BIENVENIDOS A UN NUEVO CAPÍTULO, ESTA VEZ NO ME TARDÉ TANTO EN ACTUALIZAR, YA PORFIN VEREMOS COMO SE SOLUCIONA EL ASUNTO CON JESSICA, ASI QUE SIN MAS QUE DECIR VAYAMOS AL CAPÍTULO...

Lady Rain of Crystal Roses: JEJE, DIGAMOS QUE LAS BIMBETTE ANDABAN DE LOQUILLAS Y APROVECHARON QUE ANDABAN ETRE ADOLECENTES CON LAS HORMONAS ALBOROTADAS, YA PORFIN VERÁS QUIEN ESTUVO DETRAS DE TODO.

Capítulo 53: Entre la vida y la Muerte

Mientras tanto, en casa de Jessica, Sherman, sus hermanas, primos, Antonio y Zita estaban terminando de cenar, completamente ajenos a la tragedia que se estaba desarrollando en la escuela.

"Si ya terminaron de cenar, vayan a cambiarse y a dormir para que Santa pueda entregar los regalos" respondió Janette con cariño.

"Si abuela" respondió Margo entregándole los platos.

Los chicos se levantaron de la mesa, y Agnes aprovechó el momento para preguntar a su prima Harmony: "¿Tu qué pediste, Harmony?"

"Mejor espera a mañana para verlo" respondió Harmony con una mirada llena de misterio.

Mientras los chicos se dirigían hacia la escalera, el teléfono de la casa sonó repentinamente. Janette, se apresuró a contestar.

"Diga?" preguntó Janette.

Sin embargo, en cuanto escuchó la voz llena de desesperación de Henry, Janette se petrificó y soltó el teléfono, que cayó al suelo con un estruendo, llamando la atención de todos los chicos presentes.

Jared, se inclinó rápidamente para recoger el teléfono y contestar.

"Hola?" pregunta Jared.

Del otro lado de la llamada, Henry hablaba con voz quebrada: "Jared! Que bueno que contestas, estamos yendo al hospital!"

"Al hospital?" pregunto Jared confundido "Como que al hospital?"

"¿Qué pasó papá?" preguntó Joyce preocupada

"Le dispararon a Jessica!" grito Henry desde la ambulancia.

Jared, con un rostro pálido y ojos abiertos de sorpresa, dijo con voz temblorosa: "No puedo creerlo..."

Los padres de Henry se acercaron rápidamente, preocupados, y preguntaron ansiosos:

"¿Qué pasó?" pregunto Maxwell

"¿Por qué estás así?" preguntó Elizabeth

"¿Papá porque estas tan palido?" preguntó Jaime

"Nos estas asustando a todos" exclamó Jyn inquieta por la conmoción que se había desatado.

Jared miró a todos los presentes y explicó con voz angustiada: "Henry está en una ambulancia camino al hospital... le dispararon a Jessica".

La noticia cayó como un martillo sobre todos los presentes, y tanto los adultos como los chicos exclamaron en un coro de asombro y preocupación: "¿Que?"

Sherman y Margo, en particular, compartieron miradas preocupadas por su madre.

Jared, intentando mantener la calma siguió hablando con Henry: "Si, en seguida vamos" Jared colgó el telefono y se apresuró a tomar una decisión "Vístanse, nos vamos al hospital de inmediato".

Sin embargo, Janette seguía en estado de shock, incapaz de reaccionar a la noticia devastadora. Su voz tartamudeaba mientras trataba de procesar lo que había escuchado: "Je... Je.. Je... si... si... si... ca... mi... mi... mi... mi... hi... hi... hija"

Jared, con firmeza pero con ternura, la tomó de la mano y la guió hacia la habitación.

"Janette, cariño, necesitas vestirte. Vamos al hospital"

Mientras tanto en la ambulancia, los paramédicos, conscientes de la gravedad de la situación, trabajaban incansablemente en la ambulancia para mantener con vida a Jessica.

Uno de ellos ajustaba la máscara de oxígeno en el rostro de Jessica, asegurándose de que recibiera el aire que necesitaba para mantenerse respirando.

El otro paramédico controlaba constantemente sus signos vitales, revisando el monitor con atención y tomando nota de cada pequeño cambio en su estado.

