CAPÍTULO 6:
ACEPTACIÓN
Interespacio Bakugan, Arena de Entrenamiento
Hace 24 horas
"¡TIENES QUE MADURAR, MARUCHO!"
No dejaba de pensar en las palabras de Nick, no dejaba de repetirlas en su mente como si fueran una especie de retorcido mantra, no dejaban de hacer eco en sus pensamientos con dureza. Las palabras de su amigo habían salido de sus labios con tal bravura y rabia que, por primera vez en mucho tiempo, Marucho se había permitido temer a la frustración y el estrés que toda esta situación le provocaba a su amigo.
Conocía bien a Nick y sabía que se debía estar arrepintiendo por la forma en la que le había hablado, por la rudeza puesta en sus palabras decoradas con la ira que él mismo le había provocado. Del mismo modo, estaba seguro de que los demás debían estar reprochando a Nick por la forma en la que había manejado la situación, si es que no estaban muy ocupados sintiéndose culpables por su fracaso compartido.
Sabía bien que Nick se debía estar sintiendo como el peor amigo de todo el universo por la forma tan cuestionable que había manejado todo este asunto de Ren y los agentes infiltrados, presa del mismo remordimiento que había sentido en Nueva Vestroia cuando se había quedado solo.
Sin embargo, aunque no podía decir que fuera un enfoque que deseara en su vida, sabía que era lo que más necesitaba y que, a pesar de todo, Nick tenía razón.
Era en este tipo de extraños momentos en los que se permitía pensar en Nueva Vestroia y como su inocencia y su propia ingenuidad lo habían llevado a las garras de los Vexos, obligando a Nick a llevar por su cuenta la pesada carga de ser el único Peleador Bakugan en la guerra.
Había caído de cabeza en la trampa de Mylene y Shadow Prove, exponiéndose a una gran desventaja frente a una batalla perdida contra Volt Luster. Su propia estupidez lo había llevado a eso, a pesar de que Nick se lo había advertido, había confiado demasiado en sus propias esperanzas ingenuas que lo cegaban y no le permitían ver el panorama completo de una situación ya muy compleja. Y no pasaba un día en que no se arrepintiera de lo sucedido aquella vez.
Lo peor era que, a pesar de contar con la experiencia del ayer, se había tropezado con la misma piedra una vez más.
"¡TIENES QUE MADURAR, MARUCHO!"
Duro era el tono que acompañaba sus palabras, severo era el discurso que había caído sobre sus pequeños hombros sin piedad alguna por su inocencia, pero cierta era la realidad que lo respaldaba. Sabía que el actuar de Nick podía ser tachado de reprobable, que podía ser considerado como un acto exagerado y desmedido para un niño, pero Marucho no lo veía de esa forma.
Duro era el tono y severo el discurso, pero no por eso carecía de razón.
No era un niño, no uno normal al menos. Marucho Marukura era una de las mentes más brillantes de todo el mundo, el heredero de un enorme imperio creado por su familia, del cual ya formaba parte activa y era uno de los miembros de aquel grupo que salvó innumerables mundos en varias ocasiones. No era un niño, no después de todo lo que había vivido en compañía de sus amigos.
En el fondo, le desagradaba que muchos todavía lo trataran como tal y agradecía a Nick por ser diferente, por darle el enfoque que necesitaba para darse cuenta de su falencia. No se consideraba un niño, pero aún se comportaba como tal y había necesitado que uno de sus amigos menos condescendientes con él se lo demostrara.
Todos los demás lo trataban como el mismo pequeño que iba de un lado al otro con mil ideas en la cabeza, aún lo trataban con la misma suavidad con la que se dirigirían a un niño. Sabía que ninguno de ellos lo creía capaz de aceptar la rudeza en su vida a pesar de todo lo que había pasado. Era algo que siempre le agradecería a Nick Takahashi, el único que lo había creído capaz de soportar eso y lo había tratado como el hombre que quería ser.
A pesar de su rudeza y falta de tacto, tenía la suficiente confianza en él como para recordarle todo lo que su exceso de confianza compartida había hecho y que no debía derrumbarse por eso. Era justo lo que necesitaba: alguien que le dijera la verdad sin temor a lastimarlo en el proceso, alguien que creyera en él y en su fuerza interior, la misma que lo había traído a esta batalla.
"¡Deja de creer que la gente es todo lo que dice ser!"
Tienes que madurar.
–Creí que éramos amigos, Ren –. Reprochó Marucho con toda la crudeza que pudo reunir y enterrando los quiebres que amenazaban con romper su tono.
–Sí, lo éramos –. Respondió el mentiroso sin más.
No lo negaba, no buscaba dar explicación alguna para mantener su fachada ni conservar el poco sentimiento de amistad que quedaba entre ellos. No, en lugar de eso, confirmaba su verdadera naturaleza frente a ojos heridos.
Heridos por su culpa.
No había nada más que pensar. Ren Krawler era un mentiroso, uno que había jugado con sus sueños y los había retorcido hasta el punto en el que la seguridad de los inocentes se había visto comprometida y ahora las vidas de los jóvenes peleadores que frecuentaban su creación corrían peligro, mientras eran usados como carne de cañón en una guerra de la que no sabían nada.
Todo por obra del mentiroso del otro lado de la arena de combate.
Indicador de vida de Marucho: 40%.
Indicador de vida de Ren: 40%.
A lo largo de sus cortas vidas, los Peleadores Bakugan habían enfrentado una larga serie de retos que habían dejado una serie de duras sensaciones almacenadas en sus memorias. Sin embargo, sin importar cuántos desafíos superaran, ninguno los había marcado tanto como el tener que superar el dolor que quedaba tras una traición.
No, no una traición. El comandante Elvar había dicho una vez que, para traicionar una causa, primero hay que creer en ella. Y eso era algo que Ren nunca había hecho. Todo el tiempo habían sido sus marionetas hasta que Shun y los demás cortaron los hilos.
Ahí, sobre la muy delgada brecha entre la ingenuidad y la inocencia, dos titanes se encontraron en una confrontación que daba por terminada la falsa amistad forjada en los umbrales de las mentiras y las manipulaciones. Todo bajo la atenta mirada de aquellos que las habían sufrido.
–¡Tú puedes, Marucho! –. Animó Dan a su amigo desde la puerta de acceso.
–¡No te rindas, Maruchito! ¡Lo tienes en la bolsa! –. Respaldó Jake a su mentor.
–¡Demuéstrale que nadie se mete con los Peleadores Bakugan!
Sus palabras le daban fuerza, le recordaban la razón por la que tenía que hacer esto. Dan había cargado con las batallas desde el momento en que se enteraron de la existencia de nuevos enemigos y la responsabilidad de determinar quienes eran aliados y enemigos había caído sobre los hombros de Shun y los demás. En todo este tiempo, Marucho no había hecho más que darle vía libre al mentiroso para que hiciera lo que quisiera con su creación, permitirle manipular el IB para sus fines malévolos. Eso era algo que nunca se perdonaría y había llegado el momento de corregir su equivocación, de expulsar a la serpiente que había jugado con ellos y verla como lo que era realmente.
El enemigo.
–¡Carta portal lista! –. Exclamó Marucho arrojando el pequeño objeto al centro de la arena.
