Miraba atentamente su reflejo decidiendo que usar en su reunión con Potter que daría inicio en dos horas.
Suspiro frustrado, se sintió patético al preocuparse por algo tan irrelevante como lo era su ropa, de todos modos, él se vería bien con cualquier cosa.
Optó por un traje negro. Se miró de nueva cuenta al espejo. Sí, parecía que asistía a un funeral.
Vio los demás vestuarios esparcidos por su cama: un traje morado oscuro, verde oliva, blanco, azul marino y azul rey.
—¿Quién murió? —preguntó Pansy apoyada en el marco de la puerta.
—¿Pansy? ¿Qué haces aquí? — Una sonrisa adornó el rostro del rubio.
—¿No recibiste nuestra lechuza?
Esta vez, Blaise fue quien habló, llegando de quién sabe dónde.
Draco frunció el entrecejo intentando recordar una carta que hubiera sido entregada hace poco.
—¡Claro! —exclamó —, lo siento lo había olvidado.
—Lo supusimos.
El menor de los Malfoy fue a recibir a sus amigos con un gran abrazo.
—Entonces, ¿con quién vas?
Dudó en responder, pero no valía la pena esconderlo.
—Potter.
—Potter —repitió Blaise, como saboreando el nombre.
—¿Harry salvador del mundo mágico Potter?
—Sí —contestó a Pansy para seguir con su trabajo de elegir un atuendo decente.
—¿Potter el miope? ¿San Potter? ¿Cara-rajada? Potter...
—¡Sí! El mismo Potter —interrumpió a Blaise, avergonzado.
—¿Y cómo? —interrogó la chica.
—Lo encontré en el callejón Diagon, me invitó a tomar una cerveza de mantequilla y por qué no.
—Eso... —comenzó el mayor.
—Es... —siguió su amiga.
—Raro. Lo sé —terminó él.
—Bastante —coincidió la peli negra.
—Ahora entiendo por qué estas como loco buscando, qué ponerte.
Draco le lanzó una mala mirada al moreno, que soltó una risita, aunque no agregó nada más, temiendo por el carácter de su amigo.
—Si te pones un saco más grande, tal vez no se vea como si estuvieras de luto —opinó la mujer, dejando la habitación, seguida por Zabini.
Se cambió de saco como había dicho su amiga, volvió a posicionarse frente al espejo y se sintió satisfecho.
Estaba preparado para tal vez el momento más incómodo de su vida. Repasó lo que había ensayado la noche anterior mientras no podía dormir: "perdón".
Había llegado al lugar diez minutos antes de lo previsto, así que cuando vio a Potter ya sentado en una mesa, se sorprendió bastante.
Camino hacia allá, cuando el contrario lo vio, sonrió, se notaba a kilómetros de su nerviosismo.
—¿Llego muy tarde? —la respuesta era obvia "no", aunque servía para romper el hielo.
—Para nada. Toma asiento.
Se sentó frente a él, a los momentos llegó una mesera a la que le pidieron dos cervezas de mantequilla sin alcohol.
—Hoy es mi día libre en el departamento de auror, pero no siempre se cumple, hay días que hay casos que no pueden esperar y debo acudir de inmediato.
—Un trabajo que abarca todo tu tiempo...
—Sí... supongo que por eso no funcionan mis relaciones amorosas.
Draco lo miró sorprendido.
—¿Terminaste con Weasley?
—En realidad, ella terminó conmigo —aclaró —, dijo que mi trabajo era primero que nuestra relación, además Ginny es una excelente jugadora de Quidditch y siempre tuve que viajar, pero no la podía acompañar, mi deber está aquí.
—Vaya... lo siento mucho —no lo sentía, ahora Blaise le debía cinco galeones, él sabía que Potter y Weasley no hacían una linda pareja, ella lo veía como su héroe, y Potter... bueno, él era él.
—Era lo mejor. Ahora somos grandes amigos y estoy muy orgulloso de la mujer en la que se ha convertido. Me sorprende que no hubieras sabido de nuestra ruptura, estuvo en primera plana en el profeta por una semana —dijo apenado.