Aunque Henry, desesperado y lleno de angustia, hacía todo lo que estaba a su alcance para ayudar. Con su abrigo, intentaba detener el sangrado de la herida mientras no dejaba de acariciar el rostro pálido de Jessica con delicadeza. Sus palabras, cargadas de emoción, llenaban la ambulancia.

"No puedes irte, Jessica. Por favor, no me dejes, no tu", murmuraba Henry con voz temblorosa, los ojos dorados llenos de lágrimas. "Ya perdí a Sarah... No puedo perderte a ti también".

Jessica luchaba valientemente por mantenerse consciente, su mirada vidriosa se aferraba a Henry, encontrando en él una fuente de apoyo y fortaleza en medio de la adversidad.

Minutos después, la ambulancia llegó al hospital de Pennsylvania, con las luces parpadeantes y la sirena aún sonando. Los paramédicos se apresuraron a llevar a Jessica a la sala de emergencias, mientras Henry los seguía de cerca.

Al llegar a la sala de emergencias, un equipo de médicos y enfermeras recibió a Jessica con urgencia palpable. Henry, con los ojos llenos de ansiedad y miedo, intentó seguir a Jessica en su camino hacia la sala de emergencias, pero uno de los médicos le bloqueó el paso.

"No puedo dejarlo pasar. Necesitamos espacio para trabajar", dijo el médico, tratando de mantener la calma mientras ponía una mano en el hombro de Henry para detenerlo.

"¡Pero es mi esposa! Necesito estar allí con ella. ¡No puedo dejarla sola!" protestó Henry lleno de desesperación.

Sin embargo, el médico fue firme:

"Entendemos tu preocupación, pero en este momento, necesitas quedarte afuera para que podamos hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible".

Mientras Henry vacilaba, un guardia de seguridad se acercó y dijo con voz tranquila pero decidida: "Vamos, amigo. Debes esperar en la sala de espera. Te aseguro que estarán haciendo todo lo posible por ella".

Henry, apretando los puños lleno de ira y preocupación, siguió al guardia hacia la sala de espera. Cada paso que daba, sus pensamientos se llenaban de rabia y determinación de encontrar al responsable de lo que le había sucedido a Jessica mientras esperaba ansiosamente cualquier noticia sobre su condición.

Dentro de la sala de emergencias, el equipo médico se movía con una coreografía precisa y decidida. Mientras Jessica permanecía bajo los efectos de la anestesia, cuidadosamente le retiraron el vestido, actuando con la delicadeza que la situación requería para evitar cualquier dolor innecesario.

El médico principal, con voz firme, dio instrucciones al equipo: "Necesitamos una radiografía inmediata para localizar la posición exacta de la bala. ¡Rápido!"

El técnico de radiología se apresuró a colocar el equipo y tomar las imágenes necesarias, mientras el equipo quirúrgico continuaba preparándose para la cirugía.

Las luces brillantes del quirófano iluminaban la escena, revelando la seriedad de la situación, mientras el constante zumbido de los monitores cardíacos y el sonido de los equipos médicos llenaban la habitación.

El médico principal, con manos expertas cubiertas por guantes estériles, se inclinó sobre Jessica y comenzó a preparar el área donde estaba alojada la bala.

Con un bisturí afilado, comenzó a hacer una incisión precisa en el costado de Jessica, trabajando con cuidado para minimizar cualquier daño adicional. La monitorización constante de los signos vitales de Jessica continuaba, y el sonido rítmico de los monitores cardíacos proporcionaba un recordatorio constante de la vida que estaba en juego.

Mientras tanto, en la sala de espera, Henry miraba nerviosamente el reloj con los puños apretados, el tiempo pasaba muy lento, su mente llena de angustia mientras se preguntaba cómo había llegado a esta situación, se suponía que iba a ser una reunión de ex-alumnos navideña normal y corriente, no una tragedia. Ansiaba cualquier noticia sobre Jessica, rezando para que los médicos fueran capaces de salvarla y devolverla a él y a su familia sana y salva.

En ese momento, sus padres, los padres de Jessica, las hermanas de Jessica y los chicos llegaron apresuradamente a la sala de espera. Janette y Jared, con rostros llenos de angustia, se acercaron a el en busca de respuestas.

