Encontrar a tu persona destinada.
Tu media naranja.
Tu pareja de vida.
La persona a la que vas a confiar tus mayores secretos.
Y al mismo tiempo.
La que alejará tus más grandes miedos.
Fin.
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El libro que descansaba en sus manos desde hacía un par de horas se cerró, dando por finalizada de esa manera otra gran historia. Un pequeño hueco se forjó en su interior al darse cuenta de que aquello que despejaba su mente y al mismo tiempo la ayudaba a pasar el tiempo, había terminado.
Aun con el sentimiento desagradable, su rostro no hacía más que mostrarse calmado con una pizca de anhelo.
Acariciando la sobrecubierta, empezó a recorrer toda la historia en su cabeza, recordando los momentos de angustia y desconfianza entre los protagonistas, continuando por la gran escena de su unión para finalmente llegar al desenlace. Había sido una obra realmente buena, como todas las anteriores, realmente conseguía enternecerla y sacar un lado de ella que no mostraba fácilmente.
Con un dedo acarició las letras del título.
-Almas gemelas entre escombros… –leyó en voz alta.
Continuó con su entretenimiento, bordeando cada sílaba con el índice, bajando un poco más a deleitarse de la gran ilustración que mostraba un mundo vacío con dos siluetas en el centro. Realmente era una gran portada, el dibujante que la hubiera hecho debía estar muy enamorado de esta obra para haber conseguido captar de manera tan clara la esencia del libro. Cada sombra fue apreciada de principio a fin, bajando un poco más al nombre de la escritora.
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Asahina Mafuyu
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Todo posible mundo de fantasía en el que se hubiera sumergido desapareció.
Se había olvidado de quien había escrito esa historia tan bonita y romántica.
Justamente una persona que nunca había sentido esas emociones y sentimientos que reflejaba de manera tan clara en la historia.
Un quejido gutural salió de su interior, casi sintió como si su cabello castaño se erizara solo de imaginarse a esa farsante escribiendo todo esto.
El cuidado y respeto que había mostrado por aquel libro durante su lectura fue cambiado por una total desconsideración hacia el objeto, dejó de jugar con él para cogerlo del lomo y dejarlo en el primer sitio libre sin pintura que encontrara.
-Es increíble –se quejó, recolocando el objeto para que no se cayera- no tiene ningún sentido que pueda escribir algo como esto, ella ni si quiera…
Se mordió la lengua, estaba bien que estuviera frustrada por lo perfecta que era la chica, pero tampoco quería ser una mala persona recriminando algo que al menos para ella, parecía ser algo serio.
De vuelta a la realidad, se aproximó al caballete que había dejado abandonado por dos horas después de frustrarse con los colores finales de la obra. De pie, se quedó mirándolo, ahora con un nuevo enfoque, varias ideas se arrastraron por su cabeza, viéndose en mejores condiciones para continuar con la tarea que le habían mandado de la universidad.
Volvió a acercarse al libro que tanto le había gustado, pero pasando de largo, simplemente cogió algunos utensilios de pintura y el taburete en el cual había estado leyendo, acercando todo a la obra que se había propuesto terminar esa misma noche.
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La mano que portaba aquel pincel tenía una ligereza y audacia mucho mayor que hacía unos años, su duro trabajo y dedicación le habían dotado de muchas habilidades de las cuales carecía en la preparatoria.
Aunque algo parecía no cambiar, la preferencia por lo digital.
-Ena, empiezas a causarme repelús, ¿puedes dejar de dibujar corazones? –Una voz, la cual le parecía irritante la mitad de las veces a la castaña, llamó su atención.
-Deja de mirar mi pantalla entonces –frunció el ceño.
-Te saldrán arrugas si te enfadas así.
-Tengo la pantalla compartida, no la cámara ¿¡cómo sabes la cara que estoy poniendo!? – su gesto se profundizó.
-La amistad es lo que tiene~ –rió mientras sonreía en su propia habitación, alegrándose de poder decir esas palabras con la confianza que en su día no tenía.
-Mmph… -no respondió.
Con un par de clicks en el botón correspondiente de la tableta gráfica, borró los tontos corazones que había estado haciendo alrededor de su boceto.
-Como sea… Mizuki –la llamó, volviendo a su tono de voz normal- ¿Estás libre mañana?
Una risa nerviosa sonó del otro lado.
