EL WIZENGAMOT LIBERARÁ ALGUNOS MORTÍFAGOS

Ayer por la noche, el Wizengamot se reunió con motivo de una Asamblea Especial, convocada por el Ministro de Magia personalmente, Kingsley Shacklebolt. Se inició a las 8 pm y finalizó a las 2 am. Una vez más, El Profeta tuvo el honor de entrevistar a algunos miembros del Wizengamot, permitiéndonos revelar información importante acerca de la reunión.

Según el portavoz de la Asamblea, el Ministro de Magia hizo una vez más el llamado para revisar las condiciones de encarcelamiento de los prisioneros de Azkaban, incluyendo las de los Mortífagos restantes. De hecho, aprovechó la oportunidad para que su Subsecretario Senior, Elphias Doge, pusiera sobre la mesa un proyecto de ley perfectamente armado.

Elphias Doge, quien ha sido un miembro del Wizengamot por muchos años desde antes del ascenso de Voldemort, anunció previamente este año que este sería su último periodo en la Asamblea y al lado del Ministro Shacklebolt. Mientras que algunos estuvieron decepcionados ante la noticia, pues consideran al hombre un pilar del Wizengamot, muchos otros estaban encantados por su retiro, tomando en cuenta su inquebrantable apoyo a los miembros restantes de La Orden del Fénix, incluyendo al famoso Harry Potter.

A pesar de que muchos creían que un proyecto de ley concerniente a mejorar las condiciones para los prisioneros de Azkaban iba a ser dejado de lado en favor a sentencias más duras, las cosas tomaron un camino muy distinto la noche del jueves.

Luego de horas de negociaciones, deliberaciones y correcciones, el portavoz de la Asamblea pudo anunciar el contenido preciso de la ley que fue finalmente aprobada por el Wizengamot. De acuerdo con él, los antiguos miembros de la Orden del Fénix unieron fuerzas con los conservadores por primera vez, para poder contrarrestar a los conocidos como "anti-perdón". El proyecto fue aprobado, luego de algunos ajustes.

"Con vigencia a partir de septiembre del 2004, cualquier Mortífago marcado, condenado a veinte años o menos de prisión, que haya estado en prisión por un mínimo de siete años, podrá ser considerado para ser liberado bajo las siguientes condiciones:

•El criminal deberá abandonar permanentemente el Reino Unido luego de su liberación de Azkaban, sin excepción.

•El criminal deberá casarse con alguien nacido de Muggles, un Squib o un Muggle que sea consciente de la existencia del Mundo Mágico, a través de una unión mágica. La pareja deberá hacer una Promesa Inquebrantable, garantizando la buena conducta del criminal y su redención;

•El criminal deberá vivir con su pareja por un periodo de, por lo menos, cinco años. Si se solicita un divorcio, solamente será otorgado luego de que la pena original sea cumplida.

•También, el criminal recibirá Seguimiento Mágico por un periodo mínimo de cinco años. Luego de eso, el Wizengamot decidirá si remover o no el Seguimiento Mágico, basado en la buena conducta del criminal. Además, el criminal ya no podrá hacer uso de medios de transporte mágicos (aparición, trasladores, escobas, alfombras voladoras, criaturas mágicas, polvo Flu, etc.);

•Por cada año extra sumado a la sentencia mínima obtenida por el mortífago marcado, deberá pagar una multa de cinco mil galones.

Por las discusiones que nuestros reporteros pudieron interceptar luego de la Asamblea, muchos miembros conservadores del Wizengamot insisten en que la población mágica necesita reconstruirse y que estos matrimonios serán la oportunidad perfecta para hacerlo.

Miembros de La Orden del Fénix, según nos informan, expresaron confianza de que esta ley traerá un cambio significativo. No se arrepienten de la rara alianza con el Partido Conservador, que creen era necesaria para el funcionamiento adecuado de nuestra democracia y de nuestra sociedad. Pero, ¿es buena idea esta alianza?

La mayoría de los miembros del llamado "anti-perdón" se negaron a contestar las preguntas que nuestros periodistas hicieron. Algunos miembros "neutrales" de la Asamblea instaron tener en vigilancia constante a los familiares de los Mortífagos, o las calles del Mundo Mágico, en caso de protestas.

Las últimas palabras que recibieron los periodistas fueron del propio Ministro de Magia, quien fue citado diciendo que el Ministerio se aseguraría de que la ley sea respetada por todos los involucrados.

