Desde que era pequeña, Rey siempre se había considerado una persona algo despistada y bastante relajada en su vida (quizás también un poco mentirosa por lo que había pasado con Rose), aun cuando su cuerpo se sometía a un estrés considerable. Ni siquiera en la universidad le afligieron los momentos donde debía estudiar materias de lo más complejas, realizar exámenes importantes, o que la encontraran fuera del campus con Kaydal a altas horas de la noche. Para nada. Por eso, cuando reaccionó de esa manera tan discordante a su personalidad le extrañó en absoluto.

Ben era el amor que algún momento soñó después tantas relaciones fallidas y fugaces. El era el amor de su vida, aun cuando el tiempo no era muy piadoso entre ellos. El cariño que se tenían el uno por otro trascendía de todo aquello. Ella ya no podía ver un futuro sin que Ben no estuviera a su lado acompañándola, y el tampoco el que no estuviera ella tomando su mano.

Entonces ¿Qué había sucedido? ¿Por qué había reaccionado de una manera tan agresiva con la persona que le robaba todos los días el aliento y alegraba sus mañanas, aunque no estuviera siempre a su lado?

No podía encontrar respuesta.

Se arrepentía, claro. La falta de respeto había sido totalmente su culpa y había herido su orgullo como hombre de paso por eso, cuando su único propósito de insistir con el tema era para saber cómo se iba a tomar el comunicado, cual delicado debía de hablarse de su nuevo destino para que ella no se alterara demasiado. Lo había estropeado todo, y debía disculparse con el antes que terminara la noche.

Ben por su parte, decidió no dormir con ella esta anoche. Sabía que sería incómodo. Su malestar era elevado, casi exasperante. Hacía algunos años que no experimentaba este tipo de emociones que solo te hacían ver rojo en todo lo que se cruzase. La primera y última vez que le sucedió fue con su ex pareja, cual su relación terminó con tonos elevados de discusiones por el poco entendimiento entre ellos.

Ben no tuvo más opción que dormir en la habitación de invitados (invitados que jamás venían) que el apartamento de Rey tenía de sobra. Mejor dicho, una bodega del abandono de las cosas que la castaña no sabía colocar en su casa o le daba pena desecharlas. Al momento de entrar a la habitación, el olor a encierro estaba casi insoportable. Tuvo que abrir la ventana para ventilar un poco, aun cuando afuera hacía un frío de los mil demonios. Mientras tanto, comenzó a hacer su cama. Era una individualidad justa para su tamaño. Si bien, en su mayoría, Ben dormía solo por la poca concordancia de horarios con la castaña por culpa de su trabajo, tenían el consuelo que su cama todavía estaría su olor impregnado en las sábanas, como si estuviese a su lado descansando plácidamente. Le sería extraño volver a dormir en una cama ajena sin su amada.

Sonaba estúpido. El era un hombre racional, maduro, pero Rey desde la universidad había sido el amor de su vida. Siempre había soñado con estos momentos con ella, compartir todo, y ahora, con la situación, lo veía nuevamente como una ilusión lejana. Lo entristecía.

Fue a buscar sábanas en el ropero, pues la cama estaba solo con un cobertor encima para proteger el colchón del polvo. Encontró unas que estaba muy al fondo escondidas de las otras que eran de tamaño de dos plazas, que, por cierto, también olían a encierro para su mala suerte. Realmente sería una mala noche.

Cuando estuvo todo listo, fue a la mesita de noche en búsqueda de su teléfono. Pero, cuando giro su cabeza en dirección a ella, recordó que no había salido con el de la otra pieza. Se maldijo a sí mismo. Tenía que ir por el. Debía hacerlo, ya que podrían llamarlo por cualquier momento de la noche por altercado en el aeropuerto y lo que menos deseaba era interrumpir el sueño de la muchacha (Aunque estuviera enojado), sin embargo ¿Cómo iba a ir por él sin tener que mirarle cara a Rey y sin que las cosas se pusieran más tensas de lo que estaban? El sólo pensarlo lo comenzó a estresar de nuevo, y molestarse (aunque este último por preocuparse del sueño de su amada cuando ella había dicho cosas horribles en la discusión anterior). Rey tendría que aguantarse su cara de pocos amigos cuando se paseara por la habitación a recoger su teléfono y también su cepillo de dientes.

Caminó hacia la puerta en búsqueda de la manilla y la rodeó con mano firme. Pero, una vez que la tuvo sujeta, como la vez anterior antes de que sucediera el caos, no pudo girarla. Se frustración apareció de nuevo ¿Desde cuándo una acción tan simple se había vuelto un suplicio y un fastidio el tener pasearse en su propia casa para buscar un simple aparato? No tenía sentido. No fue hasta que su enojo le rebasó la coronilla que giró la manija para terminar con toda esta estupidez de ir por su teléfono.

