Capitulo 4. Los secretos que ocultamos

Sooga regresó a Kakariko con la esperanza de que las cosas marcharían mejor ahí. Tenía qué por lo menos distraerse un poco después de que se le prohibió participar en su primer misión, lo cuál lo hacía sentir bastante miserable. Sin embargo, no contaba con que el ambiente y la situación no sería lo que esperaba encontrar. En lugar de hallarse entre el pacífico y amistoso ambiente de la aldea, mientras caminaba por el sendero hacia la entrada, Sooga observaba a una mulltitud de diversas razas de Hyrule marchando en sentido opuesto a su camino.

Era normal que Kakariko fuese visitado por las distintas tribus del reino, después de todo, la tribu de los Sheikah era conocida en todos lados como los protectores de Hyrule al tener a fuertes guerreros en el clan Yiga defendiendo cada rincón del reino, así como también a talentosos laboratoristas creando artefactos para la protección de la familia real ante cualquier amenaza. Lo que no era normal era ver a tanta gente reunida y además, con semblantes disgustados e incluso enfadados.

Sooga entró en confusión al notar ese detalle. Su deseo por acercarse a ellos a preguntar por lo que había sucedido, cesó al momento de escuchar algunos comentarios de la muchedumbre tales como: "¿Cómo nos piden confianza si no nos dejan conocer la verdad?" ó "El clan Yiga sigue permitiendo estas desapariciones, ¿cuándo harán bien su trabajo?". Adicionalmente, sintió las miradas de odio de algunas personas al notar que él llevaba el uniforme del clan. Sooga tan sólo pasó de ellos y se apresuró en entrar a la aldea para descubrir a qué se debía todo el alboroto.

Observó que había un telón montado en el centro de la aldea, cerca de una pequeña estatua de la Diosa. Parecía que se había oficiado una reunión, pero ya no había nadie sobre él, por lo que Sooga decidió dirigirse a la casa de la monarca Sheikah.

—¿Impa? —Sooga se aproximó hacia ella apenas la vió sentada en medio de la alcoba— Veo que mucha gente estuvo aquí y no parece que se hayan ido contentos, ¿qué sucedió?

Los guardaespaldas de la líder mantuvieron una posición defensiva al notar al contrario acercarse, sin embargo, ella hizo una seña dictando la orden de retirarse, mientras se levantaba de su asiento. Los hombres asintieron y se marcharon.

—Todos están molestos —ella suspiró, notándose estresada— Quieren respuestas ante las desapariciones repentinas que están sucediendo. Madres, padres, familiares, todos están desesperados por los seres queridos que han perdido y no han podido localizar.

Impa mantuvo su mirada en el suelo acompañada de un sentimiento de culpa. Sooga podía notarlo— Estás haciendo lo mejor que puedes —trató de consolarla— Tu equipo de investigación los busca sin descanso. Estoy seguro que incluso el Clan Yiga está contribuyendo con la búsqueda ahora mismo.

Al menos eso es lo que él quería pensar. Realmente no tenía idea de en qué clase de misión estarían, pero puesto que todos los Sheikah en general habían estado agilizando las investigaciones de la gente perdida del reino, sería lógico pensar que también el clan estaba involucrado.

—Pero no es suficiente —sollozó la jóven Sheikah, soltando algunas lágrimas— A pesar de todos nuestros esfuerzos la gente sigue desapareciendo. Se me obliga a permitir que se siga realizando el absurdo exámen de admisión en donde los jóvenes inocentes que fallan deben ser exiliados solo por no cumplir con los estándares del clan, y ni siquiera eso es suficiente —sus lágrimas se convirtieron en un tenue llanto de desesperación— Ya no sé qué más hacer...

—Impa, ellos tienen qué entender que no es trabajo fácil buscar a miles y miles de personas en grupos tan reducidos. Todos hacen su mejor esfuerzo; el grupo de investigación, el clan, e incluso Link. Pero no es sencillo encontrar resultados pronto, mucho menos para nosotros que vivimos en una aldea con reglas sumamente estrictas.

