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Las comisuras de los labios de Satoru se curvan en una sonrisa al presenciar el desenlace de aquella práctica. Pocas cosas le interesan tanto en el mundo como contemplar un joven talento en potencia.ㅤㅤ

Ren Kaito en cuestión, es más que prometedora en el mundo de la hechicería. Le recuerda bastante a cómo era él durante sus años como estudiante: encantadora, egocéntrica y poderosa. La energía maldita que desborda en esos momentos es tan densa que al entrar en contacto con la de Gojo, provoca una agradable vibración de la que probablemente sólo él es consciente. Porque si, tal vez Ren sea una prodigio, pero aún tiene bastante por aprender.

De cualquier manera, acaba con su oponente en menos de dos minutos. Sus reflejos son sobrenaturales y se vale de éstos para esquivar los cortes que su compañero (del cual ya olvidó su nombre al no encontrarlo tan interesante), intenta hacerle sin éxito con las dos katanas que desprenden humo negro a su alrededor. Aquellos puños son demasiado grandes y fuertes comparados con la fragilidad del delgado cuerpo de Kaito. Físicamente es pequeña en contraste, pero esa ventaja la aprovecha al moverse con tal agilidad, que pareciera desarrollar una danza letal frente a los ojos de los presentes que permanecen expectantes.ㅤ

Entonces sus pupilas se tornan de un exquisito tono carmesí y con un movimiento de sus palmas extendidas desarma a su compañero, enviando las katanas tan lejos que ir por ellas no es opción.ㅤㅤ

Poco después su mirada cambia a un azul intenso casi similar al de los ojos de Satoru, y levita apenas unos diez centímetros sobre el suelo. Sin previo aviso, atrae un pedazo de tronco que arranca desde la raíz sin tocarlo y lo lanza como un proyectil contra el chico que no reacciona a tiempo para evadirlo. Vaya, eso lo ha conseguido sin necesidad de mirar a un lado.

Satoru está impresionado.ㅤ ㅤㅤ

—Deben transferirla a Tokio— murmura a Utahime, que por aquellos dos minutos ha encontrado la calma del irritante y usual parloteo de Satoru cuando se quedó absorto contemplando el encuentro—. Este talento es demasiado para esta escuela tan...

—Cuida bien lo que vas a decir...

—... conservadora— termina, eligiendo una palabra que no le hará ganarse un regaño, aunque no era lo que planeaba decir.ㅤ ㅤㅤ

Se hacen unos segundos de silencio y encuentra que no todo es perfecto. Ren tiene dificultad para salir del estado de euforia en el que se encuentra, ese en el que el poder es tan intenso como encontrarse en una situación de placer. No quieres parar, la energía maldita fluye a la par de la adrenalina, alimentando el cerebro de un cóctel de sustancias excitantes que dejan a las drogas de los humanos como un chiste en comparación.ㅤ ㅤㅤ

Sin embargo, no todos los hechiceros son capaces de alcanzar ese nivel de euforia. Se necesita tener una intensa cantidad de poder para sentirse de esa manera.

Gojo más que nadie lo ha experimentado.ㅤㅤ ㅤㅤ

Poco a poco observa cómo la estudiante intenta controlarse. El aura azul que emana de ella hace un pequeño corto, y comienza a disminuir su tamaño, regresando al interior del cuerpo al que pertenece. Apenas desaparece, cae de rodillas, y su lucha interna es notoria. Sus pupilas continúan brillando aquél azul eléctrico, y finalmente con un quejido, los cierra, respirando entrecortada.ㅤ ㅤㅤ

—¿Lo ves?— murmura Utahime con preocupación—. En una batalla o incluso en una misión tan simple como eliminar una maldición, quedaría completamente desprotegida si cree que ha terminado y no es así.

—¿Ya sucedió esto?

—Hace unos meses. Afortunadamente uno de sus compañeros estaba ahí para cuidarle la espalda, pero estuvo cerca. Muy cerca.ㅤ ㅤㅤ

Comprende cuál es el motivo por el que lo citaron en el Colegio Técnico de Magia Metropolitana de Kioto. De nuevo sonríe.ㅤ ㅤㅤ

—¿Y quieres que yo le enseñe?— su tono socarrón le hace fruncir el ceño.

—Preferiría que te mantuvieras lejos de mis estudiantes.

—Pero necesitas que yo le enseñe— con un dejo infantil, ensancha su sonrisa—. Tal vez si me lo pides bonito acepte.ㅤ ㅤㅤ

El rostro de la profesora enrojece de ira por el egocentrismo de Gojo. Desea golpearlo pero sabe que su técnica del infinito no le permitiría acercarse lo suficiente.

