Capítulo 24: Planes Ocultos...
Las semanas habían transcurrido increíblemente rápidas, demasiado rápidas, y con ello el otoño finalmente había llegado a Inglaterra. Las hojas de los árboles se habían empezado a teñir de color naranja, y después se habían marchitado hasta caer por completo de las ramas. Sabía que era una de sus temporadas preferidas, la época del año en que más llovía y cuando más disfrutaba salir a pasear con Draco.
Dejó salir un enorme suspiro de sus labios, al mismo tiempo que veía la lluvia caer por la enorme ventana de la sala, y sintió que Crookshanks se le acercó rozando su cabeza contra ella. De inmediato, Hermione le acarició el lomo y esbozó una sonrisa notando lo mucho que su gato podía percibir sus emociones.
Le dedicó un tiempo a Crookshanks y jugueteó con él, antes de que se preparara para salir.
Aquella mañana Hermione no había tenido clases, ni prácticas en el Ministerio de Magia, por lo que decidió quedarse en casa durante todo el día, esperando únicamente a que Draco regresara. Sin embargo, sus planes cambiaron cuando había recibido una lechuza muy temprano aquel día. Un remitente que Hermione conocía bastante bien y que le había alegrado la mañana cuando le había pedido que se reunieran en Hogsmeade al mediodía.
Hermione no pareció sorprendida cuando notó que se trataba de Ginny Weasley, ambas habían continuado comunicándose por medio de cartas durante todos esos meses, y sabía que Ginny había querido reunirse con ella desde hacía semanas para hablar sobre su boda entre otras cosas, pero por sus horarios en la universidad y en la escuela respectivamente, a ambas les había resultado casi imposible. Sin embargo, ese día tenían libre y la castaña había respondido aquella carta tan pronto como había podido.
No tardó en colocarse una bufanda, un abrigo y un par de guantes. Y aunque la lluvia no parecía tener cuando acabar, ninguna tardó en llegar a tiempo a su encuentro en Hogsmeade.
-¡Hermione, aquí!-exclamó Ginny alzando una mano dentro del restaurante de Las tres escobas, en donde llevaba esperando desde hacía un par de minutos.
Hermione se acercó rápidamente, y esbozó una sonrisa cuando la vio. Parecía que luego de que Harry anunciara que se iban a casar, la pelirroja había decidido dar un paso hacia adelante y hacer todo tipo de diferencias entre ellas hacía un lado.
-Oh, parece que el tiempo no hubiera pasado.-sentenció la menor de los Weasley sonriendo.-Te ves increíble, Hermione.
-Tú también, Ginny.-le contestó la castaña al mismo tiempo que se sentaba frente a ella y juntas pedían dos cervezas de mantequilla.
En aquel instante, y por unos breves segundos, Hermione miró hacía ambos lados, sin poder evitar recordar la última vez que había estado ahí, y le pareció increíble que aquel pequeño restaurante, hubiera sido testigo de tantos encuentros y desencuentros en su vida.
La pelirroja dejó salir un suspiro.
-Felicidades.-exclamó Hermione recordando que la boda sería en un par de meses más.-Estoy tan feliz por ti y por Harry. Sé que la boda será maravillosa. Gracias por haberme invitado, Ginny. Significa tanto para mí y para Draco.-agregó un tanto vacilante.
-Muchas gracias, Hermione.-respondió ella volviendo a sonreír.-En verdad, me alegra saber que vas a asistir. Es muy importante para Harry y para mí... En verdad, lo es.-continuó mientras hacía una pausa y alzaba su vista hacía la castaña.- Sé que hubo un tiempo en el que no nos dirigimos la palabra. Pero quiero que sepas que todo eso ha quedado atrás y no quiero que pienses que nuestra relación ha cambiado, siempre seguirás siendo una de mis mejores amiga.
Hermione sabía que ese era un tema un tanto difícil que no deseaba tocar en lo absoluto, pero ya había pasado casi un año desde aquel horrible evento y lo mejor era hablarlo ahora y cerrar aquella herida de una vez por todas. Aunque sabía que con Ginny todo había ido mejor de lo que esperaba, y es que jamás iba a olvidar que cuando sucedió el episodio con Astoria Greengrass y Ron, la pelirroja había olvidado sus rencillas y fue a verla a la enfermería todos los días mientras estuvo hospitalizada ahí.
-Sí, tienes razón. Todo eso ha quedado atrás.-musitó Hermione sabiendo que ya eran dos personas adultas y que podían arreglar sus diferencias conversando.-Sé que nada ha cambiado y también te considero una de mis mejores amigas.
Eso fue suficiente para ambas, y sin querer ir más a fondo, Ginny cambió de tema.
-No puedo creer que estés haciendo prácticas en el ministerio de magia. Eso es increíble. Harry y yo hablábamos hace unos días de lo interesante que debe ser todo eso.
Hermione sonrió de inmediato.
-Sí, hace poco empecé a asistir al Ministerio y estoy ayudando al ministro Kingsley con algunas cosas. Es algo tedioso, pero nada que no pueda manejar.-le aseguró mientras le daba un pequeño sorbo a su cerveza de mantequilla, y notaba que el sabor había cambiado ligeramente.
-Por supuesto que no será un problema, por algo eres la número uno de tu clase.-respondió la pelirroja animadamente.- No vas a creerlo, pero en cuanto me gradue de Hogwarts, empezaré a hacer prácticas con las Holyhead Harpies.-exclamó completamente emocionada.
Hermione intentó reconocer el nombre "Holyhead Harpies", y en lo más remoto de su mente, recordó que era el nombre de un equipo de quiddtich bastante famoso y conformado únicamente por mujeres.
