Estoy de vuelta con el supuesto 'one-shot' de Ella y Constance. Qué puedo decir... esto será para largo. Si pensaron que "Tú y Yo" fue muy lento (Slow burn), no saben nada. Este fic está dividido en tres actos, el primero es cómo se conocen, segundo es cómo se desarrolla la relación, y el tercero tomará lugar durante el mismo periodo que "Tú y Yo". Así que tengo planeado que en tercer acto se vea mucho de lo que pasó en el otro fic, pero desde el punto de vista de estos personajes nuevos.
Nota para este primer capítulo: inspirado y en honor a TDWP o, en español - El diablo viste a la moda
-Lo siento, esa posición ya no está disponible -anunció la mujer a la vez que giraba el cuerpo, abría una carpeta y volteó varias hojas antes de comenzar a escribir algo en un pedazo de papel.
-Eso no puede ser posible. Llamé el viernes y me confirmaron la entrevista para hoy…
La recepcionista de Recursos Humanos se dio la vuelta con una expresión neutral, como si no hubiera escuchado una sola palabra de lo que dijo.
-Aquí las cosas pueden cambiar mucho en cuatro días. Al menos intentamos llamar cuando algo así ocurre. Esto es lo que está disponible -dijo y le entregó el pedazo de papel.
La joven intentó contener el pánico que empezó a sentir al ver las únicas dos opciones en la hoja: una posición como editor en "Vida al aire libre", y la otra como asistente en "Ciao". No podía siquiera desmentir las palabras de la recepcionista. Apenas había estado en su apartamento en las últimas dos semanas por estar aplicando y yendo a varias entrevistas de trabajo.
-Esto… no reconozco ninguna de las dos… -Le tembló la voz y cerró la boca de repente al escucharse a sí misma.
Linda, según el nombre en la placa sobre el mostrador, se agachó bajo el escritorio, desapareciendo de su vista por varios segundos hasta que volvió a enderezarse y colocó dos revistas enfrente de ella. La portada de una tenía un hombre con un rifle, arrodillado al lado de un ciervo gigante que sin duda estaba muerto, y la otra revista tenía una modelo en bikini.
-Si te gusta la cacería, entonces "Vida al aire libre" será la opción perfecta. La posición de "Ciao" es de asistente, así que no creo que escribas mucho allí, al menos no de lo que querías.
-Había aplicado para la posición de Art Weekly… -Se dijo a sí misma, ignorando la expresión de empatía de la recepcionista. Necesitaba el dinero, así que algo tenía que hacer.
-Lo siento, querida. Esto es lo que hay. Si deseas puedo anotar tu información de contacto y te llamo cuando haya más posiciones disponibles.
-¿Cuándo puedo tener una entrevista para Ciao?
-Dame un momento -dijo Linda y alzó el recibidor del teléfono-. Sí, sí tengo a… -miró a la joven y arqueó una ceja, esperando.
-Eliana Quinn.
-Eliana Quinn, interesada en la posición de asistente. Sí. Oh…, claro. Sí. -Terminó la llamada-. Sube al piso 25 y gira a la derecha al salir del ascensor. No te podrás perder la recepción de Ciao.
-¿Ahora?
La recepcionista sonrió ante la expresión ansiosa de la joven.
-Sí, ahora. Ya te están esperando. -Linda agarró el pedazo de papel donde previamente había escrito las dos posiciones disponibles, y escribió un nombre.
-¿Sarah Bell?
-Pregunta por ella cuando llegues al piso de Ciao.
Los pocos pasos que dio de la oficina de Recursos Humanos al ascensor fueron suficientes para abrumarse con sus propios pensamientos. ¿Qué podía perder? Se había mudado a Nueva York dos semanas atrás y sus ahorros se habían esfumado con el depósito de seguro para el arriendo.
-Hola -saludó al llegar a la recepción-. Estoy buscando a Sarah. ¿Sarah Bell?
La recepcionista la miró con una expresión desinteresada, y sin decir una palabra presionó un botón en el teléfono sobre el escritorio.
-¿Eliana? ¿Eres Eliana Quinn? -preguntó una mujer que apareció de la nada en cuestión de segundos.
-Sí, aunque todos me llaman Ella. Prefiero Ella.
-Ajá. -La miró de arriba abajo-. Sígueme.
-¿La posición es para ser tu asistente? -preguntó, intentando seguirle el paso.
