Sus pensamientos la acorralan. Dos Bandos que están en una lucha que resquebraja su cabeza; la llaman culpable, una persona horrenda que olvidó la empatía, pero, por el otro bando, la defendía, recordándole todos esos años en el que puso su vida frente a la de su hermana, siempre defendiéndola y ayudándola desde que se convirtió en la mayor.
Su lengua se deleitaba con el sabor de su postre libre de gluten.
—Bingo. —No escucho— Hey, ¿Te encuentras bien?
El suave toque en su hombro la despertó totalmente.
—O si, por supuesto. —Tartamudeo la Heeler. El retriever la observó con duda, sin creerle del todo sus palabras.
—Algo te pasa. —Delató.
Bingo iba a negarlo y echarse a fingir, pero sus pensamientos eran tan intensos, que, tenía la necesidad de al menos decirlo, hablarlo, con alguien igual de cercano. Chucky la observaba con extrañeza, esperando escucharla y saber de una vez el motivo por la cual fue llamado.
Bingo suspiro.
—La verdad Chucky. Si. —Respondió con cierta tristeza— Sabes, estos últimos meses me eh perdido. —Chucky escuchaba atentamente— Me enamore, me lleve una decepción, me volví a enamorar y me lleve otra decepción, y no logro... Procesar como, diablos las eligieron a ellas.
—Supe lo de Banjo y Lila, y lamento mucho lo que sucedió, tuvo que ser difícil para ti. —Dijo.
—Ni te imaginas. Me llevo días, semanas, en tratar de procesarlo.
—Me lo imaginó. —Respondió con empatía.
—Y sabes, pensaba en hacer lo mismo con el otro, pero... Agh. —Empezó a negar con la cabeza, mientras su pecho era inundado por la culpa.
Chucky notó ese sentimiento tan angustiante que la tenían acorralada, y decidió ir preguntarle de poco a poco.
—Tranquila, tómate tu tiempo. —Dijo. El retriever empezaba a preocuparse por el estado de su amiga, pues, en sus ojos podía ver el dolor y la confusión colisionando dentro de ella. —¿Qué fue lo que sucedió?
—Siento que hice algo malo, pero... Tampoco puedo dejar de sentirme orgullosa y eso...
—Inhala Bingo. Relájate. —Pidió Chucky mientras hacía un gesto con ambas manos, en señal que inhale— ¿Qué fue lo que hiciste?
—Yo... Besé a alguien que no debía.
El retriever arqueo una ceja.
—¿A quién?
Bingo apretó los labios, y con algo de dificultad, respondió.
—A Jean Luc, el novio de mi hermana.
Chucky abrió los ojos y casi atónito, dijo.
—Esto... Parece telenovela mexicana. —Intento calmar el ambiente, o, mejor dicho, apaciguar los nervios.
Había sido un nuevo día, una nueva mañana. Un día común a lo que a mí respecta, o bueno, lo que se volvió común. No puedo dejar de sentir celos, envidia y enojo. Cada que camino por aquellos pasillos, que se vuelven infinitos ante mis ojos, puedo encontrarme a parejas en el camino. Personas alegres con su alma gemela disfrutando de sus presencias, entre ellos, Banjo y Lila.
Debo decir que, ya está superado. Ya acepté el hecho de que, quizás, el mundo vio necesario que mis sentimientos no sean correspondidos por Banjo y qué tan solo, me está preparando para mi verdadero amor... Es lo único que me ayuda a estar de pie y no perder las pocas esperanzas de tener a alguien de mi vida. Alguien que tal vez se sienta como yo, no lo sé...
Entre los pasillos, visualizo a mi hermana, quien sonríe y conversa tranquilamente con esa otra persona, del que todavía no me puedo librar, a pesar de esforzarme por olvidarlo.
Aprieto mis manos cuando veo que toma su mano, ciento la envidia pasar por mi cabeza cada que ríen y siento el dolor en mi pecho cuando juntan sus labios. Es tan duro que lo único que puedo hacer, es dar la media vuelta y volver a intentar olvidarlo.
