Tommy
Taffy nos lleva a mi hermano, a Susie y a mí a El Palacio de los Juguetes. Nuestros papás no han podido venir. Mis papás están de chapuzas en casa, y los papás de Susie están trabajando, así que mis papás han llamado a Taffy para pedirle que si podía hacerse cargo de nosotros durante un rato.
Ella ha dicho que sí y se le ha ocurrido llevarnos a pasar la tarde a El Palacio de los Juguetes.
Por el camino, le cuento a Susie lo de la máquina del tiempo, y ella dice:
-¡Suena genial, Tommy! Podemos pedirle a Taffy que nos lea el manual de instrucciones, así sabremos cómo funciona y podremos decírselo a los demás.
-Sí, me gusta la idea –le sonrío yo, agradecido de que me entienda-. Por cierto, hay un niño nuevo en el grupo.
-¿Otro más? –Claramente, Susie está pensando en Leonor y Helena, a las que conoció uno de los días que estábamos en el parque, antes de que Severus apareciera.
-Sí, y también viene de la máquina del tiempo.
-¡Caray! ¡Cuántos niños están usando la máquina del tiempo! –exclama Susie sorprendida-. Me pregunto a qué se deberá.
-Sí, yo me pregunto lo mismo.
Llegamos a El Palacio de los Juguetes y Taffy, que lleva a mi hermano Dil en brazos, me da la mano que tiene libre y yo se la cojo, y con la otra mano cojo la mano de Susie, y entramos todos juntos.
-¿Sabéis qué, peques? –nos dice Taffy en tono amable y tierno-. Yo solía venir mucho a esta juguetería cuando era pequeña.
Pasamos por el pasillo de juguetes para niños entre cero y un año, y Taffy se detiene para que Dil y yo miremos los juguetes que hay, pero la verdad es que hoy no hay ningún juguete que me llame la atención excepto la máquina del tiempo. En las estanterías de este pasillo, hay peluches, un cancionero, un cubo de actividad, andadores, un juguete de apilar aros de distintos colores y muchas cosas más.
Seguimos pasando por los distintos pasillos, hasta que llegamos a donde se encuentra la máquina del tiempo.
-Susie, ¿podrías pedirle a Taffy que nos lea las instrucciones de la máquina del tiempo? –le pido a Susie en un susurro.
-Claro, Tommy –responde ella, encantada-. Taffy –la llama, y ella se gira hacia Susie-, ¿podrías leernos las instrucciones de la máquina del tiempo?
Taffy dirige su atención hacia la susodicha máquina, y se queda flipando en colores.
-¡Esto no existía cuando yo era pequeña! -Dil, Susie y yo le sonreímos, y la miramos suplicantes que nos lea las instrucciones-. Claro que os leeré las instrucciones, en cuanto las encuentre.
Taffy mira la parte delantera de la máquina pero ahí no encuentra nada, así que mira por los laterales de la misma y tampoco pone nada, y después mira por la parte posterior y tampoco encuentra nada.
-Lo siento, peques, pero no encuentro las instrucciones –nos dice Taffy algo apenada.
En ese momento, pasa un reponedor por allí y Taffy le pregunta:
-Disculpe, ¿podría explicarme cómo funciona esta máquina?
El hombre se detiene y le dice:
-Por supuesto que sí, señorita. Tiene usted muy buen gusto. Esta máquina del tiempo es el último grito en juguetes.
-¿Cómo funciona? –le pregunta Taffy.
-Verá, es muy sencillo. La máquina tiene aquí un panel con varios botones. En este panel, seleccionas la época a la que quieres viajar y luego le das a la palanca que hay aquí detrás para activar el portal. Entonces, el portal se abre y puedes viajar a la época que has elegido, donde también se abrirá otro portal. –Taffy, Susie, Dil y yo le escuchamos muy atentos-. Para regresar a casa, no tienes más que memorizar dónde se abrió el portal, es decir, recordar dónde se quedó la máquina del tiempo y volver a entrar en ella tras haberla configurado para el momento presente, porque existen muchísimas máquinas del tiempo en todas partes del mundo, que están conectadas con un montón de líneas del tiempo diferentes. Es para niños a partir de diez años.
-¡Qué guay! –exclama Taffy, entusiasmada-. ¡Menudo invento! –Taffy está realmente impresionada, pero no es la única: Susie, Dil y yo también estamos impresionados.
-¿Algo más? –le pregunta el reponedor a Taffy.
-No, nada más. Muchas gracias.
-De nada. –Y el reponedor se marcha.
Después, Taffy se gira hacia nosotros y nos pregunta:
-¿Queréis algún juguete?
Yo cojo de la mano a Taffy y la llevo al pasillo de juguetes para niños de entre uno y dos años, y le señalo la alfombra de agua que he visto antes. Dil asiente, él también quiere lo mismo.
-Vale, peques –nos dice Taffy-. ¿Y tú, Susie?
-Yo quiero el unicornio azul de peluche –le contesta Susie con mucha educación.
-¡Fenomenal! –exclama Taffy, y nos vamos al pasillo dedicado a juguetes para niños de entre tres y cinco años para que Susie pueda coger el unicornio.
Después, Taffy nos lleva a una de las cajas registradoras que están abiertas en este momento, y paga nuestros juguetes.
-Muchas gracias, Taffy –le dice Susie haciéndole una pequeña reverencia.
-No hay de qué, Susie –le sonríe ella, acariciándole el cabello. Dil y yo la abrazamos para darle las gracias ya que todavía no sabemos hablar con ella, pero ella nos entiende y nos devuelve el abrazo.
