33

UN CAMBIO PROSPERO

Esa petición tan eufórica le entro de lleno en el corazón, se giro y vio que el dragón también estaba viendo la escena, pero se ponía a volar para aterrizar forzosamente en el suelo dando golpes de campana, como si fuese un perro pidiendo comida o jugar con él. No comprendía ese raro entusiasmo que estaba manifestando, era como si supiese que algo bueno estaba pasando, cosa que creía improbable, ¿o lo era? Se puso a pensar en una cosa que hasta ahora no se le había ocurrido indagar. Si mirabas la gema te mostraba el futuro, pero todos esos futuros constataban de sucesos que terminaban con malas consecuencias o sucesos infortuitos. Vecket vio su futuro y asumió que al ver lo que pasaría podría aprovecharlo para impedir que nadie le detuviese. ¿Pero que pasaba con el otro ojo del dragón? ¿Acaso funcionaba igual? ¿O solamente hacía lo contrario? Porque entonces esto indicaría que el dragón estuvo viendo visiones de todas las cosas buenas que pasarían, esperando que llegase este momento.

Era un argumento demasiado descabellado para ser cierto, pero ahora ya no podía arriesgarse a cuestionarse nada más, debía terminar con esto ya mismo.

Se acerco al dragón dejando que le mirase fijamente, se dio la vuelta abriendo el hueco de su ojo vació para que se lo metiese de vuelta.

-Se libre chico -le dijo en sentimiento de compasión.

Le metió la gema dentro del ojo con fuerza, en cuanto lo hizo, todos los bordes arrugados del dragón comenzaron a emanar una fuerte luz verde lima que resplandecía como el sol, Gorkit se alejo y se tapo la cara, casi lo dejaba terriblemente ciego, eso era algo que no se esperaba que sucediese.

Los otros se detuvieron y se taparon las caras, la luz les molestaba una barbaridad, se alejaron saliendo del granero mientras la luz del reptil se incrementaba hasta tal punto que ya no veían al dragón, lo único que podían vislumbrar era una enorme figura blanca que parecía estar elevándose en el aire.

Gorkit pudo abrir los ojos, observando detenidamente como aquel dragón cambiaba mágicamente su figura, ya no se veía tan corpulento y gris como antes, ahora se veía blanco como un ángel, su cuerpo era liso y largo como una serpiente, su mandíbula ahora era ovalada, sus cuernos se veían finos y no tan puntiagudos, sus cuernos se enderezaron como los de un unicornio, le salieron unos bigotes finos como hilos alrededor de la nariz y su mirada esbozaba una expresión de serenidad y firmeza, como si al estar ahora completo, se hubiese esfumado su enojo y se sintiese confiado de si mismo.

La cadena que lo mantenía retenido estalló de repente, se rompió y cayo al suelo, de forma liviana como si estuviese hecha de papel.

Aterrizo en el suelo y su brillo menguo lentamente, dejándose ver con normalidad, ahora que no brillaba, se veía más esplendido de lo que parecía, era como ver un pegaso solo que lucía más hermoso y más curioso.

Gorkit se quedo indeciso mirándole, le resultaba impresionante ver un dragón con ese aspecto que emanaba cierto respeto, pero al mismo tiempo le dio algo de miedo, como se transformo, ahora asumía de que quizás haya cambiado también su persona, posiblemente ni le reconociera y le quisiese hacer algo.

El dragón volteo la mirada hacía él, sus latidos resonaron hacía fuera, como si le hubiese arrancado el corazón con esa expresión tan repentina. Camino hacía él, lentamente mientras levantaba la cabeza para olerlo. Mantuvo la compostura, temiéndose que lo tomase de nuevo como una amenaza por el simple hecho de moverse. Lo olisqueo de arriba para abajo, soltó un resoplido que se sentía como un acto de aceptación, lo miro fijamente, sabiendo que con su mirada le quería decir algo.

-Gracias.

Gorkit quedo perplejo, le hablo, pero no entendía como lo hizo.

-¿Me estás hablando? -le pregunto, cuestionándose si se lo imagino o no.

-Te hablo, a través de tu conciencia.

Ahora lo comprendía, sus poderes mágicos le permitían hablarle a través de la mente. Eso era otra cosa que no se esperaba que pudiese ser posible.

-¿Como es que puedes hablar ahora?

-Me atraparon cuando era muy joven, me sacaron el ojo, y eso ocasiono que perdiese mis poderes, mi cuerpo se volvió vulnerable, fue desmejorando con el tiempo, y eso ocasiono que mis emociones se alterasen, me convertí en un animal salvaje más, incapaz de razonar o controlar las acciones de mis actos.

-¿Entonces estás diciendo que todos esos trolls a los que...

-¿Incinere? Si... al no tener mi ojo, y haber sido envenenado con una magia de la que no formo parte, mi mente se mezclo con mis instintos vengativos de acabar con aquellos que me usaban para sus fines maléficos. Yo no quería hacerlo, pero si no lo hacía, seguiría sufriendo por mucho más tiempo del que llevo esperando para liberarme de mis ataduras.

Se compadeció aún más con él, antes pensaba que era una criatura hostil y agresiva, pero ahora veía que aquel comportamiento tan salvaje que mostraba, era debido a que se había cerrado a causa de todos los traumas por los que había pasado.

-Lamento mucho los problemas que he causado.

-No tienes porque lamentarte, no eras tu quien hacías eso.

Asintió plácidamente con la cabeza.

-Te agradezco mucho que me hayas liberado. Joven Gorkit.

-¿Sabes como me llamo?

-Si, lo se todo de ti, tu misión, tus miedos, tus experiencias en Trollia. Llevas una vida de mucho sufrimiento.

Rezongo avergonzado al reconocer ese hecho, toda su vida pasaba por una constante sucesión de conflictos y traumas a su alrededor.

-Pero no tienes que lamentarte por ello, he visto cosas buenas. Muy pronto podrás redimirte y encontrar la paz contigo mismo.

Eso lo alivio.

-Espera, ¿entonces eso significa que con el otro ojo que aún seguías teniendo, podías ver los sucesos positivos por los que pasaría cada individuo?

-Así es.

Quedo asombrado al ver que tenía razón desde el principio.

-Pero... ¿porque puedes hacer eso?

-Mis poderes permiten ver el futuro de diferentes formas, pero como me arrancaron un ojo, mis habilidades se alteraron y solo pude ver una única visión. Gracias a ello he sabido que tu vendrías en mi ayuda, que me liberarías, para que así yo pudiera liberar a este pueblo de su condenada prisión mágica.

-¿Vas a liberar al pueblo?

-No, voy a romper la maldición, y liberar a las victimas de su eterna condena.

-¿Entonces los fantasmas de los difuntos, están en el mundo de los muertos?

-Así es, esa historia que antes te contó el Padre Vecket era cierta. Su padre, el Padre Vaktor me capturo hace años, me arranco el ojo, y lo uso para cometer un acto de magia pagana para unirse a la oscuridad de Malefor. Desde entonces, todos los pueblerinos o individuos que se han metido en este pueblo, han sido llevados a un lugar especial en el Mundo de los Muertos, donde permanecen retenidos a la espera de ser libres o usados para cometer actos atroces parecidos a los que se provocan aquí.

-¿Entonces puedes hacer que salgan de ahí, que se reúnan con los ancestros?

-Haré algo mejor.

