- Sigo sin entender, ¿por qué vinieron? - preguntó, sin voltear, mientras caminaba, con sus brazos en su haori
- Porque es un lugar muy peligroso - respondió la castaña - Ya deja de quejarte, no has parado de cuestionarnos desde que salimos - bufó
- ¡Justamente por eso! - miró a Kagome - Es demasiado peligroso para ustedes...
- Inuyasha - sonrió - Tranquilo... sabemos como defendernos
- Es verdad, Inuyasha - intervino Miroku - La señorita Kagome lleva años aquí, ya es toda una profesional
- Gracias, monje Miroku
- Y Sango... - se acercó, colocando la mano en su cintura - Ese traje de exterminadora, te sigue quedando genial, hace que...
- Ya lo entendí, excelencia - respondió, golpeándolo con la punta de su boomerang
- Ajai... yo sólo decía...
- Oye, Inuyasha - se adelantó, colocándose a su lado - ¿Qué es lo que les han dicho de ese lugar?
- Pues, sólo que el bosque aparece sólo por las noches... dicen que, los animales que se adentraron a él, nunca volvieron a salir - la miró - Desaparecen, junto con el bosque, al amanecer
- Comprendo...
- He oído hablar de él - respondió Sango - Se conoce como la leyenda del Aokigahara
- Con que "el bosque de los muertos" ¿he?
- Se dice que el bosque nació debido a la cantidad de cadáveres que dejó la guerra... cada árbol, representa una alma que no logró ascender al nirvana
- Yo no creo en esos cuentos - respondió el peliplata - Seguramente se trata de algún youkai, sólo hay que encontrarlo y acabar con él
- Yo no estaría tan confiado - acotó el castaño - Confiarse es algo muy peligroso
- Además... la leyenda dice que aquellas almas añoran la vida, por lo tanto son capaces de destruir a cualquier humano, sólo porque ellos no pueden regresar
- ¿Qué crees que hagan Sango? - preguntó la sacerdotisa
- No lo sé, pero seguramente busquen confundir las mentes de quines ingresan... debilitarlos de alguna manera
- Feh... sólo son simples cuentos de aldeanos supersticiosos - sentenció el hanyo
Un par de horas más tarde
Aldea
- Entonces, ¿el bosque aparece en aquella dirección?
- Así es, excelencia - respondió el anciano - Apenas la luna se asoma, comienzan a verse las siluetas de los árboles y... lamentos se oyen de su interior
- ¿Voces humanas?
- No sabría decirle, sacerdotisa... pero, los aldeanos están aterrados - pasó su mirada por los jóvenes - Tenemos miedo de que, lo que sea que mora allí dentro, decida salir y destruya la aldea
- Pueden estar tranquilos, nosotros nos encargaremos de investigar
- ¿De verdad? - un brillo surgió en los ojos castaños del líder
- See, iremos a ver que sucede
- ¿Se adentrarán en él? - su semblante se oscureció
- ¿De que manera si no? Andando... pronto anochecerá - comenzó a caminar, en la dirección señalada, seguido de Sango y Miroku
- Sacerdotisa - tomó el brazo de la joven, provocando que ella lo mirara
- No lo hagan - su tono de voz cambió
- Descuide - sonrió, incómodamente, al mismo tiempo en que un escalofrío recorría su espalda, ante el contacto del señor - Estaremos bien
Se soltó y, sin voltear, se reunió con sus amigos
Montaron su campamento en el medio de la nada, a unos metros en donde ocurría el fenómeno
- ¿Realmente creen que sea real? - preguntó Kagome, mientras sacaba algunos alimentos naturales, de la improvisada mochila que habia confeccionado
- Naaa - respondió su esposo, tomando una ración de comida
- Te ves demasiado confiado - se quejó el monje - Comprendo que, a menudo, las leyendas no son más que eso pero siempre es bueno estar atento, sólo por si acaso
- Concuerdo - acotó Sango - Además, ese hombre se veía bastante preocupado
No lo hagan
Su voz pasó fugazmente por la mente de la mujer, sin embargo, decidió callar
- Ustedes son muy crédulos - se recostó - Cuando asesinemos al demonio que está detrás de todo esto, verán que tenía razón
Realmente parece no preocuparle, pero... este lugar...
- No sé si caminamos demasiado, pero... me siento muy cansada - bostezó
- Yo igual, Sango - se estiró - Ésta aldea se encuentra muy lejos de la nuestra
- Quizás, deberíamos descansar un momento, el bosque no aparecerá hasta más tarde - miró el atardecer
- Duérmanse - se sentó
- Inuyasha - lo miró
- Yo los despertaré cuando haya anochecido
- ¿Estas seguro, Inuyasha? - preguntó su amigo
- Si, ustedes son humanos, es normal que no tengan tanta resistencia
- Oye - colocó su mano sobre su hombro - Si algo sucede...
