Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 1
El principio del fin
"Un final era un final. No importa cuántas páginas de oraciones y párrafos de grandes historias llevan al final, siempre tendría la última palabra" Sarah Dessen.
Silicon Valley, San Francisco. Noviembre del 2014.
Isabella miró el diseño en 3D y lo movió para agregar una nueva comba a su avión y luego lo giró en su computadora poniéndole de lado para verlo mejor. Unos tacones en su pasillo se escucharon a lo lejos repiqueteando de forma molesta alejándola de su estado de concentración.
De verdad esperaba que el edificio se estuviese cayendo a pedazos porque ella había pedido que nadie la molestara. Estaba construyendo un avión por amor a Dios.
La puerta se abrió luego de que se escucharan tres golpes y Lauren Mayori entró sin pedir permiso con una tablet en sus manos pareciendo sin aliento.
—Señora, hay una nueva publicación en el blog. Habla de usted esta vez.
Isabella levantó la mirada de su trabajo. Eso era importante, había esperado por dos meses a esa chica. Con impaciencia le quitó la tablet a su asistente antes de hacerle una seña con la mano para que la dejara sola. Mayori se giró y salió rápidamente. Desbloqueó el aparato con un movimiento y leyó:
"Forbes acaba de revelar su lista del año 2014 para las mujeres más poderosas, importantes e influyentes del mundo. No es increíble ver que su nombre está en primer lugar por cuarto año consecutivo. Con todos los reconocimientos y récords que está mujer ha logrado me impresiona que no sea la única allí en ese artículo.
Si me permiten decirlo, siendo amarillista, o basada en los hechos, sus acciones en el mundo de la tecnología la hacen la verdadera dueña del título de una de las mejores y más poderosas mujeres de este mundo. Sin halagarla; se lo merece, se lo ha ganado. Los demás nombres en la lista, por su puesto, se merecen sus puestos, pero eso lo dejamos para el siguiente artículo a publicar.
Hay historias que comienzan con un nombre, la mayoría de las que escribo en mi blog lo hacen, soy realista, pero el suyo es irrelevante. Todos la conocen por el nombre que ella quiere que todos sepan.
Sus ojos color gris son fríos como un invierno helado en el monte más alto, ni siquiera el polo sur se le compara al hielo allí, no hay calidez en ellos. Creo que hay poetas que se inspiraron cuando la vieron por primera vez, toda ella, es hermosa. Y quizás demasiado misteriosa. Esconde algo, lo sé. Sus ojos guardan un secreto de vida, uno que quizás de miedo. Puede que haya demonios dentro. Todos saben lo que ella quiere que sepan. Y todos salivan con hambre intentando saber de dónde vino esta hermosa mujer.
Pero como un ángel es intocable, nadie puede saber que hay detrás de su rostro, no si ella puede evitarlo. Es veneno y miel, ternura, inocencia, bondad e inteligencia, pero es fría y su mirada glacial congela el alma y el corazón.
Es una cazadora dispuesta a matar si eres su presa, si estás en su camino y estorbas, así que si puedes hacerlo, evita llevarle la contraria. Es mala y puede convertir tu vida en un infierno con solo chasquear sus dedos. ¿Por qué? Porque le da la gana. Pero no es injusta, la justicia es una de sus virtudes.
Sus palabras son hirientes como una espada, ella es demasiado directa por lo que no pierde su tiempo, es demasiado valioso. No sonríe, no puede hacerlo. Tiene la manía de fruncir el ceño y le importa una mierda que se arrugue su rostro. Siendo una mujer tan hermosa la vanidad no es uno de sus defectos, aunque esté vestida con la última colección de Gucci. Está dispuesta a ensuciarse las manos con trabajo honrado y sorprende a todos, porque le gusta hacer el trabajo sucio.
Su piel es blanca y parece delicada, pero todos saben que es como un roble fuerte y viejo con la capacidad de soportar los peores inviernos, tempestades. Es hiriente como las espinas de una rosa o quizás es mejor descrita como aquellas espinas que protegen el rosal.
Ella se ganó el respeto que solo se le daba a un hombre en ese mundo. Aseguran que es capaz de construir con los ojos cerrados el motor de un avión industrial. Pertenece a la industria aeronáutica que está llena de hombres machistas, pero ella sabe manejarlos a todos. Ellos son sus sirvientes y hacen y cumplen lo que ella desea. Se ganó su respeto, y su admiración. A pulso.
