Muy buenas tardes de este sábado tan aburrido para mí, gente hermosa.

¿Qué puedo decirles del capítulo? Pronto se acaba el verano, por lo que no les queda más remedio a algunos a encontrar el método para hacer una corta escapada a la playa, antes de regresar a la rutina de clases.

Hay, aparte de eso, revelaciones. Quienes esperaban aparición sobre cierto personaje… ¿No me maten, de acuerdo?

No les entretengo más, espero que disfruten con la lectura de este largo capítulo. (Parece que cada vez los alargo más, sin querer queriendo). Tomen asiento, túmbense, tomad algo mientras leéis, que el documento parece tener más de 40 páginas.

Nos vemos en las notas finales.

Disclaimer: Los personajes de Naruto/Naruto Shippuden pertenecen a Masashi Kishimoto.

La trama, salvo la gran mayoría de los personajes, escrita es de mi pertenencia e imaginación. Se va a reportar cualquier señal o advertencia de plagio. Les pido respeto. Gracias.


Traidores

Sakura suspiró con exasperación, para nada asombrada, al encontrarse con Kakashi acaparando casi todo el sofá de su salón. Cuantos días llevaba ahí ¿Unos tres? La pelea que tuvo con su novia, tuvo que ser algo fuerte.

Intentó indagar, pero el Hatake no entró demasiado en detalle, solo que su novia estaba embarazada. Cuando se enteró no supo qué decir, aunque conociéndolo, Kakashi tal vez se sentía impotente. Quien sabe qué podría estar pasándole por su cabeza.

Escuchando un ronquido leve por su parte, caminó hasta él y dejó el libro abierto encima de su pecho encima de la mesa auxiliar para seguidamente taparlo con la única fina manta que colgaba del respaldo del sofá. Viendo más de cerca su cansado rostro aún mientras, se acordó de lo tenso que estaba durante el apagón de la otra noche, más con toda la experiencia del parto de emergencia de Izumi. Las noticias del embarazo de su novia podrían haber detonado varios escenarios negativos.

Caminó hasta su cocina y empezó a calentar agua en una cafetera metálica para preparar café, algo que sabía que le encantaba a su profesor, aparte de sus novelas eróticas escritas por nada más y nada menos que por el padrino de Naruto.

Escuchó a Shiro levantarse de su cama, inclinarse hacia atrás para estirar sus patas delanteras a la vez que bostezaba soltando un sonido agudo y pronto andar hasta ella, recibiéndola de vuelta a lo que ella le ordenó que no hiciera ruido. Kakashi no supo que ella había salido por la noche, ni a qué hora, por lo que seguramente podría echarle empezar con una reprimenda de las suyas, cosa que no le apetecía escuchar.

Fue a su dormitorio para ponerse ropa cómoda, sin tardar en desmaquillarse tras ingresar en su cuarto de baño en lo que ella bostezaba a la par de Shiro, quien se había tumbado en el suelo del pasillo.

Una vez acabada, apagó la luz del baño y caminó de vuelta al salón, sin poder evitar sorprenderse cuando se encontró con Kakashi despierto parado en la esquina saliente del pasillo.

– Joder, Kakashi… ¿Es que quieres matarme de un susto? – dijo ella respirando hondo con una mano en el pecho intentando tranquilizarse.

– Buenas horas que son para volver a casa, Sakura… ¿Gracias por avisarme de que ibas a salir? – habló Kakashi cruzado de brazos, a lo que la Haruno se vio obligada a hacer una mueca. Sabía que iba a venirle con esas.

– Quise hacerlo, pero a esa hora ya dormías… – respondió ella pasando de largo en lo que volteaba los ojos regresando a la cocina, el café ya se estaba haciendo. Kakashi no pasó desapercibido que la Haruno solo retirara una taza para el café, a sabiendas de que ella apenas gustaba de tomarlo. Prefería más el té.

– ¿Tomaste alcohol? – cuestionó Kakashi con cierta seriedad. La pelirrosa bajó los hombros mediante otro suspiro.

– Solo una copa. – admitió ella escuchando el suspiro de exasperación por parte del Hatake, el café ya estaba por lo que apagó el fuego y lo sirvió en la taza, sin tardar en ofrecérsela al único hombre en la sala. No pudo evitar recordar con una leve sonrisa en la cara, que tanto Sasuke como Kakashi, tomaban el café igual. Tenían muchas cosas en común, aunque negó con la cabeza rápidamente, teniendo al Hatake así era mejor prestarle atención. – Tampoco es el tiempo que estuve fuera.

– Sigue sin ser excusa para beber, ya lo sabes. – riñó Kakashi algo enfadado por esa actitud pasiva por parte de la Haruno, no era la primera vez que ella admitía tomar alcohol.

– No soy como Mebuki, Kakashi… Sé controlarme. – zanjó ella con mal humor, no le gustaba que su profesor le mirara con la misma mirada que le había visto dedicar la única vez que conoció a su madre, en una conferencia de padres y profesores. – Así que no me mires de esta manera, porque no me parezco a ella en nada.

– Sakura, nunca te he comparado con tu madre. Eso es algo que no se me ha pasado nunca por la cabeza. – contestó él, observando como la mencionada apartaba la cabeza incómoda. – Pero no puedo evitar preocuparme. ¿De acuerdo? No después de estar al corriente de lo que te ha pasado. Sigues siendo menor de edad.

– Todo ha ido bien ¿De acuerdo? No ha pasado nada y te repito, tampoco me quedé demasiado tiempo. – reafirmó Sakura aportando una postura similar a Kakashi, relajándose un poco.

– Está bien. – terminó Kakashi, habiendo tenido suficiente. A punto de abrir la boca para hablar de nuevo, terminó por ser interrumpido por Sakura.

– ¿Hablaste con Rin? ¿Así se llama, verdad? Es guapa. – habló la Haruno empezando a esbozar una sonrisa burlona. – ¿No te preocupa que venga alguien que haga que se olvide de ti? ¿Ni un poco?

Al ver la mueca que el Hatake hizo ante esa insinuación, la ojiverde simplemente pestañeó sin borrar su expresión. Cuando ella quería, sabía cambiar el rumbo de cualquier conversación en un chasquido de dedos, todo sea por no entrar en temas pesados para ella.

– No sé por qué tanta reluctancia y temor, Kakashi… Te conozco bastante como para asegurarte de que serías un buen padre. – comentó ella, quitando el tono de burla en su voz para sin apartar su vista del profesor, implementando una mirada que reflejaba honestidad. Detalle que Kakashi ya conocía. – Me sentiría en cierto modo, decepcionada, de que te desentendieras con algo así, especialmente sabiendo que no eres así.

Tras haber dicho esas palabras, ambos se quedaron en silencio. Sakura apretó los labios entre sí para dejarlos húmedos.

– Me voy a la cama. – informó la Haruno, dejando a Kakashi solo con el café caliente encima de la encimera de la cocina, bien reflexivo.

Tras dejar la puerta de su habitación algo ajustada, la pelirrosa se tumbó en su cama entre las sábanas. Shiro, quien siguió a su dueña no tardó en subir junto a ella para tumbarse a su lado, dejándose acariciar en lo que su dueña miraba los artículos de noticia que hablaban sobre lo ocurrido con Zaku y Dosu desde su teléfono. Viéndose incapaz de descansar, se levantó y se dirigió hasta su escritorio, en donde pulsó la tecla enter de su ordenador para desbloquearlo con su contraseña, en lo que se sentaba en la silla frente a él, casi a oscuras, debido a que la cortina de la ventana estaba semi pasada. No tardó en encontrar sus vídeos en internet en un artículo dónde informaba los hechos de esta madrugada, el cual era un enlace compartido de su cuenta anónima de YouTube. Con un gesto rápido del ratón táctil del aparato, abrió otra pestaña para dar con el foro de su instituto.

"¿Qué es lo que quieres, Zaku? ¿Una disculpa, que me arrepienta de lo que te dije? ¿Por qué lo haría? Ah, espera… Me olvidaba, te crees el señor del instituto, ¿Verdad?... Mantengo lo que dije, das pena."

Vaciló unos segundos frente a la pantalla, sin tener tiempo a seguir con lo que pretendía hacer debido a que sin poder evitarlo el recuerdo de lo más grave que le hicieron apareció en su mente. Qué la mantuvo rígida en su asiento, apretando su mandíbula.

"¿Por qué no?"

Es como si pudiera escuchar su oscura presencia ahora mismo con ella en esta misma habitación, a pesar de no ser real. Negó con la cabeza al escuchar sus odiosas carcajadas. Lo que la hizo cerrar, la pantalla de su ordenador de golpe. Saliendo del trance negando con la cabeza, sin lograr calmar los acelerados latidos de su corazón. De reojo, en la esquina de su habitación frente a la ventana, sentía como si su difunta madre estuviera de pie bien quieta mirándola con seriedad.

– Lárgate… – suspiró a la vez que susurraba con amargura, sintiendo los ojos húmedos, hasta que por fin volteó la cabeza, encontrándose completamente sola en el cuarto. Una lágrima rebelde se escabulló, manchando su mejilla, aunque esta misma fuera rápidamente limpiada con su mano.


Faltaba un cuarto de hora para que fueran las once la mañana, cuando Jiraiya se despidió de la mujer que había traído a casa con la que salió a cenar ayer por la noche, frente a la puerta de su casa. Tras volver a entrar, recogiendo el periódico tirado en el suelo de la entrada, caminó hasta la cocina, escandalizándose al encontrarse con un gran desorden en la habitación.

– ¡NARUTO! – gritó el Goketsu de mal humor, caminando hasta la habitación de su ahijado, el cual también se encontraba desordenada, pero sin presencia del Uzumaki, que dejó al profesor de literatura con un tic en el ojo.

Cuando lo vea le haré limpiar toda la casa hasta que pueda ver mi reflejo hasta en las paredes del garaje… – reflexionó Jiraiya tomando el pomo de la puerta de la habitación, para volver a cerrarla. Sin darse cuenta de que el Uzumaki se encontraba escondido encima del tejado al lado de la ventana, intentando no ser visto.

Ingresando de vuelta a su cuarto a través de la ventana intentando hacer el menos ruido posible, se quitó el pijama para vestirse con unos pantalones deportivos casuales de color negro y una sudadera de tono anaranjado. Caminó de puntillas hasta el armario para tomar de las mismas unas deportivas, siseando de dolor e intentando no gritar cuando se dio con el canto del mueble con el dedo meñique de uno de sus pies.

Regresando hacia la ventana, calzándose los zapatos en sus manos intentando no hacer ruido, volvió a pisar el tejado, ignorando que estaba siendo visto por uno de sus vecinos, el cual negó con la cabeza, sin encontrar el panorama para nada nuevo. Caminando hasta el borde para finalmente saltar sin miedo a la rama saliente del árbol del jardín trasero de su padrino hasta finalmente bajar hacia el suelo, frenó de golpe al toparse con un no muy sorprendido Jiraiya. No le quedó más remedio que tragar saliva.

– ¿A dónde crees que vas? – musitó Jiraiya sentado en el borde del respaldo del porche con las piernas cruzadas.

– Yo solo… Iba… – musitó Naruto con incomodidad al ver como Jiraiya arrugaba la frente ante sus palabras.

– Se acabó, dame tu teléfono y llaves. – comentó el profesor tendiendo sus manos, a lo que el rubio obedecía desilusionado por no haberse salido con la suya con la idea de escaquearse. Shikamaru le había dicho que hoy regresaba con Temari a Tokio, por lo que tenía pensado ir a darle una visita.

– Hasta que la casa no esté limpia de arriba abajo, ya que te has estado escaqueando por todas estas últimas semanas, no tendrás esto de vuelta. Te sugiero que empieces cuanto antes, luego nos tocará ordenar el garaje y el jardín. – avisó Jiraiya escondiendo los objetos del Uzumaki en los enormes bolsillos de su albornoz azul marino. Este último hizo una mueca hasta que se dio por vencido, quitándose los zapatos con cierta molestia y regresando a la cocina para empezar a limpiar su desastre.

Jiraiya observó a su ahijado ponerse manos a la obra, en lo que pronto empezó a escuchar el zumbido de una llamada del teléfono de Naruto. Se trataba de Shikamaru. Al no querer que el muchacho se distrajera, colgó.


Sakura caminó desorientada y medio dormida con un poco de dolor de cabeza por su salón hasta hallar su bolso para coger de dentro del mismo, su teléfono. Ino la estaba llamando. Mirando la hora se dio cuenta de que apenas había dormido dos horas y algo.

– ¿Diga? – musitó ella quitando una legaña pegada en su ojo. No tardó en notar que Kakashi ya no estaba.

– Frentona, acabo de tener una buena idea, bueno… mejor dicho, una buena noticia. – habló Ino con efusividad en lo que la Haruno apenas se acostumbraba a la luz de su salón, no tardó en caminar hasta las ventanas para correr un poco las cortinas. – Kiba nos ha dicho que su madre le ha dado permiso para ir a su casa en la playa de Shimoda, que nos invita a todos a ir hoy estos últimos días antes de regresar a clases.

– No lo sé, Ino… No me apetece mucho. – respondió ella dejándose vencer por el dolor de cabeza en lo que abría el cajón para tomar un analgésico para el dolor de su migraña.

– Oh venga ya, ¿Por qué no? Se trata de ir a la playa de Shirahama o a la de Kujuppama, nunca hemos ido… Tienes que venir, además se lo he dicho ya al encolado de tu novio, ya me lo imagino preparando la maleta a la velocidad de la luz. Si él va tú también ¿Verdad?

– ¿Encolado? – dijo ella confundida alzando una ceja con cierta burla. ¿Cómo reaccionaría Sasuke si le contara como Ino le apodaba?

– Sí, tiene sus ojos pegados en ti constantemente. Por si no te habías dado cuenta a estas alturas, estoy segura de que de poder girar su cuello 360º sin tener que voltear su cuerpo cuando intenta disimular, lo haría sin dudarlo. Como la niña de la exorcista. – explicó Ino desde la otra línea con tranquilidad. – Más de una vez ha conseguido ser aterrador.

– Exageras, cerda… – comentó la Haruno esbozando una sonrisa ante tales ocurrencias, aunque no negaba que a veces su mirada azabache podía llegar a ser muy intimidante. – ¿A qué hora marcharíamos?

– En… heh… ¿Una hora y media? – Ino temió por su vida cuando escuchó el silencio de su amiga a través del teléfono. Sabía que no le gustaba hacer planes de improvisto. – ¿Sakura? Si te sirve de consuelo yo también me enteré hace poco… pero sigue siendo un planazo. Venga porfis… que estarán Temari y Tenten.

– ¿Iremos en tren? – preguntó la pelirrosa yendo hasta su habitación para empezar a preparar la maleta, escuchó como su mejor amiga le respondía con una afirmación. – No tardaré en estar lista, escríbeme en qué estación nos encontramos y dile a Kiba que traeré a Shiro conmigo.

Tardó veinte minutos en apilonar todo lo necesario en su maleta y vestirse, por lo que tras un mensaje rápido informando a Kakashi que le dejaba a cargo de su departamento mientras estaba fuera con los demás en Shimoda, atando a su perro con su correa, cerró su casa con llave, activó la alarma y empezó a caminar con el fin llegar a la estación Eifukucho, donde el resto la estarían esperando.

Una vez allí, entró a dentro de la estación buscando al grupo con algo de prisa, sin lograr ver a nadie, a punto de llamar otra vez a Ino, se detuvo al reconocer la voz que la llamaba desde atrás, los latidos de su corazón empezaron a ser erráticos. Se trataba de Sasuke.

Es la manera en como nos llama… – pensó la pelirrosa volteando para toparse con el pelinegro, vestido como no con unos pantalones deportivos, pero sorprendentemente conjuntados con una camisa ceñida color gris. Sus deportivas eran de marca en tonos blanco, negro y rojo. Alzando su vista de vuelta al rostro de su novio, concluyó que como era usual, este hombre se veía guapísimo, pero no era eso lo que le llamaba la atención. – Y su mirada, era indescifrable y a su vez… Intensa.

Amaba con locura esos pozos de agua negra, en los cuales podía perderse durante quién sabe cuanto tiempo. Capaz de llenar con calor, todo su ser.

No tardó en acercarse a él, dejando que él le tomara de la mano tras quitarle la bolsa de asa que llevaba sujeta en su mano libre, colocándose a su lado para empezar a subir las escaleras a la par junto a Shiro, que parecía estar emocionado.

– Te compré los billetes. – informó Sasuke tirando de su mano cuando ella frenó dispuesta a hacer cola para pagar todo, sorprendiéndola por un momento, aunque ella después sonrió con gratitud, ocasionando que Sasuke obtuviera un leve rubor en sus mejillas que escondió apartando el rostro.