—¡Yo no te estoy pidiendo nada, es una orden del Director Gakuganji!— resopla más furiosa aún porque esa estúpida sonrisa no desaparece del rostro de Satoru.

—¿Y dónde anda ese viejo decrépito? ¿Por qué no vino a negociarlo él?

—Tenía asuntos que atender.

—Bien, prefiero tratarlo contigo que con él, aunque un coraje más y probablemente termines igual de arrugada más pronto que tarde.ㅤ

Utahime hace uso de todo su esfuerzo para no gritarle aún más y llamar la atención de los estudiantes.ㅤㅤ

—¿Vas a aceptar o no?— escupe con enojo.

—Si, pero con la condición de que sea transferida a Tokio. No pienso quedarme en esta escuela... — recibe una mirada de advertencia de Utahime—... conservadora... más de un día.

Era lo que se temían, pero no tienen opción. El poder de Ren supera la habilidad promedio de los profesores del Colegio de Kioto para ayudarla a dominar su energía. Nadie más que el poderoso Satoru Gojo podría beneficiarla.

Aunque a Utahime no le agrada el interés con el que dirige su mirada hacia la joven. Si bien la mitad de su rostro está cubierto por vendas negras, no le pasó desapercibida la manera tan atenta en la que la estuvo contemplando. De tratarse de cualquier otra persona no le hubiese sorprendido, pero viniendo de Satoru no le sienta nada bien, porque sabe que son casi nulas las cosas que podrían interesarle a aquél pedazo de…ㅤ

—¿Y bien? Tengo prisa.ㅤ ㅤㅤ

La profesora resopla.ㅤㅤ ㅤㅤ

—Aceptaremos su transferencia. Y si haces algún comentario triunfal, te golpearé.

—No, señora— pero se regodea demasiado sobre sí mismo al conseguir lo que quería con tanta facilidad que es casi decepcionante. Esperaba mayor reto, pero supone que la gente a su alrededor está desesperada.

Ambos se acercan a la joven que ya se recuperó lo suficiente como para ponerse de pie y sacudir su uniforme. Escucha los pasos y entonces alza la mirada hacia ellos, trabando sus ojos que ahora son de un aterciopelado y profundo negro con un halo plateado alrededor de sus pupilas, con los de Satoru, como si no tuviera el vendaje puesto. Peculiar. Llamativo. Tan llamativo como los propios ojos de Satoru cuando los tiene al descubierto.ㅤㅤ

Su mirada es tan penetrante que por primera vez en su vida, Gojo se siente bajo escrutinio.

—Ren, te presento a Satoru Gojo.

Nada impresionada, la chica hace sólo una respetuosa reverencia.

—¿Recuerdas lo que hablamos?— por la calidez con la que se dirige a ella, Satoru se da cuenta de que Utahime le tiene bastante cariño—. Bueno, ahora él será tu profesor. Tú transferencia a Tokio ha sido aprobada.

La reacción de la chica no le dice si era lo que deseaba o si está decepcionada. Sólo hay un pequeño gesto de tristeza en su expresión que oculta con rapidez.

—Gracias por todo, profesora— dice con solemnidad, y le hace una reverencia de despedida.

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Satoru ha permanecido en silencio para no interferir en el adiós de Utahime y Ren. Porque puede ser fastidioso, pero también puede llegar a ser consciente de las cosas importantes.

La espera en el auto con su expediente en mano, dándole una leída bastante rápida para darse una idea de a lo que se enfrenta.

Ella pertenece al Clan Kaito. Si mal no recuerda, hubo una mezcla de genes hace algunas generaciones entre algún antepasado Kaito cachondo, y uno Gojo probablemente más cachondo aún. Y aunque terminó en tragedia y con una rivalidad fuerte entre ambos clanes, la descendencia prosperó.

Y vaya que floreció, piensa mientras Ren sube al auto, inexpresiva. Tiene una belleza tan llamativa como la de él. Pocas veces se siente atraído hacia otra persona en cuestión, y pocas veces tiene esta clase de pensamientos mundanos, como fijarse en el físico de otro, pero supone que es la clase de sensaciones que ella despierta.

—¿Si era lo que querías?— le pregunta en tono casual, como si llevaran la última media hora charlando.

—¿Uh?— ella se vuelve hacia él y alza una ceja—. Supongo que si. Ya no estaba aprendiendo nada nuevo.

Satoru sonríe. Vaya que le recuerda a él.

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