—Quisiera simplemente remover todas esas absurdas reglas y restaurar la aldea —Impa apretó el puño intentando controlar sus emociones —Quisiera que no tuviéramos que desterrar a nadie, ni que tuviéramos que ser la base de la protección del reino entero.

Sooga analizó sus palabras, guiando sus pensamientos hacia Koko, e incluso hacia lo que sucedió con Minah y Amely. Pensaba que era un buen momento para hablar sobre el tema y así prevenir que sucediera con Koko lo mismo que sucedió con aquellas jóvenes.

—No lo veo imposible —mencionó— Es decir, eres la líder, ¿verdad? Deberías tener el poder de cambiar las reglas y detener este régimen.

—Ojalá fuera así —,sollozó una vez más, mirando en dirección a una habitación en el rincón, enfocando su mirada en una mujer sheikah de avanzada edad y baja estatura que estaba sentada en el suelo— pero a pesar de que soy la líder, mi abuela sigue teniendo el control. Ellas jamás permitiría que se cambien las reglas.

Sooga miró a la anciana al mismo tiempo que Impa lo hacía, llamando así la atención de esta. Ella los miró por un segundo con una mirada despreciable, entonces se levantó solamente para cerrar la puerta. Sooga frunció el ceño. Conocía perfectamente la actitud de aquella mujer, y repudiaba por completo su forma de pensar.

—Entonces sólo hay qué hablar con ella —pronunció entre palabras decididas— No es justo que no te deje liderar a tu manera. Ella dejó de ser la líder hace mucho tiempo y no debería tomar decisiones por tí. No es posible que ni siquiera a tí te permita conocer sobre lo que se realiza en el laboratorio.

—No tiene caso hablar con ella, Sooga. Tú mismo lo has visto —suspiró rendida, recordando sus discusiones pasadas— No escucha a nadie y es muy necia. Ni siquiera Link la hace entrar en razón. Le importa más el estatus social que representa la aldea que la salud y bienestar de sus habitantes —apretó el puño una vez más mientras sus dientes chocaban por la ira.

—No pierdo nada intentando. Alguien tiene qué hacerla entender —exclamó, sintiéndo la misma ira que su amiga— Es más, lo haré ahora mismo —se veía decidido, se dio la vuelta para caminar hacia dónde ella.

—¡No! —tomó su brazo, impidiendo que pudiera irse— No vas a llegar a nada, solo vas a meterte en problemas...—sonó su nariz y comenzó a limpiar sus lágrimas para calmar un poco a Sooga— Por favor, no lo hagas.

—Pero alguien tiene qué hacer algo. Kakariko no puede seguir viviendo así. No es justo que muchos jóvenes deban ser alejados de sus familias y amigos por una tonta prueba. Tampoco es justo que oculten a absolutamente todos, incluso a su propia raza, lo que se hace en el laboratorio. No solo quiero cambiar el flujo de todo esto, también quiero saber la verdad.

—Sooga, te lo ruego, no te metas más en esto... —insistió con una mirada concernada— Yo también estoy frustrada por desconocer los secretos del clan, pero no podemos hacer algo imprudente. Solo podemos confíar en ellos, después de todo, hasta la princesa y el rey, que saben la verdad de lo que ocurre ahí, lo permiten. Entonces también deberíamos confiar en ellos —confesó en un tono más calmado buscando transmitir tranquilidad al contrario.

Sooga tan solo suspiró. Deseaba compartir el mismo pensamiento pero no podía sentirse de igual forma debido a lo recién ocurrido — No puedo evitar pensar que hay algo mal en ese lugar. Hoy no pude asistir a nuestra primera misión porque Kohga me ordenó retirarme. Y no solo eso, muchas veces he sentido que me dice las cosas a medias o directamente las oculta. Hay demasiadas cosas que no sé, que me hacen dudar, hasta llegar al punto en que ya no sé qué pensar.