El dragón se dio la vuelta y comenzó a andar hacía la salida con paso firme y confiado, como si no tuviese problema alguno en ver el exterior por primera vez en mucho tiempo. Asomo la cabeza y respiro profundamente, queriendo oler el aspecto y suave aroma de la naturaleza que había tenido a su alrededor pero nunca pudo sentir, eso le hizo sonreír aliviado al disfrutar de la libertad.

Adelante tenía a los guardias, estaban temerosos al no saber que hacer, se dieron la vuelta y se marcharon corriendo colina abajo como cobardes, Ephraim y Vilas quedaron sorprendidos al ver con que facilidad se les iba el liderazgo en cuanto las cosas dejaban de estar a favor del padre Vecket. El joven sacerdote no huyo, se acerco hacía el dragón, mostrándose desesperado al temerse la idea de que podría irse.

El reptil capto su atención, echándole una mirada de desprecio.

-Escúchame, se que me entiendes, y se que sabes lo que vas a hacer, te lo suplico, sea lo que sea que vayas a hacer, no lo hagas por favor -le suplico insistentemente.

El dragón refunfuño ofendido ante su suplica, acerco la cabeza hacía Vecket echándole una mirada fulminante dispuesto a quemarlo, Vecket no se inmuto, se quedo parado dejando que se acercara para demostrarle que no le tenía miedo alguno. Como si se creyese que por sus convincentes suplicas le pudiesen salvar la vida.

-Lo entiendo vale, se que mi padre te trato mal, no debió haberte traído aquí, debería haberte soltado cuando tuve la oportunidad, y no lo hice -explicó excusándose de sus viles actos-. Me aproveche de ti de forma injusta, y lo siento mucho, pero tienes que entenderlo, todo fue cosa de mi padre, yo no podía hacer nada.

Gruño y clavo sus garras contra la hierba, le estaban molestando sus excusas.

-Si, es verdad, mi padre dejo de tener poder sobre mi hace mucho -rectificó cambiando de nuevo sus excusas-. Pero cuando él me contó su plan, le creí porque me entusiasmaba la idea de un mundo de nuevo, uno mucho mejor que este. Aún puede ser real, pero solo si te quedas aquí, pero haciendo las cosas bien.

Se quedo mirándolo fijamente, como si estuviese pensando sobre como castigarle.

-Quédate y ayúdame a reconstruir Skylands, hagamoslo juntos, de manera que nadie salga lastimado -junto sus manos suplicándole con clemencia.

Soltó un resoplido caliente de sus orificios nasales, se notaba que le mosqueaba todo lo que le pedía. Echo el vuelo provocando un pequeño vendaval de viento que hizo mover las hierbas de la tierra y se elevo bien alto hacía la luna.

Todos se juntaron cerca para ver lo que iba a hacer.

El dragón se elevo hasta la altura de una torre de siete plantas, se detuvo en el aire moviendo sus alas mientras estiraba el cuerpo quedándose en una posición vertical, bajo la cabeza y comenzó a brillar de nuevo como antes, se transformo en un enorme resplandor verdoso que esta vez no les dejo tan ciegos como antes. Gorkit fijo su mirada en él, noto de nuevo lo hermoso y majestuoso que era, era imposible no fijarse en la magnitud de su belleza exterior. De pronto soltó un sonido siseante, parecido a un silbido, leve pero intenso, brillo con mayor intensidad, creando ahora un resplandor más esmeralda, subió la intensidad, ahora dejándoles más ciegos que antes, el brillo era tan intenso que parecía que iba a estallar como una estrella. Cosa que al final ocurrió, el brillo estalló, largando una estela de colores que se expandió por todo el campo como si fuesen rayos de tormenta, les paso por encima, no les ocurrió nada, sintieron el toque de esos rayos como un cosquilleo que les dejo con la piel de gallina.

Los rayos se expandieron por todo el pueblo, y cuando llegaron al final del área que enmarcaba el pueblo, desvelo un enorme campo en forma de cúpula que tenía aspecto de ser invisible, se disipo en pequeñas partículas de color verde lima, parecidas a las luces de una luciérnaga, cayendo como copos de nieve por toda la zona.

Todos quedaron indecisos al no entender lo que sucedió, no tenían ni idea de si infecto el pueblo con alguna sustancia mágica, o lo transformo en otra cosa cuyos cambios apenas podían notarse a simple vista.

El Padre Vecket comenzó a murmurar algo inentendible, se puso a dar vueltas, temeroso de algo. Los cuatro se juntaron sintiendo que esa reacción de Vecket no provenía del acto mágico cometido por el dragón, sino por algo más que él parecía saber.

-Vecket, ¿que sucede? -le pregunto Vilas.

Les miró con desolación.

-Lo ha hecho.

-¿Que ha hecho?

-Lo que no quería que sucediera.

Esa respuesta les dejo más confundidos que preguntarle sobre lo que ocurría, no comprendían a que le tenía tanto miedo, pero era evidente que algo iba a pasar ahora mismo, algo que tendría que ver con lo que hizo el dragón.

De pronto la tierra comenzó a temblar, las hierbas se agitaban como olas y se escuchaba un sonido profundo, como si algo estuviese apunto de salir a la superficie. Partes del bosque comenzaron a resquebrajarse creando unos bordes luminiscentes, parecidos a la luz que desprendía la gema. Ambos se juntaron intentando de mantenerse unidos ya que no sabían si lo que estaba ocurriendo era algo bueno o malo. Vecket le tenía más miedo que a ellos, su mirada de resquemor lo decía todo, se sentía como si todo esto para él fuese su fin.

El bosque dejo de resquebrajarse, las fisuras que se abrieron, dejaron toda la zona partida como un mosaico. Era extraño, pero curioso al mismo tiempo, ya que el bosque se resquebrajo unicamente en el área en el que estaban asentados, se podía ver desde lejos que no llego hasta el pueblo. Como si lo que sea que estuviese apunto de salir, estuviese unicamente enterrado ahí mismo.

De pronto una de las fisuras comenzó a brillar con mayor intensidad.

Gorkit se acercó, mirando fijamente aquella luz que emanaba del subsuelo, por un instante le hacía parecer que saldría otro dragón parecido, pero en vez de apareció otra cosa. Salío expulsado una rara figura fantasmagórica, parecida a la estela de humo que dejan las velas, se movía como si estuviese hecho de tela y resplandecía con un tono de color verde lima, del mismo color que cuando veía las visiones en la gema.

Ambos quedaron asombrados al ver eso.

De pronto varias de aquellas figuras fantasmagóricas comenzaron a salir del subsuelo, expulsadas como fuegos artificiales. Todas se elevaron hacía el cielo, luego se dispersaron yendo cada una por un lado, dirigiéndose hacía el pueblo.

Alzaron la mirada observando que las figuras sobrevolaban el pueblo, pero no parecían estar atacándolo, se veía que hacían otra cosa más, pero debido a lo lejos que estaban, no podían visualizar con exactitud lo que sucedía.

De pronto Vilas sintió un cosquilleo en la espalda, se giro y se encontró con algo que no se esperaba. Una de las figuras luminiscentes estaba delante suyo, flotando como una tela que se movía a ras del viento, pero no, se movía por su propia cuenta.