- Lo sé, puedes estar tranquila
- De acuerdo - sonrió, acostándose a su lado
Vaya, de verdad estaban agotados
Pensó, observando como sus amigos sucumbieron al sueño, apenas sus cabezas tocaron la hierba
Maldición... mi cuerpo, también se siente cansado
Se estiró, volviendo a acostarse, con sus manos detrás de su cabeza
Fue un largo viaje... quizás, no es tan descabellado estar cansado, después de todo...
La oscuridad se apoderó de sus orbes dorados
...
La voz
Inuyasha
- ¿Qué? - abrió sus ojos al escuchar la voz de la mujer, sin embargo, se encontró con las tupidas copas de los árboles - ¿Qué demonios? - se sentó, observando el bosque que los rodeaba - Kagome... - comenzó a moverla
- ¿Hm? - se despertó, sentándose de golpe - ¿Esto es...?
- Si, estamos en el interior del bosque
- Al parecer, nos colocamos en el lugar equivocado
- Miroku - los jóvenes miraron al frente, encontrándose con sus amigos ya despiertos
- Tal vez fuimos engañados - la castaña tomó su boomerang, poniéndose de pie
- No, Sango, no creo que ese sea el motivo, aquí hay algo más
El olor a cadáveres es repugnante
- Señorita Kagome, ¿presiente algo?
- Bueno... - miró hacía la nada - Hay una energía... es muy leve, pero...
- Si, también puedo presentirla
- Ese debe ser el culpable de esta ilusión, Kagome - la miró - ¿Nos indicas el camino?
Su esposa asintió, al mismo tiempo en que colocaba su cesto de flechas sobre su hombro, y comenzaba a caminar, seguida por los demás
- Es muy débil, sin embargo, su presencia no puede ocultarse
- Quizás sea algún youkai, tal como dijo Inuyasha
- No lo sé, Sango... llámame loco, pero... no parece ser un demonio
- Pienso igual que Miroku, es... extraña
- Sea lo que sea, Tessaiga y yo nos encargaremos de eliminarlo
Los orbes de los jóvenes, viajaban de una dirección a otra, inspeccionando minuciosamente cada esquina, buscando detectar algo anormal, sin embargo, todo estaba tranquilo
- Este silencio es ensordecedor - se quejó la exterminadora
- Y el lugar parece eterno - acotó su amiga - No hay... ni un sólo árbol diferente... todos son iguales
- Es un bosque, ¿Qué esperabas?
- No entiendes mi punto, Inuyasha
- ¿Qué fue eso? - volteó, empuñando su HiraiKotsu
- ¿Qué sucedió? - se posicionó al lao de su esposa
- Hay algo, por allí - señaló detrás de una de las plantas - Pude oír sus pasos, ¿ustedes no?
- Yo no escucha nada - el peliplata desenfundó su espada - Pero, si realmente hay algo, lo exterminaré
Se acercó al árbol, asegurándose de no hacer ningún ruido que alertara al enemigo. Sus amigos observaban inmóviles, por si aquello, decidía atacarlos
¡Te tengo!
Saltó, con su arma lista para lanzar un ataque
- No hay nada
- ¿Qué?
- Lo que oíste, Sango, no hay nada aquí
- Pe... pero, yo lo escuche... eran pasos, claramente algo estaba caminando
- Tranquila - pasó su mano por su hombro - Recuerda, que este bosque puede jugar con nuestra mente - intentó calmarla - Es normal que escuchemos o veamos cosas, que en realidad no existen
Inuyasha
- ¿Qué? - volteó, mirando hacia ambos lados
Esa voz...
- ¿Qué ocurre, Inuyasha?
- N... nada - la miró
Esta mintiendo... algo le ocurre
Su expresión se contrajo, en una mueca de preocupación
- Bien, sigamos - sentenció el monje - Tratemos de ignorar todo lo que quiera distraernos, debemos encontrar al dueño de esa energía
- Si - respondió el peliplata, posicionándose al lado de Miroku
Esa voz... estoy seguro de que se trata de ella, pero... es imposible, ella se encuentra... no... debe ser una ilusión de este lugar
Dio un respingo, al sentir la mano de su esposa sobre su hombro
- Inuyasha... sé que este lugar es un poco tenebroso, pero...
- Lo sé, Kagome - volteó - Estoy tranquilo
- Bien - sonrió, aferrándose a su brazo, mientras él la observaba por el rabillo del ojo
Inuyasha...