Shikamaru fue el primero en darse cuenta de que Sasuke se acercaba junto a la Haruno tomados de la mano, algo que le hizo alzar las cejas. Si es cierto que en la fiesta de Kiba, la ojiverde había soltado la noticia de que ambos eran pareja, pero la verdad es que en cierta manera esto no dejaba de ser algo que no se esperaba, a pesar de suponer que llegaría a haber algo en algún punto de su existencia, pero mucho menos tan pronto.

Disimulando una sonrisa burlona al ver como su novia, Ino y Tenten le arrebataban a su chica al pelinegro, quien hizo una sutil mueca de molestia, no hizo más que suspirar con desgana al ver que después de tres llamadas perdidas hacia Naruto, este seguía sin responder. Escuchando la voz del anuncio que informaba el tren donde debían subir, decidió darse por vencido. Quería informarle que al final no estaría en su casa, pero supongo que ya se enteraría. No es que no quisiera invitarlo, pero Kiba ya le había recalcado a todos que no quería el rubio ahí. Nada que los demás encontraran sorprendente, pese a estar de acuerdo o no.

Una vez dentro, las chicas fueron las primeras en sentarse, Shiro se tumbó en los pies del asiento de su dueña, en lo que los chicos ajustaban todo el equipaje, tardando un poco más debido a las dos enormes maletas de la Yamanaka. Al regresar a sus asientos, el grupo, sobre todo las chicas no les quedó más remedio que taparse la boca y ocultar su carcajada cuando Kiba tropezó por el pasillo por culpa de los cordones desatados de sus deportivas. Neji negó con la cabeza, mientras que Sasuke alzaba una ceja y Shikamaru volvió a suspirar ante el bochorno.

Dentro del vagón solo se encontraban ellos y la primera hora de viaje estuvo rápida, en la cual los chicos perdían cada partida de cartas contra Sakura, a pesar de que Kiba e Ino intentasen hacer trampa. Cuando a la Haruno empezó a entrarle sueño, regresó a su asiento en el que aprovechó para inclinarse hacia atrás, sin tardar en quedarse dormida.

Sasuke, sin querer queriendo, escuchó como Ino decía algo para las chicas que le preocupó.

– Sakura está rara, ¿Creen que haya pasado algo? – dijo la rubia de cabellera larga, en lo que Tenten volteaban a ver a la yaciente Haruno en su asiento.

– Sakura y el Uchiha se ven bien, entre ellos seguramente nada, pero sí. Cuando está así de callada y distraída, tiene que ser por algo. – confirmó Temari, acariciando la cabeza de Shiro, quien quería algo de atención por parte de las chicas, quienes no duraron en ofrecerla.

– Tal vez sea por lo de siempre, algo sobre su padre… Todas sabemos lo mucho que se abstiene en entrar en como se siente respecto a ese tema. Aunque también podría ser por otro motivo… – añadió Tenten asintiendo con la cabeza con una expresión comprensiva hacia su amiga.

Las chicas tenían razón, al momento de verla, había notado su falta de entusiasmo por el viaje, su apariencia ausente y dispersa, quien a diferencia de él, sí esperaba por el motivo de encontrar momentos para estar a solas con ella. No dudaría en hablar con la pelirrosa de alguna manera u otra, cuando no tuviera un aspecto tan cansado.

– ¿Uchiha? – dijo Kiba, acaparando la atención del susodicho al instante al escuchar su nombre. Mirando a Chouji, Shikamaru y al Inuzuka en silencio expectante, estos no tardaron en entender que no les prestaba atención. – Te pregunté cuanto tiempo hace que estás con Sakura, la última vez que hablamos se te pasó informarme que tú y ella ya estabais juntos.

La mirada impasible de Sasuke hizo que Kiba resoplase con cierta gracia. – Oye, es mera curiosidad, no soy cotilla. Sakura es una preciada amiga para mí. Algo así como una terrorífica y algo loca prima. Hana, mi hermana me ha contado cada historia… Por su carácter, no me queda más remedio que creerlas.

– ¿Os acordáis cuando Satoshi y compañía se pasaban el rato burlándose de mí en educación física? ¿Esos que colgaron esos dibujos por las taquillas de la clase? – comentó Chouji, haciendo a Shikamaru sonreír y a Kiba reír disimuladamente a la vez que asentía. Llamando la atención de Sasuke. – La humillación fue tan grave que no le quedó de otra que cambiarse de salón.

– Por si no lo sabías, Uchiha… Cuando todo el insti se entere de tu noviazgo con Sakura, no solo vais a romper corazones femeninos. – habló otra vez el Inuzuka. Sasuke simplemente alzó una ceja, como si ese detalle no le importara demasiado, aunque giró levemente la cabeza para mirar por el rabillo del ojos al Hyuga, que se encontraba escuchando música al lado de Lee. Justo detrás de los cuatro asientos de las chicas. Esas palabras también le trajeron la imagen de Naruto en su cabeza. La imagen de cuando le dijo la verdad no se le quitaba de la mente.

– Sakura ya era bastante popular en los primeros años de secundaria, Kiba, pero a esa época todos éramos unos niñatos. – contestó Shikamaru con cierta pereza, inclinándose en su asiento.

– ¿Y bien? Vengaaaa~ Uchiha… Que te invito gratuitamente a mi casa en la playa, tómalo como cierta compensación. – insistió Kiba sugestivamente alzando las cejas varias veces con una sonrisa traviesa, expresión que a Sasuke le recordó a Suigetsu. La verdad es que ya daba igual si la gente se enteraba. Sakura lo había dejado tan claro como él hacia terceros.

– Oficialmente, desde la culminación del festival cultural. – terminó por decir Sasuke, a fin de cuentas, Naruto ya lo sabía. – Aunque cosas ya habían pasado desde antes…

– ¿Cosas, dices? ¿Cómo qué? – habló Kiba abriendo su lata de zumo. La sutil mirada divertida por parte del pelinegro sentado al lado del Nara, le hizo boquear asombrado.

– Esta conversación está yendo a un tema dentro del cual no me apetece entrar… – informó Shikamaru con cierto grima, mirando con recriminación al Inuzuka. – ¿Naruto lo sabe?

Sasuke asintió en silencio en lo que suspiraba nasalmente. Shikamaru hizo una mueca con su boca, quedándose más tranquilo, aunque suponía que eso no le debió gustar al rubio. Ahora entendía ciertos comportamientos por su parte con el Uchiha.

– ¿Cómo se lo tomó? – indagó Chouji interesado en ese tema. Sasuke cerró los ojos a la vez que tensaba su mandíbula, recordando de nuevo la última vez que habló con el Uzumaki en cuestión.

– No demasiado bien ¿Eh? – adivinó el Inuzuka sin sorprenderse de la actitud del Uzumaki en absoluto. No le costó imaginarlo ni adivinarlo, ya lo daba por sentado. Algo que los demás presentes en la conversación, internamente también hacían. – Que le den…

– ¡Ei! – riñó sutilmente el Nara, sin encontrar correcto eso hacia el Uzumaki, Kiba volteó los ojos, sin decir nada más.

Volteando de nuevo su cabeza hacia su novia, Sasuke eliminó de su mente a su mejor amigo. Lo que le preocupaba ahora, era ella. Por lo que iba a priorizar hacerla sentir bien durante todo el viaje.


El grupo llegó a su destino al medio día frente la enorme casa de verano de los Inuzuka y tras instalarse y dividirse por habitaciones, la gran mayoría no tardó en querer bajar para ir a la playa.

En lo que Sakura extendía su toalla de rayas azules y blancas en la arena bajo la sombrilla que Sasuke terminaba de encajar contra la arena, Ino y compañía ya se encontraban en el agua.

Hacía buen tiempo, el cielo estaba prácticamente despejado, por lo que no era de extrañar que hubiera bastante gente en las mismas que ellos. Segundos después, una nevera llena de comida fue plantada justo debajo de la sombrilla por Lee y Chouji, siendo seguidos por Neji en silencio.

El primero no tardó en manifestar sus ganas de entrar al agua eufóricamente, mientras se quitaba la camisa para irse corriendo junto a los demás. Salpicando a Kiba, que se encontraba jugando con Akamaru.

Escuchó a Shiro lloriquear ansioso a su lado, moviendo la cola y las patas delanteras en lo que permanecía sentado esperando a que ella lo acompañara. Lo que hizo sonreír levemente a su dueña, quien no tardó en acariciarlo. Tomando su bolso, no dudó en esparcir protector solar en su hocico y orejas, para seguidamente colocarle sus protectores de almohadillas, las cuales le costó poner porque no se quedaba demasiado quieto, al animal no le gustaba llevarlas.

Una lata de gaseosa de naranja fría tocó su mejilla, sorprendiéndola un poco, reconociendo la mano de Sasuke enseguida en lo que aceptaba el refresco con una sonrisa. Volteando la cabeza, sintió como su boca empezaba a salivar al observar como su novio ya se encontraba vistiendo su bañador, azul y negro, quitándose la camiseta gris, mostrándole su trabajada y tonificada espalda. Su vista no tardó en bajar hacia su atractivo trasero. Por poco más y se le escapaba algo de baba por la boca ante esas vistas.

– Oye… ¿Sasuke? – dijo Sakura sin pensarlo en lo que levantaba una de las comisuras de su boca algo traviesa. El mencionado volteó a verla en lo que se sentaba bajo la sombrilla, con una pierna estirada y la otra no. No tardó en incorporarse de su postura en lo que empezaba a subir su vestido ante la atenta mirada del pelinegro, dejando al descubierto su bañador blanco strapless que dejaba visible la zona de su barriga y ombligo en un rombo. – ¿Me pones crema en la espalda?

Verle tragar saliva con su mirada fija en su cuerpo fue más que satisfactorio, el pobre no pudo evitar subir y bajar la mirada más de dos veces. Entre su disimulado escote, su vientre algo expuesto, hombros y torneados muslos descubiertos, Sasuke no sabía que no ver. Mordiéndose los labios y soltando una risita, con crema y bronceador en sus manos, se sentó entre sus piernas sin que él se lo pidiera tras darle las botellas, apartando su larga melena lentamente.

Suspiró con satisfacción cuando Sasuke embadurnó sus hombros y espalda descubierta en silencio, tomándose la labor en serio.

– Eres bueno con las manos. – soltó como si nada sin darse cuenta de que lo que acaba de decir se podía interpretar de otras formas, hasta justo después de decirlo. – Quiero decir…

– Hn. – soltó sin poder evitar sonreír con burla ante lo que acababa de admitir sin querer su novia, lo mejor de todo fue ver su abochornada reacción, quedando nerviosa.

– Me refería a… – intentó corregir la Haruno con un evidente rubor volteando la cabeza para mirar a Sasuke, quien apartó las manos lentamente cuando finalizó la labor, encontrándose con que dos dedos tocaron su frente con cariño, silenciándola al instante.

– Tú eres buena con la boca… – susurró el Uchiha contra la oreja de la pelirrosa, escandalizándola y consiguiendo incrementar su sonrojo ante lo dicho.

Antes de que Sakura pudiera decir algo más, Sasuke le quitó la correa a Shiro, dejando que este corriera bien rápido hasta lanzarse al agua y con una última sonrisa burlona llena de satisfacción mirándola, no tardó en trotar hasta el agua en lo que sacaba una pelota de tenis con el fin de jugar con el Akita de su bolsillo, dejando a la pelirrosa con la boca abierta con su rostro parecido al de un tomate.

– ¡Sakura, ven al agua! – animó Ino desde la orilla escandalosamente en lo que ella y las demás le hacían señas de que fuera con el resto. Suspirando nasalmente, guardando su crema solar, bronceador y demás pertenencias de nuevo en su bolsa, la Haruno se incorporó y no dudó en andar a pasitos rápidos hasta la orilla, sin tardar en aliviar el ardor de sus plantas de los pies con el agua salada por culpa de la arena, segundos después.

El tiempo pasó volando al estar pasándolo bien, con los chicos siendo chicos que jugaban a hundirse mutuamente al agua como si se tratara del juego más divertido para ellos. Sakura y las chicas simplemente nadaban haciendo tonterías, no fue hasta que la ojiverde se aventuró a nadar tranquilamente hacia un conjunto de rocas salientes no demasiado alejadas de la orilla.

Sumergida perfectamente con los ojos abiertos, pudo apreciar algo de fauna marina por la zona hasta llegar a las rocas, donde se las ingenió rápidamente para subir sin problema.

Quitándose una pequeña alga de su cabello con una leve mueca de asco, para seguidamente sentarse en un lugar seco, con los pies al borde saliente de la roca, para seguidamente empezar a intentar desenredar algo su cabello y exprimir el agua amontonada del mismo, por los extremos. No pudo evitar sonreír al ver a Sasuke apartar la mano que resguardaba la pelota cuando Shiro intentaba robársela a modo de juego con los dientes constantemente hasta que por fin se la lanzaba no demasiado lejos. Algo que el Akita parecía disfrutar al máximo.

Ajustando su bañador, Sakura no pudo evitar que su mente regresara a lo de la noche anterior. ¿Qué habría pasado desde entonces? ¿Les habrían vuelto a soltar? Era lo más probable… No podía evitar recriminarse no haber seguido con sus intenciones, a pesar de saber que eso la hiciera sentirse mal dentro de lo que cabe. De sentir que no estaba pasando página como se autorrecomendó hace tiempo, de quedarse estancada en el pasado en vez de estar regocijando con Sasuke y compañía.

Aun así, estaba harta de que con todo este tema con Zaku y Dosu, siempre quedara en las mismas. ¿Habría servido de algo, maquinar todo ese plan por su cuenta? ¿Había hecho bien? ¿O mal…? ¿Por qué sentía bien y luego no?

No puedo pensar así… – se recriminó la Haruno tragando saliva. No podía olvidar como si nada lo que ese par les hizo a Sasuke y a Naruto, ni lo haría nunca, del mismo modo que con lo ocurrido con Ino… Ya no era solo por ella. Al fin y al cabo, sabía que la naturaleza de Zaku era la testarudez, Dosu tal vez no tanto, pero por algo ambos eran colegas de hace años.

– Hola… – saludó un chico alto de ojos verdes de piel pálida con el cabello rubio sujetado en un moño hipster, tenía la pinta de ser turista o extranjero aunque hablara Japonés a la perfección a pesar de su notable acento europeo. Sakura enseguida volteó a mirar al desconocido tipo que le hablaba. No estaba solo, iba con otro chico pelinegro con el corte de cabello fijo hacia atrás. – Buen sitio, buenas vistas…

Sakura arrugó la frente con grima ante ese patético comentario y simplemente volteó su rostro de vuelta al agua. Empezando a notar el calor de vuelta, lo que le hizo debatir si volver a meterse.

– Mi nombre es Jiji, ¿Cómo te llamas? – dijo el rubio viéndose ignorado al instante al no obtener respuesta. Aunque eso no le frenó, se quedó observando el perfil de la pelirrosa, bajando la mirada para apreciarla de arriba abajo, quedando fascinado por su llamativa y exótica melena rosada. – Tu cabello es único, precioso…

Jiji se vio sorprendido cuando un agarre firme en su muñeca frenó su intento de tomar libremente uno de los mechones de la muchacha frente a él.

– ¡Ei! – musitó Jiji volteando a ver quién le impedía moverse, topándose con una aterradora mirada ónix que le provocó escalofríos. – Suelta, hermano…

– No me llames hermano… – encaró Sasuke rápidamente aunque obedeciendo al pedido del rubio, soltándolo rápidamente con un ligero empuje, logrando que este cayera al agua estrepitosamente, creando un enorme chapuzón que mojó a la Haruno de nuevo. Tras esa acción, el Uchiha volteó a ver al pelinegro detrás de él para encararlo con impasibilidad. Su expresión silenciosa fue suficiente para informar que lo más prudente era alejarse de la pelirrosa a no ser que quisieran problemas. Cuando vio a su colega salir para coger aire todo sorprendido, entendió que llegó el momento de desaparecer, no tardó en lanzarse al agua y alejarse con Jiji segundos después, entendiendo alto y claro el mensaje de la mirada del Uchiha.

Sakura alzó su vista hacia Sasuke con diversión, en lo que él musitaba de vuelta su monosílabo característico a la vez que tomaba asiento a su lado, contra el respaldo de rocas, aunque no de la misma manera que la Haruno, sino en posición secante a la de ella, con un pie colgando y su otra pierna encima del suelo parcialmente seco de la roca.

– Dime, ¿Estás celoso o son imaginaciones mías? – indagó Sakura apretando los labios contra sí sin esconder su sonrisa, entretenida por el arrebato de ira de su pareja, quien simplemente apartó su mirada seria, para que no se le viera con esa actitud. No quería molestarla.