Desde su lugar en el campo, Ren se veía pequeño, más pequeño que el mismo Marucho. Era una mancha contaminando su visión, una que se veía cada vez más diminuta ante la inmensidad del espacio virtual, un pequeño obstáculo que se encogía más y más debajo de los llamados eufóricos de sus verdaderos amigos. Podía sentirlo, esa sensación de poder al verse respaldado por personas a las que sí les importaba de forma genuina, que nunca lo usarían como lo había hecho su oponente hace tan solo unos momentos.
Los cómplices de Krawler no eran nada y no estaban aquí, no como los Peleadores Bakugan, que desde su espalda lo apoyaban y animaban. Aun si los demás no eran tan ruidosos ni expresivos como Dan, Jake o Julie, sabía que estaban unidos por su preocupación y afecto hacia él. Era muchísimo más de lo que jamás podría decir de alguien como Ren.
Ese conocimiento fue lo primero que le dio la fuerza para saltar al calor de la batalla nuevamente, arrojando a su Bakugan contra los demonios que amenazaban su hogar, su trabajo y a sus amigos.
–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Akwimos Aquos!
–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! ¡Vamos, Linehalt Darkus!
Emergiendo de las mismas sombras de las que debía provenir alguien tan cruel como estos nuevos enemigos, un guerrero alado con oscuros colores y grandes cuernos esparcidos por su cuerpo se levantó con ferocidad, estirando los músculos de sus extremidades y su torso para tratar de imponerse sobre el delgado clon digital de Akwimos.
No lo lograría. En el umbral de la batalla, se había despedido del temor que erizaba su piel y había aceptado la verdad que se había revelado ante él, pero que en su necesidad de aferrarse a quien creía un miembro de su familia, se había negado a aceptar.
No pasaría de nuevo. Al comenzar el encuentro, se había jurado nunca volver a permitir que víboras como los gundalianos lastimaran a sus amigos y familia.
–Poder activado: ¡Jabalina Oscura!
De las manos del demonio mentiroso, un tridente hecho de energía emergió con una intensa aura eléctrica. Un arma elegante para comenzar un duelo, uno para el que Marucho ya estaba listo.
–Poder activado: ¡Doble Barra de Sombras! –. Contraatacó Marucho con determinación.
Dos cuchillas cortas, hechas completamente de energía, se mostraron al pequeño público en los brazales de Akwimos, que bloqueaba los ataques de su contrincante con la misma velocidad y fuerza que éste usaba para tratar de penetrar en su guardia.
Todos sus intentos fueron inútiles, el clon digital se mantenía perfectamente, a pesar de su clara desventaja en el tamaño y la fuerza física sobre el demonio oscuro que no daba cuartel en sus ataques infructuosos.
Linehalt: 1000. Akwimos: 800.
–¡Aún no termina, Marucho! –. Exclamó el mentiroso con dureza antes de levantar una nueva carta entre sus dedos –. Poder activado: ¡Ventisca de Oscuridad!
Dejando a un lado el enfoque directo en combate mano a mano, Linehalt se alejó con el fuerte batir de sus grandes alas negras para elevarse en el campo de batalla antes de arrojar una poderosa ola de llamas púrpuras que bañaron el campo de batalla a gran velocidad.
Al verse en peligro inminente, Akwimos no tardó en levantar sus brazos para intentar protegerse de la ofensiva de su contrincante. Sin embargo, sus intentos resultaron inútiles cuando cayó de rodillas, desprendiendo una densa nube de humo de su cuerpo ardiendo mientras sus armas se retraían hasta desaparecer completamente en sus brazales.
Linehalt: 1500. Akwimos: 300.
Ren siempre se había presentado como un peleador apenas habilidoso, alguien que tenía a las batallas más como un pasatiempo y se enfocaba más en sus labores administrativas. Sin duda era otra cosa en la que les había mentido.
–¡Akwimos! –. Llamó Marucho a su Bakugan para comprobar su estado.
Por suerte, el clon aún se mantenía en la batalla y hacía un esfuerzo por levantarse una vez más antes del próximo de su oponente.
Marucho estaba listo para atacar una vez más cuando las palabras que reflejaban cuál sería el siguiente movimiento de Krawler.
–Boomix: Listo.
–¡Armamento instalado!
De pronto, una fuerte luz púrpura pintó el campo de batalla, una que se posó sobre el hombro de Linehalt, deformándose hasta dar con la forma de un gran cañón oscuro de un tamaño similar al del mismo Bakugan enemigo.
No debía subestimar al Boomix, era el armamento que había rivalizado con el equipo de Drago y terminado abruptamente la batalla con Dan.
No, si quería ganar esta batalla, tenía que seguirle el ritmo a Krawler y esperar el momento indicado para superarlo.
–Gigarth: Listo.
–¡Armamento instalado! –. Exclamó el pequeño rubio arrojando el equipo pesado a su compañero.
Esta vez, fue una luz celeste la que decoró el campo de batalla, una que alteró su forma al posarse en los hombros de Akwimos, generando así dos propulsores marinos a los lados de seis pequeños cañones conectados a un par de alargados brazos con enromes garras amarillas en la punta.
El poder del clon Aquos incrementó, pero no lo suficiente como para superar a Linehalt y su armamento, por lo que Marucho no tardó en realizar su siguiente movimiento para emparejar un poco el nivel de los poderes.
–Carta portal abierta: ¡Cuenta de Poder!
Esta vez, fue la sombra de una gran carta blanca la que decoró la arena, creando una delgada aura de energía púrpura alrededor del Bakugan Darkus que se conectó con el cuerpo más delgado del clon del guerrero neathiano.
Linehalt: 1200. Akwimos: 900.
–¡No puedo creerlo, Ren! ¡Te traté como a un hermano y me traicionaste! ¡Jamás volveré a cometer ese error! –. Escupió Marucho con furia hacia el gundaliano.
–Esto no debía ser así, Marucho. Pero hay cosas que no alcanzarías a comprender –. Respondió Krawler levantando su siguiente carta sin miramientos –. Poder activado: ¡Boomix Cerrado!
Esta vez, una fuerte luz comenzó a acumularse y crecer en la boquilla del gran cañón en el hombro de Linehalt, pero Marucho no le prestó mayor atención.
No dejaba de pensar en todos los días que habían trabajado juntos, todos los sueños que creía haber compartido con este mentiroso, todas las pláticas sobre distintos temas hasta altas horas de la noche acompañadas por la emoción de un trabajo en conjunto bien hecho, destinado a cambiar el mundo con un fin noble. Todo eso, que no había sido más que una maldita mentira, diseñada cuidadosamente para estar en su gracia.
Una equivocación de la que había aprendido más de lo que el mentiroso que tenía delante podría creer.
–Confiaba en ti, Ren. ¡Los Peleadores te aceptamos en nuestra familia! –. Escupió Marucho con el veneno más fuerte que pudo poner en su voz.
¿Cómo se había atrevido? ¿Cómo tenía el coraje para si quiera mirarlo a los ojos y decir que no entendería? No había nada que entender, Krawler había llegado a su hogar para lastimar a su familia a través de sus manipulaciones y poner en riesgo la vida de cientos de inocentes, quebrar innumerables familias que ahora solo podían rezar a cualquier entidad superior para que protegiera a sus hijos, sin garantía alguna de volver a verlos alguna vez.
