Generaciones Doradas
Capítulo 12
Campos y bosques de Asgard, Reino de Asgard, 14 de enero, 20:00h.
Como uno de los nueve reinos del mundo nórdico, Asgard resultó ser un lugar bastante hermoso aunque extraordinariamente reducido si se comparaba con el más grande – Midgard, o tierra de los hombres –, del que sólo parecía ser una parte diminuta, no más que una región independiente del resto. Los mapas eran claros en ese sentido, pues dentro del reino de la humanidad coexistían buena parte de los demás… sólo la tierra de los jotnar o gigantes – Jotunheim – y la de los enanos y elfos – Svartalheim y Alheim, respectivamente – eran verdaderos mundos ajenos a cualquier otro. Lo nombres le eran totalmente familiares a Folken, sus dedos recorrían los telares donde se mostraban sus fronteras y elementos geográfico de todo tipo como barrancos, ríos, montañas o mares. Odín permaneció a su lado durante todo el trayecto a lo largo del Salón Valhalla, siempre con una jarra de hidromiel en la mano después de una buena comida con sus soldados fallecidos, con los que pasaron un buen rato de festejos.
Después de salir al exterior se encontraron con un valle entre grandes montañas – que realmente eran murallas y no naturales – a lo largo del cual había zonas arboladas que rodeaban los templos y salones de los dioses, caminos serpenteaban entre las diferentes zonas y grupos de animales o dioses iban y venían por los mismos… mortales también trabajaban y vivían entre ellos, eso sorprendió a Folken, que escuchaba al mayor ir explicando algunas cosas, tras ellos iban dos valquirias a modo de guardas: mujeres aladas con armaduras livianas, escudos en el antebrazo y una espada al cinto. Eran de una belleza sobrenatural, aunque cuando actuaban se convertían en monstruos siniestros y oscuros, lejos de ese aspecto casi divino que en ese momento mostraban.
-Es muy… impresionante -murmuraba él- ¿Se reconstruye cada vez?
-Es el propio cosmos de los dioses el que lo recrea -explicó-. Por eso quiero evitar su enésima destrucción.
Odín pasó a contemplar las vistas en silencio, estaban en un punto elevado tras recorrer un camino empedrado entre pino y robles; se podía observar incluso el boquete en las grandes montañas, del mismo partía un hermoso puente de luz multicolor, el Bifröst o senda del arcoíris y que les unía con el mundo de los hombres. A esas alturas del día el Sol ya estaba oculto y la magia del entorno le daba a todo un toque sobrenatural gracias a las delicadas luces que todo lo cubrían… aunque durante el día era igualmente glorioso.
-Guau…
-Yo no lo definiría mejor, sí -Odín suspiró-. Sé que no es la mejor forma, pero pienso que si te quedas aquí todo irá bien y podremos evitar el fin del mundo.
Folken asintió, sí que podía entenderle aunque lógicamente no estaba en absoluto de acuerdo porque eso implicaba perder la libertad… y sabía que los del Santuario tampoco iban a estar de acuerdo, él se había desplazado para solicitar su ayuda y era su invitado, con todo lo que ello implicaba. Se preguntaba cómo se lo iba a explicar cuando el mayor se dio la vuelta al escuchar unos pesados pasos, cuando le imitó se encontró con una montaña hecha hombre: un tipo pelirrojo, alto y pesado, con un cuerpo fuerte y densos brazos y piernas, barba frondosa y piel curtida cubriendo su cuerpo; una hermosa capa negra caía desde sus hombros aunque se pudo apreciar el gran martillo que colgaba desde su enorme cinturón, sus antebrazos se protegían con unos guanteletes bellamente decorados con runas y relámpagos.
-Hola, Padre -sonrió al ver allí a Folken- ¿Baldr?
-Sí, es él -el mayor le puso una mano de forma amistosa en el hombro-. ¿Sucede algo?
-El rey de los enanos ha llegado, dice que se quería reunir contigo.
-Bien, bien… venid los dos, así aprenderéis a tratarle, Goddar es… bueno, dejémoslo en particular.
-¡Cómo me alegra ver que has llegado, hermanito! -el enorme gigante le levantó como si fuera un muñeco- Ya verás, Asgard y todos los reinos te encantarán, todos te protegeremos para que no mueras, ¡ésta vez lo lograremos, te lo juro!
Folken no pudo evitar el gesto cariñoso de aquel noble individuo, Odín vio aquello y sólo rodo su ojo sano pero con una suave sonrisilla que rápidamente retiró mientras se dirigía de vuelta a… bueno, a saber dónde se iba a reunir con ese tal rey enano.
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Despacho de Kiki, Santuario de Atenea, 14 de enero, 18:00h
Después del incidente con los olímpicos, su ataque al Santuario, y ahora que habían confirmado el secuestro de Folken, la comitiva del lugar se había reunido para ponderar qué se debía hacer antes de dar pasos en falso o precipitarse. El Patriarca sabía bien que Mónica – y los dorados – iban a querer ir a por el muchacho, pero no podía permitirse tener un enemigo más aparte del que ya se habían granjeado entre los pares de su señora, con los que ya contaba; necesitaba, pues, llegar a una solución amistosa por ese lado antes de querer enfrentarse al Olimpo… con el que pensaba que podría cooperar ante lo que iba a suceder en el futuro, claramente se había equivocado.
En su mano descansaba un vaso con whisky y hielos, daba vueltas a lo largo de la sala mientras escuchaba de fondo aún sin prestar demasiada atención a lo que hablaban Arturo junto a los hermanos… Saga se había unido como representante del Inframundo, Kanon también andaba por ahí pero tomando un refresco… el Patriarca gruñó y se giró sobre los talones para mirarles.
