¡Saludos queridos lectores!
Por sexto día consecutivo, he venido a traer la historia de hoy en tiempo y forma. No puedo creer que haya llegado tan lejos. No saben lo feliz que me siento.
Además, hay un motivo más por el que me siento contenta con esta historia, pues en esta ocasión, una lectora se ofreció a hacer la portada de esta historia, así que contribuyó con un hermoso FanArt para la portada. Debo darle un enorme agradecimiento a frvgelee03 por la contribución. Lo amé 3
Dejo dicho, antes de permitirles leer la historia de hoy, que esta historia corresponde al Día 6: Ángel Palabras elegidas: Disfraz, Iglesia, Cementerio Horror Week SasuKarin 2022
La noche de "Todos los Santos", mejor conocido como Halloween, era el día en que la gente común y corriente va en busca de dulces, alcohol, drogas y algunos sustos, según la edad que tenga. Simplemente es una noche de diversión que todo mundo aprovecha para portarse "un poco mal" y sentirse libre de usar un atuendo ridículo sin ser criticado.
Pero tras tantos años de celebrarse, el mundo ya prácticamente olvidaba el motivo de la existencia de esa fiesta. Pues según las leyendas, en aquél día en particular, el velo que divide el mundo de los vivos y lo sobrenatural se adelgaza lo suficiente como para que algunos seres del otro lado atraviesen al mundo humano, y quién sabe, quizá algún humano incauto cruce al otro lado sin darse cuenta.
El problema con aquellos cruces de mundos, es que muchas de las criaturas del otro lado, tienen intenciones macabras, y Sasuke, un ángel negro que había logrado atravesar el velo esa noche de Halloween, ya tenía planes para causar caos entre los humanos y alimentarse.
Volando por el cielo negro, Sasuke buscaba víctimas, pues en la noche de Halloween en que todos querían portarse mal, era más sencillo conseguir su alimento.
Los ángeles blancos o negros se alimentaban de las emociones de los humanos, y cada ángel tenía una emoción que consideraban su platillo favorito. Los platillos desagradables, por otro lado, eran aquellos contrario a su ser. Es decir, los angeles blancos no comían emociones negativas y los negros las positivas.
No era que no pudieran comerlas, sólo no les gustaban. Les sabía mal y aunque no tenían la seguridad, corría el rumor que comer emociones contrarias, los cambiaría de bando.
A los ángeles blancos, siempre se les dificultaba convencer a los humanos hacer el bien para provocar las emociones positivas, mientras que, para los ángeles negros, lograrlo era mucho más que sencillo, especialmente cuando los humanos ya estaban predispuestos a hacer alguna travesura como en las noches de Halloween.
—Una fiesta —murmuró Sasuke cuando sobrevolaba una iglesia en la que no esperaba encontrar nada interesante, sólo la cruzó para poder llegar rápidamente al centro de la ciudad de aquél país en el que había decidido provocar a los humanos para conseguir su alimento.
No era una sorpresa que las iglesias hicieran fiestas en esa fecha, muchas veces para atraer a los creyentes para que rezaran y no fueran partícipes de las travesuras, pero Sasuke había percibido que en esa iglesia, ubicada a las afueras de la ciudad, se estaban desarrollando algunas actividades muy comunes de cualquier fiesta de Halloween.
Curioso por lo que percibía, bajó su vuelo para asomarse por una de las ventanas más altas y mientras se acercaba, entendió que aquella iglesia tenía mucho tiempo de haber sido abandonada.
Sus conjeturas fueron confirmadas cuando notó que en efecto. A alguien se le ocurrió usar esa iglesia abandonada como salón de fiestas y al estar a las afueras de la ciudad, sería difícil que alguien se diera cuenta que un montón de jóvenes universitarios profanaban una sede sagrada con una fiesta desbocada de Halloween.
Dentro, habían jóvenes disfrazados, bailando, bebiendo, jugando o burlándose de los escasos símbolos sagrados que quedaban en el edificio, algunos se drogaban en un rincón y en los confesionarios habían dos o más personas teniendo sexo.
Sasuke debía admitir que las fiestas no eran su situación favorita para crear caos, es decir, el alcohol facilitaba aún más el trabajo, pero el azabache prefería de otras circunstancias para su trabajo. Sin embargo, el ángel decidió hacer uso de esa fiesta, porque tenía en mente una idea que, si salía como estaba planeando, podría colocarse entre los mejores ángeles negros.
Aprovechando que era Halloween, Sasuke no tuvo que pensar en un disfraz para mezclarse entre los asistentes a la fiesta, así que simplemente aterrizó en el suelo, caminó hacia la puerta y entró a la fiesta tal y como él era.
