¿Hola?... Bueno, luego de un largo tiempo fantasma decidí publicar una de mis tantas ideas que casualmente me encontré a medio escribir por ahí en un baúl digital. Espero que sea de tu agrado :)

Cualquier dato o personaje que reconozcas pertenece a J. K. Rowling.

Casada con los dos

Prólogo

Con paso relajado se adentró en el edificio después de que el portero le abriera la puerta y cruzó el vestíbulo como si se tratara de su casa con solo sonreírle a la recepcionista como pase de entrada mientras ésta se derretía sobre la pulida madera del mostrador. Llegó al ascensor y luego de unos instantes, las puertas se abrieron para él.

Tardó lo suficiente en aquel cubículo como para arreglarse el sedoso cabello que le rozaba los hombros con la ayuda del espejo que había en una de las paredes y sonrió pícaro a una chica que iba entrando cuando nuevamente las puertas se abrieron, llevando la cuenta en mente de los nuevos números telefónicos que ahora yacían registrados en su móvil cómodamente guardado en su bolsillo.

Amaba ese edificio, siempre lo sorprendía con su gran variedad de bellezas.

Sonrió complacido hasta llegar a su destino y una vez cruzó la puerta, fue en busca del motivo que lo llevaba allí. Cuando lo encontró, no se sorprendió al verlo encogido en una mesa y rodeado de papeles como si acabara de pasar un huracán de papel. Así se encontraba siempre que estaba solo.

Fue directo al mini bar y se sirvió un trago -¿No quieres uno?- fue su saludo. Como se lo imaginó, éste negó pesadamente con la cabeza.

Estaba vestido como lo hacía siempre que estaba en casa "trabajando" aunque él lo llamaría más bien "jugar a la escuelita", con un suéter arremangado hasta los codos y unos ligeros pantalones de dormir a cuadros. Su cabello seguía desafiando el orden y su espalda estaba visiblemente tensa que a diferencia de él, vestido con su pantalón casual de gabardina y una de sus camisas favoritas bien planchada, parecía un náufrago. Eran la representación de la perfección y el caos en persona. Los dos lados de la moneda en una misma habitación.

-Te ves horrible- le dijo sin miramientos antes de llevarse el vaso a los labios -debí haber quemado esos vejestorios cuando pude- recriminó señalando al par de pantalones que llevaba puesto. Él no era de los pantalones a cuadro, no señor.

El hombre detrás del escritorio empapelado se recostó en el espaldar de la silla soltando un largo y pesado suspiro de cansancio. Se llevó las manos al rostro completamente agotado y luego de un momento, unos ojos avellana lo miraron a través de unas gafas circulares.

-Deberías relajarte- le aconsejó y enseguida le ofreció un vaso que fue rechazado nuevamente -ya has trabajado demasiado ¡Por dios, no te he visto en un par de semanas! Es hora de descansar, James. Te recuerdo que no eres un esclavo-

El aludido solo se estiró un poco sobándose la nuca y la zona del cuello.

-No me vengas con lo mismo, Sirius. Sabes que estoy trabajando- replicó cansinamente -no estoy para bromas ¿qué quieres?-

El ojigris se mostró juguetonamente ofendido por la pregunta ¿acaso lo creía un interesado? Pero su expresión no pareció afectar a su acompañante que lo miró sin realmente prestarle atención, cuando seguramente por su cabeza desfilaban un montón de ideas, cálculos y ángulos que posiblemente usaría en su nuevo proyecto.

-Hablo en serio, ya me he retardado mucho. Necesito entregar el proyecto ésta semana y aún me faltan muchos detalles- dijo automáticamente como si ya hubiera ensayado las líneas previamente.

Sirius lo miró fingiendo estar aún más herido por su último comentario pero esto tampoco surtió efecto alguno así que se acercó a su amigo y retirándolo de su silla le pasó un brazo por los hombros amistosamente y el castaño solo lo dejó sabiendo lo que eso significaba.

