Hola a todos, espero que estén bien.
Pues aquí estoy con un nuevo e inesperado proyecto que venía pensando vagamente desde mayo, pero no pensé concretar tan pronto.
Es mi adaptación personal del clásico cuento de "La sirenita" de Hans Christian Andersen. He visto varias versiones de dicha historia en distintas películas y no me quise quedar atrás, jaja.
Como dato, tengo una gran fascinación por todo lo relacionado a las sirenas y el océano, así que este concepto me encantó y tal vez eso influyo en que quisiera crear esto y poner a mí querido Rosinante como un tritón.
Espero que no mueran de cringe. En un principio yo misma sentí mucha pena por esto, pero al final dije que escribir todo esto me dio tanta alegría y diversión que no quise dejarlo como si nada.
Quiero agradecer a mi novio, quien me ayudo haciendo la portada en tiempo record para este fanfic.
Había una vez, dentro de las profundidades de un mar nórdico, un próspero reino submarino, el cual era gobernado por la familia real, quienes pertenecían a la raza de la gente de mar, es decir, eran tritones y sirenas.
La familia real estaba conformada por un amable rey, una bondadosa y bella reina y dos príncipes.
La vida en las profundidades era tranquila durante la mayor parte del tiempo, la variedad de criaturas que ahí habitaban era extraordinaria y cada una hacía un esfuerzo en contribuir a que la armonía que caracterizaba aquel reino no se alterara.
Sin embargo, existían seres que no estaban del todo conformes con su entorno, como era el caso del par de príncipes de la familia real: Doflamingo y Rosinante.
— ¡Doffy!
— ¡Rosinante!
—Vaya, los dos hemos llegado tarde de nuevo…
Doflamingo era un tritón de cabello rubio de mechones erizados, poseía una fuerte y larga cola de escamas de un llamativo color rosa que se adornaba con unas vistosas y fluidas aletas de color blanco que parecían simular las plumas de un ave; la piel de su rostro, brazos y su bien torneado torso estaba bronceada debido a que solía ir hacia la superficie y visitar playas e islas. Sus ojos estaban ocultos tras unas extrañas gafas de cristal rojo (un objeto raro bajo el mar y cuyo uso descubrió gracias a la información obtenida por criaturas que podían andar en tierra firme).
Por otra parte, Rosinante, quien era el hijo menor de la familia, era un tritón de espeso cabello rubio que ondeaba con facilidad bajo el agua y a ratos parecía cubrir por completo sus ojos de color cobrizo; su larga cola de color blanco irradiaba un brillo nacarado similar al de las preciosas perlas de las ostras y poseía una característica especial al costado izquierdo:
La figura de un corazón parecía formarse gracias a unas escamas de color rojo que solo aparecían en esa parte. Sus amplias y anchas aletas eran de un tenue color rosado. Su piel era pálida; su fuerte torso y brazos tenían algunas cicatrices debido a su torpeza, este solía atorarse y chocar contra rocas, objetos punzantes y rasparse con los materiales de barcos hundidos que visitaba con frecuencia, pues estos eran su único acercamiento con algo relacionado a la superficie, a donde anhelaba ir pronto.
—Al menos yo no tendré tanto problema—resoplo Doflamingo sonriendo despreocupado—. Pero tú…
—Por favor, Doffy, no le cuentes a nadie. Haré lo que me pidas.
—Ja, ya cálmate. ¿De nuevo andabas paseando, eh? Adivino, estabas paseando de nuevo con aquella pequeña foca.
—Sí, salí con Gomapip. Me contó que había encontrado nuevos objetos de la superficie—admitió algo avergonzado mientras se aferraba al deteriorado bolso que colgaba de su brazo, en donde había guardado las cosas de tierra firme.
—Ah, Rosi… Tienes que ser más cuidadoso, falta poco para que puedas ir a visitar la superficie sin problema alguno.
—Lo sé…
—Vamos, antes de que se den cuenta.
Al llegar a sus aposentos, Rosinante se dedicó a admirar los objetos que había obtenido el día de hoy: Una vieja pipa de madera, un tenedor y un collar con una gran piedra preciosa de color azul.
El tritón solo pudo identificar el uso del collar, pues los otros dos objetos le eran completamente desconocidos.
—Oye, Rosinante—Doflamingo había llegado a su estancia.
— ¿Qué sucede, Doffy?
— ¿Podrías enseñarme que es lo que encontraste hoy?
