Ao no exorcist no me pertenece

Tampoco la imagen

Se levantó del suelo derribando a todos los estupidos demonios que se le habían lanzado para abrazarlo mientras que a su lado el rey de lamparitas, el payaso y el adicto a los dulces se morían de la risa.

No era que él se calificara como una persona completamente normal, porqué no lo era, era también uno de esos apestosos demonios, hijo de Satán, solo que con más humanidad de la que sus medios hermanos jamás podrían llegar a imaginar tener. Pero, el hecho de que le recibiesen tan afectuosamente aún cuando había jurado asesinar al padre que ellos tanto adoraban le sacaba de onda.

-¡Samael!.- Exclamó uno de los demonios frente a él.- ¡Por fin has decidido regresar a casa! Ya sabía yo que cuando te necesitáramos regresarías

-Te equivocas, .- Soltó Mephisto en respuesta.- Solo estoy aquí para cuidar a mis lindos hermanitos de ustedes, inútiles.

-¡¿HAH?!.

-Pero… se ve tan deseable.

Volteó encontrándose con uno de sus ¨hermanos¨ mirándolo de arriba abajo mientras se relamía los labios, retrocedió algunos pasos hasta que se sintió, de alguna extraña manera, protegido por la presencia de Mephisto.

-Beelzebub, deja de acosar a Okumura, no está acostumbrado a tratar con depravados como tú, pedófilo.- Comenzó esta vez Amaimon.- ¿Dónde está Egyn?

-¡Eres muy cruel! ¡Ni siquiera me veo tan viejo!.

El demonio comenzó a llorar dramáticamente mientras se sujetaba de un desgraciado al que ya conocía de sobra.

-Oh, pero eres bello, no más que yo, pero lo eres.- Volteó entonces verle haciendo una leve reverencia.

-Egyn está en su habitación, ya sabes como es, seguramente está dormido o solo está echado rascándose la barriga.- Comentó otro de los demonios

-¿E Iblis?

-Estoy aquí, parda de idiotas

Una voz furiosa se escuchó al otro lado de la habitación, donde el último demonio para completar la colección de príncipes se encontraban, todos sus hermanos se encontraban vistiendo ropa demasiado extraña, pero decidió callar, porqué seguramente la ropa que el tenía puesta también era extraña para ellos.

-Y dinos, ¿Cuál es tu nombre, dulzura?.- Aquel viejo rabo verde había vuelto a las andadas, al aprecer.

Tendrás que vivir con ellos a partir de ahora, idiota, trata de ser amable.

-Okumura Rin…

-¿Okumura Rin? ¡Qué nombre más rídiculo!.- Exclamó el pelirrojo a quien habían llamado Iblis.- Deberíamos darte otro nombre… ¿Qué tal… hijo de la señora de las verduras?

-¡Hermano, no seas irrespetuoso!.- Le reprendió el chico que había respondido la pregunta sobre el tal Egyn, acercándose a él.- Disculpa a este idiota, es un gusto poder conocerte al fin, Rin.

-Uh… el placer es todo mio.- Dijo aceptando el apretón de manos que este le ofrecía.- Um…

-¡Cierto! Soy Azazel.

Rin buscó profundamente en sus memorias, estaba seguro de haber escuchado el nombre en algún lugar, no indag en sus clases porqué sabía que de ahí no se le quedaba nada por estar todo el tiempo dormido, así que mejor decidió centrarse en los días comunes y los días de batallas de los últimos días.

Colocó un dedo en su barbilla y volteó a ver a Mephisto, quien como siempre tenía esa detestable sonrisa en su rostro, a continuación miró a Amaimon.

¡Ah! Ya recordaba.

-¿Eres aquél que colecciona ojos?

Azazel le miró con confusión por unos segundos antes de sonreírle y reír un poco.

-En teoría, si.

-¿En teoría?

-Si.., bueno, verás.- Dijo siendo ahora su turno de colocar su dedo índice en su barbilla.- No es como que vaya por el mundo sacando ojos para coleccionarlos, supongo que has oído de los tratos con demonios, por lo general son con demonios en la tercera jerarquía… pero cuando el deseo es demasiado fuerte y la voluntad también lo es, lo acepto yo.

Abrió su camisa, demostrando que tenía unos cuantos ojos incrustados en el torso y pecho.

-Tengo uno de sus ojos como garantía, hasta que no sea capaz de cumplir su deseo con ayuda de algún demonio a mis órdenes el ojo permanecerá incrustado en mi cuerpo.

