3 Meses

—Majestad, tenemos a la Capitana Hizashi una vez más bajo arresto finalmente, tal como pidió —dijo uno de los mensajeros reales, inclinándose ante su rey.

—Ya era hora. —Senku suspiró mientras cerraba su libro—. Llévame hasta ella.

Llegaron a una celda oscura y pequeña donde una mujer rubia estaba atada de pies y manos a una pared, con una mirada feroz de pura frustración.

—Déjanos solos —le pidió al mensajero, que de inmediato se marchó, y entonces Senku sonrió complacido mientras entraba a la celda—. Tercera vez que te atrapó en este año, capitana Hizashi Kohaku, eso significa que perdiste.

Ella lo miró con puro desprecio, gruñendo desde el fondo de su garganta.

—¡Ja, jugaste muy sucio al enviarme a Tsukasa y además aliarte al ejército de Matsukaze para embaucarme, Ishigami Senku! ¡No pienso reconocerte esta tercera victoria porque el trato era mi tripulación contra tus estrategias, no mencionaste nada de aliarte con el reino de mi padre!

—Aliarme con el reino de tu padre es parte de la estrategia. —Sonrió arrogantemente—. No falte a ninguna parte del trato, así que ya es hora de que cumplas tu parte. —Se acercó peligrosamente a ella, tanto que sus narices acabaron rozándose—. Debes abandonar la piratería y convertirte en mi esposa, cumple con el compromiso que tenemos desde niños.

Kohaku apartó la mirada inmediatamente.

—Yo nunca quise casarme contigo, ¡tenía ocho años cuando nuestros padres nos comprometieron! Además, tengo muchas cosas que hacer, mi padre tiene un ejército muy débil, no puede recuperar lo que la gente de Ibara nos robó, ¡así que yo lo haré por él!

—O puedes casarte conmigo y nos encargamos juntos de recuperar todo eso. —Rascó su oído con indiferencia—. Vamos, leona, dices que nunca quisiste casarte conmigo, pero bien que te gustó consumar varias veces el aún no firmado matrimonio.

—¡C-cállate! ¡Que me gustes no quiere decir que quiera ser tu esposa, tengo una misión!

Senku suspiró con cansancio.

—¿O sea que no vas a respetar el trato?

Lo pactaron la primera vez que la capturó, y la primera vez que consumaron su no-matrimonio. Ella se excusó con su amor por el mar y su compromiso con su tripulación para no dejarlo todo y volverse su esposa.

Sin embargo, Senku la convenció haciéndole el amor varias veces hasta que ella cedió para hacer un trato con él, el trato de que si la capturaba tres veces entonces dejaría la piratería y por fin se casarían como estuvo pactado por sus padres en su niñez.

—Yo… —Kohaku bajó la cabeza—. No puedo abandonar todavía… tengo cosas que hacer…

Senku suspiró y volvió a rascar su oído con fastidio.

—Bien, te voy a dejar ir… y… cuando te sientas lista para volver, para estar juntos… entonces te esperare aquí.

Ella lo miró sorprendida, incluso hasta conmovida, para luego sonreír suavemente, revelándole en ese momento que había logrado zafar sus brazos con una pequeña daga, y entonces enredó sus manos alrededor de su nuca.

—A veces sí me haces desear poder quedarme —murmuró con tristeza, antes de besarlo profundamente.

A escondidas, subieron hasta la habitación de Senku, donde una vez más se entregaron a la pasión como hace meses no pudieron hacer debido a su juego del gato y el ratón.

Senku quiso retenerla un día más, pero Kohaku le dijo que en verdad no tenía tiempo.

—¿Y qué es eso tan importante que tienes que hacer, eh? —preguntó Senku enfurruñado mientras desataba cada nudo de su corset que ella ataba, ignorando sus quejas mientras le besaba el cuello desde atrás para tratar de convencerla de quedarse más tiempo.

—Qui-quiero quitarle las piedras preciosas que robo de… —Jadeó cuando le mordió suavemente el cuello— robo de las minas de mi… mi padre. Mi padre no quiere problemas, pero… yo no lo puedo… p-permitir… —Finalmente dejó de intentar atar los nudos y lo dejó desatar todo y volver a desnudarla.

—Yo podría ayudar… —La volteó para comenzar a besar su escote y bajar cada vez más y más—. Puedo prestarte hombres o recursos… y nadie se tiene por qué enterar.

—Ya tengo un… un p-plan. Pero quizás me tome unos meses volver… —Suspiró mientras él la recostaba sobre la cama otra vez.

—Y cuando vuelvas… —Pasó los labios levemente sobre la piel de su vientre—. ¿Te quedaras conmigo? —Bajó sus labios más y más.

Ella jadeó y gimió ante sus caricias, pero aun así rápidamente le contestó:

—Sí… Seis meses… Dame seis meses… y me voy a quedar contigo…

Y él le creyó.

Sin embargo, ella se marchó esa misma noche, y… pasados tres meses, un mensajero llegó con una noticia que lo congeló.

El barco de la capitana Hizashi fue hundido.

Todo el tesoro que había recuperado se hundió y se perdió, toda su tripulación fue declarada perdida, ninguno fue encontrado… ni su capitana…

—¿Senku? —Tsukasa, que estaba en ese momento a su lado escuchando al mensajero, volteó a verlo de reojo cuando lo vio demasiado callado e inmóvil.

Él no dijo nada, simplemente se levantó y se marchó directamente a sus aposentos.

Su rostro ahora parecía tallado en piedra, sin ningún tipo de reacción, y finalmente se desplomó en la cama, mirando fijamente al techo.

Fuera, comenzó a llover… y a hacer mucho frío… ¿o eso era solo en su habitación? Le daba igual, realmente.

Luego de unos minutos, escuchó unos golpecitos en su ventana y volteó, viendo el cielo despejado y… una nota en su ventana.

"Faltan tres meses", decía la nota, pero… entonces parpadeó.

Parpadeó, abrió los ojos y vio que no había nota alguna, por lo que se paró de golpe y fue a abrir la ventana, por lo que el viento cálido de verano lo golpeó en el rostro, agitando su cabello.

Miró a todas partes, sin ver nada raro, pero…

¿Acaso fue solo un sueño o alucinación de su mente desesperada?

No estaba seguro… pero al menos, durante los siguientes tres meses, todavía le quedaría un poco de esperanza.

Fin.