Capítulo beteado por Yani, muchísimas gracias por tu ayuda.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 20
―Amor, relájate ―susurré, atrapando su lóbulo―, al paso que vamos arrancarás mi mano.
Bromeé para distraerla.
―Tengo miedo, Edward. Es una sensación irracional que me está dominando.
―No tienes por qué temer, estás en tu casa. ―Dejé un beso en su hombro.
Ella apenas me dio una mirada y volvió a perderse en las calles, admirando con mucha atención.
Noté que desde que habíamos bajado del avión Bella estaba demasiado inquieta. Había llorado, reído y no dejaba de observar cada lugar que veíamos.
Era notorio que las remembranzas habían llegado de golpe y la estaban afectando, la mantenían abrumada y era visible en su estado de ánimo.
Como si cada cosa que veía le trajera algún recuerdo. Eso sin contar que antes de subir al avión tuvo que tomar una pastilla para poder dormir y no inquietarse más de lo que estaba. Sin embargo, Aline parecía contenta, ella estaba sentada en las piernas de Bella y observaba la ciudad con su boca abierta.
Estaba siendo reticente conmigo. Me abrazaba cuando tenía algún sobresalto, sin embargo, a los segundos iba a refugiarse en Bella o el tipo. No entendía la razón, pero Nahuel viajaba con nosotros.
Parecía el más extasiado de los tres.
Evité voltear a la parte trasera donde viajaba el individuo acompañado por mi suegro y Jenks. No había parado de parlotear en todas las horas de viaje.
Me incomodaba su presencia y deseaba más que nunca que se regresara pronto a donde pertenecía.
Al estacionar frente a la casa; Bella bajó lentamente, maravillándose con la fachada y los árboles que estaban en el patio trasero y creaban un fondo mágico para nuestro hogar. Fue su idea, apostaba que ella lo estaba recordando.
Su cabeza giró hacia mí, en su sonrisa y mirada discerní que ella había recordado nuestros planes sobre la casa.
Aline se abrazó a ella. Quería preguntar por qué la mayoría del tiempo se la pasaba en sus brazos, pocas veces la había visto alejarse de su regazo, suponía que se debía al lugar donde habían estado y era por ello que mi niña era muy apegada a su madre.
Estaba ansioso porque Aline me buscara más y quisiera interactuar conmigo, por ahora me conformaba con sus vagas sonrisas y sus miradas discretas. La había descubierto viéndome con mucha atención, parecía que ella quería acercarse y no lograba romper su timidez para hacerlo.
Le ofrecí mis brazos. Era tan pequeña para tener cinco años. No dudó en aceptar y estuvo en mis brazos en segundos. Rodeé con mi otro brazo los hombros de Bella y ambos caminamos hacia el interior.
Quería saber todo. ¿Qué estaba pensando? ¿Cómo se sentía al estar de nuevo en su hogar con nosotros?
Eché apenas una mirada; vi que Jenks y Nahuel se habían detenido a conversar.
Volví mi atención a mi esposa cuando empujó lentamente la puerta.
Bella caminó lentamente por la estancia, sus ojos observadores no dejaban de apreciar cada detalle de las paredes de la sala de estar y cocina, arrastró la punta de los dedos por el granito de la isla y caminó a la cocina.
No había hecho ninguna renovación, nada. Siempre quise conservar su esencia para que su recuerdo nunca se fuera.
Fue cuando vio la nota adherida en la puerta del refrigerador que empezó a sollozar, la arrugó con su mano y se aferró fuertemente a mi torso mientras mi mano frotaba su espalda.
―Tranquila, cariño ―murmuré―, todo está bien.
―Yo tenía sospechas de que estaba… ―se mantuvo en silencio, sus ojos marrones mirándome empañados de lágrimas―. Fue tan injusto, Edward.
―Lo sé ―tragué, era sumamente emotivo este momento. Lo había soñado por muchos años, la miré fijo y comenté―: Si para ti es mucho, si no quieres que estemos aquí, solo dime…
Ella negó con la cabeza, interrumpiendo mis palabras.
―Quiero ver mi casa ―respondió, limpiando sus lágrimas―, solo dame un poco de tiempo para poder procesar todo.
―Está bien. ¿Quieres que te acompañe?
―Sí, dame tu mano y no me sueltes.
Le sonreí. Puse a Aline sobre sus pequeños pies y caminamos lentamente los tres, agarrados de las manos. Les mostré cada habitación y rincón que había de su casa.
Bella seguía emotiva y sus lágrimas continuaban con cada pequeño artículo que reconocía. Era increíble cómo sonrió al ver su cepillo de cabello y sus cremas faciales donde ella las dejó.
También quedó sorprendida cuando descubrió que ya no era el mismo tipo desordenado, ahora cada cosa iba en su lugar. No dijo nada, en cambio la vi sacudir la cabeza al descubrir que el cesto de ropa sucia estaba pulcramente acodado en el cuarto de baño y no había ningún desorden en el piso.
Pero sin duda el momento que ella más esperaba y que yo anhelaba llegó cuando las Ardillas entraron corriendo después de clases.
―Papi… ―sus voces se apagaron al vernos.
