Así es la vida

Nueve en punto de la noche. Natsuki entraba en Torihara Snack con el estuche de un instrumento musical colgado de sus hombros. En la caja, Yuuko terminaba de ajustar cuentas con el empleado del siguiente turno, así que la guitarrista decidió esperar a su amiga junto a la puerta, suponiendo que sería incómodo para ellos que hiciera alguna compra.

Una vez finalizados sus asuntos pendientes, Yuuko se acercó a su amiga con paso veloz, notando que había algo diferente en el estuche que ella portaba.

—Esa no es tu guitarra, ¿o sí? —señaló. Natsuki negó con la cabeza.

—Es un bajo que compré hace tiempo. A decir verdad, he venido practicando con él desde entonces, así que…

—Así que sigues subestimándome —interrumpió Yuuko, dejando que su orgullo hablara.

—No es eso. Iba a decir que puedo enseñarte algunas cosas que he aprendido en este tiempo. Además, tú no tienes un bajo, ¿o sí?

—No, pero…

—Ahí está, te lo presto. Pero te cobraré cualquier mínimo rayón que le hagas.

—Bien, cuidare tu preciado bajo entonces. Lo pondré dentro de una vitrina y practicaré con mi guitarra.

Natsuki rio ante este comentario, al igual que Yuuko. Ninguna de las dos hablaba en serio, lo que se sentía refrescante para ambas luego del momento tenso entre ellas horas antes.

Llegadas a la residencia de Yuuko, Natsuki le entregó su bajo y, cual si fuera su propia casa, fue a la nevera a servirse algo de beber. Negando con la cabeza, Yuuko dejó el instrumento sobre un pequeño sillón que tenía en su sala y fue por su guitarra, un atril y el cuaderno que la guitarrista le dio tiempo atrás.

—Esto me trae recuerdos. Hace tiempo que no nos reuníamos así —comentó terminando de acomodar las cosas para aquella sesión de estudio/ensayo.

—Es una pena que sea bajo circunstancias no tan agradables. Dicen que la vida es caprichosa y parece que tienen razón.

Yuuko asintió colgándose el bajo de Natsuki, quien se acercó a ella y puso sobre el cuaderno unas hojas que parecían sacadas de Internet.

—Es mejor empezar por lo básico —aclaró ante la extrañeza en la mirada de la rubia—. Si bien hay algunas similitudes, también hay diferencias importantes entre la guitarra y el bajo.

Natsuki inició así su explicación de los conceptos básicos del instrumento, de cómo su afinación era una octava más baja que la de la guitarra, de por qué solo solía tocarse una nota a la vez, de cómo era vital tener un buen sentido rítmico y estar en buena sincronía con la batería; y también le indicó algunos ejercicios de digitación básicos que a Yuuko se le hicieron familiares, aunque dado el tamaño del instrumento, se le dificultó un poco lograr una velocidad decente.

Antes de que ellas se dieran cuenta, ya el reloj marcaba las 12 y 30 de la madrugada. Los dedos de Yuuko presentaban ampollas por el roce con las cuerdas del bajo. Dolían, pero ella hacía todo lo posible por ignorar ese dolor, queriendo mostrarse fuerte ante Natsuki. Sin embargo, la guitarrista comenzó por su cuenta a guardar todo lo que habían utilizado. La rubia la miraba confundida, como pidiendo una explicación. La joven Nakagawa señaló las manos de la otra chica.

—Deben doler un montón tras un par de horas de práctica ininterrumpida.

—No es para tanto —replicó Yuuko.

—No mientas. Incluso Kawashima-san usaba vendajes en sus manos de vez en cuando, y ella tiene mucha más práctica que nosotras dos juntas. Deja descansar tus manos y que yo me encargue de todo.

Había algo en el tono de Natsuki que molestaba a Yuuko, no en el sentido de hacerla enojar, sino que le causaba cierta extrañeza y malestar que no podía explicar.

—Estás particularmente sensible hoy, ¿no crees?

Natsuki exhaló con pesadez.

—Con todo lo que ha pasado hoy, cualquiera tendría la sensibilidad a flor de piel. Aunque debo agradecerte, ya que gracias a ti aún puedo mantener el control.

—¿Gracias a mí?

En respuesta, la guitarrista señaló aquella mejilla en la que la rubia posó sus labios en la mañana. Sonrojándose, Yuuko apartó la mirada.

—Créeme cuando te digo que ese beso fue lo mejor que me pasó hoy, y tenerlo en la mente me ayudó a no perder los estribos en varios momentos del día. —Con delicadeza, Natsuki acercó su rostro al de Yuuko, e imitando el acto de aquella mañana, depositó un suave y fugaz beso en su mejilla—. Gracias, Yuuko.

De una u otra forma, ambas sintieron que sus vínculos se estrecharon en ese instante. El miedo al rechazo y la inseguridad cedieron terreno mientras los corazones de ambas latían tan rápido que pensaron que podrían haber muerto en ese instante, pero lo habrían hecho felices. Sin embargo, algo les decía que aún no era el momento de dar el gran paso, que lo mejor era esperar a que las cosas en la banda se calmaran antes de intentar algo más, para que la felicidad de Natsuki fuera completa.