A sus ojos, el amigo que había hecho con el pasar de los últimos meses estaba muerto o nunca había existido en primer lugar. Pero no importaba, pues a sus espaldas estaban sus amigos verdaderos, aquellos que le habían mostrado la verdad y ahora lo apoyaban en esta batalla.
–¡Me alegra ver que aceptarte no fue más que un error! –. Gritó el pequeño rubio con odio antes de levantar su propia carta poder frente a un anonadado Krawler, que solo veía con impresión fue fuerza y coraje –. Poder de armamento activado: ¡Hydrazer Gigarth!
Este era el final de sus mentiras, el fin de sus manipulaciones y falsas palabras de afecto e interés. Los ojos de Marucho estaban abiertos ante la realidad y la aceptaba tal como era, no volvería a negarla, su mente fría nunca le permitiría volver a responder con emoción ilógica frente a un problema que requería de su mente.
Seis rayos celestes partieron la arena, partieron con violencia el color púrpura de las mentiras que había creído, destruyeron sin piedad alguna los vínculos forjados con el frágil acero de la falsedad y lo único que se escuchó por parte del demonio que había visto su ingenuidad en su máximo esplendor fue el poderoso gritó que emitió al ser engullido por el ataque de Akwimos.
Fue la imagen de un demonio oscuro, rompiéndose y deformándose en un océano de energía, la que trajo un poco de paz al corazón herido de un niño que se resguardaba en el cálido abrazo de su verdadera familia antes de descender al nivel de aquel monstruo al que nunca le habían importado, aquel que ahora recogía la pequeña esfera oscura a sus pies.
–Indicador de vida de Ren: 0%.
–Batalla finalizada. Ganador: Marucho Marukura.
Esta vez, la arena se quedó en silencio mientras los contendientes se miraban fijamente. Los ojos del gundaliano reflejaban en su expresión una suave y cálida mirada, una que ya le había dirigido varias veces en el pasado.
La mirada del mentiroso era tierna, su sonrisa era gentil y sus gestos parecían inofensivos, pero Marucho no volvería a caer en su teatro. Ya había pasado por todo esto una vez y se negaba a repetirlo.
Esta vez, la única respuesta que encontraron sus gestos, fue la severidad grabada al rojo vivo en los ojos de aquel al que había manipulado.
–Sabía que eras bueno. No debí subestimarte, Marucho, eres muy bueno –. Felicitó el gundaliano con falsa modestia y alegría.
Estaba listo para replicar, pero la imagen de la pequeña esfera oscura saltando al hombro de Krawler lo detuvo al instante.
–Vendremos por ti la próxima vez, Drago –. Amenazó Linehalt al dragón rojo.
Debería sorprenderse por esta revelación, Linehalt siempre había actuado como otro de los clones digitales desarrollados por Ren para el IB. Sin embargo, para este punto, ya nada de lo que hicieran este par de serpientes podría sorprenderlo.
Tal vez, lo único, sería que dijeran la verdad por una vez.
–Así que tú también mentiste sobre tu identidad, Linehalt –. Dijo Drago a modo de respuesta.
–Hicimos bien al nunca confiar en ustedes dos –. Escupió Leónidas con hostilidad a los gundalianos.
–Ahora me pregunto si algo de todo lo que nos dijeron fue verdad –. Reprochó Ingram respaldando a su amigo.
Sin embargo, a pesar de las duras críticas, Ren no hizo caso a ninguna de ellas ni a las duras miradas que caían sobre él con la fuerza de una cascada. No, toda su atención se mantenía fija en el pequeño genio al que no había visto como más que un juguete.
–Marucho, podemos seguir siendo amigos si así lo deseas. Deja a los Peleadores y únete a nosotros –. Propuso el peligris con cortesía.
–¡Lárgate! –. Exigió Dan con un grito que reflejaba su odio y su furia.
¿De verdad? ¿Hablaba en serio? Después de todo el tiempo que habían pasado trabajando y conviviendo juntos, ¿creía genuinamente que dejaría a su familia para unirse a un grupo de mentirosos que ponían en riesgo la vida de inocentes? Tirar toda su vida a la basura…
¿Solo por él?
–Debes creerme un tonto, si crees que me iría contigo –. Murmuró Marucho, tratando de contener la furia que florecía en su corazón –. ¡Jamás dejaría a mi familia por un mentiroso como tú! ¿¡Oíste!?
Lo dijo con fuerza, lo dijo con ira, lo dijo con toda la convicción que pudo reunir en su voz a punto de quebrarse. A pesar de eso, lo miró directamente a los ojos, indispuesto a flaquear sin importar que tan roto estuviera su tono o que tan húmedos estuvieran sus ojos.
No iba a ceder, nunca con un monstruo como el que tenía delante. Frente a Marucho, no había nada más que un mentiroso, un enemigo, un peligro para todo lo que había construido con ayuda de sus verdaderos amigos.
–Muy bien –. Aceptó el gundaliano con un suspiro antes de retomar su tono más fuerte –. Entonces, nuestra amistad se ha terminado, Marucho.
Terminada su declaración, un mar de colores bañó el cuerpo del peligris, cubriéndolo de las miradas severas que caían sobre él sin piedad alguna y que lo ayudaron a cubrirse un momento de su nueva realidad antes de emerger con una nueva apariencia.
La piel oscura del gundaliano había desaparecido por completo, quedando en su lugar una suave tonalidad grisácea con líneas más oscuras recorriendo su piel expuesta, su cabello se erizó notablemente por encima de lo que parecieron ser unos cuernos dorados cubriendo su frente y yendo hasta la parte posterior de su cabeza, donde las puntas descendían a la nuca. Su ropa también se transformó, dejando de lado su camisa negra ajustada y sus botas largas para ser reemplazadas por una prenda holgada, de la cual colgaba lo que parecían ser unas garras en el hombro izquierdo, similares a los cuernos en su cabeza.
De la forma que había utilizado para mentirles durante meses, solo quedaban sus intensos ojos felinos, aquellos que los miraban con aires amenazantes.
Todos los peleadores y Bakugan terrestres quedaron pasmados al ver la nueva apariencia del mentiroso, una sorprendentemente escalofriante para lo que acostumbraban y completamente distante de la familiaridad que los vestal los hacían sentir.
–Así que esta es tu verdadera forma –. Comentó Shun con los puños cerrados, listo para cualquier cosa que el gundaliano pudiera hacer.
–Ya era hora de que fueras honesto con algo –. Escupió Marduk de brazos cruzados.
A pesar de todo, y una vez más, Krawler optó por ignorar los duros comentarios que iban dirigidos a su persona antes de apartarse un par de pasos, clavando su mirada felina en los ojos cautelosos de los nuevos obstáculos que impedirían su paso hasta sus objetivos.
–Cuando nos volvamos a ver, seremos enemigos –. Declaró el gundaliano con firmeza.
Esta vez, para sorpresa de todos, fue Nick quien dio un paso al frente, ocultando a Marucho detrás de sus piernas y extendiendo sus brazos a los costados para protegerlo.