Ben esperó a que apareciera la pared blanquecina en frente, sin embargo, para sorpresa de Ben, había una espantada mujer esperándolo con cierto aparato.

—Pen-sé que lo necesitarías.

Todo ese tiempo en donde Ben se preparó para irse a la cama, Rey fue a su habitación a idear un plan para encontrar la manera de ir por él, un pretexto idóneo para irrumpir en su habitación sin pasar a llevar su decisión de estar solo.

Igual que el pelinegro, al llegar a su dormitorio, encendió la luz para tener una mayor claridad en las ideas. Comenzó a pasearse entre los muebles, mirando el suelo, buscando en la alfombra algun tipo de iluminación, sin poder encontrar algo. Intentó buscar por otro lado, y cuando levantó la vista y vio que el celular de Ben estaba sobre su correspondiente medita de noche, le dio un tipo esperanza. Era la excusa perfecta. No obstante, aun cuando tenía en sus manos el pretexto perfecto para ir por él, no pudo hacerlo. Simplemente se quedó con el puño en el aire, totalmente paralizada enfrente de la puerta.

Estuvo varios minutos ahí quieta buscando el suficiente coraje, pero al momento que lo encontró en lo más recóndito de su ser, Ben fue más rápido. Llegó a saltar y cerrar los ojos por un segundo por el susto. Todo fue muy rápido.

No hubo mucho contacto visual entre ellos antes que Rey estirara la mano para que Ben tomara el artefacto con ese nerviosismo que se había asomado abrazándose a si misma mientras. De un momento a otro, el ambiente se había tornado gélido. De reojo notó que la ventana de la habitación estaba abierta y no hacía poco. Quiso regañarlo por descuidar su salud de esa manera, podía tomar un resfriado o quizás algo peor. Pero Rey sabía de sobra que no estaba en condiciones de hacerlo. Él ya estaba lo suficiente molesto como para agravar aún más la situación llamándole la atención. Cualquier cosa que le dijera con referencias hostiles podría empeorar el tenso momento, y lo que menos quería ella era eso, que todo se pusiera peor. Rey había venido con una actitud de reconciliación, a pedir perdón por lo que había sucedido.

Ben lo tomó con la misma actitud que Rey, y, paradójicamente, no demostrando ningún tipo enfado de por medio, sino un rostro impasible al tomarlo. Era la primera vez que discutían y no sabía realmente cómo reaccionar a estas cosas con la ex ingeniera.

—Gracias.

Y no hubo más palabras de parte del moreno. Tenía que ser fuerte y seguir con su papel, aunque se le hubiese ablandado el corazón verla tan acongojada frente suyo. Él no debía dar el primer paso. Estaba totalmente exento de toda culpa por la situación. Ella lo había ofendido, por lo que debía continuar con su postura seria y que Rey hiciera el suyo.

—Q-ue tengas una buena noche Ben. Descansa.

El pelinegro se llegó a desinflar de la decepción, por saber que esas serían las últimas palabras de Rey antes que culminara la noche para ellos. Terminó ofuscándolo más de lo que estaba. Esperaba mucho mas de ella.

Desde que comenzaron su relación, en mutuo acuerdo, se prometieron que en este tipo de situaciones hablarían cuanto antes para solucionar las cosas, que se terminara los malos entendidos y los conflictos.

El primero que cometiera un error debía hacerlo claro. Pero lamentablemente para Ben, no estaba siendo el caso, y cómo no era culpa suya, no haría nada él al respecto. Esperaría el tiempo necesario, y también le daría el espacio suficiente para que ella se sintiera cómoda en hacerlo. No podía ser tan severo respecto a eso. También debía ser consciente el pelinegro que cada uno iba a su ritmo.

—Gracias. Buenas noches para ti también.

Contestó rígido. El piloto no lo había notado, pero aun continuaba sujetando la manilla de la puerta por dentro. Pareciera la despedida sería más rápido de lo esperado.