—No lo negaré, a veces he sentido lo mismo —confesó— Son tantos los secretos prohibidos que no se me permiten conocer, que he tenido mis dudas. Pero también sé qué sería peligroso indagar en lo profundo, podríamos llegar a un camino sin retorno y lamentarlo por siempre. Esa no es una labor que te corresponda, Sooga. No quiero que tu vida corra peligro, así que, ¿puedes prometerme que te mantendrás alejado de esto?

La preocupación de Impa era notable, Sooga podía notarlo en su mirada. Así que tan solo suspiró y asintió— Está bien. Lo prometo.

Realmente no sabía si era una promesa que podría mantener, pero algo tenía qué decir para que su amiga estuviera más tranquila.

—¿Link ya trajo a Koko de vuelta? —preguntó con el afán de cambiar el tema, esperando tener una conversación menos tensa. Sin embargo, fue todo lo contrario, podía predecirlo con solo percatar la forma en que Impa lo miró.

—Sobre eso... —Impa enfocó su vista en el suelo con un semblante sombrío, pero antes de que pudiera continuar, fue interrumpida por la repentina irrusión de un hombre Sheikah.

—¡Impa! —gritó estrépitamente mientras abría las puertas de la casa con fuerza extrema. Su voz se escuchaba afónica y totalmente furiosa. No dudó ni en segundo en acercarse a la matriarca y tomarla por el cuello para estampar su cabeza contra la pared— ¡¿Dónde está mi hija, maldita perra?!

Impa estaba demasiado desorientada y asustada para siquiera contestar. El contrario, en respuesta, apretó con mayor fuerza su garganta impidiendo que ella pudiera respirar. Sooga actuó de inmediato, si bien no le gustaba recurrir a la violencia, prefería resolver los problemas de manera pacífica.

—¡Ya suéltala! —gritó el mayor llamando su atención de inmediato. El hombre miró a Sooga de reojo con un semblante colérico— Dorio, ya basta —habló en un tono más calmado— Lo que sea que haya ocurrido, no tienes por qué resolverlo así.

Dorio aflojó su fuerza y terminó soltando a Impa, quién cayó al suelo de rodillas tosiendo imparablemente en busca de oxígeno— Tú... —lo miró con un semblante lleno de odio y apretó en su puño la daga que portaba solamente para lanzarse sobre Sooga. Llevó el filo de su arma hacia el cuello contrario, mostrando una mirada amenazante— ¡Debería matarte ahora mismo! ¡Todos los malditos monstruos del clan Yiga deberían morir!

Sooga no se atrevió a hacer acción alguna, no se arriesgaría a que su garganta fuera rebanada por un movimiento en falso. Se encontró con la mirada furiosa de Dorio, observándolo con un semblante fruncido así cómo confundido. Impa se apresuró en llamar a sus hombres de seguridad, quienes pronto llegaron y controlaron la situación.

—¡Suéltenme, bastardos! —Dorio intentaba con todas sus fuerzas liberarse de los guardias.

Sooga tomó un profundo respiro, sintiendo un agudo dolor en su cuello. Palpó la zona un poco y después miró su mano, encontrando presencia de sangre. Aparentemente Dorio había suscitado un ligero corte en su piel.

—¿Quiere que saquemos a este intruso de aquí? —uno de los hombres miró a la matriarca. Pero antes de que Impa pudiera dar una respuesta, las puertas de la habitación del rincón se abrieron de par en par.

—No será necesario —expresó la anciana que salía de la habitación en un tono aparentemente tranquilo— Algunas personas no saben que irrumpir en casas ajenas es de mala educación. Me gustaría enseñarle a nuestro buen vecino Dorio un poco de modales. Ya que mi nieta es incapaz de hacerlo.