Los tiempos están cambiando, queridos lectores…

Mary Scoford,

Jefa de redacción de El Profeta.

oOo

Sentados en su sofá, Blaise y Pansy se encontraban frente a tres ediciones distintas de El Profeta. Estaban en silencio, ambos impactados por el anuncio. Nadie se lo esperaba, a excepción de los miembros del Orden del Fénix cercanos a Elphias Doge y Kingsley Shacklebolt.

Pansy estaba sirviendo una taza de té para ambos cuando la puerta principal se abrió de un golpe. Levantó su varita por instinto, soltando la tetera en el proceso, que explotó en el piso. Blaise se paró abruptamente con su varita ya apuntando hacia la entrada. Sus corazones estaban palpitando rápidamente.

"¡Se aprobó la ley!" exclamó Harry mientras irrumpía en la sala. "Está en El Prof-"

Paró a media oración cuando vio que ambos estaban preparados para un combate. Una avalancha de culpa le invadió todo el cuerpo cuando se dio cuenta del miedo que habrán sentido los dos ante su entrada precipitada. Levantó sus manos, su cara mostrando remordimiento.

"Soy yo, está todo bien," dijo con timidez.

Pansy bajó su varita de a poco, sus manos temblando. Sus ojos estaban llenos de terror mientras seguía parada, completamente helada ante el miedo.

Blaise hizo lo mismo y suspiró, pasando su mano por su cara, luciendo también terriblemente abrumado.

"Voy- voy a hervir agua de nuevo," murmuró su esposa en tono débil, con la voz temblorosa.

Intentó levantar los pedazos de porcelana lo mejor que pudo, a pesar de sus temblores. Estaba completamente afectada, sintiendo un peso enorme en su estómago. Se sentía nauseabunda y su cabeza daba vueltas.

"Déjame ayudar," Harry dijo por lo bajo, dando pasos cautelosos hacia ella.

"¡No!" gritó, tirando todo en la bandeja.

Sus temblores incrementaron y Harry paró, horrorizado. No era su intención provocar todo esto.

Pansy estaba helada de pánico, su cuerpo dominado por la adrenalina. Podía escuchar en sus orejas la forma en la que su sangre bombeaba. Su respiración estaba cortada. Empezó a sentir como sus manos y sus pies empezaban a entumecerse. Su visión empezó a difuminarse.

"Déjalo, Pans. Yo me encargo. Ve a lavarte la cara," Blaise le susurró, arrodillándose a su lado.

Pansy tragó fuertemente y asintió, contando hasta diez para poder enfocarse en su respiración, sus ojos y sus puños apretados. Debía hacerlo, para mantenerse con los pies en la tierra.

Todo estaba bien. Estaba en casa, con su esposo. Nadie la estaba atacando. Solamente era Potter. Potter y nadie más.

Luego de respirar lentamente por unos minutos, se enderezó y fue deprisa hacia el baño, mientras Blaise recogía con cautela lo que quedaba en el piso.

Se hizo un silencio mortal.

Blaise estaba confundido, dividido entre el enojo y la preocupación. A él también le había afectado la entrada abrupta de Potter en su casa.

Contrario a su mujer, él no había vivido la guerra tan de cerca, gracias a la neutralidad de su madre. Pero eso no significaba que no sufriera de ansiedad. Participó en la batalla final, vio los cadáveres, a los heridos y peleó al igual que los demás.

Blaise habría sufrido maldiciones de ambos lados en el medio de la batalla.

Había tenido que eludir a aquellos Mortífagos que querían que se uniera a la causa. Se había mudado varias veces con su madre para evitar ataques de los carroñeros, a quienes se les había ordenado encontrarlos.

Finalmente, peleó con Draco, después de unirse con Pansy, quien lo había contactado semanas antes de la batalla. Había luchado por sus amigos sin saber muy bien por qué. No estaba en contra de la Orden. No simpatizaba con Voldemort. Había dejado alma y sudor en la batalla por Draco, Theo y Pansy. Estuvo siempre a su lado, incapaz de concebir la idea de perderlos.

Había estado tan sorprendido por la llegada de Potter y el principio de la batalla que no pudo pararse a pensar por un segundo acerca de escoger un lado, más allá de sus valores personales. Quería sobrevivir, eso era todo. Bueno, eso y sobrevivir con sus amigos.

Y todos sobrevivieron.