Gorkit y los otros también se giraron, captando la presencia, lo miraron y quedaron atónitos. Les daba miedo ver eso ya que no entendía que era esa extraña criatura, pero de pronto comenzó a moverse, tomando otra forma. Lentamente se iban materializando todas sus partes, como arena cayendo por un reloj. Se manifestaron unas prendas por encima de su cuerpo, le salieron dedos de unos muñones alargados como tentáculos, y poco a poco le iba saliendo la cara. Se manifestó la nariz, los ojos, las orejas y la boca, termino de formarse hasta que se revelo la forma de un troll.

Vilas quedo indeciso al ver de quien se trataba.

La figura le miro y le sonrió plácidamente.

-Hola hermano -le soltó.

-¿Vilar?

Se acercó precavidamente hacía él, no se creía de verdad que estuviese ahí. Era su hermano, pero no parecía estar vivo, era otra cosa, algo diferente.

-¿Eres tu de verdad?

-Si, o lo poco que queda de mí -señalo indirectamente.

Le resultaba tan extravagante verle en el estado en que se encontraba, que al tocarle, podía atravesarle la mano, y lo más raro de todo es que las partes que le tocaba, se disipaban como bolas de polvo luminiscentes, como el agua de una cascada que se corta en varias partes. Se aparto y las bolas volvieron a unirse en su estado original.

Ambos se acercaron para verle mejor, estaban pasmados al ver por primera vez un fantasma, y uno que no daba miedo siquiera.

-Chicos, os presento a mi hermano Vilar -les presentó cordialmente.

Le saludaron de forma amigable, sin importar que fuese un fantasma.

-¿Amigos tuyos?

-Los mejores que he tenido ahora.

Vilar se rio, le gustaba ver que no estaba solo en esto.

-Pero no lo entiendo, ¿como es que estás aquí?

-Cuando morí, mi alma fue enviada a otro mundo, uno muy oscuro, donde se encuentran otras almas, reposando y sufriendo las consecuencias de haber fallecido. Es un lugar inhóspito, donde no hay sol, no hay vida, solo magia de los muertos -explicó entonando una voz depresiva que indicaba el sufrimiento que padecía.

-¿Entonces es cierto? -objetó Ephraim.-. ¿Vuestras almas fueron enviadas al Mundo de los Muertos para formar parte del ejercito que formo el padre de Vecket?

-Así es, todos nosotros llevamos desde hace años metidos en ese mundo, merodeando de un lado para otro, sin hacer nada excepto quejarnos y aguantarnos la espera de salir a la superficie, tal y como dijo el Padre Vaktor.

-¿El Padre Vaktor también está ahí? -se sorprendió Vilas.

-Esta ahí, pero no es el mismo hombre que tu y yo recordamos. Ahora es un fanático desquiciado, ambicioso, se cree que el haber muerto le ha convertido en un mejor troll, pero en realidad lo único que ha logrado ha sido mostrar su verdadera cara -explicó con seriedad-. Incluso muerto nos ha estado atosigando con sus pantomimas.

-¿Y tu te has creído algo de eso?

Negó con la cabeza.

-En realidad en lo único que he creído es que tu me ayudarías desde mi lecho de muerte ha acabar con esto -soltó honestamente seguido de una sonrisa picarona de confianza-. Aunque claro, tampoco esperaba la ayuda de un grupo tan peculiar.

Le sonrieron halagados por su sutil agradecimiento.

-Lo siento mucho Vilar -se disculpo Vilas.

-¿Por que?

Comenzó a llorar de nuevo.

-Tu me avisaste de lo que estaba ocurriendo, y no te hice caso -paró un momento para asimilar lo que vendría ahora-. Te mataron, y yo no pude hacer nada.

Se tapo las manos para llorar con vergüenza.

-No te preocupes por eso -le dijo el otro.

Levanto la mirada, podía sentir su presencia como si estuviese vivo de verdad, pero le daba un cierto cosquilleo al estar más cerca de él.

-En ese momento eras un hombre diferente, incapaz de ver el mal en el mundo. Ahora que has presenciado todas las cosas que ha hecho Vecket, has podido dejar atrás todos tus miedos y tus dudas para salvarme la vida.

Sonrió estando de acuerdo con él. Se había pasado los últimos años teniéndole miedo a todo, ahora que los confronto, se sentía mejor por dentro.

-Y a ellos también -señalo al fondo.

Voltearon la mirada hacía el pueblo, se podían ver las luces verdes resplandecientes de las figuras, estaban paradas en la plaza, y los pueblerinos se estaban acercando. Pasaron a escucharse sonidos de incertidumbre, seguidos de chillidos de entusiasmo.

-Ahora que la barrera que los mantenía apresados de su propio sentido común se ha roto, podrán despedirse una ultima vez con sus familiares, antes de que puedan disculparse consigo mismos por los actos que cometieron inconscientemente.

Estaban lejos de ver lo que sucedía, pero se hicieron fácilmente a la idea del entusiasmo que se estaba derrochando por todo el pueblo. La mayoría de aquellos trolls no tenían ni idea del daño que habían estado padeciendo desde que murieron todos sus familiares, quedaron tan engañados que no se daban cuenta de cuanto sufrían, tanto ellos como los que murieron, y ahora que volvieron en si, la situación debía ser muy caótica. Era como despertarse de una pesadilla y descubrir que el mundo cambió de repente.

Vilas cayo en la cuenta de algo que menciono Vilar.

-¿Que quieres decir con despedirte?

Agacho la cabeza con resentimiento.

-Me tengo que ir, debo reunirme con los ancestros.

Vilas le miró con desolación.

-¿Pero porque?

-Soy un hombre muerto, atrapado en un lugar al que no pertenezco. Todos nosotros nos iremos, para que así podamos descansar en paz, mientras este lugar prospere y se reconstruya para volver a ser lo que era antes.

Recapacitó ese argumento, era algo cierto. Echaba de menos a su hermano, le gustaba estar con él y poder ver que se sentía orgulloso de lo que había hecho. Pero era un fantasma, un difunto en el mundo de los vivos, era una idea que aunque quisiera encontrarle su punto positivo, jamás funcionaría.

-No te entristezcas tanto hermano, podrás vivir sin mi.

-Lo se, ¿pero que pasa con ellos? -volteo la mirada de nuevo hacía el pueblo-. Tu fuiste más líder que todos los sacerdotes que lo han controlado, sin nadie que les ayude, no se muy bien que será de nosotros.

Se le ocurrió una rápida idea.

-Yo se muy bien -se acercó aún más-. Tu puedes dirigirles.

-¿Yo?

-Si -continuo Gorkit-. Usted doctor Vilas ha demostrado una enorme autoridad al enfrentarse a Vecket, con ese coraje, creo que la gente de este pueblo podrá tener un líder nato que sepa dirigir esto sin caer en malas ideas engañosas.

Quedo impávido, era una idea que jamás se le habría ocurrido.

-¡No! -chillo alguien.

Giraron la mirada observando que se estaba acercando Vecket por el otro lado, estaba parado con una posición firme y desequilibrada y sudaba a cantaros. Estaba tan desesperado por querer seguir llamando la atención que eso lo dejaba tenso.

-Ese doctor de pacotilla no dirigirá mi pueblo, yo sigo siendo el sacerdote, yo aún sigo teniendo el poder -dictamino señalándose a si mismo con malicia.

Elfina refunfuño al verle, Gorkit la detuvo, sabiendo lo que iba a hacer. Dio un paso adelante actuando también con autoridad.

