Arial se consideraba muy neutral en todo aquello catastrófico que le rodeaba, siendo así una buena manera de llevar a cabo su labor en un entorno tan ruidoso, horripilante y de mucho estrés que venía siendo la guerra por pleitos ajenos a todos los participantes. Pero lo cierto era que solo se mentía a sí misma entre tarareos que se dedicaba a ella misma como única posible oyente entre tanta muerte y dolor que llegaba a sus manos. O al menos, eso creía hasta que conoció a alguien que parecía ser capaz de escucharla entre tanto caos. Alguien cuya mirada era sumamente relajante y que a su vez le intimidaba un poco. ¿Cómo era eso posible?

Para su buena suerte (o no), el soldado era un imán para los desastres. Teniendo que estar al tanto de él con una frecuencia que sus superiores sólo toleraban por el simple hecho de ser ignorantes en la anatomía de un monstruo promedio, a su vez de que se trataba de un soldado bastante útil para los generales. Razón por la cual había podido darse la libertad de ofrecerse para tener que atenderlo la mayoría de las veces que terminaba en la zona de enfermería. Descubriendo así que ni todas las notas que ella pudiera entonar en el piano podrían ser más cautivadoras como lo era escucharlo hablar en tan solo un breve momento.

-¿Por qué enfermera? –Preguntó el soldado tras una breve conversación que se perdió más de la mitad, seguramente por observarlo demasiado. ¿Cómo era que tuviera una quijada tan varonil? –Si me permites saberlo, claro está. Solo me habías dicho que había sido por pocas opciones.

-Es porque mi padre solía ser un curandero en el barrio bajo de Génova. Y cuando me quedé sola, lo único que me dejó fue su conocimiento para poder sobrevivir, pero la falta de pacientes y la poca confianza al respecto hicieron que estuviera al borde del hambre. –Respondió de forma directa sin necesidad de pensárselo si era apropiada tanta soltura de su vida. Tras ser la tercera vez que conversaban así, con libertad fuera de tantos ojos y oídos cercanos, tenía la confianza suficiente de que se trataba de un buen hombre. –El ejército me reclutó ante las pocas opciones que había para tener monstruos atendiendo monstruos, y no tuve opción realmente tras eso.

-Lamento oír eso.

-Descuida, no es algo que me atormente tampoco. –Sonrió Arial de inmediato. –Además, creo que a mi padre le habría gustado verme así.

-¿Trabajando en el ejército?

-Ganándome la vida en lo que sea menos cantando. –Soltó un suspiro por inercia. Recordar aquellas conversaciones de alguna manera le daban una dulce nostalgia. –Solía decirme que merecía vivir bien y aquello no me lo permitiría jamás.

-Pues yo creo que tienes una voz hermosa. –Arial mantuvo su sonrisa en agradecimiento, pero internamente se apenó de eso. Tras variadas visitas a la enfermería por la extraña suerte que se cargaba el soldado, le había tocado escucharle cantar mientras tendía algunas camillas. –Pero también coincido en que mereces vivir mejor. Me habría gustado conocer a tu padre.

-Tú sí que vas rápido, Ding-Ding.

-M-Me refiero a que me habría gustado poder conversar con él. –El esqueleto desvió la mirada como si no le diese importancia, pero Arial había podido percibir un tenue lila en sus pómulos antes de que le negara la vista. Aquello solo hizo que sonriera mucho más. –El conocimiento sobre el campo médico son inalcanzables para los monstruos, pero yo aspiro a poder ser uno algún día.

-¿Un curandero?

-Un doctor. –Respondió con seriedad. –Quiero estudiar el cuerpo humano.

Si bien la carpa donde atendía a los enfermos estaba bastante silenciosa en ese momento ante tanta ausencia, la sorpresa hizo que sintiera que sus oídos se habían tomado vacaciones por ese breve momento. Su padre, el curandero que muchos tomaron por loco ante su interés de la curación humana por medio de la magia, definitivamente le habría gustado poder conocer al atractivo esqueleto que estaba ante ella, con una aspiración deseosa de poder salvar toda vida posible, aun cuando sus manos estaban forzadas a hacer lo contrario.

Y pensando eso, fue que no dudó en tomar su mano pese a ser un acto demasiado atrevido de su parte. Notando que si bien el soldado estaba sorprendido al grado de verle directamente de nuevo, no tuvo ninguna intención de apartar su mano en ningún momento. Al contrario, parecía querer devolverle el gesto pese a su evidente timidez que solo le generaba ternura.

-Mantente despierto esta noche. –Mencionó Arial con un breve susurro que si bien no era tan necesario, prefería ser lo mayormente precavida. –Quiero mostrarte algo.

Sin más, se retiró dejándolo solo con una visible duda que no tuvo tiempo de siquiera formular. Teniendo que preparar todo con antelación tras el poco tiempo que contaría para su propósito.

Y una vez que pudo asegurarse de que había poca vigilancia en los alrededores dada la noche, fue por él a su camilla y le ayudó a levantarse tras estar todavía lastimado (y razón por la cual había terminado en enfermería nuevamente). Arial sabía que aunque los viesen caminando fuera de la carpa, podía dar la excusa de que "necesitaba mover los huesos para reponerse pronto" o algo así. Realmente eran muy pocos humanos quienes entendían algo sobre la recuperación en un monstruo, y ciertamente no tenían el interés genuino de estar al tanto realmente de todos. Después de todo, tan solo eran peones en un tablero liderado por intereses de otros.

-Ten, vas a necesitarlos. –Le tendió un par de guantes para que los tomara de inmediato.

-¿Qué…?

-Dijiste que querías estudiar el cuerpo humano, ¿no? –Le interrumpió tras abrir la carpa que seguramente el olor ya había dado aviso de qué se trataba dado que ya no había tanta sorpresa en su mirada tras eso. –Pues esta es la mejor manera de hacerlo.

Era ciertamente desagradable tener que ver a tantos humanos muertos y de variadas formas que solo dejaban en claro la crueldad que se vivía en la guerra. Y sobre todo, era una zona que seguramente no le correspondía a ella nada más salvo para encargarse de que las etiquetaciones estuvieran correctas en cada cuerpo, pero por ahora eran materiales "frescos" adecuados para lo que quería mostrarle.

-El día de mañana llevarán a varios de estos a sus respectivas familias. Así que démonos prisa. –Se puso sus propios guantes antes de acercarse al primer cuerpo que resultaba bastante conveniente (por decirlo de algún modo), que había muerto tras el enemigo abrirle del pecho con una daga. –Como podrás ver, los humanos están compuestos de varias capas, o en su defecto, varios sistemas trabajando en un solo cuerpo a diferencia de los monstruos. Esto de aquí es como nosotros, un esqueleto. –Mostró las costillas visibles, pero para todo lo demás que iba a mostrarle a continuación, metió las manos para comenzar a separar algunas cosas. –Pero es bastante visible que no se parecen a nuestros huesos, ya que solo sirven para tener todo en su lugar. Son los músculos, nervios y ligamentos trabajando en conjunto los que hacen la verdadera "magia" en el cuerpo. Y por acá están…

Wingdings, quien se encontraba recargado levemente en un hueso que había invocado como muleta, le prestaba demasiada atención a cada cosa que estuviera dispuesta a enseñarle. Siendo él ahora quien parecía estar fascinado con su voz, aunque bien pudiera ser tan solo la emoción de poder conocer algo de lo que aspiraba. Como fuese, Arial le gustaba realmente su breve brillo que se asomaba en sus cuencas en cada nueva cosa que pudiera mostrarle entre cuerpos. Dándole a conocer detalles que conocía, indicios sobre afectaciones del cuerpo y las posibles causas de muerte más allá de solo ser atravesados con cañones, balas y demás armas punzocortantes. Realmente había varios enfermos humanos que asistían con tal de tener una muerte más digna que solo perecer en las calles a causa del hambre, la desesperación y la soledad. Y podía comprenderlos mucho más de lo que le gustaría admitir.

