PARTE 11 Puntos Extras
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"¿Qué juguete es ese?" Preguntó una curiosa Nagisa al ver a Mepple y a Mipple en el pequeño cuarto de la casa donde habían dejado sus mochilas. Estaba ahí porque se ofreció a ir por más té.
Honoka se unió un poco tarde al almuerzo porque quería terminar de llenar un par de cajas más para completar su viaje a la bodega. A Honoka no le gustaba dejar los trabajos a medias y se había quedado sin compañero de cosecha por culpa de una cortada. Kiriya al final decidió irse y fue a esperar el autobús que lo llevaría de regreso a Wakabadai. Fujimura y Kimata le comentaron a Nagisa que no era la primera vez que Honoka ayudaba en la granja y que siempre solía trabajar sola y a su ritmo.
"¡No es un juguete-mepo!" Reclamó el pequeño Héroe mientras señalaba el aparato rosa con forma de corazón. "Es un Medidor de Amor-mepo".
"Cuando dos personas tocan los sensores, el Medidor analiza y revela cuánta afinidad y amor existe entre esas dos personas-mipo", explicó Mipple con una sonrisa. "Mira", entonces su novio y ella pusieron sus pequeñas manos en los sensores, el medidor que estaba al centro comenzó a brillar y a hacer ruidos electrónicos antes de llegar al máximo nivel y sonar una fanfarria. "¡Justo así-mipo! ¡Oh, Mepple, te amo tanto-mipo!"
"¡Y yo a ti, mi dulce princesa! ¡Te amo tanto-mepo!"
Y de pronto una idea cruzó la cabeza de Nagisa. "¿Me lo prestan un momento?"
La pareja aceptó prestarle el Medidor a Nagisa a cambio de pasar la carta de Ompu para que comieran un delicioso almuerzo romántico, palabras textuales de los seres de Luz. Nagisa regresó a donde todos la esperaban para terminar de comer y poder seguir con el trabajo.
Luego de recargar energía con nutritivas bolas de arroz de variados rellenos, todos regresaron a sus respectivas labores. Nagisa y Fujimura estaban a nada de terminar con los Nabos y luego irían a apoyar a Honoka con las coles. Terminando eso, los tres irían a cosechar las cebollas.
Aprovechando que aún estaban a solas y tenía unos segundos antes de que ambos retomaran su trabajo, Nagisa se acercó a Fujimura.
"Senpai, ¿puedo pedirte un favor?" Preguntó Nagisa con la voz más firme que pudo.
"¿Uh? Claro, ¿en qué puedo ayudarte, Misumi-san?" Respondió el chico con una sonrisa.
"Oh, verás… Espero que no suene muy raro, pero ¿podrías poner tu dedo aquí?" Pidió la chica mientras sacaba el rosado artefacto de entre su ropa y se lo mostraba. "Justo aquí", Nagisa notó la confusión en Fujimura, se aclaró la garganta. "Es sólo un medidor de energía, un juguete, ya sabes, ¡como en los Battle Rangers!"
"Yo veía ese programa de niño", comentó Fujimura con una sonrisa y accedió. Efectivamente el aparato lucía como algo de una serie sentai, ¿acaso era el juguete de la nueva temporada?
Nagisa puso su dedo en el otro sensor y el aparato comenzó a funcionar. La chica tragó saliva, Shougo sólo estaba curioso. Cuando el medidor finalmente dio su veredicto, Nagisa puso un gesto de graciosa derrota. No llegó ni un tercio del medidor. Fujimura pareció confundido.
"¿Nos faltó energía?"
"Debe ser el calor, ¡ja, ja, ja! Ya sabes, hemos estado trabajando bastante", Nagisa se aclaró la garganta y de inmediato guardó el aparato. "¿Seguimos? Tenemos que apurarnos para ir con Honoka".
"Sí, Honoka tiende a sobre forzarse si nadie la supervisa", comentó el futbolista con un gesto nervioso.
"No me lo tienes que decir", respondió Nagisa con el mismo gesto nervioso.
Luego del experimento fallido, Nagisa decidió regresar al trabajo. ¿Quizá había sido muy pronto para probar el aparato con él? Recién estaban hablando. Sí, el fallo fue culpa de ella, se apresuró demasiado.
Siempre habría otra oportunidad.
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Kiriya, desde luego, no se fue a ningún lado. Estaba listo para atacar pero debía ser precavido. Deshacerse de una de ellas era la mejor opción, pelear contra ambas fue la perdición para sus colegas caídos, su hermana casi cayó. No quería cometer el mismo error. El chico se miró la mano, su cortada se curó gracias a su poder, usando su poder destruyó las bandas adhesivas.
Esa chica, Honoka Yukishiro, se arrepentiría por haberlo tratado de esa manera tan humillante de nuevo. Sí, ella sería la primera en caer.
Precisamente Honoka le dijo a Nagisa y a Fujimura que ellos se adelantaran a cosechar las cebollas, ella terminaría de empacar las coles ahora que estaban todas cortadas. Lo hizo, desde luego, para permitirle más tiempo a Nagisa con Fujimura.
Ahora que Kiriya lo notaba, la chica no tenía el objeto con el que se transformaba. Además Misumi Nagisa estaba un poco más lejos salivando por el Capitán. Era hora de atacar.
Honoka terminaba de acomodar las últimas cajas de coles en la carretilla cuando hubo un pequeño temblor en la zona. Algunas cajas cayeron y Honoka de inmediato se puso en guardia. Pudo sentir un destello oscuro que desapareció así como apareció. ¿Un enemigo? ¿Tan pronto se había recuperado su oponente de la vez pasada?