-Justamente mañana no, tengo que hacerle un favor a una amiga –Ena pareció no decir nada al respecto, se veía más seria que de normal, lo cual sorprendió a la pelirosa -¿Han puesto algo nuevo en la tienda de dulces?
-¿Por qué iba a ser eso? –respondió un poco indignada.
-¿Por qué solo me dices de quedar para eso? –la artista volvió a guardar silencio- Para que te saque fotos para tus redes sociales y esas cosas –recalcó la animadora.
A Ena le hubiera gustado refutarle que no necesariamente tenía que sacarle fotos con los dulces, pero una pequeña voz dentro de ella le advertía que si iba por ese camino acabaría perdiendo una batalla.
-Solo quería dar una vuelta por el centro comercial.
Mizuki se sorprendió, desde sus días en la preparatoria no recordaba que la artista la invitara para algo como eso, normalmente era ella misma la que tenía que sacar a Ena de su pequeño cubículo alquilado y despegarla a fuerza de sus queridos pinceles y brochas.
-Aah~ realmente me gustaría ir al centro comercial, va a comenzar la temporada de verano y me gustaría poder… -tan pronto como un recuerdo cruzó su cabeza, no pudo decir una palabra más- es verano…
-… ¿Sí…? – Ena se sorprendió por el cambio en su voz, dejando incluso el lápiz táctil en la mesa.
-Es verano… y acabas de cumplir 22 años… -con cada palabra, la pelirosa parecía elevar un poco más su voz, hasta que acabó gritando a todo pulmón por el micrófono. –ENA, ES VERANO Y ACABAS DE CUMPLIR 22 AÑOS.
-Agh…
-Dios Mizuki la próxima vez que grites así te juro que… -de nuevo no pudo terminar su frase.
Aquel quejido no había sonado de ninguna de las dos que habían estado hablando todo el rato por llamada. La castaña ya no solo había dejado de lado el lápiz, si no que ahora su tableta se encontraba en un segundo plano, siendo sustituido por el ratón del ordenador, aproximándose a bastante velocidad al chat en el que se encontraban.
-¿¡Mafuyu!? ¡Cuando tiempo llevas aquí! –ahora fue el turno de la artista de romperle los tímpanos al resto.
-Por favor, otro grito no –podría sonar sarcástico, pero no era el caso puesto que fue pronunciado por Mafuyu.
-¿Mafuyu? –se escucharon unos cuantos clicks del micrófono de Mizuki- ¿Cuándo viniste?
-Hace un rato, estaba escribiendo.
-¿Viste los corazones dibujados por Ena? –se burló la pelirosa, consiguiendo que Ena se avergonzara un poco.
-Sí –por un momento no dijo nada más, pero como el silencio no terminaba, pensó que debía argumentar la respuesta- pensaba que se debían a que terminó de leer el libro que escribí.
-¿¡Cómo sabes que lo he leído!? –se indignó
-Lo pusiste en tus redes sociales –respondió con total neutralidad.
-Yo también lo leí, fue realmente bueno, me encantó cuando el mundo comienza a cambiar a cada paso que daban de acercarse –comentó la animadora.
-Gracias.
-Ugh… todavía me cuesta creer que de verdad TÚ puedas escribir eso –dijo de manera bastante despectiva, dándole énfasis al pronombre que la señalaba, pero como ambas ya la conocían, solo se lo tomaron como un comentario más.
-¿Lo dices porque yo no tengo la cuenta atrás? –recalcó Mafuyu.
La cuenta atrás, o mejor dicho, la cuenta de tu alma gemela.
Cuando una persona nace, se le manifiesta un reloj en la muñeca, no solo pone el tiempo en horas, sino también en días y años. Ese tiempo manifiesta el recorrido hasta tu alma gemela, puesto que una vez que llegue a cero, sentirás un ardor en tu muñeca y se transformará el reloj por un pequeño símbolo, la persona que estés mirando en ese momento, le ocurrirá lo mismo, de esa manera sabrás que es tu alma gemela.
Es algo que le ocurre a todas las personas, todo el mundo tiene a su alma gemela y en algún momento de su vida se unirá a ella, ese primer contacto, será lo que marque la diferencia.
Pero para Mafuyu eso solo son cosas que no tienen que ver con ella.
Su cuenta atrás desapareció de su muñeca sin ninguna explicación hacía mucho tiempo.
-No quería decirlo así… -Ena por un momento se sintió culpable por sacar ese tema, aunque para Mafuyu no pareciera algo relevante, para ella sí lo era.