—Esto…—y el menor señalo a los tres objetos que estaban sobre una roca que fungía como un mueble.
— ¡Mira esto…! ¡Qué belleza! Aunque no me guste tanto su color.
— ¿Sabrás de casualidad para que sirven estas otras cosas?
—Uhm, veamos… Según recuerdo que esto era para el cabello—señalo Doflamingo al tenedor mientras lo agarraba con gesto analítico.
— ¿Eh? ¿Como?
—Así…—y el hermano mayor pasó el cubierto entre los mechones de cabello de su hermano—. ¡Agh, tu cabello es un fastidio!
— ¡Ya, déjalo…!—soltó Rosinante al sentir el dolor de ver enredado su cabello en la pequeña pieza.
— ¡Muy bien, ya está, ya! A ver… Y esto otro, creo que era para hacer música.
— ¿Cómo?
—Así…—y el tritón de escamas rosas llevo la pipa hacia su boca, para luego soltar burbujas a través de esta—. Creo que no sirve.
—Que tristeza… Realmente quería escuchar que sonido podía crear.
—Que decepción. En fin… Creo que es hora de dormir. Nos vemos, luego, Rosi. Descansa.
—Sí… Descansa, Doffy. Buena noche.
En cuanto Doflamingo se fue, Rosinante se recostó sobre el hueco de una roca suave erosionada y cubierta de algas.
Su sueño no llego de inmediato, pues se dedicó a reflexionar sobre el futuro día en que al fin le sería permitido ir a la superficie.
Había escuchado tantas historias por parte de su hermano, amigos y conocidos.
Ansiaba poder ver las playas, islas, encontrar más objetos y quizá ver de cerca algún humano.
—Pronto estaré ahí…
Pasaron unos cuantos días para que Rosinante volviera a realizar uno de sus paseos a barcos hundidos, mientras que su hermano Doflamingo había ido de visita a la superficie.
Antes de que los hermanos tomaran su respectivo camino, se despidieron y el hermano menor sintió una punzada de frustración por no poder ir junto a Doflamingo.
— ¡No estés triste, Rosinante! ¿Quieres que vaya a buscar más objetos en alguna playa?—pregunto una pequeña foca de pelaje similar al color de la arena decorado de una macha en forma de corazon, parecida a la de la cola de Rosinante.
—No, gracias, Gomapip. Creo que será mejor que regresemos a casa.
La pequeña foca, al ver al tritón con semblante triste, se atrevió a confesar algo que había logrado escuchar en uno de sus paseos.
—Oye, Rosinante…
— ¿Si?
—No sé si sea cierto, pero escuche un rumor de que varios tritones irían a escondidas a explorar un islote, cerca del fiordo. ¿No quieres intentarlo?
— ¿Estás seguro de eso? ¿De quienes lo escuchaste?
—Del chico llamado Zoro y de Shachi, este último dijo que llevaría a una de sus amigas orca para tener seguridad por si algo malo llega a pasar.
Rosinante permaneció en silencio, sus ojos reflejaban la mezcla de duda, asombro y euforia que experimentaba. ¿Sería capaz de hacer algo como eso antes de que su familia le permitiera salir a la superficie?
—Gomapip, ¿me acompañarías en caso de que resulte ser verdad?
— ¡Claro que sí! Por eso mismo te lo conté, sé que te alegrarías al escucharlo.
Rosinante sonrió algo avergonzado, tenía que admitir que su pequeño amigo estaba en lo correcto.
Al cabo de un rato, Rosinante había llegado al lugar en donde Gomapip había visto por última vez a los jóvenes tritones que se aventurarían a ir a tierra firme.
— ¡Oigan, es el príncipe Rosinante, saluden…!
—No hagan eso, por favor, no es necesario—se apresuró a decir Rosinante.
—Ya lo oyeron, tontos. Levanten la cabeza—soltó un tritón de cabello verde que recordaba a un marimo, y de cola larga y fuerte de color gris con aletas afiladas. Era el tritón conocido como Zoro, cuya hostil mirada se paseaba entre Rosinante y la pequeña foca Gomapip.
—Príncipe Rosinante, ¿en qué podemos ayudarle?—pregunto el tritón llamado Shachi, cuyo cabello naranja ondeaba al costado de su rostro. Su cola tenía un diseño particular que recordaba al patrón de colores de las orcas.