No tuvo tiempo de pensar más, un enorme zakenna con forma de ciempiés salió de la tierra y todo el ambiente a su alrededor se puso gris, frío y ligeramente oscuro. Le pareció raro que la enemiga de la vez pasada no apareciera como hizo con Nagisa o con ella misma cuando tuvo de rehenes a sus padres. Algo ahí estaba mal.
El zakenna rugió y se lanzó sobre Honoka, quien lo esquivó con un rápido movimiento. Sólo tendría que resistir hasta que Nagisa llegara con Mepple y Mipple. Confiaba ciegamente en su compañera y sólo debía esperar, sabía esperar.
El monstruo continuó con sus ataques, en cada embestida destruía el campo a su alrededor mientras trataba de aplastar a esa escurridiza chica, sin lograrlo en sus primeros intentos. Kiriya, que veía desde lejos, apretó los puños. Sí, esa molesta chica en serio tenía experiencia y estaba haciendo uso de ella, detestaba admitir que Yukishiro Honoka en verdad era muy habilidosa.
"Acaba con ella, zakenna", ordenó el chico entre dientes y chasqueó los dedos, dotando a su zakenna de más energía y fiereza.
La prioridad de Honoka era que nadie en la granja saliera herido, ahí estaban sus amigos y los abuelos, así que aprovechó para correr hacia el bosque mientras evadía al zakenna y lo guiaba lejos de la granja. La chica se movía con agilidad pero también el zakenna gracias a la inyección extra de poder. Honoka finalmente topó con un muro de roca. Lo suficientemente lejos de la granja, por suerte.
El zakenna aceleró y logró darle un coletazo a la chica que la mandó contra el muro de roca, pero éste cedió ante el impacto, revelando que era un simple muro de barro y hierbas que cubría la entrada a una caverna. Honoka pudo cubrirse la zona del pecho con ambos brazos y el que no pegara con roca sólida le ahorró muchas molestias, aunque el golpe sí le dolió. El zakenna no se detuvo, también entró a la caverna e intentó aplastarla una vez más, Honoka lo evadió usando toda la fuerza que le quedaba.
"Resiste un poco más, ella ya viene en camino con Mipple y Mepple", se dijo Honoka a sí misma mientras intentaba ponerse de pie. El zakenna rugió una vez más y de nuevo se lanzó contra ella a toda velocidad. Aunque Honoka pudo evadirlo, el monstruo atrapó una de las piernas de Honoka con una de sus decenas de patas y la lanzó con fuerza contra un sólido muro de roca.
Honoka sabía que iba a impactar de espaldas y estaba lista para resistir el golpe y sopesar el dolor, pero no pasó nada. En cambio, alguien la atrapó con un abrazo firme, y ese alguien cayó con ella al suelo por culpa de la fuerza con la que la lanzaron, por suerte no hubo golpe ni daño qué lamentar.
"Hey", saludó Nagisa con una sonrisa mientras se sentaba junto con Honoka y, por instinto, presionaba un poco más fuerte su cintura con ambos brazos.
"Hey", respondió Honoka con una recuperada sonrisa.
"Al fin pude salvarte", Nagisa parecía contenta al respecto y le dio el estuche con Mipple a su compañera. "¿Lista?"
"¡Lista!"
El zakenna no pudo acercarse por culpa de la brillante y peligrosa luz de la transformación.
"¿Lista, White?"
"Sí, terminemos con esto y volvamos al trabajo, muero por llevarle todas esas verduras frescas a mamá", dijo Black con creciente emoción, imposible no dejarse llevar por la energía y calidez que compartía con su compañera.
El zakenna ya estaba encima de ambas para esos momentos, tratando de asestar un golpe, sin lograrlo. Las guerreras de la luz evadían con agilidad e incluso repelían los golpes de la poderosa cola del monstruo. Gracias a un salto largo ambas salieron de la caverna y tuvieron más espacio para moverse.
"Mi abuela seguro que hará algo delicioso con todo lo que le voy a llevar, ¿vienes a comer mañana a casa?" Propuso White con una sonrisa creciente.
"¡Me encantaría! Y después tienes que ir tú a comer a mi casa, mamá quiere saludarte".
"Hecho".
Kiriya miraba la batalla a una distancia segura y se enfadó más. La unión de las guerreras era tan fuerte a esas alturas que no podría ganarles incluso si las enfrentaba cara a cara. Ahora entendía por qué su hermana terminó tan herida y porqué los otros dos idiotas nada pudieron hacer contra ellas. Decidió probar suerte solamente e inyectar con más poder oscuro a su monstruo, pero…
"¡Oh, no! ¡Tú no vas a arruinarnos el día!" Exclamó Black y con un salto y un puñetazo con la fuerza digna de una máquina de demolición, golpeó al zakenna en la cabeza con tal fuerza que lo mandó al suelo.
"¡Tenemos muchos planes!" Continuó White mientras seguía con el feroz ataque contra el zakenna. Igualmente con un salto y ayudada con vertiginosos giros en el aire, reunió tal potencia en sus piernas que con una patada enterró más al monstruo oscuro en el suelo.
Un salto y ambas guerreras se reunieron de nuevo y se tomaron de la mano. Poderosos y potentes rayos negros y blancos se mezclaron alrededor de Black y White.
Kiriya sólo pudo ver con molestia cómo su zakenna quedaba hecho partículas ante el poderoso ataque de las guerreras legendarias. Eran enemigas poderosas, lo mejor era retirarse, reunir más energía y dejar de jugar al estudiante bueno. Su cuerpo perdiendo energía y fuerzas era la señal de que ellas eran las que tenían la ventaja en esa pelea y debía dejar de jugar.