Mis esfuerzos serían en vano, esto porque no podía quitarme de la cabeza los motivos que lo llevaron a enamorarse de ella y porque nuevamente hice lo mismo con mi primer amor, no hacer nada, y todo porque yo sabía lo que ya todos sabíamos, Bluey y Jean Luc se gustaban.
Y aunque lo quisiera aceptar con todas mis fuerzas, hay algo que me detiene y me pide que lo replantee de nuevo, como si me dijera que no me rindiera. Entonces no lo soporte más y lo confronte.
—¿Confrontar?
—Cuestionarlo Chuky. Realmente deseaba saber si podría haber algo entre los 2.
—Pero... Él ya está con tu hermana.
Bingo suspiro con decepción.
—Si, lo sé... —Volvió a darle un sorbo a su batido.
Ante el silencio de Bingo. Chucky prosiguió a indagar un poco más.
—Y... ¿Como lo confrontarse? ¿Qué fue lo que hiciste?
—Bueno. Mi familia tiene pensado hacer una parrillada esta noche. Creo que Muffin te lo contó.
Chucky arqueo una ceja mientras lo negaba.
—No, para nada. ¿Por qué me lo diría?
—Porque son amigos ¿No?
—Wow, WoW, Bingo. Ella y yo no nos llevamos bien, para nada.
—Eso dicen ustedes. Pero bien que se abrazan cada que se encuentran.
—Solo estoy siendo amable.
—No necesitan darse un abrazo para saludarse.
Chucky desvió la mirada al no tener argumentos.
—Chucky, te vas a arrepentir cuando la veas con alguien más... Créeme.
—Ella no me gusta Bingo. —Recalco el retriever— Solo... —Se detuvo— No nos desviemos del tema. Cuéntame ¿Como lo confrontaste?
—Bueno... Ayer, se suponía que él y Bluey iban a comprar de una vez los ingredientes para no tener ningún conveniente hoy.
—¿Se suponía?
Bingo asintió.
—Hasta que yo me ofrecí y, de alguna manera, logré convencerla para que me dejara sola con Jean...
En un principio, él se vio algo incómodo ante el semblante que tenía. Lo volvía a ver con mala cara, y él se asustaba; Creo que herede la mirada de mi madre.
Lo que realmente me hiso explotar, fue lo siguiente que escapó por su boca.
—¿Que sucede?
No me contuve y lo miré a los ojos con rabia.
—¡¿Lo dices enserio?! —exclamé— No me has dicho nada desde que nos besamos y solo te atreves a decirme eso.
Su incomodidad aumentó.
—No es del todo cierto, te saludo, te pregunto cómo vas.
—Sabes a lo que me refiero. —Dije mientras me cruzaba de brazos— Dime, ¿Acaso me guardas como tú segunda opción o algo así?
—¿Que? No, no, para nada.
¿Se supone que eso me relajara?
—Entonces nunca fui parte de tus opciones... —Volvía a sentir el quemar de mi garganta.
—Si, digo no.
—¿Y por qué no me elegiste? —Lo interrumpí.
—No lo sé.
—¿No qué?
Me tomo de los hombros como única forma de frenar mi impaciencia, pues a ese punto, nuestras palabras colisionando entre sí, convertían está charla en una discusión.
—Escucha Bingo. Yo realmente lo lamento, pero yo amo Bluey.
—¡¿Por qué?!
—¿Qué fue lo que te dijo? —Pregunto con mucha curiosidad.
—El típico discurso de muchacho enamorado: Que le encanta como es, su forma de ser y blah blah. —A pesar de querer pasar eso por desapercibido, Bingo no podía evitar los celos que le causo escuchar eso. Sentía, que el problema era ella.
—¿Y después?
—Bueno, volvimos a enfocarnos en las compras, en medio del camino nos encontramos con algo que, WoW, no lo sabía.
—¿Qué cosa?
