Show gratitude, tell your partner how grateful you are for them (be specific)
«Necesité mucho tiempo para entender de dónde venía.»
—El Principito.
Los hombres de la capitana Soi Fong notaban que su jefa estaba extraña.
Podría llegar a ser algo cruel decirlo de esa forma. Más aun puesto que pensaban que Soi Fong estaba rara por el simple hecho de estar de buen humor, o al menos más de lo normal: Ese día su mirada se sentía menos pesada que en un día normal, su profunda voz no sonaba tan atronadora y hasta el teniente Marechiyo Omaeda desde el inicio de la mañana había mostrado una cara de sorpresa que daba risa al sentir el aura ligera de su pequeña superior. Seguía siendo imponente y autoritaria, pero no tenía ese tinte agresivo que por años la hizo ganarse a pulso su reputación como una líder de mano de hierro.
Eso fue solamente en la mañana, también los capitanes se habían dado cuenta de cierta medida del cambio en el aura de la muchacha. Rose no se había sentido tan tenso estando parado junto a ella como lo había hecho por un buen tiempo hasta que sencillamente se acostumbró. La capitana jamás había tenido muy buena impresión de sus compañeros Vizards a los que por mucho tiempo había considerado no más que traidores, y sólo fue hasta la guerra contra Ywach que sus modales se hicieron menos hostiles. En el caso de Rojuro, quien estaba parado junto a ella, aquella vez el aura a su alrededor se sentía tan sencilla que no pudo evitar sonreír, y él, siendo tan observador como era, llegó a darse cuenta de que incluso el semblante de Soi Fong había "rejuvenecido". Por un momento Soi Fong dejó de verse como una de las miembros más despiadadas del comité de capitanes y se veía como realmente era, una jovencita que creció muy rápido a nivel mental, aunque no tanto a nivel emocional.
El cielo sobre la Sociedad de Almas había estado nublado desde el amanecer, las nubes azules oscuras ahora eran grises y la brisa que movía los árboles dejaba ver que llovería en cualquier momento, mientras observaba el clima por las ventanas que rozaban el techo del espacio de reunión el semblante de Soi Fong por un momento se frunció con preocupación. Sabía que no debería estar distrayéndose con el clima en medio de una reunión pero no podía evitar pensar si a él podría agarrarlo la lluvia cuando llegase. Esperaba que no.
—¡Capitana del escuadrón dos, Soi Fong! ¡Su informe!
Fue más que capaz de ocultar el sobresalto cuando el comandante la llamó de repente, y de manera casi mecánica ella dio sus actualizaciones. Era muy evidente que había estado distraída y por eso pudo notar la desaprobación en la mirada del capitán Hitsugaya y la burla en las de Hirako y Rosé, por lo que sintió que sus mejillas enrojecían de vergüenza, pero nada más pasó ahí. El comandante Kyoraku no la reprochó por haber estado en su propio mundo, y sí bien Hirako y Rose esperaban que, acabada la reunión ella les reclamara o los persiguiera por avergonzarla no sucedió. Parecía que la muchacha estaba de tan bien humor que no le encontraba caso a protestar por un simple desliz.
Además, no era como si el comandante Kyoraku fuese el más dedicado del mundo.
De cualquier forma, Soi Fong regresó a su oficina ignorando olímpicamente las miradas sorprendidas de las demás personas, fue una suerte que cuando llegó a su oficina Omaeda no estaba ahí y su papeleo tampoco. Su teniente había tenido la decencia de marcharse después de terminar el papeleo, y a ella le faltaba poco para terminar el suyo. Se sentó con una calma poco común en su escritorio y comenzó a trabajar.
Pero aún no pasaban veinte minutos cuando notó una sombra en forma de hombre sobre su escritorio y al instante sonrió y levantó la mirada.
Jon estaba ahí flotando frente a la ventana, vestido con su excesivamente llamativo uniforme de héroe, en cuánto cruzaron miradas él le regaló una sonrisa y ella se puso de pie y se dirigió a la ventana para abrirle.
—Hola, Shao —le dijo en su idioma cuando ella le permitió pasar, se cuidó de quitarse sus botas en el aire antes de tocar el suelo con los pies descalzos.