Ella, de la que nadie sabe nada, nadie conoce su pasado, nadie sabe de dónde vino, todos hablan de su presente y todos mueren por comunicar y saber su futuro.
La señora, la dueña de una impresionante empresa, una misteriosa, triste, elegante y distinguida mujer a la que algunos temen, a la que muchas envidian y a la que algunos seguramente odian."
La rubia de ojos azules.
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Isabella cogió su teléfono y envió un texto. A continuación levantó su línea fija y marcó. Emmett entró cuando ella estaba hablando con Lauren a través del intercomunicador.
—Necesito los contratos que te envié, que Jonh debía firmar. Llámale —colgó y miró a Emmett quien se sentó mirándola fijamente así que sin hablar le extendió la tablet antes de abrir el blog de la chica en su computadora y también en su propia tablet.
—Quiero que busquen a esa chica. Llama a Torn. Dile que quiero el nombre real de la persona tras esas publicaciones —susurró leyendo el reportaje con atención.
Se giró en su silla hacia los ventanales de su oficina sin observar la vista maravillosa que se extendía ante ella y leyó el artículo de nuevo, artículo que rondaba todo internet y del que muchos hablaban. Se había hecho viral en minutos.
¿Triste?
Sonrió con sarcasmo. Esa palabra, esa palabra, no podía describirla. Ella no estaba triste, eso sonaba pequeño. Agónica se le acercaba más.
Nadie había logrado dar con la chica que escribía sobre la Señora, pero a Isabella le llamaba la atención cada uno de sus reportajes. Este era el tercero de ella. Quizás era una mujer sin miedo o quizás un hombre. Todos usaban seudónimos para esconderse tras quien realmente querían ser en estos tiempos, buscando esconder el rostro del mundo que no se detenía hasta juzgar, señalar y destruir si podían. Sin embargo, esta chica solo describía, no juzgaba. Había algo diferente en esta persona que no la acusaba de ser un demonio, sino que decía que tenía demonios. No estaba inventando nada, era amarillista, sí, pero solamente escribía algo diferente pensando saberlo todo y le gustaba.
Después de todo, en un mundo como el de hoy no se nacía siendo famoso. La fama costaba mucho o se ganaba a costa de lastimar personas en el camino. Ella no estaba mintiendo, no trataba de ganar fama a su costa inventando teorías como la última que ella había leído, donde un chico decía que Isabella era un alienígena. Era evidente que cuando escribió sobre ella el pobre tipo estaba drogado. En cambio los artículos de esta chica eran precisos, ella la analizaba y eso la intrigaba. Supuso que tenía que tener bien puestos los pantalones si estaba escribiendo sobre ella aunque no mencionara su nombre porque no era relevante.
Bufó. Como si estuviera en un bar jugando al billar y bebiendo cerveza de la botella, como una mujer sin preocupaciones, ella solo bufó ¿Cómo es que alguien que no la conocía estaba intentando describirla? y ¿Cómo es que se atrevía a no decir su nombre?
—¿Para eso me escribiste? ¿Para que busque a la Chica del blog amarillista que llevas leyendo meses? —preguntó Emmett haciéndola girarse para verlo, sacándola de sus pensamientos.
Si ella pudiera describir siendo precisa a Emmett McCarthy ella diría que él era un hombre grande. Con dos metros de estatura, parecía un jugador de Basketball o quizás un jugador de fútbol americano por su físico. Era demasiado despreocupado para su edad, bastante fanfarrón por supuesto. Su ego tenía el tamaño de globo aerostático, sus ojos color miel llamaban la atención. Ella sabía que las chicas lo veían como un trozo de carne y eso él sabía usarlo bien, hasta llegaba a ser cínico pues tenía una sonrisa que lo hacía parecer así. Pero era leal, le era leal a ella e Isabella había comprobado eso cuando la había ayudado hace ya bastantes años. Y alguien que le cuidaba la espalda era respaldado por ella. Aunque fuera un imbécil.
Había una historia que contar en cada una de las personas que estaban o habían estado a su alrededor. Ella había aprendido eso y, hasta cierto punto, había sido parte de aquellas historias. Había estado pensando en las maneras en las que podía expiar sus fantasmas antes de terminar volviéndose loca con ellos. Y había encontrado una, una que no iba a ser fácil, pero no había otra manera.