Impa simplemente bajó la mirada ante tal comentario. Los guardias se miraron entre sí y ablandaron su fuerza, entonces Dorio se liberó de ellos y se alejó aún notándose una enorme furia en su mirar— Kyrie —pronunció su nombre entre dientes mientras apretaba el puño y se acercaba a ella de manera agresiva— Vieja bruja, ¡devuélveme a mi hija!

Los guardias se metieron en su camino, previniendo así cualquier tipo de agresión hacia la mujer de tercera edad. Ella no tuvo reacción alguna, simplemente mantuvo su posición firme y serena— No es muy inteligente de tu parte gritarle a las personas que ahora mismo están apoyando con la búsqueda de tu hija, ¿sabes?

—¡Eres una vieja hipócrita! —alzó la voz en un tono más agresivo— ¡Todos ustedes son unos malditos hipócritas! El clan Yiga, los Sheikah, ¡son solamente unos farsantes! Me da vergüenza ser parte de esta horrible tribú asesina. ¡Son todos un montón de...

Antes de que pudiera terminar de hablar, su cuerpo se desvaneció en el suelo, totalmente inconsciente. Detrás de él, se podía observar a Impa, quién estaba de pie sosteniendo un aturdidor eléctrico— Eres muy ruidoso. Silencio— mencionó entre palabras frías y una mirada sombría.

Sooga trataba de entender lo que estaba ocurriendo, pero era demasiado para que su mente lo procesara. No entendía por qué Dorio actuaba así, ni el repentino cambio de Impa, jamás en su vida había visto aquella mirada en sus ojos. Todo era tan difuso para él, incluso comenzaba a ser aterrador.

—Qué contratiempo —la anciana suspiró— Parece que te pasaste de la mano—miró a su nieta con fastidio.

—L-Lo siento mucho... —Impa ofreció una disculpa a través de una respetuosa reverencia. El tono de su voz parecía haber vuelto a la normalidad.

—Qué más da. Llévenlo dentro —ordenó, entonces los guardias tomaron su cuerpo y siguieron sus órdenes— Soy paciente, esperaré a que despierte para hablar con él —se dio la vuelta para caminar de vuelta a su habitación, pero se detuvo justo en la entrada— Por cierto, Impa, la próxima vez que tengamos visitas en casa, deberías ser más precavida —dirigió su mirada hacia Sooga, observándolo de manera siniestra— No queremos que escuchen algo que podrían lamentar haber escuchado.

Sooga sintió su estridente mirada perforando hasta su alma. No sabía exactamente cómo interpretar esas palabras. ¿Habrá sido una amenaza indirecta? Impa asintió, y dicho eso, la anciana se metió en su habitación y cerró la puerta.

Entonces hubo un tenso silencio en la atmósfera. Sooga estaba inmerso en sus pensamientos, envuelto en el aura de misterio e incógnita circundante del lugar, tratando de entender la realidad de la situación a la que se expuso. Impa se sentía avergonzada por haber permitido que su amigo tuviera qué presenciar aquella escena.

—¿E-Estas bien...? —preguntó afligida, sin embargo, no recibió respuesta del contrario. Sooga permaneció en silencio— Estás sangrando... Déjame ayudarte.

Impa llevó su mano en dirección a la herida de Sooga, pero él tomó su muñeca y la detuvo antes de que pudiera hacerlo— ¿Qué mierda fue todo eso? No tenías por qué electrocutarlo, ¡qué demonios!

La principal razón por la que estaba tan impactado, giraba entorno a que jamás pensó que Impa pudiera tener tales alcances; nunca la había visto tomar medidas tan extremas para controlar una situación, mucho menos si implicaba lastimar a alguien. Impa llevó su mano lejos y suspiró, no estaba orgullosa de lo que qe había hecho.