-¡No podemos atacar Asgard así como así! -exclamó- Tienen muros como montañas, todos allí son dioses guerreros y su ejército supera a los nuestros en conjunto por mucho… Mónica, si vamos a la bravas sólo nos daremos de bruces con algo que no podemos sortear…
Ella chasqueó la lengua, tenían delante unos registros anteriores y ya hablaban de todo aquello… tampoco estaba de acuerdo en hacer daño a las gentes de allí, que nada tenían contra ella y viceversa… Saga entonces tamborileó e hizo su aporte.
-En realidad no parecen querer nada de eso -intervino-. La señorita D'Allegro comentó que si quería matar a Milo fue por recompensar su valía, tienen… esa mentalidad.
-Sigue.
A la orden de Mónica, él asintió.
-El dios que se lo llevó respondía al nombre de Odín, creo que podemos enviar una delegación y saber sus motivos, parecía… razonable.
-¿Cómo lo ve, señorita? -Kiki se colocó cerca de la mesa, próximo a Saga pero en actitud calmada hacia la diosa- Ya le he indicado quiénes son los mejores… Camus e Hyoga de Acuario, los caballeros y amazonas de esa casa siempre nos han servido de nexo de unión con los pueblos del norte.
-¿Y si no quieren hablar, Patriarca?
-En ese caso, Fran… me temo que nada podremos hacer -murmuró-. No meteré a los míos en una guerra que pueda evitar.
Mal que le pesara a Mónica, él tenía razón; sería una irresponsabilidad y un capricho, sin duda una mala decisión… por otro lado le prometió protección, en cierta medida ya le dejaba ir por el Santuario con libertad pese a saber poco de él, así que quizás hacer como ellos le indicaban era la mejor idea.
-Podemos… darles un poder de negociación o algo así, para que hablen en nuestro nombre.
-Sí, Arturo puede acompañarles en su caso -intervino Kiki, algo más calmado de verla entrar en razón-. También tendríamos que ir a Pánmizos, por cierto, de eso pueden encargarse otros dorados.
-¿Por? -Fran le miró con interés- Después de lo de Prometeo, pensé que no querrías volver en una temporada.
-Y no querría volver de no ser necesario, pero lo es -explicó-. En ese mundo mágico está la clave para entender lo que os ha pasado a tu hermana y a ti… además, es la forma de entrar al Olimpo, para cuando ataquemos.
Saga se levantó entonces y tomó el libro entre las manos, pensativo.
-¿Y dónde sería eso, Patriarca?
-En Alejandría, en su Biblioteca -explicó-. Allí hay mucha más información recopilada que en este Santuario, pero con diferencia… todo sobre magia y su ciencia.
-Joder… -los hermanos le miraron con sorpresa- Sólo queda que digas que también está la Atlántida.
-Efectivamente -Kiki se rio un poco ante la cara del chico-. Sin embargo será un viaje largo y peligroso… aún con el teletransporte, necesitaríamos antes llegar al sitio para poder usar ese medio, así que igualmente tendríamos que ir por el método tradicional.
-Madre mía…
A Mónica de vez en cuando se le caía el mundo encima al comprender la magnitud de ciertas cosas, pero puede que fuera lo mejor en algunos casos…
-¿Y quiénes irán?
-Sin duda, una debe ser Raki -expuso Arturo-. Así podremos ir y volver con más facilidad, y junto a ella deberían ir Tauro, Cáncer y Libra.
Kiki asintió, Fran observaba con interés cómo entre el Patriarca y el Obispo del Santuario se dedicaban a organizar las necesidades del viaje, que sólo iniciaría al momento de estar todo el mundo preparado… su hermana le puso una mano en el hombro para que les dejaran charlar entre ellos y decidieran lo que hiciera falta. Saga les acompañó hasta la salida y se quedaron en el exterior del Templo Principal observando el camino zodiacal, la paz que allí se vivía era realmente contradictoria después de todo lo vivido en las últimas horas… el antiguo Caballero se limitó a suspirar y se cruzó de brazos.
-Me alegra ver que no sois dioses pasivos -señaló-. Podréis contar con nosotros en cualquier momento… la Atenea de mi época era todo lo contrario, se quedaba parada sin hacer nada esperando que nosotros lo solucionáramos.
-Y aún así Kiki decide todo… -Fran se sentó al inicio de las escaleras- Al menos nos escucha, ¿no?
-Es normal, por otro lado -explicó-. Yo al inicio también me dejaba asesorar.
-¿Fuiste Patriarca, Saga?
-Sí… -sonrió con cierta amargura- Tras un golpe de Estado al anterior, pero sí… Kiki se defiende bien, parece.
Los hermanos tenían interés en ello, pero entendían que no se sintiera con ganas de más… sentían los cosmos de los habitantes de los alrededores, destacaba en Sagitario el de su habitante y el de la recién llegada como amazona de Ofiuco, Saga se encaminó en esa dirección tranquilamente tras despedirse de ellos dos; se encontró con que ella estaba tirada en el suelo y tomando aire con todo lo que su cuerpo podía, Seiya a su lado también estaba sentado y con la ropa igualmente mojada… sonrió suavemente, sólo él se giró para mirarle y le saludó con un suave gesto de la mano.
-¿Ella es Ofiuco?
-Sí… -se quejó ella- Me duele todo…
-La amazona de mi época de esa constelación era bastante… particular, tenía muy mal genio -explicó-. ¿Cómo te llamas?
-Esther… tú… ¿quién eres?
-Saga, antiguo Caballero de Géminis -le tendió la mano después de inclinarse para aproximarse, le hubiera dado un beso en la mejilla pero comprendía que ella no tuviera demasiadas ganas-. ¿Cómo va el entrenamiento?
