar su propio poder, y las palabras ayudan a los pensamientos a enfocarse más en los hechizos y hacerlos más efectivos y refinados, bueno con el pársel pasa lo mismo.
—¿Y todo eso aprendió desde ayer hasta hoy? —pregunto Minerva divertida por lo que Harry contaba con tanta emoción.
—Es la introducción del libro, —dijo el muchacho riéndose— el pársel tiene una función única, que es la curación. El Bastón de Esculapio, tiene una serpiente, por lo que tiene sentido de alguna manera, al menos eso supongo yo. Esta se basa en la detección y el uso de la magia propia y la de la persona que se quiere curar en equilibrio constante para poder solucionar los problemas que tenga.
— ¿Esta seguro Señor Potter?, la curación es extremadamente compleja y usar magia propia y del paciente requeriría un gran nivel de control y precisión y seguramente es muy difícil de usar. —comentó Pomfrey interesada al entrar en su campo.
—Bueno si, técnicamente sí, pero según el primer capítulo del libro, la conexión entre el usuario y la serpiente se complementa como si fuese una varita, pero una varita capaz de discernir y ayudar al mago a moldear la magia a través del pársel, según el libro la principal diferencia que hay con, como decirlo, la magia normal, es que la magia que uno hace con pársel es magia en estado completamente puro, al menos eso es lo que entendí, pero no termine de leer por fue cuando comencé a hablar con Gaya para saber si entendía de lo que estaba hablando. —contestó Harry levantando los hombros.
—Entiendo. Cuando termine el libro me gustaría que me contara lo que aprendió, estoy seguro que nadie o muy pocas personas estudiaron magia hecha con pársel así que debe ser terreno nuevo el cual deberá ir descubriendo. —dijo Poppy mientras Harry le asentía.
Harry terminó de desayunar, sus acompañantes sus bebidas y los tres volvieron a subir al cuarto del niño
— ¿Qué es lo que va a hacer profesora? —preguntó Harry mientras miraba expectante a la Profesor McGonagall.
—Voy a hacer que sus familiares no vuelvan a lastimarlo, además tengo que decirle algunas cosas importantes —contestó Minerva, suspiro y volvió a hablar —, en la casa hay protecciones especiales, por eso no puede dejar de vivir en esta casa, al menos por ahora, sin embargo, puedo hacer que sus parientes lo ignoren y no lo vuelvan a herir, además de eso, si usted quiere, me puedo convertir en su tutor parcial por y para asuntos mágicos.
— ¿Asuntos mágicos? —preguntó Harry ladeando ligeramente la cabeza de forma interrogativa.
—Sí, todo lo que esté relacionado con la escuela o el mundo mágico, me va a ser notificado solo a mí. Por ejemplo, las notas de la escuela.
— ¿Tía Petunia no las va a poder ver? —preguntó Harry con los ojos bien abiertos y una cara de total sorpresa.
—No.
— ¡Genial! Por supuesto que acepto.
—Quiero que sepa que no voy a tolerar la falta de comportamientos y voy a querer notas altas en sus calificaciones. —dijo Minerva seria pero divertida.
—Por supuesto, profesora. —respondió Harry rápidamente y serio para diversión de ambas mujeres.
—Bien, lo voy a dejar con Madame Pomfrey un rato, ella le va a hacer varios estudios para revisar su estado de salud, ¿Sí? —dijo Minerva, Harry asintió —, yo tengo que arreglar unos asuntos con sus parientes y voy a volver en cuanto termine para hacer algo con esta habitación.
—Entendido. —respondió Harry con un asentimiento mientras miraba a la sanadora que le daba una dulce sonrisa.
Si a Minerva McGonagall le hubiesen dicho algún día que iba a tener que hacer algo poco ético, se hubiere reído, hubiese dicho que era imposible y respondería que nada valía tanto la pena como para hacer eso; pero este día lo estaba hacer.
Llegó a la habitación en donde estaban los tíos de Harry, los observó por un momento con enojo, suspiró, apunto a ambos y dijo.
—Insitum Rationis —un ligero brillo blanco salió de su varita y pronuncio en voz clara y firme —. Es perfectamente normal que este acá y van a ignorar en todo momento mi presencia. A partir de este momento, no van a volver a maltratar a Harry Potter, tampoco lo van a volver a obligar a trabajar ni mucho menos a torturar, lo van a ignorar en todo momento, si alguien pregunta por él, siempre está en su habitación estudiando para la escuela. Vernon, el 1 de septiembre vas a llevar a Harry a la estación de King's Cross, tiene que estar a las 10:30 de la mañana para que pueda partir a las 11:00 hacia Hogwarts, el tercer lunes de junio del año que viene vas a ir a buscar a Harry a las 11:00 nuevamente a la estación de King's Cross, van a continuar con sus tareas normales exceptuando a Petunia que va a firmar todos los papeles que le entregue y luego ella va a continuar con sus tareas normales.
