Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen.


Escrito para el #Fictober23 en Tumblr.


"Aún no es demasiado tarde, vámonos".


Kankurõ puede sentir como su corazón palpita con demasiada fuerza. Se había sentido de esta manera con anterioridad, estando en combate, con su vida colgando de sus hilos de chakra.

Esta vez estaba a salvo. Excepto que no lo era.

Inuzuka Kiba caminaba despreocupadamente a su lado, o al menos, eso es lo que aparentaba. Había pasado sus manos instalándolas detrás de su cuello y trataba de entablar un silbido que no hacía nada por apaciguar sus agitados nervios mientras él se paseaba la mar de tranquilo.

Akamaru los había adelantado, conociendo el camino de memoria.

—Con un demonio, ¿Podrías dejar esa mierda? — Le dijo.

Kiba detuvo la marcha inmediatamente y el silbido ceso.

Un atisbo de sonrisa se asomó por la comisura del hombre.

Joder, joder, joder.

Conocía demasiado bien ese gesto, la primera vez que Kiba lo había besado había puesto la misma sonrisita socarrona en su rostro antes de volver a atacar sus labios y clavar un colmillo en ellos.

—¿Qué sucede Kankurõ? ¿Tienes miedo?

El ninja de la arena podía sentir su garganta ardiendo. No iba a darle el gusto de verse avergonzado.

—No digas tonterías, ya he estado en esa casa antes, ¿O es que no recuerdas lo que hicimos la última vez que me invitaste? —Fue su turno de sonreírle con picardía.

Las orejas de Kiba se tiñeron de escarlata y trato de reprochar.

—Mi madre no se encontraba en casa en aquella ocasión.

—Entonces será mejor que no lo sepa por mí, ¿No crees?

Complacido con el puchero en la cara de su novio, Kankurõ sintió que los músculos de su cuerpo se relajaban. Era la familia de Kiba después de todo.

Todo en él era fuerte, apasionado. Con un fuego por dentro que ardía hasta la superficie. Había escuchado historias del matriarcado Inuzuka. Algunas compartidas por el mismo Kiba, otras patrocinadas por diversos shinobi de la hoja.

Las palabras "terrorífica como la mierda" se habían grabado en su cerebro.

Kankurõ volvió en sí al escuchar a Kiba aullar. Habían llegado a la propiedad Inuzuka y Kiba de pronto, estaba a cuatro patas corriendo hacia la entrada, recordando que iba acompañado, frenó en corto y se puso sobre sus pies esperando a que su novio lo alcanzara, luciendo sonrojado por haberse olvidado en primer lugar. Akamaru descansaba sobre un viejo sillón bajo el pórtico, aguardando.

—Sí, ellas lo criaron, ¿Qué tan malo puede ser?

Justo cuando Kankurõ se reunía con Kiba, Inuzuka Tsume emergió de la casa.

—¿Qué les tomo tanto tiempo? —Preguntó.

Kankurõ y Kiba compartieron una mirada. La sonrisa de antes volvió a emerger de Kiba.

—"Te destriparé como me culpes a mí". —Pensó el ninja.

Kiba pareció seguir su línea de pensamiento y se disculpó con su madre despreocupadamente.

—Admirábamos el paisaje.

Tsume les dirigió una mirada. Primero a su hijo, sin creer una sola de sus palabras y después se fijó en él.

Mierda.

Donde Kiba era cálido y confortable, Tsume ardía. Aun si solo estaba parada ahí, evaluándolo. Podía sentir su cegadora mirada recorriéndolo de arriba abajo, ¿Podría ver dentro de su alma también?

Cielo santo, las cosas que Kiba y él habían hecho en la mesa de su cocina. No dudaba que pudiera arrancarle la tráquea si ella se enteraba.

Antes de que Kankurõ pudiera hacer uso de razón, ella lo estaba olfateando. A mitad de camino del pequeño jardín que guiaba al interior de la casa.

Hana, la hermana de Kiba observaba desde el umbral. Llevaba puesto un delantal amarillo con flores bordadas y, aun así, lucia imponente a un nivel menor que la mujer que acababa de invadir su burbuja de espacio personal. Estaba tan cerca de su cuello.

Una vez que ella se dio por bien servida, caminó hacia dentro de la casa dándoles la espalda.

—Así que ese aroma te pertenece. Ese rastro amaderado que esta por toda mi casa. Dejen de actuar como si no hubiesen estado juntos aquí antes.

Kiba no había hecho nada más que pararse inmóvil a su lado, valiente sujeto.

La voz Tsume trajo a Kankurõ de vuelta a este plano existencial.

—¿Y bien? ¿Van a quedarse ahí? Kiba trae tu trasero aquí, tienes algunas cosas que explicar.

—Como por qué el rastro de tu novio esta por toda la encimera de la cocina. —Añadió Hana igualmente adentrándose en la residencia.

Kiba entonces le dirigió una mirada a Kankurõ.

—¿Sabes? Aún no es demasiado tarde, vámonos.


Kiba y Kankurõ son mi nueva obsesión. Los verás seguido por aquí.

Saludos. ;)