-¿Hasta ahora alguna duda? –Preguntó Arial tras un lapso de solo hablar ella.

-Esto no lo sabes con solo estar aquí, ¿cierto?

-No, lamentablemente muchos llegaban con mi padre cuando ya no había nada por hacer. Y al no haber quien los reclamara…

-Entiendo. –Su seriedad indicaba que no necesitaba de tanta explicación al respecto, aunque también sus ojos brillosos detonaban lo realmente emocionado que estaba con todo. De algún modo, aquello le parecía adorable, por más que su idea de cita romántica con el posible hombre de sus sueños, estaba por lejos estar rodeada de cadáveres por etiquetar. –Eres realmente increíble, señorita Serif.

-Por favor, sólo llámame Arial. –No pudo evitar sonrojarse con eso. –Yo solo quise ayudarte con lo que querías saber.

-Pues no encuentro manera de poder compensar todo lo que haces por mi realmente. –Sin manera de poder predecirlo, el soldado tomó su mano que si bien agradecía que ambas estuvieran enguantadas tras haber inspeccionado varios cadáveres, internamente le habría gustado poder sentir su tacto real tras su movimiento tan fugaz. –Pero aún así, ¿me permites intentarlo… Arial?

Con tan solo escucharlo pronunciar su nombre, como si fuese una nota musical hecha únicamente para sus dientes, había sido suficiente para paralizarse inmediatamente. Definitivamente debía de ser ilegal que tanto encanto existiese en un solo hombre.

-C-claro.

Tenía que reconocer que pese a imaginarse muchas posibilidades sobre sus siguientes escapadas, la más predecible a la situación había resultado la verdadera. Siendo así, ahora la alumna que se supone que estaba aprendiendo maneras de usar su magia como el esqueleto que era. Pero realmente ninguna le funcionaba como tal, resultando ser pésima en aquello que debía de ser su naturaleza aparentemente.

Nunca le había interesado realmente su propia magia fuera de la curación que había tenido que aprenderla desde niña, pero ahora que estaba conociéndolas, le resultaba algo fascinante que muy pocos usaran tantas modalidades hoy en día. Aunque claro, muy seguramente era causa de la limitación de la corona y la iglesia en conjunto para reducir esas capacidades y conocimientos dentro de todo el mundo mágico. Y a su vez, comprendía más sobre por qué Wingdings era un soldado valioso para los altos mandos, siendo bastante versátil en formas de atacar y defenderse con su propia magia, mucho más que cualquier manejo de arma que le obligaban a portar. Aunque también, con cierto pesar, comprendió que el ejército no lo soltaría hasta el agotamiento total.

Alguien que mataba con demasiada facilidad al enemigo, cuando realmente deseaba poder salvar vidas por igual, era demasiado injusta la vida para él en ese término. Pero al menos su mirada era de curiosidad y esperanza, por más que aquello que le enseñaba, implicaba altos grados de melancolía.

-Esta es una técnica que yo mismo creé. –Mencionó Wingdings tras esperar la noche y alejarse lo más posible del campamento para enseñarle el cráneo gigante que podía invocar con facilidad. –La llamé "Gaster Blaster".

-Como todo doctor, poniéndole nombre a sus propios descubrimientos, ¿eh? –Soltó tras tocar levemente la invocación. Si bien para ella era normal en un cierto sentido, estaba segura que para los humanos sería una cosa macabra por contemplar siendo un cráneo flotante y gigante. –Sin duda debes atemorizar a más de un humano con esto.

-Hace más que eso. Emana una energía que podría pulverizar una decena de vidas tan solo uno de estos. –La seriedad con que le respondió, le indicaba inmediatamente el peligro que era realmente aquella cosa que mantenía tocando. –Pero solo es lineal su dirección, además de que agota demasiada energía poder mantenerlo al grado del desmayo. Así que aún me encuentro estudiando la manera en que no requiera tanto esfuerzo.

Arial se mantuvo en su posición sin saber qué decir. Aunque el chico que le gustaba explicaba como si realmente le gustara poder dar una clase, aquello que tocaba emanaba la esencia producida por la ira que casi le hacía querer retroceder inmediatamente, sino fuera por el hecho de estar segura de que el esqueleto a lado suyo no tenía ninguna mala intención ni con ella y ni con aquello que había creado ante ella.

El blaster era tan diferente a la magia de la curación, cuyo eje principal provenía de un genuino placer por ayudar al prójimo, que fue la razón por la cual tuvo el impulso de acariciarlo con tal de poder calmar algo que no lograba comprender su origen ni su razón. ¿Qué tanta ira debió experimentar Wingdings para crear algo tan destructivo? Pero mientras pudiera mantener esa mirada llena de esperanza, queriendo cumplir un sueño pese al trabajo que tenía, tal vez no era algo de lo que debiese preocuparse, ¿cierto?

Bueno, eso es algo que aún pese a todo de lo que se había enterado, quería creer. Pero el aislamiento tras tantos años que no pudo ni siquiera sentir, hacía de la situación cada vez más deplorable para ella y que hacía más complicado poder mantener una actitud firme ante algo imposible de visualizar ahora ante sus ojos fuera de toda fe. Y aun cuando estuviese ahora Bonnie acompañándole, siendo algo grato de poder mantener una conversación fuera de un cierto temor a información no solicitada o retadora como lo era su secuestrador, pero no siendo menos paralizante al poder contemplar a través de su amiga los años que definitivamente se perdió y que nunca podrá recuperar.

Amiga la cual parecía llevar horas, o tal vez días, tratando de escuchar algo fuera del sitio en el que se encontraban. O por lo menos su manera de mover sus orejas de una dirección a otra le indicaba eso. Aunque también pudiera ser un tic nervioso al tener que permanecer ambas con brazos encadenados por detrás de ellas.

-Vas a creer que estoy loca, pero…

-No sabemos cuánto tiempo llevamos así, Bon-Bon. –Le interrumpió Arial con todo el afán de mantenerla tranquila, pero sin verle directamente ahora ante un cansancio fuera de lugar. Era como si el lugar terminara absorbiendo todas las ganas de lo que fuera. –A estas alturas cualquier cosa pudiera hacernos sentir así.

-Lo que quiero decir es que en aquella dirección hay un alma que puedo escuchar. –Tuvo que girar hacia ella para ver hacia dónde apuntaba con sus orejas.

-Pero si este lugar pareciera contener toda magia. ¿Cómo es que oyes algo fuera?

-No lo sé, pero aquella alma pareciera ser algo muy diferente. Demasiado diferente. –Los ojos dorados de su amiga hicieron mayor énfasis que sus palabras. –Nunca había escuchado algo como esto.

-¿Y qué es lo que percibes de ella?

-La cosa es… que no percibo un sentimiento. –Arial se mantuvo en silencio, en espera de que le diera más información para poder comprender aquello, pero la mirada de su amiga le transmitía lo confuso que era incluso para ella, no poder dar con las palabras adecuadas para expresarse con lo que estaba percibiendo, hasta que finalmente lo soltó. –Ari, esa alma está comunicándose directamente.

-De acuerdo, sí creo que te volviste loca. –Comentó sin pensarlo.

-Hablo enserio. Esa alma está saludando en todo el sentido de la palabra.

-¿Saludar? ¿Te está diciendo "hola" o algo parecido?

-Sí. Me está diciendo "saludos"una y otra vez.

-De acuerdo. –La esqueleto no tenía ni idea de cómo reaccionar ante eso. Pero sabía que si no decía algo inmediato, pudiera alterarla más ante lo extraño que sonaba eso en todo el sentido de la palabra. Así que optó por tratar de navegar con eso. –Si aquello se está comunicando de ese modo… ¿Tal vez pueda ser algo unilateral?

-¿Cómo?

-No sé, yo solo puedo evaluar o mover las almas. No escucharlas. Esa es tu especialidad.

-¡Nunca me había topado con una que se comunicara tan directo!

