- Amo bonito, ¿a dónde nos dirigimos? - preguntó Jaken, siguiéndolo
Como de costumbre, no obtuvo respuesta
No recuerdo haber estado en ésta parte del bosque
Pensaba cuando chocó con la pierna del youkai, quién había detenido su caminar
- ¿Qué... que ocurre? - lo miró, notando la expresión de su rostro
No está aquí, sin embargo, su olor... no se encuentra muy lejos
- Jaken - lo miró - Espérame aquí
- ¡Kah! Pe... pero, ¿a dónde va?
- No te interesa - comenzó a caminar, adentrándose aún más en el oscuro bosque
El pequeño youkai se sentó debajo de un árbol, lanzando un sonoro suspiro
El mundo he de cambiar, para ir a un futuro ideal, en donde no reine el mal...
Su dulce voz resonaba en la soledad del lugar, como una suave melodía que descendía del cielo, al menos así lo percibía él
La jovencita se encontraba sentada al frente de una fogata, cocinando unos pequeños peces que había capturado horas atrás
- Hm.. - gimió, realizando gestos de dolor, observando sus manos, las cuales tenían pronunciadas cortaduras
- ¡Maldita chiquilla! - gritaba mientras clavaba su cuchillo en sus manos - ¡Esto te enseñará a no robar más peces de mi aldea!
Suspiró, mirando hacia el cielo, pensando en si algún día su vida cambiaría o estaba condenada para siempre a estar en soledad. Se recostó sobre la hierba, con sus manos detrás de su cabeza, emitiendo una leve sonrisa
Lo haré con decisión... un mundo lleno de esplendor, es mi ilusión...
- ¿No tienes a dónde ir?
- ¡¿Qué?! - se sentó de golpe, girando en dirección de aquella voz
Él...
Ella se puso de pie, acercándose lentamente al youkai, hasta quedar frente a él
- ¿Cómo se encuentra?
Sesshomaru no respondió. Sus orbes dorados viajaron por todo el cuerpo de la mujer, deteniéndose especialmente en las zonas maltratadas
- ¿Quién te hizo eso?
- ¿Esto? - elevó sus manos, mirándolas también - Fue mi culpa... estaba buscando algo de comer - hizo una pausa, volteando y regresando a quitar el pescado del fuego - ¿Quiere un poco? - sonrió
Ahí estaba nuevamente... la misma sonrisa que le dedicó al irse, la misma que, junto con la planta que guardaba celosamente, se había quedado en su mente, reapareciendo más de una vez en el día
La joven insistió con un gesto, elevando la comida, sin embargo, comprendió que él no deseaba nada, por lo que, termino degustando de su cena, sola
- No tiene que quedarse conmigo... - dijo en un tono melancólico, observando las últimas brasas del fuego - Estoy acostumbrada a estar sola después de todo
El demonio continuó observándola desde el mismo lugar en el que se había detenido al llegar. De repente, giró, dándole la espalda
- Ven conmigo - pronunció
La jovencita abrió ampliamente sus ojos, sin apartar su mirada del lugar donde había estado el fuego
- ¿Qué... que quiere decir?
- Conozco un lugar en el que podrás estar segura - comenzó a caminar - Es tu elección
Rin lo miró y, antes de que pudiese procesar sus palabras, se encontró caminando a su lado
- ¿Puedo preguntarle algo?
- ¿Qué es lo que quieres?
- ¿Cuál es su nombre?
- Soy Sesshomaru
- ¡Me encanta! - respondió emocionada
Señor Sesshomaru
Un brillo especial emergió en los ojos castaños de la mujer, el cual, fue acompañado de una sensación de calidez en su pecho, una que no sentía desde hacía mucho tiempo
...
La niña abrió sus ojos, encontrándose con la tierna imagen del zorrito, con sus vendas en su rostro y sus ojos cerrados. En ese momento, la sacerdotisa ingresó, sosteniendo unas cubetas con agua
- Buenos días Kaede - sonrió, dejando las cosas en el suelo - ¿Dormiste bien?