-Tu ya no controlas nada, dejaste de ser el líder de este pueblo en cuanto decidiste controlarlos a todos con tu magia oscura -le reprocho echándole en cara que había perdido-. Olvídate Vecket, has perdido, el plan de tu padre se arruino.

-Aún no se ha arruinado, no mientras mi padre me siga confiando su vida.

-¿Estás seguro de eso Vecket? Porque tampoco creo que tu padre siga sintiéndose tan orgulloso de ti como antes -comento el hermano de Vilas.

-¿Como lo sabes? -cuestiono esa mención.

-Vecket.

Esa voz fantasmagórica le aterró, supo reconocer de quien se trataba.

-¿Padre? ¿Eres tu? -alzo la vista, asumiendo que su padre estaría volando con las demás figuras que habían salido de debajo de la tierra.

No se le escucho, pero se sentía que estaba cerca, como el presagio de algo malo que se estaba aproximando. Una luz verdosa clara emanaba de una de las fisuras. Había algo abajo, y estaba saliendo lentamente. Vecket se giro mirando al frente de nuevo, vio una figura salir a la superficie. Esta era diferente, tenía un color verdoso más oscuro y se movía como si fuese una criatura hecha de burbujas removiéndose en un torbellino. Era desconcertante ver eso ya que no parecía el alma de un fallecido, era otra cosa, algo anormal. Al cabo de unos segundos se entendía porque. Tomo rápidamente la forma de un troll, era un troll viejo, casi cerca de la tercera edad, tenía las orejas largas como cuernos, sus ojos eran pequeños pero emanaban un aire maligno y esbozaba una mirada rígida de frustración, miraba a Vecket con una terrible desilusión.

Vecket quedo exaltado al ver de quien se trataba.

-Padre, ¿eres tu?

Todos quedaron indecisos al ver que su padre también salió del otro mundo.

Vecket quedo tan aturdido que le salía el aire por la boca, cayo de rodillas contra el suelo, sintiéndose vulnerable ante su presencia.

-Padre, lo lamento mucho -soltó con tono suplicante-. Seguí tus peticiones al pie de la letra, goberné con mano de hierro este pueblo, mantuve retenido al dragón, pero todo se ha estropeado, y todo por culpa de ellos -señalo al grupo con desdén-. Ellos son los responsables de haber arruinado tu plan.

El Padre Vaktor se mantuvo rígido, mirándole con la boca torcida como si estuviese asumiendo el acto tan despreciable que estaba teniendo delante.

-Padre -junto sus manos-. Te lo suplico, ayúdame a liberarme de esta condena, ayúdame a terminar lo que empezamos. Juntos podemos hacer que todas esas almas se unan a nosotros cuando Malefor regrese, y les enseñaremos lo que es vivir en un mundo dominado por la magia oscura. Como tu me enseñaste.

No decía nada, seguía mirándole con aquella mirada rígida y vacía, exenta de toda emoción o sentimiento de lastima hacía él.

-Te lo suplico -exigió nuevamente con ansias.

Bajo la cabeza esperando una respuesta suya.

-No -contesto.

Levanto la cabeza, extrañado ante esa respuesta.

-No Vecket, no voy a ayudarte.

-¿Que? -tembló ante esa respuesta tan radical-. Pero no lo entiendo, padre, tienes que ayudarme, mira lo que han hecho.

-No, mira lo que has hecho tu -su reproche lo hizo iluminarse con mayor claridad. Como muestra del grado de rabia que había en la magia que lo envolvía.

Quedo con los ojos abiertos al no poder creerse que le estuviese acusando a él.

-Te pedí una sola cosa, y ni siquiera la haz hecho bien -dio un paso adelante haciendo que Vecket se arrastrase hacía atrás del miedo que le tenía.

-Y la hice bien, durante estos últimos años, pero ese medico y sus amigos se metieron donde no debían, me engañaron y me quitaron tu fuente de poder. Por su culpa ahora todas nuestras almas han salido libres.

-¿Y quien permitió que la gema volviese al ojo del dragón? ¿Quien dejo la gema tan expuesta que cualquiera la pudiese coger?

Masculló con la boca tratando de hallar una respuesta justificable.

-¿Quien permitió que ese grupo quedase con vida cuando tenías la oportunidad de acabar con todos? -su cara se deformo convirtiéndose en un horrible rostro demoníaco, paso a ser un troll a un esqueleto luminiscente.

Vecket se aterró al ver esa cara, aquello no era su padre, era algo más espantoso. Volvió a poner su cara normal, esbozo una mirada de decepción, acto seguido cruzo los brazos, actuando como un padre autoritario, quería que le diese la respuesta que quería oír. Vecket bajo la cabeza pensando en que decir, le tenía tanto pánico que no sabía que decirle con tal de complacerle. No podía, su padre ya no lo valoraba, no lo valoraba ni siquiera después de todo lo que hizo.

-Yo lo hice -soltó sin miedo-. Yo lo permití, pero no sabía que me engañarían o que la situación acabaría tan mal. Yo actué como tu me enseñaste, no tengo la culpa de haberles subestimado.

Quedo sorprendido ante su respuesta, eso lo irrito aún más.

-Entonces esto quiere decir que no te enseñe bien.

Se le atoro la saliva en la garganta, esa mención le destruyo por dentro.

-Cuando te pedí que me matases, lo hice con la intención de creer que podría confiar en ti para lograr mi objetivo. Te enseñe todos los pasos que debías tomar en cuenta, te instruí para que fueses más listo que los demás. Pero nada de eso ha servido porque fíjate como ha acabado todo esto -extendió sus manos largando unas pelusas fantasmagóricas que flotaban a su alrededor otorgándole un aspecto de muerto decrepito.

Vecket atónito al aspecto de su padre, ya no lo reconocía.

-Me deshonras hijo mio. He dado mi vida por una fantasía que jamás se hará realidad, y ahora todo se ha arruinado porque fuiste demasiado ingenuo para ver que podrían derrotarte muy fácilmente.

-Pero padre.

-¡Basta!

Ese grito le dejo petrificado por el miedo.

-Ya no tienes ningún derecho a llamarme padre, para ti no soy nada. Solo soy un viejo que falleció equivocándose con todo -bajo la cabeza discrepando de su presencia- Si algún días falleces y te reúnes conmigo al otro lado, espero ver que no te sigas compadeciéndote de ti mismo, porque si es así, tus penas no me aliviarán.

Vecket estaba tan cabreado por el poco respeto que le estaba dando su padre que no lo aguantaba más, cerro fuertemente su puño y se levanto echándole una mirada desafiante que indicaba su nivel de frustración.

-¿Pues sabes una cosa padre? Me alegro mucho que hayas perdido -soltó.

Vaktor quedo adoninado al oír eso.

-Todos estos años he estado esperando que te enorgullecieras de mi, pero ahora veo que de lo único que estás orgulloso es de haber muerto, pues si tanto te gusta estar muerto, entonces quédate así, muerto y moribundo como el viejo desquiciado que eres -le reprocho echándole en cara el poco aprecio que ya le tenía.

Todos quedaron indecisos al oír eso, parecía estar viendo a un troll diferente de aquel que hace un rato trato de matarles y presumir de que le gustaba controlar a la gente.

Vecket quedo satisfecho, pero al mismo abrumado, cayo de rodillas sintiendo que ya no creía en nada. Todas las acciones que cometió eran para poder complacerle, para demostrarle que podía ganarse su confianza, y ahora resultaba que no podía porque su padre era demasiado terco y arrogante para reconocerlo. Cualquier cosa que hiciese, no serviría, ya demostró el poco respeto que le tenía, incluido desde que nació.

