Ladybug aterrizó con suavidad en uno de sus lugares favoritos, un tejado desde donde se podía contemplar una magnífica panorámica de la torre Eiffel iluminada.

—Buenas noches —dijo una voz a su espalda, sobresaltándola.

Se dio la vuelta, sorprendida.

—¿Cat Noir? ¿Qué haces aquí a estas horas?

El reloj de su móvil marcaba las tres de la madrugada cuando había decidido transformarse en Ladybug y salir a tomar un poco el aire. Desde luego, no esperaba encontrarse con nadie aquella noche.

Su compañero se encogió de hombros. Estaba sentado sobre el tejado, en un rincón en sombras, con la espalda apoyada contra una chimenea.

—No podía dormir —dijo solamente.

Ladybug se sentó a su lado.

—¿Tú tampoco? Has tenido un mal día, ¿verdad?

—Una semana horrible, a decir verdad —suspiró él.

Ladybug le oprimió el brazo con suavidad para transmitirle su apoyo. Él se lo agradeció con una sonrisa.

Permanecieron en silencio unos instantes, contemplando la Torre Eiffel, hasta que Cat Noir murmuró a media voz:

—Lo he dejado con mi novia.

Ladybug se volvió para mirarlo, sorprendida.

—¿De verdad? Quiero decir… lo siento mucho. Yo también… he roto con mi novio —añadió tras una pausa.

Él alzó la cabeza hacia ella.

—¿Sí? ¿Y por qué…? —Se interrumpió—. Disculpa, no es asunto mío.

Ella se encogió de hombros.

—No pasa nada. Somos amigos, ¿no? Podemos hablar de estas cosas. —Suspiró—. Creo que, mientras sea Ladybug, estaré demasiado ocupada para tener una relación. Proteger París, luchar contra los akumas, encontrar al nuevo portador de la mariposa… Todo eso me ocupa mucho tiempo, y al final era inevitable que termináramos distanciándonos.

No era toda la verdad, pero no podía contarle a Cat Noir que necesitaba ser Ladybug a tiempo completo para proteger a Adrián, algo que no se veía capaz de hacer si continuaba a su lado como Marinette.

—Ah. Lo entiendo perfectamente, ¿sabes? —murmuró él—. Yo también lo he dejado con mi novia por la misma razón. No es que tenga tantas responsabilidades como tú —aclaró—, pero, con las nuevas akumatizaciones y todo eso… también tengo la sensación de que necesito dedicarle más tiempo a la tarea superheroica. Para protegerla a ella y a todas las personas que me importan. —Ladybug le dirigió una mirada cargada de simpatía. Cat Noir continuó—. Es extraño, porque ahora somos un montón de superhéroes y en teoría el trabajo está más repartido, pero aún así… no quiero que todo esto se alargue en el tiempo, como con el anterior Hawk Moth. No podemos estar meses y meses simplemente esperando a que aparezcan los akumatizados. Necesitamos cortar esto de raíz. Cuanto antes.

—Estoy de acuerdo —asintió ella.

Él la miró con una sonrisa comprensiva.

—Tal vez, cuando hayamos recuperado el prodigio de la mariposa… puedas retomar la relación con tu novio —comentó.

Ella sonrió tristemente.

—Tal vez —convino—. Ojalá. Pero… creo que empieza a gustarle otra chica. Y después de todo lo que ha pasado, la verdad…, yo no lo culparía por no esperarme.

—Oh.

Volvieron a quedarse en silencio, reflexionando.

—De todos modos, es complicado tener pareja cuando eres un superhéroe y tienes que mantener tu identidad en secreto —comentó entonces Cat Noir—. Las mentiras, las excusas… Al final la otra persona se queda con la sensación de que no confías en ella, o lo que es peor, de que le mientes y la engañas por algún motivo que no puede comprender. Porque tú no se lo puedes contar.

—Sí —asintió ella, abatida—. Llegas tarde a todas las citas, o ni siquiera te presentas, y luego te inventas una excusa estúpida, y tu pareja sabe que estás mintiendo pero no lo puede demostrar, y poco a poco deja de confiar en ti…

—Eso es lo peor, ¿no te parece? La pérdida de confianza. Porque puedes poner fin a una relación porque las cosas no terminan de funcionar, y aún así quedar como amigos, pero si la otra persona ya no confía en ti… puedes perderla para siempre, incluso como amiga.

Ladybug suspiró y cerró los ojos con cansancio.