Las pláticas, aunque gritadas, se oían apagadas a causa del terrible volumen de la música y Sasuke, que quería salir de ese tumulto lo antes posible, simplemente caminó entre los asistentes buscando a quién sería la estrella de su plan.
—¡Bien hecho! —exclamó un hombre corpulento disfrazado de futbolista zombie, que salía detrás de una chica disfrazada de enfermera sexy. Ambos habían estado en uno de los confesionarios.
—Idiota —bufó la joven yéndose mientras se acomodaba el disfraz, pero el chico parecía satisfecho.
No. Ese humano era el que tenía los más altos niveles de lujuria en toda la fiesta, y aunque la lujuria era un excelente detonante, este humano ni siquiera se daba cuenta de su ineficiencia para provocarla en alguien más y parecía lo suficientemente idiota como para concentrarse en un objetivo diferente al sexo sin que una chica lo distrajera con sólo pasar frente a él.
Sasuke siguió caminando y dirigió sus pasos hasta un grupo de chicos, de los cuales dos, uno disfrazado de vampiro y otro de momia, estaban a punto de pelearse.
La ira era uno de los mejores detonantes para los desastres relacionados con grupos. Si, quizá alguno de ellos…
—Intenta volver a…
El chico momia había dado un golpe en la cara al chico vampiro, dejándolo inconsciente en el momento.
Bien, Sasuke podría trabajar con el chico momia. El vampiro estaba más rabioso que el otro chico, pero no se podía trabajar con alguien inconsciente. Además, el chico momia podría…
No. La ira de ese joven se esfumó ahora que su contrincante estaba inconsciente. Al parecer, el vampiro se estaba metiendo con la momia, lo que lo enojó. Se hicieron de palabras que los enfadó a ambos y el vampiro dió el primer golpe y la momia se defendió. Este último ya no tenía motivos para estar enfadado.
Sasuke caminó un poco más, pero no encontraba al candidato adecuado. Era como si hubiese un ángel blanco entre la multitud para controlar los excesos. Es decir, no era que no los hubiesen, pero todos ellos parecían evitar pasar la línea entre el goce desmedido y la tragedia.
Quizá, debía dar un empujón a un posible candidato antes de poner en marcha su plan o…
—¡Sasuke-kun! —oyó una voz femenina que lo hizo voltear, pues aunque había reconocido la voz, dudaba que se tratara de esa persona— ¡Sasuke-kun!
El ángel alcanzó a ver a una chica pelirrosa que intentaba acercarse a él, y al reconocerla, Sasuke dió la media vuelta para intentar alejarse, pero se encontró de frente con alguien más que no quería ver.
—¡Sasuke! —exclamó esta segunda persona, quien alcanzó a tomarlo del brazo para detenerlo.
—Suéltame —ordenó el ángel negro al chico rubio que lo había detenido, pero para ese momento, la pelirrosa ya los había alcanzado.
—Sasuke-kun, te hemos estado buscando por siglos —decía la pelirrosa vestida de enfermera a punto de llorar de la emoción.
—¡Tienes que volver! ¡No puede ser posible que hayas decidido convertirte en un ángel negro! —exclamó el rubio disfrazado de ninja.
Tenía razón, había no sólo un ángel, sino dos ángeles blancos en esa fiesta que estaban manteniendo todo bajo control y para colmo, se trataba de sus antiguos compañeros, a los que había estado evitando.
—Métanse en sus asuntos. No voy a regresar —Sasuke se liberó del chico.
—Pero Sasuke-kun, no se supone que lo que haces sea el trabajo de un ángel. Estamos para…
—Lo sé tan bien como tú e incluso mejor que el idiota de Naruto.
—¡Oye! —exclamó el chico rubio.
—Y escojo el libre albedrío.
—Pero…
La chica disfrazada de enfermera quería detenerlo interponiéndose en su camino, pero Sasuke la empujó para poder pasar.
—¡¿Cómo te atreves a empujar a Sakura-chan?! —Naruto reclamó queriendo ir tras Sasuke, pero primero debía asegurarse que su compañera estuviera bien.
Sasuke siguió andando entre la multitud para alejarse de ellos. Es decir, quería irse para no tener que encontrárselos, pero de nada serviría huir volando si lo perseguían. Primero se perdería de su vista, y después saldría de la iglesia para irse volando.
Por desgracia para el ángel negro, sus ex compañeros no lo perdieron de vista y aunque se les estaba dificultando pasar por la cantidad de gente para ir tras él, estaban lo suficientemente cerca como para alcanzarlo en el cielo si decidía volar.