Fantasmas del pasado
- ¡INUYASHA! - gritaba mientras aceleraba sus pasos
- ¡Espérenos, señorita Kagome! - alertó el monje, al ver como la mujer comenzaba a correr
- ¡Kagome! ¡No te apartes! - intentaba seguirle el paso - ¡Este lugar es infinito!
Inuyasha comenzó a correr al oír la voz de Kikyou... eso significa, ¿Qué ella es la dueña de esta energía?
- Es ella, no puedo equivocarme
Había escuchado claramente las palabras del hanyo, aunque este se había esforzado por hablar en un tono bajo y, supo al instante, que se refería a la sacerdotisa, ¿Quién más si no?
Sin voltear, y sin pensar en nada más, atravesó los árboles, al mismo tiempo en que aquellas sensaciones iban en aumento, haciéndole pensar, que estaba llegando al origen del problema
- ¡Inuyasha! ¡¿Dónde estas?! - se detuvo, mirando a su alrededor, tratando de ver más allá de las tinieblas
- Inuyasha
Esa voz...
- Kikyou...
Volteó, siguiendo el sonido de la voz de la sacerdotisa
- ¿Qué? - abrió sus ojos, al encontrarse con la imagen de la mujer, de espaldas, observando una de las plantas - Kikyou, ¿eres tú?
Pero... es imposible, ella murió hace mucho tiempo... su alma, ascendió al nirvana, ¿verdad?
Trató de acercarse, sin embargo, no logró avanzar más allá de dos pasos, al mismo tiempo en que la mujer miraba hacia un costado
- Viniste por mi - sonrió
- Kikyou
Inuyasha
Miró hacía la misma dirección en la que lo hacía la mujer, encontrando al peliplata, quién se mantenía observándola
- ¿Realmente eres tú? - se acercó, acariciando su mejilla - ¡Kikyou! - la abrazó, aferrándose a ella fuertemente
¿Qué?
Abrió sus ojos ampliamente, al mismo tiempo en que se llenaban de lágrimas
- Supiste que estaba aquí, y viniste a buscarme - se apartó, fijando su mirada en su rostro
- Si... yo nunca... nunca deje de pensar en ti, Kikyou
¡Pero que demonios está diciendo! Eso significa... ¿Inuyasha sabía que ella estaba aquí y quería buscarla? ¿Todo fue una mentira para encontrarse con ella?
- Por eso estaba molesto cuando dijimos de acompañarlos - murmuró, colocando su mano en su pecho - Éste era su verdadero motivo
No... es imposible... Inuyasha... mi Inuyasha, jamás me haría algo como esto, ¿verdad?
- ¿Quieres que estemos juntos para siempre, Inuyasha?
- Nada más me interesa, sólo el estar contigo, querida Kikyou
- ¡Oid, ya! ¡Quédate con ella! Pero, déjenme salir de aquí - cruzó sus brazos, intentando caminar, sin embargo, sus piernas no respondían
- ¿Nada más? - volvió a abrazarlo - ¿Ni siquiera... ella? - la miró, sonriendo
- ¡¿Qué?! - sus ojos se encontraron con los de la sacerdotisa
Seguramente busquen confundir las mentes de quienes ingresan
- Es verdad... - susurró - Ella... ella no es Kikyou... ¡Inuyasha! - la sonrisa de la miko, incrementó - ¡Inuyasha! ¡Ella no es real! ¡Inuyasha! - el peliplata no respondía, ni siquiera movía su cuerpo - ¡ELLA NO ES KIKYOU, GRANDISIMO IDOTA!
- Entonces - se apartó nuevamente, tomando su rostro en sus manos - Debemos deshacernos de ella
- Si - respondió, mirando en dirección de Kagome
- ¡¿He?! Él... él, ¿quiere matarme? - murmuró - ¡Inuyasha! ¡Soy yo!
- A él ya no le importa - tomó su arco, colocando una flecha - ¿Aún no lo entiendes? Él quiere estar conmigo - sonrió - Y... no hay lugar para ti
Intentó responder, sin embargo, fue callada por el sonido de la fecha atravesando su corazón, al mismo tiempo en que se incrustaba en la madera del árbol. Un ardor se esparció desde su pecho, hacía todo su cuerpo, mientras su vista se nublaba, sin dejar de observar aquellos ojos dorados. Parpadeó una última vez, encontrándose con la última imagen de su amado hanyo, el cual ya no se encontraba en su forma normal
Los que viven dentro
- ¡¿Cómo es posible que haya desaparecido sin más?! - gritó la exterminadora, sin dejar de caminar
- Tranquila, Sango - su amiga colocó su mano sobre su hombro - Es posible que haya sido víctima de una ilusión
- Inuyasha - lo miró - ¿Seguro no viste nada detrás de ese árbol?