—En la parrillada lo sabrás.
Chucky iba a responder, pero decidió no recordárselo y continuar con lo sucedido.
—Bueno, pero entonces, ¿Qué paso después?
—Yo todavía estaba con la incertidumbre, y... —Ese momento llegó a mi cabeza, la impactó de tal manera que se sintió congelada por varios segundos.
Jean Luc frenó.
—¿Qué pasa? —Pregunté algo fría.
—Bingo. No podemos seguir así de distantes.
No tarde en responder.
—Y que quieres que haga Jean. Que sonría y finja que no pasó nada...
—Es que... No pasó nada entre los 2.
Sus intenciones eran buenas, pero, eso me destrozaba, me dolía un montón.
Me crucé de brazos mientras desviaba la mirada. Entonces empecé a recordar el día en el que, supuestamente, iba a dar el primer paso a un nuevo amorío, y lo hice, pero tarde demasiado en dar el segundo.
—Dime una cosa Jean. ¿Llegaste a sentir, al menos, una pizca, algo por mí?
Jean Luc no sabía cómo responder, eso me alegraba, me daba la pista que necesitaba para deducirlo por mí misma. Jean Luc volvió a negarlo.
—Se honesto Jean Luc y dímelo con palabras, no con la cabeza.
—Es que... No lo sé. Podemos dejar de una vez este...
No le di el lujo para continuar hablando.
Lo tome de la mano, sin importarme que ya tuviera novia. Lo arrastre hasta la cabina de fotos, para tener más privacidad. Lo amenacé con mi mirada, y lo obligué a sentarse.
—No, no podemos dejarlo de lado Jean Luc. —Le dije mientras acercaba mi rostro y el alejaba el suyo. Lo estaba acorralando.
El labrador suspiro al ver mi rostro decidido.
—Entonces ¿Qué propones?
—Que respondas está simple pregunta. La vez que te bese ¿Disfrutaste mis labios?
—Espera. Entonces ¿Ya lo habías besado antes?
Bingo asintió.
Chucky estaba impactado, pero no por el beso, más bien, por la persona quién lo dio. Su amiga.
—¿Qué diablos? —El retriever no estaba observando a una conocida, parecía, que estaba hablando con otra persona, una diferente a quien conocía.
Bingo también se sentía así, pero, consigo misma. Algo andaba mal y lo sabía.
—Entonces, decidiste besarlo conociendo perfectamente que el sujeto está en una relación.
Bingo lo sintió como un regaño, y con mucha vergüenza, suspiro y lo acepto.
—Si...
Chucky se acomodó en el asiento mientras apoyaba los codos en la mesa.
—Bingo, tienes claro que podrías meterte en problemas, y no solo a ti, también a ese tal Jean Luc.
—Lo sé Chucky. Pero... Tampoco quiero rendirme.
Chucky levantó una ceja.
—Hablamos del novio de tu hermana, Bingo.
El retriever tenía razón, Bingo lo sabía, pero por algún extraño motivo, esa ves solo deseaba escuchar lo que quería escuchar.
Ella rodó los ojos y se recostó el espaldar de su asiento.
—¿Enserio quieres meterte en problemas con ella? —Cuestiono.
Bingo retuvo una carcajada antes de volver a ver al retriever. Lo miro a los ojos y sin pensarlo, dijo.
—No me importa.
Chucky no lo entendía.
—¿Estás bromeando? —El retriever empezó a juzgarla, o es lo que ella sentía.
—No me importa, sabes porque, porque será de las pocas veces que yo misma tendré mis propios problemas por resolver, y no tener que estar resolviendo los de mi hermana todo el tiempo.
—¡Pero no debes traicionarla así! ¡Ponte en sus pies!
—¡Lo estuve Chucky! ¡Varias veces! —Exclamo Bingo. El peso lleno su pecho y en su cabeza ya se estaba dando la victoria de uno de los bandos ya mencionados.