-Bien, bien. Entonces…

Trató de pensar en algo inmediato, en algo que pudiera solucionar o calmarle de aquello que parecía agobiarla mucho más que el simple hecho de estar encerradas hasta que les llegara el fin catastrófico de ser unidas de forma forzosa y macabra. Pero al pensar precisamente en eso, viendo cómo su amiga no paraba de escuchar aquello y que, seguramente, nadie con facilidad pudiese escuchar con tanta profundidad como ella, fue que le surgió la idea sobre qué tanta casualidad o no tuviese el hecho de ser seleccionadas para un experimento fuera de toda imaginación.

Si bien el monstruo jefe se había explicado sobre querer a las tres amigas por su unión y su talento en común que era cantar, no era algo que cuadraba realmente por más que no debía de haber justificaciones para alguien que se esmeraba en ser cruel por diversión. No, el hecho de que ella estuviese ahí tenía más explicación por el hecho de ser esposa de Wingdings. Pero, ¿y Lyra? Ella siempre fue un espíritu libre y rebelde, queriendo ser soltera por siempre y deseosa más que todas sobre poder ser un grupo juntas que vivieran de su canto a mostrara todo el mundo. Pero también, ella le había dicho que la captura o interés en la captura de las tres había sido culpa de ella particularmente. Por más que fuese por la razón de que se habían expuesto a través de ella, tampoco era algo que tuviese sentido.

Pero saber que había alguien más encerrado en ese lugar fuera de toda vista, cambiaba finalmente toda perspectiva. Si era un alma diferente y se había capturado a alguien como Bonnie y como ella… Finalmente tenía algo de sentido.

-Bonnie, tú puedes escuchar las almas y yo moverlas. La magia de Li-Li puede manipular la parte emocional que proviene del alma, ¿cierto?

-¿Insinúas que la razón de que ese monstruo jefe nos tenga reunidas, es porque quiere algo directamente de las almas? –Le entendió de inmediato.

-Creo más bien que sea directamente del alma que escuchas. No creo que aquello sea una casualidad.

-Tal vez no. El monstruo jefe se vio intrigado cuanto notó que pude escucharla al momento de traerme aquí.

-Siendo el caso, tal vez su crueldad no solo provenga de solo querer poder. –El gruñido de su amiga le indicó su desacuerdo con eso. –Y si puedes escucharla, tal vez puede decirte cómo ayudarle o qué es lo que ve desde su perspectiva. Puede que se trate de alguien que le tengan a la fuerza como a nosotras.

-¿Pero cómo si no podemos salir de aquí? ¿Y cómo preguntarle qué es lo que quiere desde esta distancia?

-Haciendo lo que Li-Li habría hecho.

Pese a la dificultad por estar esposada tras su columna, usando precisamente los orificios de sus manos para detenerla en su totalidad, aun así hizo el esfuerzo de ponerse de pie tras lo que seguramente fueron varios días de no haberlo hecho. Sintiéndose tambalear pese al soporte que le ayudaba de alguna manera para no caer al suelo nuevamente.

-Cantaremos hasta que algo le llegue al corazón.

.

.

Tras haber hablado un poco con el conejo que había llevado Sans sin aviso previo (cosa que no le sorprendía a estas alturas), y estado Fuku en la escuela entre refunfuñeos al recordar su trato con Sans, finalmente Grillby se sintió con la libertad suficiente para salir de su propio establecimiento y dirigirse hacia el orfanato que por trato con los Gaster desde entonces, estaba bajo su propia vigilancia hasta que le dijeran lo contrario. Y eso era algo que no había necesitado negociar ni justificarse en su momento, simplemente la familia necesitaba más ojos y manos, y su ayuda en particular era apreciada por tratos mutuos. Cosa que no necesitó explicarle a nadie y que fue una suerte que aquella humana optara por cuenta propia a refugiarse en ese punto.

Tan solo había accedido a ser un vigilante por no querer involucrar aún más a los niños en temas mafiosos. Comprendiendo mucho más las palabras de Sans sobre que aquellos niños necesitaban un mejor ejemplo, y sabiendo que ya habían tenido demasiado tras haber presenciado lo suficiente ante sus ojos desde la búsqueda de su sobrina. Pero por ahora, solo podía pensar en no estar cómodo con la situación presente. Le estaba por ocultar toda verdad a la novia de su amigo y seguiría haciéndolo bajo una rápida promesa hecha hacia una extraña que había salvado a su sobrina y varios niños más. Le estaba ocultando cosas a su amigo ahora, quien seguramente no tomaría con gracia saberlo en cuanto no supiera cómo manejar la situación a futuro. Y pese a ser un acto con buenas intenciones, no era del todo apropiado tampoco tener algo así en secreto.

Así que si iba a romper ciertas confianzas por un tiempo no determinado, al menos quería saber con exactitud el por qué tendría que hacerlo.

Al momento de llegar al orfanato, notó nuevamente la ausencia de alguna figura autoritaria o dueña del establecimiento, siendo que definitivamente estaba abandonado ahora sin siquiera avisar a algo o a alguien aparentemente por el tiempo. Razón por la cual habían varios niños jugando en los alrededores con total libertad y que apenas le saludaron en cuanto le vieron en la distancia. Mientras que otros le interrogaron un poco con el afán de querer robarle algo, pero su fuego fue indicativo suficiente de que no les convenía hacerlo. Vaya rufianes en desarrollo, el que admiraran a Sans era un serio problema.

Al momento de ingresar pudo recordar los diferentes pasillos que ya había recorrido en su anterior visita, pero parecía que pese a los pocos días transcurridos, parecía verse peor cada vez más. Incluso el olor era desagradable ahora que aparentemente los niños habían tomado total control del lugar por pura supervivencia.

-Sí que eres un desesperado.

Grillby se giró abruptamente hacia la chica enmascarada que parecía haber estado ahí todo ese tiempo recargada en la pared, cuando claramente había pasado por ese punto y no había visto nada. Pese a lo descuidado del lugar, parecía que la chica había sido bastante habilidosa de moverse sin emitir ni un solo rechinido entre paredes y pisos cual vuelo de lechuza tras lanzarse hacia su presa. O más bien, como una "kunoichi", a lo que recordaba que había investigado de la cultura para entender más a ese sector no amistoso con los Gaster. Y aquello pudiera explicar cómo era que se había ocultado incluso entre tanta luz que se asomaba del exterior y con su sola presencia.

-Ya suponía que no me dejarías en paz por mucho tiempo, pero esto es demasiado poco a lo que creí. –Comentó la chica dando un paso al frente. Definitivamente no emitía sonido alguno sin verse cuidadosa en ello. Mas bien parecía bastante confianzuda en un entorno recién conocido por ella. –Debes ser una decepción en la cama.

-Vine en busca de algunas respuestas. –Comenzó Grillby, ignorando por completo su comentario. –Cumpliré mi trato de no decir nada a los Gaster ni a Frisk sobre usted, pero…

-Por favor, no me trates como vieja, que ya tengo suficiente con los mocosos de aquí. –Hizo el ademán de detenerle en su discurso. –Grillby, ¿cierto? Primero necesito que me respondas a mi. ¿Por qué este lugar se encuentra en este estado?

-Este punto está aislado, por lo que la yakuza usó esa ventaja para secuestrar niños. –La enmascarada emitió mueca alguna tras escuchar eso, que si bien era difícil saberlo teniendo medio rostro cubierto, el simple hecho de poder ver sus labios tensarse suavemente le confirmaba lo suficiente. –Me parece que en tu grupo no fueron comunicativos contigo al respecto.

-No, ni con esto ni con nada.

Sin más, se giró para alejarse lentamente del pasillo. Siendo un indicador de que la siguiera por más que no dijese algo al respecto. Y por más que recorrieran el descuidado lugar, la chica no parecía tener intención de decir nada a menos de que él comenzara a preguntar algo, dándole la espalda con tal de mantener distancia entre ellos aparentemente. Pero ante la oportunidad, terminó evaluándola primero para comprender su forma de dar pasos sin emitir sonido alguno, a diferencia de él, que escuchaba el rechinar del suelo con cada paso que daba, haciéndole sentir pesado de alguna manera ante la comparación, pero tampoco dándole importancia a ese hecho.

