Atsushi Nakajima murió una noche de Carnaval, hace ya muchos años.

Tenía diecinueve años cuando ocurrió.

1910 fue aquel año.

Está muerto, sin embargo, recobra la materialidad de su (difunto) cuerpo la noche de carnaval. Y piensa que es sarcástico porque es un día alegre, alterado y él es un muerto en mitad de personas que ríen y ríen. Las calles llenas de gente por todas partes, disfrazadas, fingiendo ser alguien que no son (un poco como él).

Atsushi Nakajima recorre las avenidas, un poco sin saber qué hacer. Su traje antiguo y gris desentona con los vivos colores de las carrozas y la purpurina. Pero es carnaval, la gente piensa, y lo dejan estar porque esa noche puedes vestirte como quieras. Ser quién quieras.

Los primeros años que recobró conciencia y vida, en un estado de confusión y aturdimiento, se limitaba a observar a sus amigos, compañeros de trabajo. Desde lejos, siempre desde lejos.

Contra todo pronóstico, Atsushi aceptó desde un primer momento su estado perecedero (aunque lo negara, no podría hacer nada, un fantasma es lo que es). Así que, cada año, resurge, siempre con su traje impoluto, en el cementerio y camina a la ciudad. Cada vez que despertaba, menos gente que conocía quedaba viva (y a pesar de ello, nunca veía a otro muerto) y poco a poco fue notando los cambios en su ciudad, en el mundo. Ya nada es lo que él conocía estando vivo (y no le es permitido entristecerse).

Algo no cambiaba, y eran las risas de las personas festejando. Una vez se encontró a él mismo pensando que nadie esa noche lloraría su muerte, jamás, porque ese día era para reir.

Cuando ya no quedó nada reconocible para él en esa ciudad, dejó de acudir. En su lugar, recorría el cementerio, visitaba las tumbas de sus conocidos, su propia tumba (ya nunca con flores), luego paseaba en la playa y, por último, acudía a la calle donde una vez estaba la agencia de detectives donde solía trabajar (muy lejos de lo que ahora es el centro de la ciudad. Casi en las afueras). El edificio estaba casi intacto, mas no era agencia en la actualidad. Reacondicionado para convertirlo en algún hogar más.

Habían pasado ya muchos años desde que murió y frente a su agencia, por primera vez, aquel año, creyó ver otro muerto. Lo juzgó por su palidísima piel y su mirada oscura casi sin brillo, por su ropa moderna pero negra y por los ojos que le estaban contemplando, fijamente. Quizás fueron por las heridas que acertaba a ver, en sus brazos, en su cuello.

Atsushi quiso acercarse.

Nunca había interactuado con nadie hasta ahora, es por eso que le sorprendió su propia voz.

-¿Quién eres?- Acertó a preguntar y el chico frente a él no respondió, mas no apartó la mirada.

-Parece que no soy el único raro que no va vestido como un payaso esta noche- Aquel chico le miró de arriba a abajo. -Aunque un poco bicho raro sí que eres, ¿a qué viene ese traje anticuado?-

Un poco descolocado por la pregunta (y por el hecho de que había evadido la suya) tardó unos segundos en responder.

-Bueno…- Se miró las mangas para responder. -No es como si pudiera cambiarme de ropa.- Atsushi dijo la verdad pensando que el otro debería entenderle si es que también estaba muerto. Sin saber lo equivocado que estaba.

-¿Qué? ¿Por qué no podrías?-

Quizás Atsushi echaba tanto de menos hablar con alguien que quiso convencerse de que el otro muchacho era un fantasma también, que no pasaba nada si intercedía esta vez en el mundo.

Quizás haya sido el hecho de estar frente a su antigua agencia, que la nostalgia le invadió y quiso ser un vivo más.

-Porque estoy muerto- Silencio, durante varios segundos. Atsushi entendió su error y lo vivo que estaba el adolescente.