Su discusión llegó a tal escala, que ya tenían a público observándolos desde la comodidad de sus asientos. Bingo no lo soporto más, volvió a sentir esa falta de apoyo y, simplemente, salió de lugar con furia y con los ojos humedecidos.
—¡¿Acaso no tienen mejores cosas que hacer?! —Exclamo Chucky a los clientes, quienes desviaron las miradas en sus celulares o en su comida.
Chucky dejo el dinero en la mesa y tan rápido como salió Bingo, lo hiso también. Corrió solo para ayudar a su amiga, solo para poder comprenderla mejor y no dejarla irse con esa amargura que le daba un mal sabor de boca.
—Bingo espera. —Intento sonar más calmado mientras la detenía desde el hombro.
La Heeler volteó a verlo con lágrimas que casi desbordan sus ojos. El retriever solo la miró con empatía y, sin requerir alguna palabra, continúo escuchando.
—Se que sueno mal, que estoy siendo el mal. Pero estoy cansada de estar lidiando con problemas de otros... —Las lágrimas empezaron a emerger— O dime cuándo le he negado la mano a Bluey o algunos de ustedes. ¡¿Cuándo?!
—Nunca.
—¡¿Entonces?! —Pregunto con los brazos extendidos—¡¿Es malo pedir algo de cariño?! ¡¿Es malo no pensar en mí?! ¡¿Acaso no me puedo dar el lujo de ser un poco egoísta al menos una vez?!
—Es que, tú no eres así...
—¡Y mira por lo que estoy pasando! —Sus palabras estaban llenas de dolor, eran las consecuencias de aquel puñal que atravesó su corazón— Yo solo... Quiero algo justo. —Nuevamente, se cruzó de brazos y desvió la mirada. Estaba oprimiendo bastante fuerte sus labios al igual que sus ojos.
Su cabeza volvía a debatir entre lo correcto y lo justo.
—Entiendo que estés cansada Bingo y sabes, tienes razón en cierta parte. No deberías estresarte por problemas que no son tuyos. Pero ¿Enserio crees que vale la pena hacerle eso a tu hermana?
—Es que... Yo lo amo.
—Te estás apresurando Bingo. Pasaste de amar a Banjo a Jean Luc, y eso, fue algo rápido ¿No lo crees? —Interrumpió Chucky— Recuerdas lo que jugábamos, sobre los piratas, y el cómo la paciencia era una de las mejores guías.
—Si... Todavía lo recuerdo.
—Este es el momento en donde debes usarlo. Respira, piensa, reflexiona y pregúntate por qué estás enamorada: ¿Algo pasajero? O ¿Solo buscas consuelo?
Bingo ya no pudo más, su cabeza no se lo permitía. La batalla entre aquellos bandos solo aumentó en busca de defenderse a sí mismos y salir victoriosos. Era un dolor de cabeza que le dificultaba pensar a Bingo, era, prácticamente, la primera vez que dudaba de sí misma.
El retriever lo notó y no tardó en acudir al auxilio de su amiga, acorralando la en un abrazo que apaciguaría, un rato, aquella lucha que tantos escombros dejaban en su cabeza.
—Entre las grandes tormentas...
—Lo más fuertes sobrevivirán. —Bingo terminó la frase y permaneció abrazada con aquel amigo que ha sido un soporte, un apoyo, que la ha llegado a ayudar.
Cuando volvieron a la casa de los Heelers. Se encontraron con media familia ya reunida. Chucky se quejó por uno de los miembros, pero su cola, decía lo contrario.
—¡Hola Bingo! —Exclamó Muffin, abrazándola desde el hombro y agitando la locamente.
—Hola prima. —Intento sonreír.
Chucky se quedo por unos segundos apreciando aquel pelaje que pareciera estar cubierto por la nieve, y leve sonrisa se dibujo en su rostro. Desde que volvió a la ciudad, la única interacción que tuvo con Muffin era por celular.
—Aun sigues siendo igual de energética. —Muffin se quedó en corto al escuchar aquella voz.
