Desde la puerta del dormitorio, Charlotte Collins miraba a su esposo con marcada preocupación en su rostro, y rogaba a Dios que el Sr. Bennet y su padre llegaran pronto.

Era innegable que el Sr. Collins estaba cada vez peor, y si moría antes que rompieran la vinculación de Longbourn, literalmente ella y su pequeña hija iban a depender de por vida de la caridad de sus hermanos.

Lo cierto era que no sentía ningún tipo de afecto por su esposo, de hecho, lo consideraba un hombre tonto, poco atractivo e incluso molesto. El único motivo por el cual se había casado con él, fue porque era consciente que no era bonita, era considerada una solterona e iba a heredar Longbourn cuando el Sr. Bennet muriera.

Dos semanas atrás, el nacimiento de su hija, las ilusiones que tenía de heredar Longbourn se habían esfumado. ¡No era justa su situación! ¡Después de tolerar las 'atenciones' del Sr. Collins por varios meses, debía sacar alguna ventaja de su matrimonio! Hasta ese momento, nunca se puso a pensar detenidamente en la situación de la Sra. Bennet y sus hijas. Honestamente, tampoco le importaba demasiado… Debía velar por su seguridad y la de su hija.

El apotecario le había dicho que era solo cuestión de días o semanas para que su esposo muriera, y que debía alejar a la pequeña niña lo antes posible de la casa. Como precaución, le recomendó a Charlotte que usara una mascara si estaba cerca de su esposo y que mantuviera la casa bien ventilada.

Después de pensar por unos días sobre su futuro, se le ocurrió una idea que posteriormente conversó con el abogado de Hunsford, el Sr. Hovert. Convencer al Sr. Collins fue muy fácil ya que, a pesar de todas sus deficiencias, creía estar 'enamorado' de Charlotte y quería a su hija…

Al sentir un carruaje parar en la puerta de la casa parroquial, Charlotte miró por la ventana y con satisfacción vio que era el Sr. Bennet, el Sr. Phillips y su padre. Enseguida, mando llamar al abogado de Hunsford ya que había llegado la hora de asegurar su futuro.

El Sr. Hovert, ya había redactado dos documentos para consideración del Sr. Bennet, uno de ellos era el acuerdo de ceder Longbourn al Sr. Bennet y el otro el compromiso de pagarle a la Sra. Collins la suma de 10.000 libras en menos de 30 días.

Después de leerlo detenidamente, se los dio al Sr. Phillips para que los revisara.

Después de un cuarto de hora, mirando a su cuñado comentó, "El documento es correcto, y si el Sr. Collins y tú lo firman, automáticamente se rompe la vinculación de Longbourn. En esta situación, lo más conveniente es que enseguida especifiques en tu testamento quién va a heredar Longbourn. Si no lo haces y te mueres, Longbourn será heredado por el siguiente caballero en sucesión del Sr. Collins."

El Sr. Bennet asintió. "Sra. Collins, estoy de acuerdo con los términos. Si mi primo está de acuerdo, procedamos a firmar la desvinculación."

El Sr. Phillips, que había traído el testamento del Sr. Bennet consigo y todo lo necesario para hacer las emendas necesarias, pidió permiso a Charlotte y estuvo el resto de la tarde trabajando en un nuevo testamento.

Horas más tarde, la desvinculación y el nuevo testamento del Sr. Bennet estaba listo; por ser la primogénita, Jane era ahora la heredera de Longbourn.

A la mañana siguiente, el Sr. Bennet salió rumbo a Londres para conseguir el préstamo. El Sr. Phillips regresó a Meryton junto con Sir William, la pequeña niña y una nodriza.