Las decisiones se tomaban con la mente fría y ella llevaba años pensando en esa decisión.
—No creo que deba darte explicaciones, pero la quiero aquí. Ella me puede ser útil. Y sabes lo que pienso de las personas con potencial que puede usarse para bien o para mal. La chica es importante en la nueva red social esa, Facebook, y en internet —respondió mirándolo a los ojos. Emmett le restó importancia al hecho con un encogimiento de hombros.
—Puedo ayudar a encontrarla si es lo que quieres Isabella, pero no creo que por escribir un blog amarillista esta chica, si es que es una mujer, nos sea útil. Torn no ha estado cooperando con nosotros últimamente y… —expuso.
—¿Por qué no me dices cual es tu problema con mis decisiones y te dejas de pendejadas? Si hay algo que no tengo hoy es tiempo para cargar con tu mierda de evadir el tema importante —espetó Isabella entre dientes.
Emmett suspiró sin temor alguno y se recostó en su asiento de forma poco profesional poniendo sus manos sobre su nuca. Él era una de las muy pocas personas que respetaban y no le temían y eso que ella podía contarlas con los dedos. De una sola mano.
—Hablo de que puedo rastrearla. Torn daría la información a ojos cerrados si es para ti, aunque no quiera hacerlo, lo hará. La tendrías aquí en un parpadeo, pero no puedes demandarla. La chica, y si es que es una chica como tú misma la llamaste, no te menciona en ningún momento en ese artículo. Ella habla de La Señora, no de ti, no tu nombre. No podríamos destruirla en una corte —dijo moviendo su cuello haciéndolo sonar con el movimiento. Isabella reclinó un poco su silla, lo miró con atención.
—No voy a demandarla y no quiero destruirla. Quiero conocerla. Tengo curiosidad sobre ella. O él.
Emmett comenzó a reírse de manera frenética, sin mostrarle respeto, como si ella le hubiese contado un chiste. Isabella suspiró con impaciencia y no cambió su postura seria. Emmett en cambio parecía estar disfrutando sobre que ella le estuviese ordenando encontrar a la supuesta chica.
Cuando Emmett vio la cara seria de su jefa se detuvo y frunció el ceño poniendo sus manos en el escritorio.
—¿No vas a hacerle daño a la chica o sí? ¿Física o psicológicamente? Digo, es solo otro artículo amarillista. Tienes muchos de esos. La chica tiene una buena redacción, por supuesto, pero eso es todo ¿No hay artículos de ella diciendo que eres un alien o una reptiliana*? —preguntó en un susurro, inclinándose cerca del escritorio que estaba frente a él. Isabella no parpadeó y Emmett asustado retrocedió hacia su silla de nuevo negando —. No voy a dejar que atemorices a alguien de esa forma. La chica, quien sea, no te ha hecho nada carajo. No puedes estar molesta con todo el mundo siempre. Ni siquiera sabes quien es. O ¿Si?
Los ojos de Isabella se oscurecieron y se llenaron de sentimientos que ni Emmett ni nadie podría comprender. Nadie podía entender su infierno porque nunca habían podido llegar bajo sus huesos. Emmett se estremeció un poco intentando ocultar el temblor que le causó mirar a los ojos a Isabella, quien parecía estar furiosa.
—No voy a hacerle daño, ¿Cuántas veces tengo que pedirte que seas más prudente con tus comentarios a mi alrededor? Cualquiera que te escuchara pensaría que soy una asesina. Hazme un favor y déjate la armadura guardada para las mujeres con las que te acuestas y trae el trasero de "La rubia de ojos azules". Hazlo tú o lo haré yo y yo no voy a traerla en avión, no soy sutil. Te aseguro que voy a arrastrar su rubio cabello hasta dejarla calva y luego golpearé su rostro hasta que sus ojos no vuelvan a ser, jamás, azules de nuevo. Eso sí es que los tiene de ese color.
Emmett levantó las manos en señal de comprensión. Él sabía quién era su jefa o al menos conocía parte de su pasado, así que mejor empezaba su búsqueda
—¿Cuánto tiempo tengo?