"¿Cómo está Jessica? ¿Dónde está ella?" preguntó Janette con la voz temblorosa de desesperación.

"¿Dónde está mamá?" preguntó Sherman aferrándose a Henry sintiendo la misma ansiedad que sintió cuando perdió al Sr. Peabody.

"Deben seguirla operando. No he sabido nada de ella en mucho tiempo" respondió Henry, con la mirada perdida y la voz quebrada.

"Tu estas bien, hijo?" pregunto Elizabeth

"No, no estoy bien, madre. Esto no debía haber pasado" respondió Henry con amargura y una mezcla de rabia y tristeza en sus ojos.

La sala de espera se llenó de un pesado silencio, y la incertidumbre pesaba sobre todos como una losa. Las familias reunidas de Henry y Jessica esperaba ansiosamente sentados cualquier noticia sobre Jessica.

Después de alrededor de unas dos horas de espera, finalmente un médico salió de la sala de emergencias. Henry, con los ojos llenos de preocupación, fue el primero en preguntar: "¿Cómo está Jessica?"

Sherman, con voz temblorosa, siguió preguntando: "¿Dónde está mi mamá?"

"A ver, cálmense todos, una cosa a la vez" pidió el medico antes de dar la noticia. "Jessica está fuera de peligro" comenzó aliviando las tensiones "Sin embargo, perdió una cantidad significativa de sangre y tuvimos que hacerle una transfusión. En este momento, está inconsciente pero estable"

"O sea que si esta viva?" preguntó Henry con esperanza.

"En efecto, pero como mencioné: perdió una cantidad significativa de sangre y tuvimos que hacerle una transfusión" repitió el médico

"Podemos verla?" preguntó Janette

"Claro" asintió el medico.

El medico condujo a todos hacia la habitación 15, donde habían trasladado a Jessica. Al entrar, se encontraron con Jessica inconsciente en la cama sin sus lentes, y estaba conectada a dos bolsas de intravenosa, una con suero y la otra para la transfusión de sangre. El rostro pálido de Jessica reflejaba la gravedad de su situación.

"¿Qué te hicieron, hija?" murmuró Janette sollozando al ver a su hija en ese estado, y sin poder evitar que las lágrimas brotaran de sus ojos.

Jared, con la mirada llena de preocupación y rabia, se unió a su esposa en su llanto silencioso mientras se aferraba a su mano.

Henry, sintiendo una mezcla de alivio y temor, se sentó junto a la cama de Jessica y tomó su mano con ternura. Por su parte, Sherman, Margo, Edith y Agnes, se acercaron con cuidado a la cama, cada uno de ellos con una mirada llena de preocupación. Tomaron la mano de Jessica con y comenzaron a hablarle en susurros, como si sus palabras pudieran llegar a su inconsciencia.

"Mamá, soy Sherman. Todo estará bien, lo prometo" comenzó Sherman, con la voz temblorosa y justo su mente fue bombardeada de recuerdos de cuando vio al Sr. Peabody morir.

"Estamos aquí contigo, mamá" añadió Margo con cierto pesar.

Antonio se acercó a Margo y puso una mano reconfortante sobre su hombro, compartiendo una mirada de comprensión. Tanto Antonio como Zita entendían la profundidad del sufrimiento, ya que habían perdido a su propia madre, Barbara, en ese trágico accidente en el que ella había perdido la vida ahogada, mismo incidente donde Zita sufrió graves heridas que habían resultado en la pérdida del 70% de su cuerpo, siendo reemplazado por partes mecánicas.

Entonces, el médico sacó una pequeña bolsa de su bata y la mostró a todos. Contenía la bala que habían extraído de Jessica.

"Esta es la bala que le extrajimos. Es de calibre .303. (7,70 mm)" explicó el medico

"Como es eso posible? esa bala se usaba en los rifles Lee-Enfield de cerrojo alimentados por cargador estándar en el Ejército Británico desde 1895 hasta 1956. Ya no se fabrican" exclamó Maxwell confundido

En ese momento todos voltearon a verlo por saber ese tipo de información.

"Que? Mi abuelo uso una cuando fue soldado" se justificó Maxwell.