Al fin y al cabo, no tener una alma gemela era sinónimo de estar solo toda tu vida, de no pertenecer a ningún lugar.
-Está bien, puedo entender porque lo piensas –el sonido de un lápiz golpeando levemente la mesa sonó por sus auriculares- pero realmente no es algo que me importe, tengo cosas más importantes de las que ocuparme.
-¿Otra novela? –preguntó la pelirosa.
-No –otro golpeteo –los exámenes se acercan, son los últimos meses hasta el examen de ocupación medicinal.
Mafuyu había avanzado mucho a la hora de encontrar sus sentimientos y volver a forjar su personalidad, pero habían cosas que no podían cambiar tan fácilmente, es por ello que a sabiendas de que ella quería estudiar enfermería, continuó por el camino de volverse una doctora. Todas sus compañeras de Niigo estuvieron en contra de esa decisión e intentaron que siguiera el camino que ella quería seguir, pero Mafuyu solo contesto una cosa antes de no volver a sacar el tema.
"Será el último desea que le cumpla a mi madre"
Aun así, las tres chicas fueron conscientes de que en algún punto, esa decisión la llego a superar, el estrés constante de cumplir unas expectativas tan altas y mantener su fachada alrededor de su familia y sus compañeros de clase la llevo a encontrar un nuevo hobby con el cual escapar de la realidad.
La escritura.
Era bien sabido que a Mafuyu le gustaba escribir, las letras de sus canciones eran siempre profundas y bien enlazadas, podía conseguir llegar fácilmente al oyente y penetrar en su interior hasta el punto de sentir emociones de diferentes tipos solo por sus palabras.
Quizás fuera esa la razón, o simplemente su talento natural, pero no tardó en ser reconocida dentro de la literatura casual, sus obras, por pocas que fueran, siempre vendían y le llegaban más y más solicitudes para que siguiera escribiendo.
Su club de fans ya no solo se encontraba en su centro educativo, ahora su nombre tenía un recorrido más grande.
Aunque todo eso a Ena no le concernía, ya que ella siempre había sido su fan desde que comenzó a escribir canciones de manera anónima, el hecho de que esas palabras ahora se llevaran al papel no hacía ninguna diferencia.
Pero obviamente, todo eso se lo llevaría a la tumba.
-Mizuki –después de un silencio, la pelimorada dio el primer paso para romperlo- ¿por qué habías gritado antes?
-Ooh~ ¿tienes curiosidad? –su tono burlón y meloso inundó los auriculares de las otras dos chicas.
-No, Mizuki, cállate –intentó pararla Ena, pero eso solo la incentivó más.
-Vamos Ena, es raro que Mafuyu pregunte algo.
-No es algo tan importante –intentó persuadirla.
-¿Reunirte con tu alma gemela no es importante~? –la melodía que hizo con cada sílaba fue tan empalagosa que solo molestó más a la artista.
Con un rápido movimiento, Ena pasó toda su mano por su rostro, quedándose en varias ocasiones donde su nariz, intentando de esa manera calmar sus emociones.
-¿¡Mizuki, crees que es buen momento de sacar ese tema después de lo anterior!? –obviamente no lo consiguió.
-No me molesta –se volvió a escuchar el tono neutral en el fondo- no sabía que tu momento era ahora.
-Posiblemente sí lo sabías, pero no lo recordabas –habló de nuevo la pelirosa- ahora se ha calmado un poco, pero hace unos años no hacía más que hablar de la maravillosa persona que sería su alma gemela y de todas las cosas románticas y empalagosas que harían juntas –comenzó a reírse- en realidad era bastante tierno de ver, pensaba que se había amargado ya por la espera cuando dejó de hacerlo –cada vez el volumen de su voz subía.
-Bueno, perdón por no encontrar a mi alma gemela en la secundaria como tú.
-No todo el mundo puede tener esa suerte~ -la risa fue cambiada por unos sonidos extraños de elogios hacia su novio, los cuales se quedaron en un completo segundo plano- en cualquier caso –el enfoque volvió a ella- es por eso que querías quedar mañana, ¿verdad, verdad?
-Mmph… a lo mejor solo quería dar una vuelta contigo para que me recomendaras ropa o accesorios.
-¿Ropa para cuando te encuentres con tu alma gemela mañana? –Continuó burlándose- ¿O quizás para eso eran los accesorios?