A pesar de la mirada llena de rechazo y rencor que Ren le dirigió, el Peleador Darkus no retrocedió ni un milímetro de su posición mientras le regresaba esa misma mirada, aquella que dejaba ver todo su odio y repulsión hacia el gundaliano.
–Si eres tan inteligente como te gusta creer, Krawler, tomarás esta oportunidad –. Comenzó Leónidas por su compañero.
–¿De qué rayos hablan ahora? –. Cuestionó el intruso con las manos fuertemente empuñadas.
–Toma a todo tu séquito y lárguense de nuestro mundo, liberen a los peleadores que raptaron y tráiganlos de regreso –. Dijo Nick esta vez sin despegarse de Marucho –. Háganlo ahora y nuestra historia termina, no tendremos que volvernos a ver nunca más.
–¿Están bromeando? –. Preguntó Linehalt con una risa seca.
–Joven Krawler, nuestras demandas son justas y generosas. No tenemos que ser enemigos, solo liberen a aquellos a los que capturaron y dejen la Tierra para siempre –. Pidió Ángel con cortesía saltando al hombro de su compañero.
Mostrándose desafiante, Ren avanzó hasta quedar frente a frente con el Peleador Darkus. Instintivamente, Nick alejó a Marucho con un suave empujón, dejando a Wolf y Ángel para evitar que se acercara a esta nueva confrontación, todo mientras Leónidas y Nick encaraban a los demonios del Interespacio Bakugan.
–Les estamos dando una oportunidad de irse en paz, a ustedes y a todo su grupo. Es mucho más de lo que se merecen –. Dijo Leónidas con tono amenazante.
–¿Y qué harán si no la tomamos? –. Cuestionó Krawler con dureza, mira fijamente a los ojos de quien nunca había creído completamente en él.
–Si no se van, si insisten en quedarse en nuestro mundo y mantener prisioneros a los peleadores, tengan por seguro que la próxima vez que nos veamos, no serán nuestros enemigos ni nada que se le parezca –. Prometió Nick con fuerza, sin retroceder ni un solo paso frente a los intrusos.
Clara era la advertencia en sus palabras, fuerte era la postura del peleador y firme eran tanto su mirada como sus palabras mientras probaba su determinación contra la del gundaliano.
Ninguno de los dos retrocedía en su encuentro, pero desde el lugar de Marucho a la espalda de Nick, su amigo se veía cada vez más grande frente a un Ren casi invisible bajo su figura. A pesar de sus tamaños similares, a pesar de mostrar la misma fuerza en su lenguaje corporal, Krawler se veía cada vez más pequeño, más minúsculo a comparación de los verdaderos Peleadores Darkus del grupo.
Era un poco escalofriante.
Clara era la advertencia en sus palabras, fuerte era su postura y oscuro era el tono con el que Leónidas concluyó el discurso de su compañero, con sus ojos brillando en un intenso resplandor carmesí, mientras el fuego y la oscuridad que vivía en su interior se avivaba en su poderosa voz.
–Entonces, ¿qué seremos? –. Desafío Linehalt con tono retador al Bakugan nacido de la muerte.
–Nuestra presa.
Interespacio Bakugan, Sala de Juntas
En el presente
Pocas cosas eran capaces de intimidar genuinamente a Marucho después de todo lo que había pasado junto a los Peleadores Bakugan. Sin embargo, no podía negar que la forma en la que Nick y Leónidas habían desafiado y amenazado a Ren frente a todo el grupo le había helado la sangre. Ya era muy extraño que Nick perdiera los estribos en público y había pasado mucho tiempo desde la última vez que Leónidas había hablado con esa misma oscuridad pululando en su ser. Sabía que no era el único, hasta el mismo Jake, siendo mucho más grande que Nick, se había revuelto con incomodidad y tragado saliva con temor al escuchar las palabras del peleador de cabello erizado y el tono de su compañero.
No obstante, a pesar de todo, había otro sentimiento que abordaba el corazón de Marucho hacia sus amigos del atributo de la oscuridad, uno mucho más fuerte que la incomodidad que había sentido tras su amenaza a sus nuevos enemigos: gratitud.
A pesar de la gran cercanía que había desarrollado hacia Ren, Nick no había dudado en defenderlo de cualquier cosa que el gundaliano pudiera intentar. Estaba seguro de que, de no ser porque la batalla había terminado, Nick y Leónidas se habrían lanzado con todas sus fuerzas sobre Ren y Linehalt, sin mostrar piedad alguna en lo que podría haber sido su propia batalla hasta convertir a esos dos en nada más que un recuerdo.
Se encontraba agradecido con su amigo porque, a pesar de toda su frustración, de toda su rabia y estrés causado por toda esta situación, Nick no había dudado en abrazarlo con todo el afecto que pudo reunir mientras acariciaba su cabello con delicadeza. Aún con un poco de pena en su mente y corazón, el calor en el abrazo de su amigo era tal, que Marucho no pudo evitar romperse y sujetar a Nick con todas las fuerzas que su pequeño cuerpo pudo reunir mientras dejaba salir sus lágrimas. Todo mientras los demás lo animaban y tranquilizaban con palabras de aliento.
Nick no le había dicho ni una palabra, seguramente por temor a lastimarlo todavía más, pero tampoco le había hecho falta. Su suave toque y su cálido abrazo le habían dado todo el confort que necesitaba y más, tal vez ese era el fuerte del genio más alto, no tenía las palabras correctas en el momento indicado, pero sabía que hacer y con eso era más que suficiente.
Un solo abrazo de Nick se había sentido mucho más real y afectuoso que todas las mentiras de Ren juntas.
Ahora, después de un día que se habían tomado para sanar las heridas que Ren les había dejado con sus manipulaciones, uno que Marucho había pasado con Nick y sus padres en su antigua casa recientemente recuperada por el pelinegro, se habían reunido nuevamente para aclarar todas las dudas que les quedaban y escuchar la versión de Fabia finalmente.
Se encontraban sentados en silencio, tomándose un momento de descanso después de arreglar todas las fallas que Krawler había provocado en las arenas del interespacio. Y se había sentido bien, solo él y Nick trabajando en el mantenimiento del IB como en los viejos tiempos.
Pero el descanso se había terminado, tenían que concentrarse en la tarea que tenían entre manos y escuchar la versión de esta enrevesada historia a la que se habían negado tercamente.
Hasta el momento, las opiniones de aquellos que ya habían oído a Fabia y su historia estaban divididas. Por lo que sabían, Shun había sido el encargado de determinar que era una aliada, razón por la cual la neathiana se encontraba con ellos en un espacio tan privado como una invitada, Julie no tenía ninguna opinión en específico, pero era obvio que optaba por confiar plenamente en Shun y su juicio; mientras que Marduk e Izumi se mantenían neutrales y no expresaban ninguna opinión certera. Como se esperaba, el más escéptico era Nick, que solo aceptaba a Fabia por petición de los demás.
Normalmente, eso solo haría que Marucho molestara al pelinegro entre juegos por ser un paranoico, pero no se atrevía a hacer nada semejante después de todo lo que había pasado con Ren y su gente. En una medida menor a la de su amigo, Marucho también se encontraba escéptico respecto a la princesa neathiana y esperaba con expectación su historia para sacar su propia opinión respecto a ella.