- Si - sonrió, volviendo a mirar al niño - ¿Crees que estará bien?
- Estoy segura - también lo miró - Aunque seguramente haya mucho que hablar con él cuando despierte
Abrió ligeramente sus ojos, dando un respingo y estrellando su espalda contra la pared, mientras respiraba agitadamente
- Tranquilo - se acercó la miko - Estas a salvo - el pecho del pequeño youkai se aflojó, soltando el aire contenido
- Lo... lo siento
- No tienes porque disculparte - sonrió - ¿Quieres tomar un té?
- Es... esta bien
La morena se puso de pie, dirigiéndose al lugar en dónde guardaba las hierbas
- Kaede, ¿podrías encargarte hoy del joven Onigumo?
- ¿Qué? - su cara se ensombreció
- Hoy cuidaré de Shippo, el pobrecito necesita compañía para poder sobrellevar todo lo que le ha ocurrido... prometo que mañana regresaré a cumplir con sus cuidados
- De acuerdo - respondió entre dientes, notablemente frustrada
- Muchas gracias - volvió a ponerse de pie - Mira Shippo, con estas hierbas, estarás mas tranquilo, ¿si? luego, si lo deseas, podemos hablar sobre lo que te ocurrió con aquellos demonios
- Esta bien - se mantenía acurrucado en aquel rincón, evitando el contacto visual con la mujer
La niña se preparó su desayuno y, luego de degustarlo en silencio, se puso de pie y, tomando los elementos necesarios para el cuidado del bandido, se dirigió a la puerta
- Kaede - volteó a ver a su hermana - Muchas gracias - le sonrió
No podía resistirse a la sonrisa de su hermana, sin embargo, no estaba de ánimos para corresponderla, por lo que, sólo se limitó a dedicarle una mirada, casi tranquila, antes de salir
- Bien - volvió a mirar al niño - Ahora que estamos solos, ¿Qué te parece si charlamos un poco?
- Si... ¿Usted quiere saber como es que llegué a las manos de esos demonios?
- Por favor, dime Kikyou - le sonrió - Sólo si tu quieres contarme...
- Estábamos en el bosque con mi papá...
- ¡Fuego de zorro! - extendió su mano, al mismo tiempo en que la llama verdosa salía de sus manos - Aish... - suspiró - Todavía no puedo dominarlo bien
- Tranquilo hijo - lo rodeó - Sólo necesitas práctica - sonrió - Siempre y cuando tengas tus conjuros, estarás a salvo
- De acuerdo - metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sacando las pequeñas hojas
En ese momento, un rayo se estrelló cerca de ellos, lanzándolos unos metros al costado
- Mira Manten, justo lo que estamos buscando - sonrió, apareciendo entre los árboles
- Oh... pero si son una pequeña familia de zorros - juntó sus manos - Ese niño sería perfecto para robar la perla
Ambos youkais se pusieron de pie, su padre comenzó a gruñir
- Huye Shippo - dijo entre dientes
- Pero... papá...
- ¡Vete! - lanzó un ataque de fuego, al mismo tiempo en que su hijo comenzaba a correr entre la maleza
El sonido de su agitada respiración sirvió para opacar un poco los aullidos de dolor de su padre, los cuales se seguían oyendo a la distancia
Papá
Pensó, mientras su ojos se llenaban de lágrimas. Se detuvo, girando sólo para ver el intenso brillo de aquel ataque, el cual lo cegó durante unos momentos
- ¡PAPÁ! - comenzó a llorar
- Vaya vaya, ¿Qué tenemos aquí? - Hiten apareció detrás de él, sonriendo cínicamente, tomándolo por su pequeña cola - ¿Realmente pensaste que un youkai insignificante como tu padre, seria capaz de hacernos daño?