Vaktor no hizo nada, se quedo mirándole con aquella expresión de indiferencia como si no supiese que pensar, aunque en realidad no pensaba en nada. Ya dijo lo que quería decirle, e iba a mantenerse recto con esa idea.

Gorkit sentía recelos de Vecket, quería verle sufrir, pero no de esa manera, ahora entendía de otra manera porque había hecho las cosas que hizo, le resultaba detestable, pero también lo era que su padre lo tratase así tras haber seguido su plan al pie de la letra. No podía tolerar una falta de respeto como esa.

Ando hacía el fantasma de Vaktor dispuesto a ser franco con él.

-Disculpe señor Vaktor, ¿pero no le da vergüenza decirle eso a su hijo? -razono con él actuando como el único adulto de la situación.

Frunció el ceño extrañado ante su reacción.

-¿Quien eres tu? -le pregunto con desdén.

-Soy Gorkit, no soy de aquí, no me conoce y no sabe nada de mi, y me imagino que no sabe nada de todo por lo que hemos pasado. Me cuesta creer que toda esta locura se haya producido, pero le diré una cosa -le señalo acusadoramente-. Usted no tiene ningún derecho a tratar a su hijo después de todas las cosas que ha hecho.

Todos se quedaron tensos ante ese arrebato de ira tan sorprendente.

-¿De que estás hablando?

-Estoy hablando que ha manipulado la mente de su hijo para que cree sus fantasías, todo lo que él ha estado haciendo hasta ahora lo hizo con tal de demostrarle que podía cumplir con sus peticiones. Y después de todo el daño que ha causado a este pueblo, el mismo pueblo que usted juro proteger y no dañar, le echa la culpa solo porque el plan tan diabólico que se creo no ha salido como quería -recriminó echándoselo en cara mientras trataba de asimilar toda la situación que se había creado con este problema-. Debería de preocuparse un poco más sobre lo que pasará a su hijo ahora que ya no tiene el control de este pueblo y usted ya no puede controlarle más.

Vaktor quedo adoninado ante esa cuestión, miro a Vecket, abatido y derrotado como si ya no pudiera hacer nada por si mismo. No soportaba que su hijo estuviese así, pero tampoco soportaba la idea de imaginarse a su hijo sufriendo las consecuencias por unos actos que él se origino a partir de sus ideas.

-Padre Vaktor, ¿porque ha hecho esto? ¿Porque quiere vivir en un mundo dominado por la magia oscura? -le pregunto con honestidad, quería resolver de una vez ese problema porque le carcomía una barbaridad.

Asintió con la cabeza mientras buscaba una manera de explicarlo.

-Fue por las visiones -soltó Vecket.

Fijaron su mirada en el joven sacerdote, quien ahora estaba intrigado por la conversación, se sentó en la hierba con las piernas juntas.

-Tu me dijiste que fue por lo que viste a través de la gema.

-Así es -rezongo-. Cuando le quite el ojo al dragón, vi una imagen, una visión del futuro, una en la que la oscuridad regresaría a Skylands y todos nosotros nos convertiríamos en monstruos de esas tinieblas, y lo peor de todo, es que quien manifestaba esa oscuridad a través del ambiente era Malefor.

-Malefor -atinó-. ¿de verás viste a Malefor en esa visión?

-Si, o eso creo, era él, pero distinto, como en un nuevo cuerpo.

Se cuestiono ese aspecto, pero aún así le carcomía la idea de pensar que el dragón oscuro regresaría de verdad.

-Me daba tanto miedo ver eso, que me hizo darme cuenta de que si él regresaba, entonces nosotros correríamos la suerte de no volver a ser nosotros mismos, y quizás dejaríamos de ser los trolls de siempre. Toda nuestra especie se extinguiría de nuevo o sería convertida en otra cosa que no fuese originada de la misma naturaleza -relato entonando una voz ligera de lamento-. No podía dejar que eso llegase a suceder, así que por eso mismo se me ocurrió la idea de que si no podíamos convertirnos en lo que esa cosa nos haría, tendríamos que formar parte de él de otra manera.

-¿A costa de iniciar una locura?

Bajo la cabeza lamentándose de nuevo.

-Cuando presencie esa visión, lo que vi no solo me aterrorizo, me afecto tanto que me dejo llevar por la creencia de que ese destino que nos depara a todos sería inevitable, que viviríamos bajo ese nuevo yugo. Así que tenía que hacer algo para evitar que perdiésemos nuestro sér, y la única forma que descubrí para hacerlo era uniéndonos a esa misma oscuridad, pero sin perder nuestra propia personalidad.

-Pero descubriste que para hacerlo había que morir.

-Si -confirmo seriamente-. Descubrí un hechizo que me permitía mantenerme vivo, pero a un coste enorme. Sabía los riesgos a los que me enfrentaba, pero ese miedo que tenía a ese futuro que presencie, me perseguía día y noche. Incluso en sueños lo veía -cerró los ojos tratando de no pensar en eso, incluso estando muerto seguía sufriendo-. No podía escapar de esa visión, así que tuve que cometer ese plan con tal de evitar que todos nosotros sufriésemos un destino tan funesto que nadie lo viese venir -volteo la mirada de nuevo hacía Vecket-, pero me parece que sentencie mi destino hacía aquellos quienes más dependían de mi.

Vecket quedo adoninado al comprobar que su padre se preocupaba de verdad por él y se arrepentía de todo lo que decidió anteriormente.

-Tu eras demasiado joven para entenderlo, te eduque y te enseñe mal -se sinceró echándose toda la culpa como un padre responsable-. Si hubiese sabido que mis enseñanzas te convertirían en el troll tan detestable que eres ahora. Me hubiese detenido o quizás te habría explicado el asunto de una manera que no te afectase. No merezco ser tu padre, y no merezco el perdón de nadie.

Vecket estalló en lagrimas, le dolió más que el reproche de antes.

-No, te equivocas -se enderezó de un salto- Tu me enseñaste bien, el problema soy yo. Soy un niño malcriado encaprichado con creerse el importante. Madre siempre me lo repetía, y no la escuche, y cuando casi estuve apunto de cambiar, ella falleció.

Quedaron absortos al descubrir ese nuevo hecho que hasta ahora desconocían.

-Tu no me fallaste, me falle a mi mismo, me obsesione con la idea de creerme de que lo que me pedías estaban bien, me gusto tanto que lo disfrute -se sinceró reconociendo su locura-. Disfrute ser un tirano, un asesino, uno que masacro a su propia gente y la engaño para que creyesen que la muerte era el mejor camino para vivir. Pero ahora me doy cuenta de que no -cayo de rodillas angustiado contra el suelo, reconociendo que ahora sus idea ideología le fallaba-. Estar muerto no te hace mejor, solo te destruye las pocas ganas que tienes de vivir y te deja más solo que nunca.

Aquello reflexión dejo a todos pensativos, eso era cierto, no se podía vivir estando muerto porque entonces no podías apreciar las cosas que te rodean, o recordar cariñosamente las cosas que has vivido. Miraron de vuelta a Vaktor, se miraba las manos, eran verdes y translucidas, carentes de texturas. Estaba comenzando a darse cuenta de que en lo que se había convertido no era vida, era algo mucho peor.