Finalmente, después de un rato completamente callados y agotados por la presión de los últimos días acumulándose sobre sus hombros, se atrevieron a romper el silencio.
–Bueno, supongo que ya podemos comenzar –. Dijo Dan cediendo la palabra a la nueva invitada.
–Está bien, les contaré la verdadera historia –. Asintió Fabia en aceptación a las palabras del castaño.
–Shun, ¿crees que puedas decirnos si cambia en algo la historia que ya te contaron? –. Pidió Marucho con cortesía.
No lo enseñó a simple vista, pero tenía que reconocer que la mirada orgullosa que Nick le dirigió lo hacía sentir un poco mejor después de todo lo que había pasado.
–Seguro –. Asintió el ojimiel desde su asiento antes de devolver su atención a la princesa neathiana –. Puedes comenzar, Fabia.
La mencionada solo asintió antes de reposar su peso sobre la mesa de juntas mientras estrechaba sus manos y su mirada se perdía ligeramente en el vacío de sus recuerdos.
–En mi planeta de origen, Neathia, hemos vivido con los Bakugan en armonía durante generaciones junto con el planeta vecino, Gundalia. No fue hasta que su actual emperador asumió el poder que inició la guerra que estamos librando actualmente, han invadido nuestras ciudades, destruido pueblos enteros y esclavizado a miles de neathianos. No estamos seguros de que es lo que hacen una vez que los llevan a su mundo, pero tenemos constancia de cómo lo hacen –. Dijo Fabia mientras alcanzaba el talón de su bota derecha, torciendo la parte de la suela y dejando ver un pequeño acceso en el que se escondía una especie de dispositivo alargado.
Según la princesa, se trataba de un proyector, uno en el que almacenaba algunas de las pruebas en imagen que validaban sus palabras y dejaban ver a los Peleadores Bakugan la verdadera naturaleza de esta guerra.
Una a una, las proyecciones fueron pasando frente a los ojos anonadados de los terrícolas, que veían con horror los múltiples crímenes cometidos por el ejército enemigo. Ciudades devastadas, pueblos destruidos, los llamados neathianos en su verdadera forma sometidos y esclavizados, niños pequeños abandonados a su suerte y humanos sirviendo fielmente a los gundalianos con ojos perdidos.
–Tristemente, el ejército neathiano se vio obligado a usar a los Bakugan como medios de defensa –. Continuó Fabia con un suspiro avergonzado antes de continuar –. Por desgracia, como nunca habíamos peleado antes, no fuimos rivales para los gundalianos. Así que, en un acto desesperado por salvar nuestro mundo, mi hermana, la Reina Serena, envió mensajes de auxilio a todas las dimensiones conocidas.
–Wow, ¿eres la hermanita de la reina? –. Preguntó Jake con asombro.
–Por eso usa el título de princesa, Jake –. Asintió Shun al deportista con una ceja arqueada.
–Increíble, una princesa de verdad –. Dijo Dan con asombro y emoción.
En cierto modo, era entrañable ver esa reacción por parte del líder del grupo. Tenía que recordar que Fabia era la primera miembro de una realeza alienígena desconocida que no trataba de destruirlos. Después de todo, no habían tenido muy buenas experiencias con los monarcas de Vestal.
–Enfócate en la historia, Dan –. Reprendió Shun al castaño con suavidad –. ¿Recuerdan la misteriosa información fantasma que recibimos con ayuda de Spectra?
–Por supuesto, nunca terminamos de descifrarla en su totalidad –. Asintió Marucho.
–Bueno, en realidad era la señal desesperada de la Princesa Fabia –. Concluyó Shun reposando su espalda en su asiento.
–La enviamos con la esperanza de hallar Bakugan poderosos y sus peleadores para que nos ayudaran –. Explicó Aranaut saltando a la mesa.
–Entonces, cuando Nick, Wolf y yo vencimos a tu clon, se envió a Neathia una respuesta a su señal de auxilio –. Comentó Leónidas junto a las manos de su compañero.
–Esa fue la primera, sí. Después de eso, con la derrota simultánea del clon del Coredem Subterra y el Hawktor Ventus, se envió una respuesta a la segunda señal –. Explicó Fabia por su protector.
–Cuando luchamos contra el clon de Aranaut, su armamento se activó de manera automática y se convirtió en un problema. Asumo que ustedes tuvieron algo que ver –. Dijo Ángel saltando junto con Wolf a la mesa.
–Así es, los clones digitales venían integrados con una función remota que nos permitía controlarlos desde la distancia. Cuando vimos que Leónidas tenía el poder suficiente para vencer a Bakugan neathianos, fue necesario llevar la prueba al máximo nivel para estar seguros de que estaban listos para enfrentar algo así –. Explicó Aranaut con pena.
–¿¡Me estás diciendo que nos pusieron en peligro para probar nuestras habilidades!? –. Escupió el dragón acorazado con enojo.
–Era necesario, Leónidas. Lamentamos lo que pasó, pero les podemos jurar que hicimos las pruebas varias veces antes de enviar a los clones. Nunca corrieron peligro real –. Respondió el caballero de blanca armadura con respeto.
–¿No? Esos ataques los sentimos muy reales, más que los de cualquier Bakugan mecánico. ¿Cómo te atreves a decir que no corrimos peligro? –. Reclamó Leónidas con Wolf detrás, gruñendo al Bakugan neathiano a modo de amenaza.
–No tenemos excusa por lo que pasó y lo sentimos en verdad. Nadie quería hacerlo, pero era necesario. Después de que derrotaron al clon de Aranaut, decidimos permitirles asumir el control sobre los clones digitales a modo de compensación –. Justificó Fabia antes de suspirar con pesar.
A diferencia de Ren, Nick no miraba a la princesa con el mismo desagrado, pero tampoco retiró sus ojos penetrantes de su alma mientras se recostaba en su silla de brazos cruzados.
–Es por estas cosas que me cuesta confiar en ti, Fabia –. Dijo el pelinegro con tono cansado.
–Créanme, no queríamos hacerlo. Somos una sociedad pacífica y por eso estamos perdiendo la guerra, si queremos salvar nuestro mundo, tenemos que estar seguros de con que contamos. No podemos dejar nada al azar. Por favor, entiéndannos –. Pidió la peliazul con mirada suplicante.
Nadie dijo nada en el acto, nadie se atrevía a juzgar a la princesa por las acciones de su pueblo, pues, sin importar lo mucho que les desagradara, no podían señalarla por hacer lo que sus superiores ordenaran en favor de un bien común para su mundo. No obstante, eso no aplacaba las dudas que quedaban en ellos.
–Y después de enterarnos de todo esto, ¿cómo sabemos que eres de fiar? ¿Qué puedes hacer para demostrarnos que no eres un peligro? –. Cuestionó Leónidas a la neathiana con firmeza.
–Nos hemos estado quedando con Shun los últimos días. Si fuéramos una amenaza para ustedes, ya le habríamos hecho algo –. Respondió Aranaut por su compañera.
