La puerta de la biblioteca se abrió de nuevo, y las figuras del león y el pirata entraron en la habitación con una mirada de preocupación en sus rostros.

-¿Y bien?- preguntó el juez de forma impasible.

-¿qué ocurre James?- dijo Úrsula algo más inquieta al notar la mirada del hombre.

-Es...- intentó comenzar Scar pasando una de sus garras sobre su melena como un humano que intentaba apartarse el pelo de la cara. James miró al frente, ambos compañeros estaban de pie frente a él a unos pocos pasos de su persona. -Frollo... es … Es tu caballo.- los ojos del ministro se abrieron ante las palabras de Garfio- ... Está muerto.-

-¡Qué!- soltó Frollo de forma brusca antes de salir corriendo hacia el jardín.

Úrsula y Garfio se quedaron en silencio y sin moverse por unos segundos que parecieron eternos, no sabían qué decir, ni como actuar. Se dirigieron a la ventana y vieron a Frollo acercarse al cadáver de su antigua mascota, se arrodilló a la altura de cuello y apoyó la cabeza contra el hocico del equino muerto. Úrsula y Garfio no se separaron de la ventana, observando la escena.Úrsula arqueó las cejas antes de girar su cabeza al otro lado de la panorámica de la ventana.

-¿qué ocurre?- preguntó Garfio al notar esto.

-Juraría haber visto algo... en la oscuridad.- eso alertó a los otros dos villanos.

Los tres miraron en la misma dirección, esperando que lo que fuera que se había escondido apareciera de nuevo, tal vez para acercarse sigilosamente tras el ministro para apuñalarlo por la espalda y hacerle lo mismo que le había hecho a aquel caballo antes, las gotas de lluvia repiqueteaban en el cristal, un rayo apareció sobre las lejanas montañas, iluminando la escena por completo, en aquel lugar ya no había ninguna figura, el juez se levantó y se dirigió de nuevo a las escaleras. Como si fueran una mente colmena, los tres antagonistas tuvieron la misma idea y bajaron a toda prisa por las escaleras al piso inferior. Garfio, Úrsula y Scar bajaron a toda prisa y casi se dan de bruces contra la absorta figura del juez, que tenía la mirada perturbada por el fallecimiento de su animal, al que consideraba un amigo.

-¡Maldita sea! ¿Qué?!- gritó Frollo contra los tres.

-Hemos visto algo ahí fuera.- explicó Vanessa.

-¿el qué?- preguntó Frollo.

-No estamos seguros.- dijo Garfio.- No podemos dejar que entre, si eso es lo que ha matado a tu caballo...-

-Registremos la planta principal, si alguien ha entrado lo veremos en algún momento, id a las puertas y aseguraros de que todos los accesos estén cerrados.- dijo Úrsula.- Nos dividiremos para ir más deprisa, yo iré con Scar, Frollo y Garfio id juntos, un arma de fuego es más rápida que un puñal.-

Los cuatro se miraron y asintieron, se dividieron en parejas; Scar y Vanessa revisarían las puertas del lado sur, en la zona posterior de la construcción; Frollo y el capitán Garfio se encaminaron hacia la entrada principal, la cual habían cerrado tras entrar después de lo que habían visto en el jardín, Frollo la revisó y se aseguró de que estaba cerrada, después continuaron hacia la derecha.

-Revisemos la entrada de la cocina, por donde descargan la comida.- dijo el capitán mirando a Frollo con tristeza. El rostro del ministro estaba decaído, triste, el pirata no recordó haberlo visto con esa expresión de lamento nunca, recordó tiempos pasados, donde él y otros villanos bromeaban acerca del caballo de Frollo, de su irónico nombre, y de cómo aseguraban que Claude salvaría antes de un incendio a su corcel que a la propia Esmeralda, pero ahora todas esas bromas le parecían una burla cruel, una cosa era que algunos villanos, como Gastón, McLeach o Clayton cazaran para traer comida al castillo de vez en cuando, y otra cosa totalmente distinta es lo que había ocurrido con ese animal muerto que aún yacía sobre la hierba del patio principal. Los pasos de ambos era lo único que se oía a través del pasillo que los dirigía hacia el comedor principal que debían traspasar para llegar a la cocina.

-¿quieres hablar de ello?- preguntó el capitán mirando de reojo a su compañero.

-De que serviría.- contestó Frollo en un tono triste y decaído.

-Puedes desahogarte...-

-Eso no serviría de nada.-

-¿quién crees que ha podido ser la persona responsable de lo que ha pasado?- Frollo miró al capitán a los ojos antes de volver de nuevo su vista al frente.

-Para ser sincero, no lo sé, admito que a veces los villanos no nos llevamos bien entre nosotros, yo mismo no soy muy partidario de entablar amistado con los villanos mágicos, en especial las brujas... pero esto no tiene sentido, no nos atacamos entre nosotros. Capitán, usted fue creado muchos años antes que yo, obviamente ha visto llegar a la mayoría de villanos a los reinos mágicos que Walt creó, al reino de los villanos, ¿había visto algo así antes?-

Llegaron al comedor y le echaron un vistazo, estaba vacío.