En eso la pelirrosa volteó los ojos y tras morderse el labio inferior, decidió moverse y acomodándose en el espacio libre entre sus muslos, con el fin de acercarse a él, pero se vio un poco sorprendida por unos breves segundos, aunque enseguida sonrió, cuando Sasuke volvió a voltear el rostro para mirarla fijamente, encontrándose con una imagen espléndida de la ojiverde.

Su cabello largo, húmedo y ligeramente despeinado cayendo por sus hombros y espalda, con restos de gotas de agua aportando un toque brillante como si toda ella estuviera plagada de diamantes o piedras brillantes, el cual también tenía efecto en su piel, mirándolo atentamente con una sonrisa traviesa y coqueta en lo que se mordía el labio inferior. No llevaba pizca de maquillaje, y a pesar de poder apreciar unas ligeras ojeras, la mirada que le dedicaba le aceleraba los latidos de su corazón. Volvía a sentir como si estuviera bajo la luz del sol de una mañana primaveral. Siempre estaba hermosa.

– ¿Hm? – insistió ella expectante en lo que acercaba su rostro al de él, sin importarle que el resto de personas merodeando por ahí les pudieran ver demasiado cerca y les pudiera incordiar que demostraran públicamente su afecto como si nada. – ¿Cariño?

Sakura ensanchó su sonrisa cuando notó que Sasuke intentaba esconder su molestia y nerviosismo con lo ocurrido, no es que le gustara encelarle, no lo haría a propósito nunca, pero no podía negar que sus reacciones eran la mar de divertidas y que desde luego no iría a desaprovechar cada oportunidad que tuviera para chincharle un poquito. A fin de cuentas, Sasuke hacía lo mismo con ella.

Ahora, ese apodo era algo que no le había dicho nunca antes, algo que llevaba ya tiempo deseando hacer para ver la reacción del Uchiha. Si algo no le gustaba, se lo decía sin tapujos, por lo que esperaba aunque sea un indicio de lo que le parecía.

– Molesta… – musitó Sasuke sin voltear a mirarla, aunque esa frase no le quitó la gracia al asunto para la pelirrosa. Esperaba que fuera a decir algo como eso, al fin y al cabo no era la primera vez.

– El buen tipo de molesta, supongo… ¿Hm, cariño? – respondió Sakura sin cambiar de expresión, sintiendo como el viento mecía unos mechones medio secos de su cabello, que le hizo tener que pasar una mano para echarlos hacia atrás nuevamente.

Al ver la sutil sonrisa y el corto gesto que Sasuke hizo con sus cejas, fueron suficientes como para invitar a la Haruno a acercarse más. Con el dedo índice de la mano izquierda, terminó de voltear sin mucho esfuerzo, el rostro del pelinegro para que con una sonrisa y los ojos entrecerrados, unir los labios con los suyos en un beso romántico, que disipó tanto los celos de Sasuke y por ahora, las preocupaciones de Sakura.

Ninguno de los dos se dio cuenta de que en una colchoneta inflable flotando a la deriva, había alguien de su instituto que les acababa de ver juntos, mientras Kiba y el resto se dedicaban a pasarlo bien en la orilla.


Naruto se quedó renegando calumnias y disparates en lo que se dedicaba a esperar que Jiraiya regresara de hacer la compra. Hacía cuarenta minutos que él ya había completado lo que su padrino le había mandado hacer como tarea del hogar.

Sus tripas rugieron por comida de nuevo, pero por desgracia no quedaba ningún paquete de ramen instantáneo el cual prepararse para comer. Debió haberse escaqueado por la puerta del cuarto de Jiraiya en vez de la suya, siempre se olvidaba. Tendido bocarriba en el sofá de la sala de estar, no pudo evitar suspirar con desgana. Ahora mismo seguramente estaría pasando el rato en casa de Shikamaru, puede que incluso Chouji estuviera allí con ellos.

Necesitaba quitar de su mente de alguna manera, lo último hablado con Sasuke. No podía estar tranquilo conociendo el detalle de que Sakura vive literalmente en frente de él. ¿Intentaría algo? La incertidumbre lo mataba y por más ganas que tuviera de presentarse ahí para averiguarlo, nada le aseguraría que alguno de ellos le abriera la puerta, sobre todo la Haruno, con quien esperaba poder reconciliarse. De eso era lo que quería hablar con Shikamaru, de encontrar la manera de que ella por lo menos se dignara a escucharle.

No dejaré que se salga con la suya… – se mentalizó el rubio en lo que dejaba escapar un suspiro más, parcialmente agotado.

Aburrido con todo, apagó la televisión encendida debido a que no había nada que le apeteciera o captara su atención en ese instante y se levantó poco a poco para empezar a caminar hasta su habitación. Cuando escuchó la puerta de la entrada abrirse, encontrándose con Jiraiya ingresando con la compra recién hecha.

– Ah, bien… – Dijo el Goketsu viendo su ahijado parado en el pasillo de la entrada, no tendría que alzar la voz para que bajara colaborar a guardar todo. – Ayúdame a almacenar la compra.

Conociendo al Uzumaki como lo hacía, sabía que iba a quejarse por lo que no dudó en interrumpirlo cuando le vio abrir la boca. Lo calló con la mano y le hizo un gesto para que le siguiera a la cocina una vez cerró la puerta. En menos de diez minutos, con todo guardado, viendo la mirada expectante de Naruto, terminó por sacar algo de su bolsillo.

– Toma. – cedió Jiraiya tendiéndole solo las llaves al rubio, pero no el móvil, cosa que Naruto aceptó, aunque se quedó esperando a que se le devolviera lo que faltaba. – El móvil se queda conmigo hasta que yo decida lo contrario, Naruto. Tómalo como castigo por decidir mentirme e intentar escabullirte.

– Pero… – volvió a quejarse el Uzumaki, sin aceptar ese castigo aunque la mirada seria de su padrino logró silenciarlo.

– Olvídate de salir esta tarde o el resto de la semana, además de tu paga ¿Te ha quedado claro? – zanjó Jiraiya cruzándose de brazos reflejando que iba a dejarle pasar nada esta vez, con una expresión seria. – Esto es mi casa, Naruto. No un hotel, lo que ensucies, lo limpias. No es la primera vez que te lo digo.

Antes de que el Goketsu volviera a ser interrumpido, terminó la reprimenda y tomando una lata de cerveza fría del frigorífico, suspiró y se puso en marcha hasta su despacho para seguir con sus novelas. Cuando Naruto se quedó solo, no hizo más que resoplar y murmurar quejas.

Genial… – pensó Naruto con malhumor. Castigado… ¿A una semana de que acabaran las vacaciones de verano? Se había pasado las pasadas semanas desde el comienzo del verano asistiendo a las clases de refuerzo para conseguir la oportunidad de evitar reprobar sus asignaturas, algo que le aburrió demasiado al no contar con nadie dentro de su grupo de amigos. Se había pasado estos días aislado y eso le traía malos recuerdos de su infancia. Ahora que había terminado y tenía tiempo libre, algo que llevaba esperando por bastante tiempo ¿Le pasaba esto?

Haciendo una mueca de hastío en lo que hacía una pataleta, subió hasta su habitación y se sentó en su escritorio. El cual estaba bastante desordenado, algo que Jiraiya mismamente había decidido respetar como "su espacio", para terminar sentándose encima de su silla frente a su ordenador de torre, el cual desbloqueó. ¿Qué más hacer sin su teléfono? Considerar ignorar su castigo le llevaría a uno peor, no quería eso. Su padrino, cuando se enfadaba, aunque eso no ocurriera en muchas ocasiones por no decir casi nunca, llegaba a ser un tanto más atemorizante que Iruka o Hiruzen.

Abriendo Facebook e Instagram, a la vez que ponía música rap de fondo en su equipo de música, se entretuvo mirando varias cosas hasta que llegó a las fotos de Ino, en la que salía con las chicas en la playa, seguidamente salía una de Sakura en solitario con bañador, sentada en una roca algo lejos, sin mirar a la cámara.

Siempre ha sido fotogénica… – meditó el Uzumaki admirando la foto en silencio, maravillándose mediante una sonrisa, del aspecto que presentaba la Haruno.

Había vídeos, uno en el que Chouji e Ino eran arrastrados por una ola hasta la orilla que dejó al Akimichi con la cabeza algo metida entre la arena húmeda y a la Yamanaka sentada encima de su espalda completamente desorientada. La risa de Kiba, quien aplaudía mientras se carcajadeaba hacía el momento más divertido, al parecer Lee se encontraba grabando todo y lo había compartido. No pudo evitar sonreír feliz, pausando el video cuando apareció Sakura riéndose del aspecto de su amiga, la cual estaba con los brazos extendidos y su larga melena rubia prácticamente cubriendo su rostro. En el vídeo también salía como Ino le daba un leve capón en la cabeza a Kiba ante su numerito, quien no paraba de reír, prácticamente tumbado en la arena al lado de ellos. Los demás también parecían estar riéndose.

Un momento… – dijo mentalmente el rubio en lo que reculaba el vídeo y volvía a ponerlo en marcha. En ese momento se fijó en la presencia del Uchiha. Sasuke estaba saliendo del agua mientras se sacudía el cabello para rápidamente voltear hacia los demás, seguido por el perro de la Haruno quien sacudía su pelaje con fuerza, dejándose acariciar por él.

Sasuke estaba ahí pero él no. Esto tenía que ser una mala obra del destino, ¿Por qué demonios no le dijeron? Él merecía estar ahí, quería estar. ¿Por qué él? ¿Se le había pasado a Shikamaru decírselo? ¿Acaso le dio pereza hacerlo? Esto era el colmo… Montones de ideas se le vinieron a la mente. ¿Encontraría Sasuke la manera de quedarse a solas con Sakura?...

No… – dijo serenándose para sí mismo, no se atrevía a pensar eso a pesar de que pudiera ser lo más probable. Tenía que confiar en que eso no iba a ocurrir. Era un viaje de entre amigos ¿verdad? Tuvo que tragarse las palabras cuando al bajar las fotos de sus otros amigos, había un par en la que salían Sasuke y Sakura estando a solas.

Al tensar su mandíbula, escuchó como si por dentro su cerebro estuviera a punto de erupcionar. Por una parte, no aparentaban estar completamente a solas los dos , pero, por otro lado… parecía haber intimidad por más que hubiera el resto merodeando cerca ¿Podían ser imaginaciones suyas? Posiblemente, aun así, ahora conocía las intenciones del pelinegro. Tenía que frenar a Sasuke de alguna manera, iba a tener otra charla con él al momento de volver a verlo.

De repente se le ocurrió una idea. Abriendo Skype, llamó a Shikamaru… Quien tardó unos minutos en responder. Se encontraba a solas en lo que parecía ser una habitación que no conocía.

– ¿Shikamaru? – saludó Naruto esperando ser respondido viendo la cámara del Nara tener algo de lag en lo que se movía hasta que finalmente vio la cara del moreno.

– A buenas horas respondes, tío… ¿Volviste a perder tu móvil o qué? – habló Shikamaru por la pantalla en lo que Naruto observaba como este caminaba hasta otra habitación.

– No, Jiraiya me ha castigado. He estado todo el día limpiando la casa. – explicó él sacándose piel muerta de sus dedos como si nada. – Tiene mi teléfono.

– Ahora entiendo por qué no leíste mis mensajes. Intenté llamarte para decirte que varios fuimos a la casa de Kiba en Shimoda, por lo que no ibas a encontrarme en casa. – resumió con pereza en lo que se acomodaba en el sofá, apoyando el teléfono en un puñado de revistas encima de la mesa frente al mismo, al lado de Neji, quien miró al par de reojo con cierto hastío en lo que ojeaba una revista.

– ¿Por qué no se me invitó? – cuestionó Naruto sin mirar a la cámara, evitando devolverle la mirada a Shikamaru que se quedó extrañado ante la pregunta.

– Eso es algo que a mí no me corresponde. – contestó con pasividad el Nara rascándose la nuca y seguidamente apoyar los codos en la unión del muslo y rodilla. – Como ya te dije, estamos en casa de Kiba…

Naruto se mordió una uña en lo que asentía en silencio, estuvo por preguntar si Sasuke o Sakura estaban por ahí, pero la escueta respuesta con ese tono que reflejaba indiferencia para él, fue algo que no le gustó demasiado. Por lo que, sin decir nada más colgó la llamada sin antes despedirse.

Shikamaru se quedó algo estupefacto ante eso, pensando que la conexión se había cortado, aunque enseguida vio como el Uzumaki dejaba de estar conectado en la aplicación, lo que le hizo entender que tal vez estuviera molesto. Ante esto, el moreno de la coleta no hizo más que suspirar con fastidio.

– No es culpa tuya que Uzumaki decida tomarla contigo, te recuerdo que ni se ha molestado en disculparse con Kiba. – comentó Neji tirando la revista frente a él en el sofá, acaparando la atención del muchacho a su lado, solo ellos dos se encontraban en casa. Las chicas habían salido de compras y los demás las siguieron con intenciones de traer comida. – Mucho me temo que esta llamada ni siquiera fue para preguntarnos como estamos, así que no te lo tomes personalmente. Ni que fuera la primera vez que se le cruzan los cables.

Levantándose del sofá, el Hyuga no volteó la cabeza para voltear a ver al Nara, que se encontraba pensativo con lo que acababa de ocurrir. Si es cierto que el moreno tenía su punto de razón, él y Naruto habían estado hablando estos días. ¿La verdad? Es que le había visto triste. No obtuvo demasiada información, pero por la recién conversación que mantuvo con Sasuke y Kiba, no sería de extrañar que se debiera por tener el corazón roto. No obstante, no había visto a Sasuke hacer nada para impedir que viniera ni tampoco animarle a venir, lo que suponía que tal vez la pelea o discusión que pudieron haber tenido, pudo ser bastante grave. Pelearte con tu mejor amigo y que este se gane a la chica de la cual estás enamorado desde hace tiempo, debe doler…

No sabía qué opinar. No podía escoger bandos en realidad. Sakura siempre estuvo enamorada del Uchiha y este último siempre había estado atento con ella, más allá de lo que cualquiera podría definir como amistad. Quién sabe de cuanto Naruto se habría percatado, pero aun así, eso estaba fuera de su control. No iba a echarle en cara su actitud por ahora, debido a que seguramente habría colgado, tal cual dijo Neji, por verse aplazado.

– Qué problemático… – asimiló Shikamaru con fastidio en lo que plegaba los brazos detrás de su cabeza para finalmente apoyarse contra el respaldo del sofá.

– ¿El qué? – preguntó Temari acercándose a él, sentándose a su lado en el sofá, en lo que los demás se acercaban para dejar lo que habían traído de cena encima de la cocina.

Mirando por toda la habitación se dio cuenta de que cierta parejita no estaba con el grupo. Seguramente buscarían un rato a solas y se habrían escapado en algún momento dado.

– Cierto triángulo amoroso… – explicó Shikamaru mirando a su novia, que le miró extrañada. – Naruto, Sakura y Sasuke.

Temari apartó la mirada por un segundo pensativa hasta que finalmente negó con la cabeza sin estar de acuerdo.

– Eso no es un triángulo amoroso. – confirmó la Sabaku regresando su vista a su pareja, quien parecía estar atento a lo que decía. – Naruto nunca ha sido correspondido. Ese cariño, ese lazo que Sakura tiene con él, nunca llegará a ser amor.

Temari se apoyó de lado en el sofá con las piernas dobladas encima del mismo, mirando con una sonrisa amorosa a su pareja, el cual él no dudó en corresponder.

– Tú no conoces tanto a Naruto, cuando se le mete algo a la cabeza… Es poco probable que no consiga lo que se propone. Él, ya desde que comencé a pasar ratos con él y conocerle, ya era así. – razonó el Nara sin apartar la mirada de los bonitos ojos de su novia, quien hizo una mueca de que eso no asombraría a nadie. El rubio era conocido para gritar a los cuatro vientos todo lo que pensaba.

– Si Sakura quisiera a Naruto como algo más, ya estarían juntos desde hace tiempo. Cuando se tiene esa clase de amor por alguien, esos sentimientos no cambian ni desaparecen fácilmente. Así que dudo mucho, que de la nada ella empiece a ver a Naruto con otros ojos. – habló Temari apoyando el codo encima del respaldo del sofá para descansar su cabeza en la mano, sin poder evitar pensar "Con todo lo ocurrido" antes de seguir hablando. – Eso me lo contó ella una vez. Fue ahí cuando todas entendimos que seguía enamorada de Sasuke.

La pareja se quedó en silencio una vez dichas estas palabras, en lo que Shikamaru parecía disperso pensando en todo esto.

