Prólogo
El hielo, fino y extenso manto de escarcha, fue testigo de sus más grandes logros.
Sus inicios, como todo buen patinador, estuvieron llenos de dificultades y situaciones complejas, pero no fueron impedimento para que, llevado por la constancia y el amor al deporte, escalara y se ubicara entre los mejores del mundo.
Nunca estuvo satisfecho con las enseñanzas de sus entrenadores, y no porque no fueran buenos (de hecho, eran de los más nombrados en la disciplina), sino porque sentía que cada rutina y ejecución técnica no eran lo suficiente como para conformarse. No dejó de agradecerles, pero cuando tenía la oportunidad iba a la pista y practicaba movimientos y saltos más complicados, aquellos que ningún otro patinador se atrevía a intentar.
Era muy ambicioso por la perfección y la originalidad, por lo que, tras largos y extenuantes entrenamientos, logró desarrollar un estilo propio que fue reconocido por todos en los campeonatos continentales y mundiales, convirtiéndose rápidamente en un referente del deporte madre de invierno.
Pero no todo fue color de rosa. Situaciones ajenas, pérdidas y descubrimientos desgarradores tuvieron cierto efecto en su rendimiento y lo llevaron a plantearse si lo que estaba haciendo era justo lo que quería. Adoraba el patinaje, de eso no había duda, pero sintió que debía experimentar, probar cosas diferentes y buscar nuevas emociones sin salir de ese ámbito que tanta dicha le trajo.
Fue entonces que la conoció.
De carácter inflexible y hasta imprudente, esa azabache de ojos grises como la tormenta causó una impresión media cuando la vio sobre el hielo por primera vez. Se notaba que era principiante, pero el potencial que emanaba no pasó desapercibido ni para él ni para nadie, por lo que explotarlo se volvió su principal prioridad.
Quizá la expectativa que tenía en ella era muy alta, pero aún con las exigencias le demostró que era capaz de cualquier cosa. Su mirada era ambiciosa, recordándole a sí mismo y a sus épocas doradas, pero también tenía un tinte único que poco a poco, y en contra de lo que imaginó, pudo conocer mejor.
Sí, su intención, aquella que se planteó tras abandonar la Escuela de Montreal, pudo llevarse a cabo, pero esa muchacha aguerrida le enseñó muchas otras cosas, emociones que iban más allá del ámbito deportivo. Su carácter frío, aquel que tanto lo caracterizó en los últimos años, logró transformarse gracias a las nuevas e inesperadas anécdotas, y aunque fueron cambios paulatinos, encendieron en él una chispa que creyó extinta durante mucho tiempo.
Pero había algo que le hacía dudar, algo que aparecía en su mente y le motivaba a escapar sin justificación alguna. Eran sus fantasmas los que, aprovechándose de una situación, lo llevaron a tomar una decisión.
"No me dejes nunca".
Una petición que, aun cuando fue dicha sin el contacto cálido de sus ojos, le hizo replantearse una y mil cosas, pero el arrepentimiento no llegó a tiempo.
Y, por ello, siempre la misma pregunta lo perseguía: ¿Realmente hice lo correcto?
Hola hola! Estoy de vuelta, esta vez, con un long fic (el primero que escribí). Lo iré subiendo paulatinamente, así que espero que le den una oportunidad y lo disfruten tanto como yo lo hice al escribirlo ^^