Necesitaba un plan para poder perderse y la respuesta llegó de inmediato cuando vio en la entrada, a un trío de chicos que recién llegaban a la fiesta.
—¡No me dijiste que era una fiesta de universitarios! —una joven pelirroja vestida de diablesa le reclamaba a un albino.
—¿Qué tipo de fiesta esperabas en una iglesia abandonada a las afueras de la ciudad? —contestó el chico burlón mientras se arreglaba el cuello de su disfraz de vampiro.
—¡Tampoco me dijiste que era a las afueras de la ciudad y mucho menos en una iglesia abandonada!
—Estoy de acuerdo con Karin sobre irnos. Vamos a meternos en muchos problemas si la policía descubre la fiesta y nos llevan —habló el tercer chico vestido del monstruo de Frankenstein.
—No sean unos malditos cobardes. ¿Por qué les da miedo estar en una fiesta universitaria tan genial como esta? —replicó el albino— Estamos a unos meses de serlo también. Además, cualquiera en la escuela querría estar en nuestros lugares ahora.
—¡Porque somos menores de edad y aunque no nos arresten, si que habrá una mancha en mi expediente que puede costarme la entrada a la universidad que quiero! —exclamó Karin enfadada— Ahora, larguémonos de aquí antes de que tengamos que huir o nos metamos en problemas. Si quieres fiestas universitarias, espera al otro año.
—¿Has considerado que si es una fiesta universitaria tu hermano podría estar entre los invitados? —señaló Juugo— ¿Qué crees que dirá si te encuentra aquí cuando dijiste que irías a casa de un compañero de la escuela?
—Él tenía una fiesta en otro lado. Revisé la dirección. ¿Crees que soy tan idiota? —bufó el albino— Y tú eres una miedosa. Los universitarios hacen fiestas así todo el tiempo y no pasa nada.
—No puedes decir que…
—¿Bailas?
Karin iba a seguir alegando, pero fue interrumpida cuando Sasuke se le acercó y la interrumpió.
La imagen del guapo ángel negro con el torso desnudo y vistiendo únicamente un taparrabos la dejó sin habla. Incluso parecía que iba descalzo, pero seguramente tenía algún tipo de zapato que pareciera pie y a causa de la oscuridad no podía verlo, porque de estar descalzo, habría que alabarle su valor para estar así en un lugar como ese y el esfuerzo del maquillaje por ponerse uñas largas y negras en las manos y en los pies.
—¿Ves? Hay más chicos de nuestra edad, no hay de qué temer —señaló Suigetsu empujando a la chica hacia el extraño, para luego murmurarle— Luego me agradeces, pero no va a ser mi culpa si es un idiota.
—Yo…
Karin no pudo decir nada y simplemente avanzó hacia el chico para unirse a los que bailaban. Le parecía un hombre muy guapo al que no quería rechazar y aunque también sentía algunos escalofríos en su presencia, ella se los atribuía a que se suponía que no debía estar allí y les hacía caso a sus hormonas.
El chico avanzó con ella apenas unos cuantos pasos y Suigetsu aprovechó el momento para llevarse a Juugo, así que no vieron cuando los ángeles blancos llegaron hasta su amiga y el chico misterioso.
—¡Sasuke!
—¡Sasuke-kun!
—Creo que… —Karin volteó infiriendo que aquellos dos llamaban al chico, pero él la tomó del brazo y la hizo avanzar.
—Ignóralos —le susurró y la tomó de la cintura como si fueran a bailar música lenta, algo absurdo con ese ruido de fondo.
Se suponía que los ángeles no debían revelar sus identidades, los blancos eran más estrictos en ese tema o en general lo eran con el cumplimiento de las reglas. Era tal su insistencia en el cumplimiento de las reglas, que Naruto y Sakura habían preferido ponerse algún otro disfraz en lugar de presentarse como eran y hacer pasar sus alas y aureolas cómo disfraz, por temor a que alguien sospechara.
Por otro lado, si el par de ángeles se ponían necios y descubrían que la pelirroja era humana, podría usar a la chica como rehén.
—¿Quiénes son? —preguntó Karin tratando de no dejarse llevar del todo por la emoción. La proximidad con el chico le había provocado escalofríos, pues la cercanía de ese hombre tan sexy, la había invadido del calor del deseo, pero al mismo tiempo, un frío penetrante la asaltó desde el toque de sus manos en su cintura.
—No te separes de mí y sígueme el juego —ordenó el chico y el par de ángeles blancos los alcanzaron.
—Sasuke, vamos afuera —Naruto ordenó más que pedirlo y halando al aludido. Al mismo tiempo, miraba de reojo a la pelirroja.