– Te olvidas de un detalle muy importante, Shikamaru… Y es que si Sakura no quiere estar con Naruto, no serán nada nunca, por más que él sufra por ello. – zanjó Temari con firmeza aunque sin borrar la tenue sonrisa de su rostro. – No pienso sentir lástima por un tipo que parece no rendirse o pasar página por algo así y tú tampoco deberías… Es un cuento viejo de nunca acabar.

– No lo hago… – negó Shikamaru, aunque su novia no hizo más que alzar las cejas escéptica, aunque eso no le impidió acercarse más al moreno, decidiendo acariciar por unos instantes su cabello, sujetado en su usual coleta alta.

– ¡Ei, segundo par de tortolitos…! Venid a pillar algo de cenar antes de que Chouji se lo zampe todo. – dijo Kiba sacando la cabeza por la puerta de su cocina.

Ante lo dicho, Temari fue la primera en levantarse de su asiento y enseguida tomó las manos del Nara para ayudarlo a hacerlo mismo para no tardar en dirigirse a la cocina, donde se encontraron al grupo abriendo toda la comida que habían traído en la mesa que había dentro de la habitación, Neji, Lee, Tenten y Chouji ya estaban sentados en su sillas. Parecía un buffet libre.

– ¿Cómo que segundo par, Inuzuka? – se quejó Temari en lo que tomaba una plato y palillos de la encimera junto al Nara, que no le importaba nada esa pulla, Kiba era así. – Te recuerdo que fuimos la primera pareja del grupo.

– Ya, pero no estáis tan uno encima del otro como Sasuke con Sakura ¿No los visteis en la playa? Es que solo faltaba ponerles un divisor o una cortina… A su lado sois una pareja terciaria de un drama escolar, la segunda evidentemente somos Tamaki y yo. – respondió el Inuzuka tan campante, la mayoría de los presentes en el aula no hicieron más que hacer una mueca ante tal tontería, aunque nadie dijo nada.

– Por cierto ¿Dónde están? – indagó Ino, sin saber del paradero de su mejor amiga y su novio.

– ¿Quiénes? – cuestionó Kiba volteando a mirar a la Yamanaka que no hizo más que rodar los ojos.

– Sakura y Sasuke… – recalcó Ino con hastío, lanzándole una aceituna al Inuzuka, la cual cayó en su regazo. Kiba no dudó en comerla en lo que se alzaba de hombros, sin conocer la respuesta.

– Les vi escabullirse antes de entrar al sendero de regreso a la casa… – comentó Chouji, dejando la mesa en silencio. Neji no pudo evitar suspirar mientras masticaba ante el tema de conversación. – Seguro querrían estar a solas…

– No me digas ¿En serio? – comentó con sarcasmo Kiba de una manera graciosa que hizo reír a la mayoría ante la obvia respuesta del Akimichi en lo que empezaban a cenar. Al parecer el dueño de Akamaru estaba en plan bromista.


Después de que Sasuke la llevara a cenar a una pizzería Italiana cerca de la costa, Sakura se volvió a ver sorprendida cuando el pelinegro la tomó de la mano de nuevo, sin decir nada para empezar a guiarla por la calle.

No se esperó que el Uchiha optara para que tuvieran una escapada del grupo. Estuvo entretenido observarlo tomar las riendas de esta improvisada cita. Comiendo un helado que compartieron los dos, sin querer queriendo, a ratos en un silencio cómodo y otros en los que ella hablaba y él escuchaba, terminaron por volver a llegar a la orilla de la playa.

El sol ya se había puesto hace bastante rato, empezando a crear un ambiente más agradable y fresco con el que estar a fuera. En un momento dado, una brisa hizo que, al estar justo al lado de la orilla con los pies dentro del agua, la piel de la Haruno se erizara, haciendo que tiritara un poco ante Sasuke.

Sin que ella se lo pidiera ni nada por el estilo, sintió como Sasuke le colocaba la sudadera que él llevaba puesta en lo que tosía algo incómodo avanzando unos cuantos pasos, algo que le hizo sonreír.

Llegaron a un parque infantil lejos de la orilla, sin pensarlo mucho, se instalaron en el columpio que tenía una gran plataforma redonda de color negra como zona de apoyo, estirándose ahí con sus piernas colgando después de jugar un poco en él, balanceándose un poco mientras miraban hacia el cielo estrellado.

– Ocurrió algo… ¿Verdad, Sakura? – dijo Sasuke sin apartar la mirada de donde estaba, sin poder evitar estirar su boca en una línea debido a una expresión de cierta molestia. – No sueles ser tan callada…

Cuando la susodicha volteó su cabeza hacia el Uchiha al segundo de escuchar su nombre, no pudo evitar que su mirada se apartara del perfil de este último, pasando a ver las olas llegar a la orilla en la noche.

– Ya conozco, cuando te aíslas en tus pensamientos, puede que hasta a propósito… – afirmó el pelinegro con reflexión volteando sus ojos para mirar a su novia, es algo que ya había visto antes, que conocía de antes. – Actúas como solía hacerlo yo en ese entonces… Aunque en ti, es algo mucho más obvio. No soy el único que se ha dado cuenta.

Sakura cerró los ojos ante la ola de sentimientos que le hicieron contener unas irremediables ganas de llorar. Tuve que pestañear rápido y tragar saliva con cierta dificultad. Era alucinante como cuando Sasuke conseguía acorralarla de esta manera sin que pareciera o se sintiera forzada. Hasta la fecha era la segunda persona que lograba que reaccionara de esta manera, la primera, Kakashi…

– A pesar de que querer que me lo cuentes, no pienso forzarte… – añadió el Uchiha, lo que se ganó la mirada jade de la Haruno de vuelta en la suya.

Sentir como él volvía a tomar su mano, fue como sentir una descarga de energía por todo su cuerpo, lo que hizo que por inercia ella sintiera la necesidad de devolver el gesto, dejando que sus dedos tocaran su mano. Su manera en común de buscar y dar apoyo. Sabía que él estaba siendo sincero.

Cuando la pelirrosa se levantó de golpe, Sasuke no pudo evitar quedarse sorprendido, aunque ella no fue demasiado lejos. Cuando se incorporó del columpio, la vio parada frente a él, dándole la espalda, viendo como una brisa hacía ondear varios mechones de su cabello y ropa ante la poca luz de la luna.

– ¿Qué pasa si no te lo puedo contar nunca, Sasuke? – comentó Sakura mirando la arena frente a sus pies con tristeza.

– Ya te dije que… – empezó el pelinegro, Sakura relajó un poco los hombros al reconocer que esa no era la pregunta que quería hacerle.

– Vale, pero que pasará después de que te lo cuente… – cuestionó con nerviosismo y algo de temor, para seguidamente morderse el labio inferior. Sincerarse no sería solo difícil para ella, pero escuchar lo que tenía que contar tal vez lo fuera para su novio. Para cualquiera. – Es…

– No cambiará nada. – prometió Sasuke con total sinceridad, bastante preocupado por la Haruno, aunque dudaba de acercarse, a ella por ahora. La notaba al borde del llanto, si se acercaba ahora sería probablemente el terremoto previo a un tsunami.

Ante esa respuesta, Sakura cerró los ojos para darse ánimos, suspirando intentando tranquilizarse un poco. No podía evitar sentirse insegura, a pesar de que él reafirmara que él nunca le mentiría.

– ¿Sabías que de pequeña, las niñas de mi clase me acosaban? Ya en la guardería, al ser bajita, tímida y sin autoestima, era una presa fácil. El típico ratón crédulo que a pesar de conocer lo que es una ratonera, aun así intenta comer el queso. Cuando llegó Ino, a pesar de un comienzo mejorar, no cambió nada. – comenzó Sakura imaginando todos esos recuerdos de su niñez con cierta amargura. – Ami y compañía se burlaban de mi cabello, de mi ropa, de mi aspecto en general… , pero la cosa no era para nada mejor en casa.

– Mi madre era lejos de ser una persona cariñosa, se pasó todos los años de mi vida… Odiándome. Demostrándomelo de varias formas. No supo ocultarlo, ni teniendo en frente lo que más deseaba en cierta forma. – dijo la Haruno en cierta manera impasible, eso era algo que ya había aceptado, aunque le escociera recordarlo. – Llegó al punto de admitirlo sabes… Que se arrepentía de haberme dejado existir, de tenerme. Estaba borracha, pero eso no cambia nada.

La mirada del pelinegro tembló con cierto asombro disimulado ante esa revelación, aun así no dijo nada.

– Por esa época, creía que en esa casa, la única persona segura para mí, era mi padre. Aunque él no hiciera nada para detenerla, o defenderme… Algún que otro rato con él merecía la pena, cuando me compraba animitsu, a pesar de yo decirle que yo quería dangos. Era la única cosa que sabía de mí o eso creía, … Nunca se acordaba. De todas formas, Los años fueron pasando, os conocí a ti y a Naruto mucho más, cuando no estaba con vosotros, iba con Ino… en cierto modo la escuela llegó a ser un lugar seguro para mí. A ratos… – añadió la pelirrosa arrugando el entrecejo y tensando las manos en puños.

– Mis problemas con Zaku y Dosu, empezaron poco después de que tú y Naruto pelearais con ellos por primera vez. No sé cómo fue toda esa historia, pero está claro que así parece ser… – habló Sakura con algo de incerteza, tampoco quería tenerlo claro. Ese detalle no importaba. Sasuke se acordaba vagamente de esa pelea. – Al principio ambos solo le seguían el rollo a Ami y demás… No se acercaban estando yo con vosotros dos o el resto. Aunque aún así obtenían sus maneras de hacer sentirme insegura… Algo que les gustaba. Era parte de su método de tortura.

Sasuke entonces no hizo más que morderse el labio con ira, apretando la goma de su asiento con ambas manos, pero no dijo nada. Se mantuvo en silencio.

– Luego empezaron las trampillas, los empujones, los encierros en el aula con ellos dos a solas… Yo era, tan tonta por caer. Tan burra, todas esas veces… – se recriminó a sí misma la pelirrosa, sin poder evitar sentir grima. – En esa época, tú tenías ya tus movidas con lo de tu hermano, las mentiras sobre la muerte de tus padres, la presencia de Madara en tu vida… Me era difícil acudir a ti en varias ocasiones, al igual que con Naruto, en ese entonces se os separaba porque siempre acabábais discutiendo o peor. Lo que en su momento era mi supuesto lugar seguro, dejó de serlo… pasó a ser, la pesadilla consecutiva al tormento de mi madre.

No pudo evitar negar con la cabeza ante esa confesión.

– Zaku y Dosu tienen sus reservas de acercarse a ti, a diferencia que con Naruto… Parecen respetarte, posiblemente, eso influya a que no tuvieran la cara de enfrentaros cara a cara cuando os secuestraron. Nunca actuaron así con Naruto… no temen acercársele para pelear. A fin de cuentas, eso es algo que Naruto siempre ha sido rápido en seguir la corriente. – explicó ella recordando los rostros de Sai y Naruto magullados. También se le vinieron a la mente algunos momentos en los que el rubio parecía querer saltar encima de alguien a la mínima. Sakura permaneció callada durante unos segundos antes de decidir volver a hablar. – Ya te lo dije no hace mucho, Sasuke…

– Antes de que tú te fueras de esa manera, mi padre ya me había abandonado, como un perro en medio de la autopista… – Admitió ella, dejando la primera lágrima caer por su mejilla. No la limpió, hacerlo implicaría delatarse.

El mencionado, no pudo evitar negar con la cabeza con mucho arrepentimiento, en lo que un vívido recuerdo se le venía a la mente.

"¡Fuiste tú el que cortó los lazos conmigo, Sasuke! TÚ TOMASTE ESA DECISIÓN Y TE ATREVES A NEGARLO… ¡Eres un imbécil, Sasuke! Peor que el idiota de Naruto, créeme. ¡Me dejaste, poco después de que mi padre se fuera! Te he necesitado conmigo en los peores momentos de mi vida, a pesar de entender que tú estabas pasando por algo más grave. "

"Siempre fui yo la que estaba por vosotros, no al revés. ¿Cómo va a ser eso interés?"

– En su momento, para mí, su desaparición no fue un abandono… Llegué a entender que él quisiera estar lejos de mi madre. Aunque sinceramente, estaba más preocupada por ti y por Naruto, hasta el punto en el que llegué a descuidar todo lo demás. – confesó ella sintiendo un golpe en el corazón que le hizo tener dificultad para pronunciar esas palabras. – Creí´que mi padre se había ido porque había descubierto las muchas veces que mi madre se iba con otros hombres a hoteles y derrochaba dinero en pachinkos. No fue hasta después de su suicidio, que me enteré de que mi madre me dio a luz solo para qué la aventura que tuvo con mi padre, a su vez casado y con una hija de meses… fuera descubierto por todos los que les conocían. Un plan para separarlos, con el fin de que él se quedara con ella. Aun así, mi padre al parecer, logró que su mujer le concediera otra oportunidad, pero debía dejarnos… No le costó nada decidir.

Ella me odiaba por no conseguir conmigo su cometido y mucho más, pero aun así nunca me dijo la verdad… – meditó con amargura la ojiverde.

El recuerdo de las miradas en casa de sus abuelos maternos en Atami, por parte de conocidos, familiares, amigos… no le importaban. Tener que descubrir a través de una charla a escondidas en el salón al lado de la cocina, la verdad… No fue gratificante. No tuvo apoyo por parte de nadie salvo Kakashi, que sin que ella se lo pidiera, se pasó recorriendo todo Atami hasta dar con su padre para que diera la cara y se presentara frente a ella.

No quería ni venir…

– Volviendo con ese par de imbéciles, contigo fuera de su vista, su acoso fue a peor. A pesar de llegar a no sobrepasarse, además de que yo no hiciera algo o se lo dijera a nadie por temor a que empeorara… No desaprovecharon el estado depresivo en el que entré, cuando Naruto se marchó para ir a donde te encontrabas, con Jiraiya. – dejó caer ella, cada vez más temerosa de que al voltearse pudiera encontrarse con un Sasuke con mirada de asco y repugnancia. Justo como ella a veces seguía sintiéndose.

– Después de que Ami decidiera burlarse de mí con una de sus bromas con algo de barro en un día lluvioso, tuve que ir a lavar mi camisa de uniforme a los vestidores del gimnasio. Tuve que quitármela para hacerlo bien. Dosu fue el primero que entró a la fuerza, seguido de Zaku… quien al verme, me tomaron fotos y vídeos sin camiseta, con los cuales iban a chantajearme. – soltó Sakura con pesadez, eso era algo que no le había contado ni a Kakashi. Aunque las chicas supieran del acoso con esos dos y a pedido de ella no se entrometieran y ni se atrevieran, ellas tampoco sabían de eso, pero ellas sospechaban algo. Eso estaba claro.

– Me hicieron pasarlo mal, diciendo que iban a colgarlo por internet. Se burlaban de mí cuando les preguntaba por qué me hacían esto ¿Su respuesta?... ¿Por qué no? – explicó ella con tristeza, a preguntas estúpidas, respuestas todavía más estúpidas. Preguntar obviedades sabiendo que el Abumi y el Kinuta hacían eso porque no obtenían castigo, lo era aún más.

– Hubo cierto día que me hicieron saltarme el último periodo de clase, en el que tuve que mentir, para ir a Akihabara… Ahí… – dijo Sakura con la voz quebrada, sin poder evitar sollozar. – Ahí, ellos…

En eso fue cuando Sasuke se levantó del columpio, tensando a Sakura, lo que lo hizo frenar. Se había movido bruscamente.

– Me dijeron que o lo hacía con ellos, o todas esas fotos irían a la red, que todo el mundo las llegaría a ver… – admitió ella volviendo a sollozar, sin poder evitar sentir asco consigo misma. – No me quedó otra que… pensarlo, pero al final no lo hice… y eso no sirvió de nada.

El vívido recuerdo de tener que volver a su casa, dónde no se sentía ni bienvenida, no la hizo sentir mejor. Miró de reojo hacia atrás al sentir los pasos de Sasuke acercarse a ella.

– Nada cambió o mejoró después, hasta que no me quedó más remedio que luchar de vuelta y defenderme la gran mayoría de veces por mi cuenta. Conseguí que Ami se mantuviera al margen conmigo a duras penas, al igual que con esos dos… Hasta que tú y Naruto volvisteis. – terminó ella decidiendo voltear a ver al pelinegro, aunque no alzó la vista a su rostro, solo se atrevió a mirarle los pies aparentemente dispersa. – El resto ya lo sabes.

Decidió omitir detalles como las veces que se acostó con chicos de manera estúpida para intentar eliminar la sensación de asco consigo misma, que enmascaraba con falsa seguridad que poco a poco fue volviéndose una coraza que la hacía verse impenetrable e inalcanzable, justo como ella quería.