—Ah, disculpen, escuché que ustedes irían a…—y Rosinante no termino la frase sino que hizo un gesto con su mano derecha para señalar la superficie.
— ¿Eh? ¿¡Cómo te enteraste!?
—Eso no importa, lo que quería pedirles es si me permitirían ir con ustedes.
Todos se miraron con cierta desconfianza y duda, por una parte algunos se sentían obligados a aceptar la petición del príncipe y otros no querían que aquel joven monarca se involucrara en sus asuntos.
—Que fastidio… De acuerdo, si ya lo sabes, no tiene caso negártelo—comentó Zoro con un gesto de resignación.
—Se los agradezco mucho. ¿Cuándo partirán?
—Esta noche.
— ¿Esta noche?
—Sí, ¿algún problema?
—No, no… Ninguno—balbuceo Rosinante, meneando su cola con nerviosismo.
Había sido tan repentino, pero ahora no podía dar marcha atrás.
Esta noche iría a la superficie de una vez por todas…
—Buenas noches, padre… Ten un buen sueño, madre—dijo Rosinante al despedirse de sus padres en cuanto la cena familiar llego a su fin y cada integrante regresaba a sus aposentos.
—Descansa, cariño—dijo la reina Dulcinea después de dar un beso en la mejilla de su hijo menor—. Ven, aquí, Doffy…—e hizo lo mismo con su primogénito.
—Gracias, madre. Duerme bien—se despidió Doflamingo cariñosamente.
El par de príncipes nadaron por un largo pasillo hasta que Doflamingo se detuvo, tomando el brazo de su hermano para llamar su atención.
—Oye, escuche algo de ti esta tarde.
—Doffy…
—Nunca pensé que fueras capaz de hacerlo—y soltó una discreta risa algo maliciosa.
—Por favor, no me delates.
—Ja, claro que no lo haré. Siempre y cuando me des algo a cambio, Rosi.
— ¿Qué cosa?
—Más de esas piedras preciosas que has recolectado.
—Hecho.
—Es un trato. Por cierto, creo que iré un rato contigo…—soltó Doflamingo llevando sus manos hacia su nuca.
— ¿Eh? ¿Estás seguro?
— ¿Qué acaso esa pequeña foca será suficiente para protegerte? Yo creo que no, jajaja... Vamos, rápido, hay que esperar un poco en nuestras habitaciones y después nos vemos en una de las salidas del patio trasero.
—De acuerdo.
Después de un cuidadoso escape del palacio, Rosinante y Doflamingo se encontraron con aquella foca que se alivió al ver a su amigo llegar a tiempo.
— ¡Rosinante! ¿Estás bien? ¿Estás listo? Ya estaban impacientes por irse.
—Como se atreven, bien podríamos haberlos delatado y mandado a arrestar—soltó Doflamingo fastidiado al oír aquello.
— ¡Oigan, dense prisa…!—exclamo Zoro al verles llegar.
Pronto aquel singular grupo nado lejos de la zona habitada del reino, tratando de alejarse lo más posible para luego comenzar a subir hacia la superficie.
El corazon de Rosinante empezaba a latir con tanta fuerza y rapidez que pensó que tal vez salir del agua le haría daño.
Cada vez más se acercaba al límite; alcanzaba a ver el brillo lunar reflejado en el agua y finalmente su rostro sintió una desconocida sensación al entrar en contacto con el viento que soplaba ahí fuera.
El espeso cabello de Rosinante ahora le caía pesadamente sobre la frente y ojos, pronto lo hizo a un lado para admirar la gran figura redonda brillante que se alzaba sobre el manto oscuro del cielo nocturno.
También notó unos diminutos puntos resplandecientes que plagaban todo el horizonte y unas extrañas manchas esponjosas que cubrían de vez en cuando aquellos puntitos.
El rostro del joven príncipe estaba lleno de admiración, tanto que sus ojos parecían relucir tanto como los lejanos objetos que decoraban el firmamento.
—Parece que te has quedado mudo, eh, hermanito.
—Es asombroso…
— ¡Con esta luz de luna podremos ver todo en la playa!—exclamo Gomapip emocionado—. Vamos, Rosinante, te voy a decir donde suelo ir a descansar.
—Espera, Gomapip…—y Rosinante se dirigió a los jóvenes tritones que habían ideado todo este plan—. Les agradezco mucho.