—No —respondió tajantemente y se paró junto a Karin sin soltar su cintura para evitar que ella se fuera.
Karin sólo podía sentir el toque de ese hombre muy frío.
—Sasuke-kun, tenemos que hablar sobre…
—¿Qué piensas de un par de ex compañeros que cada vez que te ven, insisten en que vuelvas? —Sasuke le preguntó a Karin— ¿Has lidiado con eso con otros ángeles blancos, querida?
—¿En serio quieren convencerte de que regreses al mismo trabajo? —preguntó la pelirroja incrédula y algo confundida sobre la previa petición del chico y la mención de los "ángeles blancos".
—¡Somos compañeros! —exclamó Naruto.
—¿Ella es…?
—Es mi compañera de esta noche —asintió Sasuke dispuesto a hacer pasar a la chica vestida de diablesa como un ángel negro— No sé qué será en el futuro.
—Creo que ya no estoy tan convencida de que quedarme sea muy divertido —comentó Karin, quién comprendía muy poco de esa situación. Es decir, al parecer ese par acosaba a ese chico guapo para que volviera a trabajar junto a ellos y él intentaba hacerla pasar por ¿una compañera? ¿amiga? ¿amante? ¿novia? No estaba muy claro, pero por eso mismo ni siquiera debería intentar seguir el juego para no arruinarlo.
La pelirroja quiso irse, pero Sasuke la sujetó fuertemente de la cintura para evitarlo.
—La ciudad tiene más posibilidades, que este lugar —sugirió el azabache insinuando que le daba la razón a la chica y se irían juntos.
—Sasuke, ya te has divertido por cientos de años. Deja de hacerte el tonto. —Naruto se puso frente a la pareja hablando desesperado— Sé que no estás dispuesto a dar este paso, sólo vuelve con nosotros.
—Quiero volver con mis amigos —Karin se soltó del azabache para irse, pues no le había gustado la forma en que el chico rubio la había mirado. Podía sentir, a través de su mirada, que la estaba acusando de algo… quizá de que ese chico se fuera del trabajo.
—Tienen reglas que seguir —espetó el ángel negro y fue tras la pelirroja que se perdió rápidamente entre la multitud, pero tenía que encontrarla.
—¡Sasuke, no…!
—No vayas.
Sakura tomó a Naruto por el brazo para detenerlo, pero era evidente en su mirada que deseaba seguir a Sasuke.
—Hemos estado buscándolo y ahora…
—Pero Sasuke-kun tiene razón. Tenemos que seguir las reglas. Si vamos tras de ellos y se entera nuestro superior, nos castigarán.
—Tú y yo podemos con esto. ¡Somos dos!
Entre las reglas de los ángeles blancos estaba el nunca enfrentar o seguir a un ángel negro que vaya acompañado de otro y de encontrarse en esa situación, la indicación era buscar a su superior y reportarlo para evaluar las medidas a tomar.
Los ángeles negros no tenían reparos en saltarse las reglas del cielo y por lo tanto, serían capaces de usar el Sōgō-ryoku, una técnica donde ambos ángeles combinaban su poder contra un mismo objetivo, y que podía superar el poder de dos ángeles o más, negros o blancos por igual.
Dicho lo anterior, Naruto entendía que debía seguir las reglas aún si era un dos contra dos, como era el caso, pero tampoco quería perder su oportunidad. Habían sido cientos de años buscándolo y no quería perderlo.
Por su parte, Karin había logrado encontrar a Suigetsu, quien coqueteaba con una universitaria disfrazada de conejita de Playboy.
—Lo siento chica, me lo llevo. De todas formas no te pierdes de nada —Karin tomó a Suigetsu del brazo y se lo llevó— Vamos a buscar a Juugo para irnos. Hay mucha gente extraña aquí.
—¡No! ¡Quiero ir a los confesionarios y acabas de arruinar mi oportunidad con esa conejita caliente! —exclamó Suigetsu enojado— ¿Dónde está el tipo ese? ¿Por qué no te lo metiste en los confesionarios? ¿O es que acabó muy rápido?
—Aparecieron unos tipos locos que quieren que él regrese a trabajar con ellos o algo así —respondió Karin ignorando las tonterías de su amigo sin dejar de halarlo— Ni siquiera pudimos bailar. Hablaban de cosas extrañas… quizá era un culto o algo así.
—¡¿Y por eso me arruinas la diversión?! —exclamó Suigetsu obligando a la pelirroja a parar, sacó unos condones de la bolsa del pantalón y se los dió a la chica— ¡Sólo búscate a otro y déjame ser feliz!
—¿Qué pasó? —Juugo llegó.
