¡Hola!
Para celebrar el Live Action de One Piece me volví a ver el anime y leer el manga, por lo que decidí hacer una nueva edición de la historia para celebrarlo por la nostalgia que me da OP.
En esencia es la misma trama pero las escenas serán distintas, dialogos y hasta el final. Aparecerán personajes que no aparecieron antes también c: .
Prólogo:
Bienvenidos al Infierno.
El primer recuerdo que Ler tenía acerca de toda su vida era muy claro. Era casi como una película corta que se reproducía en su mente una y otra vez antes de dormir.
Aún así, no tenía ni idea del contexto de dicha película, ni donde se ambientada o quienes eran los personajes que aparecían en ella excepto ella misma, reconociéndose como un bulto envuelto en los brazos de un hombre de cabello oscuro y mojado por la lluvia furiosa que azotaba el barco, un barco arrastrado en todas direcciones por la fuerza del mar.
¿Quién era ese hombre?
¿Porque la sostenía con tanta fuerza?
¿Qué hacía en el mar, siendo que ella debía estar en el cielo?
Ler no lo sabía, al menos no en ese momento, pero en su película había tristeza y mal presagio, había desesperación y angustia como ninguna en el ambiente -pues sentía aquellas emociones como familiares-. Entre los brazos de aquel hombre lloró con fuerza hasta que el le tomó uno de los deditos de su mano y se echó a reir.
En su recuerdo era casi mágico el como la tormenta y la bravura del mar se detenían justo cuando el hombre la volteaba a ver para luego apretarla con más fuerza. A lo largo de los años recordaría cada vez un poco más. Por ejemplo, el como después de eso hubo una especie de discusión a la que era ajena y obviamente no entendía, hasta que el sujeto sonrió con tristeza y en voz baja le susurró : "Perdoname".
¿A quien debía perdonar? ¿Por qué debia hacerlo?
Luego todo era oscuro y su llanto volvía, pero esta vez no podía escuchar el sonido de la tormenta, esta vez no se encontraba junto al rugir del mar.
Ler odiaba y amaba ese recuerdo a partes iguales.
Lo amaba porque sentía que la persona que le sostuvo con fuerza en su recuerdo la amaba y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para protegerla, y lo odiaba porque nunca dejó de buscar a ese hombre en cada uno de los hombres que conoció en su vida -y conocería tambien-, perdiendo la esperanza y llegando a creer que era un sueño y no un recuerdo porque nunca nadie la sostuvo y amó así.
Encerrada en su castillo en el cielo, buscó ese cariño y protección que nunca recibió y por el contrario, obtuvo indiferencia, maltrato y resentimiento. Y su pequeño corazon infatil tendiente a lo malo mas que a lo bueno se llenó de esas ideas tambien.
Ler era mala por naturaleza -y solo un poquito buena tambien- . En un futuro habría bandos que proclamaban teorias acerca de su culpabilidad o inocencia, pero lo cierto es que ella era mala por nacimiento aunque intentó hacer las cosas bien mientras crecía.
Nunca entendió porque su padre detestaba escucharla hablar ni porque la sometía a manipulación y maltrato psicológico pero po no le ponía las manos encima. Ler sabía que podría haberle dado unas cuantas golpizas o matado cuando lo molestaba -y eso que su sola existencia era molesta para el-, asi que no lo entendía ni lo hizo tampoco cuando sentada frente a su tocador, con un espejo de oro lleno de tallados en una lengua distinta, el hombre al que reconocía como su progenitor se inclinó sobre su espalda, mirándola directamente a los ojos a través del reflejo y con una sonrisa tan parecida a la suya, le dijo:
- Muy pronto estarás lista.
¿Lista para qué?
Ella no lo supo entonces ni después -al menos no en un futuro cercano- pues las intenciones y acciones de su padre le eran desconocidas. Tampoco preguntó. Ya estaba lo suficientemente "educada" como para intentarlo.
Antes lo intentaba.
Antes tenia el sueño de agradarle, de hablar con el, de ser querida, pero después su padre ordenaba matar a sus mascotas enfrente de ella, dejarla sin comer, bañarla en bañeras con hielo y no brindarle ningún tipo de tratamiento cuando enfermaba, solo por intentar hablar. Así que dejo de intentar.
