¿Qué pasaría si en lugar de Goku, Vegeta fuera enviado al planeta Tierra?
Terminaba de entrenar contra los saibaman, eliminándolos a todos sin chistar. Comía la comida del gran comedor, rodeado de hombres más fuertes y grandes que él. A su lado, Nappa engullía energéticamente, bebiendo de una jarra burbujeante de cerveza. Él era el único de su estatura, se había dado cuenta; había una diferencia enorme de estatura entre él y el resto de los soldados de Freezer. No era para extrañarse, pues era el único niño a bordo en esa gigantesca nave.
Saltaba comida a su alrededor, carnes extrañas de todo tipo de razas y grasas deliciosas. Comía velozmente, pero a diferencia de otros, con delicadeza. No solo ser un niño lo hacía diferente, también su rango. Dentro de la nave, únicamente Freezer y él compartían sangre real. Eso los situaba a ambos como los seres más importantes ahí… ¿o no? Aunque a veces todos se comportaran como si él no fuera el príncipe de la raza guerrera más fuerte. Podría haberlo olvidado si tan solo no estuviera Nappa recordándoselo constantemente al igual que la voz de su padre… cada vez que intentaba dormir por las noches.
De cierta manera, ser los únicos saiyajin a bordo los colocaba en una posición de desventaja social. No era como si a ambos les interesara, pero a Vegeta eso le generaba dudas, especialmente porque a veces sentía que ellos sabían algo que él ignoraba.
Comió y bebió lo suficiente, sintiendo su cuerpo fuerte y pesado. Si un enemigo hubiese entrado por la puerta en ese momento, podría haberlo destrozado sin piedad, pues su cuerpo estaba listo.
Como si de una profecía se tratase, Freezer y el séquito de hombres selectos que lo seguían a todas partes entraron en el comedor. Todos pararon de comer y la cola de Vegeta y Nappa se erizó: no era un enemigo, tan solo el emperador. Sus colas se destensaron en la punta y poco a poco en el resto de esta, con una onda suave de movimiento. El silencio reinó hasta que, riendo, se volvió a la multitud y con la voz fría que lo caracterizaba, pero con una sonrisa, dijo con delicadeza:
— Continúen.
La actividad se reanudó, aunque con menos alboroto; se habían acostumbrado a sentir el miedo de los demás soldados en presencia de Freezer. Todos eran unos malditos cobardes, a excepción de él, por supuesto. Fue su padre quien le había enseñado a no temer ni a agachar la cabeza ante Freezer ni nadie.
Pensaba en eso cuando Nappa a su lado dijo algo que escuchó como un murmullo. Continuó mirando hacia el frente, creyendo que solo balbuceaba estupideces al azar. Arqueó una ceja cuando escuchó su nombre:
—Príncipe Vegeta —habló, tragando un bocado de comida.
—Nappa, no me hables con tu asquerosa comida en la boca, me molesta —le dijo, sin verlo. Mantenía la vista en Freezer. A lo lejos, este sintió su mirada y cuando iba a encontrar la de Vegeta, el niño se volvió a su compañero.
Nappa se limpió la boca con una servilleta.
— ¿Qué quieres?
— Estaba diciéndote; vi tu programación espacial esta mañana mientras entrenaba. Te enviarán a un sistema solar lejano, creo que es el planeta Tierra.
— Hm.
— No hay gran cosa ahí. El navegador general acaba de encontrarlo; sus habitantes son débiles y no poseen ninguna habilidad de nuestra — se corrigió— del interés del emperador Freezer. Sumando los millones de insectos que hay ahí, no alcanzarían ni siquiera el nivel de un bebé saiyajin.
— ¿Qué? —preguntó molesto, frunciendo más el ceño. — Si no hay nada ahí y todos son débiles, ¿qué es lo que el gran Freezer quiere al enviarme allí? Patear el trasero de cuatro saibaman sería de más utilidad para mi entrenamiento.
— Sé que será aburrido, Príncipe Vegeta, pero existe el rumor de que se desarrolla tecnología de interés en ese lugar. Además, no irás solo —
— Estúpido, acabas de decirme que van a enviarme.
Nappa no se inmutó ante la interrupción mordaz del infante y prosiguió, hablando más alto para que su voz no se ahogara en la bruma del salón.
— Su objetivo es encontrar esa tecnología; tú serás quien lo haga. Destruirás a cualquiera que se interponga en tu camino y como instrucción adicional matarás al 50% de los habitantes. Los terrícolas que queden serán llevados hacia uno de los planetas en este sistema solar, para ser esclavos.
Apretó el puño enguantado y bajó de la silla de un salto. Por la brusquedad, la capa roja que llevaba consigo ondeó. Ojalá pudiera negarse. Freezer y sus estúpidas misiones.
