Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.

Pero sus personajes son re-shippeables.


Razones


Mientras recorrían el desierto y la agonizante arena se desprendía de todas las partes de su cuerpo, como si se deshiciera de una capa de piel muerta, Kiba se cuestionaba las razones de su misión.

Si bien habían sido enviados con un encargo para Sunagakure, un solo ninja habría podido con la misión. Por no mencionar un método más efectivo de comunicación. Sin embargo, las cosas no funcionaban así, nadie trabajaba solo. Aun si Rock Lee era capaz de cruzar el desierto en la mitad de tiempo que el resto de sus compañeros.

Shino y Rock Lee le habían sacado ventaja mientras divagaba en sus pensamientos. Tan absorto se encontraba que una fosa de arena se lo habría tragado si Akamaru no hubiese saltado en una acción evasiva.

Rock Lee había disminuido la marcha.

—Maldición, como si lo necesitara. — Había murmurado.

—Me parece que sí lo necesitas, Kiba. — Dijo Shino, quien se había posicionado a su lado, tan sigilosamente como era su costumbre.

Kiba gruñó en respuesta.

—Aquí podemos descansar un poco y recuperar fuerzas a salvo. —Señaló Lee enérgicamente. Parecía que el ambiente árido no diezmaba su voluntad. —Ya estamos muy cerca. —Añadió con desesperación.

—Verás al Kazekage muy pronto, Lee.

Rock Lee enrojeció hasta la punta de sus dedos.

—¡Shino-kun! …Pero claro que todos lo veremos. Tenemos un encargo después de todo.

Shino y Kiba compartieron una mirada que no hizo mucho por apaciguar el sonrojo de su compañero shinobi.

Kiba sonrió entonces. Disfrutaba de incomodar a sus amigos en esa clase de situaciones y Rock Lee acaba de presentarle una oportunidad en una bandeja de plata. Por lo que le había hecho pasar el desierto tras dos días de camino, el ninja le debía una.

—Es curioso, ¿No crees, Akamaru? Parece que cada vez que hay algún tipo de oportunidad de cruzar este desierto hacia Suna, encuentras la manera de incluirte en eso, Lee.

Un ladrido de parte del ninken lanzó una punzada de electricidad por la columna de Lee.

—Y, lo que, es más, ¿Sabes que he escuchado, Shino? —Kiba volteó en dirección a su compañero en busca de algún tipo de interés en el asunto.

Shino declinó por completo. Pero eso no detuvo a Kiba.

—Que el propio Kazekage en persona, suele presentarse para recibir a los viajeros a las puertas de la aldea cuando dichas ocasiones ocurren.

—¡Gaara-sama es un preciado amigo de mi juventud! Naturalmente, estoy emocionado al verlo tras largo tiempo. Me emocionaría igual por alguno de ustedes.

Cuando el ninja estaba por ser interrumpido por otro comentario malicioso, Shino decidió que era un buen momento para reanudar la marcha.

Para el atardecer, cuando el sol relamía los edificios de Sunagakure despidiéndose. Los ninjas dieron gracias por dar con las grandes puertas de la aldea.

—Me pregunto si seremos recibidos por el Kazekage. —Comentó Shino expectante.

Kiba no podía evitar pasar su lengua por sus colmillos mientras veía el cuello de Lee enrojecer. Casi podía saborear el momento.


La residencia del Kazekage era cómoda, espaciosa y sobre todo los protegía de las fluctuantes temperaturas del desierto.

Kiba no podía evitar dar miradas indiscretas al taller de Kankurõ, recorriendo cada pared como tratando de descifrar que tipo de habilidades tendría cada marioneta en la habitación. Había visto de cerca lo que eran capaces de hacer en varias ocasiones.

Kankurõ se cernía sobre la marioneta que pudo identificar como El Cuervo, esa misma que junto a su compañera le habían salvado la vida a él y a Akamaru hacía unos ayeres.

Había estado realmente impresionado en aquella ocasión, al ver a su aliado en un despliegue de sus habilidades; no que él fuera a reconocer aquello. Intentó entonces distraerse buscando rostros conocidos.

La Hormiga Negra está por allá. —Había señalado con un gesto Kankurõ sin apartarse de su labor de mantenimiento a la marioneta.

Kiba podía sentir un calor alojarse en alguna parte de su rostro. Maldición. Se estaba sonrojando con la facilidad de Rock Lee.

—¿Es que aparte lee mentes? —Se preguntó.

Kankurõ que en ningún momento había apartado la vista de su amigo, recorrer su taller y lanzar miradas curiosas sobre su trabajo, mientras él fingía estar ocupado; fiel a su estilo, había decidido ir por el método directo y preguntar.

—¿En qué tanto piensas, aliento de perro?

Sobresaltado, Kiba dirigió su mirada hacia el ninja que le hablaba. Akamaru descansaba a los pies del marionetista. Hizo una nota mental sobre el asunto, trataría con su mejor amigo después.

Decidido a no dar pie al taquicárdico ritmo de su corazón, Kiba decidió entablar una charla ociosa.