-Cansado… -murmuró ella- No sé ni cómo podré llevar la cafetería después de esto…
Saga sonrió suavemente y se levantó.
-En fin… Seiya -miro al aludido, que le encaró-. El Patriarca va a organizar varios viajes, puede que cuente contigo… avisa a los demás, si puedes.
-¿Y dónde están los de los Templos anteriores?
Saga se encogió de hombros, sin embargo el otro lo preguntaba aun creyendo qué respuestas podía haber: especialmente para Andrómeda de Piscis, que tras lo sucedido con los dioses olímpicos se quedó por Cáncer aprovechando que bajaron hasta allí… habían creado un círculo de protección allí y no lo abandonarían en unas cuantas horas por si acaso aunque pudieran volar hasta allí en tan sólo un parpadeo.
-Necesitáis una mejor organización, saber dónde estáis todos en cada momento y que podáis llegar en instantes a cualquier parte -le avisó-. Estamos al inicio de una guerra, aún no ha estallado pero lo hará pronto.
-Sí, lo sé… Esther, ¿nos vemos mañana?
Ella no llegó a responder pero alzó la mano como si estuviera pasando, pero en su fuero interno se sentía con ganas de ello. Seiya llamó a Raki a través del cosmos y ésta apareció de inmediato para llevar a Esther a casa; en cuanto les dejaron a solas, Saga contempló en silencio los templos, analizando uno a uno ahora que tenía más tiempo… el Caballero de Sagitario le miró con cierto interés, le dio un largo trago a una botella de agua antes de hablar.
-¿Quién cuida de las escalinatas entre los templos?
-Hay… algunos de Plata en esas labores -respondió-. La mayoría sale de misión por el mundo, como los de Bronce, lo dorados es raro que salgamos.
-Bien -murmuró-. ¿Os ayudan en esas labores?
-Poco, no solemos interactuar más que en las rondas de vigilancia -explicó Seiya-. Piensa que, salvo Aries, entre los templos casi nunca pasa nada así que es más una ficción que realidad.
-Ya sabía yo -Saga se giró para mirarle-. Tenéis que aumentar la seguridad, que un dios se cuele es normal pero no podemos dejar que pase con soldados enemigos.
Seiya suspiró, el otro esbozó durante unos instantes una sonrisa de diversión pero se limitó a ponerle una mano en el hombro y se rodeó de su energía antes de formar un meteoro dorado y salir volando a la velocidad de la luz en dirección a la casa de Severo, en Italia; Sagitario se limitó entonces a ir con el resto de compañeros a la explanada de Cáncer para ayudar a los demás e informarles de los avances – pequeños, pero prometedores – de su futura compañera de Ofiuco.
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Campos Elíseos, Inframundo, 14 de enero, 21:00.
Esther no fue la única en entrenar, y es que Severo y Bianca también estuvieron haciendo uso de sus cosmos: delante de ellos, Aldebarán de Tauro permanecía estoicamente de pie y cruzado de brazos con su cosmos absolutamente desatado. Si ellos sudaban un poco él sólo estaba con la respiración suavemente agitada y las esferas de luz en las manos del enorme individuo aún brillando por el poder desatado; en un momento dado Alde se concentró y liberó su poderoso Gran cuerno contra ambos, Bianca tomó sus poderes entre las manos desnudas aunque salió volando contra una de las encinas que adornaban el paisaje, sólo la rápida intervención de Shura impidió que se estrellara contra el tronco.
Los ojos de Severo brillaron y un gran resplandor rojizo voló contra el Caballero; éste se desplazó fácilmente y, sin perder su postura, de nuevo atacó pero con más velocidad en esa ocasión. Sólo se giró al ver que Bianca saltaba contra él por detrás, logró tomarla desde las muñecas pero se sorprendió de ver unas lianas enroscarse en sus poderosas piernas; sintió un fogonazo a su espalda y vio que la mujer en realidad estaba allí detrás… una suave sonrisa se formó en su rostro al comprobar que el cosmos de la diosa se había alzado hasta el punto que sus ojos brillaban mientras su pelo se movía mientras la energía de ella manaba desde su piel.
-¡Ja, qué maravilla! -Aldebarán hizo arder su energía- ¡Ahora sí puedo liberar todo mi poder… Nova titán! (1)
Desde su cuerpo se hundió en el suelo una poderosa ráfaga de cosmos que levantó tierra y arena, desde todas partes se adivinaban luces doradas surgir y aunque los dioses se elevaron en el aire para esquivar su fuerza, no pudieron evitar que grandes cascotes se levantaran contra ellos e, incluso, una parte de esa misma energía dorada les atacó cuando subió justo cuando estuvo a sus pies. La intervención de Bianca de interponer unas esferas de luz que cubrieron a ambos, éstas valieron para evitar la mayoría de los golpes y aun así varios hilos de energía que cortaron un poco su piel y ropa antes de que aterrizaran a unos metros en zona más o menos segura.
-Suerte que estamos en Elíseos, que si no…
-Así mejor, su cosmos lo regenera todo al momento.
Alde tenía razón, pues según iban bajando el terreno a sus pies recuperaba la forma y el césped volvía a surgir de la tierra con la misma vigorosidad que antes, como si nada hubiera pasado; de hecho toda señal de destrucción desapareció en apenas unos segundos, tal era el poder en esos momentos del nuevo dios del Inframundo.
-¿Cómo nos has visto? Con sinceridad.
-Poco a poco, señor -les indicó, posó una mano amigablemente en su hombro-. No se aprende a ir en bici en un día, ¿verdad?