—Es muy pronto para decir gracias, vayamos rápido al islote. En cuanto estemos ahí, estaremos en zona segura—dijo un joven de cabello oscuro, mejillas decoradas con pecas y cola de un vistoso color naranja. Alrededor de su cuello colgaba un collar de perlas rojas.
En cuanto el grupo llego al mencionado lugar, empezaron a lanzar gritos de alegría y victoria. Muchos empezaron a subir a las piedras cerca de la orilla, otros se echaban cómodamente sobre la arena húmeda y algunos más se dedicaban a recolectar piedras, pedazos de madera y objetos desconocidos de alrededor.
Rosinante se encontraba algo aturdido, había tanto que ver, tocar y tratar de grabar bien en su memoria. En cuanto tomo un descanso, una duda le invadió no pudo evitar preguntar:
—Doffy, Gomapip, ¿es diferente el estar aquí durante el día?
La pequeña foca y el príncipe mayor se lanzaron una mirada incomoda, tenían que admitir que de hecho el estar fuera del agua durante la noche era totalmente distinto.
—Sí… Es muy diferente, pero… ¡Sabes!? Es un fastidio cuando un humano te llega a ver durante el día, muchos de ellos son pequeños y te arrojan piedras—se apresuró a decir Gomapip.
—Sí… Y otros hacen cosas peores, en especial los humanos adultos, si no tienes cuidado pueden herirte de gravedad. Ellos se llevan a los peces en cantidades enormes y atacan a las ballenas con filosas lanzas. Es por eso que hay que tener mucho cuidado, Rosi.
—Nunca me lo habían dicho… ¿Por qué? Pensé que era un lugar totalmente bonito.
— ¡No quería preocuparte, Rosinante!— se disculpó la pequeña foca.
—Digo lo mismo… Pero olvídate de eso por ahora, es de noche, no hay porque temer—y Doflamingo arrojo una bola hecha con arena directo hacia la cabeza de su hermano.
— ¡Oye…!—y Rosinante tuvo que volver al agua para deshacerse de aquella arena impregnada en su rostro y cabello.
En cuanto salió del agua sus ojos volvieron a encontrarse con un brillo extraño sobre el cielo, pero este era de un color vibrante, enseguida disparó más chispas a su alrededor y creo un fuerte sonido.
— ¿Qué fue eso?
— ¡Tengan cuidado, un barco con humanos se aproxima!—exclamo Zoro—. Tendremos que regresar.
—No puede ser, la primera noche fuera y pasa esto…
— ¿En serio es muy peligroso?—cuestiono Rosinante sin dejar de observar el lejano barco que parecía acercarse cada vez más a su ubicación.
—No lo sé, no es común que los humanos vengan a cazar durante la noche—comento Doflamingo—. Quiero pensar que tal vez solo estén viajando.
— ¿Hay alguna forma de saberlo?
—Oh, Rosinante, en verdad tienes ganas de quedarte aquí un rato más, ¿no es así? Ja, de acuerdo… Iré a echar un vistazo—resoplo Doflamingo cruzándose de brazos. Una parte de él también se moría de curiosidad por ir a ver más de cerca aquella embarcación que emanaba luces de colores hacia el cielo— ¡Ustedes! ¡Pueden marcharse si quieren, solo no abran la boca respecto a nosotros! ¡Tú también, foquita...!
— ¡No, me quedaré junto a Rosinante, lo prometí!
—Agh, está bien, pero no me hago responsable de ti.
—Gomapip, deberías regresar—le dijo Rosinante preocupado.
—Ya dije que no, además fui quien te dio la idea, no me perdonaría si algo malo llega a pasarte—declaro el pequeño animal negándose a ir y agitando sus aletas.
—Ja, pero ¿que podrías hacer tu para protegerlo? Eres como una pequeña anchoa comparada con el solo tamaño de la cola de Rosinante—se burló Doflamingo sonriendo burlonamente mientras acompañaba su gesto con una risa sutil y algo cruel.
—Doffy, por favor… Está bien, Gomapip, puedes acompañarnos.
Pronto los tres nadaron hacia aquel barco que seguía avanzando, en cuanto estuvieron a unos metros de este, alcanzaron a escuchar una gran cantidad de ruido compuesto por música, risas y voces de humanos.
—Creo que estamos a salvo, al parecer se trata de una fiesta—musito Doflamingo.
— ¿Crees que pueda acercarme más?—se preguntó Rosinante mirando hacia arriba.
—Rosi, no te emociones demasiado.
—Pero acabas de decir que es una fiesta.