—¿Chucky? —Sonrió. La emoción estaba más que claro en su rostro y en su cola mientras se acercaba y le brindaba un pequeño abrazo— ¿Qué diablos haces aquí?
—Ya sabes, solo estoy de pasada. —Contesto. Él esperaba recibir el puñetazo en su brazo como suele pasar cada que se encontraba con Muffin, para su sorpresa, este nunca llego.
Bingo lo miraba con la ceja arqueada y una pequeña sonrisa. "Lo sabía" entendió Chucky al leer su mirada. El retriever rodo los ojos antes de romper el abrazo.
—Bueno… Los dejo solos. —Hablo la Heeler anaranjada, comenzando a caminar directo a su habitación, y a pesar de verse alegre, su sonrisa, se iba desvaneciendo por cada paso que daba.
A diferencia de Bluey, Muffin solía prestarles mucha atención a esos detalles, a esas sensaciones que, de alguna manera, lograban sentirse desde los demás. No era la única en percibirlo.
—¿Qué le pasa a Bingo? —Pregunto la pequeña Socks en su llegada con el resto.
—No tengo idea. —Respondió Muffin, quien empezó a fulminar a Chucky con su mirada, culpándolo antes de tiempo.
—De hecho. Justo de eso te quería hablar.
Bingo hecho un pequeño vistazo a su habitación, deseando con todas sus fuerzas que Jean y Bluey no se encontraran dentro. Al comprobar que, en efecto, estaba vacía, fue directo a su cama y dejo caer, abruptamente, su cuerpo anaranjado.
Abrazo con fuerza su almohada, como si buscara algo de consuelo en la suavidad que le brindaba aquel objeto. Su corazón parecía estar más destrozado que nunca, y nuevamente, se maldecía, gritaba, insultaba, mentalmente, el amor. Deseaba nunca haberlo sentido, que, simplemente, nunca hubieran aparecido.
—No entiendo por qué tanta obsesión con ese Labrador, digo, no es el único muchacho que existe. —Escucho a sus espaldas.
Bingo gruño.
—Demonios, eso solo debía ser entre Chucky y yo. —Hablo la Heeler anaranjada.
—No lo culpes a él. —Volvió hablar Muffin— Lo golpee para que me lo dijera. —Mintió.
—Muffin, si vienes solo a molestar, entonces puedes irte retirando de mi habitación. —Se retorció en el colchón— Quiero estar sola.
Muffin resoplo y fue caminando con lentitud hacia la cama, era caminar entre una espesa niebla hasta llegar a Bingo.
—Mira, yo no se y tampoco entenderé por lo que estas pasando. Lo único que puedo saber es que te estarás preguntando si el problema eres tú. —El silencio por parte de Bingo lo dejo en claro— Pero, tienes que dejar de llorar por el amor.
—No es fácil Muffin. No es como un flechazo que se pueda olvidar fácilmente.
—Lo entiendo, pero no tienes más opciones.
Bingo suspiro pesadamente y se incorporo en el colchón aplicando algo de fuerza.
—¿Cómo quieres que lo haga?
—Enfocándote en ti Bingo. —Fue como una llave que abrieron esas pesadas puertas que la habían encerrado en aquel laberinto sin respuesta— Tu misma lo dijiste, que estas cansada de tener que lidiar con los problemas de otros… Date de una vez ese respiro y en vez de seguir buscando amor o meterte en donde no te llaman, mejor trata de buscarte, enfocarte en ti misma. Quien sabe, tal vez con eso logres encontrarlo más pronto de lo que te esperas.
Bingo permaneció callada, en medio de una oleada que destruían a los bandos y se los llevaba hasta las profundidades del vacío.
Muffin no dijo más, solo le dio unas cuantas palmadas en los hombros y, acto seguido, retirarse de la habitación.
En el pasillo, lo esperaba el retriever, quien tenia sus orejas alzadas para escuchar mejor la conversación.
—¿Qué tal te fue?
