Hola a todos:

Dejo el sexto capítulo, basado en el Especial de 30 aniversario "La Marioneta y el Rey", donde conocimos a Anna, una monja oscura que es la sierva personal del juez Minos de Grifo.

Gracias por leer.


Atención: Todos los personajes de Saint Seiya y Saint Seiya: The Lost Canvas, pertenecen a Masami Kurumada y Shiori Teshirogi respectivamente. La historia es de mi autoría personal, la cual solamente escribí por diversión.


Día 6: Desayuno en la cama

Minos, Anna.

Canon intermedio, trabajo, sierva, amo, desayuno.

El juez Minos despertó en medio de su lecho con algo de flojera. Había estado trabajando hasta muy tarde en el Tribunal, juzgando a las almas que llegaban en exceso por culpa de Alone. Se desperezó lentamente, pero sin ganas de abandonar su cómoda postura, meditando qué podría hacer para ejecutar las sentencias más rápido.

Los otros jueces, Rhadamanthys y Aiacos, estaban ocupados en el castillo de Hades, así que no se presentarían en la Corte por algunos días. En cuanto a Lune, él ya hacía bastante apoyándolo con el trabajo y no podía exigirle más. Entonces, necesitaba ayuda extra.

En ese momento, se oyó que tocaban la puerta de su habitación.

—Señor Minos, ¿Puedo pasar? — se oyó la voz de Anna.

El juez se quedó por un segundo pensando, y de pronto, una idea le vino a la cabeza. Aquella monja oscura podría serle de utilidad. Es decir, ya había demostrado habilidades para aprender rápido, en especial con la marioneta que le prestó para que jugara y lo entretuviera.

—Puedes pasar— acomodó un par de almohadas detrás de su espalda para quedar semi sentado en la cama.

A Minos le gustaba tomar el desayuno en la cama de vez en cuando, así que era normal que la monja se presentara con bandeja en mano.

—Buenos días señor Minos— hizo una inclinación y luego se acercó al lecho.

Anna estaba acostumbrada a ser servicial y ayudar al juez Grifo en diferentes actividades, dado que había sido asignada como su sierva personal desde que llegó al inframundo.

—¿Qué hay para desayunar hoy? — interrogó él, mirando con curiosidad los alimentos.

—Chocolate caliente, panecillos recién horneados, huevos con especias y fruta con miel— explicó la sierva.

—Que eficiente eres Anna— reconoció el juez, empezando a comer. —Creo que podría tomarte en cuenta para que también me auxilies en el Tribunal. —

—Gracias mi señor— hizo otra inclinación. —¿Desea que lo acompañe hoy a la Corte? —

—Antes dime una cosa, ¿Sabes leer y escribir? —

La monja tardó un par de segundos en contestar, puesto que aquella pregunta era muy rara.

—Sí, puedo leer y escribir. —

—¡Perfecto! — Minos sonrió con algo de travesura. —Entonces, me ayudarás con las sentencias. —

Anna soltó un suspiro de resignación. Quizás debió haber dicho que no sabía leer ni escribir, puesto que ya tenía suficiente trabajo con la limpieza y demás labores que desempeñaba. Pero ya era demasiado tarde, el juez la pondría a laborar en su estrado y no quería ni imaginar la cantidad de almas que llegarían ahora que iniciaba la guerra santa.


Continuará...

Me encantan Minos y Anna, aun si los escribo en diferentes universos.

Gracias por leer.