–Tranquilo, amigo. Escuchen, no los obligaré a creerme, mucho menos después de todo lo que pasado. Pero si creen que en verdad soy una amenaza, dejaré que cualquiera de ustedes me encierre en el sitio que deseen con tal de demostrar que no soy un peligro, solo necesito su ayuda –. Concluyó la peliazul mientras subía las manos, extendiendo las muñecas en señal de rendición.
La sala se quedó en silencio nuevamente, sorprendidos por la disposición de Fabia a ser encerrada si creían conveniente. Sin duda, una gran diferencia con el método que Ren había elegido para ponerlos de su lado.
Las chicas se mostraron un poco conmovidas por su coraje, Marduk y Nick se mantuvieron estoicos y profundamente escépticos, Shun se mantuvo en silencio sin dejar de ver con algo parecido a la preocupación a la princesa neathiana, mientras Dan y Jake se miraban con duda sobre que hacer.
Finalmente, después de un rato de ver a la agotada princesa con las manos pegadas en la mesa, Dan fue el primero en romper el silencio.
–Sé que sonará a locura, pero creo que podemos confiar en ella –. Dijo el castaño rascándose la parte posterior de la cabeza.
–Ahí va –. Murmuró Nick con un suspiro.
–Lo digo en serio, chicos. Sé que nos precipitamos con Ren, pero él nunca hizo nada parecido durante todo el tiempo que lo conocimos –. Se justificó Dan encogiéndose de hombros.
–Si fuera un peligro, ya podría haber acabado con todos nosotros fácilmente. Tiene la fuerza para hacerlo por su cuenta –. Respaldó Drago a su compañero.
–No sé muy bien que pensar con todo esto, pero si Dan, el galán, cree que podemos confiar en ella, yo lo apoyo –. Afirmó Jake mientras se golpeaba el pecho con una mano con orgullo.
–Bueno, Dan tiene razón en algo y es que entregarse de esa manera es algo que Ren nunca habría hecho, mucho menos una amenaza potencial –. Aceptó Izumi con apoyo de Julie.
–Yo creo en Fabia. A pesar de todo, es la única que nos ha mostrado pruebas tangibles y nos ha dado razones para creerle. Es mucho más de lo que otros han hecho –. Comentó Shun dejando claro su apoyo hacia la neathiana.
–Nick, Marucho, ustedes son los más inteligentes de nosotros. ¿Qué dicen? –. Cuestionó Marduk recostándose en su silla.
Marucho no supo que decir al momento, después de todo lo que había ocurrido por su culpa y su cercanía con Ren, se sentía como el menos capacitado para juzgar las intenciones de alguien en toda esta guerra.
No sabía que decir con exactitud, Fabia parecía ser sincera, pero los neathianos tenían sus propios secretos y era difícil saber cuánto les estaban diciendo y cuánto les estaban ocultando.
Con duda en sus ojos, se permitió mirar al peleador más alto con la esperanza de que éste supiera que hacer o decir, pero Nick se veía igual de inseguro que Marucho. Era como si sus mismos pensamientos estuvieran desfilando por la mente del pelinegro sin llegar a una conclusión.
–Acepto que eres mucho mejor que Krawler, Fabia, pero sin importar lo que nos digas aquí y ahora, la verdad es que serán solo tus palabras, no las de tu gente –. Comenzó el pelinegro más joven con un suspiro.
–¿De qué hablas? –. Cuestionó Aranaut sin entender a lo que se refería el terrícola.
–El Maestro Nick dice que necesita conocer primero las intenciones de su pueblo para determinar una postura respecto al conflicto –. Simplificó Ángel por su compañero.
–Puedes hablar por los civiles, Fabia, pero no por tus superiores. Aunque tengas las mejores intenciones y seas todo lo que dices ser, ¿cómo podemos estar seguros de que ellos piensan igual? –. Continuó Leónidas por su pareja.
–Como princesa de toda Neathia, la Princesa Fabia ocupa el segundo puesto más alto en toda la jerarquía de poder de nuestro mundo –. Dijo Aranaut por su compañera.
–¿Alguna vez han estado en una guerra de estas proporciones? –. Cuestionó Nick con una ceja arqueada.
–Por fortuna o desgracia, no. Esta es la primera vez que Neathia enfrenta una amenaza de este calibre –. Respondió Fabia con una mezcla de orgullo y vergüenza.
–Entonces, sin importar el título que tengas, hay gente por encima de ti, Fabia. Imagino que en su ejército debe haber generales y soldados veteranos con mucha más experiencia que ustedes y son ellos los que dirigen esta guerra –. Concluyó Nick corrigiendo su postura para sentarse derecho en su silla.
Esta vez, fue Fabia la que se quedó en silencio, dando la razón al pelinegro mientras desviaba su mirada al vacío del suelo. No podía culparla y tampoco lo hacía, dirigir una guerra no era algo sencillo y tampoco debería caer en manos de alguien tan joven como Fabia. Ese tipo de arduas tareas normalmente recaía en manos de gente más preparada, como el comandante Elvar de Vestal.
Parecía que su tiempo con el hombre pelirrojo que los había dirigido durante el conflicto en Nueva Vestroia había influido en Nick más de lo que se había creído originalmente.
–Es cierto, mi hermana ha reunido a todo un consejo de sus mejores soldados y generales para comandar a nuestros ejércitos durante el conflicto. Ellos fueron los que propusieron la idea de probar las capacidades de los Peleadores a través del sistema a control remoto de los clones digitales –. Aceptó Fabia sin bajar las manos de la mesa.
Aparentemente, Nick se mostró un poco más satisfecho al haber acertado en sus deducciones, mostrando un pequeño vistazo de una sonrisa orgullosa antes de borrarla rápidamente.
–Mira, acepto que pareces ser sincera y quiero creerte, Fabia, pero no puedo hacerlo si no conozco el mundo al que quieres que ayudemos o a la gente que lo dirige en estos momentos –. Aceptó el pelinegro jugando con los dedos de sus guantes –. Sin embargo, ya que nos ayudaste a desenmascarar a Ren, estoy dispuesto a darte el beneficio de la duda. Demuéstranos que podemos confiar en ti, ayudándonos a detener a Ren y evitar que más humanos caigan en sus garras.
La expresión de Fabia brilló de pronto al entender las palabras del pelinegro, palabras que los dejaron a todos igual de desconcertados. ¿Acaso Nick en verdad le estaba dando una oportunidad a Fabia? ¿En serio estaba dispuesto a darle chance de convencerlo? ¿Nick Takahashi?
Una pequeña sonrisa se alzó al mirar a los ojos del Peleador Darkus nuevamente, donde esperaba encontrar una sombra de dureza y escepticismo plasmada en sus orbes, lo único que halló fue una mirada suave y agotada. Estaba claro, Nick le estaba dando una oportunidad, pero no solo porque quisiera creerle; le estaba dando una oportunidad de convencerlo porque estaba cansado de tener que vigilar siempre sus espaldas y la de sus amigos, porque quería un poco de alivio y calma después de ser sometido a todo tipo de presión y experimentar todo tipo de estrés por culpa de Ren.
Solo podía imaginar lo que debió haber estado sintiendo Nick durante los últimos días, el peligro constante que debió experimentar y la incapacidad de poner un pie en el IB por sus preocupaciones sobre Ren, imposibilitado de hallar un lugar seguro en el cual descargarse por miedo a quienes pisaban sus talones.