-Haré como que no acabas de hacer esa pregunta. -Aceptó un bulto de papeles que otra mujer le ofreció de paso, sin ninguna palabra o explicación-. Cuando comienzo a pensar que Recursos Humanos no tiene sentido del humor…. Linda te envió ¿cierto? -Ella asintió-. Esa mujer… juro que me quiere hacer la vida imposible -murmuró entre dientes.
Sarah se detuvo delante de un escritorio y extendió una mano como si estuviera esperando a recibir algo. La mujer sentada detrás del escritorio comenzó a buscar agitadamente, y con una expresión de pánico le entregó una sola hoja. Sarah no se molestó en dirigirle la mirada y mucho menos agradecer, solo colocó la hoja sobre el bulto que sostenía con el otro brazo.
-Yo soy la asistente y me iré en un mes gracias a mi ascenso. Mi última prueba es encontrar una asistente lo suficientemente apta para reemplazarme. Que está resultando más difícil de lo que anticipé -masculló en un susurro.
-Entonces me estarás entrevistado para reemplazarte a ti misma.
-Es lo que acabo de decir. Claro, si logras durar más de un día. Esta semana Constance ha despedido a dos asistentes y apenas es miércoles.
-¿Constance?
Aquella pregunta fue lo único que detuvo el ritmo de Sarah.
-Dime que sabes quién es Constance -preguntó con una expresión de horror.
-¿…No?
-¿Constance? ¿La editora en jefe de Ciao? -dijo con un tono escandalizado-. Oh no… no sé por qué me molesto con estas entrevistas -susurró para sí misma, pero fue lo suficientemente alto como para que Ella la escuchara.
-¡Sarah! -llamó un hombre que parecía haber subido los 25 pisos, corriendo por las escaleras-. Ya está subiendo y no parece estar muy feliz.
-Oh…
Ella se quedó rígida, mirando cómo el hombre anunció lo mismo lo suficientemente alto para que todo el piso escuchara. Todos reaccionaron de varias maneras; una mujer se peinó el cabello con los dedos, un hombre se puso de pie y se puso el chaleco de traje, otro hombre al fondo se quitó la camisa y puso una de traje planchada.
Sarah se aclaró la garganta y dejó los papeles sobre lo que Ella dedujo era su escritorio, porque abrió una gaveta y sacó un pequeño espejo para examinar su maquillaje. Luego sacó un lápiz labial y se retocó los labios. Acto seguido volvió a agarrar los papeles y un par de carpetas más. Ella estaba sorprendida de la facilidad con la que estaba sosteniendo todo con un solo brazo.
-Tú quédate aquí -ordenó Sarah con sequedad antes de apresurarse al ascensor.
Ella no se pudo mover, aunque quisiera.
-Buenos días, Constance. Aquí tienes los papeles que pediste del departamento de finanzas. -Le entregó uno de los papeles que sostenía-. Las fotos de la sesión de ayer. -Le entregó la carpeta azul.
-¿Sabías que Marcus canceló la reunión?
Sarah titubeó ante la pregunta, quedándose atrás por un par de pasos.
-No, claro que no. Su asistente no me avisó.
-¿Acaso no la llamaste para confirmar?
-No.
Constance se detuvo y la miró detenidamente. Sarah tragó en seco.
-No quiero excusas de tu incompetencia, Sarah. Esto no debería pasar cuando llevas casi dos años como mi asistente -dijo Constance con un tono neutral y Sarah abrió la boca, pero antes de que pudiera decir algo más, la atención de su jefa ya estaba sobre la mujer que no se había movido ni un centímetro-. ¿Y tú quién eres?
Ella abrió los ojos como de par en par. No estaba segura si era a causa de la pregunta o si era porque la imagen mental que se había hecho de la editora era totalmente errónea. Constance era joven, muy joven para ser una editora en jefe. Tal vez era por sus rasgos y cabello sobre los hombros que le daba un aire juvenil.
"Tiene que ser menor que yo" -pensó Ella que apenas había cumplido los veinticuatro años esta primavera.
-Ella no es nad… -Sarah volvió a tragar en seco cuando Constance la miró de reojo con seriedad- …tiene una entrevista conmigo para la posición…
Constance volvió a mirar a la joven de arriba abajo, antes de comenzar a quitarse el abrigo con un poco de dificultad por la bolsa que sostenía.
Sarah se apresuró a dejar los papeles sobre el escritorio para ayudarla.
-No me gusta repetirme. -Las palabras fueron dirigidas a la joven de ojos azules y pestañas largas, que no hizo más que parpadear antes de tragar en seco y atreverse a hablar.