-¿Sabes? Me estoy arrepintiendo, mejor le preguntaré a Airi.
-¡Que cruel! Solo estoy ilusionada de que mi mejor amiga enamorada del amor por fin pueda empezar su gran historia.
-No, en serio, me estoy arrepintiendo, cállate. –suspiró, para ocasiones como esta Mizuki era un dolor en el trasero, aunque no podía negar que seguía siendo una persona muy importante para ella.
Después de tanto tiempo hablando, la noche se había profundizado más, por lo que Ena utilizó eso de excusa para dejar ya la llamada y escaparse de esa situación tan absurda.
-Cuando conozcas a tu alma gemela espero que le hables muy bien de mi, cuando me la presentes tiene que saber todo lo que te he cuidado en este tiempo que no ha estado para ti~ -por cada palabra, el alarde se reflejaba más y más.
-Si si, le contaré maravillas sobre ti, buenas noches –sin esperar respuesta de ninguna de las dos chicas cerró la aplicación y se fue a la cama.
Le sorprendió que Mizuki se acordara de esta fecha. Es cierto que durante un tiempo estuvo hablando mucho del tema, calculando cosas sin sentido respecto a la fecha y mirando el prospecto meteorológico de este día, aun cuando obviamente no estaba.
-Soleado…
Tumbada en la cama, siendo alumbrada por la pantalla de su móvil, volvió a hacer aquello que hizo hace años atrás, pero esta vez no le aparecía una pantalla vacía pidiéndole tiempo hasta que estuviera listo. Ahora la fecha era real.
Miró su muñeca, los números de días, semanas o años estaba en 0, lo único que iba cambiando eran las horas, los minutos y los segundos.
-32… 33… 34…
Casi parecía querer contar ovejas para poder dormir y en realidad, esa sería una gran idea para hacer esa noche.
Porque sabía perfectamente, que su nerviosismo era tan grande, que no iba a poder pegar ojo.
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En realidad Ena era completamente consciente de que el salir por las calles de la ciudad el mismo día que se encontraría con su alma gemela no cambiaría el resultado que le tenía deparado el destino, siempre encontraría una manera de reunirlos.
-4 horas… -susurró mientras veía los números en su muñeca.
Pero la opción de permanecer en casa como si fuera un día normal era algo que ni se había planteado hacer, el pasar del tiempo se le acabaría haciendo eterno.
Optó por ir al centro comercial, el ver y probarse ropa que posiblemente no se iba a comprar siempre la ayudaba a despejar la mente. La temporada de verano comenzaba a posarse en los escaparates, pero no pasó mucho tiempo hasta que se cansó de ver siempre las mismas prendas pero de diferentes colores en todas las tiendas.
No queriendo sobre pensar en nada relacionado a lo que le deparaba ese día, prefirió irse a una tienda de dulces.
-Su pedido de tortitas con nata y extra de sirope –comentó la camarera que le dejaba lo solicitado en la mesa.
Por un momento sintió que toda la boca se le hacía agua.
No solo el sabor iba a ser exquisito, la presentación era digna de fotografiar y enseñar.
Cosa que no tardó demasiado en hacer.
Una vez echa su rutina diaria en las redes sociales, comenzó a probar las tortitas.
Ese toque suave y dulce del sirope era una delicia, emitió un par de sonidos sin querer a causa de la sensación, cada bocado era una bendición.
-Seguro que a mi alma gemela también le gustarán estas cosas… -comenzó a fantasear en voz baja mientras continuaba comiendo- iremos a una tienda de dulces y nos sacaremos muchas fotos. Se pedirá algo que también me guste a mí y me dejará probar de su plato –la sonrisa que portaba en sus labios ya no sabía muy bien si era por el dulzor de las tortitas o por la imagen mental que estaba creando- después continuaremos la cita en las tiendas de ropa, elegirá algunas prendas que me puedan quedar bien y me las probaré mientras espera fuera del probador –el último bocado fue dado- me elogiará por lo linda que me veré.
Al mismo tiempo que terminó su plato, finalizó su fantasía, sintiéndose avergonzada de golpe a causa de eso.
-Dije que no me iba a ilusionar…
Junto al tintineo de los utensilios golpeando el plato, se frotó la cabeza, despeinándose un poco en el proceso.
Era normal ilusionarse por algo que llevaba tanto tiempo esperando, ella no era una persona que se sintiera sola con facilidad, pero el hecho de tener tan cerca a la persona que te va a complementar en tu vida, es algo que cualquiera estaría esperando.