Harry estaba parado en el medio de la sala de estar, tambaleándose de un pie a otro. No sabía qué hacer, dónde pararse, avergonzado del disturbio que le provocó a Pansy.

"Disculpa, no era mi intención - "

"Ya está," Blaise lo cortó. Usó su varita para hacer desaparecer el resto de las piezas de la tetera y limpiar el té que cayó en la alfombra. "Pero, la próxima vez, intenta no entrar gritando a la casa de la gente, Potter."

"Prometido," respondió inmediatamente y asintió. "No volverá a pasar."

Blaise se puso de pie y lo examinó por un segundo, para luego dirigirse a la cocina. Sabía que su amigo no tenía malas intenciones, pero de todas formas, el hecho de que Harry hubiera sido lo suficientemente estúpido como para irrumpir en su casa, sin avisar y gritando, lo frustraba.

¿En qué estaba pensando Harry? ¿Que lo iban a recibir con los brazos abiertos, felices de verlo?

Malditos Gryffindors y sus sentimientos, pensó mientras entraba a la cocina.

Una vez que Blaise abandonó el cuarto, Harry soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo.

Se estiró en el sofá y pasó una mano por su pelo. Se sentía muy mal. ¿Cómo pudo haber hecho eso, siendo que él había tenido la misma reacción que Pansy tantas veces?

Saltando ante cualquier sonido cuando estaba solo. Sacaba su varita cada vez que alguien gritaba su nombre en la calle. Cerrando las puertas con llave de Grimmauld Square reiteradas veces y reforzando los hechizos de protección y seguridad todas las noches. Verificando la identidad de todos sus visitantes.

¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Sabía perfectamente lo aterrador que era.

Escuchó la voz grave de Blaise hablándole a Pansy en el otro cuarto, lo cual tranquilizó un poco a Harry. Esperaba que recuperara la compostura rápidamente. Quería que lo hiciera.

Su pierna saltaba, sin poder controlarla. Estar solo le hacía recordar por qué estaba allí.

El artículo de El Profeta.

Sus ojos captaron las copias que estaban dispersas en la mesa ratona. Entonces, ellos también sabían.

Agarró un ejemplar y visualizó la portada de nuevo: una foto en movimiento de Azkaban, abajo del encabezado. El artículo sobre la ley que había sido aprobada por el Wizengamot ocupaba dos páginas.

Por encima de la descripción principal, los corresponsales de El Profeta habían entrevistado a algunas brujas y magos de diferentes ámbitos sociales para recolectar sus opiniones. También había testimonios de dos víctimas, uno al cual Harry conocía muy bien: Dennis Creevet, quien había explicado con detalles precisos como su hermano había sido asesinado durante la guerra. Otra vez.

Aunque Harry era comprensivo y había apoyado a muchas víctimas de Voldemort, rápidamente tuvo a Dennis en su contra, luego de que este haya decidido luchar por la venganza de los mártires de la guerra. Se había unido a algunas asociaciones radicales, una de las cuales era liderada por uno de los miembros más emblemáticos de los "anti-perdón", Amos Diggory. Harry había intentado en varias ocasiones hacer que Dennis entendiera lo que algunos mortifagos habían tenido que pasar, pero Denny solamente respondía avivando el odio nacional que estaba empezando a crecer en contra de Harry.

En su lucha por la verdad y la justicia, Harry había hecho muchos enemigos. Algunos lo resentian por defender a aquellos con quienes tuvo que pelear. Algunos lo consideraban un traidor.

El segundo testimonio era de Daphne Greengrass, lo que sorprendió a Harry. Sabía de lo retraída que se había vuelto y de su deseo de no hablar con nadie acerca de su novio, Gregory Goyle. De todas formas, parecía haberse despertado y decidido romper con su silencio de una vez por todas.

Harry se llenó de empatía leyendo su testimonio. Relataba el dolor que sentía desde el encarcelamiento de Goyle, el horror y el acoso que experimentaba en su ausencia - principalmente porque su relación era de público conocimiento - y su angustia al enterarse que su novio no era elegible para ser liberado bajo la nueva ley.

Gregory fue sentenciado a 23 años de prisión después de haber lanzado varias Maldiciones Asesinas durante la batalla final.

Harry estaba particularmente conmovido al leer sus palabras hacia el público mágico sobre la batalla que él y Blaise habían estado dirigiendo hace varios años. Por supuesto, no los mencionaba explícitamente, pero ella había apoyado su pelea, repitiendo varias veces que la culpa de algunos no hacía que otros fueran culpables y que la inocencia debía ser reconocida.