Ler solo tenia permitido hablar con su espejo.
-El día en que el espejo te conteste, tu podrás hablar con libertad. Has que responda y serás libre.
Y es que un día, en otro tiempo, en otra vida, no fue capaz de lograrlo....
Ler dejó de intentar cualquier comunicación o interacción con su padre y por el contrario, comenzó a mirarle con rencor. Fue entonces que su padre supo que estaba lista, porque esos ojos, esos malditos ojos, estaban llenos de la toxicidad, maldad y odio digno de su sangre. Su pecado heredado por sangre había doblegado por fin a la mancha que había en su linaje debido a su desconocida progenitora.
Entonces el servicio de la residencia la sacó a rastras por la noche y aunque nunca nadie había sido violento físicamente con ella, aquel dia todo cambió. La bofetada que le dieron cuando se resistió le dejó la boca con sabor a sangre y la cabeza dandole vueltas; la patada en su estómago la dejó sin aire y la forma en que la arrastraron por el suelo le raspó y quemó la piel de las piernas.
Gritó hasta que la garganta le dolió y le metieron un pañuelo en la boca, sus uñas se quebraron y se llenaron de sangre en su intento de seguir luchando, pero no pudo evitar ser llevada a una sala parecida a un baño pero con una mesa en el centro y algunas cuerdas como para mantenerla atada. Entre los hombres que la llevaban la sometieron y ataron a la mesa mientras preparaban distintos utensilios alrededor. Uno de ellos se acercó sin expresión y ella notó que le esquivaban la mirada. Ajusto la posicion de la mesa y la colocó verticalmente.
Intentó gritar una vez más con desesperación, apretando y extendiendo sus puños tratando de soltarse, pero fue inútil. Le quitaron el cabello con tijeras y luego usaron una máquina para raparle el cabello por completo mientras la piel le sudaba, las muñecas y tobillos le escocian y la mandíbula le ardía.
Con los ojos inyectados en sangre, miró al hombre que se acercaba a ella con un bisturí. Este se detuvo y casi como asustado, dejó caer aquello que llevaba al acercarse a ella cuando la niña le clavó los ojos.
En aquel entonces para Ler aquello fue una casualidad, aunque en realidad no lo fuese, pero no le dió la importancia suficiente porque aquello sucedió.
Para Ler aquel era el día en que su vida, insignificante como lo era en aquel momento, cambió, pero para la historia del mundo fue algo más. Aquella noche representó un hito jamás visto y quedó grabado como el mayor desastre de seguridad que había tomado lugar la Tierra Santa.
Ler lloraba mientras los gritos y la explosiones se escuchaban por todo el lugar, ahogando cualquier gimoteo apenas audible debido al trapo en su boca. Y cuando los sonidos se volvieron ensordecedores y hasta cercanos, los hombres en la habitación le echaron un vistazo para luego echarse a correr hacia afuera, dejándola sola y atada en aquel lugar.
Ella tenía que morir ese día , pero por alguna jugarreta del destino no lo hizo y ese día fue el comienzo de la cadena de sucesos en los cuales no estaba prevista y por lo que joderia la historia y unas cuantas vidas.
Oh, y como de jodida estaría ella misma, pero no lo sabía aún.
Por el momento se dedicó a luchar con sus ataduras aprovechando la extraña oportunidad que tenía. La desesperacion y el dolor era un remolino en su interior que no la dejaba pensar y la llevaba a moverse de forma instintiva hasta que la mesa -no sus ataduras- cedió y se dio la vuelta.
Ler golpeó el suelo con fuerza, estrellando su rostro sin ceremonias y rompiéndose alguno de sus dientes por el impacto, pero no le importó. La adrenalina de la situación le ardía en las venas y ni el dolor ni el peso de la mesa sobre su cuerpo era nada, no cuando pudo ver su reflejo en un espejo a un lado de la habitación, por lo que no dudo ni un instante el arrastrarse por el frío suelo, lleno de su cabello cortado que se pegaba a su piel por todas partes, hasta llegar hasta el espejo. Trató de levantarse pero no pudo. Las rodillas no le funcionaban y el peso en su espalda no colaboraba, por lo que haciendo uso de todo su cuerpo, rodó contra el espejo y este se quebró, cayendole encima y en el suelo.
