Trunks había entrado en la habitación del tiempo junto a Vegeta. A solas. Poco tiempo tuvo para pensar en ello, pues apareció frente a su puerta después de un arduo entrenamiento y con el mismo gesto nefasto con el que lo había estado mirando desde que llegó, le avisó que mañana a primera hora entrarían en ella.

Los días anteriores había escuchado sobre esa famosa habitación. Hablando con Goku, que era mucho más accesible que su propio padre, cayó en cuenta de que esta sí era una opción completamente viable. Sabía que, vistas las circunstancias, solo había dos variantes: al disponer de poco tiempo para los juegos de Cell, la habitación debería de ser usada lo antes posible y por uno o varios guerreros a la vez. El hacer equipo con su padre para disponer de la sala para ellos solos era lo más lógico, aunque no lo más cómodo. Goku entrenaría con Gohan, de eso estaba seguro: no había manera en la que los saiyajin de mayor edad y experiencia pelearan juntos, mientras el poder se distribuyera entre más de su misma raza, mayores serían las posibilidades de ganar. Sí, era la estrategia más lógica. Se ruborizó mientras hablaba con Goku. Él no deseaba entrar con su padre, no después de los intentos patéticos de acercarse a él y ser constantemente rechazado. La segunda variante, aunque poco probable, era que el príncipe en su afán ególatra entrenara solo y así Trunks lo hiciera en compañía de Goku y Gohan. Como fuese, su cuerpo y corazón eran bombardeados por las emociones más intensas: ante tanto ki poderoso a su alrededor, aunque aliado, su cuerpo estaba alerta todo el tiempo; en la presencia de la personalidad gentil, jovial y, sobre todo, esperanzada de Gohan, su alma se quebraba. ¿Y qué decir de su padre? Eso solo lo hacía suspirar.

A pesar de sus dudas, no refirió a su padre más que una mirada y un movimiento con la cabeza en señal de entendimiento. Tan rápido como vino, se fue y Trunks, que había sostenido su respiración, soltó el aire que le caló en la garganta como si fuese el fuego más cercano al sol.

La indiferencia con la que su padre se paseaba por todos lados era más que notoria y no solo hacia él: todo cuanto lo rodeaba parecía ser indigno de su atención. ¿Cómo habría sido crecer junto a él? ¿Habría muerto en soledad a causa de su orgullo, sin poder retractarse? Dios sabía que si su padre no era lo suficientemente fuerte como para sobrevivir, eventualmente los demás también morirían y la línea del tiempo se repetiría. Era, entonces, un consuelo pensar que, aunque no gozaría jamás de una relación con él, al menos estaba de su lado y, fueran las razones que fueran, lo había elegido a él como su compañero de entrenamiento.

No había sentido tanta soledad como cuando Gohan murió. Y aunque su personalidad tímida no le permitía relacionarse, al menos había otros como él, que peleaban por lo mismo. Pero fuera del orgullo del guerrero y de lo que podía compartir con los otros, estaba solo. O al menos eso estaba pensando cuando tocaron a su puerta. Al levantarse, escuchó el ruido de una sonaja caer anticipando la llegada de su madre.

— Trunks, hijo, solo pasé a darte las buenas noches.

Ver a su madre más joven y con el espíritu reparado, o mejor dicho, nunca roto como en el futuro, removía sentimientos de todo tipo en su corazón. Le hacía recordar a su propia madre, a la que ya le habían pasado 18 años y que extrañaba infinitamente.

— Mamá, gracias, buenas noches.

— Vegeta me dijo que entrarán a la habitación del tiempo.

— Sí, justo mañana.

— ¿Estás nervioso? — le preguntó ella. Quiso ocultarlo pero no le salió: ¿o es que automáticamente Bulma podría leerlo por el simple hecho de ser su mamá?

— Sí, la verdad, sí lo estoy — confesó con un rubor.

Bulma entró en la habitación, emitiendo una pequeña risa. Los segundos en los que en su rostro se había notado la preocupación fueron cortísimos: ella no estaba preocupada.

— Sé que tu padre puede ser temerario… — comenzó — pero después de todo, eres su hijo. Él no lastimará a su propio linaje — lo dijo calmadamente, retirando la mano de Trunks de su blusa.

— Además, si te hiciera algo, se las tendría que ver conmigo, ¿verdad que sí? — preguntó a su hijo de un año.

Trunks se miró a sí mismo con misterio. De todas las cosas que había experimentado en su corta vida, lo más bizarro de todo era su versión más joven cuando lo miraba. Había algo salvaje y que lo asustaba en sus cejas torcidas que tanto le recordaban a Vegeta.

Hubo ruido. Sonidos de bebé. El adolescente se encogió mucho más de hombros.