"No tiene sentido ¿Por qué alguien usaría una bala de ese tipo en un ataque?" preguntó Elizabeth

Las preguntas sin respuesta dejaron a la familias de Jessica aún más desconcertados. La situación se volvía cada vez más misteriosa y preocupante, y todos estaban ansiosos por obtener más información sobre lo que había sucedido y por qué alguien había atacado a Jessica de esa manera.

Al día siguiente, aun cuando en todo el mundo muchas personas estaban celebrando la Navidad, para los Peabody las cosas seguían igual que la noche anterior, Henry permanecía sentado al lado de la cama de Jessica, quien aún yacía inconsciente. Su mirada estaba fija en su rostro pálido, lleno de preocupación.

Mientras tanto, afuera de la habitación, Sherman estaba comprando algo en una de las máquinas expendedoras. Sabía que tanto él como sus hermanas necesitaban distraerse y mantenerse fuertes en medio de esta situación tan angustiante.

Margo y Antonio estaban distraídos viendo un video, Edith por su lado practicaba movimientos ninja con su manos.

"Hiyah! En cuanto sepa quien fue el responsable, me voy a encargar de aparecerme hasta en sus pesadillas" aseguró Edith con determinación un tanto macabra.

Por su parte Agnes se encontraba jugando tic tac toe con Zita.

"¡Tic tac toe! Gané de nuevo, Zita." respondió Agnes poniendo una "X" en la hoja

"¡Eres invencible en esto, Agnes! ¿Otra ronda?" preguntó Zita un poco desafiante.

De vuelta con Sherman, el joven pelirrojo agarró las golosinas para el y para sus hermanas, las repartió a cada uno y luego fue a la habitación.

Al entrar, vio a Henry todavía sentado al lado de Jessica, tenía las ojeras marcadas por la falta de sueño.

"¿Papá? traje algo" anunció Sherman esperando brindar un pequeño alivio en medio de la tensión que llenaba la habitación.

Henry asintió agradecido y se levantó momentáneamente de su asiento para recibirlo.

"Gracias, hijo" Respondió Henry con voz hasta eso llena de gratitud mientras tomaba la golosina.

"Hablé con la policía, papá", comenzó a decir Sherman "Hasta ahora, lo único que saben es que dispararon el arma desde el techo del gimnasio. Pero ellos tampoco entienden como es que se usó ese tipo de arma que ya no se fabrica desde hace décadas"

"Es que sigo sin entenderlo..." murmuró Henry entre confundido y preocupado "¿Por qué alguien usaría un arma inglesa que ya no se fabrica desde hace décadas para hacerle daño a tu madre? ella solo es mi rojita de fuego que he amado desde siempre, nunca le ha hecho daño a nadie como para que alguien de repente decidiera de la nada hacerle daño a ella"

De repente, Sherman reaccionó ante esos datos y una idea le cruzó la mente. Sin decir nada, salió corriendo de la habitación del hospital a toda prisa.

Henry, Margo, Edith, Agnes, Antonio y Zita se quedaron desconcertados, observando cómo Sherman abandonaba el lugar con tanta prisa.

"Y ahora que mosca le picó a tu hermano?" preguntó Antonio a Margo

"No tengo idea" opinó Margo tan confundida como el.

Más tarde, los padres de Henry, Elizabeth y Maxwell, llegaron al hospital. Elizabeth miró a su hijo con preocupación mientras se acercaba a él.

"Henry, llevas toda la noche aquí" dijo Elizabeth con suavidad "Necesitas descansar un poco, hijo".

"No puedo irme, madre. No puedo dejar a Jessica sola en este estado" respondió Henry ya que no mostraba la intención de apartarse.

"Henry, tú también necesitas cuidarte. Tu padre y yo nos quedaremos aquí con Jessica. La enfermera vendrá a revisarla regularmente. Puedes tomar una siesta corta y volver en un rato" propuso Elizabeth.

Henry dudó por un momento, pero finalmente cedió ante el razonamiento de su madre.

"Está bien, madre. Pero solo una siesta corta. No quiero estar lejos por mucho tiempo" aceptó Henry.

Elizabeth asintió con una sonrisa reconfortante.