No sabía su Fabia se estaba dando cuenta de eso, aunque parecía no ser así. La mirada en los ojos de la neathiana reflejaba la felicidad que sentía al tener delante a un Nick Takahashi dispuesto a darle una oportunidad para convencerlo de que ella era todo lo que decía.
–¿Estás seguro? –. Preguntó la princesa tratando de ocultar su ilusión detrás de una máscara de duda.
Al igual que la neathiana, Nick hizo su mejor esfuerzo por esconder su cansancio tras una máscara de disposición y fe en la chica de ojos verdes. Seguramente lograba engañar a Fabia con ese gesto, pero Marucho lo conocía lo suficientemente bien como para ver a través de su acto.
Aunque no sabía decir si lo llevaba a cabo porque quisiera hacer sentir confiada a la princesa para ver si cometía un error o en verdad quería creerle y no era solo su cansancio el que lo estaba motivando a hacer todo esto después de, finalmente, recuperar su lugar seguro.
–Demuéstranos que vale la pena arriesgarnos por ti –. Dijo Nick con un asentimiento y una sonrisa agotada.
No lo había notado al iniciar el día, pero las ojeras y la irritación en los ojos de Nick eran cada vez más notorias.
–Esa es su forma única de decirte que también te cree –. Comentó Dan con una pequeña sonrisa –. Descuida, cuando vimos lo molesta que estás por el uso de los Bakugan en la guerra, supimos que te sientes igual que nosotros. Es la prueba que necesitamos, estamos del mismo lado, Fabia.
Conmovida por las palabras de los peleadores, Fabia se permitió enseñar una pequeña sonrisa de ilusión y orgullo con un tímido tinte rojo pintando sus mejillas antes de mirar a Shun, el cual no pudo negarse a corresponder ese pequeño gesto con su propia sonrisa enana, llena de orgullo por la joven neathiana.
Parecía que esos dos se habían acercado demasiado durante su corto tiempo conviviendo bajo el mismo techo.
–Sí, lo estamos –. Asintió la princesa con alegría antes de aventurar su mano al interior de su abrigo blanco para sacar algo de uno de sus bolsillos internos –. Si me permites, Nick, creo que puedo empezar con lo que me dijiste ahora mismo.
–¿Qué es eso? –. Preguntó Julie al ver la mano de la princesa emerger nuevamente cerrada en un puño.
–Bueno, ayer cuando vi a Marucho luchar con el clon de Akwimos, me vino una idea a la mente –. Comenzó la neathiana descargando el contenido en su mano sobre la mesa antes de continuar –. Y creo que es hora de darles esto.
Retirando con suavidad su mano, todos pudieron ver el contenido que Fabia había descargado en la dura superficie: dos pequeñas esferas metálicas, una de color azul con detalles en celeste y otra de un suave tono beige con trazos marrones y un punto verde en su superficie.
Tras unos segundos de aparente vacilación, ambas esferas se abrieron, dejando ver la imagen de dos Bakugan del interespacio ya conocida por todos.
Instintivamente, Marucho y Jake fueron los primeros en acercarse a los pequeños objetos al entender a lo que Fabia se refería.
–¿Esos son…? –. Comenzó el pelinaranja incapaz de contener mucho más su entusiasmo, haciendo reír a la princesa.
–Sí, lo son –. Asintió Fabia mientras las pequeñas esferas se abrían –. Peleadores, conozcan a Akwimos Aquos y Coredem Subterra, los Bakugan reales de Neathia.
–¡Lo que siempre quise en la vida! ¡Un Bakugan real! ¡Asombroso, amigo! –. Festejó el deportista con un salto de alegría antes de acercarse al Bakugan Subterra con emoción –. ¿Qué tal, amigo? Mi nombre es Jake.
Intrigado por la extravagante y poco profesional presentación, el pequeño Bakugan Subterra miró un segundo a su nuevo peleador, analizándolo antes de responder.
–Es un nombre fuerte. Gusto en conocerte, Jake –. Saludó el guerrero respetuosamente.
Por supuesto, el peleador saltó con alegría al recibir una respuesta por parte de su nuevo compañero. Sin embargo, Marucho ya no le prestó atención, pues ahora se encontraba demasiado ensimismado en su propia presentación con el que sería su nuevo compañero.
El Akwimos real flotó hasta quedar frente a sus ojos y Marucho no supo que decir en el momento. No había tenido un compañero real desde su despedida con Preyas y Elfin en Nueva Vestroia hacía ya seis meses y se encontraba un poco nervioso.
Optando por una presentación más formal, pero igual de cálida que la de Jake, Marucho se presentó con una reverencia respetuosa al guerrero.
–Mi nombre es Marucho. Mucho gusto en conocerte, Akwimos.
–¿Qué pasa, niñito? –. Saludó Akwimos extendiendo sus pequeños bracitos para chocar los puños.
Al entender lo que el Bakugan quería, Marucho no dudó en golpear suavemente sus nudillos contra la pequeña extremidad de su nuevo Bakugan. Parecía que todos sus compañeros estaban destinados a tener una actitud relajada y juguetona, todo lo contrario a la elegante y grácil Sirenoid Aquos o al poderoso e imponente Jormthan Aquos.
–Le pedí a mi hermana que me enviara a los Bakugan reales para ustedes como un acto de buena fe y un complemento para las batallas, serán mucho más efectivos que sus clones digitales –. Explicó Fabia con una sonrisa emocionada mientras se acercaba a Shun.
–¿Dónde está el Hawktor Ventus? A Hylash y a mí nos habría gustado conocerlo –. Preguntó Ingram mientras la Trampa Bakugan asentía en acuerdo con su compañero de batallas.
–Se quedó en Neathia, él ya tiene un compañero, uno de nuestros mejores soldados en la capital. Lo siento, chicos –. Respondió la princesa al maestro ninja mientras usaba su dedo índice para acariciar la pequeña cabecita de Hylash.
El día había terminado, tal vez demasiado rápido, pero lo había hecho finalmente. Y fueron los pasos de Nick alejándose hacia la salida lo que dejó en claro esta realidad.
–Chicos, ¿todo bien? –. Preguntó Drago a los Peleadores Darkus con preocupación.
La mirada que Nick les devolvió dejó en claro su cansancio cada vez más notorio, sobresaltando sus ojos irritados en un intenso color rojo rodeando sus pupilas e iris negros, mientras unas profundas ojeras comenzaban a asomarse debajo de sus orbes.
–Nick, ¿sucede algo? –. Preguntó Dan con angustia y cuidado a su antiguo pupilo.
–Han sido días muy largos para mí, Dan. Si no les molesta, quisiera retirarme –. Explicó el peleador con voz cada vez más débil.
–Para nada. Vayan a descansar, se lo merecen, todos ustedes –. Respondió Drago con comprensión al agotado peleador y sus compañeros.
–Gracias. Si me necesitan, estaré con mis padres –. Avisó el pelinegro antes de retomar su avance a la salida.
–Esperen, es peligroso ir solos por las calles con los gundalianos aún sueltos –. Detuvo Shun a los chicos antes de alcanzarlos –. Nosotros los acompañaremos.
