Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.
Gracias por leer y nos veremos después.
Continuamos con las aventuras del Conde Aomine y su ayudante murciélago Sakurai uwu.
Ryou aleteaba todo lo que sus pequeñas alitas le permitían. Estaba huyendo volando por los pasillos del enorme castillo de Aomine-sama. No podía permitir que le atrapara porque si lo hacía...
-¡Ryou!- grito el vampiro notando que el pequeño murciélago no estaba en su habitación -¿dónde estás? ¿Por qué huyes de mí?- el murcielaguito grito intimidado. El conde había despertado antes de lo previsto.
»Debo terminar mi trabajo antes de que Aomine-sama me encuentre« eran los pensamientos del pequeño murciélago mientras tenía los ojos cerrados y huía de su jefe.
Estaba preocupado que no noto que se dirigía hacia otro murciélago más grande que él. Este murciélago estaba de alas cruzadas y se mantenía con el ceño fruncido en el aire. El murciélago café choco sin remedio alguno con el otro.
-Hasta que te atrapo, Ryou- exclamo Aomine abrazando con sus amplias alas el cuerpo del murciélago café quien trataba de soltarse del agarre del conde -¿por qué huyes de mí? ¿Qué te hice ahora?-
Bueno... Pensó el castaño, prácticamente cada noche me tienes encerrado en tu alcoba después de que cenas y me haces el amor cada oportunidad que tienes en contra de mi voluntad pero no soy capaz de frenarte porque me encanta como me tocas pero ese no es punto, necesito hacer mis actividades, siguió en sus pensamientos el murciélago alejándose un poco de Aomine quien le veía intensamente.
-Yo...- las mejillas del mas bajito se tiñeron de rosa, volvió a su forma humana y encogió sus alitas avergonzado -tengo cosas que hacer en el castillo Aomine-sama, no puedo estar todo el día contigo. Alguien tiene que poner las telarañas en cada habitación que hay y sacar a los fantasmas para evitar visitantes inesperados- explicó el menor encogiéndose en su lugar.
Aomine gruño y regreso a su estado natural, atrajo al murciélago de la cintura y lo abrazo con fuerza haciendo que el menor pusiera sus manos en su pecho fornido.
-Necesitamos una sirvienta- exclamo el conde sin soltar al murciélago mientras acariciaba sus cabellos y las pequeñas alitas -no puedo permitir que mi futura reina haga todas esas cosas tan difíciles- beso las manos del murciélago quien estaba sonrojado -además, mi reina solo tiene que dedicarse a alimentarme a mí-
-Pero... pero- el sonrojo explotó en sus mejillas -Aomine-sama. Yo no soy digno de llevar ese título-
-Claro que lo eres Ryou- agrego Aomine -no cualquiera ha aguantado tantos años estar conmigo. Mi castillo nunca había estado tan limpio y ordenado como lo está ahora desde que llegaste- luego de eso se adueñó de los labios del castaño quien se dejaba llevar por los labios de Aomine flotando sin querer con ayuda de sus alitas. Aquel beso lo había deslumbrado.
Pero parece que se podía acostumbrar a eso.