El otro muchacho lo miró incrédulo, volvió la vista al edificio y simplemente dijo:

-Me llamo Ryunosuke Akutagawa.- Volvió a fijar la vista en sus ojos y se acercó un par de pasos para tenderle la mano. -Es un placer, muerto viviente.-

Atsushi le estrechó la mano sonriente. -En realidad, me llamo Atsushi Nakajima.-

A Ryunosuke le sorprendió lo fría que se sentía aquella mano y sintió pena por él.

(...)

Los años siguientes a ese, en la noche de carnaval, Atsushi tomaba una nueva rutina: mantenía la visita a las tumbas de sus amigos, pero después se dirigía (casi corriendo) directamente a la calle de la antigua agencia de detectives, para encontrarse con Ryunosuke Akutagawa. Evadiendo las risas lejanas y el escándalo.

Cuando lo conoció apenas tenía diecisiete años y ahora, superaba su propia edad estancada, teniendo veinte años recién cumplidos.

No sabe si culparse por haber desafiado el propio mundo y haberse hecho amigo de un vivo, pero ¿el mundo, de hecho, no lo había querido así cuando decidió romper sus propias leyes y concederle algo de vitalidad una vez al año?

Había aprendido a conocer a Ryunosuke. Sabía muchísimas cosas de él, cosas que le contaba y cosas que debía intuir para tener respuestas a ciertas evidencias. Atsushi también le había contado cosas, sobre cuando vivía. Sobre su agencia y sus amigos, sobre su tiempo. Le contó sus antiguas costumbres y sus actividades. Le contó muchísimas anécdotas de cuando trabajaba como detective. Le contó que había sido huérfano. Le contó cómo la agencia lo acogió y lo quiso. Le contó cómo los echaba de menos.

No le contó cómo murió.

Ryunosuke Akutagawa le había contado las cosas más mundanas de su vida. Sobre lo aburrido que fue el instituto y lo poco ilusionado que estaba con la universidad. Le contó sobre los pocos amigos que tenía. Le contó sobre sus series favoritas. Le contó cómo le hubiera gustado estudiar literatura en vez de medicina. Le contó que quería ser escritor, pero que no podría serlo.

Nunca le contó acerca de esos moretones y heridas en su cuerpo.

Atsushi suponía que era justo que cada uno tuviera sus secretos, pero siempre, siempre, estaba preocupado por él. Pero los pensamientos se desvanecían en el momento que lo volvía a ver y podía permitirse ser el joven que nunca pudo ser en su tiempo. Porque esta vez podía querer a alguien.

Aún estando muerto. A pesar de sus frías manos.

Se concedía ser egoísta.

(...)

Había pasado otro año. Atsushi siempre se despertaba mareado, más o menos sentía el paso del tiempo estando dormido, aunque para él solo pasasen apenas unos segundos entre despertares.

Esa era otra diferencia entre ambos.

Atsushi nunca iba a cambiar, sin embargo Ryunosuke, cada año, cada segundo, era completamente diferente.

Ya el año pasado se dio cuenta de sus ojeras y de su maquillaje intentando ocultar algo, pero no podía permitirse preguntar o indagar, porque Ryunosuke Akutagawa nunca se lo perdonaría. Ya el año pasado había notado cómo se perdía en sus pensamientos cada vez más. Sus ojos no tenían mucho brillo y Atsushi se acordó de la primera vez que se vieron, cómo pensó que él también era un fantasma.

Pero, una vez más, sus preocupaciones desaparecían una vez lo volvía a ver y lo abrazaba y lo besaba.

Nunca pensó que tendría la capacidad de quitarse aquel antiguo traje, hasta que él llegó y con delicadeza le quitaba, primero, la chaqueta.

Atsushi no sabía cómo y en qué momento (en qué año) había ocurrido todo aquello. Cuándo había acabado enamorado y cuándo el otro le había correspondido. Pero, no le importaba, porque Atsushi era egoísta y sólo quería disfrutar la única noche que tenía para estar con Akutagawa y quererlo. Que lo quiera a él. Vivir.