Además de la máscara de madera que solo cubría sus ojos y se amarraba con lo que parecía un listón carmesí entre su cabello melenudo, portaba un vestido negro corto que cubría con lo que parecía una bata esmeralda con bordados deshilachados. Si se le viese en la calle con esa facha, evidentemente la tomarían por una prostituta en busca de trabajo inmediato por brindar, pero el hecho de estar descalza haría que trataran de regatearle al parecer necesitada. Y tal vez, esa era su intención después de todo. Aunque esperaba que no fuese el caso.

¿Qué era lo que había pasado para que dejara la yakuza de golpe? Si bien la lógica gritaba que era por su hermana a la que creyó muerta, algo le decía que había más cosas dentro de todo eso. Y necesitaba saberlo. Necesitaba saber cómo prevenir algo que pudiera afectarle a Sans si la presencia de la chica en Snowdin implicaba que seguirán teniendo problemas con ellos.

-Te cobraré si sigues viéndome así. –Soltó la chica sin voltearse en ningún momento.

-¿Qué…? –Grillby inmediatamente se apenó. Tal vez se había visto demasiado grosero mirándola más de la cuenta y a espaldas suya. –¡Y-yo no…!

-Ahórrate eso. Solo dime qué es lo que quieres saber para que me dejes en paz de nuevo. –Por un breve momento se giró para verle de reojo, pero dejó de hacerlo inmediatamente en cuanto un niño se acercó a ella para abrazarla sin permiso alguno. Y sorpresivamente, ella no pareció incomodarle ese gesto. –Pero te advierto que no daré respuestas que puedan ser de tu agrado.

-¡Espíritu zorro! –Grillby se sorprendió de que los niños tuvieran un modo de nombrarla. Aunque no debieron pensarle mucho considerando su máscara. –¡Ya conté todas las piedras del patio!

-Bien, ahora píntale caras a cada una. –La chica sacó un crayón de alguna parte de su vestimenta y que no supo cómo la había ocultado con tan poco que cubría, pero tal vez era una cosa que no necesitaba saber. –Con cuidado.

-¡Siiii!

-Parece que te agradan. –Comentó Grillby en cuanto vio correr al niño, contento de tener un crayón consigo como si fuese la cosa más extraordinaria del mundo.

-No, solo los comprendo.

-¿Contando piedras es parte de eso?

-Tú no podrías entenderlo.

Finalmente terminaron en lo que Grillby recordaba como la oficina que conectaba hacia el túnel que él mismo había cerrado por seguridad. Pareciendo que la chica había agarrado ese sitio como habitación personal tras haberse acercado al escritorio levemente destruido para sacar un cigarrillo al haberlo inspeccionado. Siendo que seguramente pudo percatarse de las cortadas y baleadas de la superficie plana, pero no comentando nada al respecto.

-¿Te importa?

Le extendió el cigarrillo como clara indicativa de que se lo prendiera, a lo que Grillby simplemente levantó el pulgar para crear una pequeña llama.

-¿Por qué seguir portando esa máscara? –Soltó de inmediato.

-Varios niños de aquí mencionaron a Frisk sobre ser una "señorita humana que también es amable con ellos". –Respondió la chica en cuanto pudo dar una fumada tranquilamente. Recargada en el escritorio levantado y no muy útil para su uso inicial. –Por lo que será mejor que no vean mi rostro en ningún momento. Incluso los convencí de ser un espíritu solamente.

-¿Y no crees que pudiera ser un problema estar con una máscara que asemeja a El jugador?

-Interesante. –Sonrió la chica inmediatamente. –¿Tú que sabes de él?

-Que fue un extranjero, mercader de bebidas alcohólicas, o por lo menos esa era su fachada. –Respondió Grillby al optar tratar de ganar su confianza. Era evidente que estaba a la defensiva todavía pese al trato. –Su principal punto de venta era Waterfall, donde la yakuza operó con lo mismo hasta hace poco dada mi investigación. Donde mataron a quien sería mi informante futuro antes de que pudiera dar con algo.

-¿Qué? ¿Ueshiba está muerto? –Pareció relacionar algo con eso dada su sorpresa. –Mierda, eso explica porqué Kris obtuvo todo el sake de golpe. ¡Ese hijo de puta!

-Sí, quería ese sake. –Continuó Grillby. ¿Había hablado en japonés? Parecía ser una expresión con odio por el tono. –Pero no lo obtuve ni aunque ya lo hubiera pagado.

-El sake no es una bebida que sea de agrado para los occidentales. Ni siquiera para mí. ¿Qué querías saber?

-Investigaba sobre Frisk para Sans. Un reto particular si debo admitir.

-¿Eres acaso un investigador privado?

-Algo así. –Pese a todo, optó también en no dar demasiados detalles sobre él. –Ahora dime, ¿Cómo es que permaneciste viva todo este tiempo?

-Creo que tú pudiste ver cómo, cuatro ojos.

-Me refiero a…

-Sé a lo que te refieres. –Hizo una pausa para fumar con calma suficiente. Soltando humo hacia un lado, como si no le agradara del todo que aquello estuviese cerca de su rostro. Eso era muy extraño para alguien que parecía ser un fumador frecuente, empezando por la forma en la que sujetaba su cigarro con fluidez, sin necesidad de tenerlo sujeto con temor de que cayera. ¿Acaso quería aparentar algo diferente ante él? –Pero como dije, no pienso dar respuestas de tu agrado tampoco. Confórmate con el hecho de que estoy dispuesta a decirte algo, así como yo tengo que conformarme con exhibirme de esta manera en esta clase de… lugar. Y no creo quedarme mucho tiempo. Si la yakuza conoce este sitio y si los niños me describen… No, no puedo quedarme ni siquiera un día más. Puta madre.

-¿Por qué pareciera que le temes a la yakuza? –Pese a su negativa, optó con insistir hasta poder evaluar mucho más. En experiencia, podía sacar mucha información con un ser irritado también. –Si son el legado de tu padre, al menos el jefe debió tratarte bien por eso.

-¿Temerle yo? ¡Ja! Ese idiota es quien tiene miedo de mi realmente. –Su voz decía una cosa, pero el agarre de su cigarro entre sus dedos decía otra cosa. Pasándolo de sus nudillos a tenerlo realmente sujeto con las puntas de sus dedos. –Pero conociéndolo como es, es muy probable que intente llevarme de vuelta con tal de tener las cosas a su control.

Grillby se limitó a asentir con la cabeza con tal de darle por su lado sin verse grosero. Sin tener algo preciso para responderle en algo que ya no acaparaba su atención como debía de ser. Esa forma de agarrar un cigarro, como un experto pese a querer estar lejos del humo, le indicaba de alguna manera que tan solo deseaba usar aquello como una máscara más además de la que ya portaba y que ya no le servía para engañarle a él. Y si bien aquello pudiera ser un sobre análisis algo exagerado para cualquiera, para él resultaba un detalle interesante dado que ya había visto esa clase de táctica en alguien más desde hace tiempo.

Por supuesto, no tenía ni idea de su nombre o rostro como muchos otros con los que tuvo negocios. Pero recordaba específicamente un cliente que había pagado bastante para que realizara toda su documentación sin la más mínima sospecha del porqué. Había sido alguien con manos grandes y peludas si su memoria no le fallaba en algo.

-Hablé con el líder hace tiempo. Mandándole un mensaje a los Gaster sobre tu hermana. –Finalmente tuvo la total atención de la enmascarada. –Él solicitó que los Gaster no intervinieran en sus asuntos con Dreemurr, pero que una vez derrotado, tendrían que "devolverla" con los suyos.