- No, no había nada - respondió, con sus brazos en sus mangas
- Kagome... tú no viste nada, ¿verdad?
- Me temo que no... cuando voltee, él ya no estaba
- Feh, quizás ese idiota creyó que podía acercarse a ese energía por su cuenta
- Lo dudo, su excelencia no actuaría tan precipitadamente - respondió, notablemente preocupada
- Oye, Kagome, ¿sigues percibiendo esa fuerza?
- Si, es por aquí - miró a su amiga, quién giraba su cabeza en múltiples direcciones - Tranquila Sango - sonrió - Lo encontraremos, estoy segura
- Si - le devolvió la sonrisa - Gracias
El silencio se apoderó del lugar nuevamente, acompañando perfectamente la fina neblina que comenzaba a elevarse del suelo. Los árboles no se modificaban conforme avanzaban, las hojas estaban quietas, como si el viento no atravesara aquella zona
- El lugar completo parece una ilusión - murmuró. Sus amigos no voltearon ante sus palabras
Continuaron sin hablar, unos metros más, hasta que la visibilidad comenzó a dificultarse
- La neblina se está volviendo más densa - se quejó el hanyo - No se alejen, o podrían separarnos
Kagome sostuvo su brazo, al mismo tiempo en que tomaba la mano de su amiga, para mayor seguridad
- ¿Seguro que esto es neblina? - comenzó a toser - Hu...huele extraño
¿He?
Se detuvo al darse cuenta de que se encontraba completamente sola
- ¿Kagome? - miró hacia ambos lados - ¿Inuyasha?... ¡chicos! ¡¿dónde están?!
¿De...desaparecieron?
- ¡Inuyasha! ¡Kagome! ¡Chicos! - su corazón comenzó a acelerarse - Este lugar intenta separarnos... quiere jugar con nuestras mentes
Debo permanecer tranquila, de lo contrario, seré una presa fácil
Suspiró, tratando de alejar aquellos pensamientos trágicos. Reguló un poco su respiración y continuó su camino, dando pequeños y sigilosos pasos
- No puedo ver nada - gruñó, al mismo tiempo en que se colocaba su máscara y su cabello se soltaba, debido a la humedad del ambiente
- ¿Quién es ella?
- No lo sé, pero... es muy hermosa
- ¡¿Quién dijo eso?! - volteó, en dirección de dónde provenían las voces
Aquel humo comenzó a disiparse, dejando ver varias siluetas a la distancia, las cuales, desaparecían detrás de los árboles, al momento en el que los ojos de la castaña, se posaban en ellos
- ¿Quiénes son ustedes? - apretó el agarre en su arma
- Somos los que moran dentro - respondió la niña
- ¿Los que moran dentro?
- Únete a nosotros, así, como tus amigos lo hicieron
- ¿Qué? - abrió ligeramente sus ojos - ¡¿Qué les hicieron?!
- No debieron venir aquí
- ¡Cállate! - gritó, visiblemente molesta - ¡Respóndeme! ¡¿Dónde están mis amigos?!
- Él ya no se encuentra en este mundo
- ¿He? - murmuró - Está... ¿hablando de su excelencia?
- Ese hombre... nunca volverás a verlo
- ¡CIERRA LA BOCA! - lanzó su boomerang, el cuál desapareció en la noche
- No debiste hacer eso
Emergió, dejándose ver, al mismo tiempo en que la mandíbula de la exterminadora caía
- ¡¿Kanna?! - su voz se oyó mucho más baja de lo que realmente pretendía - ¿Qué... qué haces aquí?
- Somos los que vivimos dentro, al igual que tú
- ¡Espera! - extendió su brazo - ¡¿Dónde está su excelencia?! ¡¿Qué paso con Inuyasha y Kagome?!
Sin responder, la niña blanca desapareció y, junto con ella, todas aquellas siluetas que merodeaban a sus alrededores
- ¡Demonios! - se arrodilló, golpeando el suelo con el puño - No me va a ganar este lugar
HiraiKotsu no regresó
Suspiró, visiblemente frustrada, mientras se ponía de pie y comenzaba a caminar nuevamente
- Odio este lugar - susurró, mirando en todas direcciones, reconfirmando que se encontraba total y completamente sola
No tenía idea de cuanto tiempo llevaba deambulando, ni siquiera estaba segura de si había avanzado más allá del lugar en donde había visto a Kanna. No había rastros de su boomerang ni de ninguna otra arma, tampoco de sus amigos, el bosque se encontraba sumido en el completo silencio, el cuál, fue perturbado por un sonoro rugido. De repente y sin previo aviso, algo pasó por su lado, quitándole la máscara que llevaba en su mano
¿Qué demonios fue eso?