El chico decidió irse.
Luego de la derrota del zakenna, la calma volvió a la zona y toda la destrucción desapareció.
Las chicas volvieron a la granja a paso relajado, necesitaban recuperar el aliento luego de la feroz y rápida batalla. Nagisa se abanicó un poco con su propio chaleco y de pronto sintió algo sólido en uno de los bolsillos. ¡Cierto! Sacó el pequeño aparato que Mepple y Mipple le prestaron, Honoka la miró con curiosidad.
"¿Qué es eso?" Preguntó Honoka, acercándose un poco más.
"Un juguete con el que Mepple y Mipple estaban entretenidos hace rato", respondió Nagisa.
"¡Que no es un juguete-mepo!"
"Es para dos personas, cada una toca un sensor", explicó Nagisa, que no vio problema alguno en usar el objeto junto con Honoka, así que se detuvo y puso un dedo en uno de los sensores. "Ahora toca el otro y ya veremos qué sucede".
Honoka asintió con entusiasmo, también detuvo el paso e hizo lo que Nagisa le indicó.
El Medidor al centro comenzó a hacer su trabajo entre luces de colores y música que parecía hecha con sintetizador.
Y entonces sucedió.
El Medidor mostró el puntaje más alto con un brillo dorado y música de fanfarria. Honoka pareció confundida ante la reacción de Nagisa: su compañera estaba roja como tomate y tan nerviosa que rápidamente regresó el Medidor a su bolsillo.
"¿Pasa algo?"
"¡Nada!" Nagisa se aclaró la garganta. "¡Es para medir energía, ambas tenemos mucha energía luego de la pelea!" Nagisa rió de manera exagerada y nerviosa mientras rodeaba a su compañera por los hombros y la animaba a seguir su camino de regreso a la granja. "¿Acaso no te sientes con mucha energía? Terminemos de ayudar a los abuelos y volvamos a casa, anda. ¿Podemos comer algo en tu casa?"
Honoka, aunque confundida, asintió y finalmente sonrió. Por su lado, Mepple y Mipple decidieron no interferir en ese momento y mucho menos aclararle a Honoka para que servía el Medidor. Lo mejor era darles tiempo. Ya después Mepple hablaría a solas con Nagisa sobre ese asunto.
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"Buen trabajo, ya estamos listos para la feria de ciencias del distrito", anuncio Yuka a los miembros del club y todos celebraron. El brazo robótico estaba listo y funcional, gastaron buena parte de su presupuesto en avanzados sensores de movimiento que finalmente estaban funcionando como querían. Todos los miembros del Club de Ciencias estaban orgullosos de ese trabajo.
Guardaron su brazo robótico en una caja de cristal y lo dejaron a salvo en una esquina. La feria de ciencias sería hasta el lunes pero ya no tenían nada qué ajustar de su proyecto, por lo que podían ir a lo siguiente que tenían planeado.
"¿Segura que no quieres presentar el proyecto, Yukishiro-san?" Le preguntó Yuka a la chica. No le costaba admitir que los conocimientos de Honoka habían ayudado mucho en la pronta finalización del proyecto.
"Segura. Tú eres mejor oradora, senpai, y además eres la mejor para dar explicaciones sencillas y que todos entiendan", respondió Honoka con una sonrisa dulce. "Mejor deja que te ayude con la documentación del proyecto para presentarlo a los jueces. Ser detallada en los asuntos técnicos se me da mejor".
"De acuerdo, te lo encargo", dijo Yuka con un gesto de satisfacción. "Escuchen, luego de la Feria de Ciencias, ganemos o no, los invitaré a comer ramen". Todos celebraron de manera ruidosa. La chica miró a Honoka. "¿Vendrás?" Por un momento pensó que se negaría, no sería la primera vez; pero para su sorpresa, Honoka asintió. La mayor sonrió.
Mientras Honoka terminaba sus asuntos con el Club de Ciencias, Nagisa estaba en el sitio de costumbre viendo a los chicos del equipo de fútbol practicar. No perdía de vista a Fujimura y aún sentía cierta molestia porque el Medidor no mostró lo que ella quería, no con él. Seguía diciéndose a sí misma que quizá se apresuró mucho, pero que el nivel no llegara ni a la mitad había sido bastante descorazonador.
Eso por un lado, pero por el otro…
"Te pusiste roja-mepo", comentó Mepple desde el bolsillo de Nagisa, haciéndola saltar por el susto.
"¡Tonto! ¡No hables de la nada, me asustaste!"
"¿En qué piensas-mepo?" Preguntó el pequeño Héroe aunque ya sabía la respuesta. Habían pasado ya algunos días desde el incidente en la granja pero Nagisa seguía poniendo esa misma cara desde entonces cada que estaba sola.
"Nada", respondió Nagisa de manera cortante mientras abrazaba sus propias rodillas y recargaba su rostro en sus brazos. Frunció el ceño.
"El lazo que tienes con Honoka es especial-mepo".
"Lo sé…"
"Es normal que el medidor marcara tan alto-mepo".
Nagisa frunció el ceño y se puso más roja. "Pero ustedes dijeron que eso también marcaba el amor… Y Honoka y yo… Ella y yo somos chicas… No podemos…"
"A Honoka le gustan las chicas, lo sabes. Y no tiene nada de malo-mepo".
"A Honoka le gustan las chicas y eso es genial, pero a mí no me gustan las chicas", aclaró Nagisa de inmediato. "A mí me gustan los chicos… A mí me gusta… Ah… Ese chico", murmuró Nagisa entre labios, desviando la mirada mientras se ruborizaba.