"Tu no te preocupes hijo. Descansa un poco. Nosotros cuidaremos de Jessica" aseguró Elizabeth

Henry se puso de pie con lentitud y finalmente cedió al cansancio y se quedó dormido en el sillón de la habitación mientras confiaba en que sus padres cuidarían de Jessica en su ausencia.

Por su parte, sus padres, Elizabeth y Maxwell, se sentaron en sillas cercanas a Jessica, manteniendo una vigilia silenciosa mientras la preocupación llenaba la habitación.

Elizabeth observó a Jessica, su mente divagando por pensamientos que se habían vuelto más profundos desde el dia anterior que Jessica les había contado todo por lo que pasaron. Jessica se había convertido en una parte fundamental de su familia, una mujer que irradiaba bondad, inteligencia y seguridad, y que había demostrado ser una buena esposa para Henry y una madre amorosa para Sherman, Margo, Edith y Agnes. No merecía el dolor que estaba atravesando, especialmente en una época tan especial.

Entonces, un recuerdo se apoderó de la mente de Elizabeth. Casi veinte años atrás, habían ido por Henry, y habían tomado ella y Maxwell la decisión sin consultarlo de comprometerlo con Sarah. Aquella situación lo había obligado a separarse de Jessica por casi 3 años.

Mientras tanto una de las enfermeras buscaba a su compañera mientras recorría los pasillos del hospital.

"¡María! ¡María! ¿Estás por aquí?" preguntaba la enfermera.

En su búsqueda, dos enfermeros, un hombre y una mujer se acercaron a ella con una actitud calmada, ocultando sus verdaderas intenciones, llevaban gorros y cubrebocas que ocultaban la mayoría de sus rostros, con excepción de sus ojos donde se podía distinguir que eran de muy avanzada edad.

"Disculpen, han visto a la enfermera María?" pregunto la enfermera

Los dos enfermeros intercambiaron miradas rápidas antes de responder. El hombre dijo: "La mandamos a descansar, ¿Qué necesitas?"

"Necesito que alguien vaya a revisar a la paciente Jessica Peabody en la habitación 15" explicó la enfermera.

"Nosotros nos encargamos de ella" asintió el enfermero, ocultando cualquier indicio de sospecha.

Sin levantar sospechas, se dirigieron rápidamente hacia la habitación de Jessica Peabody, con la mente enfocada en su próxima acción y sin revelar sus verdaderas intenciones todavía.

Los dos enfermeros llegaron a la habitación, sus miradas se posaron brevemente en Margo y Edith, quienes estaban en la sala de espera, pero Margo fue la única que notó la expresión extraña en sus rostros. Sin embargo, no le dio importancia y volvió su atención al video que veía con Antonio.

Al entrar a la habitación, los enfermeros vieron a Maxwell y Elizabeth cuidando a Jessica.

"Vamos a revisar a Jessica, necesitamos un poco de espacio" anunció la enfermera, en un tono profesional "Por favor salgan"

Maxwell y Elizabeth, sin sospechar nada, asintieron y salieron de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

"Quienes eran ellos?" preguntó Edith

"Unos enfermeros que van a revisar a Jessica, querida" respondio Elizabeth

"Algo en ellos no me gusta nada" opinó Margo insegura.

"Y a todo esto ¿A donde se fue Sherman?" pregunto Maxwell.

"No lo se abuelo, no lo hemos visto en la ultima media hora" dijo Margo

Los enfermeros se quedaron solos con Jessica, ambos se pusieron frente a su cama, entonces el enfermero sacó de su bata un rifle Lee-Enfield y con una mirada fría y siniestra lo apuntó hacia Jessica quien en ese momento comenzaba a abrir lentamente los ojos, aún en estado de debilidad.

El enfermero estaba a punto de apretar el gatillo cuando, de repente, Henry, que había despertado en el sillón, se abalanzó sobre ellos con desesperación y valentía.

La enfermera intentó quitar a Henry de encima del enfermero, pero en el forcejeo, el arma se disparó hacia el techo con un estruendo ensordecedor, llamando la atención de todos en el pasillo y la sala de espera.

Maxwell, Elizabeth, Margo, Edith, Agnes, Antonio y Zita irrumpieron en el cuarto, tan pronto escucharon el sonido del disparo y la escena que se desarrollaba frente a ellos. El grupo observó con horror a Henry forcejeando con los dos enfermeros, quienes claramente tenían intenciones siniestras.