-Ginny, felicidades. Eso es maravilloso.-le respondió Hermione entusiasmada.- Sé que lo harás increíble. Tu eres demasiado buena para el quiddtich.
-Sí. Lo espero con tantas ansias, Hermione.-dijo la pelirroja con emoción, pero parecía que algo le molestaba.- No puedo esperar a graduarme de Hogwarts y poder empezar con esta nueva aventura.
La castaña esbozó una sonrisa, y cuando estaba a punto de agregar algo más, notó que Ginny bajó la mirada y presionó los labios como si estuviera a punto de llorar.
-¿Ginny? ¿Qué sucede?-le preguntó preocupada.
En todo ese tiempo, Hermione jamás la había visto llorar, a excepción de la vez que estaban en el funeral de Fred. Por lo que verla así le resultaba totalmente nuevo y preocupante.
-¿No crees que es muy pronto?-empezó a decir la pelirroja con la voz entrecortada.-¿Crees que Harry y yo estamos tomando decisiones adelantadas? ¿Es un buen plan? ¿O es que somos muy jóvenes y todo podría arruinarse?
Hermione la miró con comprensión. Sabía que la decisión de formar un matrimonio, no era fácil, sobretodo cuando se era tan joven, pero algo dentro de ella le decía que si había amor y madurez por parte de ambos, entonces no tendrían de que preocuparse.
-Entiendo tu miedo, Ginny, pero si esto es lo que ambos en verdad quieren, entonces no debes preocuparte por lo demás. Entiendo que tengas dudas antes de la boda, es algo completamente normal, pero no tienes porque asustarte o pensar que estas tomando un decisión descabellada. Harry te ama tanto, y sé que serán felices. Además, la boda será después de la graduación, y aún faltan un par de meses.
Ginny asintió al mismo tiempo que le daba un largo sorbo a su cerveza de mantequilla.
-Gracias por tus consejos, Hermione. En verdad, me hacía falta hablar contigo.-respondió al mismo tiempo que miraba a la castaña con esperanza.
-No tienes que agradecerme, sólo intento darte mi punto de vista. Esto no es un error, Ginny.
-Es que siento que Harry tiene un gran futuro como auror, y yo no quiero arruinarlo, ni que deje sus sueños por mí.
-Eso no sucederá.-le aseguró Hermione.
-A veces siento que tú lo conoces mejor que yo.-sentenció la pelirroja sonriendo.
-Bueno, déjame decirte que Harry jamás renunciará a su sueño de convertirse en auror, él en verdad desea esto con todas sus fuerzas, y tú nunca serás un obstáculo para él.-le dijo animadamente.-De igual manera, entiendo si piensas que retrasar la boda es lo mejor.
-No, no me malinterpretes, Hermione, yo en verdad deseo esta boda con toda mi alma. Es sólo que no quiero arruinarlo. Siento que el matrimonio conlleva grandes responsabilidades, y yo soy tan inmadura a veces.-confesó un tanto avergonzada.
-Si en verdad fueras inmadura, las Holy Arpies jamás hubieran reclutado a una niña para que formara parte de su equipo. Además, eres más madura de lo que crees, y me lo demostraste hoy, al querer reunirte conmigo y hablar sobre un tema que nos lastimó tanto en el pasado.
-¿En verdad lo crees?-preguntó alzando la mirada hacia ella.
-Por supuesto que sí, Ginny.
La pelirroja dejó salir un gran suspiro aliviada.
-¿Cómo les esta yendo a Harry y a Ron en la escuela de Aurores?-preguntó Hermione cambiando de tema, y aunque mantenía comunicación constante con Harry y lo veía regularmente en Londres, sabía que ambos jamás habían hablado sobre Ron en todo ese tiempo.
-Ambos están entrenando muy duro.-respondió Ginny esbozando una gran sonrisa.-La escuela de aurores es muy exigente y disciplinada. Harry y Ron sólo pueden visitar la madriguera los fines de semana, luego de eso, prácticamente están ahí todos los días, entrenando y practicando hechizos que jamás nos habían enseñado en Hogwarts. Les enseñan técnicas de ataque avanzado y de defensa.
-Eso suena agotador. Sé que ser auror toma bastante tiempo, dedicación y compromiso. No es nada fácil.-concordó Hermione.
-Sé están esforzando mucho, y sé que pronto completarán el entrenamiento inicial, y en un par de años más podrán graduarse como aurores.
-Sé que lo harán. La universidad mágica es bastante interesante, pero sé que no es el camino que Harry ni Ron hubieran elegido.
-Lo sé. Lo mismo les dijo George.-comentó Ginny riendo.-De hecho, creo que ninguno de los Weasley estamos hechos para la universidad. El único que parece ser la excepción a la regla, fue Percy.
-Oh, claro. Durante mis prácticas en el Ministerio he visto a Percy en un par de ocasiones en el departamento de comercio mágico.-recordó Hermione de inmediato. Los encuentros siempre habían sido de forma casual, y la castaña había pensado que el pelirrojo ni siquiera la saludaría o se comportaría de manera hostil con ella, pero contrario a todo lo que había esperado, Percy Weasley había sido bastante amable y cordial. Probablemente, imaginándose que en un futuro ambos serían colegas y los asuntos personales no tenían porque intervenir.
-Sí, Percy sigue trabajando en el Ministerio y parece que ha conocido a una chica.-continuó diciendo Ginny mientras hacía una pausa e intentaba recordar el nombre.-Creo que se llama Audrey, aunque aun no se la ha presentado formalmente a mamá.
Hermione asintió en silencio.