-Eliana Quinn, aunque todos me llaman Ella. Prefiero Ella.
-Mhm. No había ninguna entrevista programada para hoy en el calendario -dijo, mirando a su asistente de reojo-. Pasa a mi oficina.
-¿Constance? -preguntó una Sarah confusa.
-La entrevistaré. Las otras dos que me trajiste no duraron un día y estoy cansada de tanta incompetencia, Sarah. No me hagas reconsiderar tu ascenso.
-C…claro, Constance. -Dejó el resto de los papeles en la esquina del escritorio de Constance y se retiró sin decir una palabra más, cerrando la puerta detrás de ella.
-¿Tienes tu currículum, Eliana?
Ella se mordió el labio inferior para no corregir y pedir que la llamara "Ella". Le entregó el papel que había estado sosteniendo desde que puso pie en Recursos Humanos. Constance no pareció estar impresionada con la información en la hoja ya que solo la miró por un par de segundos antes de agarrar una de las carpetas de color que le había entregado Sarah.
-¿Qué sabes sobre Ciao? -preguntó sin dejar de examinar el contenido de la carpeta.
Ella tragó en seco. Podría mentir, aunque eso, en su experiencia, nunca había terminado muy bien en su caso. Así que decidió ser honesta, como su abuela siempre había aconsejado. ¿Qué podría perder? Si no es allí, entonces podría trabajar en un McDonalds o en cualquier lugar mientras tuviera lo suficiente para mantener a sus hijos y pagar la renta. En todo caso, después de haber presenciado cómo los empleados de Constance habían actuado con el solo mencionar que estaba llegando, no estaba segura de querer trabajar en ese ámbito.
-No sé nada sobre Ciao.
Constance pausó y cerró la carpeta, cruzando las manos sobre ella.
-¿Sabes quién soy?
La mueca que hizo fue su respuesta.
-¿Sabes algo sobre la fotografía? ¿Moda? -Constance inspiró profundamente al notar la expresión avergonzada de la mujer-. ¿También me dirás que nunca has sido asistente?
Ella estaba segura de que en cualquier momento la echarían de aquel lugar, pero ahora no podía echarse atrás y mentir. No estaba preparada. No estaba supuesta a estar ahí.
-No a todas sus preguntas. Pero aprendo rápido. -¿Qué tan difícil puede ser un puesto de asistente? -pensó-. Tengo una licenciatura en periodismo y dos títulos adicionales en historia del arte y negocios internacionales. -Pausó y volvió a tragar en seco ante la expresión poco impresionada de la mujer, así que sintió la necesidad de explicarse-. No tenía muy claro qué quería hacer cuando empecé a estudiar… Sé que puedo hacer este trabajo, que puedo aprender, aunque no tenga mínima idea de quién sea usted en este mundo.
-¿Entonces qué hace aquí? Aplicando para una posición de asistente, para la cual está claramente sobrecalificada.
La mandíbula de Ella se tensó. Era consciente de que podía hacer más con sus estudios y títulos, y al parecer Constance, con el breve vistazo de su currículum, había deducido lo mismo.
-Es personal. Y, siendo honesta, necesito el dinero. ¿Qué otra razón se necesita? Pensó.
Constance arqueó una ceja. No estaba acostumbrada a que sus preguntas no fueran respondidas. Y aquella respuesta ha sido lo más honesto que ha escuchado en un largo tiempo. Todas sus asistentes, incluyendo a Sarah, han sido fanáticas del mundo de la moda o incluso de ella. Y esta Eliana parecía sincera cuando dijo que no la conocía y que solo necesitaba dinero.
Desinterés… otra cosa ausente en el mundo de Constance.
-Eso es todo -dijo con tal suavidad que Ella solo pudo reaccionar con un pestañear y una expresión de confusión.
-Constance, Marcus está al teléfono. Quiere hablar contigo -interrumpió Sarah, mirando a Ella de reojo.
-Supongo que… -Ella reconsideró sus palabras-. Gracias por su tiempo -agradeció sin poder deshacerse de la mueca de confusión que no se había borrado de su rostro desde que puso pie en el piso 25.
Antes de darse la vuelta y apresurarse hacia el ascensor, Ella vio cómo Constance alzó el recibidor del teléfono sobre su escritorio y comenzó a hablar con el mismo tono que había sido dirigido a ella.