Isabella se giró y observó, esta vez con atención, la vista hermosa que había frente a ella. Silicon Valley, la ciudad de la tecnología abriéndose paso ante la Señora. Siempre fue así, desde que empezó todo hasta hoy. Y cada cosa que se había ganado le había costado sangre y dolor.
—La quiero aquí lo más pronto posible, el tiempo se está acabando.
Emmett no respondió pero ella pudo escuchar la puerta de su oficina al cerrarse. El tiempo quizás se estaba acabando rápido para ella. Demasiado. A veces creía que su vida dependía mucho de una máquina que marcaba el paso y los latidos de su corazón. Y llevaba marcando ese ritmo ocho años sin ningún cambio.
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Balltown, Iowa. Febrero del 2015.
—La señora ataca de nuevo
—¿De qué hablas George?
—Hablo de la nueva empresa de aviación que compró esta semana. Ella está llegando a patearle los talones a Mark Times, el dueño de Airlines.
—Bueno, no es de extrañarse. Se dice que la señora Cullen compra empresas como si de ropa nueva se tratase. Y muchos hablan de que esta fue una magnífica adquisición.
—¿Has oído de la chica de ojos azules? Nadie sabe quién es y ha tenido el valor de escribir que La Señora está triste…
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— ¡Rosie!
Una voz calmada y dulce la hizo saltar en su asiento. Arregló sus lentes, apagó el televisor y salió de su habitación gritando:
—¿Si mamá?
Detuvo sus pasos al pie de la escalera encontrándose con un hombre del tamaño de Hulk. Se sonrojó furiosamente y el hombre inclinó su cabeza para verla mejor. Ella tuvo que alzar el rostro para lograr verlo a los ojos.
"Es hermosa" Fue el primer pensamiento de Emmett y él no había pensado que una mujer era hermosa en demasiado tiempo. Así que, como un alcohólico viendo una cerveza fría, le dio una segunda mirada.
Sus ojos si eran azules, grandes, como el cielo y el mar intenso y puros. Su piel era morena, hermosa. Tenía el cabello rubio posiblemente teñido, pero lo demás era natural. Una niña hermosa, inocente y por primera vez en muchos años, se sintió nervioso. Se maldijo un poco antes de mover su saco y mirar su reloj. Tenía poco tiempo.
—Señorita Hale, permítame presentarme. Soy Emmett, Emmett Mccarthy, abogado de Global High.
Rosalie palideció y abrió los ojos impresionada. Ellos no podían afirmar que ella era "La rubia de ojos azules", no cuando no había pruebas o al menos eso era lo que ella creía. Se reprendió por no ser cuidadosa, por no poner más atención en los detalles. Su blog había tenido millones de visitas por sus artículos acerca de Isabella Cullen a pesar de no haber jamás mencionado su nombre.
—Señora Hale necesito hablar con su hija a solas.
Margaret se giró hacia su hija y frunció el ceño preguntándole:
—¿Has hecho algo malo?
Rosalie abrió la boca para responder, pero Emmett respondió con tranquilidad fingida adelantándose
—Señora, su hija no está en ningún problema, se lo aseguro. Estoy aquí para hablarle de una oferta de empleo. Ha sido un largo viaje y tengo muy poco tiempo.
Margaret abrazó a su hija feliz y confiada, como siempre, de que todo iría bien y salió de la habitación, dejándolos solos mientras murmuraba "Al fin pasar tanto tiempo en su habitación ha servido de algo. Global High"
Emmett en cambio no dejó de observar a la hermosa y joven chica de veintiún años que tenía delante. Su cabello rubio estaba hecho un moño flojo, ligeramente despeinado, sus ojos hermosamente azules escondidos tras unos enormes lentes con montura negra que seguramente serian geniales como una lupa y bueno, podría estar vestida como un chico por su ropa floja, pero aún así todo en ella se veía más real que en una modelo de ropa interior.
—Tengo un empleo —susurró Rosalie trayéndolo de vuelta a la realidad, mientras apretaba sus manos entre sí, nerviosa. Emmett le sonrió con su sonrisa sarcástica y antes de responderle se sentó en un sofá en el que cabían dos personas, pero por su tamaño solo cabía él, mirando alrededor.
—Sí. La tienda de los Balltown es muy bonita, y ser una cajera de supermercado a tiempo completo debe de ser divertido. Ya sabe el bip de la caja registradora durante nueve horas de pie. Sobre todo en este pueblo que parece una lata de sardinas. Di quizás diez pasos para llegar a su casa desde que vi el cartel de bienvenida.