-¿Cómo están el resto de tus hermanos? ¿Cómo está la pequeña Victorie?-le preguntó con curiosidad recordando a la bebé de Billy.
-Oh, Hermione, Victorie es la bebé más hermosa que he visto en toda mi vida, es igual de rubia que su madre y tiene unos preciosos ojos azules como Bill. Fleur la lleva a casa casi todas las semanas. Detestó que mis horarios en Hogwarts sean un desastre, porque me gustaría pasar mas tiempo con mi sobrina.-se quejó brevemente.-Bill esta encantado con la pequeña bebé, y en verdad, ha sido una gran alegría para todos en casa.
-Un bebé siempre es una bendición. Me imagino lo felices que todos deben estar.-le respondió Hermione sonriendo.- Espero poder conocer a la pequeña Victorie pronto.
Ginny también sonrió en respuesta.
-George parece que va en serio con Angelina.-le confesó la pelirroja echándose a reír.-Deberías verlos, George no es nada romántico, pero aún así hace su mejor esfuerzo con ella.
-Puedo imaginarlo. George y Angelina son novios desde que estaban en sexto año. Tal vez tú no seas la única que se casará dentro de poco.
-Es lo que mamá más desea.-le dijo la pelirroja al mismo tiempo que hacía una pausa, probablemente pensando en si debía continuar con aquella conversación. Pero Hermione la conocía lo bastante bien, como para saber que Ginny no podía guardarse ningún secreto sobre sus hermanos y siempre terminaba contándolo todo.-Hay algo más.
-¿Qué es, Ginny?-le preguntó Hermione un tanto curiosa, mientras notaba que el restaurante continuaba casi vacío.
-Es sobre Ron.-murmuró un tanto tímida, pero de igual manera siguió hablando.-Ha conocido a una chica en la Academia de Aurores.
-¿En serio?-le preguntó Hermione completamente entusiasmada, y sin poder evitar sonreír.
-¡Sí!-exclamó Ginny igual de emocionada.-Él no quiere que diga nada, pero en verdad estoy tan feliz de que se haya dado la oportunidad de conocer a alguien, ha pesar de lo duro que es su entrenamiento en esa academia.
-Eso es maravilloso, Ginny. En serio, es la mejor noticia que he escuchado durante todo el día.-sentenció la castaña sintiéndose genuinamente feliz por él.
-Lo sé, yo también estoy entusiasmada.-le confesó.-Sé que apenas llevan saliendo un par de meses, pero no pierdo la esperanza de que se vuelva algo más serio.
-Y ten por seguro que así será. Me alegra saber que Ron haya conocido a esta chica.-contestó Hermione sonriendo de lado y sintiendo que poco a poco, todo empezaba a mejorar para él.- Eso es maravilloso.
-Gracias por alegrarte por él, Hermione.-le dijo Ginny.
-¿Y por qué no habría de hacerlo? Sé que sucedieron muchas cosas de por medio, pero siempre consideraré a Ron como un buen amigo, y en verdad, estoy feliz por él.-respondió sin más. No sólo se alegraba por él, también lo hacía por Harry, por Ginny y por todos los logros que sus amigos iban consiguiendo a medida que el tiempo pasaba. La vida seguía y dependía de cada uno ser verdaderamente feliz.
La pelirroja sonrió, y luego miró a Hermione con cierta curiosidad. De inmediato, la castaña notó que la chica parecía un tanto dudosa de continuar.
-¿Y cómo esta Draco?-le preguntó de pronto, mientras le daba otro sorbo a su bebida.-Harry me comentó que tú y él, ahora viven juntos.
-Sí, estamos viviendo juntos hace más de medio año en Londres, y la convivencia va increíble.-le dijo sin querer sonar demasiado orgullosa, algo que no la caracterizaba en lo absoluto, pero simplemente, le estaba diciendo la verdad.
-Eso suena genial.-le contestó Ginny.-Espero que no te importe que te pida consejos cuando Harry y yo nos mudemos juntos. La convivencia me da un poco de miedo.
-No hay nada que temer si sabes que estás con la persona correcta. Obviamente, no todo será color de rosa, pero te prometo que será una experiencia maravillosa. Lo entenderás cuando tu y Harry empiecen a convivir, y no dudes en escribirme si necesitas ayuda con lo que sea.-le ofreció Hermione amablemente.
-Entonces, te prometo que recibirás muchas cartas. Demasiadas.-sentenció Ginny mientras ambas empezaban a reír.
Hermione esbozó una sonrisa, y todo habría continuado de maravilla, pero por alguna extraña razón, casi al final de su pequeña reunión, la castaña se sintió repentinamente observada. Una incómoda sensación, como si alguien hubiera estado observándola durante mucho tiempo, y ella recién lo notaba. Miró a ambos lados alertada, pero no vió a nadie.
-¿Qué sucede?-le preguntó Ginny.
-No es nada.-respondió Hermione un tanto suspicaz y confundida. Había sido una sensación bastante rara y molesta. No había nadie en Las tres escobas, a excepción de ellas y una pareja de enamorados ubicados un par de mesas más atrás, pero por alguna razón, Hermione se había sentido observada, y por mucho que lo odiara no pudo evitar sentir un pequeño aguijón en su interior, como si su subconsciente estuviera tratando de decirle algo.
Al cabo de un par de minutos, intentó olvidarse de aquello, y continuó conversando con Ginny sobre sus planes, entres otras cosas por otra media hora más.
Sin embargo, muy en el fondo de su interior, seguía estando un tanto intranquila por lo que aquel breve episodio le había causado.
