¿Es posible cambiar el destino?
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Disclaimer: Los personajes de Ranma ½ son propiedad de Rumiko Takashi, los cuales tome prestado para realizar esta historia que si es de mi pertenencia.
El universo en el que se llevará a cabo la historia será narrado en la época de Monarquía.
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Capitulo Uno:" Una realidad Dolorosa"
—¿Qué es lo que estás diciendo?
La voz masculina contenía un tono pesado, que iba acorde al ambiente sombrío que reinaba dentro de las cuatro paredes de esa habitación. Ranma Saotome, siempre se caracterizó por ser una persona a la cual el título de "imprudente" le calzaba a la perfección, sentía como lo único que se mantenía firme en su interior comenzaba a desmoronarse. Sin embargo, meses atrás se había prometido así mismo la intención de cambiar, lamentablemente la persona que debería notar y apreciar ese cambio lo ignoraba por completo.
Las palabras "Soy inocente" se quedaron atascadas en su garganta. Había perdido la cuenta de la cantidad de veces que fue testigo presencial de cómo sus colegas de profesión la solían emplear para apaciguar el humor de sus amantes, cuando estas se enteraban de algún desliz que estos cometían, pero su caso era diferente, a pesar de que la situación demostraba lo contrario.
—No me gustan repetir las palabras, pero quizás tu audición se haya dañado con los fuertes gemidos que tu amante emitió momentos atrás.
Ranma se mordió el labio inferior con fuerza tratando de contener a raya el dolor que le infringía esas palabras a su enamorado corazón. El tono lleno de desprecio y frialdad era lo único que había recibido de su "dulce" esposa durante los meses que llevaban de matrimonio, pero si ella deseaba dejarlo, estaba dispuesto a demostrarle que no lo permitiría con facilidad.
—Hasta que la muerte nos separe—mencionó con molestia tratando de ocultar con su orgullo lo herido que se sentía—Esos fueron nuestros votos en nuestra ceremonia de matrimonio y para ti lamentablemente es la única manera que vas a lograr alejarte de mí Akane.
El sonido de la puerta siendo golpeada con fuerza lo acompaño al abandonar la habitación, dando a si la finalización de su conversación. La respiración agitada de Ranma amagaba con asfixiarlo en cualquier momento, con pasos tambaleantes se acercó hasta una de las paredes del pasillo.
—¿Por qué no puedes amarme? —preguntó en voz baja con la mirada perdida y su mano derecha presionó con fuerza en su pecho, donde su corazón seguía latiendo aceleradamente de la misma manera desde que sus miradas se cruzaron por primera vez.
Ser el segundo hijo del Duque Saotome, le habían enseñado desde una temprana edad que no debía codiciar lo que no era suyo, por esa razón decidió que el mismo iba a abrir su camino hacia el futuro y no vivir bajo sombra de su familia. Con mucho esmero y disciplina su fama y reconocimiento fueron ganados merecidamente en el campo de batalla.
—Nunca desee que las cosas tomaran este camino—musitó con pesar al recordar como su vida dio un giro al regreso de una batalla, donde gracias a su fuerza y agilidad se había ganado el título del mejor espadachín del imperio. Un ataque sorpresivo a uno de los miembros de su familia ocasionó que su sentido de cordura y decoro se torcieran con fuerza.
El peso de sus errores seguía aumentando en su pecho, pero de todas maneras se vio obligado a impulsar a su cuerpo a seguir avanzando. No deseaba que su esposa presenciara la debilidad que ella representaba para él. Su máscara de frialdad debía permanecer intacta.
—Su majestad— Isaí el mayordomo lo saludo cuando ambos se encontraron en el marco de la puerta.
En los labios varoniles de Ranma se dibujó una sonrisa amarga ante el título que los trabajadores utilizaban para llamarlo.
—Las doncellas ya quitaron lo solicitado, sin embargo, por el horario será difícil remplazar lo desechado.
Con un leve asentimiento de cabeza acepto el informe recibido. Sin molestarse en añadir nada más ingreso a la habitación que desde su niñez formaba parte de la larga lista de lugares que detestaba dentro de esa enorme mansión.
—La cena será servida en brevedad—nuevamente la voz masculina interrumpió su avance.