—¿Crees que… será siempre así? —murmuró entonces—. Mientras seamos superhéroes… ¿no podremos tener pareja?

Cat Noir frunció el ceño, pensativo.

—No creo que tenga que ser tan drástico —opinó—. Esto es una situación de emergencia a causa del nuevo supervillano, pero cuando recuperemos el prodigio de la mariposa tendremos más tiempo libre, y será más fácil compaginar nuestra vida diaria con el trabajo de superhéroes. Este verano ha sido más tranquilo, ¿verdad?

Ella no respondió enseguida. Cuando lo hizo, preguntó a su vez, sin atreverse a mirarlo a los ojos:

—¿Cuánto crees… que tardaremos en vencer a esta nueva mariposa?

Cat Noir abrió la boca para responder que no tardarían en solucionar aquel asunto y en recuperar el prodigio perdido, pero lo pensó mejor.

—No lo sé —admitió en voz baja.

Reinó un silencio incómodo entre los dos.

—¿Y si… pasan años? —dijo ella por fin.

Cat Noir tragó saliva. Había estado negando aquella posibilidad, incluso ante sí mismo, pero no podía descartarla por completo.

Sobre todo porque, gracias a Bunnyx, conocía un atisbo del futuro que estaba por venir.

Ninguno de los dos se había atrevido a plantear aquella idea hasta entonces, pero ahora, tras echar un vistazo al semblante sombrío de su compañero, Ladybug comprendió que estaban pensando en lo mismo.

—¿Recuerdas lo que nos contó Bunnyx… sobre el futuro del que ella procedía? —dijo entonces.

—Sí —susurró Cat Noir, tras un instante de silencio.

—¿Recuerdas que Timetagger dijo… que en el futuro habría un nuevo Hawk Moth?

—Sí. No le presté mucha atención entonces, porque todo lo demás me parecía tan genial… que seguiríamos siendo superhéroes, que nuestros poderes se amplificarían cuando creciéramos, que tendríamos un equipo y tú serías la líder… Todo eso se está cumpliendo, ¿verdad?

—Sí —musitó Ladybug.

—Y también lo de Hawk Moth. Nuestro antiguo enemigo ya no… —Tragó saliva antes de continuar—, ya no está, pero hay… otro portador de la mariposa. En su momento no pensé lo que implicaría que todavía hubiese akumatizaciones en París… dentro de diez años.

Ladybug suspiró, pero no dijo nada.

—¿Qué edad tiene la Bunnyx del futuro, de todos modos? —preguntó Cat Noir.

—No lo sé. Veintitantos, probablemente.

—Y ella y su equipo del futuro… y nosotros… seguiremos luchando contra el nuevo Hawk Moth entonces. Cuando seamos adultos.

—Y eso significa… que no podremos salir con nadie hasta entonces. ¿Verdad?

—¡No! —se apresuró a responder Cat Noir, alarmado. Sí, aquella era exactamente la idea que no se atrevía a expresar en voz alta, pero no estaba preparado para aceptarla—. Quiero decir… el futuro no está escrito en piedra, ¿verdad?

—No —respondió ella—. Pero, si ese es el futuro que está protegiendo Bunnyx… es porque las alternativas son mucho peores.

Cat Noir se estremeció.

—¿Peores que luchar contra villanos akumatizados durante una década… como mínimo? ¿Peores que obligar a los ciudadanos de París a vivir bajo la amenaza de las akumatizaciones… todo ese tiempo? ¿Qué puede haber peor que eso?

La imagen del París arrasado por el poder de Cat Blanc asaltó de pronto la mente de Ladybug. Pero ella la descartó con impaciencia.

—El futuro es una cosa muy frágil, gatito —le recordó a su compañero—. Si cambiamos algo en el presente, puede haber consecuencias imprevistas.

Cat Noir inspiró hondo.

—Entonces sí quieres decir que no podremos tener pareja —murmuró—. Hasta que derrotemos a la nueva Mariposa, al menos; y, teniendo en cuenta lo que sabemos por Bunnyx, eso no sucederá pronto, por mucho que nos esforcemos.

—Eso es… lo que me temo —musitó ella.

Hundió el rostro entre las manos, temblando. Trató de retener las lágrimas, pero no fue capaz. Sintió de inmediato que Cat Noir le rodeaba los hombros con el brazo y se recostó contra él, buscando consuelo en su presencia.

—Encontraremos la forma de arreglarlo —le prometió él; su voz sonaba un poco ronca, sin embargo, y Ladybug se dio cuenta de que él también estaba afectado por aquella posibilidad—. Bunnyx también dijo que tú siempre encuentras una solución para todo, ¿verdad?