La chica esperaba que Mepple se burlara de ella y le recordara el resultado del Medidor que obtuvo con Fujimura Shougo, pero…
"Eres libre de sentir lo que quieras-mepo", dijo el Héroe con un tono casi paternal. "Sólo no niegues lo que tu corazón desee al momento-mepo".
"¿Pero de qué hablas?" Preguntó Nagisa con el ceño fruncido.
"Lo sabrás cuando crezcas", eso sí lo dijo el Héroe con tono burlón. Nagisa parecía confundida y lo mejor era dejar que ella misma encontrara el camino que quisiera seguir en lugar de guiarla. Los sentimientos eran cosa de uno mismo, Nagisa debía aceptar sinceramente cualquiera fueran los sentimientos en su corazón.
Nagisa refunfuñó pero ya no insistió.
El entrenamiento del equipo de fútbol siguió. Nagisa seguía los movimientos de los jugadores de manera ausente, sus ojos a momentos se concentraban solamente en Fujimura y no negaba que el chico era un sueño andante, el mejor partido de la escuela y por quien las chicas gritaban de emoción; como que justamente las estaba escuchando en esos momentos.
Pensaba en ello y de pronto se puso de pie. Honoka no debía tardar en salir del laboratorio. Independientemente de los resultados del medidor, Nagisa estaba muy contenta al lado de Honoka y además tenían una batalla pendiente. No debía pensar en tonterías, debía mantenerse atenta: quería terminar esa batalla pronto y seguir con su vida de estudiante normal.
Y hablando de estudiantes normales…
"Oh, tú debes ser Misumi Nagisa-san", comentó una elegante voz femenina.
Nagisa de inmediato volteó. Quien le hablaba era un rostro que no conocía, o que al menos no le era familiar.
"Sí, Misumi Nagisa, un gusto conocerte…" La chica rápidamente miró el calzado de la recién llegada, según el color, era de tercer año. "Senpai…"
La elegante chica sonrió. "Odajima Yuka, un gusto conocerte", se presentó.
El gesto de Nagisa se transformó por completo al reconocer el nombre. "¡Oh! ¡Tú debes ser la persona a la que Honoka admira tanto, la presidenta del Club de Ciencias!" Dijo la deportista con una sonrisa.
"Oh, tienes bastante energía", sonrió Yuka. "Y me alegra saber que Yukishiro-san habla bien de mi".
"Siempre habla bien de ti", Nagisa asintió. "¿Ya terminaron sus actividades de club?" Preguntó Nagisa, mirando detrás de Yuka, claramente buscando a su amiga.
"Ya, sólo se quedaron los que tienen el turno de guardar todo el equipo", informó Yuka, visiblemente alegre por platicar con la chica. "Yukishiro-san vendrá apenas terminen, espero no te moleste esperar un poco más por ella".
Nagisa negó. "Puedo esperarla", los ánimos de la deportista se notaban. "Muchas gracias por trabajar con Honoka".
"Soy yo la que debo agradecerte por ser amiga de alguien tan brillante y capaz como Yukishiro-san", enseguida se aclaró la garganta. "Creo que ambas sabemos que su fama no le ayuda mucho actualmente, pero desde que empezó el año, las cosas se han calmado bastante y espero que ella siga así", la mayor miró a Nagisa y enseguida aclaró. "No digo que Yukishiro-san sea problemática, sólo han sido circunstancias confusas".
"Ni que lo digas, Yuka-senpai", murmuró Nagisa con un gesto nervioso.
Yuka se sorprendió un poco, que esa chica la llamara directo por su nombre, decía mucho de su temperamento. Sonrió. "Debe serte un poco raro que hable contigo de la nada, ¿verdad?"
"Un poco, sí. No te conocía aunque Honoka me ha hablado de ti", confesó Nagisa.
"A decir verdad, sentí mucho alivio al saber que Yukishiro-san estaba haciendo amistad con alguien de su salón", Yuka miró a varios lados, como esperando que nadie además de Nagisa la escuchara. "Yo me gradúo éste año y estaba pensando en dejarle la presidencia del Club de Ciencias a Yukishiro-san, ella es brillante y reconozco el don de mando cuando lo veo, pero tenía miedo que los miembros del Club no aceptaran mi decisión por… Bueno, ya sabes, su mala reputación".
"Comprendo", Nagisa puso un gesto preocupado. "Yo apenas llegué éste año y me consta que todo lo que ha pasado con Honoka son malentendidos, pero una de mis misiones personales es hacer que todos conozcan mejor a Honoka y sepan que es una gran chica", dijo la deportista con seriedad. "Yo también creo que sería una gran presidenta de su club, cuando me ayuda a estudiar, le entiendo mejor que a los profesores".
Yuka sonrió. "Entonces… ¿Te puedo encargar que sigas cuidando de Yukishiro-san?"
"No tienes qué pedírmelo, Yuka-senpai, ya lo hago con gusto, pero ahora que me lo pides personalmente, me esforzaré más".
"Muchas gracias, Misumi-san, eres una persona muy interesante", dijo Yuka con un gesto visiblemente coqueto antes de inclinarse educadamente. "Me retiro, tengo cosas por atender", dijo y enseguida puso un gesto serio. "No le menciones a Yukishiro-san que tengo intenciones de nombrarla presidenta del club, ¿puedo confiar en ti?"
"¡Por supuesto!"
"Gracias. Ahora sí, con tu permiso".