—Sí, pero…
—Si me ven, saltaré directo al agua. ¿Podrían cuidarme la espalda?
De nueva cuenta, Doflamingo y Gomapip tuvieron que aceptar la condición de Rosinante, pues al verle tan emocionado no pudieron negarle tal oportunidad.
El tritón de cola blanca empezó a escalar a través de la estructura del barco, agarrándose con fuerza de unas cuerdas hasta llegar a un bote que colgaba cerca de la borda. Por suerte, había una gran manta que utilizo para cubrirse de inmediato, mientras trataba de esconder por completo su cola en el interior de aquel bote.
En cuanto se sintió seguro, tuvo el valor de dirigir su mirada hacia aquella fiesta que acontecía a unos cuantos metros delante de él.
Sus ojos se toparon por primera vez con aquellos extraños seres llamados humanos; había una interesante variedad de ellos: Algunas eran altos, otros pequeños, otros más jóvenes y viejos, algunas hembras de la especie lucían vistosas joyas y elaboradas ropas de gran volumen que llamaron la atención de Rosinante.
— ¡Brindemos…! ¡Por el príncipe Law, quien se convertirá en un gran rey!
Y muchos humanos alzaron una copa de cristal de la cual bebieron un gran sorbo de una bebida desconocida para Rosinante.
Después de vaciar sus copas, todos se dedicaron a aplaudir y algunos de ellos se acercaron a un atractivo joven de cabello oscuro y piel morena, haciendo una reverencia ante él.
En el instante en que Rosinante miro con atención el rostro de aquel muchacho, su corazon empezó a latir de la misma forma en la que lo había hecho cuando que estaba a punto de salir del agua.
No podía dejar de verlo… Era el humano más hermoso de todo el lugar.
Notó la forma con la que el príncipe de los humanos miraba a todos los demás, podría interpretarse como un poco hostil, demasiado seria, sin embargo dicho gesto le fascino por completo.
—Law… Es su nombre—murmuro Rosinante tratando de recordarlo. Sabía que tal vez sería la única y última vez que lo pudiese ver, por eso, guardaría muy bien en su memoria hasta el último detalle de aquel humano que había capturado su atención.
—Disculpe, su alteza. Debido a que ha cumplido un año más de vida, todo el mundo se ha preguntado si pronto tendremos la fortuna de verlo felizmente casado.
—De nuevo con ese tema…—respondió el príncipe Trafalgar con una expresión de hastío—. No creo que haya probabilidad de que eso suceda pronto.
— ¿En serio? ¿Un hombre tan atractivo, inteligente y culto como usted? Cualquier persona sería afortunada de esposarlo…
—No quiero esposar a cualquiera.
—Disculpe, su majestad, no pretendía ofenderlo.
—No lo has hecho. Pero no vuelvas a mencionar el tema por un buen tiempo ¿de acuerdo?
—Sí, su alteza.
El joven príncipe comenzó a alejarse de la multitud, caminando hacia la borda en donde se encontraba el bote en donde Rosinante se ocultaba.
"No puede ser… No debe descubrirme…" pensó Rosinante aterrándose ante el posible escenario.
Los ojos de Rosinante se enfocaron en seguir los pasos del príncipe Law, preparándose para salir huyendo en caso de que las cosas terminarán de la peor manera.
—Esto es malo—dijo Doflamingo al dar un vistazo al cielo al notar que comenzaban a asomarse nubes peligrosas y eclipsaban un poco la luz de la luna, también se dio cuenta que el mar junto con el viento comenzaban a agitarse—. Rosinante, date prisa, maldita sea...
— ¡Iré a buscarlo…!—soltó la foca que también estaba impaciente por el regreso de su amigo.
—Detente, tonta, ¿acaso quieres que te maten?—le regaño Doflamingo jalando de su cola para detenerla—. Rosinante no dejaría de lloriquear si algo malo te pasa. Vamos a esperarlo un poco más.
Pero el mar y el viento comenzaron a hacer movimientos más bruscos, provocando que aquel barco se moviera de una manera que aterró a todos sus tripulantes.
— ¡Su alteza, tiene que ponerse a salvo, regrese a su camarote…! ¡Ya es testigo de que una tormenta se avecina!
El príncipe Law echo una amarga mirada a las nubes que ya amenazaban con dejar escapar relámpagos y truenos.