Miró en todas direcciones, pero nada parecía estar fuera de lo normal. Continuo su camino, maldiciendo mentalmente al bosque y a si misma, por haber perdido su arma
Nuevamente no supo cuanto tiempo pasó entre aquel suceso y el alarido que se oyó a la distancia. Volteó, observando en la misma dirección de la que provenía
- ¿Ese parece...?
¿Será?
Sin pensarlo demasiado, comenzó a correr hacía allí, mientras su mente se preparaba para el peor escenario. Tropezó, estirando su brazo, intentando sostenerse de lo que fuera, cuando su mano entró en contacto con aquella suave y delgada madera. Cerró sus ojos, frunciendo el entrecejo, al mismo tiempo en que lograba estabilizarse. Los abrió, cayendo de espaldas, profesando un sonoro grito
- ¡KAGOME! - observó de arriba a abajo, a su amiga atravesada por la flecha, con sus orbes castaño escondidos debajo de sus párpados y la sangre seca, la cual había emergido de su boca y pecho
¡NO! ¡No puede ser...! Ella... ella está...
Se puso de pie, acercándose, examinándola más de cerca, intentando encontrar alguna pista que le indicara, que se trataba de una ilusión
- Ka...Kagome... ¿Quién... quién pudo hacerte esto? - su cuerpo temblaba, mientras las lágrimas comenzaban a brotar
Intentó tocarla, sin embargo, el aullido detrás de si, provocó que girara de repente
- ¡¿Inuyasha?! - gritó, al encontrarse al peliplata con sus ojos rojos, su ropa rasgada y sus manos manchadas de sangre, las cuales, sostenían un objeto
Ese... ¡ese es el cetro de su excelencia!
El lazo que los une
- ¡Sango! - gritaba el monje, mientras avanzaba - No comprendo... ¿cómo es que pudo esfumarse detrás del árbol?
- Yo tampoco lo comprendo - respondió la mujer - Y... a decir verdad, este lugar... me da mucho miedo
- Es una tonta - se quejó el hanyo - Le dije que iría a investigar, pero como siempre, tuvo que ser tan obstinada
- ¡Inuyasha! - lo miró, entrecerrando sus ojos
- No se moleste, señorita Kagome, ya sé como es Inuyasha - sonrió levemente - Debemos mantener la calma y permanecer juntos
- ¿Qué? - el peliplata movió sus orejas, al mismo tiempo en que comenzaba a correr
- ¡Inuyasha! ¡¿No oíste lo que acabo de decir?!
- ¡Inuyasha! ¡Espera! - lo siguió
El monje suspiró, al mismo tiempo en que trataba de seguirlos, sin embargo, sus piernas se sentían pesadas
¿Qué está sucediendo?
Miró el suelo, intentando detectar el motivo de aquel suceso, sin embargo, todo se veía normal
- Maldición... esto era justo lo que intentaba evitar - bufó, deteniéndose para suspirar largamente y retomar su caminata
El bosque planea separarnos para tener control absoluto sobre nuestras mentes, sin embargo, me pregunto, ¿Qué abrá percibido Inuyasha? Para salir corriendo de esa manera...
- ¿Qué? - volteó, al escuchar una dulce melodía - Eso es... ¿una flauta?
Retrocedió sobre sus pasos, desviando su camino e ingresando a otra zona del oscuro bosque. Conforme avanzaba, más clara se oía, indicándole, que se estaba acercando a algo
- ¿Hola? - preguntó, al toparse con una mujer de espaldas, quién no dejaba de tocar - ¿Quién eres?
Ella volteó, sonriendo
- ¡¿Sara?! - abrió ampliamente sus ojos azules - Tú... eras la mujer que pretendía a Sesshomaru, ¿no es así?
No respondió, desvió su mirada, comenzando a caminar, al mismo tiempo en que continuaba tocando aquella dulce canción
Al parecer... quiere que la siga
Caminó detrás de ella, siempre manteniendo la guardia arriba, por si debía atacar o protegerse
- Sango... sólo espero que estés bien - murmuró, mirando en todas direcciones - Para encontrarte, debo... mantener la calma
Miró hacia el frente, deteniéndose repentinamente, al percatarse de que la imagen de la mujer, se había transformado en alguien a quién conocía muy bien
- Naraku... - apretó el agarre de su bastón - ¿Qué estás haciendo aquí?