La mayor se retiró y Nagisa sonrió. ¡Ahora entendía por qué Honoka sentía tanta admiración por esa chica! ¡Odajima Yuka era fantástica!
Mientras Nagisa esperaba por Honoka en el sitio de costumbre, Honoka terminaba de guardar el equipo de laboratorio mientras un par de sus compañeros limpiaban las mesas. A pesar de que los miembros del Club de Ciencias se sabían del lado amable de la delincuente de la escuela, tampoco se mostraban amistosos con ella y a Honoka nunca le molestó, pero tampoco podía negar que muchas de las amistosas actitudes de Nagisa se le contagiaban conforme pasaba tiempo a su lado.
Apenas terminaron la limpieza del laboratorio, Honoka fue por su mochila y miró a sus compañeros. "Buen trabajo el día de hoy, hasta mañana", se despidió de los chicos sin siquiera pensarlo.
Los chicos parpadearon un par de veces pero tampoco la dejaron esperando, se despidieron educadamente de Honoka y ésta se fue. Nagisa seguramente ya la estaba esperando y tenían en planes comprar odango antes de ir a su casa a hacer la tarea. No le costaba admitir que ese momento del día le gustaba mucho. Pasar tiempo con Nagisa era algo que en verdad le gustaba mucho.
Nagisa le gustaba mucho.
"Mipple, ¿estás despierta?"
"Sí-mipo. Hoy se esforzaron mucho-mipo. Lo harán bien en la feria de ciencias-mipo".
"Daremos nuestro mejor esfuerzo. Gracias, Mipple", Honoka hablaba en voz baja, aún había alumnos en la escuela. "Por cierto… ¿Ya me vas a decir qué era ese aparato que usé con Nagisa cuando fuimos a la granja?"
Mipple hasta el momento había evadido la pregunta lo mejor posible, pero era normal que Honoka siguiera curiosa al respecto, sobre todo por la nada discreta reacción de Nagisa al resultado del Medidor. Decirle que era para medir energía no concordaría con la reacción de Nagisa, mucho menos que servía para medir la afinidad entre dos personas.
"Me gustaría decirte pero…"
Mipple no pudo continuar, de pronto Honoka detuvo el paso y se giró hacia atrás, movida por una extraña sensación de alerta.
¡Qué iba a saber Honoka que su curtido instinto de batalla la salvó como siempre!
Kiriya entró al edificio principal para ir al recibidor y cambiarse el calzado. Y justamente al dar la vuelta para ir al pasillo que daba directo al recibidor, vio a Yukishiro Honoka más adelante… Perfectamente sola. El chico apretó la quijada. Si encendía su aura oscura para usar un ataque, alertaría a las guerreras. Yukishiro Honoka era muy capaz de defenderse sola el tiempo suficiente y Misumi Nagisa llegaría ahí tan rápido como un rayo, si fallaba el ataque echaría a perder su fachada.
El chico probó su segunda opción.
Su cuerpo hecho de sólida oscuridad era lo suficientemente fuerte por sí mismo incluso sin concentrar su energía. Decidió probar suerte. Se movió tan rápido como pudo y estaba listo para estacar a Honoka por la espalda usando su brazo. Estaba a un par de metros de distancia solamente cuando la chica volteó. Kiriya se detuvo tan rápido como pudo y compuso su posición.
"¿Irisawa-san?"
Kiriya maldijo por dentro pero puso un buen gesto pese a que sólo le quedaba una pequeña ración de sociabilidad luego de un largo día de clases y entrenamiento. "Yukishiro-senpai, buenas tardes".
"Buenas tardes", respondió Honoka. "¿Cómo está tu mano?"
"¿Uh?" Kiriya rápidamente hizo memoria. "Oh, estoy bien, senpai, mi mano se curó rápido, gracias", respondió y le mostró la palma de su mano, la misma mano con la que pensaba atravesarle el pecho a la guerrera.
"Me alegra mucho. Cuídate, Irisawa-san", dijo Honoka de manera suave y educada, hizo una inclinación y se adelantó. Nagisa la estaba esperando.
Kiriya de nuevo maldijo para sus adentros. Esas chicas eran peligrosas. Yukishiro Honoka era una verdadera amenaza.
"Tú serás la primera en caer, Yukishiro-senpai", murmuró Kiriya entre labios antes de desaparecer sin más.
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"¿Segura que Yuka-senpai no te gusta?" Preguntó Nagisa mientras comía esos deliciosos odangos hechos de la manera tradicional. Tardaban un poco más en estar listos, pero sin duda valía la pena la espera. "Es bastante guapa si me preguntas".
"La admiro mucho, admito que es guapa y si ella me invitara a salir seguramente no me negaría, pero no estoy enamorada de ella", respondió Honoka de manera divertida. Comía tranquilamente y se entretenía con el delicioso té que ofrecían en el pequeño establecimiento. Estaban en una mesa al fondo donde nadie les ponía mucha atención. "Sólo la admiro mucho y quiero aprender de ella todo lo que pueda".
Nagisa sonrió. "Muero por ver su proyecto en la Feria de Ciencias".
"Te va a encantar, invitaremos al público a interactuar con el brazo robótico", respondió Honoka con más entusiasmo.
"Seguro que le puedo ganar a ese brazo de metal en un piedra-papel-tijeras", dijo Nagisa igualmente divertida.
"¿Crees ganarme a mí?" Propuso Honoka mientras levantaba un puño.
"¿Eso es un reto?" Preguntó Nagisa mientras se arremangaba el suéter del uniforme.
"Tal vez".
"Dos de tres, la que pierda le compra un postre a la que gane", propuso Nagisa y Honoka aceptó entre risas pequeñas.