Salvo con él… Sasuke…

La pregunta que le hizo antes quedó al aire, no se atrevía a repetirla. ¿Ahora qué…?

Antes de que pudiera decir otra cosa, Sakura se vio sorprendida cuando se dio cuenta de que Sasuke estaba detrás de ella, atreviéndose a colocar un collar con un colgante del símbolo de su apellido. El abanico de los Uchiha. Se quedó en silencio, sin saber que decir y a qué venía esto, observando la joya con detenimiento, la cadena y la parte trasera del símbolo eran de plata, a pesar de que el diseño era simple y nada extravagante, eso no le quitaba lo bonito que era, además de elegante. Estaba en buen estado.

Cuando Sasuke lo abrochó, dejando que el objeto quedara por encima de su melena, no pudo evitar sentirse intimidado de alguna forma, lo que le hizo rascarse el cuello debido a su nerviosismo.

– Le pertenecía a mi madre. – dijo él a pesar del estado en el que se encontraba. – Llevo todo el día buscando la manera y el momento para dártelo… Sé que parecerá un poco raro que lo haga ahora, pero…

Al no saber qué poner como excusa o explicación, el pelinegro no pudo evitar bufar debido a los nervios.

– Mi madre me contó que se lo obsequió mi padre, cuando tenían nuestra edad… Poco después de ella decirle que no le gustaba usar anillos, aunque no me dijo por qué mi padre se lo regaló. – admitió él sin poder evitar rascarse la nuca y pasar la yema de su dedo índice con la otra mano por el puente de su nariz, algo abochornado.

"Sentados en el pasillo exterior que daba al jardín de estilo japonés de su casa, Mikoto se encontraba acariciando la cabeza de su hijo menor con amor, mientras él se encontraba sentado en su regazo. Era primavera, por lo que el cerezo del patio estaba floreciendo.

Dejó que su hijo de seis años admirara su collar con paciencia entre sus manos, mirando fijamente la forma del Uchiwa rojo y blanco entre sus manitas, parecía que el regalo de su esposo de hace años había llamado la atención de Sasuke.

¿Qué es? – habló Sasuke con curiosidad, mirando con su boca abierta expectante de una manera demasiado adorable para su madre.

Es el significado de nuestro apellido. – explicó ella, aunque al parecer, su hijo no entendió. No podía culparlo. Tomando ese pequeño rostro frente a ella entre sus dos manos para juntar sus frentes, plantar un dulce beso en ella y finalmente tocar con el dedo índice, su pequeña aunque recta nariz. – No hay nadie que atesore más el amor que los Uchiha, recuerda eso, mi pequeño… Algún día, este collar será para ti. Para ese entonces, puede ya que sepas qué hacer con él.

Mikoto no pudo evitar reír cuando el Uchiha menor hizo una puchero gracioso aunque no menos adorable, aun sin moverse de su regazo, moviendo los pies de lado a lado en el parquet del pasillo. Pareciendo impaciente."

– Ella me dijo… – comenzó el pelinegro animándose a tomar la mano izquierda de la Haruno con lentitud. No se sorprendió cuando vio el rostro húmedo de ella una vez sé volteó, aunque eso no eliminó el dolor que le causaba verla de esa manera. Fue como esa vez en el hospital, tras ser operada de apendicitis. – Que nadie atesora más el amor que un Uchiha…

Sakura no pudo evitar ensanchar un poco los ojos cuando el pelinegro le dijo eso. No se lo esperaba, es como si hubiera perdido la habilidad de hablar y a su vez, su voz. Su cuerpo sufrió un corto espasmo al mismo tiempo que un par de lágrimas volvían a salir de sus exóticos ojos color jade. Aun así, dejó que el Uchiha se acercara a ella colocando una mano en una de sus mejillas, limpiando el rastro de la última lágrima.

– No llores. – dijo Sasuke mirándola fijamente, aunque no con firmeza ni nada por ese estilo. Controlando su ira hacia el Abumi y Kinuta, contra los padres de ella.

No puedo soportar verte así a causa de esos hijos de… – musitó mentalmente con rencor el pelinegro.

Al ver la expectante y ansiosa mirada de la pelirrosa en él, no hizo más que bajar la cabeza para plantar un cariñoso beso en sus labios, consiguiendo relajarla durante el mismo, atrayéndola contra él, envolviendo su cintura con su mano libre.

La pelirrosa no hizo nada para cortar el beso, ni se molestó en decirle que el amarre del pelinegro con ella la estaba apretando con fuerza, no podía evitar sentirse bien donde estaba. El aroma de él, las sensaciones que provocaba en ella… Todo, en ese instante era un necesario analgésico para aliviar todo ese peso que llevaba encima.

Quien diría que la manera en la que Sasuke pondría en palabras lo que sentía por ella, serían esas. No se quejaba, lo prefería así…


En un salón de estilo clásico bien elegante con toques modernos, Bekko se encontraba sirviéndose, con un mal humor evidente, una copa de ron que un subordinado le había obsequiado tras un viaje a Nicaragua en un vaso extravagante que su mujer había comprado como set, hace dos años.

– Nobu… – preguntó el Abumi moviendo el vaso en círculos observando el contenido de su copa con frialdad. El empleado dio un paso adelante al escuchar su nombre. – ¿Tienes idea de dónde está el idiota de mi hijo?

– No, señor. – respondió el hombre, el cual era el asistente de Bekko. No tenía más remedio que ir con la verdad por delante con su jefe, conociendo perfectamente el humor que gastaba. De tal palo tal astilla. Internamente, estaba harto, de tener que lidiar con el drama de esta familia. Sobre todo los que había entre padre e hijo.

Ante esa respuesta, que no le sorprendió en absoluto, el padre de Zaku tomó de un sorbo todo el contenido de su copa, soltando un sonoro suspiro nasal en lo que, los empleados presentes en la sala mantenían la cabeza gacha en el suelo, en lo que pcaminó hasta la enorme ovalada mesa de madera marrón oscura, tomar el comandamiento de la televisión para encenderla.

Según fuentes confiables, el hijo del diputado Bekko Abumi, Zaku de diecisiete años, fue detenido hace dos semanas por uso y adquisición de sustancias más ingesta de alcohol en un club junto a otros cinco menores. – dijo la presentadora de un programa de discusión de noticias de la actualidad, en lo que los otros presentes en el plató parecían estar decepcionados y francamente, molestos. – Miren, desde mi punto de vista, este es uno de los problemas de la sociedad actual. Sobre todo en la mayoría de jóvenes hoy en día.

En eso creo que realmente se equivoca Srta. Yoko, verá… Muchas veces la culpa no es solo de los jóvenes, sino de los padres, que ni se molestan en educarlos. – habló otra mujer sentada justo en frente a la presentadora, otros dos presentes asintieron ante lo dicho por ella. – ¿Acaso podrían asegurarnos todos los padres presentes, dónde se encuentran sus hijos?

En eso no quito los puntos de razón, pero ese muchacho, junto al resto que estaban con él… Están en su último año de secundaria. Lo que implica que ya deberían estar tomando decisiones como un adulto, que un menor de edad, actúe con esa comodidad en entornos así frecuentemente… Es un insulto sobre todo a sus padres, ya que viene de familia privilegiada. Los críos de esa edad, ya no son como nosotros antes. – pronunció uno de los hombres presentes en el debate.

Bekko apagó la televisión con mal humor y seguidamente lanzó el mando a distancia hacia el sofá con algo de violencia. Nobu no tuvo más remedio que morderse con los dientes el interior de su labio inferior.

– ¿Ves este desastre, Nobu? Lleva así durante días, en varios canales. – informó con enfado acercándose a su asistente de manera intimidante, defraudado por lo sucedido. – Eso probablemente se deba por tu incompetencia. Creí haberte especificado, que quiero a mi hijo a casa, vigilado y que no puede salir de aquí. ¿Así que dónde puñetas está?

– Su hijo intentó ser frenado por el portero, pero lo agredió de manera violenta, tuvo que ser tratado en urgencias. Tras lo ocurrido, no tardó en enviarme su carta de renuncia. – informó Nobu intentando ocultar que se sentía intimidado por la mirada fría del Abumi. Quería parecer profesional. – Le llamé, pero cuando usted me respondió, al ser tarde y encontrándose en Osaka… Dijo que me encargara personalmente. La liquidación que se le dio al finalizar su contrato, fue suficiente para comprar su silencio, para evitar divulgaciones de más. Su hijo no atiende al teléfono, no ha vuelto a casa, Kinuta tampoco contesta.

Bekko no hizo más que, hacer una mueca de exasperación, ante esa nueva información. Cansado de todo lo sucedido, decidió mirar su reloj, tenía que partir hacia su trabajo en breve.

– Encuéntralo, ¿Entendido? Asegúrate que vaya al instituto y que asista a clase, quiero que lo que queda de su último año de instituto acabe sin ningún tipo de problema con el involucrado. De todas formas debo hablar con Danzou. – mandó él en lo que pasaba por su lado, en lo que se iba, Nobu se inclinó hacia adelante al igual que el resto de empleados, a modo de despedida. – Procura que el Kinuta se mantenga alejado de él.


Terminando de pasar el gloss por sus labios para dejarlos en un tono que realzaba su color natural. Sakura pestañeó mientras se terminaba de acicalar en el espejo del ascensor de su edificio en lo que bajaba hasta la planta baja. Su mirada verde cayó entonces en el objeto que colgaba en su cuello.

El collar de la madre de Sasuke.

Todavía le costaba creer que lo llevara puesto, que se lo hubiera dado. Si él estuviera en su lugar no se lo daría a nadie, lo que lo hacía querer preservarlo y cuidarlo como si fuera un bien de los más preciados para ella. Al fin y al cabo, de alguna manera, era el primer regalo que el Uchiha le hacía. No quería quitárselo salvo en momentos clave, como cuando dormía o se duchaba en casa. Tomando el extremo de la pieza del Uchiwa, no pudo evitar moverlo un poco, observándolo con detenimiento complacida.

Desde que se le sinceró, algo había cambiado entre ella y Sasuke, se sentía más cerca de él que nunca antes. No había manera de describirlo de otra manera salvo que lo amaba todavía más o que sentía que su relación se había hecho más sólida.

¿Sentirá él lo mismo? – pensó Sakura volviendo en si dando una última ojeada a su reflejo en el espejo de su habitación.

Saliendo de sus pensamientos, con una última mirada en la que se acomodada su melena, esta vez algo ondulada, salió del ascensor sin demasiada prisa.

Las vacaciones habían terminado, lo que implicaba tener que retomar las clases. Durante el primer semestre, mucho había ocurrido. Varias cosas habían cambiado para mejor y para peor. Sentía que el siguiente no iba a dejar de ser igual, sino todo lo contrario. Era la dura realidad.

– Tal vez debería quedarme en casa hoy… – musitó para sí misma en lo que salía por la puerta de su edificio. Podía sentir como su vientre se retorcía, dejándola disconforme. Un mal presentimiento. Tal vez estuviera exagerando, reconocía que en parte esto era así por haber estado estos últimos días sin leer noticias ni investigar sobre Zaku y Dosu. Razón número uno por la que no quería i esperaba encontrárselos ahí.

Siempre que se encontraba de esta manera, algo ocurría que influía en su vida. Aunque ahora se sentía mejor al poder contar con Sasuke, Kakashi y sus amigos. Tendría que ver como iba todo hoy, sería lo mejor.

Suspiró con cierta añoranza, al sentir que el pelinegro no estaba ahí. Justo después de su viaje a Shimoda, tuvo que terminar con la mudanza a su nueva casa, o mejor dicho la antigua casa donde vivía antes con sus padres y hermano, junto a la familia de este último.

Estaba acostumbrada a sentir a Naruto ser escandaloso y compañía siguiéndole. Sobre todo las provocaciones que todo Uzumaki empezaba con su persona preferida para incordiar.

¿Sasuke y Naruto lo habrían solucionado? El primero no había querido entrar en detalle, solo le dijo que lo había hablado con él. No era estúpida. Era obvio que su amistad se había visto arrollada después de lo ocurrido, pero ¿Qué hacer?... Honestamente, no le apetecía nada tener que volver a encontrarse con Naruto. Todo había seguido igual, desde lo de la fiesta no lo había vuelto a ver, aunque escuchara cosas de él por aquí y allá por parte de los chicos… y aun así, por más que hubiera pasado página en cierta manera, seguía molesta. Años atrás tal vez lo habría dejado pasar, pero… No… Esta vez, no era igual.


A Karin no parecía importarle para nada, que los varios estudiantes reunidos por el patio delantero del instituto la miraran raro. Siguió andando con la cabeza gacha, intentando pasar desapercibida. No le sorprendía ser el objeto de la mayoría de las miradas. Su vestuario era cuestionable. No había empezado el frío y llevaba pantalones de gimnasia debajo de la falda y chaqueta a pesar de seguir en verano.

Sí, sentía que se moría de calor, pero algo le preocupaba mucho más que las posibles burlas de los demás. Si algo estaba claro, es que llevar ya tiempo lidiando con los constantes insultos de Suigetsu, sumando su actitud con ella recientemente, la había preparado ya por las consecuencias de sus actos, a pesar de que el Hozuki ya ni le hablara más que lo necesario solo para dejar escapar algún que otro chasquido de dientes con desdén, que le hacía sentir peor, pero bueno…

El Karma es P%#o… – reflexionó la pelirroja apretando el objeto saliente en el bolsillo de su chaqueta, embalado con la bolsa de cartón para que nadie pudiera ver lo que era.

Estaba nerviosa, asustada, cansada, amargada y sola. Se sentía incapaz de hablar con cualquier otra persona, es por eso que se había aislado.

Llegando al baño con prisas, ignorando la señal amarilla de piso resbaladizo, se adentró al cubículo más apartado de la puerta y cerró la puerta con pestillo. Sacando su botella de agua de un litro y no tardó empezar a tragar, en lo que apretaba con firmeza de nuevo el objeto en su bolsillo.


Sasuke se incorporó en el asiento de su bicicleta sin dejar de pedalear en ningún solo momento, en lo que se acomodaba de nuevo los auriculares en sus orejas en silencio. Había algo en la música metal que le ayudaba a liberarse sin tener que decir nada.

Estaba cabreado. Intentó no estarlo, por Sakura, pero no podía frenar que la ira se apoderase de él. Sabía que tenía que controlarse, aunque quien supiera como, que se lo dijera. Las ganas de reventarles la cabeza de un pisotón, no se iban.

Su hermano e Izumi le habían preguntado que le pasaba, ya que se pasó todo proceso que faltaba de la mudanza, callado. No se lo contaría, puede que su hermano supiera lo que esos dos le hicieron a la Haruno, pero no todo… Dudaba que eso fuera algo que su novia quisiera que todo el mundo estuviera en mente.

Llegando a una bajada que reconocía, volvió a agarrarse al manillar con ambas manos, sin aumentar la velocidad, dejó que su bici tomara impulso que usó para girar a la siguiente esquina y llegar hasta donde sabía que se encontraba su instituto.

No frenó cuando notó como Suigetsu, junto a Juugo, el cual estaba hablando con Lee y compañía le alzó la mano como saludo, Naruto también estaba con ellos, mirándole con seriedad. Los demás, salvo los dos primeros y el último, parecían no reconocerlo, llevando la capucha puesta de su otra sudadera de un tono gris más oscuro, a sabiendas de que la que solía usar la tenía la pelirrosa.

Yendo directamente hasta el parking de bicis, se bajó de la suya y la metió en un lugar vacío, sacando un enorme candado de metal que usó para proteger todas sus ruedas entre si. No se fiaba de nadie de la escuela, había aprendido la lección con su última bicicleta la cual solía prestar a Naruto y a Suigetsu.

En lo que cerraba su mochila de nuevo, no pudo evitar sentirse observado. No estaba equivocado, casi cada grupo que pasaba frente a él, junto a los que aún no se dignaban a entrar para cambiarse los zapatos, parecían estar hablando de él. Quien sabe por qué, aunque la verdad sea dicha, le importaba un comino.

Pasando de largo de tres chicas que parecían darle apoyo a una que tal vez quería hablarle, caminó hasta la puerta del instituto. Se apoyó en la barrera metálica roja que había en frente la puerta sin acercarse al grupo, mirando su teléfono con seriedad, en lo que respondía a un mensaje de Itachi escuetamente. Decidió ignorar las miradas de todos, hasta que notó como Juugo se le acercaba con Suigetsu. Lo raro es no ver a Karin con ellos, sabía vagamente que parecía haber drama entre los dos últimos, según Juugo. Aunque no quiso meterse de lleno en ello.

– ¿Qué tal? – saludó Juugo, quien con ver la sola mirada que se dedicó pelinegro, entendió que estaba de mal humor, por lo que decidió no presionar ni insistir.