—Tenemos que irnos. Tengo un mal presentimiento desde que llegamos y podemos ir a cualquier otra fiesta en la ciudad —respondió Karin devolviéndole los condones al albino.
—Tampoco estoy convencido de quedarnos. Han habido muchas noticias en redes sobre gente que desaparece en fiestas y estamos muy aislados —comentó Juugo, pues era algo que quería decir antes de que Suigetsu empujara a Karin a irse con el desconocido.
—¡Son un par de cobardes! No van a sobrevivir la universidad si… ¡Ey! —exclamó el albino cuando sintió a alguien que lo empujaba.
—Hola primor, te he estado observando y me encantaría probar tus diabluras —el hombre que había empujado a Suigetsu se había acercado a Karin con una sonrisa pícara sin dejar de mirarle el escote mientras sostenía dos vasos en la mano.
—Lo siento, mis amigos y yo, ya nos vamos —respondió la pelirroja que sí que se había dado cuenta que él la había estado mirando cuando estaba con el chico vestido de ángel y de hecho, se estaba besuqueando y manoseando con otra chica mientras la miraba.
—No seas tímida. Puedo hacer que te diviertas mucho —le ofreció uno de los vasos.
—Tienes mejor suerte que yo —Suigetsu le murmuró a Karin— Y eso que ni siquiera eres bonita.
—No me interesas ¿De acuerdo? —bufó Karin enojada tras darle un codazo al albino por lo que le susurró.
—Buenas noches —dijo Juugo empujando a sus amigos para irse, pero el tipo, que ni siquiera llevaba un disfraz, tiró uno de los vasos para tener la mano libre con la que hizo a un lado al chico.
—No estoy hablando contigo —dijo enojado dispuesto a tomar a Karin por la muñeca, pero Suigetsu se interpuso.
—Se supone que seduzcas a las chicas no que te las lleves a la fuerza.
—¡Cierra la boca! —exclamó el tipo empujando a Suigetsu, lo cuál le resultó más fácil que con Juugo, pero antes de poder ponerle las manos encima a Karin, el ángel negro apareció lanzándole un golpe.
—Largo.
—¡Ahora verás! —exclamó el sujeto furioso, pues además del golpe, había terminado bañado con la bebida que llevaba en la mano.
Enseguida, el patán se lanzó a golpear a Sasuke, pero él pudo detenerlo con facilidad, y de un golpe en el estómago le sacó el aire.
Sasuke quiso aprovechar la oportunidad para comerse las emociones de ese hombre que sólo habían aumentado por la furia y frustración de que alguien a quién creía menor y más débil, le había ganado, pero Karin lo tomó de la muñeca y se lo llevó fuera de la iglesia mientras Juugo hacía lo mismo con Suigetsu.
Los cuatro corrieron a través de la multitud y después por el cementerio de la iglesia hasta encontrar el viejo Chevy plateado del albino.
—Gracias por salvarme —Karin le dijo agitada al azabache cuando al fin habían encontrado el auto.
—¡Maldita sea! ¡Ahora no sé si volver o no a la fiesta! —exclamó Suigetsu frustrado.
—Sólo vámonos, ese tipo podría venir a buscarnos afuera —contestó Juugo— Y después de ese golpe, estoy seguro que no vendrá solo.
No, el ángel negro jamás tuvo la buena intención de salvar a Karin sólo por salvarla, pero si lo había hecho, era porque ella aún tenía un fragmento de su alma que debía recuperar y si le pasaba algo a ella, ese pedazo de alma podría ser dañado. También era el motivo por el cuál podía encontrarla sin importar a dónde fuera.
Es decir, cuando él la tomó por la cintura en la pista de baile, segmentó su alma y la depositó en ella para que ni Naruto ni Sakura se dieran cuenta de que era una humana. Ese frío, fue lo que sintió Karin recorrerle el cuerpo y de hecho, aún lo sentía, pero ella pensaba que era por su disfraz de diablesa en pleno otoño.
—¡Sasuke! —se oyó de nuevo la voz de Naruto y el aludido gruñó de frustración.
—Mierda.
Se suponía que él y Sakura debían irse si había dos ángeles negros juntos, por eso él había elegido aquella forma de alejarlos, pero aparentemente habían decidido ignorar las reglas.
Irse volando ahora que la vista estaba despejada no era una opción porque aunque se suponía que los ángeles blancos debían cubrir su identidad, Sasuke no podía confiarse en que no lo perseguirían, si ya habían roto las reglas al seguirlo, por lo que sólo se le ocurrió fragmentar su alma dos veces más para asustarlos.
En un movimiento rápido, Sasuke tocó a Juugo y Suigetsu y enseguida, el par de adolescentes sintió como un frío que llegaba desde donde el extraño los había tocado, se expandía por su cuerpo.
