El pelirrojo entró, cerró con seguro la puerta y hablaron largo y tendido por al menos media hora. Bennett tuvo que atender a los invitados como si él fuese el señor Ragnvindr. Aunque insistió a Kaeya para que hiciera el trabajo de anfitrión, que por derecho le pertenecía, el hombre se zafó con una sonrisa.
—No sé si lo has notado, Benny, pero mi apellido es Alberich —encogió sus hombros, tomó una copa de vino de una bandeja y se perdió entre los invitados, desenfadado.
—Hermano Kaeya a veces es malo conmigo.
—¿A veces? —preguntó Amy, saliendo de su personaje.
—¡Ojou-sama! —exclamó la voz profunda de un hombre. La gente buscó alrededor, sin encontrar el origen.
Amy carraspeó y volvió a entrar en personaje—. La Princesa del Juicio es una personalidad famosa y brillante. A donde quiera que vaya la gente la mirará. Por eso seré yo, la Gran Fischl, quien deleite a tus honorables invitados con una conversación amena, digna de disfrutarse bajo los candiles del cielo mientras Barbatos sopla esencias frutales junto a nosotros.
Bennett, que no comprendía la mitad de lo que decía su amiga, estuvo de acuerdo en todo e intentó sostener las conversaciones complicadas de los adultos y de Amy. Las complicaciones venían de diferente forma, pero todavía ponían en aprietos al muchacho que solo había ido a disfrutar la velada y comer junto a sus amigos.
Unos minutos después, Diluc salió solo de la habitación de Bennett. El invitado indeseado no salió con él. Los asistentes se abalanzaron sobre el propietario, dejando en paz a Bennett. Pero apenas tuvo unos momentos de paz, porque una de las sirvientas se le acercó con cierto secretismo.
—El amo Diluc espera que vaya arriba y entretenga al invitado, amo Bennett.
El muchacho miró en dirección a Diluc, como para confirmar su orden. Pero como el hombre no le estaba prestando atención, Bennett aceptó la orden que la sirvienta le transmitía y se acercó a la mesa del banquete.
—¿Creen que puedan hacerse compañía entre ustedes? Hermano Diluc me pidió que vaya con Tartaglia.
—¡Oh! ¡Yo, la Gran Fischl, te eximo de tus deberes de esta noche! Has demostrado ser un lacayo leal, así que te concedo una noche de libertad.
—Gracias, princesa Fischl. Nos vemos luego, Razor.
—Razor querer oler a hombre risueño, oler otra vez. Hombre risueño oler a sangre.
—Ya lo curé…
—Garras oler sangre. No oler a lupical. Lupical oler a lupical —señaló la cesta de frutas en medio de la mesa—. Hombre risueño oler a lobos malos.
Bennett tuvo un momento de revelación. Así que él no era el único que había sentido escalofríos junto a Tartaglia. Se detuvo con gravedad, tomó a Razor de los hombros y le prometió—: Tendré cuidado. Él me salvó. Alguien que me salva no me haría daño.
—Lupical ser lupical —respondió Razor, tocándose el corazón.
Bennett sonrió con sinceridad. Así era como Razor llamaba a la gente más cercana a él. Eran pocos: los lobos con los que creció, Lisa y Varka, Aether y Paimon, la pequeña Klee, Fischl y los tres hermanos del Viñedo del Amanecer: Diluc, Kaeya y Bennett. Todos eran su lupical.
Después de este pequeño episodio, Bennett tomó una bandeja con comida y postres variados y subió nuevamente a su habitación.