Maxwell, Antonio, Margo y Edith se apresuraron a separar a Henry de los enfermeros, mientras Agnes miraba la escena con ojos asustados y Zita trataba de mantenerla a salvo.

En ese momento crítico, los padres de Jessica, llegaron corriendo a la habitación, y al ver lo que estaba sucediendo, Jared no dudó en unirse a la lucha. Todos lucharon con determinación, desesperados por detener a los dos enfermeros antes de que pudieran hacerle daño a Jessica.

Finalmente, después de un forcejeo intenso, lograron desenmascarar a los enfermeros. Henry, junto con sus padres, fueron los únicos en reconocer sus rostros tan pronto los vieron.

"Debí suponer que serían ustedes" respondió Henry, con una mezcla de enojo, resignación y firmeza.

Los dos enfermeros desenmascarados resultaron ser los ex-suegros de Henry: Arthur y Amelia, los padres de Sarah.

"Debimos haberte disparado primero a ti" respondió Arthur con una frialdad inquietante.

Jessica, confundida y débil, finalmente logró terminar de abrir los ojos y preguntó con voz temblorosa: "¿Qué pasó?"

"Jessica!" exclamaron Janette y Jared aliviados de que despertara y se acercaron a abrazarla con cariño.

"¡Qué bonita escena!" comentó Amelia con tono sarcástico y luego agregó con una crueldad inimaginable "Y mientras menos pelirrojos en el mundo, mejor".

Arthur volvió a apuntar el arma, esta vez amenazando a Jessica y a sus padres. La tensión en la habitación era insoportable. Sin embargo, Henry actuó rápidamente, logrando desviar el arma de Arthur en el último momento. El arma se disparó nuevamente hacia el techo.

Con un movimiento rápido, Henry logró arrebatarle el arma a Arthur, para que ya no la tuviera a su alcance.

Una tensa discusión estalló en la habitación, llena de acusaciones y resentimiento.

"¡No traten de negar nada!" gritó Arthur, y sus ojos furiosos se clavaron en Jessica. "Tú, maldita manipuladora, has seducido a Henry y nos has robado a nuestras nietas".

Jessica, visiblemente angustiada, se mordió el labio inferior y miró a Henry, quien frunció el ceño ante la acusación.

"¿Robado, dices?" preguntó Henry, su voz cargada de incredulidad "¿Realmente creen que ella y yo seríamos capaces de hacer algo así? Después de lo que sucedió con Sarah..."

Amelia, con sus brazos cruzados y una mirada de desprecio en su rostro, intervino con un tono sarcástico. "No te hagas la víctima, Henry. Tú siempre has sido el problema. La muerte de Sarah fue tu culpa y de Jessica, y nunca lo aceptaron".

"¡Que no fue mi culpa!" exclamó Henry, la vena de su cuello palpitaba de rabia mientras levantaba la voz "No puedo creer que sigan culpándome por eso después de todos estos años. Ustedes me echaron de sus vidas, Jessica no tuvo nada que ver!"

"Tú te alejaste, Henry. Nos abandonaste cuando más te necesitábamos" reclamó Arthur

"¿Abandonar?" respondió Henry con un amargo sarcasmo "¿Acaso olvidaron cómo me trataron después de la muerte de Sarah? Me culparon injustamente, me echaron con mis hijas, ¡No tienen derecho a llevarlas lejos de mí ahora!"

Jessica, aún tumbada en la cama, apretó los puños con impotencia. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para defenderse.

"¡Nunca he hecho nada de lo que me acusan!" exclamó Jessica con voz temblorosa "Henry eligió estar conmigo, y no fui yo quien lo alejó de ustedes".

"Callate! roja del demonio! Ay eres aun mas desagradable de cerca" respondió Amelia con desprecio, sus palabras eran como cuchillos afilados, haciendo que las lágrimas en los ojos de Jessica comenzaran a desbordarse, haciéndola recordar cómo en su infancia antes de conocer a Anna había sido cruelmente molestada, acosada y discriminada en su escuela por sus compañeros solo por ser pelirroja.