Ambas se alistaron y comenzaron a jugar.
"¡Piedra-papel-tijeras!"
Empataron.
"¡Piedra-papel-tijeras!"
Empate con piedra.
"¡Piedra-papel-tijeras!"
Y de nuevo empataron. De hecho tuvieron siete empates antes de que Honoka ganara con papel sobre la piedra de Nagisa.
"No entiendo", murmuró una confundida Nagisa. "¿Siete empates seguidos? Si hacemos el dos de tres, nos tomará toda la tarde terminar".
"Hay una explicación por la que empatamos tanto", dijo Honoka con una sonrisa.
"Te escucho".
"Verás", Honoka le ofreció uno de sus propios odangos a Nagisa, se lo dio en la boca y Nagisa lo comió de inmediato. "Somos amigas y compañeras de batalla, estamos en sincronía y tenemos bastante afinidad. Si no la tuviéramos, no podríamos pelear como lo hacemos. Así que al momento de tomar decisiones rápidas, nuestras mentes y cuerpos se mueven en la misma dirección".
Nagisa abrió la boca de nuevo en espera de otro bocado, su compañera le dio otro odango con una sonrisa.
"Entiendo, entonces podré ganarle a ese brazo robótico porque no tengo afinidad con él", dijo Nagisa con tono divertido. "¿Sabes? Deberían de darle un premio a quien le gane más veces al brazo robot".
"Eso… Eso es una gran idea, Nagisa, lo comentaré con Odajima-senpai y el resto del club", respondió Honoka con visible entusiasmo.
"Genial. Si ofrecen algo que se pueda comer, mejor".
Ambas rieron y terminaron sus postres. Pedirían algunos más para llevarle a la abuela Sanae.
El día se fue con la calma y el ritmo esperado y ambas chicas deseaban terminar con sus batallas para que todos sus días de escuela fueran así y sólo tuvieran que lidiar con los problemas ligados a su adolescencia y crecimiento. Querían preocuparse solamente por exámenes y amores complicados, no porque un enemigo saliera de la nada y convirtiera su mundo en un desierto oscuro sin vida.
Al día siguiente, en la escuela, Nagisa se topó con sus amigas Shiho y Rina en compañía con otra de sus compañeras. Nagisa ya conocía los nombres de todos sus compañeros y compañeras de clases y les llamaba por su nombre.
"¡Shiho, Rina, buenos días!" Saludó Nagisa. "Seiko, buenos días".
Las chicas ni siquiera saludaron, había algo más urgente.
"¡Nagisa, Nagisa, Nagisa! ¡Seiko está a punto de hacer algo muy importante y debemos apoyarla!" Informó Shiho con emoción.
"¿Qué pasa?" Nagisa ahora sonaba muy interesada.
"Anda, Seiko, dilo", animó Rina a la chica.
"Yo… Bueno… Kiriya-kun me gusta mucho y tengo esto para él", dijo Taniguchi Seiko, mostrando una carta de amor, con una pegatina de corazón sellando el sobre como marcaba el protocolo.
"¡Genial! ¿Quieres que te acompañemos cuando vayas a entregarle la carta? Aún es temprano, seguro que lo alcanzas antes de que entre a clases. ¿O prefieres que sea a la hora del almuerzo?" Nagisa estaba animada, el romance en serio la emocionaba mucho.
"No estoy muy segura de dársela", confesó Seiko con visibles nervios. "Ni siquiera me conoce y quizá sea muy rudo de mi parte llegar con una carta así y…"
Antes de que Nagisa, Shiho y Rina pudieran decirle algo, Honoka apareció en escena. Las tres rápidamente le hicieron señas para que se acercara, ni siquiera le dieron la oportunidad de dar los buenos días.
"Yukishiro-san, Seiko está a punto de hacer algo muy importante pero tiene dudas. Dale un consejo, por favor", pidió Rina de inmediato.
Honoka miró a su compañera de clase y ésta lucía nerviosa mientras apretaba algo entre sus manos. Además, las chicas no lo sabían, pero a su compañera de clase también la ponía nerviosa hablar directamente con Yukishiro Honoka.
"Kiriya-kun le gusta y tiene una carta para él donde expresa sus sentimientos", aclaró Shiho.
El gesto de Honoka se transformó a uno de sincero entusiasmo, su gesto y voz se suavizaron. "Que escribieras una carta requiere mucho valor y eso es de admirarse, Taniguchi-san. Ahora debes entregarla sin importar cuál sea la respuesta de la persona a quien se la vas a dar".
No sólo Seiko pareció confundida, también Nagisa, Shiho y Rina.
"¿Cómo que la respuesta no importa?" Nagisa fue la que se animó a preguntar.
"Ofrecer tus sentimientos es un riesgo sin garantía cuando lo haces con alguien a quien no has tratado debidamente. No lo llamaría una apuesta tal cual, suena un poco frío, así que digamos que es un riesgo medido, sabes que pueden o no decirte lo que quieres escuchar, y eso es algo que ya no depende de ti", explicó Honoka tranquilamente. "No siempre tendremos la respuesta que deseamos, lo importante es reconocer nuestros propios sentimientos, aceptarlos y tomar el riesgo", sonrió. "De eso se trata ésta vida, de avanzar", su sonrisa se hizo más dulce. "Además, todos empezamos como desconocidos, quizá no escuches la respuesta que quieres, pero siempre tendrás la oportunidad de saber más de esa persona y, quién sabe, quizá el futuro diga otra cosa y esa persona quiera intentarlo".
