—¡Tu hermano siempre ha sido un maldito traidor! —ruge la muchacha colérica empuñando su sable, apuntando el vibrante artefacto rojizo al ras de la frente de su compañero.

—No sé de qué estás hablando Kyra. —Sin inmutarse, Kylo responde con mirada aguda a las desafiantes acusaciones de la propietaria del arma.

—Sabes a lo que me refiero… —continua la ira de la encapuchada chica emanando de su rabiosa boca—. Y esta es la viva prueba de que siempre he tenido la razón —prosigue la charla, bajando y apagando de forma violenta las dos luces que emanaba el mango doble—. Ustedes nunca pertenecieron al Lado Oscuro.

—Te recuerdo que mi abuelo…

—Darth Vader fue un maldito traidor también. —Interrumpe Kyra despectiva, imponiendo su mirada llena de odio al cruce entre frases.

Kylo no puede retraer el enfado que trajo consigo la falta de respeto al ente que más a representado al Lado Oscuro de la fuerza. Sus puños empuñados y el cuero tenso manifestó de inmediato su involuntario reflejo de la ira contenida por el despectivo comentario.

Sin embargo, se contuvo sus ganas de seguir la contienda de parafrasear odio y fastidiosas adivinanzas, necesitaba ocupar todas sus fuerzas para concentrarse y encontrar una razón lógica para entender que le había sucedido a su hermano gemelo, que demonios se le había cruzado por la cabeza el tomar la errática decisión de asesinar al Líder Supremo y llevarse a la General con él.

Porque si, al fin habían capturado a Leia Organa la Primera Orden y dejado a la copia barata de los Rebeldes sin su más representativa esperanza para continuar con esta estúpida rebelión.

Fue un hecho inédito.

Unas historia para rememorar.

Quién tuvo la fortuna de capturarla llevándose toda la gloria fue Kyra Ren, quién con su propio escuadrón interceptó mediante buenos informantes dónde permanecía la máxima autoridad de la agrupación. Al término del asedio, la descendiente del propio Darth Sidous se dio el lujo, el placer con los sobrevivientes de tal hazaña, asesinarlos a todos a vista de su general, mostrándole a la anciana mujer cómo sus compatriotas morían por un perdido propósito.

La muchacha siempre había amado la violencia y la tortura, y en ese legendario panorama, no dejó pasar la oportunidad de sentir el sufrimiento de los más cercanos compañeros de la general a través de la fuerza.

Aunque, no pudo deleitarse de él más grande trofeo. Debía llevarla intacta al Líder Supremo Snoke.

Por el contrario de los hermanos, Ben y Jacen al enterarse la noticia de que su madre había sido capturada por la sanguinaria Kyra Ren, ciertos sentimientos olvidados emanaron en sus seres. Sí no fuera porque Snoke le había dicho que necesitaba a la General intacta, la caballero Ren se hubiera atribuido él libre albedrío de ocuparla para afinar sus particulares técnicas de tortura físicas y sociológicas a sus prisioneros.

Aún tenían el consuelo de que su madre moriría sin dolor a manos del Líder Supremo. Sobre todo para uno de los gemelos.

Jacen.

El menor por unos segundos, compañero de matriz de Ben, de los dos, siempre había estado más en la ambigüedad de pertenecer al Lado Oscuro, pues, aun cuando juntos decidieron asesinar a sus compatriotas en la academia Jedi de su tío luego de enterarse por el senado cuál era su verdadero linaje, ese momento de flaqueza en su interior, esas profundas dudas si volver o no al camino que hacía mucho le había dado la espalda nunca desaparecieron del todo.

En sus noches más nostálgicas, Jacen siempre se preguntaba qué pasaría si tomaba la arriesgada decisión de abandonar a la Primera Orden, desaparecer de todo rastro de la galaxia.

Comenzar una nueva vida olvidándose de todo su tormentoso y doloroso pasado.

