La vida es un sauce

Disclaimer: Nada me pertenece.

Esta historia participa en el Multifandom 4.0 del foro Alas negras, palabras negras con la tabla musical y el prompt una canción de amor. He elegido Willow de Taylor Swift, que siempre me ha recordado a Lila.

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I

Diego le cae bien. No debería, pero lo hace. Es un error de principiante. Cualquiera sabe que no hay que encariñarse con alguien a quien te han ordenado matar. No es que a Lila le hayan ordenado matar a Diego por ahora, si fuera así ya lo habría hecho, pero no es tonta y sabe que cuando encuentren a Cinco no van a despedir a los hermanos Hargreeves con un apretón de manos.

Ha intentado tomar distancia, distancia emocional, claro, físicamente tiene que estar lo más cerca posible de él. Ha intentado reírse de su idealismo y mirar desde arriba sus traumas de la infancia, pero ha sido inútil porque precisamente que Diego siga siendo un idealista a pesar de su infancia de mierda es una de las cosas que hacen que a Lila le caiga bien.

Admira su bondad y su deseo de hacer las cosas bien, de hacer algo bueno por las personas. Su madre le ha enseñado a ver ese tipo de cosas como una debilidad, pero a Diego eso lo hace fuerte. Es un hombre con un propósito y está totalmente centrado en él, diseñando estrategias para llevarlo a cabo. No son planes muy inteligentes y su meta tampoco es que tenga mucho sentido, pero al menos está centrado en algo y pone todo su corazón en ello. A Lila le resulta refrescante esa actitud después de llevar tantos años rodeada de personas frías que se limitan a hacer su trabajo para la comisión sin pensar en nada más. En contraste, la pasión con la que Diego vive su vida le resulta realmente atrayente, casi envidiable. Al menos él sabe por qué hace lo que hace, a diferencia de ella.

Tal vez es por eso que Diego no se está desmoronando allí dentro. Tiene días malos, es imposible no tenerlos estando encerrado en un psiquiátrico, pero en general consigue mantener la calma y sobre todo el sentido del humor. Esa es otra de las cosas que le gustan de Diego, que hablando con él no se aburre nunca. Lila no sabe cuándo empezó a dejar de considerar hablar con él parte de su trabajo para empezar a disfrutar con ello, cuándo dejó de ser un personaje creado para esa misión y empezó a ser ella misma con él. Sí que sabe, sin embargo, que sin Diego esta experiencia hubiera sido completamente insoportable.

También sabe que matarlo le va a doler, pero prefiere no pensar en eso. Hay muchas cosas en las que Lila prefiere no pensar, como en todo lo que su madre le está ocultando y en por qué lo está haciendo. Ella solo se deja llevar. Hace lo que tiene que hacer. Su madre siempre dice que la vida es un sauce y que hay que moverse a favor del viento en lugar de romperse con él, así que Lila se deja arrastrar por el vendaval que es su madre aunque piensa que quizá la muerte de Diego sea aquello que haga que ella se rompa.

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II

Lila descubre que está enamorada de él dentro de un armario. Se ha metido ahí haciendo su papel de loca. Está fingiendo un ataque de ansiedad para conseguir que Diego no la deje sola en la casa. Necesita ir con él y Cinco. No puede perderlos de vista. Escapar del psiquiátrico ha sido liberador, pero también ha vuelto su misión mucho más complicada.

A Lila no le resulta difícil fingir que se encuentra al borde de la desesperación. Es una buena actriz y tiene claro su personaje. Es una chica que acaba de ver algo que pensaba que era imposible. La verdadera Lila no está para nada sorprendida, pero cualquier otra persona lo estaría.

Comienza a inventarse una historia sobre la marcha, algo sentimental y estúpido sobre el yogurt y las cosas que no entiende. Diego la mira con sus ojos castaños y hay tanto amor en esos ojos y tanta dulzura en las palabras con las que intenta reconfortarla que Lila siente que casi podría echarse a llorar de verdad. Hace mucho que nadie la mira así, que nadie le habla como si lo único que le importara fuera su bienestar. En ese momento es consciente de que Diego la quiere y de que ella también lo quiere a él. Sabe que su corazón se romperá en el mismo momento en el que ella rompa el suyo. Le gustaría saber también cómo evitarlo, pero es consciente de que eso es imposible.

Al menos la misión va bien. Consigue salvarlo y le cura las heridas. Luego se acuestan. Eso no forma parte de la misión, pero a Lila le apetece. También le habla de sus padres, de los biológicos, claro, de su madre no le puede hablar. No es un acto premeditado. Simplemente le sale natural contárselo. Hablar con Diego es demasiado fácil. Cuanto más tiempo pasa en su compañía más unida se siente a él.

Estar con Diego es como dejarse llevar por la brisa, pero Lila no puede permitirse hacerlo por mucho tiempo. Otros vientos tiran de ella. Es en la toma de posesión de su madre cuando lo decide. Si ella puede tener lo que quiere, Lila también debería poder tenerlo. Nada de lo que está a punto de hacer entraba en sus planes, pero Diego ha trastocado toda su vida y Lila necesita poner orden y volver a tener el control, o quizá tenerlo por primera vez. Será la hija que su madre quiere, pero lo será con Diego a su lado. La vida es un sauce, pero esta vez Lila será su propio viento y cumplirá sus deseos en lugar de doblegarse ante los planes de otros.