—Rock Lee parece muy feliz aquí en Suna. —Comentó con ligereza.

—¿Eso te molesta?

—No.

Debía ser precavido. Ofender a la familia de un Kage en su propia casa valdría que le patearan el trasero al regresar a Konoha. Si Rock Lee no lo atrapaba primero. Últimamente, parecía tremendamente propenso a perderse en sus pensamientos.

—¿Has notado que sacas la lengua cuando piensas? —Escuchó a la voz de Kankurõ preguntarle mientras el ninja estiraba los brazos y su espalda crujía.

La respuesta dolorosa al estímulo provocado por el movimiento de los músculos de su cuello ante tanta brusquedad le llego enseguida. Kiba no podía decirlo con exactitud debido a la pintura facial del ninja de la arena, pero habría podido apostar que vio un suave tinte en sus mejillas.

—¿Cómo dices?

Kankurõ recupero su posición junto a su marioneta, tomando una herramienta al azar. —Sí, al igual que tu perro. Muestran demasiado la lengua.

Ante la mención, Akamaru le dirigió una mirada y volvió a recostarse contra sus pies.

—Será algún tipo de costumbre involuntaria de mi parte. En los perros, por otra parte, es un método que utilizan para regular su temperatura corporal. Nunca había reparado demasiado en ello. —Respondió Kiba, luchando por no mostrar su lengua al shinobi.

Recibió un suave asentimiento en respuesta.

Antes de poder formular alguna pregunta relacionada, la voz de Kankurõ volvió a llenar el aire.

—Gaara también es feliz cuando Rock Lee visita la aldea. —Dijo haciendo que la marioneta se pusiera de pie a través de sus hilos de chakra y regresándola a su lugar habitual.

El olfato de Kiba actuó al instante.

—Es hora de la cena.

Shino que había estado en la habitación todo el tiempo, los siguió.


—¿Crees que se hayan dado cuenta ya?

Kankurõ recostado contra la barandilla de uno de los miradores, observaba el paisaje sin preocupaciones.

—Hm. Gaara no es ningún tonto. Sin embargo, este tipo de situaciones no suelen ser su fuerte. Es en parte por lo que me tiene a mí de asistente.

La sonrisa torcida de Kiba se burló de él enseguida. —¿No había alguien más?

El ninja optó por pasar por alto el comentario.

—¿Qué hay de corte de tazón? ¿Crees que sea consciente? No parece del tipo que jugaría con los sentimientos de una persona.

Kiba pudo notar el leve tono de preocupación en la voz del otro hombre. Era un hermano mayor después de todo. Sin embargo, por mucho que disfrutase a expensas de Lee, no permitiría que la sinceridad de su amigo fuera cuestionada.

—Rock Lee deber ser la persona más atenta sobre aquello que incumba a las personas que son importantes para él que puedas conocer. De hecho, al pensarlo, no me parece del todo descabellado que eligiera a Gaara como su persona más especial.

Kankurõ entonces soltó una carcajada.

—¿Su persona más especial, dices? ¿De dónde sacas algo como eso? No sabía que te gustara la poesía.

Kiba sentía que volvía a colorearse. ¿Cuántas veces iba a permitirse perder el control de aquella manera?

—No conoces bien a su sensei. —Masculló cruzándose de brazos, frustrado.

Kankurõ asintió satisfecho.

—Bien, entonces enhorabuena. Mi hermano podrá no ser la persona más expresiva, sin embargo, estará a la altura de una persona apreciada para él. Aun si esa persona tiene el peor corte de cabello que yo haya visto.

La risa de Kiba se mezcló con el viento y la calidez de la tarde que había sido amena para haber discutido la vida amorosa de dos de los shinobis más impresionantes que sus respectivas aldeas podían presumir.

—Regresan mañana, ¿No es así?

Akamaru ladró en respuesta, dejando que la mano del hombre removiera el pelo de sus orejas.

—¿Entonces qué opinan de buscar algo para comer?

—Suena genial. ¿No es cierto, Akamaru? Invité la última vez, así que es tu turno.


Shino siempre había sido un buen observador. Y debido a su personalidad taciturna, a menudo podía mimetizarse muy bien con su alrededor.

A pesar de sus bien entrenadas habilidades, resultaba dolorosamente difícil no notar los comportamientos de sus compañeros. Ahora.

Hinata había sido enviada a una misión junto a otro escuadrón, pero sin lugar a dudas estaría interesada en las cosas que él había podido escuchar y ver en su visita a Suna. Después de todo, ella había sido la primera en señalar el aparente interés de Kiba por el marionetista.

Desde entonces, Shino no había podido más que notar las señales. Él era bueno observando. Pero no notar que Akamaru elegía no despegarse del ninja de la arena en cada oportunidad que tenía se le había pasado por alto.

Seguramente ambos, dueño y mascota tenían sus razones para escoger a un ninja de la arena.

A diferencia de Kiba, él no sentía la absoluta necesidad de sacarlo a relucir.


Empecé pensando en Gaara y Lee.

Me desvié con Kankurõ y Kiba. De cualquier forma soy feliz ;)