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Cuando Hermione regresó a casa se dio cuenta que ya era más de mediodía, por lo que no se sorprendió al encontrar a Draco parado frente a la chimenea. El día continuaba igual de frío y había seguido lloviendo durante casi toda la tarde.
-Lamento haberme demorado. Estaba con Ginny.-le explicó brevemente al rubio, mientras notaba que él sostenía una carta entre sus manos.
-Ya veo. -le respondió Draco un tanto extraño y sin demasiado interés. De inmediato, Hermione notó que el tono de su voz, no era el mismo con el que siempre la recibía. Percibía que algo no iba bien.
Se acercó a él por detrás, y no tardó en coger la carta que el rubio llevaba en su mano derecha.
Leyó el remitente, y se dio cuenta que era otra carta de Narcissa Malfoy. Aquellas últimas semanas, habían llegado varias cartas de la madre de Draco al apartamento, y Hermione podía hacerse una idea de lo que estaba pasando.
-Draco, debes responderle. En serio, no puedes seguir sin decir nada.-le insistió devolviéndole la carta.
Él se llevó una mano a la cabeza, probablemente imaginando que eso era lo que debía hacer, sin embargo no era tan fácil.
-Es que ella ya sabe mi respuesta. Ni siquiera necesito decirlo.-refutó dejándose caer en el sillón frente a la chimenea.
-Sólo respóndele.
-No...-murmuró Draco de pronto y le echó una mirada a su novia.- Ella quiere que vaya a testificar, Hermione.
De inmediato, ella se giró a verlo confundida. Aquello la había tomado por sorpresa.
-¿Testificar?-le preguntó completamente desconcertada.
No había esperado esa respuesta.
¿Testificar sobre qué?, se preguntó a sí misma.
-Quiere que asista como testigo al juicio contra mi padre que se realizará la próxima semana en Azkaban.-respondió Draco como si pudiera leer sus pensamientos. Y aunque el rubio era bastante bueno en legeremancia y oclumancia, jamás se había atrevido a leer la mente de Hermione, pero la conocía lo bastante bien como para saber en que podía estar pensando.
Hermione se quedó en silencio. Sabía que las cartas de Narcissa eran para notificarle a Draco sobre el último juicio contra Lucius y su oportunidad por intentar obtener la ansiada libertad condicional, pero no pensó que su madre pediría su ayuda.
-Es que ni si quiera hay mucho que pueda decir.-agregó Draco mirando el fuego que chisporroteaba en la chimenea, y sintiendo que estaba en una horrible encrucijada.-No encuentro una defensa creíble que pueda ayudarle, y tampoco es como si me importara.
Hermione se acercó a él y colocó una mano sobre su hombro. Sabía que la situación era increíblemente difícil para su novio, pero lo cierto es que tenían que hablar sobre ello por muy incómodo que fuera.
-Draco... Tal vez podrías hacer algo al respecto.-sugirió la castaña, echándole una breve mirada a la carta de Narcissa otra vez, pero en esta ocasión se tomó unos segundos para leerla. Por como le había escrito, la mujer estaba realmente desesperada por conseguir la libertad de su esposo.
Draco se giró a verla, y ella conocía esa mirada gris lo bastante bien como para saber lo que él le respondería.
-No, Hermione. Lucius merece estar donde esta.-sentenció obstinadamente, y volvió su mirada al fuego.
Ella dejó salir un largo suspiro y por mucha lástima que sintiera por Nacissa, sabía esta era una decisión que sólo él podía tomar,
-Sé que él nunca actuó como un verdadero padre, Draco, y sé que merece estar en prisión por seguir lo ideales de Voldemort e involucrar a su familia en todo ese infierno, pero es tu padre.-sentenció sin mucho más que decir.-Por mucho que lo odies, siempre será tu padre.
Draco no quería sentir ni siquiera una pequeña debilidad, pero su novia siempre buscaba la manera de encontrar soluciones, ella tenía una forma de hablarle que le hacía ver el mundo de una forma diferente, y sintió como si una pequeña punzada hubiera golpeado en su interior luego de escucharla.
-Piensa en ello, por favor.-continuó Hermione intentando disuadirlo.- Y recuerda que una vez me contaste que antes de que la guerra terminara, él, tu madre y tú, desertaron.-agregó de pronto.- No sé si eso pueda ayudarle en algo o en nada, pero si tiene más testigos además de Narcissa, tal vez podría servirle.
-No merece estar en libertad.-insistió Draco, aunque en esos momentos tenía demasiados pensamientos y sentimientos encontrados. Se debatía entre lo que debía hacer y que no hacer.
Hermione rodó los ojos por lo obstinado que él podía llegar a ser. El dragón interior de Draco era demasiado testarudo.
-Hazlo por mi, Draco. No quiero que estés distanciado de tu familia toda tu vida.-empezó a decirle con madurez, y aunque nunca le había dicho nada respecto a ese tema en particular, aquello en verdad hacía sentir a Hermione con cierta culpabilidad.-Todos cometemos errores, y en verdad, quisiera que te reconcilies si quiera con tu madre. A pesar de todo, ella te sigue mandando cartas y quiere saber de ti.
-Me obligó a estar atado a un compromiso infernal, y luego me dijo que no era su hijo.-remarcó al mismo tiempo que se volteaba para verla a los ojos.- Además, tú no tienes la culpa de nada, preciosa.
Hermione aprovechó que sus miradas se encontraron, y se acercó a él.
-Si en verdad no fueras su hijo, ella ni siquiera te escribiría. Piensa en eso, dragón.-le respondió esperando que él pudiera comprender lo importante que era sanar la relación con sus padres.