—No leo mucho el periódico, después de la guerra hablaban de mucha mierda de mí y mi familia, así que... te imaginaras.
El ambiente se volvió un poco tenso después de esas confesiones a las personas que antes consideraban enemigos.
El silencio incómodo se rompió cuando llegaron sus bebidas.
Draco respiro hondo y soltó lo que tenía guardado desde que había huido de Hogwarts con sus padres:
—Potter... quería pedirte perdón —el nombrado alzó la vista —, primero por ser un hijo de puta contigo y tus amigos en el colegio, no se merecían toda esa mierda, y después por unirme a... Voldemort, tenía que haber aceptado la ayuda de Dumbledore cuando pude, pero no lo hice y por eso casi mueres tú, y las demás personas que aprecias... o que tuvieron que luchar en la guerra. De verdad lo siento mucho.
Draco quería bajar la mirada ante la atención atónita de Potter.
—Nunca te había escuchado disculparte —confesó en un susurro, luego pareció entender que el rubio se había disculpado y esperaba una respuesta, y añadió avergonzado —: Está bien, me alegra que hayas reconocido tu error. El pasado pisado.
Ambos sintieron.
—¿Pintas? —ante la mirada atenta del ojo gris, Potter continuo —. En el callejón te vi con lienzos y pinturas, así que supuse que pintas.
—Ah, sí, lo hago.
—¿Es pasatiempo o trabajo?
—Ambos. Antes me gustaba y después solo quería vivir de eso, así que decidí hacerlo mi trabajo.
— ¿Qué te gusta pintar más?
Draco pensó bien su respuesta, podría decirse que tenía una variedad de temas que expresaba en sus pinturas, pero entre ellas, resaltaba una.
—Emociones. Sé que no es un estilo, pero me gusta plasmar sobre la nostalgia, tristeza, amor, odio, sanación y esas cosas...
—Me encantaría ver tu trabajo.
—Algún día tendrás el honor.
Y la tarde pasó entre risas y sonrisas de parte de dos chicos que antes habían sido enemigos. Contaron su vida como viejos conocidos que se guardaban un gran cariño.
—Y la señora empezó a llorar, estuve una hora consolándola, llegué tarde a mi cita con Ginny y se enfadó muchísimo, no me habló durante días. Y me encontré a la señora de nuevo... ahora se puede decir que somos amigos, me prepara galletas deliciosas cuando voy a visitarla.
—Y todo porque el mocoso de su nieto inculpó a su abuela para comprar cosas ilegales. Algunas personas no saben la gran familia que tienen.
—De eso no cabe duda.
Momentos memorables y vergonzosos de sus trabajos narraron para la persona frente suyo que no paraba de admirar su manera de contar.
—Disculpen, ¿les puedo retirar las bebidas?
Habían bebido más de tres jarras de cerveza de mantequilla cada uno.
Ambos asintieron y la amable mujer despejó la mesa.
—Ya es tarde, Potter —dijo Draco poniéndose de pie.
—Sí —Harry imitó su acción —. Gracias por acceder a la invitación, yo pagaré la cuenta.
—No. Me corresponde a mí.
—Oh, por favor, Malfoy, yo te invité, yo pago.
—No —el rubio miró con severidad al salvador del mundo mágico.
—No puedo aceptar que lo hagas, a menos que te devuelva el favor.
Quedaron en silencio, Malfoy razonó las palabras del menor, ¿acaso era una invitación para volverse a ver?
—De acuerdo, te dejaré pagar la próxima vez.
La sonrisa de Potter no tardó en hacer acto de presencia.
Se despidieron cortésmente y cada quien tomó un camino separado, pero hablando de sus pasos, ya que el destino tenía planeado volver a juntarlos. Su vida ya estaba entrelazada, era cuestión de tiempos en que ellos se dieran cuenta de que siempre volvían al lado del otro.