-Pues… no, supongo.
Esa sencilla exposición sin embargo le fue suficiente y ambos fueron de vuelta al portal que unía el reino con la casa de la campiña italiana en la que vivían; de la mano, recorrieron el sendero compartiendo el agua de una botella mientras el gigantón les observaba retirarse con las manos a la espalda, Shura se le acercó con interés.
-Ella es verdaderamente una diosa… -murmuró- Empiezo a pensar que puede ser Perséfone, la esposa de Hades.
-Puede ser… -el otro se acarició con interés las mejillas- Están muy unidos y sus cosmos son muy similares, aunque no es seguro, puede que sea Deméter -Shura soltó una sonora carcajada antes de que el otro le diera una palmada en la espalda, ligeramente ofendido y algo ruborizado- ¡Ya sé que se llevan a muerte! Lo pienso de verdad, al final no es quien se llevó a Perséfone al Inframundo, es… otro dios, aunque con una esencia similar.
-Puede que nunca lo lleguemos a saber -Shura se encogió de hombros-. ¿Volvemos con los demás?
-Sí, claro… estoy cansado de todo el maldito día entrenando.
Si bien los espectros resultaron ser buenos alumnos, aún eran muchos a preparar incluso contando con las particularidades temporales del lugar donde estaban, que el tiempo avanzaba allí más despacio de lo normal y permitía hacer mucho más en el mismo lapso. No tardaron demasiado en alcanzar la casa comunal, allí estaba también Carlo aun vistiendo parte de la armadura de Wyvern junto a los otros dos nuevos jueces. Resultó ser Minos una mujer y Aiacos otro hombre, ambos morenos pero ella de ojos más claros que el de sus compañeros, piel clara y cosmos imponente pero con poco entrenamiento físico.
-Y recordad, si vais a tomar un ataque con las manos, las debéis defender con cosmos -explicaba Aioria, estaban cocinando entre todos la cena-. Diría… que poco más hay que contaros en general.
Llegaron en el mismo día que el resto de los espectros, y aunque al principio no destacaron, rápidamente demostraron que ellos eran los líderes internos. De alguna manera su voluntad se imponía a la de los demás e incluso daban alguna que otra instrucción como si fueran líderes naturales, el resto les seguían sin demasiados titubeos… eso, unido a que sus cosmos resultaron ser mayores al de los demás y que las protecciones de Grifo y Garuda protegieron sus cuerpos en cuanto pasaron cerca con sus cosmos encendidos.
-Me duele la cabeza…
La chica se llamaba Silvia y el otro, Mario… todos o casi todos los nuevos espectros eran italianos, lo cual era gracioso. Ángelo hizo rápidamente migas con ellos por la unidad de idiomas y su relación con el Inframundo, de hecho incluso tenía pensado enseñarles su principal ataque, para que viajaran más fácilmente hasta el Inframundo. En realidad era más que probable que no lo necesitaran pero… nunca venía mal realmente, tenían que acostumbrar sus energías a ese tipo de actividades.
-Vamos a acabar por hoy, sí -Aioria suspiró un poco y ahogó un bostezo-. Ya mañana haremos para vuestros ataques.
Fue entonces que llegaron Alde y Shura, algo cansados pero dispuestos a poner la mesa para todo el mundo mientras los dorados iban llegando poco a poco en un goteo constante según iban terminando sus funciones y obligaciones… el último en llegar, acompañado de Pandora, fue Aioros. Venían desde los Campos Asfódelos, ya casi completados gracias a los poderes de los dioses… resultaron ser un lugar de belleza similar a Elíseos pero sin la enorme luminosidad del Sol; en su lugar el cielo estaba estrellado y la Vía Láctea recorría de lado a lado todo el firmamento…
-Os veo muy juntitos últimamente -bromeó Afrodita-. ¿Nos ocultas algo, amigo?
-No, ¿por? -ella se había sonrojado un poco, tenía hecho una bonita corona de flores- ¿Ya no puede uno pasárselo bien en su rato de descanso?
Una risa generalizada precedió a que se sentaran a la mesa junto a los demás, por supuesto juntos y, en frente, Carlo y Mario. Ellos observaron en silencio cómo su superiora se relacionaba con aquellos hombres tan poderosos… esperaban poder entrar dentro de esas expectativas que parecían tener. Y mientras unos charlaban otros pasaban los platos de unos a otros según Camus y Shaka iban sirviendo.
-Hay una cuestión que me ha… preocupado por lo que ha pasado en el Santuario -comentó Saga, aprovechando que aún no empezaban a comer-. La seguridad debe ser mejorada, dos dioses han entrado como y llegado hasta Géminis, pese a todas las defensas con las que cuentan… si quisieran hacer algo así aquí llegarían hasta nosotros sin apenas encontrar resistencia.
-¿Qué sugieres?
-Además de una protección divina, necesitamos formar una línea de defensa -de entre su ropa sacó un papel-. Si a Pandora le parece bien, por supuesto.
Estaba ligeramente doblado pero se veía perfectamente los trazos. De forma muy rudimentaria había hecho un croquis de la finca de Severo, los caminos que la cruzaban y las diferentes construcciones, especialmente la villa en la que vivían; y con una serie de líneas había ideado un sistema de protección por círculos aprovechando el enorme número con el que disponían, señalando en un círculo a lo largo de las diferentes circunferencias dónde tenían que estar y en qué número.
-Son un total de diez, en cada uno habría una decena de nosotros salvo en uno, que tendría que hacer once -explicaba-. Y a lo largo del ancho de la finca se podrían mover, y por haber poca distancia de uno a otro se podría llegar en instantes y atacar todos a una al enemigo a la vez… no sabrían por dónde llegarían los golpes.