Cuando termino Petunia se levantó, agarro todos los papeles que le tendió McGonagall y bajó al comedor para poder firmarlos. Vernon, con una expresión robótica, se levantó, salió y fue a trabajar como siempre lo hacía.
McGonagall fue a la habitación de Dudley y repitió el proceso. Cuando terminó, Petunia ya tenía todos los papeles firmados, los tomó y volvió a la habitación de Harry, entró y vio como Pomfrey lanzaba algunos hechizos.
— ¿Cómo esta? —preguntó Minerva.
—Bien y mal, —respondió la sanadora con seriedad— físicamente el cuerpo no tiene ninguna anormalidad aparte de necesitar anteojos, hay algunas fracturas soldadas, pero ninguna que se haya curado mal, su magia lo protegió de la mayor parte del daño que le hicieron sus tíos, las cicatrices milagrosamente ninguna fue infectada, lamentablemente van a ser permanentes, muchas son demasiado antiguas para quitarlas con magia, pero por suerte pude borrar las mas nuevas. Lo que está mal es que sufre una pequeña desnutrición, por eso es su estatura y su complexión es más pequeña que la del promedio. Pero nada que un buen tratamiento de pociones no arregle. —agregó con una sonrisa mirando a Harry.
— ¿Hay algún daño permanente? —preguntó Minerva preocupada.
—No, Harry tiene un núcleo mágico muy grande y fuerte, demasiado, el más grande que vi alguna vez en mi vida, por lo que lo protegió de mucho de lo que sufrió. Dentro de lo que yo sé, no hay nada que sea un problema a futuro.
—Me alegro. —respondió Minerva con un suspiro.
—Yo también, creo que lo mejor sería que vuelva a Hogwarts para comenzar a preparar las pociones. —dijo Pomfrey mirando a Minerva esta asintió, después volvió a mirar a Harry. —Señor Potter, voy a preparar pociones para usted y se los voy a enviar todas las semanas hasta que vuelva a Hogwarts y lo vuelva a revisar, quiero que las beba en el momento que le llegan, ¿comprendió? —dijo seriamente.
—Si, señora Pomfrey. —contestó Harry asintiendo enérgicamente.
—Excelente. —respondió ella con una sonrisa— Entonces me retiro, adiós Señor Potter, nos vemos en Hogwarts, acuérdese de venir para contarme sus avances. —dijo Pomfrey.
—Sí, Adiós, señora Pomfrey. —contestó Harry.
—Bien Señor Potter, tiene que firmar estos papeles y todo está finalizado. —dijo Minerva cuándo Poppy se fue dándole las hojas. Harry las agarró y sacó la pluma y el tintero que había comprado y cuidadosamente escribió su nombre en ellos.
—Listo. —dijo Harry cuando firmó el último de los papeles.
—Bien, ahora quiero que me escuches atentamente, sus familiares a partir de ahora lo van a ignorar, no te van a volver a lastimas. Nunca más.
Harry sonrió, asintió y la abrazó, ella le devolvió el abrazo y cuando se soltaron, Minerva continuó.
— ¿Creo que deberíamos hacer algo con esta habitación no le parece? —dijo con una sonrisa guiñándole el ojo.
—Si. —respondió sonriendo de igual forma.
Minerva con una sonrisa movió su varita y la vieja y destartalada cama se convirtió en una hermosa cama de roble con detalles por toda la madera.
—Es muy parecida a la que hay en Hogwarts así que no se va a tener que preocupar por tener que acostumbrarse a lo largo del año. —dijo Minerva ante la sorprendida y maravillada mirada de Harry.
McGonagall prosiguió convirtiendo objetos ante la divertida y entusiasmada mirada de Harry, cuando terminó de remodelar, la pared estaba cubierta por un empapelado rojo y dorado con pequeñas snitchs, un escritorio ricamente adornado con un tintero y una biblioteca donde estaban todos sus libros, un armario con un espejo con biselado en el contorno. La cama también ricamente ornamentada tenía sábanas blancas con una manta verde esmeralda. Harry miraba, con una tímida sonrisa mientras de que le temblaba ligeramente el labio inferior, toda su nueva habitación, la que estaba antes era suficiente, pero esta era fantástica, era preciosa, era suya. McGonagall miró de reojo las expresiones que tenía el joven mago mordiéndose el labio con tristeza.