—¿Vino a pie? Todas las vecinas de mi madre deben estar paradas en la puerta si lo hizo. Ofrecen a las chicas del pueblo como carne en el supermercado ¿Qué es lo que buscan de mí? ¿Por qué está en mi casa? —preguntó Rosalie sintiendo unas repentinas ganas de llorar. Emmett se encogió de hombros, un poco más relajado, y sin dejar de ver a la inocente chica frente a él que estaba seguro que era de aquellas niñas que soñaba todavía con príncipes azules.
Sonrió.
Recálcandole a su mente que ella era una niña, a pesar de sus 21 años según el expediente que tenía de la chica, que era apenas legal. Él tenía que verla como una niña, pero eso no significaba que no podía divertirse, quizás molestándola un rato. Aunque su maldito corazón estuviera haciéndole sentir mierda que no había sentido jamás. Estaba nervioso y nadie en años lo había puesto así.
—Si me lo pregunta a mí…—se detuvo e inclinó su rostro hacia la izquierda, recorrió su cuerpo de manera cínica deslizando sus ojos desde la punta de sus zapatos hasta que se encontró con sus ojos. Estaba asustada, él sabía reconocer él miedo. Era una chica pequeña, casi parecía una muñeca, se detuvo examinando cada curva de su cuerpo con una sonrisa maliciosa, y luego continuo —. No. No puedo responderle esa pregunta señorita. Digamos que no le sonaría como un caballero si lo hiciera. Dígame una cosa ¿Prefiere Rosie o Rubia de ojos azules?
—No sé de qué me está hablando —negó Rosalie rápidamente, desafiándolo con el ceño fruncido y tensa, mientras miraba la puerta.
Emmett se levantó y, sorprendiéndola, se acercó a ella de manera amenazante. Su corazón comenzó a latir de manera alocada y ella chocó con el marco de la puerta. Él inhaló y exhaló el maravilloso olor a flores que la chica tenía, era como una flor silvestre, o quizás un ciervo frente a un león. Un muy grande y atemorizante León.
El podría comérsela, deseaba hacerlo. Ella lo estaba aturdiendo y lo peor es que no había hecho nada. Ella no se había mostrado afectada ni por un segundo al verlo.
—Escuche Rosalie, realmente no tengo tiempo para juegos. No estoy aquí porque sea un hombre que se cree lo que le dicen, se como hacer una investigación —Emmett alzó las manos mirando su reloj por segunda vez y luego continuó un poco molesto —. Tengo pruebas de que "La rubia de ojos azules" vive aquí y no creo que sea su madre, con todo respeto claro está. Ella no parece tener el conocimiento suficiente para crear páginas web y sus ojos no son azules. Usted es hija única, es rubia y tienes unos enormes ojos azules. ¿continuo? —expuso. Rosalie negó. Estaba atrapada y solo quería llorar.
—Escuché —Emmett suavizó su voz al verla temblar. Una demanda por acoso era lo que menos quería ganarse con esa visita, luego continuó —. Estoy aquí porque, por alguna loca razón de la que yo no estoy enterado, mi jefa, esa señora de la que usted escribe, quiere conocerle y le ofrece unas vacaciones pagadas en San Francisco, ya sabe, la ciudad de la tecnología por doquier y…
—No me interesa —le respondió sin bajar su mirada de la del hombre que estaba frente a ella. Desafiante de nuevo. Perdiendo la paciencia Emmett dio un paso más cerca de ella.
—Piénselo —sugirió y luego ofreció, intentando llamar su atención —. Silicon Valley, la ciudad de la tecnología, personas importantes que pueden darle oportunidades que todos mueren por tener. No un simple blog con un nombre común, estoy hablando de todo a sus pies, todo por hacer lo que la Señora dice.
Rosalie sonrió, negando con su cabeza, para luego decir:
—Está intentando comprar mi trabajo, mi silencio. No me conoce. Ella quiere tener poder sobre mí. Poder que no le daré a nadie jamás.