Quizás Atsushi estaba yendo más allá de lo que el mundo se lo había permitido. Pero, no le importaba. No le importaba. Ya no podía pensar en nada más que Ryunosuke Akutagawa.

Lo quería, lo quería, lo quería. Estaba cegado de amor.

Ryunosuke Akutagawa le acariciaba el rostro suavemente y le miraba tan fijamente en los ojos (como si quisiera robarle su mortalidad) que se derretía en sus brazos. Atsushi siempre le aferraba fuerte en un abrazo y rogaba que le besara (y Akutagawa obedecía).

Atsushi se sentía tan vivo y tan querido que fue ignorando las señales que delataban que algo iba mal. Quizás se excusaba porque un muerto no podía intervenir en el mundo.

Pero ya estaba interviniendo.

-¿Sabes?- Akutagawa separó sus labios para poder hablarle. Atsushi sólo cerró los ojos y besó su cuello en modo de respuesta. -La noche en la que nos conocimos, estaba en aquel sitio porque quería quitarme la vida.- El fantasma lo miró aterrorizado y Akutagawa pudo ver el pánico en sus ojos. Suspiró. -Iba a subir al edificio para saltar.- Atsushi se quedó inmovil, incapaz de reaccionar. -Pero, entonces te conocí.- Le acarició la mejilla, siempre lo hacía para quitar importancia a sus palabras, porque sabía que Atsushi se derritiría en su mano y podría soltar aquello casi sin pensar. -Y quise esperar al año siguiente, para ver si aparecerías como habías dicho.-

Atsushi entonces pensó que todo podría estar bien, porque volvería cada año y lo querría siempre. De hecho, se lo prometió.

Ryunosuke no contestó. Cerró los ojos para besarlo una vez más.

Quizás Atsushi debería haber prestado más atención a aquellas palabras en vez de suspirar por sus besos. Quizás no debería haber sido tan egoísta, pero estaba cegado de amor y no podía y quizás no quería ver más allá de esa confesión.

Porque el año siguiente, cuando acudió, como siempre hasta ahora, no encontró rastro de Ryunosuke Akutagawa. Recorrió la ciudad desesperado. Después de años, se adentró al corazón de la ciudad y se abría dificultosamente paso entre la multitud, llamándole a gritos, llorando y llorando.

No pudo encontrarle y se arrepintió por dejarse llevar, por cómo calló con besos los gritos de Ryunosuke que nunca pudo atinar a dejar salir. Se arrepintió por poner en primer lugar aquel primer amor antes que a Ryunosuke Akutagawa.

Sabía que era su culpa, que este era su castigo. Sabía que el mundo (ese mismo que le devolvía a la vida una vez al año) se estaba riendo de él.

Atsushi Nakajima se pasó aquella noche de carnaval buscando atemorizado. Su llanto contrastaba con las risas del gentío, incluso lo opacaban.

Desde hacía unos años, Atsushi no se sentía un fantasma, casi había olvidado que había muerto muchos años ha. Pero, aquella noche, siendo totalmente ignorado por los vivos, no pudo evitar acordarse de lo que era en realidad. Era un fantasma. Estaba muerto. Estaba solo, de nuevo.

Pasaron varias horas hasta que, rendido, Atsushi volvió a la agencia. Ya no feliz de verla. Se dio cuenta que ya ni siquiera se parecía al recuerdo que tenía de ella. Se acercó a la puerta, sin saber bien qué más podía hacer un muerto en aquella situación, y se fijó que ésta estaba entreabierta. Rendido, decidió entrar, en busca de algo que le diera respuestas.

Una punzada en el estómago le dijo que subiera las escaleras hasta la azotea. Cómo no había pensado en ello antes. Mientras subía, multitud de pensamientos le rondaban y le agobiaban. Uno detrás de otro.