Grandes palabras, sin duda.

"Pansy está haciendo té," Blaise anunció mientras volvía a la sala.

Harry le dirigió la mirada y asintió. Todavía se sentía muy apenado, pero se contuvo de disculparse de nuevo. Podía escuchar dentro suyo la voz de Theo susurrándole que se estaba disculpando demasiado. Casi le sacó una sonrisa.

"Asumo que leíste la noticia," dijo, apuntando con su mentón a los periódicos colocados arriba de la mesa.

"Hemos estado pensando en qué hacer desde esta mañana," Blaise asintió mientras se sentaba frente suyo.

"Lo estuve pensando también y puede que tenga una idea."

Pansy entró a la habitación en ese mismo momento, trayendo una nueva bandeja con té, apoyándola delicadamente en la mesa. Pero esta vez, usó su magia para hacer que la tetera sirviera por sí sola, y luego se acomodó junto a su marido con su cabeza apoyada en su hombro.

Harry no se atrevió a cruzar miradas y carraspeó un poco su garganta antes de fijar su mirada en la chimenea.

"Voy a preguntarle a Hermione si se puede casar con Theo para liberarlo. Dado que ya han pasado seis años y su condición todavía no ha mejorado, dudo que - "

"Espera un momento, estás bromeando, ¿no?" Blaise lo interrumpió con el ceño fruncido. "¿Y Draco?"

Harry se sonrojó bajo la mirada fría de su amigo. Había sido muy egoísta en esta ocasión, pero no pudo evitarlo. Theo era lo único en lo que podía pensar. Todo lo que le importaba. Harry había recuperado la esperanza.

"Theo no merece pudrirse en Azkaban por quince años."

"Oh, ¿pero Draco sí, entonces?" replicó Blaise sarcásticamente. "Muy buena, Potter. Te recuerdo, en caso de que te hayas olvidado, ¡que fue Draco quien salvó tu Elegido pellejo hace seis años!"

"¡No hagas que todo se trate de él!"

"¿Que todo se trate de él? ¿Me estás jodiendo?"

"Chicos, cálmense," Pansy trató de intervenir, sin resultado.

Había apoyado su mano en el antebrazo de su esposo, quien se había enderezado de la furia. Apuntó con su dedo a Harry.

"Quiero que sepas que, si he estado trabajando en esta maldita ley desde hace meses, incluso años, colaborando con imbéciles como Doge, quien me trata como si fuera mierda solo porque soy un bastardo sangre pura ante sus ojos, ¡fue por el interés TANTO de Theo como el de Draco! ¡Pensé que lo habías entendido cuando empezamos a trabajar juntos, Potter!"

"¡No hagas como si estuvieras haciendo todo esto para beneficiarme a mi! ¡Theo es tu amigo también! ¡Lo estamos haciendo por él, así no se muere en esa prisión por las condiciones de mierda en las que está viviendo!" exclamó Harry, parándose.

"¡Y Draco también! ¡No lo voy a dejar afuera, solo porque el Señor Harry Potter, Héroe del Mundo Mágico, prefiere salvar el culo de su novio antes que encontrar una solución para todos!"

"¿Y qué más quieres? ¡¿Eh?! ¡Por supuesto que voy a elegir a Theo sobre Malfoy cuando no hay otra opción más que Hermione! ¿A cuántos Muggles, hijos de Muggles y Squibs conoces? ¡Hermione es la única nacida de Muggles que conozco que estaría de acuerdo en casarse con Theo para sacarlo de la miseria en la que ha estado viviendo por años! Los demás están casados, son anti-perdón o heteros, y creeme, ¡no van a acceder a casarse con Theo o Malfoy de un día para otro! ¡En especial cuando la mayoría está en una relación con una mujer! ¡No podemos hacer milagros!

"Me rehúso a elegir entre los dos, Potter," increpó Blaise luego de un silencio corto en el que se la pasaron mirándose el uno al otro.

"¿Acaso crees que estoy feliz dejando que Malfoy se pudra allí? No seas tonto, Zabini," escupió Harry mientras se dirigía hacia la ventana del cuarto.

Hervía del enojo.

"Como si Draco te importara un carajo," Blaise murmuró a sus espaldas.