Como pudo, tomó un pedazo roto entre sus manos, haciéndose varios cortes profundos, pero negándose a llorar más. Con aquel trozo, con torpeza e ignorando el ardor de los cortes que ella misma se hacía, logró liberar una de sus manos. Observó esa mano llena de sangre y cortes y con solo verla le ardió y le dio ganas de vomitar, por lo que se sacó el pañuelo de la boca y escupió a un lado antes de intentar con la atadura de su otra mano. Continuó el proceso, cortándose, vomitando y llorando, pero no paró hasta que todas sus extremidades estuvieron libres.
Rápidamente se levantó retrocediendo y respirando con esfuerzo. Todo a su alrededor estaba lleno de su sangre, de su vómito y su cabello. Ler sentía que no podía más, pero el sabor amargo de aquello no le quito la pizca de la dulce libertad en algún rincón de su interior, por lo que apretando los dientes se decidió a escapar. Con la poca habilidad que una niña poseía, comenzó a caminar hacia la puerta, dejando un rastro de sangre y suciedad tras de si.
El olor a humo invadió sus fosas nasales cuando abrió la puerta y le fue inevitable el preguntarse que tendría que haber sucedido para que en aquella tierra se formara un alboroto de tal magnitud, pero no era momento para detenerse a analizar ese tipo de cosas, así que salió del baño y comenzó a recorrer el pasillo en dirección a los jardines gemelos que escondían una salida al área donde la gente que sus padres y conocidos traían.
A Ler siempre le aterro el si quisiera pensar en la idea de cruzar ese espacio, pero en aquel momento era la única forma de escapar de la residencia, sin embargo... ¿Era buena idea a sabiendas que la gente en ese lugar odiaba a los suyos? Ler se acercó temblando pero no tuvo el valor de entrar hasta que como acto de reflejo se tocó la cabeza mientras pensaba en que hacer. La falta de cabello le recordó que su apariencia no era la de sus iguales, por lo que cabía la posibilidad de pasar desapercibida.
Ler ingresó lentamente al lugar y fue como entrar en una realidad distinta. Sus pies descalzos tocaron la entrada del oscuro pasillo al mismo tiempo que el calor le quemó las pestañas y le golpeó el cuerpo al igual que el vapor ya que habia fuego en muchas celdas o estructuras sin forma, destrozadas o apiladas entre los pasillos mientras la gente corría en una misma dirección.
Habían humanos y seres que reconocía nada más por los libros en la biblioteca de su padre, de todos los colores y tamaños, pero que no parecían reparar en nadie más que en sí mismos mientras seguían una sola dirección que ella asumió era la salida. Tragó saliva cuando alguien la lanzó al suelo mientras se acercaba pero nadie pareció notarla.
Rodó en el suelo para no ser pisoteada y comenzó a correr con la corriente de cuerpos nauseabundos, heridos y desesperados como ella. Sus ojos oscuros se perdían entre tantos colores, formas y el humo, pero fue capaz de notar que no había ningún guardia ni personas tratando de evitar aquel escape. No hasta acercarse a la salida y notar los cientos de cuerpos amontonados en el suelo, junto a cadenas y puertas que fueron arracadas salvajemente para dejar a los individuos encerrados dentro de los reducidos cubículos salir. Todo en aquella parte de su "hogar" era un desastre y podía imaginarse el porque de ese escenario con sólo ver a todas esas personas que corrían sin mirar atrás.
Casi llegaba al final de aquel pasillo cuando un sonido se coló en su mente distrayendola de los demás. Era...Era distinto, un golpe seco y gritos de ayuda que todos ignoraban en su desesperación. Ler casi llegaba, casi salía pero...terminó de nuevo en el suelo cuando se detuvo unos segundos tratando de escuchar mejor y fue arrastrada fuera de la corriente de cuerpos. Se llevó unos cuantos pisotones y heridas más en el cuerpo hasta que se arrastró a otro pasillo, de donde provenía el sonido y agradeció al ser divino que no le permitió morir pisoteada.