-Ya veo. Así que esa era su jugada. –Sin terminarse el cigarro, lo apagó con sus dedos sin importarle estarse quemando. Estando visiblemente más molesta que adolorida. –Tenerme a mí como respaldo, pero queriendo a Frisk realmente.

-¿A qué te refieres?

-Yo sola me entiendo.

Y vaya que parecía que solo ella se entendía, ya que no dijo nada más tras eso. Retirándose con tan solo un par de movimientos, saltando por la ventana para desaparecer de la vista en un santiamén que sólo Sans podría ganarle a eso. Grillby terminó cruzándose de brazos antes de querer retirarse de ahí realmente, estando casi con las manos vacías de lo que había pretendido obtener. Pero comprendiendo que tenía un severo reto por delante ahora, ante alguien que seguramente tenía razones para ser demasiado desconfiada.

Aunque, sólo parecía tener cierta excepción con los niños, ¿cierto?

.

.

-¿Entonces Ronnie no aceptó la propuesta?

-No por ahora, pero presiento que lo hará pronto. –Respondió Sans con una sonrisa. Estar a lado de ella simplemente le hacía querer sonreír por siempre. –Está desesperado.

-Es terrible que lo esté.

-Me gustaría opinar lo mismo, pero la verdad es que aun pienso en que se lo merece por haberte tratado mal en su momento.

El silencio de su novia fue suficiente respuesta para comprender su desacuerdo con eso. Limitándose a estar lavando los trastes mientras él solo se limitaba a estar a lado suyo, conversando y simplemente no queriendo apartarse. Poder estar con esa libertad con ella era demasiado sublime como para desaprovecharlo. Y aún más, ante el hecho de que parecía que el viejo no se hubiese presentado en la casa desde muy temprano, por lo que no tenía que limitarse por su mirada juzgadora que no requería de palabras para hacerle saber lo incómodo que estaba cuando estaban juntos. Y eso solo hacía que quisiera hacerlo más, pero no era el mismo caso para Frisk lamentablemente.

-Por cierto, quedé de llamarle hoy a Mettaton para acordar una reunión. –La simple mención de ese sujeto le hizo amarga la convivencia. Pese a comprender que se trataba ahora de un tipo que estaba dispuesto a colaborar a su manera, el hecho de que fuese a través de Frisk no le agradaba en absoluto. –Pero me solicita que esta vez sea en su mansión.

-Y le dijiste que no a eso, ¿cierto?

-Le dije que le confirmaría hoy. –El esqueleto no hizo ningún esfuerzo en ocultar su descontento. –Sans, su asesoramiento es valioso.

-¿Y no te basta con el hecho de haber aceptado el trabajo del viejo? ¿Qué acaso tienes que exponerte cada vez más? –Aunque le dejase en claro su molestia al respecto, no parecía ser algo a tomar en cuenta para ella por la calma que mostraba mientras secaba los platos. Aquello solo hacía que le irritara más. –Frisk, te recuerdo que él te hizo pasar un mal momento hace tiempo.

-Lo sé, pero sigue siendo mi socio. –Comentó tras poner un plato a un lado con cierta delicadeza. –Y hasta ahora, parece funcionar a la perfección la alianza.

-Pues ahora no te entiendo sobre haberte interesado involucrarte en la política. Creí que tan solo lo habías hecho para liberarnos en el momento.

-Fue así. –Colocó otro plato limpio sin siquiera observar. –Pero además de la promesa que hice a cambio de su servicio, me di cuenta de que el señor Holiday tenía algo de razón sobre las desigualdades hacia los monstruos. Pero nadie además de él, pareciera querer luchar por un cambio. Y no estoy para esperar a que otros quieran seguir decidiendo por mí, así que tomo mis medidas con mis propias manos.

-¿Teniendo a tu propio candidato en manos? –Aquello de algún modo le causó gracia. Pero no lo suficiente para poder calmarse. En realidad, le preocupaba un poco que su chica pensara así. –Ya te lo dije una vez, bonita. Si te lo propusieras, podrías conseguir ser la primer presidente de la historia. ¿Por qué tener a alguien más en eso?

-Porque una humana consiguiendo los derechos de los monstruos no servirá de nada. –Colocó el último plato limpio y se giró levemente hacia él mientras se limpiaba las manos con su mandil. –Además, en verdad no me interesa esa clase de cosas. No voy a responsabilizarme de vidas que no tienen el afán de luchar por su cuenta.

-Pues no logro entenderte.

Tenía que admitir en sus adentros que se estaba comportando como un imbécil por el simple hecho de que su chica tuviese contacto con un tipo que no le generaba ninguna confianza y que además se estaba arriesgando mucho más de lo que podría protegerla realmente, pero parecía estarlo poniendo más difícil por su cuenta en el hecho de que Frisk siempre era firme en toda decisión que tomase sin importar la opinión de otros. Ni siquiera él como novio tenía el derecho de opinar realmente sobre eso y ya lo sabía de antemano tras suficiente experiencia con ella, pero aún así no estaba para querer contenerse por ahora.

Había veces que en verdad todavía le irritaba que ella estuviese siempre dispuesta a brindar segundas oportunidades a cualquiera. El mundo no lo merecía, no la merecían a ella. Agghh… ni siquiera él la merecía y solo lo estaba estropeando, ¿cierto?

-El señor Holiday mencionó una vez sobre la posibilidad de que existiese la oportunidad de que los monstruos puedan elegir realmente con quién estar. –Continuó Frisk tras quitarse el mandil y colocarlo en la barra. Prestándole absoluta atención ahora y sintiéndose regañado con tan solo sentir su mirada ahora. –Sans, tal vez no te importe lo que estoy haciendo…

-Todo lo contrario, me importa demasiado cada cosa que haces. –Aclaró de inmediato, aun cuando no era propio de él querer interrumpirle. –Es por eso que me preocupa cada vez más lo rápido que quieres involucrarte en algunas cosas.

-Yo no pongo ninguna velocidad, solo hago las cosas o no las hago. –Frisk alzó una ceja tras sus palabras, dándole a entender que no le parecía extraño su ritmo basado en tomar decisiones y actuar con base en ellas. –Y además, esto lo hago porque creo en un futuro contigo. Así que deja de comportarte de esa manera y permíteme dar apertura a esa oportunidad.

-Espera… ¿qué?

-Ni siquiera has leído lo que colocamos en las propuestas del señor Holiday, ¿cierto?

Sans nunca se había interesado en la política. Y en realidad, nunca había votado en su vida por el simple hecho de parecerle lo mismo una y otra vez sin importar quién se pusiese en los panfletos. Tan solo tenía la regla de no interferir en esos asuntos a su vez de mantenerse alejado para que cada quien anduviera en lo suyo, fastidiando cada sector a su manera a la ciudad cada vez más desastrosa. Pero ahora que Frisk le había entregado parte de sus apuntes una vez que salieron de la cocina, estando sentado en el sofá y leyendo detenidamente cada palabra de lo que debió ser horas para llegar a esas ideas finales, tenía que admitir que nunca se había emocionado tanto con una campaña.

Un monstruo en la política… no, un monstruo como candidato de lo que sea en la política ya era una locura por imaginar, pero Frisk había hecho que fuese posible con la ayuda discreta de la licuadora parlante, pero mayormente con su sola influencia que le había dado más seguidores al reno por estar presentes fuera del juicio. Exponiendo desigualdades a los rostros responsables, queriendo de forma indirecta dar apertura a más facilidades de trabajos… pero sobre todo, abogando por la existencia legal de las familias interespecie. Nadie en su sano juicio permitiría tal cosa posible, nadie le interesaría eso además de ellos dos… ¿o si?

Pero ahora que lo pensaba con detenimiento, leyendo una y otra vez el mismo renglón de las propuestas, no le cabía duda de que estaba enamorado de una fuerza de la naturaleza imparable. Incluso sin palabras, Frisk era demasiado directa en todas las formas posibles. ¡Frisk quería hacer posible el hecho de que pudieran casarse en un futuro! ¿CÓMO DEMONIOS DEBÍA DE REACCIONAR A ESO?