Ladybug suspiró, pero no dijo nada. Cat Noir la abrazó con más fuerza.

—Todo saldrá bien —le susurró al oído—, mientras estemos juntos. Somos un equipo invencible —le recordó.

Ladybug alzó la cabeza para mirarlo. Los ojos de él estaban repletos de ternura y, una vez más, ella se sintió muy afortunada por tenerlo como compañero.

—Lo siento muchísimo —murmuró—. Se supone que debíamos animarnos el uno al otro porque los dos tenemos el corazón roto, pero lo único que he hecho yo ha sido hundirte todavía más en la miseria —se lamentó.

Cat Noir se rió con suavidad.

—No te preocupes. Era algo de lo que teníamos que hablar, de todas formas. También era un tema que me preocupaba, en el fondo, pero nunca me había atrevido a pensar en esto en serio. Ni tenía a nadie con quién hablar al respecto —añadió tras una pausa.

—¿Qué? ¿Plagg no es un buen confidente?

—Solo para algunas cosas. «Lo único que me interesa saber del futuro es si tendrán queso» —lo imitó.

Ladybug se rió. Cat Noir le dedicó una sonrisa repleta de cariño.

—Encontraremos una solución —le prometió.

Ella asintió en silencio. Permanecieron callados un rato más, abrazados. Ladybug evocó de pronto una sensación similar. Cerró los ojos, disfrutando de la presencia de su compañero a su lado, de su agradable calidez, del ritmo calmado de su respiración…

Habían estado así los dos, una vez. O muchas veces, quizá. Cuando no eran solamente compañeros de equipo, sino también… compañeros de vida. Aquel delicioso cosquilleo en el pecho, aquella complicidad sin palabras… aquella felicidad pura y sencilla.

Tragó saliva. «No tiene sentido darle más vueltas, Marinette», se dijo a sí misma. «No sucedió de verdad, ni sucederá. Fue un sueño, nada más.»

«Era el mayor deseo que albergaba tu corazón», le recordó una vocecita maliciosa desde algún lugar de su conciencia.

Abrió los ojos de golpe y se sonrojó sin poderlo evitar. Por mucho que tratara de olvidarlo, la perturbadora visión que les había ofrecido el prodigio del cerdo aún acudía a su mente en los momentos más inoportunos.

«Si tengo que pasar años y años luchando contra el nuevo portador de la Mariposa», pensó de pronto, «y no puedo estar con Adrián, para no ponerlo en peligro…, tal vez…, tal vez…»

Pero no se atrevió a desarrollar aquella idea.

—La echo de menos —murmuró entonces Cat Noir, sobresaltándola ligeramente—. Y aún la quiero. Muchísimo.

Ladybug comprendió entonces que se refería a su novia. O, mejor dicho, a su exnovia.

Sintió una oleada de afecto hacia él. También una punzada de decepción, pero se apresuró a ignorarla y reflexionó sobre sus palabras. Sabía que Cat Noir había estado muy enamorado de su chica y, obviamente, todavía lo estaba. Ladybug era muy consciente de que él había sido muy feliz a su lado. Y ella se había alegrado sinceramente por su compañero, porque le gustaba verlo así, radiante y sonriente y con el corazón repleto de amor por alguien que podía corresponder a sus sentimientos como él merecía.

Estaba claro que, si Cat Noir había dado por finalizada su relación con aquella chica, no había sido porque deseara hacerlo, en realidad.

—Lo siento mucho —murmuró—. Todo esto es culpa mía.

Él se volvió para mirarla, sorprendido.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

—Porque tendría que haber recuperado el prodigio de la mariposa cuando tuve la oportunidad. Si no lo hubiese perdido…

—Pero ibas a perderlo de todos modos —le recordó Cat Noir—. Porque hay otro Hawk Moth en el futuro, ¿recuerdas? Así que las cosas tenían que pasar de esta manera, sí o sí. Porque la alternativa sería mucho peor.