Ranma maldijo internamente ante la molesta intervención. A pesar de que entendía la educacion y la costumbre de la servidumbre, eso no quitaba que a estas alturas todos los miembros que habitaban en el castillo ya estuvieran enterados de lo acontecido horas atrás, aunque gracias a la reputación que llevaba sobre su persona, seguramente le resultaría como algo predecible. Seguramente las apuestas en su contra de cuanto demoraría en regresar a sus viejos hábitos estarían a la orden del día. Tal vez nadie lo decía en voz alta, pero él mejor que nadie sabía lo que se murmuraba a sus espaldas.
—No tengo apetito, pero… seguramente mi esposa deseara cenar en la habitación—decidió cortar con la conversación incomoda. Al escuchar un débil "Si, su majestad", exhalo un suspiro agradecimiento al sentir como los pasos del hombre se alejaban con rapidez.
Con una mirada vacía terminó de ingresar a la sala que estaba destinada a ser utilizada como la oficina personal que solo podía ocupar la persona que ostentaba el título en su poder, esa regla fue regida por todos sus predecesores en el pasado. Contempló con una mueca la decoración interna, deteniéndose en un momento en el escudo que descansaba sobre la chimenea una espada rodeada por el cuerpo de un dragón, era el símbolo que representaban al ducado Saotome que era la familia más poderosa por debajo del Emperador, no por nada eran considerados como la mano derecha del Imperio.
Desde una temprana edad sus padres se ocuparon de explicarle cual era el peso de haber nacido y cargar con el apellido Saotome. No obstante, Ranma al ser el menor de los dos hijos que la pareja había concebido durante el matrimonio, no fue tomado en cuenta sobre las obligaciones y responsabilidades que debería desempeñar, pues todo cayó sobre los hombros de su hermano mayor Shinnosuke, no solo era por ser el primogénito, sino que también contaba con el favoritismo de su padre.
Convertirse en un caballero de la orden del Emperador fue el camino que decidió tomar a la corta edad de catorce años, en plena adolescencia abandonó la mansión ducal para trasladarse a las barracas donde comenzaría su duro entrenamiento, que dio frutos favorables y dos años después fue enviado junto a los demás caballeros a una batalla contra un reino vecino que duro cuatro años.
—Odio todo esto—murmuró al recordar como a su regreso de la batalla su padre de manera desdeñosa le notificó que, ante la muerte de su hermano, el puesto de duque ahora le pertenecía—, pero más me odio a mí mismo.
En un acto de rebeldía apenas el título estuvo en sus manos se dedicó a llevar una vida libertina y derrochadora, cada vez que iba a una fiesta el alcohol inundaba sus labios y al día siguiente amanecía en un lecho desconocido junto a una mujer que caía ante su atractivo. Presenciar el rostro molesto de su progenitor cada vez que notaba su apariencia desordenada al regresar a la mansión solo aumentaba sus deseos de seguir con esa rutina.
No obstante, el Karma existe y el mismo lo padeció cuando conoció a una joven que no fue deslumbrada por su belleza. Akane Tendo, la hija de un simple Barón sin ningún poder político, ni riqueza, fue la única mujer que hizo que su corazón se acelerara cada vez que se cruzaban por casualidad por la calle. Al comienzo sus saludos y sonrisas al verse cara a cara eran dulces y sinceras, lamentablemente después el cambio se dio y era claro que su mala fama había llegado a sus oídos.
Muchos catalogaban su interés ante la mujer como un mero capricho, ya que mencionaban que era su orgullo herido el que lo impulsaba a querer tenerla a costa de cualquier precio. Lamentablemente, todos estaban equivocados, su interés nació cuando descubrió que Akane no le importaba ni mucho menos respetaba que él se encontrara en un puesto importante, ella solo lo veía como un hombre libertino y derrochador. Hasta la fecha seguía molesto que su fama encubriera su verdadera personalidad.
Una deuda entre ambas familias, fue la única oportunidad que encontró para obligarla que se unieran en matrimonio, estaba seguro que al compartir su vida juntos ella se daría cuenta de su lo que la fachada externa cubría. Una que anhelaba amor y protección, estaba seguro de que podría obtener su corazón en el proceso, pero para su mala fortuna eso no sucedió. Akane se lo dejo en claro la noche que iban a compartir el lecho, que solo era un matrimonio de papel y sin amor y que la intimidad no iba a formar parte de su unión.