Emmett se irguió en su altura y se rió sin humor, de manera siniestra dando dos pasos atrás
—No niña, créeme, para callar a alguien no necesitas "comprarlo"—hizo las comillas en el aire sonando amenazante antes de meter las manos en sus bolsillos dando varios pasos atrás —. Todo el mundo tiene un precio sin embargo. El mundo gira en torno al signo del dólar, euro o cualquier moneda extranjera. No hay nadie que al ver un millón de dólares en el piso llenos de mierda no dude en llenarse de esa mierda para conseguirlos.
—No pueden obligarme a ir con ustedes. No puede estar amenázandome. Puedo demandarlos. Conozco mis derechos. Y no mencione su nombre. Tengo derecho a la libre expresión —replicó Rosalie como último recurso. Emmett abrió la boca para hablar, pero no pudo, pues la voz de Isabella lo detuvo haciéndolo maldecir. Él no había notado que su tiempo se había acabado.
—Estoy segura de que lo haces Rosalie Hale. Por supuesto Emmett no puede obligarte, pero yo sí.
Rosalie se giró y entonces la vio. Era la mujer más hermosa que había visto jamás. Su cabello negro estaba apretado en un moño, sus ojos estaban cubiertos por lentes de sol, sus labios estaban pintados de rojo, un rojo sangre que contrastaba con su piel blanca. Llevaba un abrigo blanco totalmente cerrado con botones grandes dorados, impidiendo ver su ropa, y tacones de diez centímetros del color de los botones, pero no por eso ella dejaba de verse irreal. Una mujer no podía tener tanta belleza y ser tan única porque esa mujer frente a ella lo era. Una mujer como ella tenía que tener defectos y eso despertó la curiosidad en Rosalie. La curiosidad y el miedo. Ella había venido a buscarla desde San Francisco después de todo.
¿Por qué?
—Déjanos a solas Emmett. Nos iremos en un momento —dijo la voz sedosa de esa mujer. Rosalie miró al enorme Hulk y luego a Isabella Cullen, a la Señora. Ella no podía quedarse sola con esa mujer, eso la aterrorizaba.
—Señora no creo que… —comenzó a decir Emmett al ver el rostro ceniciento de la chica, pero la señora levantó una ceja aun sin quitarse sus lentes y Emmett, el enorme hombre que bien podría matarlas a las dos de un solo golpe, no hizo más que suspirar frustrado y salir de la habitación de manera obediente.
—Rosalie Lilliam Hale, debería decir que es un placer conocerte, por supuesto, pero no sería verdad. Y yo no digo mentiras —dijo Isabella caminando hasta la sala de estar de la casa. Miró a su alrededor y luego continuó —. Graduada de Harvard, tienes el IQ* de Einstein. Lo que significa que eres inteligente, aplicada o algo influyente tal vez. Quizás lo último puedo asegurarlo por tu padre. Un buen hombre dueño de una fábrica de textiles de este aburrido pueblo. Debe trabajar mucho para poder pagar la hipoteca con la que terminaste tus estudios.
Isabella tomó en sus manos una fotografía de la familia de la rubia que tenía delante. La miró un momento y luego la dejó en su lugar, levantando la mirada hacia la niña que tenía enfrente porque, para ella, esa chica era aún una niña encerrada en una burbuja que sus padres habían creado. Alguien con suerte sin duda, por tener a sus padres felices, juntos y, sobre todo, porque parecían personas buenas.
—Una niña con un don de escritora o con demasiada curiosidad. ¿Qué eres Rosalie?
Rosalie se dejó caer en el sofá pareciendo derrotada. ¿Qué podía responder ante eso? ¿Qué podía decir? NADA. Ella posiblemente ya lo sabía todo.
—Escribiste una tesis de análisis psicológico. Destacable ¿Cómo se llamaba?
Rosalie levantó la mirada confundida e Isabella, detrás de sus lentes, la observó reaccionar. Esa chiquilla asustada no podía ser quien la describía en los artículos de prensa que no tenían nada de amarillistas y eran los más acertados que existían sobre ella.
¿Era esa niña "La rubia de ojos azules"? Bueno más le valía a Emmett que fuera ella.
—La diferencia de un niño problema y un niño abusado física y psicológicamente —dijo en un susurro, respondiendo sumisamente.
—¿Cuál es la diferencia? ¿Cuál es la diferencia entre un niño problema y uno abusado? Dime tu opinión verdadera, no la que está en la tesis —preguntó Isabella con interés. Rosalie frunció el ceño y respondió.