En cuanto todos los humanos dejaron la cubierta del barco, Rosinante salió de su escondite y saltó de regreso al mar.
— ¡Rosinante! ¡Ya nos tenías preocupados!—exclamo Gomapip al acercarse al mencionado y tallar suavemente su cabeza contra su torso.
—Lo siento, es solo que…
— ¿Qué? Que cara tienes, ¿te ha pasado algo malo?—inquirió Doflamingo tocando la frente de su hermano.
—No, estoy bien.
—Si tú lo dices… Vamos, alejémonos de aquí, esto se pondrá peligroso. Es probable que este se convierta en otro barco hundido.
— ¡¿Qué?!
— ¿Cómo suponías que los barcos terminaban en nuestro mar?
Rosinante volteó a ver con gran temor al enorme navío que se mecía con más fuerza, tratando de avanzar de regreso a la zona del fiordo más cercano.
No podía evitar preocuparse por aquel apuesto joven de cabello oscuro.
—Doffy… Tengo que quedarme aquí, debo asegurarme de que ese barco este a salvo.
— ¡¿Por qué?! ¿¡Que te ocurre!?
—Es que yo…
Y en ese momento, un rayo impactó contra la proa del barco, destrozando e incendiando una gran parte de esta.
Muy pronto el barco entero comenzaría a hundirse en pedazos.
Rosinante alcanzo a observar como los humanos alcanzaban a ocupar los botes mientras que algunos otros caían estrepitosamente al agua, siendo rescatados después por quienes estaban en los botes.
— ¡¿En dónde está el príncipe Law!?
Rosinante alcanzo a escuchar aquel grito desesperado y sin pensarlo se sumergió para ir en busca de aquel muchacho.
Busco de aquí por allá, había bastantes pedazos de madera y otros objetos hechos por los humanos.
— ¡Rosinante! ¡¿Que estás buscando!?—preguntaron al unísono Doflamingo la pequeña foca.
— ¡Al príncipe…! ¡Un muchacho de cabello oscuro y piel morena! ¡No estaba con el resto de los humanos!—respondió agitado el tritón de cola blanca que no dejaba de nadar ágilmente entre los escombros.
— ¡Por allá vi algo!
Rosinante se dio vuelta y a lo lejos miro un cuerpo inerte, flotando entre un enorme pedazo de madera.
Era el príncipe Law.
Con un nado asombrosamente veloz, Rosinante fue hacia el joven moreno que yacía inconsciente, tomándolo entre sus brazos para llevarlo de regreso a la superficie.
"Por favor, no mueras… Por favor…" rogaba con angustia Rosinante.
Al salir del agua, Rosinante sostuvo con fuerza al príncipe Law de manera que este último mantuviera su cabeza fuera del agua, lo cual se dificultaba a causa de las violentas olas.
— ¡Despierta, por favor…!—soltó con desesperación el tritón de ojos cobrizos—. ¡Príncipe Law!
Y, aunque el temor y la angustia se apoderaban de Rosinante, este seguiría sosteniendo a Law con toda su fuerza, evitando que el rostro del muchacho volviera a sumergirse; nadaría hasta llegar a la playa más próxima y asegurarse de que el príncipe estuviera a salvo.
— ¡Rosinante…! ¡¿A dónde vas!?
— ¡Voy a llevarlo a un lugar seguro!—grito Rosinante contestando a su hermano.
— ¡MALDITA SEA, NO PUEDE SER…!—exclamo Doflamingo molesto al ver la clase de lio en el que se había metido por culpa de su hermano.
Rosinante continúo nadando sin descanso, llevando a cuestas al príncipe, y siendo escoltado por su hermano y su pequeña amiga foca.
Pronto llegaría el momento del amanecer y eso significaría que todos en el reino se darían cuenta de su ausencia.
—Ya estamos cerca… Resiste, por favor, príncipe Law…—jadeo Rosinante.
Finalmente llegaron a la playa, arrastrándose entre la espuma de las olas y la arena.
Rosinante llevó el cuerpo del príncipe lo más lejos del agua con ayuda de Gomapip, pues no quería que este volviera a ahogarse de nuevo.
—No mueras, por favor…—musito el tritón mientras veía el rostro de aquel muchacho, que ahora lucía algo pálido y decaído. Rosinante, alarmado, no pudo hacer otra cosa más que comprobar si este poseía un corazón que siguiera latiendo dentro de su pecho—. Sigue con vida, pero…
— ¡ROSINANTE! ¡¿En qué estás pensando!? ¡Vámonos, ahora!—le grito Doflamingo que seguía en el agua.