- Kukuku - comenzó a reír, volteando lentamente - Bienvenido a mi morada, monje
- Eres una ilusión - pronunció, con seguridad - No me generas miedo
- Es una lástima... tus amigos pensaban lo mismo - dio un paso al costado, dejando ver aquella espantosa imagen
- ¡Señorita Kagome! - su voz se oyó como la de un suspiro
- Es una pena... que Kagome haya sido atravesada por su propia flecha, ¿no crees? - sonrió, cínicamente - O... tal vez prefieras ver a Sango
- ¿Qué? - frunció el entrecejo - ¡¿Qué le hiciste a Sango?!
- No te confundas, monje...yo no fui el que acabó con su vida - elevó su mano, lanzando un objeto al suelo
La máscara de Sango... está... está partida a la mitad
Pensó, mientras comenzaba a sudar
- Supongo que puedes ver las marcas en su máscara... ¿Quién crees que fue el causante?
- No... no puede ser... es... imposible
- ¿Realmente creíste que este lugar sería incapaz de acabar con el corazón humano de Inuyasha? kukuku... si quieres... puedo llevarte a donde se encuentra el cuerpo de tu amada mujer... bueno, lo que queda de ella
- ¡Naraku! ¡Miserable escoria! - lanzó un pergamino, el cual atravesó al hombre, sin hacerle ningún daño - ¡¿Qué demonios?!
- Estas en mi bosque, moje - sonrió, al mismo tiempo en que un alarido resonó por el lugar - ¿Oyes eso? parece que el cazador, olfateo a su presa
- ¿Inuyasha?
- Antes de irme, déjame darte un pequeño regalo - elevó su mano - Después de todo... éste es lazo que nos une, mi estimado Miroku
Abrió la palma, al mismo tiempo en que la palma de la mano del castaño comenzaba a rasgarse y su grito ahogaba por completo el silencio del lugar. Tomó su mano, elevándola, mientras realizaba gestos de dolor
- Vaya... nuestro invitado ya está aquí
El castaño volteó, encontrándose con los ojos rojos del híbrido
La kanzana... no se cierra
Cerró sus ojos, tratando de realizar toda la fuerza posible, sin éxito alguno
- Si Inuyasha se acerca... lo absorberé
- Te equivocas, monje - sonrió - Ambos serán absorbidos... tal y como debió ser su final
- ¡INUYASHA! ¡NO TE ACERQUES O SERÁS ABSORVIDO!
Era demasiado tarde, el hanyo se abalanzó sobre él, con la intención de terminar con su vida
La bestia liberada
Es su voz... estoy seguro
Pensó, entrecerrando sus ojos, mientras las voces de sus amigos se oían cada vez más lejos
- ¡Espéranos Inuyasha! - gritó Miroku
- ¡No te apartes, Inuyasha! - Sango fue la última en pronunciar algo
Luego de ello, el silencio volvió a reinar, el cual solo era interrumpido, por el sonido de sus propios pasos sobre la hierba
Al comienzo había dudado de si, aquella voz, era producto de su imaginación o del mismo bosque, sin embargo, ahora estaba seguro de que era ella, estaba confiado en que todo había sido una ilusión, todo menos su voz, todo menos ella
Continuó corriendo, sin la mínima intención de detenerse, hasta que, por fin, se encontró con la mujer, la cual estaba de espaldas
- Kagome - murmuró, soltando el aire que tenía contenido
- Viniste por mi - sonrió, mirándolo
- Kagome... ¿de verdad eres tú? - se acercó, acariciando su mejilla - ¡Kagome! - la abrazó fuertemente, aferrándose a ella
- Supiste que estaba aquí, y viniste a buscarme - se apartó, fijando su mirada en su rostro
- Tonta... por supuesto que vine por ti
Entonces... quienes estaban a mi lado, eran sólo producto de una ilusión... la verdadera Kagome estuvo buscándome todo este tiempo
- ¿Quieres que estemos juntos por siempre, Inuyasha?
- Nada más me interesa, sólo el estar contigo, amada Kagome
- ¿Nada más? - volvió a abrazarlo
- Si - respondió, correspondiendo su abrazo, al mismo tiempo en que cerraba sus ojos
Espera... ¿por qué me pregunta ésto en un momento así?
Los abrió, dirigiendo su vista a la mujer entre sus brazos, sin embargo, ella ya no estaba
- ¿Qué... qué pasó? - notó sus manos ensangrentadas y su ropa rasgada
Yo... yo... ¿por qué luzco así?
Elevó su mirada, encontrándose con el cuerpo de su mujer, el cual estaba clavado en el árbol
- ¡KAGOME! - intentó tocarla - ¡Kagome! ¡No... no puede ser!