—Ni idea. —Respondió Muffin negando con la cabeza.
Ambos estaban igual de preocupados por la Heeler, que lo menos que podían hacer, es tratar de aclarar su mente para que lo pensara mejor, y tomara una buena decisión.
—Eso último, fue algo inspirador, que, dudo mucho que haya salido de ti. —Comento Chucky posando su mirada en Muffin.
—Que cruel. —Respondió— Pero si… Mamá fue quien me lo dijo.
Chucky se vio extrañado, le pareció raro pensar que ese consejo se lo dieron a la Heeler que menos problemas parece tener.
—¿Y por qué? —Su curiosidad lo obligo a preguntar.
Muffin solo indago entre los pasillos en un esfuerzo de no verlo a los ojos, pues, al tener que ser sincera, nunca lograba decirlas a alguien con la mirada fija.
—Bueno… Alguna vez, también me enamore.
Chucky sintió escalofríos.
—Pero, el sujeto me dijo que no era femenina, que no me parecía nada a una mujer y que se sentía raro al verme.
—Luego tu madre te dijo eso. —Concluyo el retriever, obteniendo como respuesta la sacudida de cabeza de parte de Muffin.
—Si, me puse a pensar en como los trataba, en como luego me comportaba. Y todavía sigo tratando de… no se… Buscarme a mi misma. —Contesto con algo de determinación— Es por eso que acepte los hechos. Que por lo general los hombres solo buscan a una damisela, no a… Alguien como yo.
—No es cierto. —Contesto de inmediato— Para nada. Créeme que, si tan solo dejaras de lanzar puñetazos o disminuir un poco esa euforia, pues los demás no tardarían en darse cuenta de lo genial que eres.
Muffin sonreía mientras quería mantenerse incrédula a lo que escuchaba.
—No necesitas mentir Chucky. Ya todo eso dejo de importarme… Me gusta como soy.
—Y esa es la mejor parte de ti.
A ambos los envolvió el cálido tono rojizo que tomo posesión de sus rostros. Era tanto el sentimiento que los nervios de Chucky lograron confundir al retriever e impedir que lograra pensar con claridad.
—Bueno, yo, ya me voy retirando. —Dijo.
—Oh si claro. Nos vemos. —Respondió Muffin mientras se apoyaba en la pared.
Chucky comenzaría a dar unos cuantos pasos, pero la voz de aquella mujer lo frenaría.
—Oye —Llamo. El retriever volteo— No se si Bingo te comento sobre la parrillada de hoy, que se hará, esta noche.
Chucky empezaba a sentirse feliz, sobre todo, al recordar su charla en aquel restaurante con Bingo.
—N-no. —Mintió.
—Bueno… Pues, si quieres, puedes venir a acompañarnos… Seria genial que pasaras a saludar a los demás después de tanto tiempo que estuviste fuera de la ciudad.
Su cola se empezó a menear.
—Por supuesto, claro que sí. Ahí voy a estar.
Sus colas empezaron a menearse. Era un alivio y una satisfacción que se hayan reunido de nuevo. Muffin no lo entendía del todo ya que, ellos siempre iban discusión por discusión, ya sea por un juguete, por opiniones, o simplemente por que no se decidían. Cosa que disminuyo a comparación de antes desde que Chucky dejo la ciudad.
Sin más, se acercó al retriever, quien se puso algo nervioso por la cercanía de la Heeler. Y en un movimiento inesperado, recibió aquel golpe que no había recibido antes. Un puñetazo en su brazo.
—Auh. —Se quejo Chucky antes de posar su mano en el brazo.
Muffin se dio cuenta de lo que hiso y se empezó a disculpar de inmediato.
—Lo siento, lo siento, es que me cuesta dejar esa costumbre.
—Deberías. —Contesto algo molesto. Pero esa mirada pasaría a sorpresa cuando los labios de Muffin se movieran.
—Si, lo sé, es que… Era mi manera de decirle "Los quiero" a los mas cercanos.