-Es… muy buena idea, pero… -Pandora se mordía el labio un poco- El señor Hades, él… no es nada partidario de la violencia.
-No es una cuestión de violencia -intervino Mu-. Es sólo defensa, si nadie llega a atacarnos no habría razón para necesitar llevar a cabo este plan.
Pandora se tenía que rendir a la evidencia, y es que llevaban razón.
-Sí… gracias, Saga -le sonrió-. Se lo comunicaré a Severo de inmediato.
-Por otro lado, quiero saber dónde falla las defensas del Santuario -Milo y Kanon le miraron con diversión-. Nos infiltraremos y nos haremos pasar por enemigos, a ver cómo responden, ¿voluntarios?
-¿No crees que, ahora que están en alerta, de nada servirá eso? -mientras Shaka hablaba sus dos compañeros habían levantado la mano- Esto se debió haber hecho antes.
-Las malas praxis aguantan mucho más de lo que parece -respondió-. Me di cuenta durante mi papado.
-Hablando de eso -Aioria miró a su hermano-. ¿No deberías ser tú nuestro líder? Para eso te eligió Shion en su día.
Una ligera calma tensa surgió cuando pronunció aquellas palabras, Aioros le dio una patada en las espinillas por debajo de la mesa y el resto miraban hacia cualquier dirección menos hacia los dos protagonistas. Sin embargo uno de ellos lo tenía bastante claro.
-En realidad, llevas toda la razón -intervino Saga-. Aioros, tú debes ser nuestro líder.
Éste le miró con sorpresa, su amigo siempre fue tremendamente orgulloso y con deseos de mando… precisamente fue esas ansias de liderar el Santuario lo que le llevó a levantarse contra sus líderes e incluso matar a Aioros. Que renunciara así como así…
-Saga, no necesito mandar -explicó-. Si tú sí ves que…
-No es esa la cuestión -comentó, se limitó a cotar la carne antes de seguir-. Es tu puesto y te lo has ganado… siempre podrás contar con mi ayuda para gobernarnos.
-Va-vale -murmuró Aioros-. Creo que ha tenido una buena idea, ¿qué pensáis los demás?
El reto fue alzando la mano en señal afirmativa y la moción quedó aprobada; Pandora les miró con cierta sorpresa pero no intervino en ningún momento, los tres jueces presentes la miraron de soslayo y se limitaron a encogerse de hombros, dando por hecho que ella era su líder y mano derecha de su señor, así que no tenían nada que votar. Mientras cenaban tranquilamente volvieron a hablar entre ellos, comprendiendo que las cosas ahora iban a ser diferentes a lo que habían pensado en un inicio…
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Templo de Cáncer. Santuario de Atenea, 15 de enero, 07:15h
Romeo se había colocado la armadura desde buena mañana, capa incluida, y ahora terminaba de guardar unas prendas de viaje de licra que fueran lo más cómodas posibles. Silbaba suavemente mientras escuchaba como en la cocina alguien estaba ya haciendo el desayuno y el suave olor a café llegó hasta su nariz, la tripa le rugió y suspiró antes de girar el rostro: Andrómeda llegó con su ropa de entrenamiento puesta junto a una bandeja con dos tazas, unas tostadas de pan con aceite y azúcar y una rosa.
-Gracias, no… hacía falta que bajaras a estas horas.
-Me quería despedir de mi mejor amigo.
Él sonrió y asintió un poco. Era de las pocas ocasiones en las que no iba maquillad, y aún así era de una belleza extraordinaria; se sentaron en la mesita de la sala privada del templo y le entregó la rosa, que él recibió alegre.
-Gracias.
Ella le miró y, titubeando, le entregó su parte del desayuno antes de darle vueltas a su bebida, que humeaba suavemente.
-Cuídate… -pidió ella- No querría que te pasara… nada malo.
Él la miró con cierta sorpresa.
-Bueno, forma parte de nuestro trabajo -comentó-. El Patriarca nos avisó que en cuanto lo tuviera todo nos mandaba, pero igual no es… hoy.
Ella asintió, lo sabía, pero no quería que él se fuera. No desde luego ahora.
-Oye, Rome… -él la miró- He estado pensando, y… ¡toma!
En su mano apareció una flor violeta, pero no llegó a decir nada más, sólo el cosmos que rodeaba a la mujer era indicativo de algo… el Caballero de Cáncer comprendía la naturaleza de esas acciones y se sonrojó un poco aunque no llegó a decir nada, limitándose a encender su energía y tomar la mano de su compañera en silencio.
-Gracias…
Y simplemente desayunaron en silencio, disfrutando de la presencia y olor del otro hasta que terminaron; se sentaron en un cercano sofá y se quedaron en silencio y abrazados… sólo el ineludible tiempo les pudo separar, cuando se aproximó a la mitad de la hora s tuvieron que levantar, se despidieron con un suave abrazo que se les hizo eternos y mientras él ascendía las escaleras ella bajaba para ir a los campos de entrenamientos.
En el camino de ascenso se encontró en la casa de Libra con su protector, Shiryu, que acababa de cerrar todo antes de partir; y mientras esperaba llegaron Raki y Heracles, que charlaban con diversión, llegaban tan juntos como siempre… el de Cáncer se preguntaba si él era tan evidente con la amazona de Piscis como lo eran ellos. En cuanto su compañero dejó todo listo ascendieron el camino hasta el Templo Principal: a sus puertas esperaban Kiki y, sorprendentemente, también estaba Fran… el Patriarca parecía estar dándole unas últimas instrucciones cuando ellos llegaron, el mayor les miró de soslayo antes de apoyar las manos en el hombro del otro y encararles.