Draco se quedó en silencio por unos segundos, sintiéndose irremediablemente culpable.
Hermione tomó su rostro entre sus manos, y sonrió suavemente.
-Sé que es una decisión difícil, pero prométeme que pensarás en ello.-le pidió.
El rubio la observó encandilado, y por muy complicado que fuera todo, entendía que debía pensar con madurez en esos momentos y hacer las diferencias que tenía con sus padres a un lado.
-Te prometo que lo haré.-sentenció sin agregar nada más.
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Luna corrió en dirección a Hermione en cuanto los vio llegar. Hacía semanas que no se reunían por las continuas clases que ellos tenían en la universidad, y había sido bastante difícil poder encontrar un día en el que todos coincidían, pero ese lunes todos habían logrado reunirse.
-Parece que hubieran pasado meses.-sentenció Luna esbozando una sonrisa y llevando un pequeño animal peludo en su hombro, similar a un conejillo de color violeta.
-Lo sé.-susurró Hermione dándole un abrazo y acariciando al pequeño conejo. Luna siempre llevaba consigo una mascota diferente en cada oportunidad que se veían.- Pero pronto te graduarás de Hogwarts, y podremos reunirnos todos los días.
-Estoy contando cada semana.-le comentó la rubia al mismo tiempo que saludaba a Draco y luego caminaban en dirección a un restaurante en el callejón Diagon.-Las clases en Hogwarts están siendo algo tediosas y jamás pensé que diría esto, pero son aburridas. No veo el momento de empezar la universidad.
-Zoología mágica.-completó Theodore sorpresivamente tras ella, saludando a Hermione y luego a Draco.-Como los viejos tiempos.
Hermione sonrió.
-Suena interesante. ¿Ya lo decidiste o planeas estudiar algo diferente, Luna?-le preguntó Draco al mismo tiempo que pensaba en que aquella profesión era bastante curiosa e inusual. Sabía que algunas personas la habían estudiado, y a él en verdad le resultaba interesante que alguien pudiera lidiar con todas las criaturas del mundo mágico.
-Sí, ya lo decidí. Sé que no es algo común ni algo que muchos magos estudien, pero en verdad me apasionan todos los animales del mundo mágico.-respondió Luna decidida.
-Sé que será increíble.-sentenció Hermione sonriendo, y notando que ya habían llegado al pequeño restaurante en dónde comerían algo y tomarían un café.
Continuaron conversando por un par de horas más, el tiempo entre amigos parecía pasar demasiado rápido, y más aún cuando no tenían la oportunidad de ver a Luna tan seguido. Theodore siempre era el más entusiasmado en contar sus anécdotas sobre lo más importante o gracioso que podía haberle sucedido durante toda la semana, y Luna siempre esbozaba una sonrisa ansiando poder estudiar con ellos lo más pronto posible. Draco también compartía contándoles parte de sus tediosas clases, y Hermione les comentaba lo interesante que era ir al Ministerio de magia como parte de sus prácticas profesionales.
Por un momento, la castaña se olvidó de todo lo demás, y sólo quiso pasar un tiempo increíble al lado de su novio y de sus mejores amigos. La vida podía ser un tanto distinta ahora, pero no por eso dejaba de ser mucho mejor. Estaba completamente agradecida de estar junto a Draco cada día de su vida, y sin embargo, a veces se asustaba de que todo anduviera perfectamente bien. Temía despertar un día, y que de pronto toda esa felicidad se hubiera terminado.
-Ni siquiera estoy sorprendida.-sentenció Luna al mismo tiempo que le daba un sorbo a su café y continuaba entusiasmada con la conversación.-Es que en serio, Harry y Ginny llevan tres años de relación. Entiendo que quieran casarse de inmediato.
-Sé que es una gran paso, pero Ginny en verdad lo desea. Y Harry, él sólo quiere hacerla feliz.-comentó Hermione pensando en la relación de sus dos amigos y en lo que había hablado con Ginny días atrás.-Él siempre busca la manera de hacerla feliz, y si se sienten preparados, ¿por que no?. Es el siguiente gran desafío en toda relación.-concluyó al mismo tiempo que llamaba la atención de Draco.
-Es tan romántico.-murmuró Luna con cierta ensoñación.
-De hecho, Ginny se reunió conmigo el último sábado.-agregó Hermione mientras la rubia le miraba atentamente.-Conversamos. Ella en verdad esta entusiasmada con todo lo de la boda.
-Los Weasleys deben estar tan felices.-respondió Luna sonriendo.-Sé que será una gran boda y apuesto a que Molly se encargará de que todo salga a la perfección.
-Sí. Recuerdo lo entusiasmada que estaba por la boda de Billy y Fleur. No puedo ni si quiera imaginar lo que tendrá preparado para la boda de Ginny y Harry.
Luego de esa breve conversación, todos continuaron charlando sobre otros temas en general, nada importante en particular, sólo compartiendo sus planes y lo que harían el resto de la semana. Al cabo de unos minutos, Theodore tomó la mano de Luna, y juntos se dirigieron a la barra dónde pedirían un par de bebidas antes de volver a casa.
-Hey, Draco...-le llamó Hermione al mismo tiempo que notaba que el rubio estaba un poco distraído.
-Estuve pensando en lo que conversamos el fin de semana. Sobre mi padre y su juicio.-respondió de pronto.
Hermione negó con la cabeza.
-No tienes que hacerlo si en verdad no quieres.-sentenció. En todo ese tiempo, ella no se había puesto en su lugar, ni había imaginado que tal vez ser un testigo en el juicio de su padre sería un problema mucho mayor con el que Draco aún no podría lidiar. Y lo menos que quería hacer era presionarlo.-En serio, no tienes que hacerlo, Draco. Lamento haber insistido con eso el otro día.