Ladybug frunció el ceño, pensativa. Se preguntó en serio qué consecuencias habría tenido para el futuro que ella hubiese recuperado el prodigio de la mariposa de manos de Gabriel Agreste. Para empezar, quizá Bunnyx no existiría como tal. Porque ellos la habían conocido durante el ataque de Timetagger, un akumatizado procedente del futuro. Pero, si no hubiese akumatizaciones en el futuro, entonces Bunnyx no habría llegado desde allí para detener a Timetagger. Y Ladybug no habría sabido a quién debía entregarle el prodigio del conejo, llegado el momento. ¿Habría elegido a Alix Kubdel también? Probablemente no, porque ¿qué motivos habría tenido para escogerla precisamente a ella? Quizá Ladybug ni siquiera hubiese tenido la oportunidad de elegir a nadie, de hecho, porque Monarca le había robado los prodigios antes de que tuviese la oportunidad de hacerlo. Si habían logrado recuperar el del conejo aquella noche se debía a que Alix YA era Bunnyx. O lo sería. Y todo comenzaba con su enfrentamiento en el futuro con Timetagger.

¿O no? A Ladybug le daba vueltas la cabeza. Tal vez Bunnyx no habría tenido que viajar al pasado a causa de Timetagger, pero sí a causa de Cat Blanc.

Se estremeció. Todo aquello le parecía un bucle sin sentido. Alix era Bunnyx porque había viajado desde el futuro para decirle que lo sería, pero no habría podido viajar desde el futuro si no hubiese sido Bunnyx en primer lugar.

Suspiró.

—No estoy segura de que sea bueno conocer el futuro, gatito —opinó—. Sobre todo porque aún no entiendo muy bien qué es lo que va a pasar, ni por qué. ¿Cómo se supone que debemos actuar, pues? Si todo lo que vamos a hacer está escrito de antemano, ¿podemos tomar nuestras propias decisiones? Y si nos equivocamos y con eso provocamos el fin del mundo…

Cat Noir se rió.

—No vamos a provocar el fin del mundo. ¿De dónde te sacas esas cosas?

Ladybug no respondió.

Tras un instante de silencio, murmuró:

—Yo también lo echo de menos. A mi novio, quiero decir. O sea, a mi novio que ya no es mi novio. —Hizo una pausa para reordenar sus pensamientos—. Por eso no puedo evitar preguntarme si las cosas podrían haber sucedido de otra manera.

—Bueno —murmuró Cat Noir—, eso no podemos saberlo.

«Pero Alix sí puede saberlo», pensó de pronto. La veía todos los días en la escuela. Sabía que ella no le contaría nada pero, de todos modos, se hizo el firme propósito de preguntarle al respecto, solo por si acaso.

Hasta aquel momento, se había convencido a sí mismo de que no había roto con Marinette en realidad o, al menos, no para siempre. Había albergado la esperanza de poder retomar su relación con ella cuando la nueva mariposa fuese derrotada. No obstante, Ladybug tenía razón. Ambos sabían que, en el futuro del que procedía la Bunnyx adulta, aún seguirían luchando contra los akumatizados.

No podía pretender que Marinette lo esperase durante tanto tiempo.

—Encontraremos una solución —repitió, más para sí mismo que para Ladybug.

—¿Humm? —murmuró ella, medio dormida.

Él se volvió para mirarla con una ceja enarcada.

—¿Te duermes?

—Nnnooo —bostezó ella; pero se había acomodado entre sus brazos y se notaba que le costaba mantener los ojos abiertos.

—Creo que es hora de despedirse, milady —le dijo Cat Noir con cariño—. Es muy tarde, y seguro que mañana tienes cosas que hacer.

Ladybug aún tardó un poco en despejarse del todo. Se separó de él de mala gana y se desperezó.

—Muchas gracias por la charla, minino —le dijo entonces con una sonrisa—. Me ha gustado mucho hablar contigo esta noche.

—A mí también —respondió él, sonriendo a su vez—. Podríamos repetirlo más a menudo. Quiero decir que últimamente parece que solo hablamos de trabajo.

—Es verdad. —Frunció el ceño, pensativa—. ¿Crees que no deberíamos tomarnos tan en serio lo de la nueva mariposa? Si de todos modos no vamos a poder derrotarla pronto…

—Eso no lo sabemos, en realidad —puntualizó él—. Y de todas formas tenemos que hacer todo lo posible por detener al nuevo villano, pase lo que pase en el futuro. Porque, mientras tanto, las vidas de personas inocentes corren peligro. Y debemos protegerlas.

—¡Tienes razón! —asintió ella.

Chocaron los puños como gesto de despedida y se marcharon, cada uno por su lado. No se sentían muy optimistas acerca del futuro, de su lucha contra el nuevo portador de la mariposa y de la posibilidad de reiniciar en el futuro las historias de amor que habían finalizado.

Pero ahora, después de la charla que habían compartido, los dos se sentían un poco menos solos.