El día ha sido pesado, interminable y drenante. Había intentado ser optimista desde que se levantó; tenía los estudios y algo de la experiencia que requerían en Art Weekly, pero cuando Linda le dijo que la posición ya no estaba disponible, todo el mundo y las posibilidades que se había creado en su cabeza se derrumbaron en cuestión de segundos. De ahí en adelante todo había ido de mal a peor.
-Buenas tardes, pequeña -recibió a su hija en brazos al abrir la puerta del pequeño apartamento que ahora era su hogar en Nueva York-. Gracias por cuidarlos -agradeció mientras acariciaba el cabello de su hija, despeinándola un poco.
-Sabes que haría cualquier cosa por mis sobrinos. Noah ha estado durmiendo desde que llegamos ¿Cómo te fue? ¿Quieres un té? ¿Café?
-Café me vendría perfecto. Siento que este día me ha drenado todas las energías.
-¿Entonces no fue tan bien como esperabas?
-Ya habían tomado la posición y solo me quedaban dos opciones. Tuve una entrevista, pero fue un desastre, Elena. -Hizo una mueca al recordar la expresión de Constance.
-¿Sí?
-Sí, en Ciao.
-Espera. ¿Ciao como Ciao la revista? -Soltó un chiflido.
-Sí, pero ya no importa. No me dieron el trabajo y, a pesar de todo, creo que estoy agradecida de que así fuera. Ya envié mi currículum a varios lugares más. Todo estará bien -dijo en voz baja, con desesperación disimulada, besando la mejilla de su hija.
-Está un poco cansada -dijo su hermana al ver cómo la pequeña Isabel intentaba mantener los ojos abiertos-. Caminó mucho en el zoológico. Pensé que estabas exagerando cuando dijiste que les gustaba.
-Duerme una siesta, cariño. -Besó la frente de su hija al recostarla sobre el sofá.
El teléfono en la pared de la cocina comenzó a sonar y Eliana se puso de pie rápidamente.
-¿Hola?
- Soy Sarah Bell de Ciao. ¿Puedo hablar con Eliana Quinn?
-Soy yo. Ella.
-Perfecto. No sé qué hiciste o dijiste, pero Constance te quiere aquí mañana a las 8AM en punto. No un segundo tarde. ¿Entiendes? -preguntó cuando la línea se mantuvo en silencio por más tiempo de lo que se le hizo aceptable.
-¿En serio?
-¿Crees que tengo tiempo para bromas? Mañana a las ocho en punto. No olvides su café -advirtió y la llamada fue terminada.
-¿Qué pasó? -preguntó Elena al colocar la taza de café enfrente de ella.
-Tengo trabajo… -susurró sin poder creérselo.
-¡Eso es estupendo!
-Sí… sí -dijo y sintió que el corazón se le detuvo al mirar su café, y entonces cayó en cuenta que Sarah nunca le dijo cómo le gustaba el café a Constance…
A Ella no le tomó siquiera una hora para arrepentirse de todo lo que había pensado sobre la posición de asistente, aunque también pensaba que la mujer -su ahora jefa- era un factor crucial en aquella determinación. Su primer día fue el peor que tuvo en su vida, y es que todo había comenzado mal.
Según Sarah (no le quedó de otra que apiadarse de ella) el café debía ser oscuro, sin crema y solo (se aseguró de recalcar) dos azúcares. Las palabras de la asistente habían sido suficiente para que sudara frío "Más vale que para cuando tome su primer sorbo, el café esté tan caliente como si lo hubieras sacado del trasero del mismo Satanás. No estoy bromeando, Eliana". No se lo había tomado a broma.
Estaba claro que Sarah admiraba a Constance de la misma forma que la temía y respetaba.
-Buenos días, Constance -saludó a las ocho en punto, dejando el vaso de café sobre el escritorio de la mujer.
Constance la miró de reojo antes de sentarse y agarrar la primera carpeta al costado. Ella tragó en seco cuando la vio tomar el primer sorbo.
-¿Qué es esto? -preguntó con la misma voz tranquila con la que la había echado el día anterior-. Sarah.
Sarah entró en la oficina de inmediato, mirando a Constance y a Ella de reojo.
-¿Qué es esto? -Alzó el vaso de café, mostrándoselo.
Ella no comprendía qué estaba pasando. ¿Qué había hecho mal? ¿Acaso Sarah la había saboteado?
-Llévatelo. Quiero mi café en menos de diez minutos.
Las dos asistentes se miraron entre sí.
-¿Qué esperan? -preguntó Constance.