-Mira te propongo algo- "y aquí viene" pensó James -ve a darte una ducha mientras yo te espero. Luego salimos por unos tragos y... Aire- él lo miró confundido ante aquel momento de vacilación -¿qué tal?- propuso como si nada hubiera ocurrido.

-¿Aire?- repitió James mirándolo incrédulo.

-Sí, aire ¿qué tiene de malo? Todos en algún momento necesitamos darnos un respiro ¿no?-

¿Aire? Volvió a repetir James mentalmente, se suponía que diría chicas o en su defecto "salir a divertirse" que era como él lo llamaba ¿eso qué había sido?

Su amigo no pareció muy cómodo ante su mirada así que solo lo soltó para irse a servir otro trago que se bebió de una. Así no era Sirius. Aunque no parecía alterado tampoco estaba completamente relajado, él lo conocía bien. Ese brillo intranquilo en sus ojos...

Recordaba las pocas veces en las que Sirius se había puesto así. La primera vez había sido cuando su tío Alphard enfermó muy gravemente. El pobre hombre vivía lejos de la familia y Sirius no se enteró de su padecimiento sino hasta que un día escuchó a su madre hablar de eso con la esposa de su tío Cygnus mientras tomaban el té como si hablaran del clima. No paró hasta encontrarlo, pues gracias a una disputa familiar muy antigua a Sirius le habían prohibido visitar al señor que fue como su verdadero padre y éste tuvo que alejarse sin decir a donde iba. Lo visitó por largas semanas hasta que mejoró considerablemente y según tenía entendido lo seguía haciendo a espaldas de su familia. Y la segunda vez que estuvo con esa intranquilidad en la mirada fue cuando Regulus se fue de casa, no tenía muy claro el motivo pero a Sirius le pegó mucho su partida.

-¿Me vas a decir qué pasa o solo viniste a hacerme perder el tiempo?- le reprochó hastiado. No estaba para rodeos.

-¿Eh?- fue lo único capaz de decir.

-Te conozco, canuto. Déjate de rodeos- le dijo menos obstinado -¿es tu tío Alphard, otra vez?- preguntó interesado, ya empezaba a preocuparse.

El ojigris que se había esforzado para parecer relajado dejó caer la máscara y negó apesadumbrado. Bueno era obvio que su amigo ya se había dado cuenta de su inquietud, y él que había tratado de olvidar el asunto aunque fuera por un rato, incluso había decidido contárselo en otra ocasión pero sabía muy bien que no tenía tiempo.

Le volvió a ofrecer el trago de hace rato pero su amigo una vez más no lo tomó. Suspiró.

-¿No podemos simplemente... Salir?- propuso en un intento de alejar el tema como cuando un niño pide algo con vergüenza.

-Que me lo digas afuera no cambia nada a que me lo digas aquí- respondió el joven Potter ya inquieto también.

-Bueno, probablemente tengas que sentarte- le aconsejó en un claro tono de advertencia.

Esto comenzó a fatigar verdaderamente a James ¿qué era lo que tenía que decirle? ¿Qué era tan grave como para que Sirius, su mejor amigo, el hombre más relajado en la faz de la tierra estuviera de esa manera?

-Entonces ¿tiene algo que ver con tu hermano?- intentó adivinar mientras seguía el consejo de su amigo para tomar asiento. No supo cómo pero ya estaban en la sala de su apartamento y no en su estudio.

-Si sigues intentando adivinar, me lo voy a tomar como una excusa para no decirte- le advirtió acercándose a él y, poniéndole el vaso de whisky en una mano asegurándole una cosa antes de que su amigo dijera algo.

-Lo necesitarás, más que cualquier cosa- le dijo muy serio ésta vez.

Esperó muy confundido a que su amigo le contara qué era eso que lo tenía así de intranquilo pero pasaron largos y tediosos minutos antes de que se decidiera a hablar, en los que se sirvió al menos un par de tragos más y no dejaba de suspirar. Luego de unos cinco minutos, que a James le parecieron siglos, se decidió a decir algo el primero pero el ojigris se aclaró la garganta, señal de que estaba listo para hablar.