—Perdóname Ben. —escuchó el moreno, interrumpiendo la trayectoria de la puerta al umbral de la misma. Al fin estaba sucediendo lo que tanto estaba anhelando Ben a sus adentros—No… no debí tratarte de esa manera. Ni comportarme de esa manera— Ben podía ver cómo su rostro estaba apunto de romperse, cómo sus ojos tomaban ese reflejo cristalino—. No se qué pasó. No entiendo porque me comporté de esa manera, ni porqué dije esas cosas. No te lo mereces, si desde un principio te preocupaste por mi en cómo decirlo, aun cuando no era tu responsabilidad en hacerlo. Es tu trabajo, y se que para ti es un gran honor que tus superiores te hayan tomado en cuenta para una gran responsabilidad como esta. Debía estar feliz por ti, felicitarte por eso, que celebráramos por tu ascenso. ¡Eso correspondía para esta tarde en la cena! Pero aun así, quisiste reservarte todo aquello por mi, tomarlo con precaución, aplazar tu logro conmigo porque sabías que era un tema delicado para mi. —Sus lágrimas estaban a punto de aflorar con completa desesperación—¡Maldita sea Ben, no te merezco!

El llanto no se pudo retener más por lo acongojada que se encontraba Rey después de expulsar todo lo que tenía trancado en medio de la garganta. A Ben enseguida se le ablandó el corazón y toda esa coraza que se había puesto para no ceder desapareció. Le rompí el alma verla así. Tan vulnerable y desconsolada. Jamás la había visto de esa manera. Totalmente desecha.

No se pudo aguantarse más Ben, no podía ser tan cruel con la castaña quedándose parado mientras ella de desmoronaba en frente suyo, cómo sus lágrimas brotaban sin cesar por sus mejillas entre sorbetes e intentos fallidos de remover ese líquido cristalino. Fue por ella a abrazarla dulce como lo era él siempre. Con todo el amor que le tenía alrededor de sus hombros. Era muy inhumano dejarla ahí librándose a duras penas de su propio manojo de emociones. Ella enseguida le correspondió con fuerza arrugando si ramera por la espalda, rodeándolo por la cintura y mojando su pecho producto del llanto entre jadeos desconsolada.

—Esta bien Rey. — le besó la coronilla y bajó hasta su oreja acariciando su mejilla con la suya consolándola con dulce tono de voz. Olía todavía a su shampoo tan característico y al jabón que aun consideraba ser muy costoso para adquirirlo—Esta todo bien. Calma.

Con todo lo que había dicho la mujer Palpatine, le era más que suficiente perdonarla. Se había dado cuenta de su error, inclusive, mas allá de lo que imaginó él debía disculparse. Dijo cosas que el no pensó y no consideró egoístas cuando le informaron de su ascenso. La subestimó totalmente.

A veces olvidaba que era demasiado inteligente, que fue la mejor de su clase, y trabajó en uno de los aeropuertos de élite en el país. Podía apostar si hubiese seguido con ese ritmo en su profesión, sobresaldría con creces respecto a todos sus colegas, y más que seguro sí volvía, sería la mejor haciendo su trabajo. Porque Rey todo lo que hacía era excelente y prolijo.

Ella apretó aún con más fuerza. Aunque las palabras de Ben tomaron ese inconfundible tono de cariño, ese tono tan apaciguador de males, no pudo relajarse. Continuaba teniendo ese completo desequilibrio de emociones. Continuaba viendo negro al final del túnel.

—Lo siento tanto Ben. —se lamentaba todavía entre sus ropas, vibrando cada palabra sobre su pecho ablandando aún más el corazón repleto amor que poseía el piloto para la castaña.

—Esta todo bien Rey. Calma—. Repite mientras sus palabras suenan suaves entre sus dientes. Solo existía en su tono amor para ella.

Rey levantó al fin la mirada hacia su amado y Ben puede observar la congestión en su rostro. Sus ojos cristalinos transmitían esa su pena que no quería quitarse de ella. El joven Solo no pudo resistirse nuevamente y pasó su pulgar sobre su mejilla para quitar las lágrimas que lo alcanzaron a impregnarse en su ropa. Verla de esa manera lo destrozó aún más por dentro. Rey era una persona extremadamente feliz, y verla por una segunda vez tan quebrada le partía el corazón.

La besó nuevamente en la frente, pero esta vez, con más fuerza, esperando que algo de sus labios pudiera quitar ese estado de Rey sobre ella y por fin entendiera que ya no había un resentimiento sobre ella.

A la castaña enseguida le reconfortó el segundo beso y pudo calmarse. Ya no estaba esa molestia de Ben asechándola. Realmente la había perdonado. Volvió a abrazarlo con una media sonrisa en el rostro, feliz de que todo ya había pasado. El pelinegro de correspondió con los mismos ánimos. Lo tenso había desaparecido y ese ambiente de hospitalidad en familia había vuelto, inclusive, BB se unió a ellos a la reconciliación

—Vamos Rey. Vamos a descansar.


Espero alguien siga leyendo esto.

Los adoro y gracias por pasar.