—¿Estas bien? —preguntó ella algo preocupada por el estado de su ahora protegido.
—Sí, Gracias Minnie por todo. —dijo él con una sonrisa sincera.
— "Es muy lindo todo" —dijo Gaya saliendo por el cuello de la remera de Harry
— "Si, Minnie es genial" —respondió Harry con una leve sonrisa. Minerva levanto una ceja sin entender lo que pasaba —. Gaya y yo creemos que es hermosa la habitación. —dijo ante la interrogante mirada de la profesora.
—Me alegro que les guste a ambos. ¿Qué te parece si almorzamos? —preguntó Minerva.
—Pero no tengo nada preparado, si me esperas un rato, puedo cocinar algo. —respondió Harry.
—Oh no te preocupes, le vamos a pedir a los elfos de Hogwarts, como subdirectora los autorice para que le trajeran, el almuerzo y la cena para que no tengas que volver a cocinar.
— ¿Qué es un elfo? —preguntó Harry sin entender.
—Un elfo son criaturas muy serviciales que trabajan en Hogwarts y algunas casas de magos, haciendo las tareas del hogar… para ellos es un gran honor servir. —dijo Minerva ante la cara escéptica de Harry.
Harry asintió con algo de reticencia.
—Hoppy. —llamó Minerva.
Un pequeño elfo con un traje con un escudo de una H en el lado del corazón apareció.
—¿Qué puede hacer Hoppy por la Profesora Minerva McGonagall? —preguntó la pequeña criatura.
—A partir de ahora, vas a traerle las comidas principales al Señor Potter, quiero que sus alimentos sean balanceados y tenga la carga nutricional que necesita un niño de 11 años. ¿Está claro? —preguntó Minerva con seriedad.
—Sí, Hoppy entiende perfectamente. —dijo el elfo
—Bien, podrías traernos el almuerzo, ¿por favor? —pidió Minerva.
El duende desapareció. Las horas pasaron lentamente, Minerva le enseñaba a usar la pluma a Harry ya que era normal que los estudiantes que no se habían criado en el mundo mágico tuviera problemas con su caligrafía, le daba recomendaciones para sus primeros días y para sus estudios mientras que el muchacho escuchaba atentamente cada consejo y cada palabra que le decía su tutora era almacenada y tenida en cuenta.
Los días pasaron, Harry absorbía todo el conocimiento que podía como una esponja, descubrió que el libro de cuidado de serpientes era completamente inútil, Gaya se reía ante las cosas hilarantes que ponía que supuestamente les gustaban a las serpientes según los humanos. Sin embargo, su libro favorito era "Pársel — La Magia de las Palabras", aunque la cantidad de información que había no era especifica en como manipular la magia, si era muy instructiva y detallada en los aspectos de los resultados.
El principio de la magia con pársel eran sencillo, al igual que cualquier hechizo se requería concentración, enfoque y poder manipular correctamente las cantidades de magia, lo primero y lo segundo no eran problemas para Harry, los años de torturas le habían dado posibilidades de concentrarse en suprimir su propia magia y sumando a su talento natural se le hacía muy fácil moldear magia, el problema era controlar cantidades de magia extremadamente pequeñas y precisas sin saber con antelación cuanta tenía que usar, pero había también solución para eso, Gaya podía ayudar activamente a controlar la cantidad de magia que se usaba.
Harry se dio cuenta que para poder hacer que Gaya canalizara correctamente su magia, no podía tener la varita en la mano ya que esta interrumpía el flujo natural del cuerpo. El libro decía que la serpiente funciona como una varita para usar magia con pársel. ¿Entonces que era una varita? La única respuesta que se le ocurrió al menos por ahora, era que, la varita canaliza la magia del mago continuamente y está todo el tiempo en sincronía mientras se la empuña, entonces empuñar otro objeto con la misma función, al mismo tiempo y en otra forma haría que ambos dejen de funcionar, al tener distintos ratios de sincronización. La idea era vaga, pero tenía sentido, le había preguntado a Minerva, pero ella no tenía conocimiento de varitas, así que la única solución era enviarle una carta a Ollivander preguntándole si su teoría era correcta, pero para eso iba a tener que esperar a poder usar el correo de Hogwarts.