Lo tenia acorralado, frente mío y cortando cualquier tipo de espacio que existiera entre nosotros.
—Te lo vuelo a preguntar. ¿Qué te parecieron mis labios? —Dije mientras colocaba una moneda en la maquina con el objetivo que las personas no pensaran nada raro entre nosotros.
—No lo sé. —Puedo ver los nervios en sus ojos.
No podía aceptar una respuesta así, no quería.
Me tomé unos segundos en el que me sumergí en mis pensamientos. Buscaba alguna respuesta, pero no hallaba nada más que varios recuerdos de mí, dándolo todo por los demás, y como era menos compensada. Pero pensar solo en mi hermana, abrió, o creó, algo que estaba oculto en mí. Fue entonces que agarre, con fuerza, la cabeza del labrador, como si lo estuviera abrazando. Y le plante, no, lo bese con toda la pasión posible.
Esta vez no me fui con bromas ni nada por el estilo, y era increíble. No pensé que iba a extrañar tanto esos labios carnosos con los que jugueteaba. Incluso, explore su boca solo para poder sentir su cariño.
El se resistía y yo lo impedía detenerse al mantener fuerte su cabeza junto con la mía.
Pase de morder ligeramente sus labios, a ir deslizando mi lengua por la cavidad de su boca, esperando que este correspondiera. Incluso apegue mi cuerpo al suyo, como si buscara seducirlo en vez de enamorarlo. Con mi cuerpo junto al suyo, ejercía el peso necesario para inmovilizarlo aún más. Esperaba sentir sus manos en mi cintura…
Y lo logre, logre que al menos correspondiera al beso, que explorara mi boca con su lengua. Cosas suficientes que me haría volver a sentir viva y me revivía esas esperanzas de poder tener algo con él. Aunque, pensándolo ahora, creo que era la única manera que él encontró para liberar su cabeza.
Fue una ola de emociones que se sintieron algo similar cuando lo bese por primera vez.
Volví a acomodarme en el asiento y con una mirada fija en él, le volví a preguntar.
—¿Y ahora? ¿Qué te pareció?
En ese momento me dejo de importar las cosas, pero, horas después, mi cabeza me abatió con una oleada de culpa que recorrieron mi garganta y pecho. Fue entonces que empezó aquel pleito que resquebrajaba mi cabeza. Por un lado, me sentía arrepentida por hacer tal acto y por querer desear lo peor a mi hermana, soy un monstruo. Pero también esta la otra parte que trata de defenderme con aquellos pretextos que me estaban convenciendo en un principio, pero luego, los veía absurdos.
Ahora, recostada en mi cama, y pensando bien las cosas.
—No puedo hacerles esto. No es lo correcto. —Me dije a mi misma.
En mi cabeza también hurgaba esas preguntas que me dieron mucho en que pensar. ¿Realmente lo amaba? ¿Solo quería una especie de venganza? ¿Acaso buscaba consuelo? ¿Un flechazo? ¿O solo buscaba cariño en alguien un poco más maduro?
La noche cayó, al igual que el sol junto con aquel color celeste que suele adornar al día. Su mirada buscaba con algo de pesar a aquella pareja que todos iban a conocer esa misma noche. Jean Luc, como siempre, llego con algunos minutos de anticipación, tratando de verse lo mejor presentable al igual que su novia.
—Uff. —Respiraba Jean al tratar de mantener el control. Bluey sonrió al verlo.
—¿Nervioso?
—Como no estarlo. No solo hablamos de tu padre, también del resto de tu familia. Si no les agrado, quizás termine enterrado hoy mismo en tu patio.
Bluey se hecho a reír.
—Que exagerado…
—¡Jean Luc! —Escucharon a una tímida y avergonzada Bingo. De pronto, la atmosfera se volvió algo densa e incómoda. Tal fue que incluso Bluey lo llego a notar.
—Salut Bingo. —Saludo Jean Luc, tratando de no verse nervioso frente a Bluey.