Tomó su cabeza, mientras caía de rodillas y por su mente brotaban aquellas secuencias
- Inuyasha... ¡Inuyasha! - la voz de la morena se oía cada vez más distante
- ¡Espérenos señorita Kagome!
- ¡No te apartes Kagome!
El híbrido continuó corriendo, frunciendo el entrecejo, tratando de alejarse lo más rápido y lejos posible, de sus amigos
- Mi mente... no se por cuanto tiempo más podré resistir - su voz había comenzado a cambiar, mientras su mirada se nublaba
Corrió, corrió con la esperanza de encontrar una salida de ese bosque. Finalmente, se detuvo, al mismo tiempo en que sus ojos se enrojecían y las marcas brotaban en su rostro, al igual que las garras y colmillos, sin embargo, era diferente a las otras veces, aún estaba conciente, pero no era capaz de dominar su cuerpo, casi, como si su conciencia hubiera sido encerrada en su interior
¡Maldición! ¡No hagas nada estúpido!
Gritaba, encerrado, mientras veía el exterior a través de los ojos de la bestia. Volteó, ante el sonido de aquellas pisadas
Kagome... ¡No te atrevas a tocarla! ¡¿Me escuchaste?!
La mujer lo miraba fijamente, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Cruzó sus brazos, realizando un notable gesto de molestia
¿Qué le sucede?
La bestia no apartaba sus ojos de ella, sin embargo, era como si Kagome estuviera viendo algo completamente diferente, pudo notarlo, en el momento en que intentó regresar y no logró moverse. De repente, ella habló
- Es verdad... - susurró - Ella... ella no es Kikyou... ¡Inuyasha! ¡Inuyasha! ¡Ella no es real! ¡Inuyasha! ¡ELLA NO ES KIKYOU, GRANDISIMO IDOTA!
¡¿Qué?! ¡¿De que demonios está hablando?! ¡Kagome! ¡Aquí no hay nadie, solo estamos nosotros! ¡Huye o va a matarte!
Podía escucharse, sin embargo, sabía que ella no lo hacía. La bestia elevó su mano, al mismo tiempo en que una de las flechas de la sacerdotisa, salia de su canasta, dirigiéndose hacia él
¡¿Qué demonios piensas hacer con esa flecha maldito engendro?!
Sin responderle, la lanzó hacia la mujer, atravesando su pecho, dejándola clavada en el árbol
¡KAGOMEEEEEE!
- Yo... yo le hice esto... - pasó sus orbes dorados por el cuerpo inerte de su esposa, mientras estos se llenaban de lágrimas
Miró hacía abajo, encontrándose con la máscara, partida al medio, de la exterminadora
- ¡Inuyasha! ¡Kagome! ¡Chicos!
- ¿Hm? - elevó su demoníaca mirada hacía el cielo nocturno
Maldición... es la voz de Sango
La bestia comenzó a correr hacia el lugar en dónde ella se encontraba. Deteniéndose a unos metros, observando como la mujer hablaba con la nada
Está siendo víctima de una ilusión, al igual que Kagome
- ¡CIERRA LA BOCA! - lanzó su HiraiKotsu
¡Idiota! ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡Ahora serás una presa fácil!
Momentos después, comenzó a caminar, sin tener idea de que estaba siendo seguida
No pude salvar a Kagome... por ese motivo, mi vida ya no me interesa, pero... ¡no dejaré que te lleves a más vidas inocentes!
La bestia saltó, con la intención de rebanar la espalda de la mujer, sin embargo, por un milisegundo, la conciencia de Inuyasha logró tomar el control, desviando su ataque, provocando que le arrebatara la máscara que llevaba en su mano
El demonio se alejó, escondiéndose entre los árboles, gruñendo por lo bajo y cortando por la mitad el objeto conseguido. Estaba notamente frustrado, hasta que, distinguió la voz de su otra presa
- ¡Señorita Kagome! - su voz se oyó como un suspiro, sin embargo, su avanzado oído, pudo detectarlo
Mi..Miroku...
El demonio se puso de pie, aún sosteniendo una parte de la máscara y se acercó hacia el monje. Nuevamente aquella secuencia, el castaño hablando con la nada, notablemente nervioso. La bestia gruñó de placer, lanzando la máscara, la cuál cayó a los pies del joven
- ¡¿Qué le hiciste a Sango?! - había logrado ver el artefacto, pero no a Inuyasha, ya que su grito se dirigía en otra dirección
Decidió que era la hora de atacar, por lo que, emergió entre los árboles y, con sus afiladas garras, cortó la mano en la que, alguna vez, existió una kanzana. El monje tomó su mano, observándola completamente horrorizado, volteó encontrándose con el peliplata
¿Puede verme?... ¡Miroku! ¡HUYE MIROKU! ¡VA A MATARTE!