Honoka no le estaba prometiendo a su compañera que le dirían que sí a sus sentimientos por el simple hecho de ser sincera y valiente, le estaba dando la explicación más realista y eso asombró a sus compañeras.
"¡Muchas gracias, Yukishiro-san! ¡Lo haré!" Respondió Seiko con emoción. "Lo haré a la hora del almuerzo".
Todas celebraron, incluso Honoka aunque con menos escándalo que Nagisa y el resto de sus compañeras. De momento debían ir a clases.
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La hora del almuerzo llegó y sólo Shiho y Rina fueron las que insistieron en acompañar a su amiga Seiko a entregar la carta, Nagisa y Honoka esperarían en el sitio del jardín de costumbre. Honoka aún tenía ciertas reservas con el perezoso chico, pero también comprendía que quizá el día de la granja no fue un día bueno para el muchacho y no siempre se estaba de buen humor.
"¿Crees que le esté yendo bien a Seiko?" Preguntó Nagisa luego de comer lo que Honoka le ofreció.
"Lo estará si da el paso y tiene el valor de ser sincera ante la persona que le gusta", respondió Honoka, comió un bocado y luego le dio otro a Nagisa.
"Ser sincero no es sencillo", dijo Nagisa.
Honoka sonrió. "El amor es para los valientes".
Nagisa también sonrió y luego rió. "Y ser valiente no quiere decir no tener miedo…"
"… Si no hacer algo a pesar del miedo".
Ambas compartieron una sonrisa y siguieron comiendo. Nagisa se sonrojó. "Quizá deba ser valiente", murmuró Nagisa. "Aunque… Ah… ¿Recuerdas lo que dijiste en la mañana? ¿Que declarar tu amor era un riesgo?" Su amiga asintió. "Si yo ya me doy una idea del resultado… ¿Aún vale la pena confesar lo que siento?"
Honoka lo pensó un poco. "Cada caso requiere un cuidado especial, pero… Si tú sientes que debes decirlo y realmente no esperas nada, entonces dilo", dijo Honoka. "Quizá suceda lo inesperado, quizá no, pero al menos ya no tendrás ese peso en el pecho".
Nagisa se sonrojó y de nuevo recordó lo sucedido con el Medidor. "¿Y si sólo me estoy adelantando a los hechos?"
Honoka tomó la mano de Nagisa. "Entonces toma tu tiempo, no tienes prisa…" Enseguida lo pensó mejor. "A menos que sí tengas prisa pero no por ti, sino por la otra persona".
Nagisa refunfuñó. "¿Ya te das la idea de quién es la persona de la que hablo, verdad?"
Honoka estrechó de manera cálida la mano de Nagisa. "Él se gradúa éste año, quizá sí debas apresurarte".
Nagisa lanzó un gracioso grito de angustia, estaba por decir algo muy importante pero llegó un compañero de su salón, uno de los profesores necesitaba a Honoka y pidió que la llamaran a la sala de profesores. Honoka agradeció a su compañero y luego se despidió de Nagisa. Sin saber si se iba a tardar o no, le dejó el resto de su almuerzo a su amiga y fue a la sala de profesores. Una feliz Nagisa devoró el resto de la comida.
El profesor sólo necesitaba que Honoka repartiera unos cuadernos extra con ejercicios de repaso, así que la chica decidió dejar las libretas en su pupitre y repartirlas apenas terminara la hora del almuerzo. Salía del salón para volver con Nagisa cuando notó algo: su compañera Seiko estaba con Shiho y Rina en el descanso de una de las escaleras. Seiko lloraba.
Kiriya había rechazado la confesión de la chica de la manera más cruel posible y además rompió la carta sin siquiera abrirla y la lanzó al aire.
Había cosas que Honoka podía tolerar, pero nunca que le rompieran el corazón a alguien de esa manera tan cruel. Sin preguntar nada más, fue a buscar al chico. Shiho y Rina se preocuparon al momento de ver que Honoka incluso se quitó el suéter y se lo dejó a Seiko.
"¡Nagisa! ¡Nagisa, tenemos problemas!" Gritó Rina mientras iba corriendo por ella al jardín, Shiho se quedó con Seiko.
"¿Uh? ¿Pasa algo?"
"Kiriya-kun rompió la carta de Seiko y fue cruel con ella, Yukishiro-san se enteró y fue a buscarlo para reclamarle, ¡pero dudo que sólo quiera hablar con él, está furiosa!"
"¡Rayos!" Nagisa ni siquiera recogió las cajas de almuerzo, fue corriendo a buscar a Honoka, Rina iba tras ella. "¿Sabes hacia dónde se fue?"
"Kiriya-kun estaba cerca del gimnasio principal, quizá estén ahí".
Ambas aceleraron su carrera.
Sonó la campana que indicaba el final de la hora del almuerzo y Kiriya estaba por regresar a clases, pero Yukishiro Honoka le cerró el paso. El chico frunció el ceño.
"No debiste hacer algo tan cruel, sólo era una carta y sólo debiste decirle a Taniguchi-san que no", dijo Honoka con voz tensa.
"Eso no es asunto tuyo, senpai", respondió Kiriya con una sonrisa cruel. "Ella ni siquiera me conoce y estaba diciendo todas esas estupideces".
"Ni siquiera la conoces y aun así decidiste ser cruel. ¡Discúlpate con ella!" Ordenó Honoka.
Kiriya se cruzó de brazos. "No".
Honoka apretó los puños.