— ¡Doffy, ayúdame, por favor…! ¡No despierta!
—Por todos los océanos… ¡Seguro se le ha metido agua al cuerpo, sácala y date prisa en regresar!
— ¡¿Y cómo lo hago!?
— ¡Golpea su pecho hasta que escupa el agua!—grito Doflamingo con fastidio.
¿Golpearlo? No sería fácil para Rosinante llegar a dañar de alguna forma al príncipe, pero si esa era la única forma de hacer que volviera en sí…
Con timidez, choco con levedad sus pálidos puños contra el torso del príncipe Law.
— ¡Hazlo con fuerza!
—No puedo…
— ¡¿Quieres que muera!?
— ¡Claro que...!—y Rosinante enmudeció al escuchar como el príncipe Law tosía con fuerza y soltaba un poco de agua.
Aún no había abierto los ojos, su semblante lucia tan desorientado y débil, pero el solo ver que ya había recuperado algo de fuerza era un gran alivio.
—Qué alegría… Príncipe Law, estas a salvo.
Y, al ver que no había abierto los ojos, Rosinante aprovecho para admirarle un poco más. Le contemplo con más emoción que antes, estaba tan cerca de él, lo había cargado entre sus brazos y había salvado su vida.
Observaba con atención su cabello tan oscuro, el torso bien formado que ya se dejaba entrever gracias a que su ropa tenía grandes desgarres; miro sus brazos que poseían dibujos sobre la piel y sus piernas, que lucían tan frágiles ahora.
Todo acerca de él le parecía fascinante.
El tritón llevo su mano derecha hacia el rostro del príncipe, atreviéndose a acariciarlo con gran cariño.
Deseaba tanto poder quedarse más tiempo junto a él, poder presentarse ante él y poder conocerle…
— ¡ROSINANTE! ¡DATE PRISA!
El grito de su hermano le despertó de aquel idílico trance.
Con una enorme pena y frustración que reflejo en sus ojos, Rosinante tuvo que resignarse a volver, no sin antes tratar de dejar un pequeño recuerdo para el príncipe; se quitó una de las escamas rojas que conformaban la macha en forma de corazon que decoraba su cola, y la coloco justo encima del pecho del príncipe. Al terminar aquel extraño y delicado gesto, se llevó un gran susto al ver que el príncipe Law abrió perezosamente sus ojos.
¿Lo había descubierto?
Sin tiempo que perder y con un gran susto encima, Rosinante comenzó a arrastrarse de regreso hacia el mar.
—Discúlpenme.
— ¡¿Estas bien Rosinante!?—la pequeña foca miro preocupada a su viejo amigo.
—Sí, estoy bien…
—Nunca pensé que fueras a estar tan loco como para arriesgar tu seguridad tan solo por salvar a un humano—le dijo Doflamingo dándole un leve golpe en la cabeza a su hermano, una vez estuvieron reunidos en el agua, poniéndose detrás de una roca que los mantendría fuera de vista.
—Lo lamento mucho, Doffy. Pero no podía dejarlo morir.
— ¿Ahora me puedes explicar el por qué?
—Es que yo… Él me ha… Ha captado mi atención.
— ¡Te has enamorado de un humano! ¡Rosinante, la has cagado, te has arruinado!
—Ya basta, Doffy—replico Rosinante evidenciando su bochorno en sus mejillas ruborizadas.
—Te compadezco, hermanito. Siempre has sido un chico ingenuo, pero no creí que tanto…
—No es nada, ya vámonos—dijo Rosinante tratando de sonar indiferente—. Vamos, Gomapip.
—Sí, lo que tú digas… Ahora hay que ponernos de acuerdo para disculparnos con madre y padre.
A pesar de que Doflamingo continuo hablando, Rosinante no presto interés en sus palabras, pues su mente solo podía crear pensamientos relacionados al príncipe de Law y como este había conquistado por completo su atención y emociones.
"Tengo que volver a verlo…"
Bien, hasta aquí por ahora. No dejo de sorprenderme por lo rápido e improvisado que fue escribir esto. Espero que les haya gustado, que no se hayan muerto de pena ajena y decidan quedarse a leer sus próximas partes, hasta el momento considero que no será una historia larga.
¡Hasta la próxima, muchas gracias por leer!
Atte. Levita Hatake