El rubio exhaló, y miró fijamente a sus ojos.
-No, esto es en serio, Hermione. Estuve pensando en lo que me dijiste como acordamos, y tienes razón.-resolvió mirándola a los ojos.-Sería injusto de mi parte, decir que Lucius no desertó antes de que acabara la guerra, porque en verdad sí lo hizo. Sé que ellos tienen ideas radicales y extrañas, pero soy lo suficientemente maduro como para entender que ellos son mis padres y en verdad, quiero que vean lo feliz que soy contigo y que entiendan que tú cambiaste mi vida.
-Draco...-empezó a decir Hermione, pero él la interrumpió.
-Lo haré.-dijo sin darle más vueltas al asunto.- Aceptaré ser parte de ese juicio y testificaré a su favor. Tal vez sea una buena manera de redimirme ante el mundo mágico.
-Tú no necesitas redimirte ante nadie. Sólo hazlo si en verdad deseas hacerlo, no lo hagas por redimirte ante la sociedad.-insistió ella entendiendo que esta era una decisión que sólo Draco podía tomar. Sabía que era una situación muy difícil, pero sólo importaba como él se sentía al respecto.
-Lo hago por ti, Hermione, y por mí. En verdad, necesito hacerlo.
La castaña le miró en silencio.
-Le escribiré a mi madre más tarde.-murmuró sin ahondar más en el asunto.-No es algo fácil, pero esta decidido.
Hermione decidió no decir nada más sobre el asunto. Dejaría que las cosas tomaran su propio curso, y si eso en verdad era importante para Draco, entonces lo apoyaría y estaría con él durante el juicio en Azkaban. Además, no pudo evitar sentir cierta satisfacción cuando él le dijo que lo haría.
-¿En verdad crees eso?-le preguntó Draco de pronto y cambiando de tema.
Ella lo miró confundida.
-¿A qué te refieres?-dijo Hermione sin entenderle.
-Sobre Potter y Weasley. Dijiste algo mientras conversabas con Luna. Sobre el amor y el matrimonio. ¿Crees que es el siguiente gran desafío en toda relación?
Hermione alzó una ceja con curiosidad. Era la primera vez que lo escuchaba hablar sobre ello, y le pareció interesante. Por un momento, se le vino una peculiar idea a la cabeza, pero la descartó de inmediato.
¿Matrimonio? No, él no puede estar pensando en eso, ¿o sí?, pensó un tanto extrañada y entusiasmada a la vez, pero decidió no darle demasiada importancia.
-Sinceramente, no lo sé.-le confesó Hermione sabiendo que habían pruebas de amor muchísimo más importantes.-Pero si ellos son felices con la decisión que han tomado, entonces bien por ellos.-respondió al mismo tiempo que le echaba un último sorbo a su smoothie de calabaza.
-Ya veo...-murmuró Draco mientras sentía que la idea de comprometerse con Hermione se acercaba cada vez más y más.
La situación con su padre y debatirse entre ser testigo o no en aquel juicio en Azkaban, habían hecho que Draco dejara de pensar en todo eso por un tiempo, pero al fin podía pensar en ello otra vez. Él quería encontrar el momento perfecto para tan importante proposición y pensaba en la manera que resultaría más especial para ambos. No era bueno para eso, pero estaba seguro de que en cualquier momento se le escaparía de sus labios aquella significativa pregunta y no quería que fuera en cualquier lugar. Aunque primero tenía que encontrar el anillo más valioso y hermoso para Hermione. Sabía que para ella no había diferencia en si el anillo era el más simple, o era el que tuviera más diamantes, para ella tenían el mismo valor, pero para él no. Porque la única mujer a la que amaba, necesitaba llevar consigo el anillo de compromiso más bello y lujoso que su dinero pudiera comprar.
-De hecho, hay algo importante que quería decirte.-pronunció Hermione mientras alzaba su mirada hacía él un tanto incómoda. En verdad, no quería hablar sobre el tema, pero era mejor hacerlo ahora, que después. No quería preocuparlo, sin embargo, era justo que él también lo supiera.
-¿Es sobre lo que te ha tenido algo preocupada durante estos últimos días?-le cuestionó Draco al mismo tiempo que Hermione se sorprendía por lo rápido que él había dado en el clavo.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque te conozco lo suficiente como para saber que algo te ha estado preocupando últimamente.
Hermione esbozó una sonrisa de lado. Definitivamente él la conocía demasiado bien y eso le gustó, pero luego se puso un tanto seria mientras Draco esperaba a que ella continuara.
-Estuve conversando con Pansy el otro día, y me comentó algo que ciertamente no es alarmante, pero creo que deberías saberlo de todos modos.-le mencionó y luego fue directo al grano.-Es sobre Astoria, al parecer ha regresado a Inglaterra hace un par de semanas.
Draco guardó silencio por unos breves segundos, y tardó en procesar aquella información. No podía creer que aquella psicópata volvería a ser mencionada en sus conversaciones.
-Eso es lo último que necesito.-masculló el rubio sintiendo un amargo sabor en sus palabras.-¿Cómo demonios pudieron darle de alta a esa maldita demente?
Hermione sabía que él no iba a reaccionar de manera serena.
-No lo sé, Draco.-se apresuró a decir.
Pero él no pareció oírla.
-Mañana iré al ministerio, Hermione. Necesitamos estar cien por ciento seguros de que esa psicópata no volverá a acercarse.-le anunció tan pronto como pudo.