—Ninguna, el niño problema es un niño problema por ser abusado de alguna manera. Puedo preguntar. ¿Por qué estamos hablando de mi tesis y no de los artículos que escribí sobre usted? ¿Por qué le interesa la diferencia de un niño problema y uno abusado? ¿Qué quiere de mí?
Isabella sonrió de manera imperceptible, tan imperceptible que ni siquiera Rosalie lo notó, y después respondió:
—Eres lista.
Se quitó los lentes, enfocando sus ojos color gris en los ojos azules de la rubia, quién se sonrojó furiosamente al verla sin lentes.
Dios era una mujer muy hermosa pero era demasiado fría.
—Sus ojos son fríos, no hay calidez en ellos —recitó Isabella sin dejar de mirar a Rosalie con burla evocando sus pensamientos. Rosalie se levantó del sofá demasiado nerviosa, sintiéndose evaluada por la mujer frente a ella —. Buena descripción. Debo admitir que tienes talento. Es bueno saber que alguien te observa de esa forma aunque estés a kilómetros de distancia.
—Si lo que quiere es que borre ese artículo yo…
Isabella levantó la mano y negó, obligando a Rosalie a guardar silencio.
—No termino. Aun —enfatizó, luego empezó a caminar por la sala —. Ahora me tienes enfrente. ¿Dime cómo crees que soy? Una evaluación más certera porque fácilmente adivinaste muchas cosas sobre mí.
Rosalie abrió los ojos asustada, sin saber qué hacer. Abrió la boca varias veces y la cerró. Isabella suspiró y dijo:
—Bueno al parecer me equivoque contigo —se giró pero la voz de Rosalie la detuvo:
—Su cabello está apretado firmemente en un moño, lo que indica disciplina hacia usted misma o que su estilista no llegó hoy. Esconde sus manos en el abrigo, lo que indica que no toca cualquier cosa o tiene miedo de hacerlo, o posiblemente no le gusta dejar huellas. Sus ojos cambian de color, son fríos cuando tienen que serlo pero pueden ser cálidos si usted lo quiere. Lo sé por el video que hay suyo de los albergues en donde reciben niños abandonados en San Francisco. Sabe cómo atemorizar, conoce el punto débil de los demás y lo utiliza como mecanismo de defensa hacia us…
—Basta —cortó Isabella poniéndose los lentes para ocultar el dolor que se había instalado en sus ojos. Nadie en ocho años había podido describirla, nadie se había atrevido a hacerlo —. Basta —volvió a murmurar sintiéndose vulnerable. Rosalie guardó silencio esperando.
—Hay un trabajo que quiero que hagas en Silicon Valley. Dime lo que quieres y lo tendrás.
—No soy el juguete de nadie señora. Puede que le tenga miedo, como todos, pero no voy a callarme. No voy a dejar de escribir sobre usted, ni sobre nadie que tenga mi atención.
Isabella se giró y dijo:
—Eso es lo que quiero hagas.
—¿Qué? —preguntó sin entender. Isabella se quitó sus lentes de nuevo y respondió:
—Quiero que escribas una historia. Mi historia. La historia de La Señora. Te estoy ofreciendo la primicia de toda mi vida. Mi pasado, mi presente. Y lo que será mi futuro. Todo será tuyo, si lo quieres.
Comba. Es la curvatura de un ala, va desde el borde de ataque hasta el borde de salida.
Hulk es un personaje ficticio, un superhéroe que aparece en los cómics estadounidenses.
Los reptilianos son, básicamente, reptiles con forma humanoide que tienen la capacidad de transformarse en un humano común y corriente a voluntad. Según la creencia, esta especie tiene como único objetivo infiltrarse entre los humanos.
Facebook, red social que nació en 2003.
IQ: El cociente intelectual o coeficiente intelectual (CI en forma abreviada; del alemán Intelligenzquotient o IQ) es un estimador de la inteligencia general.
Y empezamos, quiero darle las gracias a Joana quien ha estado conmigo en cada una de las historias que he escrito, pero sobre todo en esta, chicas, señora me llevo 10 años, ella me habló al oído muchas veces sin siquiera estar lista para contar su historia y cuando lo estuvo, me hizo amarla, y llorar y querer. Está es una historia con final feliz, pero, ¿Quién dice que la agonía no es parte de la felicidad?
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