– Joder, Sasuke… ¿Qué te ha puesto de mala leche ahora? – comentó con cierta burla de manera pasiva, conociendo de antaño lo que no le convenía hacer cuando el Uchiha estaba en ese plan. Como supuso, al igual que Juugo, no fue respondido.

De repente la atención pasó de él a otro lugar, con una sola mirada de reojo, tensó la mandíbula para a continuación voltearse a ver la carretera prácticamente libre de tráfico.

Zaku y Dosu acababan de hacer acto de presencia. Había visto las noticias, estaba al tanto que su hermano había tenido que lidiar con ese par en comisaría, aunque si preguntaba, su hermano lo más probable es que se abstuviera de explicarle todo lo que sabía. Al parecer todo el mundo, estaba al tanto de las movidas de ese par… y no había pasado desapercibido a los dos agentes de paisano que les controlaban. Eran colegas de su hermano, aunque no formaban parte de su círculo de amigos.

Volviendo a voltear su rostro, notó como Zaku y Dosu le miraban por alguna razón. Sonriendo con provocación como respuesta, aunque sin saber el motivo de su vistazo, eso pareció molestarles y de alguna manera intimidarlos. A pesar de todo, ese cruce no llegó a más cuando un adulto que les acompañaba, los tomó de los hombros con algo de fuerza para empujarlos a dentro del campus ante la mirada de todos.

La conocida cabellera rebelde de Naruto entró en su campo de visión, lo que le hizo voltear la cabeza ligeramente para mirarle de vuelta con frialdad. El Uzumaki se encontraba mirándolo serio, aunque no con postura enfadada.

Quiere decirme algo… – pensó Sasuke sin cambiar de expresión. No le había dirigido la palabra desde la otra vez, tenía algo de gracia que hubiera esperado hasta este punto para volver a hablarle.

– Hablemos. – dictaminó el rubio con una mano en el bolsillo de su pantalón de uniforme y la otra sujetando el asa de su mochila que colgaba de un hombro.

Sasuke miró a Suigetsu distraídamente en lo que alzaba una ceja por un milisegundo, como si se encontrara pensando algo de manera sarcástica. No le apetecía nada escuchar lo que pudiera tener que decirle, vendría ser la misma tirria de siempre.

– Tenemos que hablar, bastardo… – insistió Naruto sin eliminar la seriedad de su voz a la hora de pronunciar esas palabras. – Ahora.

Ignorando al Uzumaki, permaneciendo en silencio, asintió la cabeza como despedida hacia Juugo y a Suigetsu para finalmente empezar a caminar hasta la entrada, sin importar empujar al rubio mediante un choque de hombros, algo que lo irritó.

Ver al pelinegro pasar de largo, le hizo voltear de mal humor. Encontrando esa actitud de pacotilla enervante, decidió frenarlo colocando la mano en su hombro.

– Quítame… – siseó Sasuke en lo que se libraba del agarre con un movimiento violento sin hacer uso de sus manos, mirándolo de tal manera que logró intimidar al Uzumaki de una. Pocas veces le había visto así. – Las manos de encima…

Dicho esto, el Uchiha regresó la mirada al frente para finalmente atravesar las puertas del edificio, caminando hasta su casillero de zapatos. Dejando a Naruto ahí parado. El Hozuki no pudo evitar frenar a su lado, Juugo tenía un semblante incómodo. De Karin y Suigetsu, él era quien más conocía al pelinegro, por lo que intuía que algo había sucedido para que estuviera así. Seguramente se debía por Haruno, esto que acababa de ver, lo daba por hecho. Aun así no sabía del todo por qué.

– Siendo alguien que le conoce desde hace bastante… – comentó Suigetsu dando un sorbo de su cantimplora desde la pajita, justo después le dio una palmada en el medio de su espalda en lo que seguía al Uchiha junto a Juugo, volviendo a dejar atrás a Naruto. – Ya deberías saber que cuando está en ese plan, es mejor no hostigar ni buscarle las cosquillas…

Quedando ahí parado en medio del portal, no le quedó de otra que observar como el pelinegro giraba hacia una ala para finalmente subir, seguramente hasta su aula. Casi todo el mundo se le quedaba mirando por quién sabe qué razón, como era normal…

– Oi, Naruto… – habló Shikamaru llegando a donde él con Chouji, intentando llamarle la atención, encontrándose ignorado.

– Le guste o no, hablaremos… – musitó en voz alta, confundiendo tanto al Nara como al Akimichi, quienes se miraron entre sí sin saber para nada que decir. Siendo ellos los siguientes que se quedaron ahí como pasmarotes, observando al Uzumaki seguir por donde Sasuke parecía haberse ido.

– Hola. – dijo una voz femenina detrás de ellos. Chouji fue el primero en darse la vuelta, reconociendo a la rubia. La hermanastra de Sakura, la cual no recordaban el nombre.

Vestía el uniforme de su instituto, la pregunta se respondía por sí sola. ¿Haruno lo sabía? Quién sabe, esta mañana estaba siendo algo… problemática.

– ¿Erais los amigos de Naruto, verdad? ¿Os acordáis de mí? – saludó Shion con una sonrisa, pestañeando expectante como si quisiera presumir de sus ojos grises que parecían tener un tono violeta en ellos.

– Vámonos, Chouji… – dijo el moreno haciendo una mueca de hastío evitando que Chouji musitara cualquier respuesta, colocando una mano en la espalda de su mejor amigo para invitarle a ir a sus casilleros. Dejando a Shion con la palabra en la boca. Si se metían en medio, seguramente cierta pelirrosa estaría de muy mal humor.


– No… – musitó Karin alarmada mirando el objeto en sus manos.

No… No, no, no, no… Por favor, no… – pensó ella sentándose en el suelo del cubículo donde permanecía encerrada a propósito. Sintió como sus labios empezaban a temblar con miedo, asco, desesperación e incertidumbre.

No pudo evitar sollozar sonoramente, escondiendo su cabeza entre sus brazos cruzados encima de sus piernas cruzadas.

Positivo. Estaba embarazada. ¿Qué iba a hacer ahora? Sola, sin padres, ¿Qué le diría su madre de estar viva? De pronto le vinieron arcadas, hasta el punto de tener que levantar la tapa del retrete para soltar el poco contenido que había en su estómago de su pobre desayuno.

Saliendo de ahí, fue al lavabo a lavarse la cara. Se retiró las gafas para mojarse todo el rostro y hacer algo de gárgaras. Intentó relajarse mojando un poco su nuca y cuello, quizás traer tanta capa de ropa no era buena idea, pero no se sentía capaz de quitarse nada. No podía quitarse su jersey, porque entonces se verían las marcas en su piel. Sus cicatrices, si ella misma no podía verlas, el resto tampoco podrían.

La puerta del baño se abrió, este se cerró en un portazo. A la Uzumaki no le quedó más remedio que voltear la cabeza a ver quién era la persona que había entrado, en lo que se volvía a colocar las gafas. Un escalofrío le recorrió de pies a cabeza cuando vio a las dos chicas. Tayuya y Kin. Respectivas novias o quién sabe qué de los desgraciados de Abumi y Kinuta.

– Hiciste mal en venir al insti, cabrona de mierda… – musitó Tayuya con enfado avanzando hacia ella.

De no ser por sus reflejos rápidos, la pelirroja frente a ella ya la habría embestido como si estuvieran en un partido de rugby, pero volver a esconderse dentro del cubículo donde estaba antes.

Kin era rápida y logró abrir la puerta, aunque la Uzumaki no dudó en hacer fuerza para aplastar los dedos metidos en el extremo de la puerta, consiguiendo que la pelinegra se soltara pegando un alarido de dolor, pasando el pestillo rápidamente.

Sintió como Tayuya empezó a aporrear la puerta y a darle patadas a la misma con fuerza, logrando que esta se moviera. Hasta el punto de estar a punto de conseguir que el pestillo reventara.

– ¡SI NO SALES EN ESTE INSTANTE, TE JURO QUE TE HARÉ COMER MIERDA, PEDAZO DE ESTÚPIDA! – gritó Tayuya bien histérica en lo que daba una patada con más fuerza, escuchando a la pelirroja dentro chillar con miedo.

– ¿Qué hacéis? – preguntó Sakura mirando extrañada hacia el par de chicas aporreando una simple puerta, después de cruzarse de brazos y a su vez inclinando la cabeza.

– Métete en tus asuntos, idiota… Estamos ocupadas. – habló Kin volteando a mirarla con enfado, sujetándose la mano adolorida.

– Ocupada maltratando una pobre puerta, culpando al resto de las meteduras de pata de Zaku… Nunca aprendes ¿Nada nuevo verdad, Tayuya? Menuda sorpresa. – musitó con sarcasmo y burla la Haruno dando una ojeada por todo el cuarto, contemplando despreocupadamente el estuche de gafas abierto y vacío encima del extremo del lavabo.

– ¿Acaso buscas bronca con nosotras otra vez, Haruno? – amenazó Kin bien directa volteando a ver a la ojiverde junto a su amiga.

– ¿Por casualidad te estaba hablando a ti, Kin? La única razón por la que estás aquí es por qué en realidad siempre has estado enamorada del imbécil de Zaku… – afirmó con una expresión de burla hacia la pelinegra con un brazo en su cintura, la cual se quedó estupefacta al verse desesperadamente descubierta. – Pero como le tienes miedo a la reacción de tu "supuesta" amiga del alma… Te ayudas a ti misma fingiendo que te apiadas de su sufrimiento o que te gusta Dosu, cuando en verdad, estás aquí para saciar tus celos… Para culpar a alguien solo porque la atención que te dio el capullo de su novio o ex, lo que sea, durase apenas dos minutos…

Kin se quedó boqueando como un pez fuera del agua, viéndose intimidada cuando Tayuya volteó a verla, la pelirroja no pudo evitar creerse lo que la Haruno había dicho, conocía a su mejor amiga desde hace tiempo… o eso pensaba.

– ¿Te tiraste a Zaku? ¿Me está hablando en serio? – habló Tayuya manteniendo la mirada en Kin para seguidamente voltear a ver a Sakura, la cual se alzó de hombros y seguidamente alzó la otra mano para mirarse la manicura.

– Dudo que si se lo preguntas al imbécil de tu ex o lo que sea… Te lo niegue. – soltó Sakura como si nada. Todo el mundo sabe lo mucho que fardaba el pelinegro.

– Tayuya, no se por qué podrías tomarte en serio lo que esta loca te pueda decirte antes que a mí… – habló Kin sin poder ocultar su nerviosismo, observando como la pelirroja que la miraba chasqueaba la lengua.

– Zaku me la ha jugado ya varias veces, le conozco bien… – respondió la pelirroja amenazante, temblando de la ira sin apartar la vista de Kin. Cuando dio el primer paso hacia ella, alejándose del baño donde Karin se escondía, la pelinegra reculó dos.

Kin miró con desprecio y miedo a Sakura, quien solo la miró sin una pizca de arrepentimiento. Su cara se volvió roja de la vergüenza. Sabía que esto era como una venganza para la pelirrosa, en alguna que otra paliza de Zaku y Dosu, ella estuvo ahí controlando que no hubiera ningún fisgón, a veces incluso les avisaba de las veces que ella intentaba escaparse. Justo cuando recordaba la expresión de presa de su rostro, se vio a ella, en ese preciso instante, en la misma situación. Atrapada.

– De la misma manera que sé cuando estás mintiendo, de lo contrario… ¿Por qué reaccionarías así? Dímelo Kin. – musitó Tayuya, sintiéndose traicionada por su mejor amiga, la cual permanecía callada.

La primera bofetada no tardó en llegar.

– ¿Tienes la cara de llorar en mi cara, hija de perra? – cuestionó alzando la voz, hiperventilando intentando contener las lágrimas a diferencia de la pelinegra. – Mentirosa de mierda, traicionera, embustera… Estás acabada, Kin. ¡Totalmente acabada!

Arrancando la pulsera que una vez su amiga le regaló, lo estampó contra el suelo, para finalmente empujar a Kin violentamente, haciendo que cayera al suelo, enfrente el resto de cubículos vacíos.

Sakura se apartó un poco para observar como Tayuya se marchaba del baño, cerrando la puerta de un portazo, alzando las cejas sin poder encontrar lo sucedido decepcionante de alguna forma. No hace mucho ella vivió una escena similar con Hinata, pese no caerle bien Tayuya, la entendía.

Mirando al suelo, visualizó la pulsera que había tirado la pelirroja. Alzando la vista a la pelinegra que permanecía en el suelo de rodillas semi-incorporada que no apartaba la vista del objeto del suelo.

El recuerdo de Kin pateando su mochila, para apartarla de su camino, para subirse al conjunto de columnas vacías de construcción, como si se tratara de un obstáculo peligroso o asqueroso en medio de la calle o carretera, se le vino a la mente.

Karin por su parte, después de abrir intentando hacer el mínimo ruido, el pestillo de su cubículo, abrió algo la puerta. Viendo a la Haruno con una mirada fría, alternando su vista en la chica del suelo y algo que ella no podía distinguir por más que achinara la mirada.

Tomando aire en lo que volvía a alzar las cejas cuando Kin alzó la mirada para verla, no desaprovechó la oportunidad de patear la joya del suelo hacia un lado, lejos de donde la pelinegra se encontraba. Esta se rompió todavía más cuando chocó contra la pared de debajo los lavabos. Con una última mirada altiva, la cual Kin observó en silencio mientras sollozaba con el rostro empapado, Sakura pasó por encima de las piernas de la misma y se adentró a uno de los cubículos sin musitar nada, cerrando la puerta y pasando el pestillo.

La Uzumaki no pudo evitar relajarse y soltar un suspiro, cuando escuchó como Kin se levantaba del suelo y se marchaba de ahí sin más. Estaba a punto de salir cuando escuchó la voz de Sakura.

– ¿Por casualidad no tendrías una compresa para dejarme? – cuestionó la pelirrosa serena, con algo de disconformidad, a pesar de saber que no había nadie más que la chica escondida a baño de la otra esquina.

La pelirroja volvió a relajarse, mirando distraídamente la pared, hacia el sonido de la voz de Sakura. En cierta manera, a pesar de no haber congeniado, ella se había encargado de quitarle de encima a esas dos abusonas que esperaban el momento idóneo para abalanzarse sobre ella con el fin de hacerle quién sabe el qué. Había hecho el ridículo al intentar defenderse de Ino Yamanaka, amiga de Haruno y aunque no fuera la primera vez que se metía en problemas de este estilo, nunca había sido buena peleando. Por lo que en pocas palabras, le había salvado de una paliza, y en el peor de los casos, evitado que su recién descubierto estado… Saliera a la luz.

Abriendo la cremallera de su mochila, sacó una compresa para después recoger su estuche de las gafas tras salir del baño y seguidamente caminó hacia la única puerta del cubículo que permanecía cerrado. Se tuvo que agachar para mostrar los dedos de su mano y así ofrecerle el objeto.

– Gracias. – dijo Sakura tomándolo con lentitud. Empezando a escuchar los pasos de la desconocida hasta la puerta. – Si esas dos vinieron a por ti por culpa del capullo de Zaku, no te lo tomes en personal. Ninguna mujer irá a involucrarse con él por propia voluntad, salvo las que escasean de cerebro…

Karin no tuvo más remedio que voltear la cabeza ante esas palabras, quedándose ahí durante tan solo cinco segundos, para finalmente salir del baño con tristeza. Haruno podría decir lo que quisiera, pero ella no sabía por lo que había pasado, por lo que estaba pasando.


La última campana de inicio de clases sonó justo en el momento que la pelirrosa avanzó a pasos rápidos hasta su aula por el pasillo, llamó a la puerta, viendo a Kakashi mirar por la ventana de la puerta, indicándole que entrara.

Cuando abrió la puerta todas las miradas, cayeron en ella. Se vio confundida, su pupitre no estaba donde solía estar, se encontraba en medio de Sasuke y Naruto. Sasuke la miraba directamente, mientras que el rubio se puso más ansioso cuando colocó sus ojos verdes en él.

Haciendo una pequeña mueca de enfado hacia Kakashi, este solo le dedicó una sonrisa con los ojos cerrados como si lo que pudiera decirle no fuera a impedir nada. No tenía ninguna de sus amigas cerca, Ino estaba muy detrás, Tenten en la primera fila al lado de Neji, Temari por el medio al lado de Hinata. Esta última agachó la mirada nada más verla.

– Toma asiento, Sakura. – dijo el Hatake como si nada detrás de su mesa de trabajo, obligando a la susodicha empezar a caminar hasta su nuevo sitio con lentitud. Pasando por delante de él, se le dio varios folletos de los nuevos cambios en el instituto.