-Chicos, él os acompañará… -no parecía demasiado convencido pero se rascó la nuca, como si no tuviera otra alternativa- Prometeo cree que es la manera, así que… en ese trayecto podréis enseñarle muchas cosas.
-Necesariamente íbamos a ir a pie, no teníamos pensado usar nuestros cosmos -explicó Raki-. Que él venga no cambia demasiado.
-H-hola… -saludó él- Prometo no molestaros demasiado.
Heracles se rio un poco y le dio un buen porrazo en los hombros a modo de saludo que casi le desmonta; los demás se dirigieron junto al Patriarca por los pasillos dirección a los jardines traseros para ir hasta Pánmizos, por allí sólo estaba en pie Arturo, entre sus manos tenía unos rollos de papel que les fue entregando.
-¿Qué son?
-Permisos de paso, los necesitareis en las fronteras -explicó Kiki-. El Imperio ahora está en calma pero eso puede cambiar en cualquier momento, con esto se os considerará emisarios del Santuario y, por tanto, representantes diplomáticos.
-A todos los efectos, sí… -Romeo suspiró algo- Eso puede ser muy útil o lo peor del mundo…
Y es que Roma aún existía en ese mundo mágico, servía como poder político a lo largo de la cuenca del Mediterráneo y conservaba las fronteras que tenía históricamente antes de la división entre lado occidental y oriental; incluso tenía más terrenos en algunas zonas, como en las cercanías de Egipto. Y aún así puede que necesitaran esa documentación para moverse, al menos no necesitaban tener una identificación concreta.
-¿Recordáis el latín bien?
-Sí, señor -respondieron todos, Fran tragó saliva-. Y el griego.
Ese apunte de Shiryu sirvió para que el otro se sintiera pequeño en esos momentos y se empezara a arrepentir de aceptar aquello, aunque por otro lado Kiki también tomó la decisión por él; justo mientras estaban ultimando detalles y mientras el Patriarca revisaba que todo estaba en orden apareció Prometeo.
-Buenos días -saludó él-. Me alegra ver que aún no habéis salido, quería acompañaros.
Kiki le miró con sorpresa, igual que los demás.
-Bueno, no sé… -murmuró- Hace nada que te han atacado aquí.
-Precisamente por eso -señaló-. No se esperarán verme allí… y siempre me puedo ocultar.
Los ojos de él brillaron y adoptó la forma de Daya de Leo, incluso su cosmos se le asemejaba pero aún se seguía notando que era el de un dios; todos le miraron con sorpresa aunque no podían oponerse, él no estaba bajo el control del Santuario ni bajo su mando.
-En realidad… tengo un sitio mejor al que mandarte, ya que quieres ayudar -Kiki le posó una mano en el hombro, se sorprendía que hasta imitaba su complexión-. Mónica irá dentro de poco a Hiperbórea, ¿irás con ella?
-Sería un placer.
-Decidido, pues -luego se giró a mirar a los demás-. Amazona, Caballeros… os deseo la mejor de las suertes en vuestra expedición -uno a uno le fue dando la mano hasta llegar al muchacho-. ¿Estás seguro?
-Puede… que sólo así sepa de nuestra naturaleza y pueda despertar mis poderes -murmuró él-. Si de verdad soy un dios, tengo que ir con ellos… guiarles.
-No hace falta serlo para liderar -le explicó-. Sin embargo… demuestra valentía. Suerte, y volved con vida.
Tras un asentimiento fueron pasando uno a uno por el portal en dirección al reino mágico, irían a pie a falta de caballos que pudieran dar una mala señal, sólo los alquilarían en algún lugar durante el trayecto para no ser flanco de nadie que quisiera atacarles aunque no fueran a tener problema alguno al respecto por sus poderes… Llevaban calzado cómodo precisamente pensando en ello. Aparecerían cerca de la misma montaña en la que Prometeo estaba encadenado, tendrían que acercarse al camino empedrado y avanzar dirección a Atenas, desde donde podrían embarcar… si todo iba bien estarían cruzando el mar en una semana.
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Palacio de Forseti. Reino de Asgard, 15 de enero. 09:00h.
Se trataba del Glitnir, un lugar dorado con grandes cristaleras y donde un gran fuego iluminaba y calentaba el interior del enorme salón, con sillas y mesas de madera aterciopelada. En la vidrieras se relataban los grandes juicios y reuniones que el dios de la justicia había celebrado allí, tal era la importancia y firmeza de sus decisiones que hasta Odín quedaba vinculado con los mismos… allí, por supuesto, también llevaban a cabo las relaciones internacionales necesarias.
A sus puertas estaban congregados precisamente Odín, Forseti – que resultó ser un hombre pelirrojo de ojos pardos y mirada serena, sólo pareció sorprenderse de ver allí al recién llegado – y Folken, que no tenía nada mejor que hacer pero cuya presencia sería tranquilizadora. Si bien ya se presentaron la noche anterior con el rey de los enanos ahora llegaba el momento realmente delicado: negociar. El suyo era un pueblo muy hábil con las manos pero también extraordinariamente ducho en el manejo de los diferentes metales y minerales que minaban diariamente; Asgard estaba interesado en ser un socio comercial preferente de ellos y esa era la misión de ese día, y es que aunque los Aesir eran dioses también estaban los Vanir.
La diferencia entre ambos grupos de dioses residía en que los primeros eran sobre todo guerreros mientras que los segundos eran deidades de la naturaleza; y aunque al inicio había guerra entre ellos, comprendieron que era mucho mejor la paz entre ellos. Pero eso no quitaba que pudieran tener necesidades e intereses diferentes, se demostraba en esas ocasiones. El rey enano, Goddar, medía algo menos de metro treinta, de barba lacia y blanquecina por la edad, ojos pardos y bien vestido con trajes de gala. Mejor mago que minero, sus manos estaban engalanadas de anillos y el medallón de su familia descansaba sobre su pecho, como todos los nobles de su pueblo.