Después, Taffy coge la bolsa que nos ha dado la cajera, donde van la alfombra de agua y el unicornio azul y regresamos a casa.
Papá y mamá siguen todavía de chapuzas en el cuarto de baño, así que Taffy se queda un rato más con nosotros. Nos deja en el corralito, donde tengo mi pelota favorita y otros juguetes, y mientras ella aprovecha para prepararse un delicioso sándwich de Nutella. Se ve que llevarnos a El Palacio de los Juguetes le ha dado hambre.
Susie, Dil y yo jugamos en el corralito con nuestros nuevos juguetes. Yo me tiendo en la alfombra de agua y Susie acaricia a su unicornio azul y después lo mueve como si pudiera volar.
-Oye, Susie.
-Dime, Tommy.
-¿A ti te ha aclarado algo el reponedor de la juguetería?
-Sí y no. Sí porque nos ha explicado el funcionamiento de la máquina del tiempo, pero sigo sin entender por qué cada uno de vosotros fue a parar a una época diferente.
-¿Puede ser porque Angelica toqueteó varios botones al mismo tiempo? –inquiero yo.
-No lo sé –responde Susie encogiéndose de hombros-. Puede ser. Pero eso tampoco explica cómo es que esas dos niñas gemelas y el nuevo niño pueden ir y venir de la máquina del tiempo como si estuvieran por su casa.
-Ya, eso es lo que yo tampoco entiendo.
-En fin, supongo que nos tendremos que quedar con la duda.
-Sí –digo yo en tono lastimero.
Al cabo de un rato, vienen los papás de Susie a recogerla.
-Anda, mira qué unicornio más bonito te ha comprado Taffy –le dice su papá, que después se gira hacia Taffy y le dice-. Dinos cuánto te ha costado para que te lo paguemos.
-Oh, no, señor Carmichael, considérelo un regalo.
-No, señorita. Insisto, dime cuánto te ha costado, que te lo quiero pagar.
-De verdad que no hace falta –insiste Taffy, caminando hacia la puerta junto a los papás de Susie y de la propia Susie, que se despide de Dil y de mí con la mano y con una gran sonrisa.
Nos quedamos Dil y yo solos, pero por poco tiempo porque al rato vuelve Taffy, que se está guardando unos billetes en uno de sus bolsillos.
-Nada, peques, al final los señores Carmichael han podido conmigo y me han convencido de que les dijera cuánto me había costado el unicornio azul –nos dice Taffy, que se sienta en el sofá y mientras nos vigila, coge su guitarra y empieza a tocar una melodía preciosa y muy alegre.
-Pues nada, Dil, tendremos que seguir quedándonos con la duda –le digo a mi hermano, que me mira con tristeza-. Se ve que la máquina del tiempo tendrá que seguir siendo un misterio para nosotros. Oye –le digo cambiando de tema-, ¿quieres probar la alfombra de agua?
Dil mueve los brazos en dirección hacia la alfombra de agua con mucha alegría, y sé que eso significa que sí, que quiere, así que lo cojo en brazos y, como buenamente puedo, lo arrastro hasta la alfombra de agua, donde sólo cabe un bebé, y como yo ya me he tumbado antes en ella, ahora dejo que sea para mi hermano.
A la mañana siguiente, vienen a mi casa mis amigos Chuckie, Kimi, Phil, Lil y… Angelica. Sí, Angelica. Y les cuento lo que el reponedor de El Palacio de los Juguetes le ha contado a Taffy.
-Vaya, entonces no tenéis información muy relevante sobre la máquina del tiempo –dice Phil con lástima.
-Exacto, seguimos sin saber por qué a nosotros nos envió a cada uno a un lugar diferente mientras que Severus, Helena y Leonor pueden ir y venir sin que tengan que vivir ninguna aventura ni rescatar a nadie. Y lo malo es que ellos tampoco saben por qué les sucede eso y a nosotros no.
-A lo mejor cuando vosotros os metisteis en la máquina del tiempo, todavía no estaba la opción de poder viajar a un mismo sitio y sin tener que rescatar a nadie –aventura Kimi-. Podríamos probar a entrar y ver a dónde nos envía esta vez porque a lo mejor a nosotros ahora nos manda también a un sitio fijo, sin ninguna aventura de por medio y sin que tengamos que rescatar a nadie.
La idea de Kimi es buena. Y la verdad es que yo también tengo mucha curiosidad por saber a dónde nos enviaría ahora la máquina.
-Podemos probar –le digo a mi amiga.
Phil, Lil, Dil y Angelica están de acuerdo con nosotros, menos Chuckie:
-No sé si sea una buena idea, Tommy…
-¿Por qué no? Entrar en ella es la única manera de saber a dónde nos llevará.
-Podríamos esperar a que Severus, Leonor y Helena regresen a sus respectivos hogares, y meternos en la máquina del tiempo con ellos a ver si nos mandan a las respectivas casas de Severus, Leonor y Helena –propone Kimi, muy contenta porque ve que la idea de volver a viajar todos por el tiempo va cogiendo forma.
-A mí me parece una idea genial, Kimi –le digo muy sonriente.
Phil, Lil, Dil y Angelica también están de acuerdo. Chuckie es el único reacio, pero sé que al final, en el último momento, se unirá a nosotros porque le da más miedo quedarse sin nosotros que la propia máquina del tiempo, por mucho miedo que le dé.
