Sus uñas tenían un inquietante color azul, Aoi no conseguía entrar en calor, la tormenta de nieve soplaba con furia, un frente frío los sorprendió a finales de febrero, no recuerda haber presenciado algo así en toda su vida.

La joven ya arropada en su futon intentaba sin ningún éxito entrar en calor, sus dientes castañeaban violentamente, estaba segura de que no podría pegar el ojo en toda la noche, entre la preocupación y el frio; por que si, sus niñas habían salido al pueblo y el viento gélido no les permitirá volver ¿donde pasarían la noche? Afortunadamente Inosuke quien sensatamente la tranquilizo diciendo que lo más probable es que las tres jóvenes se alojarán en la posada del pueblo en lugar de arriesgarse a salir con el tremendo ventarrón que golpeaba la región.

Si años atrás alguien le hubiera dicho que Inosuke Hashibira se convertiría en la voz de la razón probablemente habría muerto de un ataque de risa

-!Yayoi¡ voy a entrar-le gritó Inosuke desde el pasillo, la puerta se corrió rápido de un golpe seco con el marco, -vamos a la biblioteca, no quiero que te mueras, date prisa, levántate-

-Hey, no puedes entrar a mi habitación así, como así- logro decir entre el incontrolable castaño.

Inosuke entro de todas maneras dándole la mano para que se incorporará, ella no se movió ni un poco.

El alto muchacho se acuclilló a la altura de la joven observando con mucha atención sus labios de un peligroso tono morado que se movían involuntariamente por el castañeo de los dientes

-¿Quieres que te cargue?- la gruesa frazada fue arrojada a su rostro como respuesta - Déjame en paz, estoy bien- él entrecerró los ojos y haciendo uso de una rápida maniobra la tenía sobre su hombro, sin dificultad se incorporó tranquilamente recorrió los pasillos a la acogedora biblioteca.

El la biblioteca ardía un anafre con un cálido fuego, en el piso se encontraba un futon dispuesto para dos personas, así como un juego de té humeante

-Ya, ven aquí-Inosuke le extendió la mano mientras él dobla sus piernas en flor de loto - ya no seas necia, que vengas te digo-

La joven se habría sonrojado de no ser que moría de frío -No, yo no me sentaré en tu regazo ¿te volviste loco?- el aludido respondió con un gruñido

-lo hacía en la montaña, desde que tengo memoria, dormir con tu manada es la mejor forma de sobrevivir, se dan calor entre ellos, ya siéntate que te calentare- dijo palmeando sus muslos.

La joven paseó la mirada por la habitación desierta recordando que no había nadie más en la finca- apresúrate, yo también tengo frío- exigió él.

Aoi empezó a temblar de forma diferente, jamás había hecho algo ni remotamente parecido a ésto, rápidamente comprobó que su Kimono estaba adecuadamente sujeto y muy despacio cerciorándose de cada movimiento que hacia su cuerpo se sentó en el espacio que había entre las largas piernas de Inosuke, el bochorno le subió a las mejillas al estar tan cerca de él, la diferencia en su tamaño y la comprensión de lo mucho que había crecido y lo que eso implica.

-Joder estas helada- dijo recargando la mejilla en la despejada frente de la mujer, mientras él los cubria con una piel de oso que él mismo habia casado el verano anterior.

-Ves enana, todo ese escándalo era innecesario, verdad que estás mejor aquí conmigo, siento tu cara más caliente-.

-¿Cuál escándalo Inosuke?- El joven se rió ladinamente.

-El del oso, me regañaste sin tregua cuando traje la piel-

-PUES CLARO, ME ASUSTASTE DE MUERTE, llegaste todo cubierto de sangre, pense que era tuya, que estabas herido.-

-Pues que tonta, no fue la primera vez que me enfrente a un oso y gané. Porque soy el rey de la montaña.

…………


El viento rugía furioso, el sonido se distorsionada en tenebrosos alaridos, Aoi no entendía cómo era posible, recordó las muchas historias de espíritus que castigaban a los que se obraron mal, tan pronto vinieron ésos macabros pensamientos, los alejó, no había porqué preocuparse en este momento estaba bien protegida.

-¿Esta bajando más la temperatura?- la voz usualmente altiva se escuchaba más parcimoniosa

Aoi lo noto, él estaba asustarlo, jamás había presenciado algo así

-No estoy seguro de cuando fue, debi ser muy pequeño,solo recuerdo el frío, vi como le arrancaba la piel a algunos animales, recuerdo que los pájaros perdían sus patas en las rocas que daban pegadas, al menos eran una comida fácil; mi madre me había hecho dormir en el centro de la manada, ella sabía que no podría sobrevivir con la piel de los humanos, era muy cuidadosa conmigo, apenas ahora entiendo lo frágiles que son los humanos bebes- ella lo rodeo en un abrazo, pensar en un pequeño de ojos verdes que tiritaba de frío en la nieve le estrujo el corazón- ya te lo dije, jamás volverás a pasar frío, es una promesa

-Siempre he odiado el frío, es doloroso y la comida escasea, es una mala combinación, no se lo digas a nadie-.

-Es verdad, es un milagro que estés aquí, estoy tan agradecida, aquí siempre tendrás un hogar cálido.- él estaba tan cómodo así, tan cerca, el aroma delicioso de Aoi lo envolvía, lavanda y polvo de arroz, ella era tan suave y mullida, le encanta en tantos niveles y no puede evitar imaginar que están en una suerte de nido que él había hecho y ella había aceptado, si Inosuke a pesar de odiar el frío estaba feliz en su mundo dónde él y su Aoi descansan acurrucados dándose calor