-No, la verdad cuando los primeros villanos llegamos aquí la ciudad no era más que una pequeña aldea, ni siquiera tenía puerto y tenía que usar polvo de hadas para mantener mi barco en los cielos. Cuando yo llegué aquí no estábamos ni una cuarta parte de los que somos ahora, era como una pequeña comunidad de vecinos y pronto nos conocíamos todos. Solo éramos Grimhilde; Stromboli; Juan y Gideon; el cochero y Chernabog; diez años después de la creación de aquel demonio que aparece en el Monte Pelado todas las noches llegaron Lady Tremaine y sus hijas, se instalaron en el pueblo, cerca del castillo, en una de las mansiones. Luego apareció la reina de corazones, su castillo emergió a varios kilómetros del pueblo, tras las montañas; después llegué yo, instalé mi tripulación en los puertos y comencé el comercio marítimo, después de todo, estando en la isla de los villanos, aunque podamos salir a los otros reinos, es obvio que no somos bien recibidos en ciertos lugares, aunque hay excepciones.-

-¿cómo es que a ti te dejan salir para comerciar y transportar productos en tu barco?-

-Hay distintos tipos de villanos en los mundos, por ejemplo villanos como yo o Lady Tremaine, quienes solo tenemos un enemigo concreto y poco o nulo poder para vencerlo, podemos salir a hacer recados o simplemente alejarnos del reino de los villanos; solo tenemos que controlar no cruzarnos con nuestros enemigos. Obviamente villanos como Maléfica... o como tú, sois más peligrosos que nosotros, o al menos así lo consideró Walt cuando crearon estas tierras. Por no hablar que fuisteis revividos con la magia del caldero y esta desaparecería en el reino de los héroes, matándote de nuevo.-

Garfio se acercó a un pequeño recibidor, donde el suelo de madera cambiaba tras el marco de la puerta a unas baldosas de granito pulido y barnizado que precedía a la cocina, abrió la puerta, la estancia era bastante grande, casi parecía la cocina de un restaurante de cinco estrellas, salvo por la calidad de la comida, que era la normal, tres neveras conservaban los alimentos, había cinco fogones y una puerta de madera que llevaba a una inmensa despensa; a los lados de la misma, había cuatro fregaderos para lavar los platos, aunque todo esto era difícil de percibir debido a la oscuridad; el pirata buscó a ciegas el interruptor de la pared que sabía se encontraba en el lado derecho del marco de la puerta, notó el interruptor con los dedos de su única mano y lo movió hacia abajo, nada pasó, una mueca de exasperación se dibujó en la cara del pirata, la tormenta debió de cortar los suministros eléctricos sin que ellos se dieran cuenta. Tanteó con la mano las oscuras siluetas de los muebles, dirigiéndose a donde sabía que encontraría lo que buscaba, en uno de los armarios, que usaban como despensas, tenían suministros para emergencias, un botiquín, linternas, velas... Esas cosas. Garfio pudo abrir las puertas del mueble y ajustó sus ojos para buscar lo que necesitaba, no tardó mucho en encontrarlo, pues al contrario de lo que los héroes pensaban de sus villanos, no eran desorganizados ni vivían en la inmundicia, de hecho, realizaban una limpieza semanal en el castillo con ayuda de sus subordinados y siervos. El pirata agarró un par de linternas, si la luz no regresaba les vendrían bien. Encendió una linterna, era una de esas linternas de mano para emergencias, con un botón en la parte superior y una manivela para recargar la batería, por lo que quedarse sin pilas o luz no era una preocupación. Ahora con un fuerte rayo de luz blanca el capitán pudo inspeccionar mejor la cocina, no parecía haber nada extraño, las mesas estaban recogidas y limpias, los fogones y hornos apagados, solo un par de platos estaban en el recoge platos al lado del fregadero, el capitán caminó por la cocina hacia su objetivo, una puerta trasera que tenía la estancia, era de metal y poseía una pequeña ventana cuadrada, a través del pequeño ventanal se veía un breve pasillo con un par de cajas vacía y tras ellas, otra puerta de madera con un picaporte de hierro que daba a un camino de piedra a través de la propiedad, donde las mercancías del castillo ingresaban al edificio, podía ver el cerrojo a la distancia bloqueando la puerta exterior, el capitán chocó su garfio accidentalmente con la madera de la puerta interior y esta rechinó al moverse hacia adelante, estaba abierta, aunque no le resultó extraño, era normal que una vez cerrada la puerta exterior algunos de los villanos se olvidaran de la puerta de la cocina. Un trueno sonó en el cielo y después un rayo iluminó la habitación desde afuera. El capitán se dirigió por donde había entrado, Frollo seguía allí, estaba encendiendo los candelabros de la pared con unas cerillas.

-Necesitamos luz, no podemos estar a oscuras, no sabemos cuanto durará la tormenta.- dijo Frollo al escuchar las botas del capitán sobre la madera de la habitación. El ministro se acercó al pirata.- ¿Has encontrado algo?-

-Unas linternas.- contestó, cediéndole una de ellas a su compañero.

El ministro encendió la suya y ambos inspeccionaron brevemente con la luz la habitación.

-Aquí no hay nadie,- dijo Frollo.- Busquemos a los demás. En un castillo tan grande no puede haber solo cuatro personas.-

Garfio le dio una mirada de asentimiento, tenía razón, no podían ser solo Frollo, Úrsula, Scar y él, tendría que haber alguien, alguien que viese lo que ocurrió en las cuadras, tal vez Jafar viera algo, su caballo también había sido atacado, podría ser también posible que él no se hubiera dado cuenta de nada, que al contrario que Frollo, no supiera que su caballo estaba muerto en los establos. Ambos giraron hacia el pasillo este, desapareciendo en la oscuridad, rota únicamente por la luz de sus linternas.