Aun así se sentía como una tonta, estaba proyectando unas expectativas en alguien que ni si quiera conocía.
Bufó, no queriendo darle más vueltas al asunto, se levantó de su sitio, pagó la cuenta y volvió a caminar por el mar de gente que llenaba el centro comercial.
Quizás de esa manera despejaría la cabeza.
-Dos horas…
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La tienda de pinturas acabó siendo su último destino, el dinero que no se había gastado en ropa fue rápidamente derrochado en diferentes utensilios y pinturas que le llamaron la atención, en algunos casos buscaba renovar viejos materiales, por otro lado, su lado artístico le pedía más cosas con las que experimentar.
-Seguro que en alguna práctica de la universidad me piden carboncillo… -giró el paquete que portaba- si no, ya veré que uso le puedo dar –finalizaba su monólogo interno guardando la nueva adquisición en la cesta.
De esa manera avanzó por toda la tienda, obligándose a controlarse al final, sabiendo que aunque sus ideas artísticas no tuvieran fin, su tarjeta de crédito sí lo tenía.
Cargando con dos bolsas, salió de la tienda, preparándose para partir hacia su piso de alquiler.
El camino fue un buen recordatorio de lo que dejaba de desear su condición física, mirando de manera retadora las escaleras que subían hasta el pasillo exterior de su edificio, riéndose de ella por la poca energía que le quedaba a causa de lo que pesaban las bolsas.
Con un chasquido de lengua, se propuso a subirlas como pudo.
Un segundo chasquido se escuchó cuando encontró otro gran obstáculo. Una gran cantidad de cajas de cartón fuera de su apartamento, su ceño se frunció por los retos que le ponía la vida, pero sin cruzar palabra, solo siguió adelante hasta llegar a la puerta.
Una vez llegó se percató de que las cajas provenían de una de las puertas vecinas de su edificio, no era necesariamente la continua a la suya, si no unas cuantas más a la derecha. La curiosidad acabó siendo mayor que su cansancio, por lo que se asomó con todo el disimulo que pudo acumular.
Unos mechones morados le dieron la bienvenida.
Un perfil moldeado con la piedra caliza de mayor calidad.
Movimientos completamente rectos y elegantes mientras ordenaba aquel desastre que no pegaba para nada con la esencia de la chica.
-¿Ena?- la llamó, lo cual la sobresaltó por la familiaridad.
Hasta que se percató.
-¿… Mafuyu?
La susodicha ladeó la cabeza.
-¿Qué haces aquí?
La artista no pudo procesar esas últimas palabras a causa de su confusión.
¿Estaba soñando?
¿Qué hacía Mafuyu en su mismo edificio?
-¿Te ha llamado Mizuki? No te preocupes, estaré bien, no pesan demasiado –el nombre de la animadora de su grupo la consiguió despertar por fin.
Ciertamente la chica que tiene delante es Mafuyu Asahina.
-¿Mizuki? ¿Qué tiene ella que ver aquí? – su ceño se frunció, no sabiendo cómo reaccionar a lo que estaba sucediendo, optó por enfadarse.
-Me ha estado ayudando con la mudanza –volvió a ladear la cabeza, algo que le pareció malditamente tierno a Ena, pero que no reconocería ni aunque se lo suplicasen.
-¿Cuándo dijo que tenía que ayudar a una amiga… se refería a ti? –cambió de posición mientras hablaba, viéndose con mayor confianza a causa de la persona que parecía ser la propietaria de la vivienda, entró un poco más y se apoyó en el marco de la puerta.
-Seguramente –sus contestaciones breves nunca cambiaban- pero se ha tenido que ir por un asunto de su hermana hace unos minutos, por eso pensaba que a lo mejor te habría llamado, pero no es necesario.
Poco a poco, los engranajes en la cabeza de la artista empezaron a conectar, solo para generarle más preguntas que respuestas.
-No he venido a ayudar –se cruzó de brazos- ni si quiera me avisó Mizuki de que ibas a ser mi vecina ahora.
Por un momento, la castaña pudo percibir asombro en el rostro de Mafuyu.
-¿Vecinas? –el sentimiento que reflejó volvió a diluirse en su neutralidad, cogiendo y dejando cajas en diferentes lugares.
Ena sacó uno de sus brazos entrelazados para señalar con el pulgar hacia la izquierda.
-Yo vivo ahí, la puerta E- volvió a su posición.