-¿Pero que es lo que he hecho? -soltó con culpa-. Yo solo quería un mundo mejor, y lo he convertido en algo peor que lo que vi, esta no era mi visión. No lo entiendo, porque pude ver ese caos y no este otro.

-Porque hay una cosa que no entendió bien -prosiguió Gorkit-. Al separar las gemas de los ojos, cada una muestra una cosa distinta, una mala y una buena. Y usted vio la mala, y al verla le trajo consecuencias.

Quedo patidifuso, intentando de asimilar esa revelación.

-Tiene razón -confirmo Vecket-. Utilice la gema para ver lo que sucedería, y me deje engañar por lo que vi. Ambos nos equivocamos con esto padre, nos equivocamos por completo, y nos hemos destruido mutuamente por una falsa idea.

Cerro los ojos recapacitando todo el asunto con seriedad.

-No tengo palabras para describir las cosas que he hecho, pero si se que merezco la culpa de todo lo que me ha pasado, no tuya -miró a Vecket con remordimientos- Sin tan solo hubiera una manera de corregir mis errores, quizás podría perdonarme a mi mismo por las acciones tan despreciables que he permitido que sucedieran.

-Hay una manera -continuo el hermano de Vilas, dirigiéndose tanto a Vecket como a su padre, quería que ambos tuviesen en cuenta lo que iba a decir-. Dejad a todo el mundo descansar en paz, abandonad esta idea de que los sacerdotes sean los que gobiernen este mundo, cerrad este ciclo. Y permitid que ellos sean los que lo dirijan a su propia manera, una basada en la verdad y en la confianza, con la promesa de que nadie hará daño a nadie o seguirá infundiendo religiones que no funcionan.

Ambos reflexionaron sobre esa idea, les parecía descabellado tener que cerrar ese ciclo hereditario después de tanto tiempo, era como cortar una cuerda que se había estado manteniendo alargada durante mucho tiempo sin que nadie la torciera o la cortara esperando saber que pasaría si se hiciera. Pero había algo que si era cierto, todos los pueblerinos, incluidos los que fallecieron, jamás tuvieron la oportunidad de poder decidir por ellos mismos si querían vivir en el nuevo mundo que querían crear. Eso tenía que cambiar, y debían hacerlo como disculpa por todo el daño que les causaron.

Pero había un problema, miro nuevamente a Vecket, intuyéndose que al dejarle sin ningún tipo de poder, quedaría totalmente expuesto a las amenazas vengativas de los pueblerinos, y todo aquello que defendió para proteger a su hijo no valdría la pena.

-¿Que será de él? -les pregunto, estando sin opciones.

Todos se quedaron dubitativos ante esa cuestión, ninguno quería pensar en Vecket, a pesar de que ahora se estaba lamentando de sus errores, les resultaba imposible simpatizar con él, en el fondo seguía siendo un tirano, un asesino perturbado, tratar con él no era fácil, y tampoco juzgarle por sus actos.

-Yo me encargaré de él -soltó Vilas.

Miraron asombrados al doctor, notando que parecía tener una idea.

-Yo me asegurare de protegerle, y darle un juicio justo.

Vecket abrió la boca mostrando una cara de perplejidad, quedo más confundido que el resto ya que no comprendía como era posible que le estuviese protegiendo.

-¿De verás lo harás? ¿Porque? -pregunto Vaktor.

-Soy medico, mi obligación es salvar vidas, pero no solo curandoles de heridas graves o asegurándome de que no se enfermen. Sino también para protegerles y permitir que tengan un juicio justo sin necesidad de derramar más sangre de la que se ha vertido hasta ahora -argumentó de forma tranquila y clara, demostrando que lo que proponía lo hacía siguiendo su corazón-. Ambos hemos cometido errores imperdonables, y la única forma de solucionar esto es buscando el perdón donde sea que haya.

Vaktor se lo pensó detenidamente, estaba complacido de sus palabras, miro a Vecket notando que él también pensaba lo mismo, pero dudaba ante su respuesta.

-Dime hijo, ¿estás dispuesto a entregarte y ser llevado a la justicia?

Se levanto y miró con honestidad a su padre.

-Si puedo pagar por mis crímenes, y perdonar mi alma por mis actos, entonces haré lo que sea -acepto con tono decidido.

Todos asintieron con la cabeza de acuerdo con esa decisión.

De pronto el viento se agito, como si se estuviese formando una tormenta, alzaron la mirada y observaron que el dragón bajaba del cielo, aterrizo forzosamente en el suelo mientras batía lentamente sus alas mientras tiraba el viento que desprendía meneaba la hierba de los alrededores, se taparon la cara ya que parte de las hierbas rotas les caían sobre sus ojos. Alzaron la mirada comprobando que el dragón ya no brillaba como antes, ahora tenía la piel blanca y los ojos emanaban una tenue luz esmeralda. Miro a cada uno esbozando un gesto en su cara parecido a una sonrisa de satisfacción.

Gorkit se le acerco, teniendo curiosidad.

-Dragón, ¿te encuentras bien?

-Me encuentro perfectamente bien. Ahora que soy libre y he recuperado mis poderes, he podido liberar a las almas atrapadas de su condena eterna. Nunca más volverán a soportar la tortura de estar atrapados en un mundo al que no pertenecen -volteo la mirada hacía Vaktor, echándole en cara que él era el culpable.

Vaktor bajo la cabeza, avergonzado por lo que hizo.

De pronto comenzó a caer un chorro de sangre a través de su ojo.

-¿Estás sangrando? ¿Seguro que no te ha pasado nada?

-Estoy bien, no te preocupes, la sangre no es mía.

Miro la sangre, se veía roja, roja como la de un troll.

-Es la sangre de Vaktor, y la de todas las victimas cuyos cuerpos fueron separados de sus almas. Ahora que lo he recuperado, he podido expulsar la sangre que se mantenía adherida a mi ojo contaminado -les contó a través de sus mentes.

Todos esbozaron un gemido de sorpresa al escuchar su voz.

-¿Entonces la maldición se ha roto?

-La maldición se rompió en cuanto me me devolviste el ojo, lo que si he podido hacer ahora es liberar a estas atormentadas almas, para poder tener un ultimo momento de despedida, y purgar este pueblo de sus acciones tan inconscientes.

Padre e hijo bajaron sus cabezas, avergonzados por s acciones que tomaron.

-Ahora que somos libres, ¿que será de los que han fallecido?

-Volverán adonde pertenecen, se reunirán con los ancestros.

Ambos se miraron alegrados al ver que esas almas por fin descansarían y se irían a un lugar mejor a descansar. Pero ahora eso les suponía un problema, y tenía que ver con Vilas, que tendría que dejar a su hermano irse.

Vilas se acerco hacía su hermano.

-No se que hacer sin ti -dijo, intentando de no entristecerse de nuevo.

-Tu ya no me necesitas Vilas, pero él si -echo la mirada hacía Vecket, quien también estaba teniendo un momento de melancolía con su padre-. Ese chico merece ser salvado de sus acciones, no dejes que sufra el mismo destino que yo.

Reconsideró con cabeza esa opción.

-Te prometo que reparare a nuestro pueblo, y me asegurare de que esto no vuelva a pasar -acotó golpeteándose su pecho en señal de confianza.

Le sonrió halagado de su promesa.

-Se que lo harás.