Ahora Karin tenía una mitad de su alma y los otros dos chicos tenían cada uno una sexta parte, algo que lo ponía en peligro en cuestión de fuerza, pero si no les daba suficiente de él, Naruto y Sakura podrían detectar la mentira.
—No se vayan y síganles la corriente —ordenó el azabache dando un paso al frente. Los dos varones debían mantener cierta distancia de los ángeles blancos para que estos no se dieran cuenta de la farsa, pero la chica era su punto fuerte para ahuyentarlos.
—¿Qué? ¿De qué diablos estás…?
—Sasuke, no podemos abandonarte, y mucho menos con alguien como ella —dijo Naruto enfadado— ¿Ella fue la que te dio de comer lo negativo para que cambiaras?
—Naruto… —Sakura le hizo saber a su compañero que habían otras dos personas allí, pero no podían definir si eran ángeles negros disfrazados o un par de humanos que no tenían idea de lo que ocurría.
—Somos cuatro contra dos. ¿Insisten en romper sus reglas? —fue la contestación de Sasuke, esperando que ellos finalmente huyeran.
—No queremos pelear contigo, sólo que vengas de regreso —respondió el rubio, ahora temiendo la cantidad de ángeles negros que estaban allí, y no era que el rubio fuera miedoso, sino que temía por su compañera.
—Sasuke-kun, por favor, vuelve. Dime ¿Qué es lo que no te gusta? Te prometo que si vuelves, te apoyaré en todo para pedir que se hagan los cambios que quieres —suplicó Sakura con los ojos acuosos— Yo sé que tú no eres malo y que sólo te están manipulando. Por favor, no caigas, eres más fuerte que eso.
—Son idiotas ¿verdad? —Karin intervino— ¿No pueden entender cuando alguien no quiere verlos?
Karin no entendía bien lo que ocurría y en un principio no había querido meterse en líos ajenos por muy guapo que fuera ese chico, pero después de que la defendió, ella decidió ayudarlo también y se animó apoyarse en el pecho del chico. De esa forma, esos dos verían que estaban juntos y ella aprovecharía de tocar un poco de lo que veía.
—¡Eso es por tu culpa y la de tus amigos! —acusó Naruto poniéndose frente a Sakura y apuntando con el dedo a la pelirroja.
—¡Oye! ¡A nosotros no nos metas! ¡Él es bastante grandecito para saber lo que hace o a quién se coge! —replicó Suigetsu— No puedes culparnos de sus malos gustos. La verdad es que suenan bastante entrometidos.
—No entiendo con exactitud lo que está ocurriendo, pero si él ya se ha rehusado a hablar con ustedes en más de una ocasión e insisten, ya es acoso —habló Juugo.
—¡Nosotros no estamos acosando a nadie! —exclamó Naruto exasperado— ¡Nosotros somos los buenos, no podemos acosar!
Karin y sus amigos miraron acusadoramente a Naruto y Sakura, no sólo porque ellos negaban que lo que estaban haciendo, obviamente era acoso, sino porque ¿Quién se llamaba a sí mismo, "el bueno"?
Naruto iba a reaccionar a las miradas acusadoras, pues se sentía ofendido de que seres oscuros lo señalaran. Sin embargo, Sasuke le ganó la palabra, pues además de que ya estaba harto de la persecución de los que fueron sus compañeros, sabía que entre más tiempo pasara, más sencillo sería para Naruto y Sakura descubrir que aquellos humanos eran sólo eso, humanos.
—Van a agotar nuestra paciencia —advirtió Sasuke tomando a Karin de la cintura como cuando supuestamente iban a bailar y alrededor de ellos, comenzó a formarse un aura que hizo a Naruto y Sakura retroceder un paso.
Los jóvenes humanos no podían ver esa aura, pues a decir verdad, Sasuke estaba usando sus poderes para hacer alucinar a los ángeles blancos. Acercarse de esa forma a Karin, era para que ellos creyeran que estaban por atacarlos con el Sōgō-ryoku y al tener ella la mitad de su alma, necesitaba al menos tener contacto con ella para poder usar todo su poder para que Naruto y Sakura no se dieran cuenta del engaño.
—Tu aún tienes paciencia —Karin habló fingiendo enojo con la intención de dar la media vuelta e irse, pero el chico no la soltó y por el contrario, la pegó más a su cuerpo.
La acción del chico le pareció muy atrevida, pero a Karin le gustó y la hizo sonrojar. Sabía que eso era una locura, pero salvo por el frío que no se le quitaba a pesar de estar en contacto con él, le agradaba.