—Podemos hablar en privado… Solo un rato. —Pidió la Heeler.
Antes de siquiera tomar la palabra. Bluey hablo.
—Vayan, yo ayudare a mamá con la cocina.
—Po-podemos hablar en otro momento. —Hablo de inmediato el labrador. Dentro de su cabeza podía sentir el peso de la culpa. De hecho, sentía que hizo algo horrible cuando correspondió al beso, y es así. Antes no importaba por que no estaba en ninguna relación, pero ahora, simplemente le costaba perdonarse a si mismo.
Bluey se lo llevo por unos minutos, intentado convencer al labrador de hablar con su hermana. Pues la Heeler no era del todo tonta y sabía que había algo que estaba mal entre ellos 2. No sabía exactamente qué, pero debían acabar de una vez por todas.
Jean volteo mientras asentía a su novia, quien se fue marchando. Sus miradas volvieron a chocar y con cierta incomodidad, se fueron acercando. Bingo deseaba que la tierra se la tragase y Jean, el todavía no sabia como responder o actuar ante aquella situación.
—Bingo, mira, realmente lo lamento, pero yo solo estoy enamorado de…
—Jean. —Interrumpió— Déjame hablar ¿Sí? —El labrador asintió con algo de timidez— No se lo que me paso ayer. Solo se que me comporte como toda una berrinchuda y… —La culpa la castigaba con latigazos por sus acciones hasta caer rendida—Realmente lo siento Jean Luc. Lo que hice estuvo completamente mal, y lo lamento mucho… Te prometo, que, desde ahora, los dejare en paz…
Dijo sin decir pretextos o argumentos, simplemente, asumiendo la responsabilidad de sus actos.
Jean estudio su mirada, y como siempre, era honesta, de hecho, Bingo siempre fue honesta y compasiva. El "Dar" y "Perdonar" son 2 palabras que la describen completamente. Irónicamente, esas 2 palabras también habían sido su recompensa, pues, aun tiene a esos amigos que alguna vez ayudo, y que ahora, estaban más que dispuestos a darle una mano, como hicieron Chucky y Muffin. A pesar que no son notorios, son detalles, que hacen que realmente valga la pena, hacer lo correcto en un mundo tan injusto.
—Estas perdonada Bingo. —Toco su hombro— Como te dije antes, también se lo que se siente un rechazo, pero que eso no te detenga de seguir buscando. —Le brindo una cálida sonrisa.
—De hecho, pensaba en dejar eso por un tiempo.
Jean Luc enarco las cejas.
—Después de lo de ayer, me di cuenta que tengo ciertos rencores guardados… Creo que lo mejor será irlos conociendo y apaciguarlos de algún modo. Alejarme del romance y, conocerme mejor.
—¿Conocerte mejor?
—Si… Ya viste como actúe por guardarme cosas así, lo mas conveniente es solucionarlo de inmediato.
Esas palabras chocaron fuertemente contra Jean Luc.
—Me, alegra por ti Bingo. De verdad te deseo éxitos.
—¿Éxitos? —Se pregunto Bingo.
—Si. Mi père dice que la suerte es para mediocres, pero el éxito, es para quienes se esfuerzan.
Bingo volvía a sonreír.
—Gracias, y lo siento de nuevo.
—Tranquila… ¿Amigos?
—… Amigos.
Sin más, se estrecharon las manos, culminado de una vez por todas una etapa, y comenzando una nueva, para los 2.
Jean Luc se quedó por unos minutos pensando en lo que había dicho Bingo. Los recuerdos de la melancolía y el dolor de estar de luto reaparecían en su cabeza, llegando a cuestionarlo si realmente se encontraba bien del todo.
Su madre aparecía en sus memorias, y sus ojos captaban a aquella Heeler azul que le devolvió la sonrisa.
—En algún momento deberé contarle sobre ti, Mère… —Susurro con los ojos perdidos en las estrellas.
Se acomodo el corbatín y se adentró a la casa.