Cuando estuvo allí se dio cuenta de que provenía de la planta más baja y el corazón se le detuvo un momento mientras retrocedía, conteniendo la respiración. Aquel lugar tenía un aire y decoración distinta, que aunque hecha pedazos también, tenía connotaciones sexuales. Observó al rededor las distintas celdas y objetos de tortura y placer, algunas completas, otras destrozadas y la mayoría en una montaña que ahora estaba llena de fuego que poco a poco se extendía por el lugar.
Todos parecían haber huido excepto...Ler volteó en dirección al sonido que había escuchado antes. Al fondo, en una jaula diferente a las demás y que era mucho más grande y bonita, se encontraban tres cuerpos agazapados en un rincón, golpeando los barrotes con fuerza mientras trataban de salir y a la vez alejarse del fuego que las rodeaba.
Ler rodeo el fuego como pudo, cojeando y tropezando hasta llegar frente a las ahora claramente visibles jóvenes que casi con un miedo irracional, se abrazaron aún más fuerte. La niña quiso abrir la boca y explicar que no tenia malas intenciones, pero era más fácil pensarlo que decirlo así que solo balbuceo sonidos inentendibles. Es asi como una joven blanca de cabello negro y grandes ojos azules , cuyo rostro no olvidaría jamás, se posicionó adelante como tratando de proteger a las otras que la miraban aterrada.
Ler casi vomita. ¿Su padre les había hecho daño también? Cayó sobre sus rodillas, cansada y herida mientras escuchaba-aunque no entendia- a las muchachas gritar.
En la nube que a penas le dejaba pensar, otro recuerdo invadió su cabeza. Era su padre hablando de los instintos de los dragones que se distinguen de cualquier otra persona normal. Eran instintos heredados y a los cuales no podían darle la espalda así que se veían muchas veces arrastrados por ellos aunque no quisieran. La preservación - ridículo, pero le salvaria la vida en un momento- , la supervivencia, la codicia, el sadismo...El egoísmo.
Los dragones eran egoístas con lo suyo. No compartían. Y si esas chicas eran esclavas, de la naturaleza que fuesen, eran exclusivas por su distinción en aquel lugar y aquella jaula. Era evidente que eran de alguien importante, quizá hasta de su padre, por lo que no cualquiera podría abrir esa jaula excepto otro dragón...
Ler se acercó al extremo donde estaba un dispositivo que permitía la apertura de la jaula.
- ¿Qué haces? ¡No podas abrirlo, solo ese maldito puede!- gritó la pelinegra azotando los barrotes. - ve a buscar a alguien fuerte que rompa esto maldita idiota! - seguía gritando hasta que Ler le dirigió una mirada que a la peligra dentro de la jaula le recordó a su verdugo, al hombre de sus pesadillas y la hizo retroceder con ganas de vomitar y encogerse. Era tóxico, oscuro, era malo...- tu...- no pudo armar ni una oracion coherente, no mientras obsevaba a la niña acercar su ojo al escaner y despues, abrir la jaula como si nada.
La chica de pelo verde comenzó a gritarle sin moverse de su lugar para salir, apuntándole y viéndole tan aterrada como si hubiese visto al diablo mismo. - ¡Eres uno de ellos! ¡Eres un demonio!
Ler tragó saliva y retrocedió asustada ante el desplante de locura de la muchacha, entendiendo su reacción pero sin saber como responder. La pelinegra que parecía ser la mayor la observó aterrada también, pero armandose de valor salió de la jaula y la tomó de su ropa.
- No te ves como una de ellos...- dijo observándola, analizando su cabeza rapada, su cuerpo lleno de heridas y suciedad. Lo meditó un momento antes de llamar a sus hermanas y levantar a Ler del suelo a tirones, maldiciendo en voz baja al sentir su extremadamente baja temperatura corporal- te vienes con nosotras. Nos vas a sacar de aquí.