Él... él solo lo hizo para protegerme... dio su vida por salvarme... papá
- ¡Mira hermano! - ambos observaron al frente, mientras el menor de los dos, elevaba, como un trofeo, el cuerpo inerte del zorro - ¡Será un perfecto abrigo para este invierno! - rio
- Yo... - los ojos de la miko se humedecieron ante el crudo relato y las lágrimas de dolor que lo acompañaban - Lo lamento mucho Shippo... desearía... poder hacer algo más por ti
- No... no se preocupe señorita Kikyou - su respiración y palabras se oían entrecortadas - Usted... salvo mi vida - sonrió levemente
- Tú... mencionaste que ellos querían que tú les entregaras la perla de Shikon...
- Si... querían que... yo me acercará a usted y la robara - hizo una pausa - De lo contrario, me matarían
La sacerdotisa sacó la perla, observándola con una mezcla de emociones
Esta joya... sólo sirve para traer desgracia y tristeza, tanto para quien la protege, como para aquellos que la desean
- Si esa perla no existiera... mi padre seguiría con vida - pronunció, como si hubiese leído la mente de la mujer, quién se sorprendió ante sus palabras
El dolor y resentimiento que hay en los ojos de Shippo... son el resultado de la existencia de ella... la Shikon No Tama sólo sirve para un propósito... la destrucción
...
El híbrido se encontraba observando el techo de la habitación, mientras la joven descansaba en su pecho, dormida profundamente
Ya había amanecido y estaba seguro de que ese extraño artefacto sonaría en cualquier momento, indicándole a Kagome que debía levantarse
No puedo esperar... necesito hablar con Kikyou hoy mismo
Redirigió su vista a la morena, sonriendo levemente. No habían dormido demasiado, porque un sólo encuentro no había sido suficiente para ahogar las ganas que ambos se tenían. El sólo hecho de recordar la forma en la que ella recibía con placer cada movimiento que el realizaba, el sonido de su voz cuando se encontraba cerca del orgasmo y la forma en la que él mismo se había sentido antes, durante y después de los actos, no hacía más que desear que se despertara, para tener una nueva ronda antes de que ella tuviera que cumplir con sus obligaciones
No puedo hacerlo... no hasta que las cosas estén claras entre los dos
La noche anterior se había dejado de llevar. Su lado humano había sido débil y había sucumbido al deseo de poseer a la mujer que lo traía loco y despertaba un mar de emociones en su pecho, sin embargo, su lado más racional había regresado junto con sus poderes y, no podía permitirse seguir realizando aquellos actos sin antes haber dado por finalizado lo que sea que lo unía a Kikyou, porque ahora estaba seguro de que no era amor
El despertador sonó y, junto con su sonido, los ojos de Kagome comenzaron a temblar, hasta abrirse lentamente. Sonrió al encontrarse con los orbes dorados del hanyo
- Buenos días, Inuyasha
- Buenos días Kagome - comenzó a acariciar su cabeza
- ¿Dormiste bien?
- Algo así
La joven se percató de que algo no andaba bien, debido al tono en le que le repondría
- ¿Qué ocurre? - se elevó, sentándose
- Yo... - el torso desnudo de la chica provocaba que no lograra concentrarse, por lo que tuvo que desviar la mirada, sonrojándose inevitablemente - Tengo que regresar hoy, Kagome
- ¿Qué? - murmuró, abriendo sus ojos en señal de sorpresa - ¿Por qué?
- Porque... - la miró - Tengo que aclarar las cosas con Kikyou... de lo contrario, no me sentiré tranquilo
¿Acaso se refiere a...?
- Inuyasha... tú... ¿estas seguro?
- Si - sonrió, tomándola del brazo y atrayéndola nuevamente en su dirección - Estoy seguro
Los ojos castaños de la joven comenzaron a humedecerse, mientras una enorme sonrisa se formaba en su rostro
Yo... me siento muy feliz en este momento