Hermione le dio otro sorbo a su bebida y colocó ambos codos sobre la mesa.
-Había pensado en lo mismo, y según tengo entendido el Ministerio se encuentra al tanto de todo esto. Además, Kingsley me prometió que continuarían supervisándola. Y bueno, no han habido problemas hasta ahora, Draco.-admitió ella esperando que esto no se tornara en algo más grande.-Sólo quería que lo supieras y estés al tanto de todo.
-¿Y por qué no me lo dijiste antes?-le preguntó él.
-Porque no quería preocuparte. Sé que ella esta loca, pero sabe que el ministerio tiene los ojos puestos en ella y no creo que quiera pasar el resto de sus días en Azkaban.
-Me encantaría que eso fuera así, pero ella es peligrosa, Hermione.-le respondió Draco al mismo tiempo que tomaba su mano entre la suya.-Si ella se atreve a hacerte algo, juro que la mataré.
De inmediato, Hermione intentó calmarlo. No podían vivir aterrados o preocupados durante toda su vida por culpa de aquella mujer.
-Oh, por Dios, Draco, no digas eso.-le exigió ella consternada e intentando borrar esos pensamientos de su mente.-Simplemente, tomemos esto como una manera de estar alertas por si algo volviera a suceder.
Draco no parecía muy convencido.
-Iré por ti todos los días en los que tengas prácticas en el Ministerio, y me aseguraré de recogerte en la universidad los días que no tengamos clases juntos. Sólo necesito asegurarme de que ella no vaya a cometer una locura.-sentenció sabiendo que esa demente era impredecible.
-Draco, por favor.-insistió Hermione interrumpiéndolo. Sabía que el retorno de Astoria causaría ese tipo de situaciones, pero no dejaría eso arruinara sus días.-Sé que lo haces por protegerme, pero no quiero que estés paranoico.
Él guardó silencio por unos segundos, pero luego continuó.
-Eres lo más importante para mí.-empezó a decirle de manera más calmada y apaciguado.- Y aunque suene como un idiota enamorado, en verdad, siempre cuidaré de ti. Y sabes que te hice esa promesa desde el momento en que decidimos iniciar una vida juntos.-le recordó.
-Y tu sabes que yo siempre haré lo mismo contigo.-le aseguró Hermione sabiendo que la situación no era la mejor de todas, pero siempre se tendrían el uno al otro.- Pero no pensemos en eso ahora, dragón. Simplemente, disfrutemos del resto de la noche, por favor.
Draco asintió de inmediato, y antes de que su novia pudiera decir algo más, acercó su rostro al de ella, se acercó lo suficiente como para verla a los ojos y plasmar un profundo beso contra su boca. Aquello la tomó por sorpresa, pero no por ello dejó de disfrutarlo, sus besos siempre eran un exquisito placer del que nunca podría cansarse. Se dio el tiempo de saborear esos dulces labios que tanto adoraba y deseaba, pero supo que no podía continuar con ello en aquel lugar, por lo que muy a su pesar, Draco se separó de ella, y dejó a Hermione deseando por más.
-Vaya, sí que en verdad estas enamorado, Malfoy.-bromeó la castaña al darse cuenta de lo apasionado que había sido aquel breve, pero candente beso. Y aunque aún era temprano como para ir a casa, ella podía imaginar exactamente lo que harían al llegar.
-Oh, vamos, Granger, podría apostar a que me has dado una poción de amor.-le respondió él con diversión al mismo tiempo que los dos empezaban a reír.
-No lo necesitamos.-sentenció Hermione estirando una mano para alcanzar la suya.-Tengo todo lo que quiero, aquí y ahora.
Sus miradas se encontraron, y Draco no pudo evitar continuar.
-Tengo una sorpresa para ti.-le anunció de pronto.-Quiero que el próximo viernes me acompañes a una velada especial en Kensington.
Ella no pareció sorprendida, pero sí le resulto curioso que él le haya hecho aquella propuesta súbitamente.
-¿Qué tienes en mente, dragón? ¿Qué estamos celebrando?-le preguntó Hermione esbozando una sonrisa.
-No necesito una excusa para llevar a mi novia a una velada romántica.-insistió Draco.
Hermione lo sabía, pero aquellas salidas casi siempre las planeaban, y que de pronto él se lo dijera de manera tan sorpresiva le resultó interesante.
-Vamos, dímelo.-le pidió la castaña.
-Ya te lo diré cuando estemos ahí. Es una sorpresa.-recalcó Draco.
-Entonces significa que será una cita muy especial.-dijo ella riendo. Él amaba verla reír de una forma tan natural cuando ambos estaban juntos.
-Sí.-sentenció Draco sonriendo también, y sabiendo que aquella velada sería inolvidable.-En verdad es muy especial.
-No puedo esperar.-exclamó Hermione poniéndose de pie, y tomando la mano de su novio entre la suya.
Juntos se dirigieron a darle el encuentro a sus amigos y continuaron disfrutando del resto de la noche, olvidándose de los problemas y preocupaciones.
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Dejó salir un enorme suspiro, luego de secarse las lágrimas de su marchitado rostro.
El lugar era oscuro, lúgubre y bastante melancólico, pero no por ello le quitaba la rabia que sentía en esos momentos. El odio fluía por sus venas y desde su regreso a Londres, la ira no había hecho más que aumentar dentro de ella. Sus padres no estaban, y no regresarían hasta dentro de un mes, y Daphne estaba casi todo el día en esa estúpida universidad, por lo que tenía la mansión únicamente para sí misma durante todo el día.