Ler intentó decir que no tenía ni idea como hacer eso y estaba huyendo también, pero la pelinegra tenía una actitud prepotente y agresiva, ademas de mucha mas fuerza que ella, pues era bastante más pequeña, delgada y joven, por lo que no pudo oponerse cuando prácticamente la arrastró junto a sus hermanas por el pasillo por el cual había aparecido. El pequeño dragón caído en desgracia no pudo hacer más que intentar no golpearse más mientras corría con las otras tres que aunque aun le tenían recelo y algo de miedo, estaban desesperadas por huir. Primero iba la chica de pelo naranja, luego la de cabeza grande y verde y por último, la de coletas negras, que de cerca lucía aún más hermosa y la tenía cautivada aunque su violencia probablemente le estuviese rompiendo algunos huesos.
La niña se dio cuenta en algún punto que estaba en un limbo entre la inconsciencia y la conciencia, luchando por mantenerse despierta pero perdiendo ante el dolor, el humo absorbido y la perdida de sangre por las heridas profundas en sus manos. Ya se habría rendido de no ser por la chica de coletas que no la soltaba y no planeaba hacerlo, no cuando en su cabeza la idea de que Ler podría serle de ayuda estaba clara como el agua.
En un futuro ambas pelearian por sobreponerse a la otra y aclarar quien salvó a quien, pero aún no lo sabían, ni siquiera sabían que volverían a verse.
Cuando alcanzaron la salida todo estaba peor y casi regresaron adentro. Habia gente peleando en todas partes, hombres, mujeres y niños corriendo como locos mientras los guardias les perseguían y trataban de controlar el desastre. Ler reconoció a los hombres pez luchando contra ellos, oponiéndose con fiereza y salvajismo a una recaptura.
Las niñas imitaron a los demás, corriendo con todas sus fuerzas mientras tropezaban y se levantaban en su desesperacion por encontrar un lugar seguro, una salida, lo que fuese.
-¡ Vuelve acá , Leriana!- gritó alguien haciendo que los vellos de la pequeña se pusieran de punta, la adrenalina incrementará y sus piernas tomarán velocidad. Al parecer se habían dado cuenta de su desaparición y la estaban buscando.
- ¡No paren!- grito la mayor después de voltear hacía atras, clavando su vista en un extraño hombre de pie frente a todo el fuego y desorden del lugar. Ella aun no tenia claro la raza de el hombre, contrario a la moribunda Ler - tú niñata...no puedes morir, tienes que ayudarnos a escapar.
Ler trató de responder balbuceando una vez mas pero al ver como demasiados guardias se dirigían en su dirección se alarmó. El corazon le bombeo con mas rapidez y las piernas le fallaron. No podía seguir con ellas. Sabía que pronto, de seguir juntas, las capturarian a todas por su culpa y aunque algo feo y negro se escapó a sus venas también, no era suficiente, no cuando estaba lejos de sus iguales, de su cuna maldita.
Asi que se soltó.
La bella joven de ojos azules la miró un instante, dudando si dejarla atrás o no, pero cuando Ler clavo sus ojos en ella, mirándola como su peor pesadilla lo hacia tambien al torturarla, supo que ni su desesperación era tan grande como su miedo, asi que se dejó llevar cuando una de sus hermanas la tomó de los hombros y la obligó a correr otra vez, dejándole atrás y sin voltear una vez más mientras se alejaban.
La pequeña dragón se quedó atrás observando las espaldas de las demás niñas alejarse. Ella estaba cansada, herida, destrozada, no podía más pero...no podía volver tampoco.
Prefería morir y desaparecer que volver a aquel lugar y tener una misera existencia como la que tenía, por lo que corrió hacia el fuego con sus últimas fuerzas, apenas llegando hasta el mismo cuando sus rodillas se doblaron y ella cayó.
Pero no había suelo sobre el que caer. No había nada, sólo un vacío.
Y mientras caía, mientras su cuerpo se perdía en la oscuridad, su consiencia se fue apagando poco a poco hasta que no hubo nada más en su cabeza.
Y como un reflejo, sonrió.
Pero aquel no sería su fin, no...
Fue el inicio de todo.