"¡Ya basta!" intervino Henry con firmeza "No pueden venir aquí después de todos estos años a casi matar a mi esposa e insultarla a ella y a su familia, y reclamar lo que creen que les pertenece."

La tensión en la habitación se volvía palpable. Arthur agarró el brazo de Margo mientras Amelia lograba tomar a Edith por el suyo.

"¡Margaret, Edith, vendrán con nosotros! Estamos tratando de salvarlas de ustedes" gritó Arthur

"¡Sí, queridas, no debemos quedarnos aquí!" respondió Amelia dispuesta a llevárselas.

Pero Henry, decidido a proteger a sus hijas, no estaba dispuesto a ceder. Tomó las manos de las niñas con fuerza y dijo con determinación:

"¡Ah no, no se las llevarán! Son mis hijas, y no me separaré de ellas de nuevo."

La situación se volvía cada vez más caótica, con gritos y acusaciones volando por la habitación. En medio de todo el caos, la familia luchaba por encontrar una solución a un conflicto que parecía no tener fin.

"No saben cuánto nos avergüenza que nuestra verdadera madre haya sido su hija" dijo Margo con rudeza hacia Arthur y Amelia mientras sus ojos se encendían y pequeños rayos salían de su cuerpo, haciendo que las luces del cuarto parpadearan.

"Ay mira nada más, tu padre si que te malcrió" comentó Amelia con su característico sarcasmo.

"Ustedes no saben nada sobre nosotras" respondió Margo sin inmutarse.

Arthur, en tono acusatorio, añadió: "¿Crees que no? Adoptaste a una pordiosera de la calle, tu padre deja que salgas con un asqueroso inmigrante. ¿Y crees que no sabemos nada de ti?"

"Ahora si se paso!" dijo Antonio completamente ofendido "A mi y a mi hermana, nuestro barrio nos respalda"

"Oiga, no soy una pordiosera!" exclamó Agnes también sintiéndose ofendida.

"Ustedes no tienen derecho a hablarnos así!" reclamaron Arthur y Amelia al unísono.

"Y ustedes no den ni un paso, o haremos que los deporten!" gritó Amelia, refiriéndose a Antonio tomando un tono amenazante.

"Margaret es libre de salir con quién ella decida" dijo Henry defendiendo tanto a su hija castaña como a su yerno mexicano

Sin embargo, en ese momento, Amelia abofeteó fuertemente a Henry, y para su edad, el golpe había sido sorprendentemente fuerte.

"Oiga ¿Qué le pasa?" exclamó Elizabeth, consternada por la acción hacia su hijo.

"Ustedes cállense, que si no fuera por nosotros ustedes acabarían en la calle" grito Arthur, sin mostrar remordimientos.

"Y en cuanto a Margaret, ella y Edith ahora harán lo que nosotros les digamos, nos las llevaremos de vuelta a Londres, tu y tus padres irán a la cárcel!" dijo Amelia, apuntando con enojo a Henry y a sus padres. Luego, volvió su mirada hacia Antonio y Zita, agregando con firmeza "De ustedes nos encargaremos de que los deporten a su pais y que nunca salgan"

En ese momento, Arthur y Amelia, con una maliciosa determinación en sus ojos, se giraron hacia Jessica y sus padres.

"Y en cuanto a ti, tu y tu familia lo pagaran, los haremos sufrir tan lento que acabaran... ¡colgados... y quemados en la estaca!" gritaron ambos con un aire de locura en sus palabras.

"¡Alto!" Dijo de repente una voz femenina a sus espaldas.

Todos voltearon y vieron la silueta de una figura femenina en la puerta de la habitación, la figura salió de las sombras lentamente, mortificando a los presentes, creían que estaban viendo a un fantasma.

Aquella figura femenina era una joven de unos 18 o 19 años, vestía un vestido color rosa, una camisa de manga larga color rosa pálido y un chaleco de franjas verticales de dos tonalidades de rosa, y su rostro era prácticamente idéntico al de Edith pero no llevaba un gorro, sino su cabello rubio corto a la altura de la nuca.

"S... Sarah?" balbuceó Henry, con los ojos abiertos como platos, la mujer frente a el era la madre biológica de Margo y Edith.

"Hola Henry" dijo Sarah una vez que estuvo frente a el.

"Ay dios" murmuró Antonio.