Yuuko envolvió en sus brazos a Natsuki, quien se aferró a ella con fuerza. Permanecieron así por varios minutos, disfrutando de la calidez y la compañía mutua, hasta que sus corazones, al unísono, volvieron a su ritmo normal.


Una sonrisa se dibujó en el rostro de Nozomi mientras leía de nuevo aquel mensaje que su mejor amiga le había enviado la noche anterior: "Tampoco me esperes mañana en la estación, volveré a pasar la noche con Yuuko". Parecía que ellas dos estaban avanzando a grandes pasos en su relación y sería cuestión de tiempo para que la oficializaran. ¿Por fin, pensó ella, después de tanto tiempo se habrán dado cuenta de que se corresponden mutuamente? Eso solo el tiempo lo dirá.

—Parece que se saltaron el noviazgo antes de irse a vivir juntas —comentó nada más ver a Natsuki y Yuuko llegar juntas a la universidad.

—Es temporal mientras me preparo para unirme a la banda de Natsuki —aclaró la rubia—. Lo que me recuerda que debo hablar con el señor Yamazaki para ajustar mis horarios.

—¿No lo hiciste ayer? —preguntó la guitarrista.

—No pude hacerlo. Él no estuvo en Torihara mientras era mi turno, y preferiría hablar de esto frente a frente con él.

—Ya veo. Siendo el padre de nuestro Yamazaki, supongo que no tendrá ningún inconveniente en reacomodar un poco tus horarios, aunque me parece que uno de nuestros ensayos coincide con una hora de clase tuya. Supongo que deberíamos hablar también con la presidenta del club para ver si podemos cambiar con alguna otra banda.

—Las veo bastante confiadas en que Yuuko logrará entrar a la banda. ¿No le harán una audición o algo así? —intervino Nozomi, cruzándose de brazos, aunque manteniendo su sonrisa.

—Sí, la haremos —respondió Natsuki, poniendo sus brazos en jarras—. ¿Acaso dudas de mis capacidades para enseñarle a esta chiquilla a tocar correctamente las canciones que tocamos en la banda?

—¿A quién le dices "chiquilla"? —exclamó Yuuko—. Por si no lo has notado, tenemos la misma estatura, y mi listón me da un par de centímetros de ventaja.

—Claro, como digas, igual ni llegas al metro sesenta…

—Ya nos desviamos del tema —suspiró Nozomi encogiéndose de hombros—. Como sea, ¿tendrán tiempo suficiente para preparar una buena audición?

—Descuida, estaremos bien —contestó la rubia—. A pesar de todo, Natsuki es buena enseñando.

—¿A qué te refieres con "a pesar de todo", chiquilla?

—¡Deja de decirme "chiquilla"!

—Y aquí vamos de nuevo. Espero que no se la pasen así durante los ensayos.

Nozomi dijo esto en son de broma, sabiendo que sus amigas sabían ponerse a trabajar en serio cuando era necesario. Sin esperar una respuesta, la flautista se dio la vuelta y emprendió su camino hacia su primera clase del día.


Miyuki parecía tener un mejor aspecto que el día anterior. Al menos esa era la percepción que Yuuko tuvo al verla entrar en el salón. Su mirada aún era triste, pero no había rastros de llanto en su rostro. Suspiró al lado de la rubia e intentó sonreír al saludarla.

—¿Cómo vas? —preguntó la joven Yoshikawa.

—Ahí, soportando. De momento mis padres parecen satisfechos con que haya renunciado, pero… —Miyuki dirigió su mirada a la pizarra del salón. Intentaba mantener sus sentimientos bajo control y no derrumbarse ahí mismo. Aún no pasaban 36 horas desde que cedió a la presión y decidió renunciar, y ya extrañaba estar con ellos—. Siento que me traicioné a mí misma, y eso está pesando más en mi consciencia.

Había una extraña expresión en el rostro de Yuuko mientras escuchaba esas palabras. Una parte de ella quería recriminarle por haber renunciado y echarle en cara que se lo había buscado, pero otra se compadecía de ella, de lo difícil que debía de ser para ella soportar la presión de sus padres y verse orillada a renunciar a algo que amaba.

—Tsujimoto…

—No hace falta que lo digas, Yoshikawa —interrumpió Miyuki—. Me he venido diciendo lo mismo que estás pensando una y otra vez: debí ser valiente, dejar el orgullo de lado y aceptar la ayuda de los Yamazaki. El regaño que me diste ayer aún sigue haciendo eco en mi mente. Pero sobreviviré a esto. De una u otra forma, pero terminaré este año lectivo e intentaré vivir por mi cuenta.

Ver determinación en la mirada de la bajista generó algo de tranquilidad en Yuuko, lo que se tradujo en una sonrisa.

—Bien, supongo que mi tiempo en la banda será limitado —murmuró para sí misma.