Ranma comprendió que iba a ser difícil ganarse su confianza, fue allí cuando decidió que iba a cambiar para demostrárselo día a día. Empezó a desarrollar las tareas de Duque con responsabilidad y las salidas a banquetes fueron eliminadas por completo, solo asistía a menos que fuera una en la que el Emperador exigiera su presencia.
Todo iba avanzando como lo tenía planeado, le brindo varios detalles a su esposa en su deseo de conquistarla y esa ocasión estaba seguro que casi podía saborear la victoria en sus labios, la sonrisa y el brillo que reflejaba en su rostro delicado era prueba de ello, pero el destino a veces le brindaba una cachetada en la cara para demostrarle que los errores del pasado iban a formar parte de la vida y que no era posible borrarlos con solo intentar olvidarlos.
La visita de su ex cuñada esa tarde había sido una señal que tendría que haber tenido en cuenta, pero Ranma había sido ingenuo ante las lágrimas de la hija menor del Emperador.
—La astucia se hereda—admitió entre dientes, pues la mujer en un descuido de su parte había logrado verter una droga en la taza de té que bebía. Su mente estaba tan confundida que solo fue consiente de la realidad cuando la puerta del estudio fue abierta con fuerza y la figura menuda de su esposa los contemplaba con una mirada llena de repugnancia.
No habían llegado a consumar el acto, pero ambos estaban recostados en el sofá y sus ropas estaban desordenadas. Ranma estaba seguro que si la llegada de Akane se demorara unos minutos más seguramente iba a cometer un error imperdonable, a pesar de que no estaba en sus sentidos en ese momento.
Desvió la mirada contemplando con molestia el lugar vacío donde los muebles habían sido desechados. Su solicitud no fue solo acto de contemplación con su pareja, sino también era consigo mismo. Desde que sus padres abandonaron la mansión se propuso la idea de redecorar todo el lugar, pero su repentino matrimonio y el poco tiempo que disponía debido a sus obligaciones, solo retrasaron su cometido.
La casi vacía habitación fue fuertemente iluminada por un relámpago que surco en el firmamento, el cual anunciaba que la tormenta iba azotar el territorio. Su mano en un movimiento impulsivo se metió en el bolsillo de sus pantalones, como si buscaran con desesperación algo que lo sacara de la pesadilla que vivía, no fue hasta unos segundos después sus dedos rozaron la fría superficie de metal del reloj que su niñera le había regalado en su lecho de muerte.
«Utilízalo cuando creas que sea necesario» pensó las palabras que la mujer mayor mencionó. En su momento Ranma no le presto atención, pues el objeto era totalmente obsoleto, ni la perilla que servía para darle cuerda giraba, igualmente lo mantuvo a su lado por pertenecer a la única persona que le brindo algo de cariño en esa casa.
—Su majestad, su Alteza el segundo príncipe está de visita.
Ranma arrugo el ceño ante las palabras del mayordomo. No por quien estaba de visita, sino por la hora tan importuna, pero él mejor que nadie conocía la personalidad del segundo sucesor del trono.
—Dile que pase.
La puerta fue abierta solo unos segundos después de que dio su aceptación. Ranma contemplo como un joven de aproximadamente su edad cruzaba por la entrada. Con un gesto de mano le indico al mayordomo que saliera.
— Tú nivel etiqueta es pésima—comentó apenas noto que ambos estaban solos dentro del estudio.
El hombre que tenía una contextura física parecida a la suya solo se encogió de hombros restándole importancia a sus acciones. Ryoga y él eran demasiados parecidos, no solo por su comportamiento y la forma tanto de pensar o ver la vida. Ellos compartían el mismo estigma en el núcleo de sus familias.
Ser menospreciados por solo haber sido concebidos después que ambas familias ya tuvieran a sus herederos a ocupar el cargo de sus progenitores poseían. Ryoga era el hijo del Emperador, y a pesar de ser el segundo en la fila de sucesión. Su padre no le prestaba ni la más mínima atención, para sorpresa de todo el imperio la mayor autoridad solo tenía corazón para dos de sus tres hijos, no por nada los consideraban como si fueran invisibles.