"¿Qué dijiste? ¿Podrías repetirlo?" dándose vuelta de inmediato, Harry lo apuró, mirándolo de mala manera.

"¡Potter, calmate! ¡Ambos, cálmense!" exclamó Pansy mientras se paraba en medio de ambos. "¡No vamos a encontrar una solución gritandonos así! ¡Por amor a Merlin, actúen como adultos! ¡Parecen dos adolescentes pubertos que no pueden tener una conversación sin que sus hormonas o sus sentimientos se interpongan!"

Los dos hombres quedaron en silencio, con la mirada clavada en el otro, puños cerrados y mandíbula apretada.

"Blaise, amor, siéntate, por favor. Sé razonable," Pansy le rogó mientras se paraba frente a él, su mirada severa y con determinación.

Luego de unos segundos, suspiró fuertemente y se dejó caer nuevamente en el sofá, su mirada todavía fría y oscura. Harry se quedó quieto por un momento, y luego se volteó hacia la ventana de nuevo, con los brazos cruzados sobre su pecho.

"Antes de todo, creo que no deberíamos apresurarnos con respecto a Granger," retomó Pansy con un tono más tranquilo. "Dudo que acepte casarse con alguien que apenas conoce cuando a duras penas deja entrar gente a su casa y se niega a dejar Francia. Tenemos que encontrar otra solución."

"La convenceré," Blaise y Harry respondieron al mismo tiempo.

Pansy contuvo su sonrisa y habló nuevamente.

"Y con respecto a lo demás, creo que tengo una idea…"

oOo

Hermione estaba decidida esa mañana. Había decidido el día anterior que iba a renovar el establo. Por placer, por supuesto. No deseaba tener a nadie más que a Albert bajo su techo. Sin embargo, cada vez se sentía menos satisfecha de estar rodeada por edificaciones deterioradas.

Armada con su varita, dejó su casa y se dirigió hacia el establo, determinada a no dejar que su magia la sobrepasara ese día.

El cielo estaba azul, el día recién había comenzado y una ligera brisa cosquilleaba los mechones de pelo que sobresalían de su rodete.

Acababa de tomar una poción calmante para evitar ser interrumpida por un ataque de pánico. Esa era su rutina diaria.

Todas las semanas preparaba grandes cantidades para poder tomarla cuando sentía que era necesario. A veces tenía que preparar otra tanda durante la semana. Algunas veces hacía de más y guardaba el exceso en un depósito en el ático.

Según sus cálculos, se tomaba dos por día en promedio.

Eso, por supuesto, no incluía sus dosis de poción para dormir sin sueños que ingería todas las noches.

A pesar de su talento indiscutible para elaborar pociones, Hermione se había dado cuenta que los efectos habían disminuido. Algunas veces se despertaba en medio de la noche o de vez en cuando tenía pesadillas.

Había intentado cambiar la receta, adaptarla a su propio metabolismo, pero de momento no lo había logrado. Por eso, en las noches cuando las pociones no hacían efecto completamente, encontraba refugio en sus libros o en la calidez de Albert, quien iba para mantenerla acompañada.

No podía haber deseado un mejor compañero que Albert. La acompañaba a todos lados: al mercado, la librería, en sus caminatas por el bosque… Siempre estaba a su lado y la apoyaba sin importar lo que hiciera. Albert entendía cuando estaba en problemas y se restregaba contra ella para demostrarle que él estaba ahí. Eso era todo lo que necesitaba.

Por lo que, cuando llegó al establo, acarició gentilmente la cabeza del perro para darse ánimos a sí misma. No estaba sola.

El establo era bastante grande, lo que haría la tarea más difícil. El techo estaba parcialmente destruido, el aislante en las paredes era deficiente, las caballerizas de los caballos estaban dilapidadas y el piso y las paredes estaban cubiertos de polvo y tierra.

Iba a ser un trabajo complicado, pero estaba determinada. Tal vez sería una forma para poder seguir adelante y sentirse mejor.

Puede que se hubiera alejado de sus amigos, pero todavía seguía haciendo su mayor esfuerzo para sanar.

Con Albert siguiéndole de cerca, abrió la puerta medio rota del establo y entró. Miró a su alrededor y suspiró.

"Tenemos mucho para hacer, Albert," dijo, poniendo las manos en sus caderas.

Albert solo ladró en respuesta, parado a su lado, moviendo su cola de felicidad.


Gracias por leer y a Marian por ser mi maravillosa editora :)