—Nada de eso. Si logras pasar la audición, seguirás estando con nosotros incluso si yo regreso, ¿está claro?

Yuuko abrió sus ojos estupefacta por el hecho de que Miyuki supiera acerca de su proceso de admisión a la banda. Luego sonrió.

—Vaya, parece que estás al día con los movimientos de la banda.

—Yamazaki me lo comentó anoche, y aún estoy en el chat grupal de la banda, así que leo lo que escriben ahí.

—Ya veo.

El profesor encargado de la asignatura llegó al salón, lo que puso punto final a la conversación entre ambas. Las dos pusieron atención a las explicaciones que se les impartían, aunque Yuuko miraba de reojo a Miyuki de vez en cuando. Se veía mucho más atenta que el día anterior, por lo que parecía que había dicho la verdad respecto a gustarle la carrera.

—Definitivamente te debo una disculpa —afirmó cuando la clase finalizó—. No debí haberte regañado ayer, ni haber cuestionado tus acciones.

—Tranquila —respondió Miyuki con una sonrisa—. De hecho, soy yo quien debería disculparse por haber reaccionado como lo hice ayer. Tenías razón en todo lo que dijiste. Temo convertirme en una carga para los Yamazaki, en alguien que no pueda valerse por sí misma, pero eso no puede cegarme y hacerme rechazar la ayuda que me ofrecen los demás. Por eso, decidí aprovechar el tiempo en casa para aprender algunos quehaceres que necesito saber para poder dar el gran paso.

Yuuko sonrió ante estas palabras y palmeó el hombro de Miyuki con suavidad, en señal de apoyo.


Natsuki tenía la sensación de que algo andaba mal. Era la segunda noche en que ella y Yuuko se reunían para ensayar en preparación para la audición de la rubia con miras a entrar en Ao no Danjon. Tras hacer un calentamiento con los ejercicios básicos, la joven Yoshikawa exigió comenzar a ensayar las canciones de la banda. La guitarrista accedió a regañadientes, pensando que aún era pronto, pero sabiendo que tenían un tiempo limitado. Fue entonces que esa sensación antes mencionada comenzó. Las partes más sencillas salían sin problema, mas las más complejas, como era de esperarse, no estaban saliendo bien. Aunque el problema no era su complejidad en sí misma, sino el hecho de que Yuuko parecía rellenar sus falencias añadiendo notas de las partes de guitarra, lo que hacía que se retrasara en el tempo.

—¿No crees que te estás complicando demasiado? —preguntó Natsuki al identificar el problema—. ¿Por qué estás añadiendo fragmentos de la línea de guitarra?

—Creí que sería una buena idea adaptarlas al bajo —respondió la rubia con un tono de frustración.

—Pues no lo es en este caso. De hecho, estás yendo en contravía de lo que deberías hacer. Si algo te cuesta, simplifícalo.

Yuuko habría querido alegar que sabía lo que hacía, pero sería una mentira tan obvia que Natsuki la refutaría de inmediato. Suspiró frustrada mientras la guitarrista ajustaba el metrónomo a una velocidad más lenta. Ambas retomaron su ensayo, y aunque la rubia pudo afrontar de una mejor manera las partes difíciles, su sentimiento de frustración no desaparecía.

El ensayo se prolongó, de nuevo, hasta que Natsuki notó que las manos de Yuuko no podían más. Al igual que la noche anterior, la guitarrista tomó la iniciativa de recoger las cosas que utilizaron mientras que la rubia cambiaba los vendajes de sus adoloridos dedos. Había cierto atisbo de tristeza en su mirada, algo que no pasó inadvertido para la joven Nakagawa.

—He estado pensando…

—Felicidades, Natsuki, estás progresando —interrumpió Yuuko, intentando lo mejor que pudo su tono burlón.

—Ja, ja, muy graciosa. —Ver una ligera sonrisa en el rostro de la rubia hizo sentir un poco mejor a la guitarrista—. Decía, he estado pensando en que deberías audicionar como guitarrista.

—La banda necesita un bajista, no otra guitarrista.

—De eso puedo encargarme yo. No soy tan buena como Tsujimoto, pero puedo encargarme.

—Parece que mis esfuerzos no han sido suficientes para ganarme tu confianza —dijo Yuuko tras un suspiro.

—Solo soy realista. Y veo que, por más empeño que le pongas, tus manos no van a resistir querer alcanzar un nivel aceptable para una audición.

—Aun así, quiero intentarlo. No estaré satisfecha si me rindo sin siquiera hacer un intento.

Había determinación en su voz, y por ello Natsuki supo que nada la haría cambiar de opinión.

—Qué terca eres —dijo la guitarrista, acariciando la cabeza de su amiga—. Hagamos un trato: si no logras pasar la audición como bajista, cambiamos de instrumento y lo intentamos de nuevo, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —aceptó la rubia tras suspirar. Debía aprovechar esa única oportunidad que se le presentaba, o no estaría satisfecha consigo misma.