—No es peor que tu vestimenta—la voz de Ryoga contenía un tono lleno de diversión.
Ranma imitó el gesto de hombros que hizo su amigo, mientras le daba la espalda en una clara respuesta que no deseaba hablar de ello. Entendía mejor que nadie la sorpresa del castaño, principalmente cuando desde su matrimonio comenzó a utilizar diariamente los trajes que demostraban su nivel jerárquico, como muestra de que por fin estaba comenzando a tomar las responsabilidades que ignoro desde que fue anunciado como el nuevo Duque Saotome.
No obstante, no quería mencionar que la chaqueta y el chaleco de su traje posiblemente en esos momentos estarían convertidos en cenizas junto a los muebles que los sirvientes sacaron horas antes bajo su orden. Otra de las razones por las cuales sus labios permanecían cerrados fue por la otra parte involucrada, que era nada más ni nada menos que la hermana menor de su amigo. No por que este fuera a defenderla, sino que si este accidente llegaba a los oídos del Emperador podría exigir una compensación que no deseaba cumplir.
—No importa. Solo venía a avisarte que Kodashi está de regreso—prosiguió el segundo heredero al trono— Se enteró de tu matrimonio y le está exigiendo a Padre la anulación de tu unión.
Una sonrisa amarga se curvo en los labios de Ranma. Las palabras de Ryoga inundaban sus sentidos, mezclándose al grado de hacerlo sentir incómodo "Matrimonio y anulación" eran las únicas palabras que lo perseguían desde su enfrentamiento con la mujer que pronuncio los votos frente al altar. A los ojos de la sociedad se comportaban como una pareja real, pero a penas esa mirada estaba fuera de su alcance un muro de frialdad era levantado por su esposa, como un recordatorio que lo que compartían era solo un contrato entre ambos.
A pesar de todo, al enterarse de las intenciones de la hija del Emperador lo tomaron por sorpresa, más cuando, un par de años atrás era su cuñada, solo de recordar el amor que demostraba ente su hermano y la azabache era la envidia en la sociedad. Él había sido uno de los que sentía ese sentimiento, que para su mala suerte hasta la fecha no había recibido.
Nuevamente la luz ingreso de un rayo ingresó por la ventana de la habitación, opacando momentáneamente la tenue iluminación que emitían las velas. La mirada azulada de Ranma involuntariamente se desvió hacia el exterior, como si estuviera hipnotizado por ello, su mente se puso en blanco mientras contemplaba como las ramas desnudas de los árboles se mecían por el viento.
—Ranma…
La voz de Ryoga fue obstaculizada por un grito femenino que parecía tener procedencia desde el segundo piso. Justo cuando el trueno resonó con fuerza la puerta del estudio fue abierta con brusquedad.
— Señor, la Duquesa— la voz del mayordomo temblaba de miedo. Ranma sin dudarlo se acercó a él con pasos acelerados para exigirle una explicación — Afuera… ventana. —Sin dejarlo explicar algo más, empujo al hombre a un lado y empezó a correr hacia el jardín que servía como paisaje desde la habitación de su esposa.
A pesar de llevar tantos años en un campo de batalla, donde las posibilidades de sobrevivir eran escasas, se vio obligado a acostumbrarse a los escenarios donde la sangre y gritos de dolor que sus compañeros al caer frente el filo de las espadas era algo cotidiano, pero a pesar de presenciar tantas atrocidades jamas se imaginó que la escena que estaba frente a sus ojos sería tan dolorosa.
Un fuerte trueno resonó en el firmamento. Ranma solo fue consiente como su cuerpo perdió estabilidad y sus rodillas impactaron sobre el suelo, debido al impacto emocional que estaba sufriendo no fue consiente como las gotas empezaron a caer con fuerza. Su mente se encontraba en una nebulosa de incredulidad, el dolor en su pecho fue el detonante para devolverlo a la realidad.
—¡Akane! — el grito fue amortiguado por la lluvia, pero ni así podía entender como la situación había tenido un desenlace tan desastroso.
