Las brasas de la parrilla cocinaban lentamente la carne del dinosaurio abordado por el vástago y su padre, al son de las miradas tranquilas de todos los allí presentes, en un silencio bastante agradable, un silencio que personas que habían estado en el fragor de una batalla sabían apreciar, excepto una persona. Él, desde cierto punto de vista.
—¿que es lo que estuvieron haciendo en el bosque? se ven demasiado callados— Habló el pequeño Trunks, en una voz que sonaba claramente molesto. —Escuché ruidos de batalla. ¡no es justo que a él lo entrenes y a mí no!— Se quejó, en un claro, y por supuesto que entendible, ataque de celos infantil. El Trunks adulto únicamente puso una mueca, se iba a responder a si mismo, pero su padre le detuvo.
—Nada que te incumba, Trunks. Fue una conversación de adultos.— En ese mismo instante, Mai mira con una ceja alzada a su Trunks, lo que provoca que se dibuje un leve sonrojo en las mejillas del guerrero del futuro, al saber que es lo que la mujer azabache estaba pensando. Movió la mano, en señal de que "lo hablarían más tarde" a lo que Mai únicamente asintió. La comunicación no verbal era una de las ventajas adquiridas gracias a tanto tiempo de convivir únicamente los dos solos.
Algunos minutos pasaron, y a la versión joven de sí mismo se le ocurrió, quizá siguiendo esa línea de celos, el pedir algo. —Me estoy aburriendo acá ¿Puedo irme a ver a Goten? no está tan lejos—
—No, ¡Trunks! Que maleducado sería eso de tú parte. Vegeta, dile algo.— Se quejó Bulma, estando claramente molesta por la petición de Trunks Niño.
—Que haga lo que quiera, sí va a comportarse de esa manera, es mejor que se vaya, tampoco es cómo que pueda ir muy lejos.— Dijo Vegeta, en un tono en el que claramente denotaba que no caería ante los berrinches de su hijo, berrinches que clamaban por atención.
Al escuchar eso, la versión infantil de Trunks elevó su ki, con una sonrisa, y desapareció en el horizonte, felíz de poder ir con su amigo Goten. El Trunks adulto fue intervenido por Mai, quién con una sonrisa algo traviesa decidió hacer un par de preguntas. —¿Eras así de berrinchudo cuando eras pequeño?— Esa pregunta tomó por sorpresa al pelimorado, quién tuvo que pararse a pensar unos segundos.
—No recuerdo, creo que no… En el futuro no había mucho que hacer, causar un berrinche era llamar a tú muerte…— Respuesta que hizo que Mai riera. "me lo dices cómo sí no lo supiera" le contestó al oído, divertida por cómo Trunks ahora parecía más contraido que hacía un momento.
—Te habría gustado serlo?— Preguntó, buscando saber sí en el adulto Trunks había una pizca de envidia con su contraparte, pero solamente recibió un movimiento de cabeza cómo respuesta, a lo que Mai únicamente hizo un puchero. —Aburrido.— Se quejó, y le golpeó el pecho en respuesta a lo soso que había sido al momento de responder.
La tarde siguió con normalidad, hasta que el sol comenzó a ponerse en el horizonte, indicando que era tiempo ya de partir para los padres de Trunks. Todos ayudaron a guardar las cosas, y en menos de veinte minutos, ya estaba todo más que preparado y arreglado para irse. Graciosa fue la imágen de ver a Vegeta sentarse en el asiento de copiloto, y Bulma en el de piloto, lo qué quitando lo divertido, tenía sentido al ser ella la creadora de casi todos esos aparatos, y ser la con más experiencia manejandolos.
—Lamento mucho la reacción del otro Trunks, espero que no te haya molestado— Se disculpó Bulma con su hijo, algo de lo cuál Trunks adulto simplemente renegó con un suave movimiento de cabeza.
—No te preocupes, mamá… Me alegro mucho de verte, de que estés bien… Uno de estos días yo y Mai iremos a la ciudad— Dijo Trunks adulto, abrazando a su madre, mientras ella se subía al avión. Compartió una mirada con Vegeta, sabía que el entrenamiento había empezado, pero imaginaba que habrían ciertos límites, así que se mantuvo tranquilo.
Cuando se quedaron completamente solos, Trunks se acercó a Mai y la abrazó por detrás, posando sus manos sobre el estómago de ella. Mai sonrió, subiendo su mano izquierda hacia la mejilla de Trunks, acariciándola. Por la cabeza de la azabache pasó una pregunta ¿Cuántas veces no se habían encontrado en situaciones así? situaciones en las que, ambos consientes de sus sentimientos, querían hacerse saber mutuamente lo mucho que se necesitaban, pero no podían por la amenaza de Black. Ahora ¿Cuál era el dicho impedimento para eso? Nada. Nada excepto…
—Lo siento…— Dijo Trunks, soltandola del agarre. Estaba por irse, pero Mai se dio la vuelta y lo agarró de los hombros, viéndose ligeramente ¿frustrada?
—¿Cuándo dejaré de ser yo la que haga algo por nosotros?— Preguntó ella. El único impedimento era Trunks, sus miedos, los terrores e inseguridades de este. Mai tenía una basta experiencia en relaciones, pero esta era la primera vez en estar en una situación así, lo que tenía sentido, era imposible, dentro del mundo de los humanos comunes, vivir esta clase de cosas, pero eso no lo hacía ser menos frustrante. —¿Dame una señal aunque sea…— Dijo la azabache, mirando al suelo. ¿Por qué solía ser así de difícil para ella? Ella había visto la alegría en el rostro de Trunks cuando le robó ese beso, ¿por que ahora parecía que un abrazo le era insoportable? ¿Acaso era por la hora? ¿La oscuridad de la noche?
—Mai, yo… Solamente lo siento— Trunks hizo el mayor esfuerzo para abrazarla, cosa que disgustó a Mai.
—Se supone que no debería ser un esfuerzo para tí, estás tenso… Lo hablaremos mañana, vayamos a descansar— Dijo Mai, siendo en ese instante la más racional entre los dos. Trunks asintió con la cabeza, y la siguió.
Continuará...
Pobrecitos Mai y Trunks, pero también es entendible ¿quién puede estar tranquilo con la persona con la que han sufrido de todo? Matizar que ese "de todo" es un genocidio, claro
¡lamento mucho esta tardanza! La universidad ha arrasado completamente conmigo, pero aquí estamos, dando una actualización que... no se que tal vaya a sentar, pero ¡acá está!
¡hasta otra!