-¡Odín, qué frío hace esta mañana! -comentó- Demasiado acostumbrado estoy al agradable calor del interior de la tierra.
-Oh, seguro que el fresco viento también llega a las profundidades de vuestros palacios -señaló el otro-. ¿Desayunaste bien?
-Excelentemente -se dieron la mano de forma amistosa-. Buenos días, mis señores, ¿comenzamos? Creo que tenemos mucho de lo que hablar.
-Así es -las puertas del salón se abrieron-. Pase.
Junto al rey llegó una comitiva con varios líderes junto a él; sin embargo no estaba allí todo el gobierno enano, la princesa heredera junto a su jefe de gobierno quedaron en casa precisamente para asegurar la continuidad del poder. No es que no se fiaran de los Aesir, ellos siempre hacían así; se fueron sentando en las sillas poco a poco, presidía Forseti como dios de la justicia y en su mano apareció una espada dorada; sólo habló cuando todos se pusieron en su sitio, justo mientras pasaba detrás de ellos y se colocaba al lado de Odín lo que debía ser una diosa, pero él no la reconoció.
-Yo, Forseti, dios de la justicia y de la luz, preside esta reunión -su voz era solemne y grave-. Juro por mi conciencia y honor servir fielmente en mi función y ordenaré con observancia de la Ley de los Nueve el desarrollo de éste proceso entre los dioses de Asgard y los enanos de Nidavellir -su cosmos ardió-. La paz de Forseti sea impuesta ahora, y hasta el final de esta vista. (2)
Todas las armas salvo la espada que él sostenía volaron al unísono y desaparecieron por la puerta. Además, los cosmos de todos desaparecieron y quedaron en una diminuta esfera luminosa frente al pecho de cada uno de los presentes, sólo él permanecía impertérrito. Folken estaba impresionado, le habían explicado que era su hijo pero… suspiró un poco, apenas pudo hablar con él o con nadie más allá de unos minutos. Se fijó en que Goddar se levantó cuando Forseti le dio la palabra con un suave gesto de cabeza, dando así inicio a la reunión.
-Mis señores, como rey enano expreso mi gusto de estar aquí presente -tomó entre sus manos vario documentos que le entregó uno de sus acompañantes-. Recibimos hace unas semanas vuestra oferta -empezó a explicar él-. Para que nadie tenga dudas de ésta, paso a hacer un breve resumen…
Escucharon con atención la larga lista que iba relatando, sólo se interrumpió en un par de ocasiones para hacer las precisiones necesarias, solicitadas por Odín, que también tenía ya entre sus manos un buen paquete de documentación que Folken desconocía de dónde habían saldo… cuando llegaron allí no estaban. Sólo cuando finalizó se volvió a sentar y fue el turno de Odín para hablar.
-Estimado Goddar, en primer lugar es un placer tenerte aquí, entre nosotros -carraspeó un poco para aclararse la garganta-. Efectivamente, las indicaciones que has dado previamente son nuestras ofertas y precios, por supuesto objeto de revisión a lo largo de esta reunión, y de las posteriores -miró entonces a Forseti-. Podemos empezar ya.
Folken se rascó suavemente el puente de la nariz, esa mañana iba a ser larga… a lo largo de la mesa se formó, por el cosmos del dios, un mapa de Nidavellir: a lo largo del mismo – con sus correspondientes delimitaciones fronterizas – se podían ver las diferentes montañas, con sus respectivos nombres en dorado, y puntos de diferentes colores a lo largo del mapa… cada una era una mina completa llena de enanos trabajando, estaban unidas por camino y vías comerciales que formaban un intrincado sistema de comunicaciones que era recorrido todos los días por miles. Al muchacho le era muy interesante, sin duda, sólo retiró la mirada cuando escuchó hablar a la mujer.
-… pero si bien es cierto, también lo es que el precio que solicitáis es demasiado elevado.
Goddar se limitó a suspirar pesadamente pero asentía, comprendía a la mujer. Ya no se levantaban, sólo respetaban los diferentes turnos de palabra y alzaban la mano. Forseti se limitaba a intervenir cuando consideraba que los ánimos se alzaban demasiado o levantaban la voz por encima de lo permisible… sus intervenciones fueron escasas pero devolvían el punto al debate si se salían de la temática.
-30.000 millones por el bronce y acero que queréis comprar es un pecio más que aceptable, entiendo que los 14 millones por las esmeraldas pueda crear conflicto pero estoy dispuesto a bajar a diez, pero… ¿reducir lo dos mil millones por la obras que haríamos? ¡Mis enanos no permitirían menos!
-Éste es el punto de debate, pues, si todos están conformes con lo demás -intervino Forseti-. ¿Alguien en contra? -como nadie lo negó, miró a la diosa- Adelante, Frigg.
Ese nombre… le era conocido a Folken, su parte divina por supuesto reaccionó e incluso se removió en el sitio, la esfera de cosmos ante él se estremeció y brilló algo más de lo habitual, todos se dieron cuenta de ello.
-¿Sucede algo?
No se dio cuenta, pero nadie había llegado a hablar hasta que el señor del salón se removió un poco y acomodó en el trono que ocupaba; sólo entonces el hombre se dio por aludido y carraspeó.
-No, es sólo que… todo esto es nuevo para mí.
-¡Ya decía yo que no habías intervenido! -exclamó Goddar- ¡Pensaba que te estaba pasando algo, Baldr!