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R&A
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El cielo permanecía totalmente encopado por nubes grises, anunciando que la época de lluvia seguía presente en el Imperio. Todos los miembros que habitaban en la casa mayor del ducado se encontraban presentes el cementerio que pertenecía a la familia donde descansaban los restos de sus predecesores.
Perder a un ser querido era considerado un sentimiento devastador, sin importar la causa que desencadeno tal suceso. Cada uno de los rostros de las personas presentes reflejaba tal hecho, pero principalmente el más afectado era el actual amo del Ducado, que a pesar de que su rostro estaba carente de emociones, cualquiera era consciente de que fue el sentía la perdida.
—¿Ranma, estas bien? —la voz suave como un murmullo fue pronunciado por Ryoga, en un intento de atraer la atención de su amigo y compañero de armas. El mejor que nadie sabía que a pesar de estar de pie de manera inmutable, su interior debe estar hecho jirones. Además, no quería que nuevamente una muerte de un ser querido marcara el rumbo de su vida.
Si alguien preguntaba cuántas vidas fueron quitadas por el filo de sus espadas, no podrían dar una cuenta exacta. No obstante, eso no significaba que el olor a hierro de la sangre no se borrara de su olfato, como tampoco se lograba evitar que los rostros de esos individuos no inundaran cada noche en sus sueños, recordándoles como esta era una prueba fehaciente de la crueldad que acarreaba una guerra.
Ranma Saotome siempre se caracterizó en el campo de batalla, por demostrar cierta frialdad a la hora de empuñar una espada, su rostro siempre carecía de emociones a pesar de estar cubierto de tierra y sangre.
Frialdad era la barrera que nadie notara sus debilidades. Rebeldía y libertinaje fueron el método empleado como venganza contra sus padres que menospreciaban su presencia en cada oportunidad que tenían a mano. Ryoga lo comprendía, por eso jamás cuestionó sus actos. A pesar de que cuando le brindo la noticia de su matrimonio le causó cierta sorpresa, lo único que fue capaz de hacer es darle felicitaciones y desearle que viviera por primera vez lo que tanto anhelaba, eso era su prioridad a cuestas de que estaba perdiendo a su compañero de aventuras con el sexo opuesto.
Amor era una palabra importante por todo lo que esas cuatro letras conllevaban y el anhelo siempre lo acompañaba. Ryoga sabía que su amigo tenía sentimientos fuertes por la simple hija de un Barón en bancarrota, tal vez por eso estaba feliz por presenciar los cambios favorables que demostró en tan poco tiempo.
(TIC-TAC…TIC-TAC)
El sonido de un reloj se escuchaba con bastante claridad, a pesar de que las palabras del sacerdote y algunos sollozos eran lo único que se escuchaban entre los presentes.
—Mi madre siempre mencionó que la codicia era la perdición de una persona— Ranma hablo con voz leve, pero fría a la vez, como si notara recién la presencia del segundo príncipe— y lo más irónico es que a pesar de ello, no puedo aceptar lo sucedido.
(TIC-TAC…TIC-TAC)
Ryoga arrugó el ceño al no comprender las palabras del azabache, pero lo que más le incomodaba era el molesto sonido del reloj, giro la cabeza en varias direcciones en búsqueda de la ubicación de dicho artefacto, hasta que notó que provenía de una de las manos de su amigo. Sin embargo, lo que le sorprendió es que de la mano en forma de puño caían gotas de sangre que impactaban sobre la tierra húmeda, cuando iba a preguntarle la boca de Ranma se abrió nuevamente con una mueca.
—Soy un asesino— musito con ironía—, pero no quiero vivir sin Akane y estoy dispuesto a estar con ella sea por el camino que sea necesario.
—¿Ranma?
Ryoga cuestionó con sorpresa y miedo, pero lo único que recibió como respuesta es como los ojos azules de la azabache se cerraban y una sonrisa triste curvaba en sus labios, segundos después presenció cómo en cámara lenta el cuerpo del actual Duque se desplomaba.
El cielo rugió con fuerza, haciendo temblar el suelo, posteriormente los gritos de los presentes siguieron. La densa lluvia se desencadeno con fuerza, siendo testigo presencial que por segundo día consecutivo "El manto" de la muerte golpeaba del núcleo familia Saotome.
Continuara…