¿Su temple al fin podría encontrar tal anhelada paz lejos de todo lo que relacionara la guerra?

Era lo que más deseaba. Sin embargo, cada término de sus más profundas fantasías, más felices anhelos, siempre terminaban en malos augurios.

En el universo ya no había lugar para él ni esperanza para una vida alejada de un pasado lleno de sangre. El mismo peso de su conciencia se esmeraría en hacer que el pelinegro no mereciera tal afecto de una vida simple por los pescados que había cometido con sus propias manos. Al final de cuentas, siempre terminaba convenciéndome que ese era su destino.

Ser sometido a su fatídica elección.

Aunque, lo que verdaderamente terminó con la mínima ilusión de dar un vuelco en su vida, romper esas cadenas, fue cuando Kylo Ren, el alter ego de su hermano gemelo, asesinó a sangre fría en Starkiller a su progenitor, utilizando la peor artimaña que podía utilizar un merecedor de repudio.

La esperanza.

Kylo Ren, Ben, a comparación de su hermano, siempre había demostrado una mayor determinación a pertenecer al Lado Oscuro, aun en cuentas que fue él quien más lo atormentó Snoke Snoke entre sueños. El rencor, el abandono que les generó de apoco por sus padres en su mayoría se los llevó aquel pequeño.

Aun poseyendo la misma edad entre hermanos, siendo el primero por un par de segundos en respirar fuera de la matriz, siempre se sintió un hermano mayor para Jacen, sintió el deber de protegerlo. Fue él quién contrajo la peor parte de la trágica historia de los gemelos Solo.

La noche en que la academia Jedi desapareció junto con sus alumnos y el tío de los gemelos, Luke fue primero donde yacía Ben en su habitación durmiendo. Él fue el primero de los hermanos en demostrar aquel salvaje poder que sedujo de primeras a Snoke. Jacen también lo hizo, sin embargo, no de una forma tan brutal y preocupante como lo fue su compañero de matriz por casi nueve meses.

Luke al contemplar mientras dormía todo el caos que desencadenaría y cómo arrastraría su otra parte, por un breve lapsus de tiempo, como una fugaz solución a la desolación que generaría sus sobrinos, vió que aquel resolver estaba en la empuñadura de su sable de luz.

Debía asesinarlo.

Salvaría la galaxia y con él la vida de Jacen.

No obstante, la efímera circulación de recuerdos provenientes de una feliz hermana criando unos revoltosos pequeños lo hizo sentar cabezas de golpe, sintiéndose el más miserable que pudiera existir en la Orden Jedi.

Se avergonzó de sí mismo.

Aunque… fue demasiado tarde el aparecer de ese actual remordimiento.

Cuando notó luego de su tan deplorable idea que los brillosos ojos de su sobrino habían contemplado el encender de la brillante luz y cual era su cometido con ello, cayó en desgracia, arrastrando a toda la galaxia con ello.

Jacen se encontraba en la cabaña de al lado cuando sucedió todo y cómo hermano gemelo, el percibir la desesperación, la aberración que iba a cometer su tío contra el, hizo que no dudara por ningún segundo lo que marcan los dichos por toda la galaxia.

Destruyeron y asesinaron a todos, dejando ningún solo rastro de la Orden Jedi.

—¿Qué demonios sucedió aquí? —El general Hux entró con su postura usual. Perfectamente tiesa y regia, desmonorandose con cada pisada por el deplorable escenario.

—Jacen nos traicionó. —Se apresuró a contestar la fémina, mirando con recelo a Kylo en tal respuesta. —Y se llevó a la general Organa con él.

Al reciente llegado se le revolotearon las pestañas incrédulo. Sus labios no tardaron en emitir alguna pronunciación.

—¡¿Cómo fue posible…?! —El pelirrojo comienza a exasperarse con el entrecejo juntándose.