Aún le era raro que le llamaran de esa manera, pero no llegó a expresarlo. Se sonrojó un poco pero agradeció que Odín pusiera una mano en su hombro y hablara.
-Como prometí a los reinos, aquí está con nosotros, lejos de Loki -explicó-. Permanecerá aquí, entre las seguras murallas de Asgard y bajo la protección de los aesir en las ocasiones que salga, para impedir que nadie le pueda dañar.
El rey enano frunció suavemente los labios, y tamborileó los dedos.
-Padre de Todos… siempre haces esa promesa, y siempre sale mal -explicó-. Si quieres un consejo, de rey a rey… no quieras impedir el destino.
-Aprecio tu postura, pero sé lo que hago -indicó-. Esta vez el Ragnarök no será un hecho, sólo… un mal recuerdo, y así será para siempre.
El otro se limitó a asentir, despacio.
-Frigg, puedes responder por alusiones a Goddar.
-Con gusto, por nuestra parte estamos dispuestos a…
Siguieron un buen rato hablando y negociando. El pedido que pretendía Asgard era enorme, era como si se estuvieran preparando para la guerra aunque junto con armamento estaban pidiendo joyería, menaje e incluso construcción de diferentes infraestructuras civiles, destacaba la reparación de diferentes partes de las murallas que rodeaban el reino. La razón de que el cosmos de ellos no sirviera para hacer esos arreglos venía porque no fueron los dioses quienes lo construyeron, sino un gigante con su caballo… obra que Loki impidió que terminara en tiempo porque la alternativa era entregar a la diosa vanir Freyja a cambio de cumplir con este término. (3)
Fue recordando sus lecciones de mitología con el pasar del tiempo, no se sentía preparado ni legitimado para decir nada y se perdía bastante con tanas cifras y no tener papeles de referencia con los datos… al menos todo parecía ir avanzando y, llegadas las doce, todos se levantaron, se encontró con que Odín y Goddar se apretaban las manos, sonreían un poco y parecían satisfechos.
-Seguiremos después de comer, aún quedan varios puntos pero estamos avanzando -les indicó Forseti-. Odín, ¿preparaste tu salón o lo haremos aquí mismo.
-Vayamos a Valhalla, sí -respondió-. Así nos despejaremos.
Folken se quedó ligeramente rezagado, sólo giró el rostro para encontrarse con Frigg… que le abrazó como un osezno. Era de aspecto maduro, pelo rojizo oscuro y ojos pardos, nariz aguileña y bien vestida con un elegante traje blanco con decoraciones doradas. En torno a su cuello llevaba pieles bien curtidas y que caían en forma de capa por la espalda, cuando se separaron le acarició la cara con cierto mimo y sonreía, casi incluso parecía llorar de felicidad, eso impresionó al otro.
-Mi niño… pensé que esta vez no te podría ver… -murmuró- ¿Te fue bien entre los hombres? ¿Tuviste familia, hijos…? ¿De qué trabajabas? Hay tantas cosas que quiero hablar contigo…
-Yo… bueno…
Ella le sonrió y besó su frente con cierto cariño, le tomó desde el brazo y lo colocó entre sus brazos, sólo entonces arrancaron a andar.
-No te preocupes, hay tiempo -explicó-. Sólo quiero que estés cómodo entre nosotros… que estés bien aquí, con tu familia.
-Tenía amigos en mi ciudad… -explicó- En un momento dado me di cuenta de mis poderes, y sentí la aparición de la diosa Atenea, bueno, de la que ocupa su puesto -Frigg le escuchaba con atención-. Le pedí ayuda, porque… algo me decía que esto pasaría, aunque no era consciente hasta que llegó Odín a por mí.
Ella asintió, precisamente éste estaba unos metros por delante.
-Sólo queremos protegerte -respondió-. Soy consciente… que serías más feliz siendo libre, me gustaría que lo fueras plenamente… pero Loki te acabaría matando, como en cada ocasión.
-Si lo hará eventualmente, ¿para qué intentarlo si quiera? -preguntó Folken- Si ese es mi destino… ¿por qué evitarlo?
-No estoy dispuesta a volver a permitir un fin del mundo, ni yo ni nadie -sus ojos mostraban determinación, pero relajó su semblante-. Puedes ir a ver a tu amiga, si tanto quieres… pero siempre bajo la protección de Asgard.
Él no quiso presionar en ese sentido, por ahora le trataban bien y se sentía querido y respetado por todos ellos… sin embargo sabía que aquello no tenía visas de acabar bien, el día anterior quiso ir con el Santuario a ayudar en lo que pudiera con el ataque. Lógicamente no pudo ir a ningún lado y se limitó a beber de la hidromiel que le dieron, ahora tenía pinta de suceder lo mismo… entre charlas llegaron a Valhalla, allí se encontraron con que Odín leía un documento y se lo devolvía a una valquiria antes de decirle algo al oído a Forseti, que asintió y parecía apuntar algo en un librito.
-¡Ah, querido, ven aquí! Frigg, hiciste un genial trabajo -felicitó- Vamos a comer, hay que celebrar.
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(1) Ataque propio del Caballero de Tauro de Lost Cannvas (El Lienzo Perdido).
(2) Nombre alternativo para Svartalheim.
(3) Diosa de, entre otras cosas, la naturaleza y la fertilidad de la mitología nórdica. Vivía entre los asir después de la paz como una de los embajadores de su bando.
Los diálogos escritos en cursiva que se muestran son para reflejar las comunicaciones vía cosmos. Aquellos que son con la letra normal, son hablando la lengua común que corresponda. Los nombres de las técnicas están también en cursiva.