—Ya no te molestaremos más, Sasuke-kun, pero primero… sólo contéstame algo —pidió Sakura dolida— Si decidiera irme contigo ¿me elegirías como tu compañera Kekkon kyōtei?
—¡Sakura-chan…! —Naruto exclamó alarmado, pero no se atrevió a detenerla y miró a Sasuke para saber la respuesta.
Los ángeles blancos trabajaban de diversas maneras, podían hacerlo solos, en parejas, grupos pequeños o grupos grandes, todo dependía de la misión que había que cumplirse porque la prioridad, era cumplir su trabajo. De hecho, los ángeles blancos estaban destinados a dedicar su existencia al bienestar de los humanos, así que los deseos personales no eran bien vistos entre ellos. Sin embargo, los ángeles negros, aquellos que en un principio habían sido ángeles blancos, eran aquellos que habían decidido rechazar ese trabajo y por ende, la forma en que se movían tendía a ser diferente del de sus contrapartes.
Muchas veces, los ángeles negros andaban solos para cumplir sus capirchos y saciar sus necesidades alimenticias y si ya de por sí era malo que fueran a buscar sus deseos personales, en cuanto a comida se refería, resultaba un problema porque a diferencia de los ángeles blancos que se alimentaban sólo para sostener sus fuerzas, los ángeles negros comían por ese motivo y por el placer que les provocaba la comida. Esto, les daba más poder que a los ángeles blancos y era uno de los motivos por lo que les era más fácil provocar el caos.
La desventaja que tenían los ángeles negros al renegar su trabajo, era que no podían vivir en el "cielo" como los humanos lo llamaban, la cuál, en realidad sólo era otra dimensión cuya puerta era de fácil acceso para los ángeles. En su lugar, se refugiaban en esa dimensión oscura donde otras criaturas habitaban y la salida y acceso a ella se veía limitada por el poder de las criaturas o la ventaja que tenían el 31 de Octubre cuando la puerta se debilitaba.
Una forma de poder atravesar esa barrera sin demasiado esfuerzo y que no obligara a los ángeles negros a consumir mucho de su poder, era aliándose con otro ángel negro. Estas alianzas podían hacerse con un compañero o más, las cuales requerían de un pacto parecido al prohibido Sōgō-ryoku. Una vez hecho el pacto, podía deshacerse sólo si todas las partes estaban de acuerdo y podía hacerse tantas veces como se quisiera, pero una vez hecho, tenía ciertas condiciones.
¿Por qué algo como ese pacto que parecía no tener repercusiones estaba prohibido para los ángeles blancos? Porque entre las condiciones del pacto, llamado Kekkon kyōtei había una que exigía a los pactados hacer lo posible para que los caprichos del otro o del grupo, se vieran cumplidas. Si por algún motivo, algún miembro del pacto estaba infeliz con su o sus compañeros, el poder extra que conseguían se veía mermado.
Dicho lo anterior, no era de sorprender que si los ángeles blancos hicieran pactos Kekkon kyōtei, se verían obligados a poner como prioridad el pacto, antes que su trabajo con los humanos, razón por la que tenían prohibido hacerlo, pero los ángeles negros que habían renunciado a él, no tenían por qué pensar en ello.
Aún cuando esto concedía un muy buen poder, era poco común que los ángeles negros decidieran hacer un pacto como ese, porque todos estaban muy concentrados en satisfacerse a sí mismos, así veían poco conveniente o fastidioso tener que pensar en otros.
—¿Por qué crees que después de todos estos años en que no han dejado de molestarme, cambié de opinión? —fue la respuesta que Sasuke le dio a la pelirrosa, quien ya le había preguntado lo mismo el día que él renunció a su trabajo celestial. Esto provocó que ella se echara a llorar, diera media vuelta y se fuera corriendo.
—¡Tú…! ¡Maldito! —Naruto quiso pelear con Sasuke en ese mismo instante, no le importaba si tenía uno o tres ángeles negros como alidos, pero lo que realmente hizo al rubio retractarse, fue preferir ir tras Sakura a consolarla— ¡Sakura-chan!
—Esos dos deben estar muy chiflados para ponerse así sólo por un trabajo —comentó Suigetsu cuando vieron al par perderse en el bosque que rodeaba el cementerio de la iglesia.
Sasuke deshizo la ilusión tan pronto como oyó en la dirección que se fueron, un par de aleteos que sólo él percibió gracias a su agudo oído.
—¿Qué es una compañera de Kekkon kyōtei? —Karin preguntó curiosa y confundida, porque aparentemente, eso era lo que ese chico guapo había estado insinuándoles a esos dos que era ella de él.