-Claro, Constance -se apresuró a decir Sarah, agarrando el vaso de café, saliendo de la oficina. Ella permaneció atrás unos segundos más sin dejar de mirar a Constance que ahora tenía su atención en la carpeta con varias fotografías.
-¿Qué hice mal? -preguntó Ella entre dientes, siguiendo a Sarah hasta la cocina de la oficina, al final del piso.
-Esto está frío, Eliana. -Sarah volteó el café en el fregadero y tiró el vaso en la basura.
-Ella -corrigió, siguiendo a la mujer hasta su escritorio.
-Como quieras, Ella.
-No pudo haber estado frío -aseguró.
-¿Qué parte de "sacado del trasero de Satanás" no entendiste? ¿Dónde lo compraste?
-¿En la cafetería?
-¿En la cafetería? ¿Qué cafetería?
Ella hizo una mueca.
-¿La del vestíbulo?
-Oh, por Dios. Es un milagro que no te haya despedido al instante. Estoy realmente sorprendida de que aún estés aquí. -Sarah dio media vuelta y se sentó en su silla, escribiendo rápidamente en un pedazo de papel-. De ahora en adelante vas a ir ahí. -Le entregó el papel con un nombre y dirección-. Nada de cafetería de este lugar. Y si quieres durar más de una hora como asistente, nunca más vuelvas a mencionar que trajiste un café de la cafetería de abajo. No puedo creer que no lo haya escupido, incluso yo opino que es el peor café que he probado en mi vida -susurró entre dientes-. Te lo advierto porque no creo que tengas tanta suerte como para que vuelvas a repetir este error. El café es sagrado y sí, ha sido y será razón para ser despedida.
-Esto está… Sarah no llegaré en -chequeó el reloj en su muñeca- …ocho minutos.
Sarah se sacudió ligeramente de hombros.
-Entonces te aconsejo que vayas corriendo si no quieres ser la tercera víctima esta semana -dijo y negó con la cabeza, murmurando algo entre dientes. Sarah fue a escribir algo en su agenda, pero se detuvo y ladeó la cabeza para mirar a su posible reemplazo-. ¿Qué esperas, Ella? ¡Corre!
Desde el interior de la oficina, Constance alzó la mirada, observando la interacción entre las dos mujeres, aunque no logró escuchar toda la conversación con excepción del "Corre". A pesar de lo que Eliana podría estar pensando de la actitud de Sarah, Constance era consciente de que le estaba teniendo mucha paciencia. Mucha más de la que tuvo con las otras dos que fueron despedidas esa semana.
-Un café oscuro. Lo más caliente posible y con dos azúcares.
La mujer de cabello rojo natural agarró el vaso más grande y sonrió divertida.
-¿Vienes de Ciao?
-¿Mi desesperación es así de obvia? -Ella asintió y la sonrisa de la barista se ensanchó aún más.
-Eres la tercera está semana que pide esta orden con esas palabras exactas y el mismo pánico en su voz. ¿Aunque creo que te faltó algo sobre Satanás?
A Ella se le escapó una risita y se limitó a asentir y no decir lo que estaba pensando porque definitivamente comenzaba a creer que estaba trabajando para el mismo Satanás.
-Me llamo Jessica. Imagino que las otras dos cayeron ante la Reina de Hielo.
-Soy Ella ¿Reina de Hielo?
-Un día entenderás. Si es que sobrevives hoy. -Le hizo un guiño-. Aquí tienes el café. El azúcar está allí.
Ella agarró el vaso, haciendo una mueca de dolor al sentir lo caliente que estaba, y dio unos pasos a donde estaban los azúcares y varias opciones de crema.
-Oh no… -pensó al ver que había paquetes de varios tipos de azúcar.
Ella luchó contra las ganas de morderse el labio inferior mientras observaba a Constance degustar el primer sorbo de café -otra vez-. Esperaba no haberse equivocado con el azúcar que escogió. No tenía idea de cómo la mujer podía beberlo tan caliente cuando ella apenas pudo sostenerlo sin quemarse.
Constance tomó otro sorbo y dejó el vaso al lado de la carpeta que había estado revisando. Varios segundos pasaron hasta que alzó la mirada para encontrarse con los ojos azules y nerviosos de su nueva asistente.
-¿No tienes nada que hacer o pretendes mirarme todo el día?
Ella salió rápidamente sin decir una palabra.
Espero que 'los brincos' en el tiempo y entre escena no sea muy confuso. Me dejan saber cualquier cosa, por acá o Twitter TMisles. Saludos!
Se me hace un poco complicado formatear bien el cap acá, también está en AO3.