Pero era algo imposible, demasiado imposible, ¿cierto? ¿De qué le serviría exponer esa propuesta además de que quisieran lincharla más de lo que posiblemente ya querían hacerlo? Aunque claro, en esto no estaba dando la cara, sino haciendo que alguien más lo hiciese, pero seguía siendo una locura en todos los ángulos posibles. Y aun así, quería creer en que podía ser una realidad cada una de las propuestas de candidato que estaban anotadas: acceso a la universidad para los monstruos, mayores empleos a través del comercio internacional, áreas más verdes y recreativas… y mucho más. Había pensado demasiado en cada una de las cosas, aunque también tenía que dar crédito al hecho de que no lo hizo sola.

Preparándose para participar en negocios de mafiosos, involucrándose en ámbitos políticos discretamente, teniendo sus propios contactos e intereses, y aun así, teniendo tiempo para estar juntos.

-Lo dije antes, y te lo diré por siempre. Eres maravillosa, Frisk. –Soltó finalmente tras sentir que le estaba observando demasiado. –Pero admitiré también el estar preocupado por esto. Todo esto es demasiado riesgoso.

-Lo sé, pero fue conveniente que Mettaton se especialice en inversiones de riesgo. –Al parecer ella seguía encasillada en las propuestas políticas. –Pudo asesorarme de cómo hacer que el dinero funcione para esto.

-Espera, ¿en verdad no es la hojalata quien está pagando por esto?

-No, soy yo. Mettaton está siendo muy vigilado por ahora tras su financiamiento al parque de diversiones de Waterfall para proyecto del alcalde. Simplemente sería un problema que estuviera pagando por dos sectores contradictorios.

-¿Pero con qué dinero…? –No tuvo que pensarle demasiado para tener la respuesta. –¿Para eso retiraste tanto dinero de esa cuenta?

-Sí, haré que Asgore Dreemurr sepa que estoy aquí de una u otra forma. –Sans borró su sonrisa de inmediato. Cierto, también estaba ese tema. –Empezando por hacer que su dinero esté financiando la campaña de un viejo amigo suyo. Demostrándole que hay maneras diferentes de luchar y no solo matando a otros por intereses personales.

-Eso debería de ofenderme. –Lo comentó sin mucho ánimo pese a ser su intención mostrarse indiferente. –Pero, ¿qué harás si en ese momento es la única oportunidad que mi familia tendrá para matarlo?

-Eso aún no lo sé. –Admitió de inmediato.

Puso las hojas a un lado y optó por mejor abrazarla, teniendo el gesto de vuelta casi de inmediato. Podía matar a tantos como pudiera, frenar todas las balas posibles y más, pero era demasiado lo que Frisk pretendía insultar. Tenía miedo de que sus manos no fueran suficientes para mantenerla a salvo de todo el odio que se ganaría tras cada una de sus futuras acciones, pero tampoco podía detenerla que no fuese encerrarla en contra de su voluntad. Por ahora, la limitaba el tener que mantenerse oculta por la atención que había obtenido, pero después, ¿cómo frenarla de no cometer más locuras a lo grande una vez que pueda poner un pie fuera de la casa?

Quería más momentos como ese, pudiendo abrazarla y besarla con libertad, pudiendo escucharla de todo lo increíble que pasaba por su mente. Pero sabiendo lo efímera que era toda vida simplemente le hacía tener constantemente esa clase de inseguridad sobre qué tan bueno o no era que Frisk se involucrara en los negocios. Aún no había podido hablar con el viejo seriamente al respecto, pero algo le decía que su argumento sería que era lo mejor darle herramientas para defenderse que sólo permanecer en un pedestal que ella no pedía ni soportaría. Después de todo, ya lo habían experimentado con su madre y no había día que cada uno se lamentara por muchas malas decisiones de ese día.

Y pese a que Sans sabía que su chica era muy cohibida para esa clase de cosas, no podía desaprovechar la oportunidad de al menos poder acostarse en el sofá sin romper del todo el abrazo. Queriendo transmitirle el sentimiento del temor de perderla de esa manera si con palabras no parecía comprendenderle, pero teniendo en respuesta inmediata simplemente el girarse para no verse directamente con esa clase de cercanía, notando sus mejillas sonrojadas en su rápido movimiento para comprender que no era molestia la razón de su arrebato. Y a decir verdad, ya había querido estar así con ella, pero era algo que no se había permitido porque sabía que sería algo demasiado íntimo para ella, siendo el caso de que le tenía cedida su propia recámara para darle la privacidad que necesitaba. Pues bien, esta vez necesitaba de esa cercanía como para pensar en todas sus inquietudes por ahora.

-Sans… –Aunque estuvieran solos en la sala, aun así Frisk parecía querer tener mayor prudencia dada la situación. Murmurando aparentemente como si no quisiera llamar más la atención, aunque también pudiera ser por su propia pena que no estaba sabiendo controlar ahora. –Ya te había dicho que puedo ser valiente por los dos si tú…

-Te amo, Frisk.

Le interrumpió de lo que sea que intentara defenderse esta vez. Lamentándose de que la segunda vez que se lo decía no fuera como le hubiese gustado planearlo, pero no cabía duda de que esa clase de cosas no estaban hechas para su chica de temperamento frívolo, nada paciente y algo terca. Pero al menos con ello sabía que tenía su total atención sin más cuestionamientos que quisiera darle.

-El que quieras involucrarte en tantas cosas tan peligrosas, queriendo cambiar aquello que no te parece, solo estás haciendo precisamente lo que no te gusta que te hagan a ti. –Aprovechando que Frisk parecía estar congelada, escuchándole atentamente por estarle murmurando al oído realmente, acomodó sus brazos para finalmente terminar rodeando su cintura con sus brazos. –Me estás queriendo apartar con tal de que no me pase nada malo. Y un paso en falso, y esto sólo terminará con que me dejes solo sin que pueda hacer algo para evitarlo.

-Y-yo…

-Pelearé todas las batallas que sean necesarias con tal de poder seguir permaneciendo a tu lado. Lucharé por cada segundo para estar así contigo, Frisk, pero puede convertirse en vano si te adelantas demasiado con tal de mantenerme alejado. Necesito que me permitas trabajar contigo de cerca al menos. Y no solo con lo que pretendes manejar con alcohol.

-El líder de la yakuza…

-¿Crees que no puedo encargarme de él?

-No es eso, Sans. Las veces en las que hablé con él, dejó en claro que sabe que podría atacarme a través de ti. Y con lo que hice para sacarte de prisión, creo que la ciudad entera lo tuvo en claro. –Pese a que todavía estuviese cohibida por el momento, aun así su chica hablaba con firmeza. Permitiéndose al menos poder sujetar una de sus manos que se rehusaba a soltar su cintura. –Ya sé en lo que me estoy metiendo, Sans, y tengo límites aun así. Es por eso que quiero ser fuerte, sabiendo que no tengo marcha atrás, y tampoco tengo intención de hacerlo. No tengo miedo de morir… pero tengo miedo de que tú mueras. ¿No es extraño?

-Es más bien un halago. –Se le escapó una sonrisa tras eso.

-Tu padre constantemente me dijo sobre que debía de "comportarme" para no exponerte a tí al peligro, que… no pude evitar pensar que tal vez esto era lo mejor en todos los ángulos. Eso es todo.

-Pues es cierto que soy vulnerable ante ti. –Sans no quiso apartarse de ese abrazo mientras estaban acostados, sobre todo cuando pudo sentir un leve temblor de ella al momento de soltar sus propias palabras. –Realmente me tienes, bonita.

-¿Y eso es malo para ti?