Varios susurros se pudieron escuchar, por parte de chicas que no habían pasado desapercibido el detalle de que la Haruno vestía una sudadera algo más grande para ella, una ya antes vista en el Uchiha. Lo que les hizo ponerse en marcha para escribir en su teléfono.

Cuando se sacó la sudadera de su novio, Sakura colocó toda su melena encima de un solo hombro. En lo que tomaba asiento después de dejar la prenda encima de la silla cuidadosamente, miró hacia Sasuke quien parecía tener una diminuta sonrisa de complacencia. Ella no lo sabía, pero le había gustado ver que seguía llevando el collar que le obsequió en Shimoda.

Ella tampoco pudo evitar sonreír con algo de timidez, ante su complicidad e intimidad. Aunque Sasuke enseguida regresó la vista hacia Kakashi. Sakura, en cambio, sintiéndose observada, volteó su rostro descubriendo la fija mirada del Uzumaki en ella. Lo que la dejó incómoda. En lo que volvía a tomar aire y tragaba saliva, regresó su vista al frente, terminando de prepararse para la asignatura que instruía Kakashi.

– Por si no os habéis percatado, salvo los que estuvisteis durante las clases de verano aquí, han cambiado muchas cosas dentro y fuera de la institución. – remarcó Kakashi empezando a caminar entre las filas de pupitres. Haciendo recordar a todos que el jardín delantero ahora estaba más decorado con flores aparte de arbustos y se le había instalado una fuente en la entrada del campus. El interior también parecía haber sufrido una nueva capa de pintura, aportando más luminosidad en los pasillos y las aulas. En estas, no solo había pizarra verde, además de eso se encontraba un proyector. El cual solo se encontraba en los laboratorios de ciencias. – El gimnasio también tenido mejoras…

– No os preocupéis, todos los clubes han tenido más material. – añadió el profesor al escuchar quejas por parte de algunos alumnos, disconformes de que cualquier extracurricular de deportes obtuviera más fondos que otros para materiales nuevos.

– ¿Por qué tanto cambio profesor Kakashi? – preguntó una alumna con curiosidad.

– Esto se debe a que desde hace semanas, el director Hiruzen cedió el puesto a otra persona. En algún momento dado la conoceréis y espero que no sea por meteros en líos ¿Me escucháis, Sasuke, Naruto? – comentó Kakashi mirando hacia los dos muchachos en lo que se escuchaban algunas risas de fondo. Sasuke volteó los ojos mientras Naruto agachaba la cabeza ante esa llamada de atención. – No será tan benevolente como lo era Sarutobi, ya os lo digo desde ahora.

– También hay nuevas normas y se modificaron algunas antiguas, lo tenéis todo en los folios que se os dio. – dijo el Hatake sin entrar a detalle a las mismas, siendo interrumpido por unos golpes a la puerta. Se trataba de Shizune.

– ¿Profesor Hatake? Han llegado los nuevos alumnos. – dejó saber la jefa de estudios, una vez ingresó a la habitación, saludando a los alumnos con amabilidad. Pasando a sonrojarse al acercarse con Kakashi, quien asintió con pasividad sin voltear a verla, quien disimuló su puchero al ver que ni se percataba de que se había cortado el cabello. Sakura no tardó en darse cuenta de como la mujer pestañeaba con una sonrisa coqueta.

– Murasaki y Asaya se han trasladado de instituto, chicos, los que no lo sabían… Bueno, ahora sí. Debido a eso, tenemos dos nuevos estudiantes. – Kakashi miró a Sakura con disconformidad además de seriedad, lo que le brindó de nuevo el mismo sentimiento de antes a la Haruno. Shizune no tardó en acercarse a la puerta, para invitar a que los chicos de a fuera entrasen.

Hinata apartó la mirada después de ver a Toneri ingresar al aula, mientras que Sakura no podía evitar hacer una mueca de sorpresa, evidenciando su desagrado en cierto modo, al ver a Shion entrar y colocarse al lado de Toneri. Este la miró alzando una ceja, cuando sin querer, su enorme mochila de marca, chocó contra su cuerpo y ella no se dio cuenta ni se disculpó.

La rubia sonrió y pegó un leve botecito intentando parecer adorable cuando descubrió a Naruto entre los estudiantes, quien acaparó la atención del mismo durante unos segundos, para rápidamente volver a mirar a Sakura. Siguiendo el hilo de la vista de este último, saludó notoriamente a la Haruno, la cual permaneció inmóvil.

Sakura volteó a mirar a Kakashi esperando una explicación ante el panorama, pero este parecía que lo que hubiera apuntado en su cuaderno y su agenda era más importante.

Shizune se fue despidiéndose de todos y de Kakashi. En lo que Sasuke y quienes sabían quién era Shion, miraban a la pelirrosa esperando su reacción.

– Usted primero, díganos su nombre, y comente algo que le guste. – indicó el profesor mirando al albino con despreocupación.

– Mi nombre es Toneri Otsutsuki, vengo de vivir de Suecia y me gustan las artes marciales y la equitación. – explicó él hasta que su mirada cayó en Hinata, quien no le prestaba atención, decidiendo acaparar su atención no dudó en añadir más detalles. – También soy el novio y prometido de Hinata Hyuga.

El bufido de risa de Neji en lo que la gran mayoría de cabezas pasaban a mirar a la pelinegra se pudo escuchar. Evidentemente, no faltaron los susurros y la Hyuga no tuvo más remedio que agachar más la cabeza en lo que su cabello escondía su rostro, disgustada al ver la mirada fría que Naruto le dedicó durante unos instantes.

– Toma asiento al lado de Hyuga, ya que os conocéis, te vendrá bien para integrarte. – mandó Kakashi señalando el pupitre vacío. Cuando el Otsutsuki empezó a andar varias chicas no dudaron en seguirlo con la mirada, su aire misterioso era interesante.

Cuando Shion vio que el profesor pasaba a mirarla, con iniciativa colocó las manos en su espalda.

– Hola a todos, Encantada de conoceros. Mi nombre es Shion Fuji, vengo de Atami. Mis padres son Ume y Kizashi Fuji, tengo un hermano menor que se llama Sakumo… De cuatro años y Sakura es mi hermana ¡Hola! – dichas estas palabras, Sakura volvió a tomar aire, esta vez con cierta dificultad, apartó la mirada de la rubia tapándose el rostro con una mano mientras ignoraba todas las miradas que recaían en ella.

Esto es una broma de mal gusto… – pensó la pelirrosa más que incómoda con la situación.

– Bueno, más allá de eso, me encanta la música y bailar, hacía ballet en mi antiguo instituto, practico la ceremonia del té, a decir verdad tengo muchos hobbies. Espero poder llevarme bien con todos y …. – prosiguió la Fuji con una sonrisa bien alegre.

– Ya, bueno… ¿Por qué no vas a sentarte en ese asiento de ahí? Ya tendrás tiempo de que los demás te conozcan durante el descanso. – comentó Kakashi invitando a Shion a irse donde se le decía, quien se le quedó viendo en silencio algo confusa, aunque obedeciendo las instrucciones. – Lo lamento, pero tengo que empezar con la lección.

Una vez Shion se sentó, Kakashi suspiró con algo de estrés. Fue entonces que no tardó en darse cuenta de que los nuevos estudiantes no tenían los libros de la asignatura. Sabía que la muchacha, o mejor dicho Shion, por más que ser la hija de Kizashi… tenía que hacer su trabajo. Ahora era su alumna, por más que Sakura fuera para él, la suya, ella entendería que hacía esto como deber.

– Dígame Srta. Fuji… – dijo él cerrando el libro de golpe en lo que sus alumnos le observaban. Shion alzó la vista de su pequeño espejo al escuchar su apellido. – ¿Cree usted que la filosofía sirve para algo?...

La rubia se quedó indecisa sobre qué responder, y al no tener el libro, no sabía qué responder.

– No es una pregunta teórica, desearía que dijera su opinión al respecto… – animó Kakashi apoyándose en el extremo de su mesa tras regresar a él.

– ¿No? – respondió ella insegura.

– ¿Me lo preguntas o me lo dices? ¿Si o no? Sé convincente… Pensad todos en la respuesta. – obligó el profesor dejando a sus alumnos en silencio, Shion se quedó callada desde entonces.

– ¿Alguno de ustedes ha escuchado y además entiende la frase hecha "Filosofía de vida"? No sean tímidos, los que participen tendrán décimas en el próximo examen de la asignatura, de verdad… – habló Kakashi cruzándose de brazos, alzando la cabeza para decidir quién llamar. – ¿Lee?

– ¿Se refiere a los diferentes estilos de comportarse de una persona? – habló el pelinegro igual de confundido que el resto, el temario que debían empezar no era ese, según el libro.

– Más o menos, pero lo acepto. – respondió el Hatake, con una sonrisa hacia su alumno. – En la filosofía de vida entran valores, principios, ideas que mantienen la forma de vivir de alguien. Así que, repitiendo la pregunta, ¿Creen que la filosofía sirve para algo?

– ¿Sr. Otsutsuki? ¿Qué me dice? – indagó Kakashi, en lo que varias cabezas de alumnos volteaban a verle al igual que a Hinata.

– La filosofía sirve para pensar… – respondió él a secas, sin entrar en detalles.

– Demasiado conciso, pero correcto. No se equivoca… la cuestión es ¿Pensar el qué? – habló Kakashi incorporándose de nuevo. – Miren muchachos, antes de arrancar a la vida y los teoremas de cualquier otro filósofo, me interesa hacerles ver algo… Lo creo conveniente porque a algunos, os veo perdidos. La sociedad o el sistema educativo no os dice que penséis, sino que seáis obedientes al último, aunque dejándoos rango para decidir ciertos aspectos sobre uno mismo.

– ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? – Echando una ojeada con algo de diversión a la Haruno, ya la vio tomando apuntes bien concentrada. – Deberían apuntar esto, tal vez salga en el examen.

– La filosofía, sirve para reflexionar sobre las personas, el día a día… Para comprendernos y entender lo que se cree conocer de diferentes maneras. No todo el mundo creerá que tu filosofía de vida es la idónea, por eso hay diferentes filosofías y tantos filósofos. – emprendió el profesor, sin poder evitar sonreír satisfactoriamente cuando casi todos sus alumnos corrían a abrir su cuaderno para apuntar lo que decía. – Ahí van vuestros deberes… Como hay gente nueva y me siento con pocas ganas de empezar lo que sigue en el libro, Quiero al menos cinco páginas de su cuaderno en las que me cuenten ustedes mismos su respuesta a esas tres preguntas.

Yendo a la pizarra para escribir a lo que se refería. En caso de que hubiera alguno que no se acordara.

– Empiecen ahora, en silencio. – encomendó el profesor rascándose una ceja pensativo, a veces se metía tanto en la filosofía que él mismo empezaba a hacer los deberes que el mismo daba a sus alumnos.

Su cabeza no podía evitar que rondara en muchas imágenes que tenía con Rin. ¿La realidad? Iba a ser padre, él, sin tener idea de lo que eso engloba porque no se le había cruzado por la cabeza, nunca. Ser profesor no era ser padre, y él, no había tenido una buena figura paterna con la que guiarse. ¿A dónde iría, entonces? ¿Qué camino seguir?...


– Venga Ino, anímate… Un notable bajo, no es mala nota. – animó Tenten en lo que daba un sorbo de su envase de zumo. La Yamanaka no hizo más que ignorarla, prosiguiendo con el puchero de su nota final de historia del primer trimestre.

Una risita divertida se le escapó cuando la última apoyó su cabeza encima de su mesa del segundo piso de la cafetería.

– Me trabajé mucho ese trabajo de investigación, para que solo me subiera la nota dos míseros puntos… Se acabó, Asuma ya no es mi profesor favorito. Es Kurenai. – zanjó ella medio dolida en plan dramático por su nota de historia.

– Te puso un suficiente justo en Lengua inglesa. – añadió la Ama, escondiendo sus labios en lo que decía esas palabras, observando como la rubia de pelo largo se levantaba con una mueca, para enseguida empezar a pellizcar su brazo en modo de broma, ambas no tardaron en empezar a jugar entre ellas, mediante pellizcos y cosquillas. Sacando la verdadera risa de la Ama cuando colocó los dedos en su cuello.

– No me estás ayudando, Tenten… – avisó Ino, intentando esconder su diversión cuando lo hacía, sin lograrlo.

– ¿Cuál es la obsesiva necesidad de los profesores en meter deberes justo al primer día de vuelta a clases? – puntualizó Kiba tomando asiento al lado de Ino tan campante, interrumpiendo en la conversación, sin esperar a morder su bocadillo recién comprado.

– ¿No hay mesas abajo, Kiba? – comentó la Yamanaka volteando a ver al castaño con una leve mueca que fue imitada por el Inuzuka.

– Comiste y dormiste en mi casa de Shimoda gratis cuatro noches y cinco días, Ino… Intenta ser más maja, guapa. – respondió Kiba con una sonrisa forzada y a la vez cómica, en lo que la rubia rodaba los ojos y negaba con la cabeza, es como si estos días esta fuera su única excusa. – Es como si todo el mundo hubiera decidido querer comer en la cafetería hoy…

– Eso es porque a todos les gusta el estofado de Oda… – dijo Chouji haciéndose espacio en la mesa para dejar su bandeja hasta arriba de comida, seguido por Shikamaru y compañía.

– Eso o por qué está el novio de Hinata creando tumulto de chicas a dónde va… – corrigió el Nara tomando asiento al lado de Temari, quien le sonrió y bajo la mesa se tomaron de la mano.

– ¿Os dijo que tenía novio? Primera vez que lo escucho… – cuestionó Kiba.

– No nos hablamos con ella desde lo ocurrido en tu fiesta. – informó Tenten golpeando la superficie de la mesa con el dedo índice.

– Llevan comprometidos oficialmente desde el día previo al festival. Se trata de un matrimonio a conveniencia. – habló Neji apareciendo de la nada, trajinando consigo medio bocadillo medio tapado con papel de aluminio. No tardó en sentarse al lado de Tenten.

– ¿Cómo es que no nos lo dijiste? – preguntó la castaña extrañada, en lo que el Hyuga simplemente se alzó de hombros.

– Pensé que seríais las siguientes en enteraros, no es algo que me corresponda a mí deciros. – explicó Neji con seriedad mirando su almuerzo despreocupadamente. – Además, ya llevo tiempo sin llevarme demasiado bien con ella. Si no lo hice, en parte se debe a que hasta no hace mucho, erais uña y carne… Probablemente, os lo diría cuando lo creyera conveniente.

– ¿Podemos no hablar sobre ella? Ya bastante mal me siento al ponerme de su lado no hace mucho, viendo después su forma de hablarle a Sakura. – comentó Ino con molestia, en lo que tomaba su envase de plástico para meter la pajita en su boca y dar un sorbo de su zumo de naranja.

– Hinata siempre ha sido así con lo que se refiere a Naruto. – comentó Shino, apareciendo de la nada, asustando a Kiba, Ino, Chouji y a Shikamaru.

– ¡Joder, Shino! ¡Te he dicho millones de veces que no hagas eso! – dijo el Inuzuka alzando la voz, su amigo se quedó impasible ante esa reclamación.

– De todos modos, lo dicho… Dejemos el tema de Hinata, a no ser que queráis escucharme despotricar sobre ella ¿De acuerdo? – habló Ino con cara seria, mirando como la susodicha les observaba desde el piso de abajo en la mesa junto a Toneri. – Está bien acompañada.

Todo el grupo presente, no tardó en imitar a Ino volteando el rostro, moviéndose para observar a la prima de Neji y a Toneri.

– ¿Quién es el pálido moñas de su prometido? – cuestionó Kiba con aburrimiento para Neji.

– El sobrino de una antigua socia de mi tío, Toneri lleva toda la vida viviendo en Suecia hasta que cumplió los dieciocho. – respondió él.

– Uhuh, que no sabes nada de él ¿A que no? – dijo el Inuzuka con cierto tono de burla.

– No. – afirmó Neji pegando otro mordisco a su bocadillo tan campante, consiguiendo que Kiba ensanchara la sonrisa. – ¿Dónde está Lee?

– Creo que con Juugo. – dijo Chouji con la boca llena de comida.

– ¿Ino, fuiste tú la que colgó fotos de Sakura y Sasuke en el foro del instituto? – preguntó Temari confundida ante el post que acababa de ver. Salían unas fotos de la pareja besándose en las rocas de la playa de Shirahama.

– ¿Qué? No… ¿Por qué? – respondió ella algo confundida, ante la respuesta, la Sabaku le tendió su móvil, para que entendiera lo que estaba diciéndole. Justo en este instante el tema de conversación cambió y poco a poco el ambiente se fue volviendo más preocupante.

– Pero qué… – dijo Ino sorprendida y molesta al mismo tiempo. – ¿Kiba, fuiste tú?