El sonido de los movimientos de cajas resonaron en la sala, Ena consideró quizás ayudarla con la mudanza, ya que verla trabajar y ella parada la hacía sentir un poco mal, aunque tampoco es que pareciera que le costara levantar y bajar ese peso.
Quizás debería hacer algo de ejercicio también…
Miro hacia otro lado, avergonzada por la realidad.
-No sabía que vivías aquí -Finalmente el silencio fue roto, devolviendo a Ena a la realidad –siempre quedamos en casa de Kanade, nunca había venido a tu casa.
Por un momento Ena quiso defenderse, pero tenía razón, normalmente siempre quedaban en casa de la compositora por la comodidad de un lugar más grande y más céntrico para todas.
O eso le gustaría decir, pero en realidad no quería recoger su hogar, el cual abunda en bolas de papel tiradas por el suelo, cubos de pintura incluso en la cocina y diferentes obras de las cuales no se siente tan orgullosa como para mostrar.
Su visión cambió de enfoque, antes solo estaba pendiente de los movimientos de la pelimorada, pero por un momento, sus ojos pasaron a contemplar el reloj que seguía reduciendo números en su muñeca.
-Media hora… - susurró, el corazón comenzó a latir con fuerza, la fantasía estaba a punto de volverse una realidad. Sacudió la cabeza, no le gustaba sentirse tan abrumada, no tenía razones por las que estar nerviosa, todo iba a seguir el transcurso que tenía que seguir, el ponerse nerviosa no iba a solucionar nada -Te ayudaré –dijo no muy convencida, pero estar ocupada era la mejor opción para calmarse.
-No es necesario –la detuvo, continuando con sus quehaceres- pensaba que hoy pasarías todo el día fuera hasta que… -señaló la muñeca de la castaña- ya sabes.
Ena se sonrojó.
-¡Si alguien te ofrece su ayuda acéptala y ya está! –Sin pedir permiso, cogió una de las cajas de fuera y la metió dentro- ¡Solo di gracias y que después de esto me acompañarás a la tienda de conveniencia y me comprarás algo dulce por las molestias!
Las facciones de Mafuyu se pusieron un poco graciosas por lo desconcertada que se quedó con la última parte del reclamo de Ena.
Una leve sonrisa se asomó, a lo que la castaña miró a otro lado.
-Gracias.
-Te ha faltado lo del dulce… -dijo más bajo de lo que pretendía.
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Con el doble de brazos para cargar, la mudanza se hizo en muy poco tiempo, aun cuando el nivel de productividad de cada una era bastante diferente. Mafuyu comenzó a desempaquetar cosas mientras Ena, quien estaba tirada en el sofá, recuperaba aire, intentando recomponerse del ejercicio doble.
-No pienso volver a hacer algo así –maldijo- pillaré el dulce más caro de la tienda.
-Está bien.
La castaña elevó un poco la mirada, viendo como la otra chica no tenía ni una gota de sudor en su rostro mientras que ella sentía que estaba desfalleciendo.
-¿Cómo es posible que no esté para nada cansada? –farfulló, hablando más para si misma que para la otra persona.
-No he dejado la arquería aun cuando estoy en la universidad.
Un bufido resonó desde el sofá.
Por un momento, Ena cambió la mirada hacia el techo, considerando si preguntar lo que llevaba rondando en su mente desde que la vio en la puerta o dejarlo para otro momento.
Optó por lo primero, por lo que la volvió a hacer su enfoque principal.
-¿Cuál es la razón de que te estés mudando, Mafuyu? –directa al grano, no sabía hacerlo de otra manera.
Las acciones de la susodicha se pararon brevemente mientras se le cortaba el aliento, después de unos segundos continuó como si nada.
-Me han concedido una beca mayor a la que tenía por los logros obtenidos –con cuidado dejó la caja ahora vacía en el suelo junto a otras en la misma situación- es suficiente como para poder independizarme.
Ena jugueteó con su cabello, irguiéndose un poco de la despreocupada posición que había tenido.
-¿Estás…? –un nudo se le creó en la garganta, pero una vez comenzada la frase no podía dejarla a la mitad. Mafuyu la miró como dándole permiso de que podía continuar. -¿Estás huyendo de tu madre?
En esta ocasión, la pregunta fue más esperada por su receptora, de manera que no hubo ninguna transición.
-No lo sé –colocó otra caja en el suelo- solo he hecho lo que creo que quería hacer.