Soltó una pequeña lagrima de su ojo, probó de tocarle, pero no podía, le atravesó la mano y esta se difumino en pequeñas motas de polvo verde, se alejo de él y volvieron a recomponerse en su estado original.

Esto le entristeció aún más.

-Supongo que en otra vida nos volveremos a ver.

-Lo se -asintió conforme con esa propuesta.

Se miraron una ultima vez como gesto de despedida.

Se alejo y regreso con el otro grupo, miraron a Vecket despidiéndose por última vez de su padre, ambos estaban igual, querían hablarse todo lo que querían y tocarse, pero tampoco era posible. Vaktor le levanto la cabeza a su hijo, parte de su dedo se disperso en pequeñas motas de polvo, Vecket le miro aguantándose las ganas de no llorar.

-No tengas miedo -le soltó con honestidad.

-No lo tendré, seré un hombre y afrontare mi juicio.

-Me alegro mucho por eso -echo una pequeña sonrisilla de satisfacción.

Vecket quedo conforme y se alejo, dispuesto a dejarlo ir.

Ephraim sonrió orgulloso de su decisión, le odiaba por todo lo que hizo, pero aceptaba el hecho de que reconociese sus errores y los afrontase de forma tan madura. De pronto Gorkit se percato de algo importante, tenía una duda que había olvidado.

-Disculpe señor Vaktor -se dispuso a averiguar a través de él-. Se que quizás este siendo egoísta ahora mismo, pero hay una cosa que necesito entender ahora mismo, y quiero que me lo aclare porque no dejo de pensarlo.

-De acuerdo -acepto conforme su petición-. ¿De que se trata?

-Cuando mire a través de la gema, creo que tuve la misma visión que usted. Veía un mundo dominado por la oscuridad, y un dragón rugiendo a un terreno muerto, pero ese no era Malefor, ¿quien era?

Vaktor se puso a pensar.

-Me temo que no lo se -contesto.

-¿Que? -soltaron todos mutuamente.

Esperaban que al poder verlo supiese de más detalles que desconocían.

-Cuando tuve esa visión, vi un montón de cosas, y la mayoría de ellas cambiaban constantemente. No entendía lo que veía, pero si sabía que era algo malo.

Gorkit se desalentó, esperaba una respuesta que le aclarase esa duda.

-Entiendo a lo que te refieres joven troll -respondió el dragón-. Yo también he presenciado esa visión que tanto temes.

-¿De verdad?

-Si, yo también he visto a ese dragón, y a un gran mal que se avecina. Una nueva e-ra de oscuridad renacerá, y será perpetrada tanto por Kaos como por tu especie.

Un enorme pavor le recorrió la espalda, al final iba a suceder lo que justamente más temía aparte de este viaje. Que Kaos se saldría con la suya y mandaría a un ejercito dispuesto a gobernar Skylands para destrozar, pero esto tenía peor pinta. Si era cierto que Malefor regresaría, es que entonces nadie iba a acabar bien parado.

-Pero también he visto que hay esperanza.

-¿En serio? ¿Quieres decir que alguien intentará de acabar con esa oscuridad?

-Tampoco puedo confirmarlo, el futuro es muy incierto, puede cambiar dependiendo de los sucesos que se acontecen en el momento. Pero si se que si alguien tiene el poder de cambiar el equilibrio de este mundo, lo podrá hacer. Pero si resulta que acepta aliarse con la oscuridad, entonces nada nos prepara para lo que se avecina.

Eso no lo dejo tan aliviado como antes, pero le daba al menos una cierta impresión de que quizás la esperanza no estaba perdida del todo. Si alguien podía luchar e impedir que la oscuridad lo dominase todo, entonces es que se estaba creando una nueva era de héroes que podrían hacer este frente a este mal como siempre se hizo.

-¿Quien eres? -le pregunto, cerciorándose que no tenía ni idea de como se llamaba.

El dragón rezongo con frustración, le salía un humo verde lima de los orificios.

-Me temo que ya no lo se.

-¿No sabes como te llamas?

-Ha pasado tanto tiempo, que he olvidado ciertas cosas, incluyendo mi nombre. Pero ahora que soy libre, creo que me tomaré un tiempo para recordar todas las cosas que he ido olvidando en lo más hondo de mi mente.

Sonrió aliviado al ver que se tomaba todos esos problemas con buena fe.

-¿Estarás bien?

-Estaré bien, ahora es tiempo de que todos nos vayamos.

Elfina se acercó a tocar al dragón, le acaricio suavemente la cara con tal de complacerle, podía sentir todo el dolor por el que había pasado, eso la entristeció. El dragón la miro fijamente, sus escamas brillaron. Elfina se sorprendió al verlo, pero más porque estaba sintiendo otra cosa. Le estaba hablando, en su propia conciencia, tal y como hizo con Gorkit. Solo podía hablar con aquel a quien quería que le escuchase. Elfina asintió con la cabeza y esbozo una mirada seria de aceptación. No se sabía que fue lo que le dijo, pero por su mirada se podía interpretar que era importante.

Levanto la cabeza, les echo una mirada de confianza y se puso a batir sus alas, eran tan enormes que lanzaban una brizna de viento que les golpeaba en su caras. Los fantasmas se inmutaron, no sentían nada, las tiras de hierba del suelo pasaban a través de ellos. Alzo la cabeza mirando hacía la luna y salió disparado como un cohete, se elevo bien alto hasta detenerse en el mismo lugar que estaba antes.

Volvió a brillar de nuevo, emanando una fuerte luz verde esmeralda que cubría todo el cielo. De pronto una luz se formo en el pueblo, se podían ver diminutas formas brillando con el mismo tono de color verde brillante.

Todos se giraron observando que tanto el hermano de Vilas como Vaktor estaban brillando con una fuerte luz que titilaban, parecían luciérnagas. Se miraron sorprendidos ante ese efecto. Al ver eso ambos entendieron lo que estaba sucediendo. Todas las almas estaban apunto de partir al más allá.

De pronto sus cuerpos comenzaron a desvanecerse, tanto sus piernas como sus manos se disipaban en pequeñas laminas humeantes que se elevaban como si fuese el humo de una vela. Era melancólico ver ese efecto mágico sobre sus cuerpos.

-Adiós hermano -se despidió Vilas.

-Adiós -soltó, mientras se disipaba completamente en motas de polvo verdes.

Vecket miro una última vez a su padre, le echo una sonrisa de satisfacción, y se disipo también en motas de polvo verde que se desplazaban hacía arriba.

Alzaron la vista al pueblo observando que todas las almas ahí reunidas también se estaban disipando, todas se disiparon y subieron como el humo de una vela hacía el cielo, fusionándose como una capa de tela. La capa se transformo en una columna verdosa que brillaba con mayor intensidad. Ambos quedaron asombrados al ver ese efecto tan fantasmagórico, era como ver una aurora boreal formándose delante de sus ojos. La columna se junto en una bola muy pequeña, del tamaño del caparazón de una tortuga. Se elevo rápidamente hacía las nubes, delante de la luna. De pronto se abrió una luz blanca, parecida a un agujero de pared, la bola se metió dentro de la luz y la luz verdosa que desprendía desapareció de sus ojos. El hueco se cerro, y el cielo volvió a tener su color oscuro habitual, quedando en la oscuridad de la noche de nuevo.