-Éstas dos semanas han sido una locura, casi parece que ésta no fuera mi vida- suspiró resignado -¿te acuerdas de la vida en el instituto y la universidad?- preguntó nostálgico, a lo que James atribuyó como una mala señal. Se limitó a asentir mientras sentía el líquido del vaso moverse -supongo que no los olvidarás, de hecho podrás revivirlos cuando quieras, después de todo, no eres tú quien... - el joven Potter comenzaba a impacientarse -...se casa- tanto que creyó haber escuchado mal eso último.

Miró a su amigo enfrente de él, de pie y con la mirada perdida en algún maravilloso punto del techo ¿era una broma? Así que solo hizo lo que creyó lógico: se echó a reír, y aunque sabía que hubiera sido la broma del momento, luego de unos instantes se dio cuenta de que su amigo no lo acompañó, de hecho parecía no haber notado su risa.

Paró de reír y luego de unos largos segundos de silencio, captó lo que creía obvio.

-¡No! ¿Remus se va a casar?-

¡Claro! Eso tenía más sentido.

Sirius no reaccionó de inmediato pero cuando lo hizo, no lo miró.

Esto hizo que todo rastro de sorpresa se esfumara del rostro detrás de las gafas para que una expresión ensombrecida lo poseyera.

-¿Por qué?- interrogó serio -y no me digas alguna estupidez-

Pero el joven Black parecía estar en otro mundo y no en aquella sala.

Pasaron al menos unos quince minutos en completo silencio como si quisieran conmemorar aquel terrible anuncio y aunque a James le daban ganas de insistir sobre la respuesta, no lo hizo, ya se imaginaba el por qué solo le faltaba el con quién.

-¿Al menos me vas a decir con quién?- preguntó algo molesto ¿por qué no se lo había dicho antes? ¿Desde cuándo no lo veía? ¿Tanto tiempo pasó desde que se vieron por última vez?

James seguía debatiéndose mentalmente mientras veía al ojigris darle la espalda para dirigirse al sillón del frente y tomar asiento muy poco elegante. Era lógico, estaba abatido. Hasta él lo estaba, y lamentaba pensarlo pero no deseaba estar en sus zapatos. Luego lo vio con su peor cara de resignación para soltar una carcajada que dejó a su amigo aturdido.

-Irónico- dijo entre risas -no lo creerás- fue todo lo que dijo.

Y es que no lo culpaba ¿Sirius Black casándose? Todavía creería que podía estar bromeando sino fuera por los muchos tragos que llevaba y que empezaban a tener un pequeño efecto en él dándole ese raro brillo en la mirada de anhelar sumergirse en el pozo del olvido.

Pasaron otros eternos y tensos minutos en los que creyó que la conversación había acabado y en los que solo se limitó a contemplar al hombre ante él, no creía que estuviera listo para dar un paso como ese y seguramente él tampoco, lo que le confirmaba la sospecha de que su familia había estado detrás de todo eso.

Pobre, Sirius pensó. Y antes de que siguiera lamentándose por su amigo, éste le soltó la bomba.

-Evans- lo dijo tan bajo que James no escuchó hasta que lo repitió al menos un par de veces más -¿recuerdas a la pelirroja sabelotodo y gruñona que conocimos en la universidad? La que hacía de voluntaria en la biblioteca, sí. Ella... Lily Evans será pronto la señora Black- sentenció en tono lúgubre antes de ir a servirse otro trago. James por su parte, había dejado de escuchar cuando la mención de aquella pelirroja salió a flote y luego de haberse sumergido en el amplio mar de los recuerdos, reaccionó. Le dieron ganas de lanzar algo pero en esos momentos le pareció un desperdicio hacerlo con lo que tenía a la mano así que se bebió el trago de una.

-¿Ves? Te dije que lo necesitarías-

~Continuará...~›

Y ¿bien? ¿Qué te ha parecido? Voy a dejar esto por aquí y cualquier duda, comentario o crítica que tengas, es bien aceptada. Si realmente el fic logra interesar a algunos, seguiré publicando la continuación.

Te mando un abrazo.

Vane.