—¡Eso es lo de menos Hux! —habló esta vez Kylo soltando su exasperación—. Ahora no interesa saber cómo es que mi hermano hizo todo esto. Tenemos buscarlo y darles aviso a las unidades.

—Kylo tiene razón. Hay que dar aviso cuanto antes —dice sombría la única mujer presente.

El pelirrojo se le sube el color hasta los cabellos de furia. El era fiel del Lidel Supremo Snoke y no de aquellos dos personajes. Se estaban atribuyendo papeles que no les correspondía a ninguno.

—¡¿Con quien creen que están hablando?! —La indignación de Hux no se hizo esperar—. ¡¿Pretenden usar mi ejército?! ¡Ya no tenemos un líder…!

Hux se quedó con la frase a medio camino, atorada en su garganta. Otra vez estaba un ser sensible a la Fuerza experimentando con su cuerpo. En específico, su cuello.

—¡El Líder supremo está muerto! —Kylo no se abstiene de soltar un poco más de su frustración en el susodicho. La estupidez que había ocasionado su hermano y la muestra de recelo de Kyra a su persona lo estaban sacando rápido de sus cabales.

—Lar-ga vida al Lí-der Su-premo—intenta juntar monosílabos Armitage con el agarre entremedio de su cuello.

Kyra no se inmuta y espera paciente a que se termine cierto espectáculo. El sentimiento de detestarse era mutuo entre Hux y la mujer, y el ser espectadora por milésima vez de este característico suceso entre la fuerza y extremidades del General, en cierta medida, era reconfortante. Siempre era bienvenido el disfrutar de una escena de estrangulamiento del pelirrojo.

Cuando Kylo terminó con la escena, él junto Kyra Ren caminaron a la par hacia el turboascensor para dar pronto el anuncio a las tropas que estaba sucediendo entre sus propias filas. Al arribar, la tempestad del encierro hizo eco al desliz rápido entre láminas metálicas de la entrada. La dupla no quiso mirarse, ni cruzar miradas fugaces. Simplemente se quedaron al acecho a que se abrieran las puertas cuando llegaran al piso correspondiente.

—Tú lo ejecutarás. — Kyra rompe el silencio primero sin mirar a los ojos de su actual acompañante. Sus palabras desbordaban autoridad.

Kylo se sorprende de tal actitud autoritaria. La muchacha jamás había expresado a su persona con ese singular tono de voz con ellos. Sólo a los subordinados, gente bajo su mandato directo. Si la intuición no le fallaba, la castaña estaba intentando tomar ventaja desde ahora en sobreponer su palabra sobre la de él en los futuros mandatos.

—¿Y por qué debería seguir tus órdenes? —Denota indignación el aludido girando a su dirección.

—Porque así sabré si estás verdaderamente de nuestro lado. —Aún sin inmutarse por tal ofender del muchacho, sigue mirando hacia enfrente.

—No tengo por qué hacerlo. —Kylo vuelve su mirada hacia la puerta, terminando todo acto visual con la muchacha—. Ni demostrarte algo. El único quién puede darme ahora ordenes es Darth Sidiuos.

Kyra impide quebrajar su mandíbula de la furia.

El que mencionara a su abuelo cómo pretexto a no seguir su especifica orden le hirvió la sangre. Ella era lo más cercano a la máxima autoridad por compartir sangre con Darth Sidious. Le correspondía en absoluto tomar el mando desde ahora en delante de la Primera Orden.

Kylo Ren para Kyra, era un don nadie, sangre de traidores. Ni siquiera debía cruzársele por la mente pensar que tenía algún derecho sobre las tropas pertenecientes a su abuelo.

Y aunque la joven Palpatine disimuló a la perfección el efímero malestar, no logró pasar desapercibido para el pelinegro la perturbación de la fuerza por parte a la muchacha el que le había molestado. Su furia nunca se podía pasar por alto.

Desde ahora en adelante comenzaría una disputa ferviente de poder entre ellos. Quién se quedaría con la Primera Orden.

—Eso lo veremos.