Suspiro sintiéndose más tranquilo al comprobar que no era un psicópata con el fetiche de ir sacándole los ojos a la gente para coleccionarlos.

-De cualquier manera, ¿Quién te dijo eso?

Dudó unos segundos, no sabiendo si eso metería o no en problemas al Rey de la Tierra, le regaló una mirada discreta al ver como este le hacía muecas infantiles. Como lo odiaba, así que al demonio si lo metía en problemas.

-Fue Amaimon.

Cerró su camisa antes de dedicarle una mirada escalofriante al otro.

-No le hagas caso, a ese imbécil le gusta crear mala fama a todos.

Rió un poco al ver como se dedicaban muecas el uno al otro, como si fueran dos pequeños hermanos… humanos.

-¿Podrías dejar de acaparar la atención de nuestro lindo hermanito, Azazel?.- Se acercó a él el pervertido de antes.- Ya me conoces, bueno, al menos escuchaste mi nombre, Soy Beelzebub… no te preocupes, el acoso de hace un rato fue solo una broma.

-¿Por qué te han llamado pedófilo?

-Oh, bueno, eso debe ser porqué tengo 547 años.

Rin mejor no dijo nada.

-Y este sujeto a mi lado, es Iblis. No le hagas caso a sus comentarios, es solo un pesado.

Asintió, viendo como el pelirrojo le fulminaba con la mirada, decidió ignorarlo como le había dicho Beelzebub y recorrió a todos con la mirada.

Azazel tenía el cabello azabache, como él. Pero en lugar de ojos azules tenía ojos grises, la vestimenta no era muy diferente a la de Mephisto o la Amaimon, usaba una camisa completamente negra con una corbata verde, pantalones color avellana y botas color café. No pudo evitar imaginar que eso era por los colores más comunes de ojos, excepto por la corbata, nunca había visto a alguien con ojos negros. A diferencia de los demás, parecía apenas ser unos tres años mayor que él. pero después de descubrir la edad de Beelzebub decidió no dejarse llevar por la extraña juventud que poseían.

Beelzebub, el pervertido, tenía en cambio cabello castaño, con unos ojos avellanas que en lugar de resultar una imagen tierna como los chicos completamente pasivos que de repente salían en los animes, tenía la cara de un mujeriego experimentado y encima, codiciado

Por alguna razón le recordó a… ¿Cómo se llamaba? Mike… Mickey… Mika… ¡Mikaela Hyakuya! Quien había prometido ser todo un uke para al final convertirse en un seme macho pecho peludo.

Si, raras comparaciones de un Okumura.

Ya habiéndose hecho la idea de que no vería ninguna clase de atuendos diferentes decidió no fijarse en lo que éste llevaba puesto, así que solo corrió su mirada a Astaroth. Seguía siendo igual que cuando lo atacó con la diferencia de que ya no se molestaba en esconder sus cuernos.

Intercambió miradas entre Amaimon y Astaroth.

Ahora que lo pensaba, todos estos sujetos seguramente solo parecían humanos hasta que los sacabas de quicio. Como paso cuando Shiro y los sacerdotes lo protegieron a capa y espada de Astaroth o como cuando Amaimon estaba furioso por haber perdido en contra de su hermano menor y encima un híbrido.

Trataría de no hacerlos enojar.

Al menos no tan seguido.

Y por último decidió ver a Iblis, tenía fuego en su mirada, aunque no había sido necesario verlo para darse cuenta de eso, bastaba con las miradas de odio que le enviaba. Su cabello era rojo carmesí.

-Ya es la hora de la cena, debemos reunirnos con padre.

Tragó en seco al ver como Azazel y Beelzebub lo tomaba por los brazos para dirigirlo la comedor donde tendría que encontrarse a su antiguo peor enemigo.

Empezaba a arrepentirse de no haber dejado que los ejecutaran a él, Mephisto, Amaimon y Lucifer.

Joder.

Seguramente su cabeza estaría más tranquila enterrada en una lanza.

O, espera, Rin, no empieces con los pensamientos sádicos.

No ahora por favor.

¡Hola, hola!

Bueno, esta Historia solía estar títulada como Feria, pero siendo que ahora tengo tiempo libre y me di cuenta de las tonterías que solía escribir (Digo, todavía escribo re feo, pero ya no tanto xD) decidí rehacerla y cambiar la trama.

Esperando, obviamente, que esta vez, les guste más que la anterior.

¡Si leyeron esto, nos leemos entonces en el siguiente capítulo!

Por favor, no olviden que si les gusto, pueden dejarme un lindo review para hacermelo saber :3

Au revoir~