Los ojos de Amy y Sam pasaron de Aline a Bella en fracción de segundos.
Bella se sostuvo de la pared. Su rostro se había vuelto pálido, la atrapé fácilmente por la espalda, estaba a punto de desmayarse.
Charlie se acercó veloz y, sin esfuerzo, también la rodeó.
―Cielo, ¿estás bien?
No lo pensé y la sostuve en mis brazos, la cargué llevándola a nuestra habitación. Todo pasaba mientras mis hijos corrían detrás de mí, de nosotros.
―¿Es mamá? ―preguntaba Sam.
―Claro que es mamá ―afirmaba Amy, ella fue más rápida y se subió a la cama mientras que el llanto de Aline se escuchaba detrás mío―. ¿Qué le pasó? ¿Quién es ella?
Con manos temblorosas acaricié el pálido rostro de Bella, necesitaba que volviera en sí, incluso despejé algunos mechones de cabello que cubrían sus párpados.
Estaba tan asustado que no me podía controlar.
Corrí hacia el baño y tropecé con Aline que aún lloraba, la cargué en brazos y la tranquilicé mientras buscaba la botella de alcohol.
―Mamá está bien, lo prometo. No te asustes.
―¿Mamá? ―preguntó Sam―. ¿Por qué le dice mamá a mi mamá?
Mi celular empezó a sonar. Juraba que estaba entrando en un estado de exaltación, donde mi paciencia disminuía.
―Ayúdame, Sam. ―Le di la botella de alcohol y los algodones volviendo con paso presuroso a la cama.
Bella estaba despertando y lucía desorientada. Amy estaba tumbada sobre su pecho y lloraba incrédula ante ella.
Me acerqué poniendo el algodón en sus fosas nasales. Estaba empapado de alcohol.
Sam seguía tan sorprendido que solo podía mirar con ojos muy abiertos.
No habíamos planeado este momento. Desde luego que hubiese preferido otra forma de darles a conocer que Bella estaba con nosotros y que tenían una hermanita.
―Estoy bien. ―Bella manoteó lejos de ella el algodón. Intentó sentarse y Charlie la detuvo.
―Con cuidado, cielo. ―Acomodó las almohadas tras la espalda de su hija. No era nada nuevo que Charlie tratara a Bella como una niña pequeña y sobre todo con ternura―. ¿Estás mareada?
Bella negó. Tenía sus dedos enterrados en el cabello de Amy, mantenía sus ojos cerrados y sus lágrimas fluían por sus pómulos.
―Hola ―murmuró con la voz entrecortada―, no llores, pequeña Ardilla, estoy en casa.
Amy sollozó más fuerte.
―Mamá… ―Sam reaccionó lanzándose toscamente encima de su madre, el colchón se hundió al instante y ambos empezaron a repartir besos en el rostro de Bella.
Los sollozos no se hicieron esperar por parte de los tres. Limpié mis lágrimas y vi la hermosa escena: Bella y nuestros hijos, juntos.
―Sabía que regresarías, mami ―confesó Amy―. Pedí tanto por volver a verte y hoy estás aquí.
―Están enormes ―comentó Bella, repartiendo besos.
Charlie y yo nos miramos. Era un momento especial y anhelado que estábamos viviendo donde solo hacía falta Renée.
Hice un carraspeó llamando la atención.
―Tienen una hermanita. ―Aline seguía en mis brazos, era la primera vez que apoyaba su cabeza en mi hombro.
―Mami… ―protestó Aline por Bella, extendiendo los cortos brazos hacia ella.
Me senté en la cama junto a mi familia. Teníamos mucho de qué hablar entre nosotros, era una conversación larga y necesaria que nos debíamos.
―Le avisaré a tu madre, cariño. ―Charlie dejó un beso en la cabeza de Bella y otro beso en la mejilla de Aline―. Quisiera decir que les daré espacio para que puedan hablar de todo y ponerse al día ―nos explicó sonriente―, pero conocen a su abuela y dudo que se resista a esperar.
Antes de salir su mirada se dirigió a mí. En ella parecía dejar claro que teníamos una conversación pendiente. Con la cabeza asentí y Charlie salió por la puerta prometiendo volver más tarde.
―¿Dónde estabas, mami? ―preguntó Amy, se había refugiado en un costado de Bella y jugaba con el largo cabello castaño de su madre―. Quiero saberlo todo.
―Me perdí ―respondió Bella―, es una larga historia.
―¿Cómo tuviste una hija? ―indagó Sam.
Bella le besó ruidosamente la mejilla. Él estaba aferrado a su otro costado y tenía las piernas sobre las de ella.
―Aline nació cuando me perdí. Es su hermanita.
―¿Y no habla? ―preguntó Amy.
―Sí hablo ―respondió Aline con su hermosa vocecita cargada de dulzura.
No me resistí y la atraje a mis brazos. Empecé a dejar besos ruidosos en su cara y la abracé fuertemente a mi pecho.
Ella era mía. Otra hija mía… sabía que había mucho tiempo por recuperar.
Pero también reconocía que debía ser honesto con ella.
¡Tenemos capítulo extra! Gracias a su apoyo pude actualizar antes de tiempo, ¿les gustó?
Gracias totales por leer 🌼