Llegó arriba y abrió con un portazo. Se dio cuenta que nadie había estado allí en muchísimo tiempo. Su mente estaba en blanco y recorrió la azotea, buscando algo, lo que fuera. Se arrepintió en el momento en el que encontró unos zapatos y una nota debajo de ellos.

Creyó que el tiempo paró justo en ese instante. Su temor se confirmó al ver la firma de Ryunosuke Akutagawa en aquella nota y rogó al mundo que aún no fuera muy tarde y que, en realidad, aparecería allí, descalzo, pero vivo. Que por favor no lo hubiera hecho. Que si le concedía aquello el mundo, esta vez haría las cosas bien y no sería tan egoísta. Si era necesario, si Akutagawa inmediatamente aparecía allí vivo, estaría dispuesto incluso a olvidarlo y no visitarle ningún año más.

Pero, todo aquello no sucedería, porque desde hacía un rato que había empezado a escuchar griterío, muchísimas voces y sirenas que se acercaban sin misericordia. Estaba confundido, había empezado a llorar de nuevo. Se obligó a mirar abajo y entonces pudo verlo. Muerto y rodeado de sangre, su sangre.

Entendió que la venganza de Ryunosuke a su egoísmo había sido esperar a que él subiera las escaleras, para arrojarse al vacío. Para impedirle intervenir esta vez en el mundo.

Gritó. Gritó durante horas, pero nadie había podido oírle.

Ryunosuke Akutagawa había muerto con veintidós años.

(...)

Como el año pasado y el año anterior, y el año anterior a ese, Atsushi Nakajima despertó la noche de carnaval. Esta vez tenía el aspecto que le correspondía como fantasma: sin ilusiones, sin brillo en los ojos y con la mirada perdida. Con su impoluto y antiguo traje gris.

Se movió por inercia. No sabía muy bien qué podía hacer. No quiso buscar siquiera su tumba, quizás lo habían incinerado, no lo sabía. Sí sabía que era, al menos, responsable. No era totalmente su culpa, pero había tenido parte de ella, y eso era algo que cargaría por siempre, si es que seguía despertando cada año en carnaval.

Se preguntó cómo era posible que un muerto hubiera provocado aquello. Se acordó que Ryunosuke le había confesado que hace seis años, cuando se habían conocido, iba a cometer suicidio aquel día y que, su presencia le detuvo. Haberle preguntado su nombre ese día le había salvado la vida y sin embargo, su relación la había condenado de nuevo.

Suponía que su castigo sería vagar de ahora en adelante con aquella culpa. Sabía que no podría intervenir con los vivos de nuevo porque podría pasar esto otra vez y su cordura ahora pendía de un hilo y él, ya estaba muerto, si además se volvía loco, ¿qué podría hacer?

Despejó sus pensamientos cuando llegó a la agencia y las imágenes de la noche anterior (el año pasado en realidad) volvieron a su cabeza y una lágrima descendió por su rostro. Un nudo en la garganta le avisó que alzara la mirada.

Pensó que al final, su cordura sí se había disipado por completo, porque tuvo que mirar varias veces a la silueta de aquel muchacho descalzo y vestido de negro para poder creer lo que veía.

Habían pasado ya muchos años desde que murió y frente a su agencia, por primera vez, aquel año, vio a otro muerto.


Ah ¡hola!

No sé a dónde quería llegar con este fic, creo que yo también me dejé llevar un poco y llegó un punto donde ni sabía cómo o cúando terminarlo. Supongo que sólo quería escribir algo.

La idea de Atsushi como fantasma que revive una vez al año nació de la antigua canción No existen los milagros, de Amaral. Aunque si la escuchais, os dareis cuenta de que no tiene nada que ver la letra con el fic xd

La razón de la muerte de Atsushi no la llego a mencionar explícitamente, pero creo que si te rompes mucho la cabeza leyendo entre líneas ¿se puede suponer? pero si no llegáis a una conclusión y la queréis saber, preguntadme y os digo.

Hasta otra.