—Fue una medida de prevención. Es necesario hacerlo cuando alguien se está pasando de listo. Realmente no me gusta hacerlo pero, mi abuela lo implementó— confesó, esperando que Sooga estuviera satisfecho con la respuesta, lo cuál claramente, no era así.

—Impa, ¿qué es lo que está ocurriendo? Él dijo que está buscando a su hija... —pausó un momento para pensarlo, antes de continuar— Es Koko, ¿verdad? —sugirió, tras recordar lo acontecido en la guarida del clan.

—Sí, es Koko —agachó su mirada una vez más— Ella está desaparecida.

—¿Qué? —abrió sus ojos de par en par— Pero, ¡¿cómo?! ella estaba en Hyrule con Link hace unas horas, ¿no es así?

—Yo tampoco logro entenderlo. Le pedí a Link que viniera para que me diga los detalles —suspiró afligida, entonces miró por la ventana— Es por eso que había tanta gente molesta. Es por eso que Dorio estaba diciendo todas esas cosas. Todos piensan que no hacemos bien nuestra labor de proteger al reino. Koko desapareció de repente aún cuando iba acompañada del héroe de Hyrule, ¿cómo crees que eso nos deja a nosotros? Como unos irresponsables.

Sooga prestó atención a sus palabras, y después de meditarlo un poco, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida sin decir una sola palabra.

—¿Sooga? ¿A dónde vas? —preguntó la fémina acercándose a él.

—A buscar a Koko, ¿a qué más? —respondió en un tono decidido— Todo el Clan debe estar esforzándose en la búsqueda, y yo no me quedaré sin hacer nada.

—Pero Kohga te dijo que...

—¡¿A quién le importa lo que Kohga dijo?! —alzó la voz en un tono estresado— Koko es mi amiga, y me necesita. No volveré a abandonar a una amiga que me necesita —hizo una pausa pensando en Minah, una parte de él aún se sentía culpable por no haber hecho nada por ella, pero enseguida disipó sus pensamientos y volvió en sí mismo— Debo protegerla.

Impa detuvo sus pasos, analizando su respuesta. Su mirada se enfocó en el suelo, mostrando una tenue sombra en sus ojos y su semblante se volvió completamente serio, incluso podría decirse que aterrador.

—¿Y quién te protegerá a tí? —preguntó en un tono fúnebre.

Esto desconcertó por completo a Sooga, por lo que detuvo su paso y se volteó una vez más para llevar su mirada a la contraria. Observó su inusual posición y semblante, y por el tono de su voz, sabía que aquella no había sido una pregunta usual— ¿Eh?

—Dices querer porteger a Koko, pero, ¿estás seguro de que es ella quien necesita protección? —aproximó sus pasos hacia el mayor, mirándolo con ojos apáticos— Hay lobos ahí afuera, Sooga. Están por todas partes, acechando a los inocentes corderos. Y te tengo una mala noticia... —tomó nuevamente su aturdidor eléctrico mientras caminaba más cerca— Desafortunadamente para tí, tú eres uno de esos corderos. ¿Sabes lo que eso significa?

Sooga retrocedía su paso al compás en que Impa se acercaba. Llegó un punto en que comenzó a temer por su propia seguridad, observó que Impa tomaba su defensa personal en manos y presagiaba que en cualquier momento la usaría en su contra. No obstante, tras unos cuantos pasos, su cuerpo alcanzó la pared y no pudo seguir escapando.

—¿A qué te refieres...? —decidió preguntar, sin estar exactamente seguro de querer escuchar la respuesta. Impa en un movimiento rápido, encendió el aturdidor y lo utilizó contra una polilla que estaba casualmente en la pared, provocando que cayera al suelo y se retorciera en agonía.

—Esto es lo que ocurre cuando los corderos son demasiado curiosos. El dolor de la verdad es demasiado para que puedan soportarlo, entonces lo mejor, es acabar con ese dolor para siempre— respondió con frialdad, mientras llevaba su pie hacia la polilla en el suelo para aplastarla con la suela de su zapato— ¿Ves? Ya no siente más dolor.