—¿A quién le importa? Debe ser algo de ese estúpido trabajo del que tanto hablan —comentó el albino fastidiado y se acercó al azabache recargando una mano sobre su hombro— No te culpo por querer huir de ese trabajo. Esa gente está loca.
Sasuke aprovechó el gesto de Suigetsu para quitarle el fragmento de alma que le había puesto a través de ese contacto y el albino pudo sentir de inmediato que ya no sentía ese extraño frío que, si bien no lo hacía temblar, si lo incomodaba.
—¿Vienes con alguien más? —Juugo se acercó al azabache.
—No.
—¿Te gustaría venir con nosotros a la ciudad? Podemos llevarte —Karin pasó su dedo índice de forma coqueta por la mejilla del chico para hacerlo voltear hacia ella, pues él mantenía la mirada fija en la dirección por donde aquellos chicos se fueron— Nosotros vamos a dejar esta fiesta para buscar diversión en otro lado.
La pelirroja pasó su dedo índice por la mejilla del chico, la bajó por su cuello y aunque su corazón desbocado le suplicaba que siguiera bajando por su pecho, su abdomen y… No. Retiró su mano cuando alcanzó a tocar sus clavículas, pues si se distraía, su amigo aprovecharía la oportunidad para volver a la fiesta y si de algo estaba segura ella, era que no quería seguir en aquella fiesta.
Cuando Sasuke sintió el toque de la chica, pudo percibir a la perfección la lujuria que despedía, por lo que la volteó a ver queriendo comerse aquella emoción de la humana, que por algún motivo, olía más delicioso que cualquier otra lujuria que hubiese percibido.
—La verdad, ella no te conviene, no quise decírtelo antes, pero me sentiré mal si la aceptas —Suigetsu empujó a la pelirroja para alejarlo del joven, lo que le quitó al ángel, una vez más, la oportunidad de comer o recuperar su fragmento de alma— Sasuke ¿verdad? Yo te sugiero que volvamos a la fiesta y…
—¡¿De qué diablos estás hablando?! —preguntó Karin enojada y tomando a Suigetsu por el cuello de la camisa.
—Tú me arruinaste mi ligue. No creas que voy a perdonártelo. Ojo por ojo.
—No oigas a este idiota, yo…
Cuando Karin volteó hacia donde estaba el azabache, este ya había avanzado algunos pasos lejos de ellos.
No era que Sasuke no quisiera comer o, principalmente, recuperar los fragmentos de su alma restantes, sino que había percibido la presencia de alguien inconveniente no muy lejos de allí.
—Chico listo —sonrió Suigetsu satisfecho por haber logrado su cometido.
—¡Eres un…!
—Deberíamos aprovechar para irnos —habló Juugo— Les recuerdo que no sabemos si el tipo de la fiesta aún nos estará buscando y sabiendo que traerá compinches, tenemos la desventaja en todo esto —les recordó— Especialmente ahora que él se fue.
—¡Maldita sea! ¿Por qué arruinan la diversión? —bufó Suigetsu irritado y de mala gana, sacó las llaves del coche. Usando el mando, abrió las puertas.
El albino se metió al viejo carro del lado del conductor y Juugo estaba a punto de abrir una de las puertas de atrás, pero notó que la pelirroja se mordía los labios mirando por donde se había ido el azabache.
—¿Y el chico? —preguntó Juugo.
—No lo sé, no lo perdí mucho tiempo de vista y ya no estaá —contestó Karin confundida, pues el chico ni siquiera iba corriendo y el tramo entre ellos y el bosque en la dirección que tomó, era bastante amplio.
—¡¿Suben o los dejo?! —gritó Suigetsu más irritado.
—Quizá se escondió tras alguna lápida —Juugo sugirió y tocó el hombro de Karin para animarla a subir al coche.
—Si, eso debe ser —dijo la pelirroja y mientras subía al carro y el albino lo arrancó, ella no despegaba la mirada de esa dirección esperando poder verlo.
¿Quién es la persona problemática que hizo correr a Sasuke sin recuperar los fragmentos de su alma? ¿Habrá consecuencias en Juugo y Karin por causa del fragmento de alma de Sasuke? ¿Sasuke volverá a encontrarse con Naruto y Sakura?
Si, lo siento, una historia más con continuación, pero haré todo lo posible para terminar las historias de la Horror Week SauKarin durante este mes, pues como les dije, serán pocos capítulos para concluír estas historias.
Algo más que quiero mencionarles, es que sé que la portada no se ve muy bien por el tamaño de la miniatura, pero si quieren ver la obra completa, pueden buscarla en el Twiter de la artista ConstanzaGray
De momento, los dejo. Hasta la próxima historia n.n