–Nosotros también vamos –. Declaró Julie antes de avanzar hacia sus amigos.
Se iban a ir, se iban a ir ya y aún había un asunto que atender antes de dar por terminada la reunión de este agotador día.
Inmediatamente, Marucho los detuvo con un llamado antes de abrir un pequeño acceso en la zona inferior de la mesa de juntas, dejando sorprendidos a todos los demás, que lo vieron confundidos mientras sacaba tres pequeñas cajas del compartimento.
–Marucho, ¿qué es eso, amigo? –. Preguntó Dan confundido.
–Bueno, con todo lo que hemos pasado con los gundalianos, pensé que ya era hora de que ustedes también tuvieran un armamento –. Respondió el pequeño rubio con una sonrisa nerviosa.
–Por supuesto que no –. Respondió Leónidas con molestia.
Se esperaba esa reacción, después de todo, Nick se había desligado completamente del desarrollo de armamentos y sus dispositivos por respeto a Leónidas, que se mantenía firme en su decisión de no usar armas bajo ninguna circunstancia. Ángel había decidido seguir esta elección para no poner más peso sobre los hombros de su peleador, mientras que Ingram se había negado a recibir un armamento por temor a perder velocidad y agilidad en batalla.
Teniendo todo eso en cuenta, sus reacciones renuentes eran de esperar.
–Tranquilo, Leo. Te prometo que el armamento no es para ti –. Respondió Marucho con una sonrisa nerviosa mientras se rascaba la parte posterior de la cabeza –. En realidad, diseñé el armamento de Nick para Ángel.
–¿Para mí? –. Dijo la Bakugan con asombro.
Al quitar las tapas de las pequeñas cajas envueltas en papel, tres pequeños dispositivos en forma de reloj y un pequeño teclado en la parte superior, con proyectores en miniatura a los lados, se asomaron con orgullo ante las miradas sorprendidas de quienes serían sus propietarios.
El de Shun era verde con un decorado grisáceo en los bordes y una pequeña pantalla proyectora en la parte superior. El de Julie, por otro lado, era de un tono beige con bordes y teclas más oscuras, representando el color de su atributo. Finalmente, el de Nick era de un estilo especial, siendo un pequeño dispositivo de color negro con bordes y teclas en plateado brillante.
Había diseñado el dispositivo de Nick con la intención de que se diferenciara del de todos los demás peleadores Darkus del Interespacio Bakugan, siendo dos de los colores únicos de Ángel los indicados para lograr tal cometido.
–Su nombre oficial es "BakuMetros". Te iba a dar el tuyo en tu cumpleaños, Nick, pero con todo el asunto de los gundalianos, se me olvidó –. Se disculpó Marucho con una risita avergonzada –. Los diseñé de tal modo que Ingram y Ángel no pierdan velocidad en batalla y puedan ser letales con ellos en acción.
–Marucho, sabes que te lo agradezco de verdad, pero ya no soy una peleadora activa. ¿Estás seguro de que quieres darme esto? –. Cuestionó Julie con inseguridad.
–Por supuesto, aun si no desafías a los gundalianos, tienes que defenderte si llegan a atacarte por fuera –. Explicó Marucho con confianza.
Aunque se notaba en sus ojos la duda ante sus declaraciones, se notaba que la chica de cabello plateado entendía que sus palabras eran ciertas, así que aceptó su regalo con una sonrisa llena de gratitud y comprensión.
–Maestro Marucho, no sé qué decir –. Comenzó Ángel conmovida por el gesto del pequeño genio –. Yo lo agradezco, pero no sé si sea…
–Acéptalo, cielo –. Cortó Leónidas las dudas de su pareja –. Es un regalo, uno que te ayudará a enfrentar a esas basuras gundalianas. Además, sé que desde hace tiempo sientes curiosidad por esas cosas, no te veré de menos por usar uno de esos armamentos y mucho menos si es para protegernos.
–¿Estás seguro, mi amor? –. Preguntó Ángel a su pareja.
–Por supuesto. El uso de unas máquinas no extinguirá mi amor por ti –. Aseguró Leónidas sin atreverse a mirar a sus alrededores.
¿Quién diría que aquel temible Bakugan que hacía temblar a cualquier contrincante era capaz de dirigir tan dulces palabras de amor a su pareja? Aunque Marucho hizo su mejor intento por esconder sus risas, Dan y Julie no tuvieron tanto éxito.
–Qué romántico, Leónidas –. Suspiró Julie conmovida.
–¿Seguro que no eres poeta en tu tiempo libre? –. Molestó Dan desde su lugar.
A pesar de las fuertes carcajadas de sus amigos, la mirada llena de cansancio de Nick no se aligeró en ningún momento, siendo solo unas débiles carcajadas las que aliviaron un poco la agotadora carga sobre los hombros del peleador.
–De acuerdo, Marucho. Si todos estamos de acuerdo, usaremos estos BakuMetros cuando sea estrictamente necesario. ¿Cierto, chicos? –. Dijo Nick batallando con un bostezo.
–¿Tú qué dices, Ingram? –. Preguntó el ojimiel a su compañero en su hombro.
–Supongo que Shadow Wing y yo podemos darle una oportunidad si no nos entorpece durante la batalla –. Asintió el maestro ninja encogiéndose de sus pequeños hombros.
–¡Grandioso! ¡Ahora todo el equipo tiene su propio armamento! –. Celebró Dan con emoción y una rosa contagiosa para todo el grupo.
Originalmente, iba a subir este capítulo ayer, pero mi prima comenzó a ver un maratón de Betty, La Fea y ya saben lo que dicen: "Uno siempre debe tener claras sus prioridades".
Debo decir que, en un inicio, no tenía idea de cómo abordar este capítulo después del final del anterior. Sin embargo, decidí atenerme a eso mismo para explorar la situación desde los pensamientos de Marucho, al ser el que más le dolió la traición de Ren. Me doy cuenta de que la mayoría de capítulos están desde los ojos de Nick, ya que él y Leónidas son, en cierto modo, los protagonistas de más peso en esta ocasión por lo que es bastante común que veamos los sucesos desde sus ojos y por eso hay tanto odio hacia Ren en la narración (me disculpo con quienes lo tengan como personaje favorito). Sin embargo, también me gusta explorar las perspectivas de otros personajes como lo han sido Shun y Marucho hasta el momento.
Cambiando de tema, mando un saludo muy especial a Darth Mando por siempre estar ahí echándome porras, a mi viejo amigo David que hace tiempo que no lo veía (te echaba de menos, viejo) y a lipefelipe0007 que me dejó un comentario muy bonito hace unos días, del tipo que lo inspiran a uno para sucesos más adelante en la historia.
Antes de irme, solo quiero decirles que el próximo capítulo tardará más de lo esperado. Tengo que realizar un viaje esta semana, así que no puedo prometer una actualización el próximo viernes. Sin embargo, les tengo una batalla ya bastante anticipada para mi gusto entre unos individuos muy especiales ;)
PD: Aquí no se nota, pero en la serie Shun se desapareció con Fabia por dos capítulos enteros… en su casa…
¿Ese es su ídolo? El mío sí B)