Nuevamente, su voz no lograba traspasar el cuerpo de su captor
- ¡INUYASHA! ¡NO TE ACERQUES O SERÁS ABSORVIDO!
¡¿Qué?! Está hablando como si tuviese el agujero negro en su mano... eso significa... ¡Es una ilusión idiota!
La bestia se abalanzó sobre él, rebanando su cabeza de un sólo golpe, manchándose completamente con su sangre. El cuerpo del joven se desplomó, dejando solo una pequeña nube de polvo al entrar en contacto con el suelo. El demonio profesó un sonoro alarido, arrodillándose a su lado y tomando el cetro, con la intención de ir tras su última víctima
- ¡KAGOME!
Miró hacía el costado, encontrándose con la mujer observando a su amiga, al mismo tiempo en que sonreía, satisfecho con la idea de que no podía verlo
- Ka...Kagome... ¿Quién... quién pudo hacerte esto
¡Sango! ¡SANGO!
La bestia se posicionó detrás de ella, gruñendo con la intención de mostrar su presencia, la mujer volteó
- ¡¿Inuyasha?! - gritó, visiblemente asustada, mientras dirigía su mirada al cetro que sostenía
- No... no puede ser... tú... ¡¿Qué hiciste?!
¡Sango! ¡Debes matarme! Sólo de esa manera podrás salvarte... ¡MÁTAME!
Ella no lo escuchaba, sin embargo, sacó su pequeño cuchillo del cinturón, con la intención de luchar
Trataré de ayudarte desde aquí, Sango
El demonio se abalanzó sobre ella, quién logró esquivarlo y lanzarle un golpe, el cuál él eludió
- ¡¿Qué le hiciste a Kagome y su excelencia?! ¡¿Dónde está su cuerpo?!
Un gruñido fue su respuesta. Lanzó sus garras, pero ella lo tomó por el torso, cayendo sobre él, tratando de clavar su espada en su corazón. Él la sujetó por el cabello, quitándose la de encima, al mismo tiempo en que atravesaba su pecho con sus manos
- I...Inuyasha - la sangre comenzó a brotar en su boca
Sin soltarla, la elevó, introduciendo, aún más, sus garras en su cuerpo, hasta lograr que salieran por su espalda. La mujer soltó la espada, mientras las últimas lágrimas brotaban en sus ojos
- ¿Por... por qué?
El demonio sonrió, lanzándola al lado de su amado
- Su... su ex...excelencia - se horrorizó, al aterrizar, boca abajo, al lado del cuerpo decapitado del monje
Rápidamente, un charco de sangre se extendió por el lugar y la respiración de la castaña se detuvo. La bestia sonrió, volviendo a posicionarse frente a su esposa, con la intención de liberar a su conciencia
- ¡MALDICIÓN! - gritó, cayendo de rodillas frente a ella, sin atreverse a mirar hacia el costado, a sabiendas de que se encontraría con aquella espantosa escena
Su rostro se manchó de sangre, su cuerpo comenzó a temblar, mientras se preguntaba una y otra vez, el porque había permitido que su amada lo acompañara a este lugar
Miró hacía arriba, notando que la noche estaba a punto de terminar
No puedo... no quiero vivir después de esto
- Lo... lo lamento mucho - sus lágrimas comenzaron a caer - Perdóname Kagome... prometo... que iré a buscarte - miró el cuerpo de la chica - Jure protegerte con mi vida... y termine arrebatándote la tuya
Gruñó, golpeando reiteradas veces la hierba
- ¡KAGOME! ¡Miroku! ¡Sango!
Dejó salir todo el dolor y la rabia encerrada, hasta que, por fin, le dio paso a la calma absoluta. Se puso de pie, dándole una última mirada a su esposa. Miró hacia un costado, observando los cuerpos de sus amigos. Suspiró y caminó unos cuantos pasos, desenfundó a Tessaiga, la elevó y, cerrando sus ojos, murmuró
- Perdóname, colmillo de acero
Atravesó su propio pecho con el filo de la espada, abriendo ampliamente sus orbes dorados, los cuales se dilataron al sentir como la hoja cortaba cada capa de su carne. Su respiración se detuvo en el mismo momento en que el arma se llevó la mitad de su corazón y su cuerpo se desplomó, aterrizando sobre su estómago, provocando que la cuchilla saliera por su espalda
El silencio volvió a reinar en el lugar. El sol comenzó a salir lentamente, al mismo tiempo en que los árboles comenzaban a desaparecer, llevándose consigo, a sus nuevas víctimas