Mutuamente todos se miraron absortos ante lo que vieron, no comprendían que era ese ultimo efecto mágico que se había llevado las almas. Pero asumieron deductivamente que podría tratarse de una puerta, una puerta creada por los ancestros para que los fallecidos pudiesen pasar a la otra vida. Era una locura deducir eso, pero teniendo en cuenta la situación tan caótica por la que habían pasado, no les parecía nada descabellado asumir que quizás habría un mundo más allá de la muerte.

Todo volvió a estar en calma de nuevo, se notaba en un ambiente más agradable.

Alzaron la mirada de nuevo observando que el dragón continuaba detenido en el aire, la luz de la luna reflejaba su luminiscente piel con escamas. Seguía viéndose hermoso incluso desde muy lejos. Enderezo su cuello para mirarles, desde esa altura debía de verles como insectos, pero quizás ampliando sus sentidos podía verles con una mayor amplitud. Les echo una ultima sonrisa de gratitud, y se marcho volando muy lejos, desapareciendo en la oscuridad de la noche.

-¿Adonde se habrá ido? -se pregunto Vilas.

-A casa, o a un lugar donde poder descansar -opino Gorkit, teniendo una corazonada.

Todos se miraron sintiendo que cualquier pensamiento que tuviesen era valido.

Vecket se arrodillo en el suelo, en el lugar donde antes estaba situado su padre, toco la hierba, intuyendo que aún se encontraba ahí. Le resultaba imposible creer que se fuera, porque incluso estando muerto, sabía que él estaría por ahí apoyándole en todo momento. Ahora ya no podía, estaba solo y vulnerable.

Alzo la mirada y se giro, fijándose en que el otro grupo le miraba, con indiferencia, como si no supiesen que hacer con él. A pesar de lo que pactaron, le daba miedo entregarse, porque sabía que quizás sufriría un castigo tan terrible, que no podría ni ver la luz del sol, tener contacto con otros trolls, o incluso tener hijos. Toda su vida se había arruinado ahora que se había quedado sin el poder que tenía antes.

Pensó en correr, pero no podía, no llegaría muy lejos, además, aunque lo hiciera, los pueblerinos se pondrían a perseguirle como un cazador a un animal salvaje. Cualquier opción que cogiese, iba a terminar con malos resultados.

Debía aceptarlo, tenía que entregarse, para cumplir el acuerdo con su padre.

Se acercó a Vilas, dispuesto a dejar que le llevará.

-Me prometes que no dejarán que me hagan daño -le pidió con total firmeza.

-Por mi hermano, te lo prometo -acordó con confianza.

Echo una pequeña risilla de alivio, pero con tristeza. Se sentía tan mal que ni el más mínimo gesto de compasión le podría curar de sus remordimientos.

-Gracias -agradeció aliviado, echo la vista de vuelta hacía el grupo-. Pero debo también avisaros de algo importante.

-¿De que?

-Mi tío, el capitán Orbuk vendrá para inspeccionar los restos de los cuerpos de los pueblerinos a los que he sacrificado.

Quedaron indecisos al oír eso, no se acordaban de esa información y ahora que lo escuchaban, sentían que parecía muy salido de la nada.

-¿Él sabe lo que haces? -le pregunto Ephraim.

-Si, él esta tan loco como yo, está tan encantado con lo que hago que siempre suele venir para asegurarse de que todo vaya según lo que acorde. Y para mantener el orden por si en algún intentan de rebelarse contra mi.

-Y ahora que ya no eres el dueño de este pueblo, todo el mundo querrá matarte -señalo Gorkit con ironía-. Orbuk no permitirá que quedes detenido.

Vilas largo un fuerte suspiro de frustración, esta situación le agotaba con creces.

-Yo me ocupare de hablar con él, le persuadiré para que acepte el castigo de su sobrino, aunque no le guste -propuso Vilas con desdén.

-¿Crees que lo aceptará? -pregunto Ephraim.

-Lo dudo, pero con la gente de mi lado, no podrá hacer nada para impedir que no actué como el nuevo dueño de este pueblo -indico indirectamente.

Se tomaron con confianza ese acto de su parte.

-Mucha confianza tenéis -soltó Vecket con un sarcasmo poco evasivo-. Pero os recomendaría también que os marchaseis de aquí cuanto antes.

-¿Porque lo dices? -cuestiono Gorkit.

-Puede que Orbuk no consiga liberarme, pero encontrará la manera de hallar a los responsables por haber hecho esta revuelta. Os encontrará y os hará pagar por esto.

Ambos se quejaron al ver que otra vez tenían otro problema con él.

-¿Hay alguna forma de impedir que Orbuk no nos persiga? -pregunto Ephraim.

-No lo hará, ese troll está obsesionado con cazar a todo criminal que le saque de sus casillas, y si escapáis de él, os perseguirá hasta los confines de Skylands para lograr su objetivo -explicó con un tono precavido y amenazante.

Ambos se miraron intensamente al hacerse a la idea de que Orbuk iba a acabar siendo una amenaza mucho peor que Kaos.

-Yo me asegurare de que no os siga -recomendó Vilas.

-¿Estás seguro? Porque si ese guardia intenta...

-Lo se, ya he visto a Orbuk cometer todo tipo de actos miserables antes, se la clase de hombre que eres. Pero no me importa, estoy dispuesto a afrontar lo que sea mientras no os haga daño a vosotros -dictaminó con un tono decidido que dejaba constancia de que ahora parecía un líder sin miedo a confrontar cualquier problema.

Ambos sonrieron alegrados ante su ayuda.

-Gracias por todo doctor Vilas -agradeció Ephraim estrechándole la mano.

-No me lo agradezcáis, yo soy el que tiene que agradeceros vuestra ayuda. Si no fuera por vosotros, ahora mismo mi hermano seguiría sufriendo en el otro mundo. Y yo continuaría viviendo con mis remordimientos -indico soltando una pequeña risilla al cerciorarse de que recibió tanto por poca ayuda.

Se miraron agradecidos al oír eso, y se dispusieron a despedirse. Gorkit y Ephraim les estrecharon la mano, Elfina le abrazo, sintiéndose agradecida por haberle ayudado antes con su fiebre. Acto seguido se pusieron a recoger las cosas que habían quedado guardadas en el almacén, luego hallaron los caballos que se marchaban llevándose el pesado carro consigo, se habían asustado con toda la situación que se había formado antes. Elfina se encargo de calmarlos, trataba bien a los animales. Lo metieron todo en el carro y se subieron a él, sintiéndose libres de abandonar el pueblo.

Vilas se acerco a ellos con aspecto persistente.

-Si vais por el camino de la derecha, posiblemente Orbuk no os encuentre, cerca de ahí hay una cascada, podréis ocultar vuestro rastro fácilmente -les recomendó señalando hacía el este, donde se veía un oscuro bosque siniestro y misterioso.

Asintieron conformes.

-Muchas gracias Vilas, esperemos de que puedas ayudar a tu pueblo -agradeció Gorkit, confiado en que lograría hacer un buen trabajo.

-Lo haré chicos, ahora iros, antes de que suceda algo más -insistió con vacilación.

Tiraron de los caballos y se marcharon yendo colina abajo, desapareciendo del pueblo, y confiando en la palabra de Vilas. Un buen hombre, un amigo, uno que dejaban atrás con la idea de dar algo de esperanza a un pueblo moribundo que había perdido tanto y estaba apunto de perder mucho más, si es que esa premoniciones no se cumplían. Pero de una cosa estaban seguros, un héroe lo cambiaría todo.