De nuevo esas respuestas ambiguas que a Ena tanto le molestaban.
Pero esta vez lo dejó estar, podía entender a que se debía esa inseguridad para reconocer algo.
Después de todo, responder que sí a esa pregunta, querría decir que le asustaba su propia madre.
El rostro de Mafuyu no pareció mostrar ningún signo de tristeza, pero aun así, Ena pudo percibir que el ambiente estaba tenso, es por ello que se acercó a la letrista, intentando demostrar a su manera que no estaba sola.
-Ha tenido que ser duro tomar esa decisión, pero no estás sola, ahora podrás comenzar a ser como tú quieras ser –con cada palabra, su acercamiento fue mayor, hasta el punto de que posicionó su propia mano en la de Mafuyu, quitándola de aquellos objetos que inundaban la casa.
Quizás fue el gesto, las palabras o la calmada expresión que le demostró Ena a Mafuyu mientras la intentaba animar, pero algo dentro de la última se enterneció.
Fue un sentimiento difuso, un calor blando que comenzó a carcomerla por dentro.
Quería agradecérselo de alguna manera a la artista.
Por lo que le sonrió.
Casi parecía otra persona.
Reflejando algo que no pensó poder mostrar.
Ahora fue el momento de Ena de dudar.
Es cierto que no estaba acostumbrada a ver esa expresión en el rostro de Mafuyu, pero tampoco había sido la primera vez, aun así, su reacción fue la misma siempre, no podía mantenerle la mirada a la pelimorada cuando hacía eso, sentía su rostro más caliente, por lo que alejó su mirada, intentando enfocarse en cualquier otra cosa menos en la hermosa expresión de Mafuyu.
Un quejido la hizo volver a mirarla, el contacto de sus manos había desaparecido.
Mafuyu, por alguna razón, estaba tocando su propia muñeca, como si le estuviera doliendo.
-¿Mafuyu…? –no supo si retroceder o intentar ayudarla, había sido tan repentino que la confusión le estaba ganando.
-Quema… -otro quejido.
¿Quema?
Como si algo hubiera golpeado la cabeza de Ena, miró rápidamente su propia muñeca.
Tantos años viendo una gran cantidad de números, para que ahora los que más abundaran fueran los ceros.
8… 7… 6…
-¡No no no no, espera espera! – El pánico hizo su entrada, pero eso no detuvo en ningún momento la cuenta.
5… 4…
Un símbolo comenzó a forjarse en la muñeca de Mafuyu, su piel estaba un poco roja.
3… 2…
-¡NO, ESPERA, ESTO…!
1… 0…
Un copo de nieve dibujado en acuarela apareció en su muñeca.
Pero Ena todavía no lo había visto, al igual que Mafuyu.
Ambas se estaban mirando, marrón diluyéndose en el morado azulado de su pareja, la sorpresa reflejada en una mientras la confusión inundaba a la otra.
Una gran cantidad de pensamientos iban a toda velocidad dentro de la cabeza de Ena.
Era irreal, no tenía ningún sentido.
Pero ahí estaban las marcas que marcaban el inicio de su propia historia.
Ena había conocido a su alma gemela hace mucho tiempo, pero hasta que no fue liberada de su propia prisión y comenzó a ser ella misma, no pudo reunirse con su persona predestinada.
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Fin.
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EXTRA:
-Ena… sobre esto… -Mafuyu intentó mostrarle por octava vez el símbolo que había aparecido en su muñeca.
-Ni una palabra –continuó tomando la copa de helado que obligó a Mafuyu a comprarle por la ayuda de la mudanza. Su rostro estaba sonrojado mientras continuaba apretando su marca cubierta por el suéter de manga larga que se había puesto antes de salir -hablaremos de esto una vez lleguemos a casa.
El helado llenaba su paladar de dulzor, pero no conseguía disfrutarlo del todo a causa de la penetrante mirada que continuaba lanzándole la pelimorada.
Mafuyu solo asintió obedientemente, masajeando instintivamente aquel copo de nieve.
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Escribo muy de vez en cuando y la verdad es que me gustaría poder hacerlo más, pero siempre acabo leyendo en vez de ponerme a escribir yo, me alegro de haber podido terminar este One-shot al menos, espero sea del disfrute de más gente.
Suerte a quienes esteis haciendo las misiones del Proseka JP y VIVA EL MAFUENA.
Twitter: Vincle_SM