— Lo sé, su temperamento puede palparse en el ambiente como una nube. Y no es para nada agradable — era un tono molesto. Seguramente habían discutido hoy y por eso Vegeta fue especialmente duro al inicio de su primer combate en la cámara de gravedad.

Mirándose a sí mismo siendo un bebé, se atrevió a preguntar, con la inocencia de un hijo.

— Mamá… ¿por qué él? ¿Por qué Vegeta para ser mi padre?

Bulma rió de sorpresa y Trunks bebé se alegró, riendo también.

— Sí, sí, Trunks… sabía que tarde o temprano me harías esa pregunta. Es lo que todos han preguntado desde que te conocieron. — terminó de pasearse a la habitación, sentándose en la cama. Bulma sonrió, pensando en su cabezota hueca zumbando en algún lugar de la casa. Su hijo se sentó a su lado.

— ¿Recuerdas lo que Gohan te contó? Sobre su tío, el hermano de Goku, y que un año después llegaron Vegeta y otro saiyajin? — dijo sí y ella prosiguió No podía hacer nada, aún sabiendo de la amenaza… Raditz dejó su comunicador y yo lo reparé. Fue el primer contacto que tuve con tecnología extraterrestre, yo estaba emocionada, claro que podíamos morir, pero ¡Dios! aprendí bastante de ese artefacto. Nunca he sentido que mi fuerza de humana me haga inferior a estos hombres, a mis amigos. Me he igualado a toda esa fuerza física con nada más que mi inteligencia, la prueba eres tú aquí.

Ahora lo entendía. Con los años, Bulma parecía haberse ido apagando, en palabras propias dichas por ella, ¿qué sentido tenía ser tan inteligente si solo nos escondíamos en el futuro? Después de tanto tiempo viviendo con miedo e incertidumbre, había incluso contaminado este vivir su invento más reciente, el de la máquina del tiempo. Es por eso que verla frente al joven y risueña seguía asombrándome, más que todo, incluso más que conocer a Vegeta.

— Cuando Vegeta se fue, creímos que jamás lo volveríamos a ver. Pero luego sucedió lo de Namekusei, un paso más en el contacto extraterrestre… lo vimos de nuevo. Sabía que era malvado, pero no pude resistirme y pensar en que era guapo.

Ambos se sonrojaron y él rió para liberar un poco de vergüenza.

— Jajaja, hijo, lo siento, no creí que tendría que hablarte sobre esto sino en mucho tiempo más adelante… "El asunto es que cuando revivió y lo invité a nuestra casa me di cuenta de una gran oportunidad. Yo deseaba saber más sobre el espacio y otras civilizaciones. Y tu padre era del espacio. No lo sé — hizo un gesto con la mano — no pude con la curiosidad. Además, si me lo preguntas, una vez que lo escuchas sin interrumpirlo se vuelve un parlanchín: tengo mucha información ahora."

Era una razón singular y Trunks, como la mayoría de las veces, se quedó sin palabras.

— Sé que él no es lo que uno espera… pero créeme cuando te digo que en el fondo, no es tan malvado como parece. Habiendo convivido con tres saiyajin y ahora, contigo, estoy segura de que por su origen pueden vivir perfectamente sin amor, pero una vez que los conocen, marca su destino y no pueden alejarse de él. Goku, Gohan y tú crecieron con amor, Vegeta… — miró a su pequeño hijo, quien poco a poco caía rendido en sus delgados brazos — Vegeta recién comienza a vivir entre amigos y una familia.

Un silencio precedió a su delicada voz hablando sobre su pareja. Él era duro en la superficie y duro en el interior, pero no significaba que no hubiera algo blando muy en el fondo.

— Si te trata mal, dímelo enseguida y le gritaré hasta su muerte.

— Gracias, mamá, te lo haré saber.

— Ese es mi pequeño, estoy orgullosa de ti. — se levantó con sigilo y acarició una mejilla de Trunks — descansa.

Bulma recorrió los pasillos hasta su habitación. Trunks bebé yacía dormitando y siguió así hasta que lo dejó en su cuna. No habló con Vegeta hasta que hubo arropado al niño, sabiendo perfectamente que desde la cama este miraba cada uno de sus movimientos.

— ¿Ya dejaste de estar molesta hoy? — le preguntó con calma.

— ¿Ya dejaste de ser un irrespetuoso idiota hoy? — replicó ella con la misma calma.

Solo la miró al recostarse a su lado.

— Mañana me voy, no te veré en un año.

— Suerte con eso, Vegeta — miraba el techo, manteniéndose lo más lejana a él. Eso lo hacía molestar, pero ¿qué iba a hacer? ¿Tomarla por la fuerza?

— ¿Por favor?

De inmediato se levantó y fue hacia sus brazos, directamente a besarlo. Pensaba ceder sin que tuviese que decirlo otra vez y ahora había dicho "por favor"... como sabía, no lo hacía hasta que la conoció.