– ¿Ah? – respondió el confundido masticando un puñado de patatas de bolsa. – ¿Qué?

El problema del foro, es que no se podía saber quién colgaba el qué. Los estudiantes iban con códigos y los usuarios, era prácticamente letras y números aleatorios que no se podían modificar.

– No tiene sentido que haya sido él, Ino. Cuando esos dos estaban ahí él estaba distraído con Akamaru y Shiro. – recordó Shikamaru con fastidio de manera pasiva. – No fue nadie de nosotros, las fotos parecen ser hechas desde otro ángulo de dónde nos encontrábamos todos. ¿Me escuchas?

No fue respondido, Ino se encontraba distraída leyendo el post y los comentarios del foro. Había más de cien comentarios. La gran mayoría de gente que alucinaba por verlos besándose frente al público, chicas celosas, chicos también… Comentarios que se dedicaban a esparcir rumores de los dos.

– ¿Lo habrá visto Sakura? – preguntó Tenten mirando el post desde su propio teléfono, Chouji también se encontraba mirándolo desde el suyo, al igual que Shino. Ninguno se percató de las dos cabelleras rubias que se acercaban a la mesa.

– Ei, chicos… – saludó Naruto como si nada, llegando acompañado de Shion, acaparando la atención del grupo los que tenían su teléfono en la mano no tardaron en esconderlo sin abrir la boca. Cuando Ino vio a la rubia, no pudo evitar arrugar la nariz incómoda para seguidamente voltear la cabeza de nuevo hacia la mesa.

Shino, Kiba y Neji permanecieron en silencio, junto a las chicas. Quienes salvo la Yamanaka, observaban fijamente y claramente incómodas a la Fuji. La única persona que se atrevió a responder al Uzumaki fue Chouji, con un corto – Hola –, de lo más raro.

– ¿Qué contáis? – habló Naruto, mirando a los presentes, sin darse cuenta de que reinaba un silencio incómodo y que él era básicamente el causante. Sin restar la presencia de la chica que la acompañaba. Tardó un poco, pero cayó en cuenta de que parecía haber cortado el rollo.

– Estábamos diciendo que no hay sitio para nadie más en esta mesa… – comentó la Yamanaka con cierto rintintín. Sacudiendo la cabeza de lado a lado brevemente en lo que decía esas palabras. – ¡Au, Tenten!

– Fui yo, Nono. – aclaró Temari, había sido ella la que le había pateado la pierna para evitar que su amiga hablara de más. Tenten no hizo más que ocultar una sonrisa ante eso, a pesar de la situación.

Naruto se quedó viendo como el grupo parecía reacio a juntarse con él, sobre todo estando Kiba, Shino y Neji, además de las amigas de Sakura. Intentó olvidar y no reprocharles el hecho de no haber sido invitado por nadie en su viaje a la playa, a su vez que nadie salvo Sai, Chouji y Shikamaru se dignaran en responderle no solo en cuando a mensajes privados, sino en redes sociales.

– ¿Han visto a Sasuke? – indagó Naruto decidiendo no evidenciar su molestia, por más difícil que resultara. Temari respondió por las chicas negando con la cabeza sin mirar al rubio jugando con sus propias manos, con la espalda apoyada en el respaldo de su silla, sintiendo el brazo de su novio por el borde de la misma.

– No, no lo hemos visto por aquí. Tal vez esté con Hozuki por algún lado. – comentó el Nara mirando con aparente tranquilo al Uzumaki, el cual asintió en silencio.

– Está con Sakura, les vi dirigirse al gimnasio antes de encontrarme contigo y pedirte que me acompañaras a la cafetería… – Naruto volteó a ver a Shion con semblante serio, dejándola confusa, una vez vio que su faz cambiaba de expresión simplemente sería a una de ira. – ¿Naruto? ¡Espera! ¡¿A dónde vas?!

– Oh, no… – dijo el Nara viendo como el Uzumaki se marchaba prácticamente corriendo hacia donde la hermanastra de Sakura había dicho. Los chicos se levantaron alarmados, cayendo en cuenta de lo que eso podía significar, a pesar de estar algo acostumbrados a las discusiones de ese par, además de peleas… La Haruno estaba con el Uchiha y no debían olvidar la escena que montó en casa de Kiba a pesar de estar borracho.

Shikamaru corrió detrás del rubio, quien nunca había hecho tanto escándalo llamando a alguien. Prácticamente, todos salvo Neji, corrieron a seguirlos, este se quedó mirando como sus compañeros de clase y amigos, salían por la puerta como si se les fuera la vida, hasta que finalmente decidió no ir. No tardó en darse cuenta de que Shino tampoco había seguido al resto. Sin decir nada, cada uno se fue por su lado dejando a Shion ahí en medio con su almuerzo, hasta que finalmente apretó con enfado el agarre de las asas de su fiambrera de color violeta pastel.


Sakura pasó del tumulto de personas que parecieron rodear la mesa de Toneri y de Shion, para indagar más detalles sobre ellos, además de ignorar las miradas de sus amigos y resto de estudiantes que ya sabía que hablaban de ella. Sí, había visto el post del foro, pero le importaba demasiado poco.

Siendo las primeras en salir, decidió tomar su almuerzo y desaparecer de ahí, antes de que nadie se apareciera a indagar sobre su relación con Sasuke o peor, sobre su medio hermana.

Se sentó bajo la sombra del manzano, su lugar predilecto de siempre, cuando quería comer fuera en vez de la cafetería, aprovechando que en el patio solo había cuatro gatos, se dispuso a comer su ensalada de arroz y atún con molestia y enfado, clavando el tenedor con fuerza en cada porción.

Una manzana cayó a su lado en el suelo. Alzando la vista, se dio cuenta de que justo ahí estaba el mismo gato negro de siempre que había dado de comer alguna que otra vez. El cual se acomodaba encima de sus patas en la gruesa rama del árbol tan campante, observándola con curiosidad.

– ¿Qué es lo que miras? – le dijo la pelirrosa al minino, que simplemente pestañeó, en lo que movía solo la punta de su cola. Todo el mundo parecía tener algo con lo que hablar de ella. Estaba a punto de creer que era el tema preferido de los estudiantes para todo este curso.

– ¿A quién le dices eso? – preguntó algo confundido Sasuke, también algo cansado de ser parcialmente el centro de muchas miradas al igual que la Haruno. De pronto, una manzana cayó justo en su cabeza, causándole un poco de daño. Rascándose la zona adolorida, fue entonces que observó como el gato que ya había visto con la pelirrosa ese día en la azotea, bajaba del árbol, para finalmente acercarse a Sakura, quien ya parecía comprender a lo que venía. El felino no tuvo miedo de acercársele en lo que ella le tendía algo de arroz cocido encima de una servilleta limpia. – Estúpida bola de pulgas…

– ¿Qué te ha hecho esta preciosidad para que le insultes de tal forma? – cuestionó Sakura acariciando al gato , quien no tardó en empezar a ronronear en lo que engullía rápidamente parte del almuerzo de la ojiverde, dejándose agarrar por ella, disfrutando de las carantoñas ante la atenta mirada del pelinegro, quien terminó por sentarse a su lado. – Pobrecito…

– ¿Todo bien? – preguntó el Uchiha arrancando algo de césped y jugueteando con él con sus dos manos, con un codo apoyado en su rodilla alzada.

– Sí, solo que ha sido una mañana rara y llena de sorpresas. ¿Viste las fotos del foro? – quiso saber Sakura aún con el animal en brazos volteando a ver al Uchiha, el cual asintió.

– Suigetsu me las mostró en el pasillo. – respondió él mirando al frente.

– Así que todo el mundo las ha visto… – valoró la pelirrosa con fastidio dejando el felino en el suelo de nuevo. ¿Acaso sus asuntos eran tan importantes que debían ser considerados como los de una revista de prensa corazón? Quien diría que la cutre página web de su instituto, se volviera popular de la nada por algo así. Después de tragar la poca comida que faltaba de su almuerzo, algo se le vino a la mente. – Ahora entiendo por qué te fastidiaba tanto la atención que recibías hace tiempo…

Justo en ese instante, la pareja vio como un grupo de chicas sentadas en un banco no muy lejano se encontraban mirándoles con curiosidad. Sin esconder sus susurros, lanzando alguna que otra mirada fea hacia la Haruno.

Sasuke reflexionó en todos esos momentos en los que encontraba los escandalosos gritos que casi todas las chicas podían hacer con solo verlo, por lo que usualmente se las ingeniaba por buscarse escondrijos en los que nadie se diera cuenta de dónde estaba para dejar de escucharlas, ya desde bien pequeño. Eso es lo que necesitaban ahora mismo, un escondite.

Levantándose del césped, Sakura se vio obligada a mirar al pelinegro, el cual por cierto le ocultaba que el sol le diera en toda la cara. Sin saber qué decir cuando él le tendió la mano, ante la atenta mirada del mismo grupo de chicas y demás. – Ven.

Tomándole la mano para ayudarla a levantarla después de que ella guardara su tupper en su bolsa, la guio hasta el gimnasio, sin darle nada de importancia a todas esas miradas. Ahí se encontraron a Izumo y a Kotetsu. El primero les dijo amablemente que ahí no podían estar, porque estaban a punto de pasar la máquina para encerar el suelo.

Sakura soltó un bufido de burla, encontrando entretenido que, segundos después de que el pelinegro mostrara dos billetes de dos mil yenes , tanto el encargado de mantenimiento y portero como el de orden, limpieza y jardinero, no tardaban en desaparecer, no sin antes darle un golpecito de agradecimiento al pelinegro, comprendiendo el pedido.

El Uchiha no tardó en conseguirse una pelota, demostrando sus habilidades en gran variedad de deportes a la Haruno, hasta que ella se animó a intentar robársela, cosa que no conseguía. Se divertían bastante hasta que dejando de lado ese juego, fue el turno del pelinegro en ver a su novia practicar canastas.

– Te cuesta hacerlo porque eres baja. – comentó con una sonrisa y tono de burla, el Uchiha viendo a su novia fallar una canasta dentro del gimnasio.

– ¡Ei!… Tengo el promedio exacto para ser considerada normal de estatura. Mido metro sesenta y seis. ¿Vale, Uchiha? – recalcó Sakura yendo hacia la pelota de baloncesto con pasitos cortos y rápidos, recogiéndola con las manos después de subirse las mangas de la sudadera de Sasuke, rápidamente. Era buena en muchos otros deportes, pero el baloncesto, era uno de sus déficits durante educación física.

– Eso para mí es ser bajo. – insistió el pelinegro observando con diversión como volvía a intentar encestar la pelota, esta vez más de cerca, solo para volver a fallar, sacándole otra sonrisa.

– Tal vez tú seas simplemente malo enseñando. – aclaró la pelirrosa haciendo botar la pelota al igual que un principiante haría, torciendo la boca en un simple mohín. – Todo el rato provocándome.

– ¿De verdad te interesa aprender, Sakura? – cuestionó el Uchiha robándole la pelota mientras la misma botaba en el suelo, sorprendiendo a la Haruno momentáneamente, para seguidamente colocar el objeto entre su torso y brazo y acercarse a su chica.

– Me has visto ser penosa en los pocos días que hemos hecho ejercicios de canasta en educación física, no me vendría mal mejorar un poco… – admitió Sakura con algo de timidez, en lo que Sasuke meditaba lo que acababa de oír.

– Querrás decir, un mucho… – añadió el pelinegro gozando la expresión que hacía su novia, la cual adorablemente fruncía sus labios e hinchaba un poco sus mejillas a la hora de mostrar su molestia cuando se le provocaba. Lo hacía desde siempre y cada vez que lo veía, le causaba gracia.

– Estás siendo malo con tu novia, Uchiha… – dijo la Haruno a la vez que cruzaba los brazos molesta a pesar de reconocer por dentro que él tenía razón. Tenía mucho que mejorar en ese deporte, en comparación a otros.

Entonces, sin que ella se lo dijera, Sasuke se colocó detrás de ella y le tendió la pelota, invitándola a ponerse en la posición de brazos que él mismo le asignaba, para seguidamente colocar los suyos junto a los de ella y guiarla a lanzar la pelota hacia la canasta, esta vez encestando de una.

– Hagámoslo de nuevo el ejercicio… – comentó Sakura satisfecha no solo de haber conseguido hacer una canasta, sino por sentir el cuerpo del pelinegro contra su espalda tomándola de los brazos. Observándole acercarse de nuevo botando la bola contra el suelo. Repitieron el ejercicio un par de veces más hasta que Sakura se distrajo a propósito mirando hacia atrás, inclinando su cabeza, bajando los brazos. Pasó su melena encima de un hombro, obligando que los ojos ónix del Uchiha cayeran en esa parte de su cuerpo. No pudo evitar olvidarse de la pelota, dejando que esta cayera al suelo botando lejos de ellos dos, en lo que empezaba a dar varios besos en la nuca y cuello de su novia, la cual suspiró con gusto.

– Intenta no dejar marca esta vez. – pidió Sakura volviendo a alzar su rostro para mirar a Sasuke. – No es fácil esconder tus chupetones con maquillaje…

– Hn. – musitó el Uchiha en lo que pasaba la lengua por detrás de la oreja de la pelirrosa y seguidamente morder el lóbulo suavemente, sacándole un sonrojo y erizándole la piel.

Fue entonces que la hizo dar la vuelta para que quedara frente a él, sin poder evitar acercarla del cuello para unir con fuerza sus labios pasionalmente. Separando pocos milímetros con el fin de rápidamente volver a unirlos.


Naruto andaba demasiado deprisa y eso ayudó a que no tardara demasiado en llegar a donde se le había señalado que Sasuke había sido visto, con nada más ni nada menos que Sakura. Llegando a las ventanas al lado de la puerta de vidrio, les vio de espaldas con cierta dificultad, aunque no tardó en ver que la puerta de los laterales estaba abierta en par.

– ¡Naruto, espera! – le llamó Shikamaru llegando a donde él. – No entres precipitadamente…

Justo el momento en el que frenó recuperando el aire, Naruto ya había empezado a correr de nuevo hacia allí. Los demás no tardaron en aparecer, siguiendo al rubio.

Al llegar a la otra puerta pudo observar claramente, como Sasuke y Sakura compartían un beso en lo que ellos creían estar con cierta intimidad. Sintió como su corazón empezaba a latir cada vez más rápido, sin poder pestañear ni apartar la vista de las personas frente a él.

Sakura… dejándose besar por Sasuke. Abrazada muy cerca de él, sujetada por su baja espalda y cuello. Sintió todo su cuerpo quedar rígido, hasta que poco a poco su expresión fue cambiando a una de ira de nuevo.

– Se acabó, se va a enterar… – siseó el Uzumaki claramente con rabia y enfado empezando a caminar hasta la entrada.

Aun si cortar el beso, fue Sasuke quien se percató de la presencia del rubio. Lo que no le hizo dudar en romperlo, haciendo que su novia también volteara a ver dónde él. Encontrándose con que Naruto se acercaba a ellos.

Alejando a Sakura, para que quedara a unos pasos atrás de él. El Uchiha simplemente colocó ambas manos en los bolsillos de su pantalón.

– ¿Ahora que quieres, Naruto? – habló Sasuke con hastío.

– ¡Naruto! – gritó el Nara de nuevo en lo que los demás le seguían con el plan de detenerle.

Sasuke no tardó en percatarse de que el susodicho ya estaba alzando su puño.


Sí. Sip. Sipo. Han leído bien, Naruto les ha visto besándose.

Ya me puedo imaginar a la mitad o tal vez un gran por ciento de ustedes decir: ¡POR FIN! Ahora es cuando salgo yo y les aclaro que Naruto sigue sin enterarse de que son pareja… *Se ríe ella sola, en lo que pasa una bola de polvo por detrás*

Nah, pero si… Es un avance.

Algunos pocos, me preguntasteis por Karin. Ya la tenéis. A-a-antes de que me lancéis un cuchillo o cualquier otro proyectil *se agacha por si acaso*, les recuerdo que esto es una historia que intenta hablar sobre problemas en adolescentes, en cierta manera. Aunque esto no se común de ver, en el país Nipón, ya conocemos las circunstancias vividas por Karin. Comprenderán que es por trama, que tengo intenciones de crear desarrollo sobre este tema y más. Es algo que llevo en mente desde antes de empezar a escribir esta historia. A fin de cuentas, ya se sabe que Sakura ha pasado por algo similar.

¿Se esperaban que Toneri también iba a estudiar en el instituto? Se sabía que Shion iba a ir sí o sí, ¿Qué me dicen sobre ella?

¿Qué teorías me dan que crean que vayan a ocurrir después?

Espero que les haya gustado. Muchas gracias por leer.

Con esto y un bizcocho… Hasta el siguiente capítulocho.