Aunque no pudiera verle el rostro por la posición en la que se encontraban, Sans estaba más que seguro que le preocupaba lo que pudiera decirle por la forma en que sus manos eran las que mostraban un ligero movimiento al borde de temblar por completo tras su simple pregunta. Por lo que, antes de que miles de pensamientos negativos la invadieran en el instante, el esqueleto la pegó aún más a él, como si supiera perfectamente las ideas que se estaba formulando en su mente aparentemente incapaz de poder comprender cuánto era que le hacía feliz poder estar así con ella, cuando meses antes era algo que ni en sus sueños más alocados pudiese creerlo posible.

Frisk, su querida Frisk. ¿Cómo era posible que fuese capaz de afrontar la muerte misma sin inmutarse, pero tan vulnerable ante la simple idea del abandono? Tanto era el daño que tenía realmente al respecto, que en ese instante se dio en la misión de ser capaz de poder curar ese corazón que merecía ser feliz. No importaba cuántas flores tendría que obtener para lograrlo, o todas las vidas que tendría que arrancar para que nadie más fuese capaz de hacerle daño nunca más. Su amada, su rayo de sol de invierno… por ella haría lo que fuera y esa era precisamente la razón por la cual todos la consideraban su debilidad, pero lo que no comprendían, era que ella era precisamente la razón por la cual estaba dispuesto a volverse más fuerte. La razón por la cual ahora consideraba que valía la pena seguir viviendo.

-No. –Respiró en su cuello dejándose embriagar con su dulce aroma que emitía siempre la humana. Dejándose llevar por el calor que emanaba y que le generaba suma paz. –No, no lo es en absoluto.

Parecía que Frisk no sabía que decir en el instante, pero Sans estaba más que seguro que no había necesidad de ello. Notando cómo de inmediato ella tomaba su mano con la que le abrazaba de la cintura y la colocó en su pecho latente, aun con la evidente timidez que le producía hacerlo. Siendo algo atrevido para ella tal vez, pero necesario para comunicar aquello que no sabía cómo hacerlo con palabras ante su desconcierto de cómo llevar a cabo esa clase de cosas que estaba experimentando de inmediato.

Podía sentirlo, o más bien, podía sentirla a ella. Su corazón latía a mil por hora por la sensación que le provocaba estar tan juntos, o tal vez, por la simple afirmación y sinceridad de sus palabras las que le daban la suficiente exaltación para sentirse plena. Y con ese ritmo frecuente, esa hermosa música constante, se estaba asegurando de que aquello fuera más que suficiente para comunicarle lo que las palabras no podrían alcanzar a explicar.

Sans no pudo evitar sonreír con ello. En efecto, no se requerían palabras entre ellos para que lo comprendieran mutuamente. Pero aun así Frisk quiso hacerlo.

-Te amo, Sans.

.

.

Tal vez llevaban un par de canciones improvisadas con el fin de lograr comunicarse con el otro ser cercano al lugar, pero tal parecía que no estaba funcionando. Era como si aquella alma que, si bien era extraño que pudiese emitir palabras para sus oídos, estuviese estancada en solo ser educada hasta que alguien fuese capaz de devolverle el gesto. Y tal vez era en lo que debían de enfocarse realmente, más allá de querer cantar sobre sentimientos con tal de poder percibir si algo se le hacía familiar y pudiese explayar en la distancia su estado o postura en la que se encontrase. Pero una parte de Bonnie estaba aterrada con el hecho de poder escuchar algo más que un saludo. No sabía cómo explicarlo para no asustar a su amiga, pero algo en aquella alma que escuchaba le inquietaba de muchas maneras. Como si fuese un depredador… o algo mucho más grande que eso.

-Ari, no tiene caso. No tenemos la magia de Li-Li. –Finalmente se resignó tras terminar de cantar la siguiente improvisación. Simplemente no obtenía nada en sus oídos fuera de ese saludo frecuente. –Y tal vez estemos tratando con alguien mudo como para que pueda gritarnos.

-Por eso ya está en marcha el plan b, Bon-Bon.

Antes de que le preguntara sobre qué se refería, pudo escuchar varios pasos aproximándose con algo de prisa. Aquello le habría atemorizado si no fuese por poder verlo asomarse de inmediato, siendo algo desagradable de ver considerando lo desastroso que estaba todo su cuerpo entero que en un pasado debió de ser una bola de pelos, pero definitivamente debía de ser algo mucho mejor que aquella bestia mafiosa atemorizante con tan solo la mirada, ¿cierto?

-A esos seres especiales no les afecta del todo lo que sea que retenga la magia en este cuarto. –Explicó Arial con una sonrisa. Tal parecía que se había dedicado en observar varios detalles entre silencios. –Y cuando no está el monstruo jefe, son ellos los que están cerca y no les gusta tanto el ruido.

Entendiendo de inmediato que la intención era provocarlo, se puso de inmediato a cantar nuevamente con toda la capacidad que tenía. Sabiendo que aquello pudiera llamar demasiado la atención, pero siendo un riesgo que estaba dispuestas a tomar con tal de no seguir permaneciendo ahí. Y aquello les costó bastantes horas tal vez, siendo de alguna manera extraña que nadie más se presentara en sus constantes cantos a todo pulmón, pero siendo suficiente para al menos terminar hartando a la cosa viscosa que había terminado rompiendo la puerta que de alguna manera hacía barrera de toda magia. Siendo una oportunidad única para Arial, quien ya estaba empleando su magia para sacar todo agarre que las tenía presas a ambas y poder salir corriendo de ahí sabiendo que tal vez contaban con muy poco tiempo para eso.

Bonnie tenía que admitir que estaba aterrada en ese preciso momento, sin poder hacer mucho mientras veía cómo era que su amiga se lucía en detener a esa cosa para poder encerrarla como pudiera, pero notando que aquello la había cansado una vez que la tomó del brazo para emprender carrera lejos de su prisión. Y podía escuchar en su alma que también estaba aterrada por lo que pudiera pasar si su plan no funcionaba, pero al mismo tiempo, podía escuchar con más fuerza aquella alma solitaria que no parecía ser consciente del escándalo.

-Por ahí. –Le indicó de inmediato.

En realidad no parecía estar del todo oculta una vez que se adentraron. Tan solo era una sala sin seguridad, que les habría extrañado si no fuera por el hecho de contemplar el tenue tono carmesí que decoraba el lugar con lo que había en una única vitrina central, siendo el trofeo más anormal de todos los que parecían haber en tal tétrico lugar.

Bueno, al menos ahora comprendía algunas cosas, pero ahora tenía muchas más preguntas ahora que le observaba estupefacta. ¡¿Cómo demonios era que un alma estaba así, sin cuerpo y con un tono tan intenso?! ¿Estaba vivo o muerto? ¿Cómo era que eso… se comunicaba?

-Nunca había visto algo como esto. –Soltó Arial mientras se acercaba lentamente, como si con ello pudiera comprender más lo que a simple vista estaba y confundía con su simple existencia. –Pero por la forma… Es el alma de un ser humano.

-Creo que es algo mucho más que eso. Esa cosa lo que necesita es un nivel de empatía que tal vez ni siquiera exista en un mortal. Algo que pueda hablar su misma lengua.

-No entiendo a lo que te refieres.

La esqueleto se había girado prestándole demasiada atención, dejando en claro en su mirada que también estaba alerta de lo que sea por si tenían que correr de inmediato y dejar aquello que visiblemente parecía causa perdida. Pero en definitiva no lo hacía por ella, por el hecho de haberle dicho que la escuchaba, por más que aquello sonaba a cierta locura que solo asustaba. Y si bien seguían siendo saludos lo que podía percibir de forma tan bizarra, el hecho de no poder escuchar algún sentimiento pese a la cercanía, le dejaba en claro que estaba ante algo que estaba tal vez fuera de sus capacidades y de cualquier ser vivo incluso.

-Ari… en definitiva me tomarás por loca esta vez, pero… –Pasó saliva antes de seguir hablando. –Creo, que estamos viendo el alma de un dios.

-Y yo soy la bestia que hizo sangrar a ese dios.