Astoria empezó a leer las revistas de corazón de Bruja que su hermana había comprado semanas atrás, y sintió repulsión, porque en aquellas revistas, la maldita periodista Rita Skeeter sólo hablaba de Potter y su pobretona Weasley, y por supuesto, también lo hacía sobre Malfoy y la sangre sucia Granger. Estos últimos, la llenaron aún más de furia y tiró todas las revistas a la chimenea, mirando como las llamas consumían el papel al mismo tiempo que el fuego se reflejaba en sus ojos azules.
Había perdido, de eso estaba segura. Hacía mucho que lo había hecho, y sin embargo, Astoria no podía superarlo. Sabía que Draco jamás sería suyo ni nunca dejaría a la sangre sucia, pero no por eso significaba que aquellos dos podrían ser felices para siempre. Y es que cuando ya no hay nada que perder, Astoria sentía que podía arriesgarlo todo.
Su miserable vida se había convertido en un continuo tormento día tras día. No podía olvidarlo.
En su realidad distorsionada, Astoria podía enumerar todas y cada una de las cosas que ese maldito traidor y la sangre sucia le habían hecho.
Primero, Malfoy la había tratado como si no existiera desde el primer momento en que sus padres los habían comprometido. Luego, él la había traicionado con una sangre sucia, había preferido a Granger por sobre ella, e inclusive se había rebelado ante sus padres anulando el compromiso. Y finalmente, ahora se había enterado que esos dos vivían juntos y felices en Londres muggle desde hacía varios meses atrás.
-Malditos.-susurró al mismo tiempo que le echaba una inhalada a uno de los tantos cigarrillos que llevaba fumando desde hacía horas.
-¿Qué dijiste?-le preguntó un hombre de cabellos desordenados y de aspecto demasiado bizarro, su cabello azabache cubría la mayor parte de su rostro, y al igual que Astoria, él también llevaba fumando todo tipo de estupefacientes desde que había llegado a la mansión Greengrass.
-Nada.-respondió ella sin hacerle caso. Sabía que él estaba demasiado drogado como para comprenderla en esos momentos.-¿Conseguiste lo que te pedí, Marcus?
El hombre esbozó una sonrisa desdeñosa y luego se acercó a ella.
-Sabes que sí, cariño.
-Entonces, dámelo.-le exigió Astoria extendiendo una mano.
De inmediato, él sacó algo de sus bolsillos y con cuidado le entregó un arma, una pistola algo ligera y fácil de manipular.
-Si esos dos quieren vivir como muggles, entonces morirán como ellos.-murmuró mirando la pistola con fascinación como si se tratara de un nuevo juguete para ella.
-Astoria... ¿Sigues con esa idea? El ministerio te esta vigilando, y lo sabes. Ya te he dicho que debes esperar un par de meses antes de hacerlo.-le sugirió botando una bocanada de humo espeso.
Astoria volteó a mirarlo con diversión y se acercó a él con una sonrisa malévola en el rostro.
-Marcus... Me importa una mierda el maldito Ministerio de magia. Kingsley y toda su maldita comitiva de idiotas, se pueden ir al infierno. Esos imbéciles me quitaron mi varita, y no podré hacer magia hasta dentro de dos años. ¿En verdad crees que esperaré dos jodidos años?
-Lo sé, Tory.-respondió él con malicia.-Pero no podré ayudarte, si no me dices todo el plan que tienes en mente.
Astoria volvió a sonreír en respuesta, y con el arma entre las manos se imaginó todo lo que haría con ella, pero sobre todo, la palabra "venganza" hizo eco en su cabeza y su mente se vio invadida por el éxtasis y la locura. Su plan ya había comenzado, y había empezado a seguir los pasos de Granger desde hacía un par de días.
-Eh, Marcus, que te parece si empezamos a practicar puntería con esos estúpidos elfos domésticos que están en la cocina. -sugirió la azabache buscando algo que hacer.
-Suena divertido.
Antes de dirigirse a buscar a sus víctimas, Astoria miró el fuego de la chimenea por última vez, y en lo único que podía pensar era en que esa historia de amor entre Malfoy y la sangre sucia no tendría un final feliz, y es que si ella no podía ser feliz, entonces nadie más podría serlo.
Había vuelto y retomaría la venganza que había quedado inconclusa.
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Hello, chicas! Y como era de sospechar, ya regresó la psicópata de Astoria. ¿Y ya vieron lo retorcida que es? Pobres elfos. En fin, espero que les haya gustado mucho este nuevo capítulo y si cumplió sus expectativas o les resultó algo aburrido jejeje, yo feliz de leer sus reviews y críticas :3 Se viene un capítulo super tierno y hermoso, el capítulo que muchas de ustedes estaban esperando. Pueden adivinar de que se trata? jajaja :)
Por cierto, nunca he hablado mucho de mi vida personal, porque sé que a los lectores es lo que menos les importa jajaja, pero les cuento que hace poco me casé con el amor de mi vida! Las chicas que me siguen en instagram, probablemente lo vieron. Y pues se me hace justo compartir ese momento tan especial con ustedes, porque mis lectores son lo más importante para continuar escribiendo mis historias, y además, no puedo creer que el Dramione me haya acompañado durante tantas etapas en todo este tiempo, desde que tenía doce años cuando estaba en el colegio, cuando estaba en la universidad y ahora que estoy empezando un nuevo capítulo en mi vida. Se me hace súper hermoso, y tengo planeado seguir escribiendo para siempre! Gracias por esperar el capítulo y por leerme! Espero que tengan un día maravilloso, preciosas ;) (como diría nuestro querido Draquito).
Recuerden que ya falta poco para el final de esta historia!
Gracias por leer :) Love you all!
Rosalie Angelina.