Varios alumnos comenzaron a verlos no sólo de lejos, también se asomaban por ventanas y pasillos, incluso desde detrás de los edificios aledaños. La voz se corrió rápidamente: Irisawa Kiriya había roto la carta de una alumna y Yukishiro Honoka fue a reclamar en nombre de su compañera. El problema era que todos sabían que Honoka en algún momento se olvidaba de las palabras y decidía hablar con sus puños.
"¿Acaso me vas a golpear para obligarme a obedecerte, senpai?" Preguntó Kiriya, burlón. De repente tuvo una nueva oportunidad de atacar, si Yukishiro Honoka se atrevía a levantar una mano en su contra, podría atacarla de frente sin necesidad de medirse y asunto arreglado. Podría dejarla fuera de combate y tener al par de chicas indefensas y sin poder transformarse. Sólo debía picar un poco más la cresta de Yukishiro, poco le importaba dejar caer el acto del chico bueno ante todos.
Honoka frunció el ceño.
"La hubieras visto, tenía su cara de tonta y me dio esa ridícula carta, era como una invitación para romperla", dijo Kiriya con gesto cruel.
Honoka sintió que la sangre le hervía, estuvo a punto de soltarle un golpe, pero afortunadamente alguien interfirió.
"No vale la pena, Honoka", dijo Nagisa mientras tomaba la mano de su amiga. "Déjalo", insistió Nagisa, tratando de alejar a Honoka del chico. "A personas así es mejor ignorarlas". Nagisa miró a Kiriya con gravedad. "¿Así es como en realidad eres, Kiriya-kun?"
"¿Algún problema con eso, Misumi-senpai?"
Nagisa negó con la cabeza. Todos los alumnos comenzaron a hablar de manera poco discreta, un par de profesores llegaron y mandaron a todos a sus salones, pero a Honoka y a Kiriya los enviaron a la oficina del director.
"Honoka…"
"Estaré bien", dijo Honoka con una sonrisa pequeña y estrechó la mano de Nagisa. "¿Podrías decirle a Taniguchi-san que lamento lo que dije en la mañana? No esperaba que esto fuera a suceder".
Nagisa frunció el ceño. "Honoka…" Eso no fue culpa de su amiga.
"Y otra cosa", Honoka sonrió. "¿Podrías repartir por favor las libretas que están en mi pupitre? Prometo pagarte el favor con takoyaki".
"Lo haré", respondió Nagisa, rendida y finalmente la dejó ir.
La noticia del incidente se esparció cual incendio por toda la escuela. La fama de Irisawa Kiriya comenzó a descender, mientras que la de Honoka, sorpresivamente, comenzó a mejorar. Saber que fue a defender el honor de una compañera le sumó puntos entre los alumnos… Aunque no ante el director de Verone.
"Sólo fue un asunto que se salió de control, lamento mucho el escándalo, señor director", dijo Honoka con voz seria.
"Sé que están en edad de experimentar cosas nuevas y sus mentes y cuerpos tienen cambios a veces bruscos, pero también deben recordar que están en un instituto donde deben aprender a controlar esos impulsos y madurar, éste es el último escalón hacia lo que será su vida futura", dijo el director. Miró al muchacho. "Debes aprender a manejar tus asuntos personales de manera más elegante, Irisawa-san".
Kiriya sólo se cruzó de brazos.
"En cuanto a ti, Yukishiro-san, me alegra que salgas en defensa de tus compañeros de clase, pero debiste manejar el asunto con más mesura, quién sabe si hubieras llegado más lejos si nadie hubiera interferido".
Honoka suspiró hondo y asintió. Admitía haberse dejado llevar por la furia… Y también que estaba lista para darle una paliza al chico a la primera oportunidad.
"Irisawa-san, harás servicio en los jardines después de clases por tres días a partir de mañana, también tendrás que escribir una carta donde reflexionas por tus actos. Me la entregarás mañana a primera hora", ordenó el director y enseguida miró a Honoka. "En cuanto a ti, te advertí que si te metías en un problema más, tomaría medidas más severas", el hombre suspiró. "No fue un incidente grande, pero debes aprender tu lección, Yukishiro-san", y el director estuvo a nada de dar su veredicto, pero no pudo.
"Todo esto son puras estupideces", dijo Kiriya, harto de esa vida tan llena de trabajos que tenían los humanos. "Y ustedes son muy débiles", dijo y se fue de la oficina sin siquiera mirar atrás. A tan sólo unos metros de la puerta, sin que estuviera a la vista de nadie, desapareció usando su poder.
"¡Irisawa-san!" El director lo llamó, pero el chico lo ignoró y se fue. Y cuando el hombre fue al pasillo para alcanzarlo, ya no lo vio. El director quedó confundido.
Honoka sólo frunció el ceño, pudo sentir un débil pero claro rastro de energía oscura.
Pasó alrededor de un minuto para que el hombre volviera a su escritorio. "Ya me encargaré de él después", el director miró largamente a Honoka. "Puedes irte, Yukishiro-san".
"Gracias, señor director, con su permiso", dijo la educada chica y se fue. En verdad estaba aliviada porque ésta vez no hubo castigo alguno, pronto sería la feria de ciencias y no quería poner en aprietos al club.
Para sorpresa de Honoka, al llegar a su salón y disculparse por llegar tarde, todos la recibieron con buenos gestos y hasta la saludaron. Honoka se confundió un poco, pero eventualmente sonrió cuando Taniguchi Seiko le sonrió. Tomó asiento apenas el profesor de la clase en turno se lo indicó.
Nagisa sólo le pasó una nota a Honoka y ésta leyó lo que estaba escrito en el pequeño papel.
Gracias, Yukishiro-san.
Honoka sonrió.
CONTINUARÁ…