Mantenía la misma expresión seria en su rostro, mostrándose incluso un tanto cínica. Sooga se arrepintió inmediatamente de haber preguntando al haber presenciado aquella respuesta que no esperaba— Así como ese insecto, pronto tú tampoco sentirás nada si es que sigues involucrándote— mantuvo su tono fúnebre, esta vez formando una ligera sonrisa siniestra— Quieres proteger a tu amiga, pero, no podrás porteger a nadie otra vez. Nunca más.

Por la forma en que Sooga sentía que su mirada lo atravesaba, no pensaba que aquella persona que tenía en frente, fuera la misma Impa. Una vez más, presenció esos ojos vacíos y aterradores que lo observaban cuál halcón acechando a su presa; ojos que no había visto antes en ella hasta ese día. No tenía que pensarlo demasiado para darse cuenta de lo aterrado que se sentía.

—¿Comprendes? —entonces, su semblante se transformó en uno que habría hecho la Impa normal. A pesar de que tenía su sonrisa usual, Sooga sintió escalofríos; no pudo asentir o negar, ni siquiera pudo decir una palabra. Impa aún lo observaba como si pudiera leer sus pensamientos, como si pudiera sentir su miedo.

Después de lo que se sintió como una eternidad, después de ese largo y sordo silencio, por fin, alguien entró por la puerta para cambiar la atmósfera.

—¡Impa! Vine tan rápido cómo me llamaste.

—Oh, gracias a Hylia llegaste, Link —recibió al caballero con un gesto amable, como si nada de lo anterior hubiera sucedido— ¿Puedes platicarme lo que sucedió?

—Yo también quisiera escucharlo —Sooga se acercó a ellos, negándose a pensar más en lo recién ocurrido para volverse a concentrar en Koko y su desaparición.

—¿Sooga? No esperaba verte aquí —Link lo abrazó, expresando suma felicidad por reunirse con su pareja— ¿Qué haces en Kakariko? Pensé que estarías en la misión con el resto del clan.

—Es una larga historia... —suspiró mientras lo abrazaba de vuelta, realmente no quería hablar sobre eso— Tu también estás buscando a Koko, ¿verdad? Déjame ayudarte.

—Sooga, ¿qué te pasó? Estás sangrando... —el menor notó la herida en su cuello, llevando su mano a ella solo para notar que afortunadamente, no estaba sangrando en exceso. No obstante, esa no fue razón suficiente para dejar de preocuparse.

—Esa también es una larga historia... Pero eso no importa ahora. Tenemos qué encontrar a Koko.

Link se separó de sus brazos para voltearse hacia Impa, tenía un semblante serio así cómo preocupado— Lo siento, pero tengo qué ayudar a Sooga primero. ¿Puedo verte en un momento más?

—Bien. Tienes razón —asintió— Sería un problema si su herida se infecta. Por favor ve, después hablamos de los detalles.

Link asintió, entonces se volteó hacia el mayor de nuevo y tomó su mano— ¿Vamos?

Sooga estaba consciente de que su herida no era realmente grave para ser tratada, pero sabía lo mucho que Link se preocupaba por él y apreciaba el detalle de querer cuidarlo, por lo que no pudo negarse. Además, ahora mismo se sentiría mucho mejor hablando con su pareja en un lugar donde Impa no estuviera— Sí, vamos.

Ambos abandonaron la casa de la matriarca Sheikah para dirigirse a la vivienda que compartían juntos. No obstante, ella mantuvo su mirada fija en el par, desde que caminaron a la salida, hasta que se fueron. No dijo ni una palabra, pero su mirar expresaba incertidumbre, y es cómo si hubiera querido decir: "Váyanse. No descubrirán los secretos que ocultamos".

"Cuando los niños y las niñas apagan las luces, cuentan la historia de un clan tan oscuro como la noche."

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