Ambas mujeres se giraron con horror al identificar la voz de inmediato que estaba detrás de ellas. Notando a la enorme bestia que tan solo las observaba con una sonrisa burlona ante la sorpresa que seguramente había estado esperado provocarles desde hace tal vez un par de horas o más. Seguramente tras tanto canto, se había acercado y esperado a que hicieran algo para ver qué tramaban, ¿cierto? Pero qué tontas habían sido.

-Howdy, señoras. –El monstruo jefe mostró su sonrisa repleta de colmillos. –Portándose mal de nuevo, ¿eh?

-¡Atrás!

Arial había exclamado a la vez que había creado una barrera de huesos que las dividía de aquello que solo había soltado una risa tras su atrevimiento. Bonnie sabía que aquello no servía nada para mantenerlas a salvo de la descomunal fuerza de ese sujeto, pero por el acto inmediato de su amiga de alumbrar su ojo de tono verdoso, supo que aquello realmente había sido para distraerlo por unos cuantos segundos del siguiente movimiento que ahora sí la aterró mucho más. En verdad que la esqueleto ahora parecía estar dispuesta a querer salir a toda costa si ahora usaba su magia para mover a su voluntad aquella alma anormal, teniéndola flotando en su agujerada palma carente de su dedo anular.

-De todas las que he tenido privadas de su libertad, sin ninguna duda usted es mi favorita, señora Gaster. –Soltó la bestia al momento de romper la barrera de huesos sin ninguna dificultad, observándola con demasiada gracia en lugar de estar molesto con su atrevimiento. O por lo menos, eso podía percibir mucho más de su alma que de su mirada dorada y fulminante. –Dígame, ¿qué es lo que pretende con eso?

-Esto es importante para usted, ¿cierto? –Preguntó Arial con seriedad.

-¡Oh vamos! Usted no es capaz de dañar ni a una mosca, señora. –Parecía que estaba pasado algo que en su desconcierto Bonnie se estaba perdiendo. Tan solo tenía las orejas al alza tras escuchar el eco de una risa a través del alma que su amiga estaba manipulando para que estuviese cerca de ella. Y no era una risa que pudiera generarle una calma. ¿Acaso "eso" era capaz de estar al tanto de la situación realmente? ¿O solo era un sentimiento que por fin había podido percibir de su parte? –Y créame, aquello que tiene no sería capaz de dañarle ni aunque quisiera.

Aquello no decía lo suficiente para sus incógnitas volátiles que no era ni capaz de formular ante su parálisis del terror en el que se encontraba. Siendo que tal vez su percepción de estar ante el alma de una deidad no era tan descabellada después de todo. Pero, si esa alma era capaz de generarle diversión un momento como ese y no las múltiples canciones que le lanzaron, tal vez era que se trataba de algo caótico en esencia. Tal y como su captor.

-Supongo que por eso es que la conserva. Debe de ser algo muy anormal para usted que un alma no se doblegara al miedo que pretende transmitir siempre.

-En realidad, yo he querido todo este tiempo que esa alma permanezca estable. –Sin importarle en absoluto la reacción que tendrían, la bestia dio un paso al frente. –Después de todo, tiene algo que me pertenece. Y ya que tuvieron la osadía de retarme de esta manera, se han ganado el honor de saber de qué se trata. Solo tienen que preguntarlo.

Ante ello, Bonnie se puso a un lado de su amiga, queriendo indicarle que le dejara ahora a ella tener el arrebato de decirle sus verdades, por más temor que generara su enorme presencia. En realidad sí tenía muchas ganas de saber qué era realmente esa alma tan inusual, pero no se comparaba a la incógnita que tenía sobre el monstruo desde que estuvo ante él, teniendo la breve curiosidad de haber escuchado algo particular.

Y además, la razón por la cual Arial se estaba comportando con algo de seriedad y temor, era seguramente porque también estaba presintiendo que ya estaban por morir en ese instante y ya no había nada por hacer salvo alargar la condena mientas se les pudiera ocurrir algo de forma maravillosa y casi imposible una vez más. Por lo que, si debía de ser valiente hasta el final, al menos tendría la satisfacción de no quedarse atrás una vez más.

Sus amigas ya habían tenido que pasar por mucho, habían tenido que afrontar esa soledad y dolor por mucho tiempo. No era justo que una vez más ambas trataran de ver por ella cuando había sido la única que había tenido la oportunidad de gozar de la vida y lucha por un sueño.

-Mi única pregunta es. ¿Por qué todo este tiempo ha mantenido económicamente a Frisk?

De todas las reacciones posibles, siendo varias de ellas múltiples formas de agresión, la que menos había esperado era aquella mirada fulminante que definitivamente le hacía temer por su vida como presa fácil, pero que a su vez, era de genuina sorpresa ante algo que le había desconcertado como nunca en su vida. O por lo menos, lo que escuchaba de inmediato de su alma le indicaba que en verdad había dado en el blanco con algo, pero tal vez aquello no era precisamente bueno para ella.

El alma de la bestia estaba revoloteando en varias emociones ante la mención del nombre. Pero no era la única que lo hacía ahora.

Frisk, Frisk, Frisk…

No podía creer que finalmente pudiera escuchar algo más que un saludo o risa de su parte ahora. ¿Acaso aquella alma anormal también conocía el nombre de la cachorrita?

-¡Bonnie!

En un rápido movimiento que nadie habría podido librarse, la bestia la tomó de las orejas para ponerla a la altura de su vista. No sin antes, asegurarse de tener presa contra el suelo a la esqueleto que había tenido la acción inmediata de detenerlo con su magia, no siendo suficiente ante el hecho de estar usando su magia todavía para tener consigo al alma solitaria. Pero la bestia no tenía intención de escapar a ninguna parte. De hecho, dudaba que alguna vez en su vida hubiese tenido esa clase de necesidad a comparación de ella, quien ya se encontraba al borde del llanto del dolor y miedo que le producía.

.¿Dónde la viste?

-E-estaba sola y sin hogar c-cuando la encontré…

-¡¿EN DÓNDE?! –Rugió con impaciencia. Haciéndole gritar del horror de inmediato

-¡E-en Snowdin!… L-la acogí y la cuidé como una hija mía más… –No pudo evitar soltar lágrimas inmediatas. Tanto por el sentimiento de saber que estaba por morir, como por el hecho de estar sintiendo demasiado dolor de que le jalara de las orejas. Definitivamente no era valiente como Ari o Li-Li. Y ahora moriría de forma estúpida. –E-ella me habló sobre usted…

Tras eso, cerró sus ojos para no tener que ver cómo sería su modo de muerte. No obstante, tan solo terminó siendo llevada de regreso a su prisión junto con Arial, la cual estaba igual de desconcertada y sin el alma que había tenido el arrebato de haber secuestrado por ese breve momento. Tal vez la había soltado ante el mismo miedo, o tal vez la bestia se la había quitado sin mucho esfuerzo. Quien sabe. Por ahora, lo único que le importaba era poder recuperar el aliento ante el pánico producido del momento, teniendo al menos la libertad de abrazarse a sí misma ante la ventaja que ahora tenían al menos de no haber sido esposadas esta vez.

Como fuera, no le cabía duda de que la bestia había tenido algo de prisa de retirarse tras la última conversación. Incluso había moldeado la puerta con sus manos para ser imposible que escaparan de eso por lo que podía ver mientras estaba hecha bolita en el suelo.

-Bonnie, ¿estás bien?

Podía sentir las manos de su amiga acariciándole la cabeza para calmarla. Pero era algo imposible al menos para los próximos minutos u horas. Escuchando ahora en la lejanía algo diferente a un saludo pero igual de repetitivo.

Mantente determinada, Frisk.

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.

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Oficialmente soy una papa casada. Y siendo el caso de que ya todo el estrés previo a toda preparación ya terminó y pude reorganizarme con mi carga laboral, queda inaugurado el retorno del ritmo de actualizaciones de esta historia. ¡Muchas gracias por la paciencia!

¡Michi fuera!

;)