Harry descubrió que la curación era más fácil de lo que parecía, inconscientemente su cuerpo siempre había usado magia para sanar rápidamente las heridas que le infringían tus tíos.
Los principios eran sencillos, primero se utilizaba la propia magia para inundar envolviendo el cuerpo del paciente y detectar daños externos o cercanos a las primeras capas musculares, después con esta misma se hacía una revisión de en profundidad. Si no se sabía lo que le pasaba, se penetraba con mas magia las capas más profundas hasta llegar a los órganos y revisarlos detalladamente. En el momento que se encontraba el problema se dejaba de enviar magia. Se enfocaba toda la magia en la zona afectada mientras se utilizaba la magia del paciente y la propia en sincronía gracias a la serpiente y después, el resto, era especificar palabras en pársel enfocándose en las zonas y dejar que el mismo cuerpo apoyado y guiado en mayor o menor medida con magia se encargara de hacer una curación acelerada. Entonces se dio cuenta de algo importante, no sabía cómo funcionaba el cuerpo en precisión y auto examinarse no era muy eficiente.
Los días pasaron el libro lo leyó completamente, así que comenzó a salir a la biblioteca para entender cómo funciona el cuerpo, su primer objetivo, anatomía; entender dónde están ubicado los huesos, arterias, músculos y órganos le daba una visión mucho más amplia y rica de cómo tenía que enfocarse si usaba magia con pársel. A pesar de todo seguía sin comprende cómo se mueve la magia dentro del cuerpo.
Los libros de Hogwarts también fueron absorbidos como esponjas, los encantamientos, transformaciones y defensa como las artes oscuras eran sus materias favoritas y gracias a su facilidad con la magia le resultaban atractivas y atrapantes, pero también encontraba interesante pociones, una materia que requería habilidad y precisión, que era tan sutil y útil pero muchas veces dejada de lado.
Estudiar era lo único que había podido hacer siempre, cultivar su mente había sido durante muchos años su forma de revelarse del maltrato de sus tíos, pero ahora el objetivo era otro, tenía que poder insertarse en el nuevo mundo y por sobre todas las cosas quería el reconocimiento de Minerva McGonagall.
Para lo primero, la Profesora estuvo dispuesta a contarle todo lo que sabía. Cada cierta cantidad de días iba a visitarlo y era asaltada por un mar de preguntas y un hambre insaciable de conocimiento, el funcionamiento del gobierno, la forma de dirigirse a las personas, términos que se usan, las charlas duraban horas, en donde analizaban y ponían en vela lo que Harry había pensado, el mundo mágico al igual que el mundo muggle, era injusto, la injusticia se veía en todos los ámbitos sociales y era palpable en momentos de crisis. Al menos eso relataba Minerva de sus anécdotas cuando trabajaba en el Ministerio de Magia. Para lo segundo, estaba Hogwarts y gracias haber leído "Hogwarts — Una Historia" sabía muchas cosas del colegio, pero fundamentalmente, a qué casa ir y Gryffindor era su objetivo principal.
Las semanas siguieron pasando su estatura creció y ganó mayor cantidad masa muscular gracias a las pociones de la sanadora Pomfrey y el 1 de septiembre llegó; Minerva le había explicado detalladamente días antes todo lo que tenía que hacer y a donde ir. Lo único que tenía que hacer era atravesar el pilar entre el andén 10 y el 9 y llegaría al andén 9 y 3/4 para poder tomar el expreso a las 11:00.
Se levantó temprano, comprobó todas sus cosas, desayunó, guardo todo en su baúl, miró con algo de nostalgia su habitación, la iba a extrañar demasiado, pero al menos sabía que nadie le iban a hacer nada. Bajó las escaleras con su baúl, Vernon con mirada perdida y sin decir nada agarró el baúl, lo subió al auto y ambos partieron a la estación King's Cross.
Atestado de gente, fue lo primero que se le vino a la cabeza a Harry cuando vio a todos los muggles en la estación apurados moviéndose rápidamente para ir a sus trabajos o lugares de destino, volteó atrás y no vio a nadie, Vernon ya se había ido. Suspiró un momento y comenzó a caminar pensando en lo que le esperaba.
Sintió la magia que rodaba y envolvía el pilar al cruzar la entrada al anden 9 y 3/4, sin embargo, lo único que vio mientras caía suelo fueron 2 matas de cabellos rubios dorados no muy lejos de él y una mata de cabellos rubios castaños, casi cenizas, que lo había impactado y que caía con él contra el duro suelo.