—¿Cuántas veces te he dicho que no tienes que llegar volando y menos vestido así? ¿Sabes lo vulnerable que eres en un sitio como éste?
—Estuve en Gotham con Damian y Dick, creo que estaré bien en tu territorio.
—Buena jugada —contestó la fémina, a lo que Jon sonrió de oreja a oreja—. Ve a cambiarte, Jon. Sabes dónde está tu ropa.
Jon asintió y tras dejar sus botas en una esquina destinada a los zapatos caminó a los aposentos de la capitana, hasta que gritó ya metido en dichos aposentos.
—¡Shao! ¡No me saludaste! ¡Qué injusta eres!
La joven no pudo evitar reírse, se esperaba algo como eso de parte de él.
—¡Primero cámbiate y luego veremos! —gritó de vuelta.
Pasaron unos momentos en los que Soi Fong revisaba los últimos papeles que le quedaban y echaba una ojeada más a todo. Cuando estuvo segura de que todo estaba hecho sonrió y se levantó para después ir a sus aposentos donde Jon se estaba cambiando, tocó la puerta con un ritmo muy específico, uno que Jon ya se sabía de memoria, por lo que no tuvo reparos en abrirle aunque no hubiese hablado.
Jon había cambiado su uniforme por unos pantalones grises y un delgado jersey azul con dos botones desabrochados en el cuello que dejaba a la vista parte de su clavícula. Normalmente él sólo se ponía la ropa por sobre el uniforme, pero esa vez su padre lo había alentado a sólo relajarse con su novia y literalmente, le había impuesto la regla de sólo ponerse su uniforme para el viaje a la Sociedad de Almas. Soi Fong a menudo se quejaba a modo de broma de que el uniforme de Jon era demasiado llamativo para su gusto, pero sólo hacía falta ver la manera en la que los ojos de Shaolin se iluminaban al verlo para darse cuenta de que no cambiaba lo que él se pusiese, ella lo miraba igual, como el chico que ablandaba su corazón tan acostumbrado a las corazas para convertirlo en un malvavisco.
Apenas el muchacho abrió la puerta ella se acercó y le rodeó la cintura con los brazos, Jon posó una mano en la espalda alta de la fémina y la otra en el corto y lacio cabello de ella sin dudarlo. Soi Fong alzó la cabeza para apoyar su mentón en el pecho de Jon y mirarlo. Por lo general ella detestaba ser tan pequeña, pero cuando Jonatan la abrazaba se sentía bien, sentía que su cuerpo tenía el tamaño ideal para caber en brazos de él, que estaba bien, no deseaba tener ningún otro tamaño o figura si con otro cuerpo no encajaba igual en el abrazo del híbrido.
¿Ella? ¿La ruda capitana Soi Fong ansiando un abrazo? A Yoruichi y a Urahara todavía les costaba creerlo, pero para ser honestos, en opinión de Shaolin era imposible resistirse a los abrazos de Jon. Su cuerpo era tibio, fuerte y a la vez gentil, en sus brazos te sentías un niño pequeño siendo llevado a volar en un avión de papel, y lo más gracioso de todo era que Jon en verdad podía volar.
—Que gusto me da volver a verte.
Ahora definitivamente no quedaba nada de la voz atronadora que la caracterizaba. La profunda voz femenina se había reducido a una nota baja, íntima y casi soñadora. Jon nunca se cansaba de esa voz que tenía Shao, que a veces la hacía sentir insegura, como muchas otras cosas, por lo grave que era. Pero para él lo tenía todo, era poderosa para liderar, dulce cuando hablaba inglés, sincera cuando se reía y cuando estaban tan cerca, abrazados al fin luego de un mes sin verse, Jon estaba seguro de que la voz de su Pookie, era su favorita.
—A mí también, Shao —murmuró el de ojos azules y se inclinó para besar la frente de la capitana, esta sonrió.
Como ya Soi Fong había terminado su papeleo pudo pasar un buen rato con su novio, aunque no pudieron salir porque justo después de que Shaolin hubiese dejado entrar al kryptoniano comenzó a llover con tal fuerza que el sonido de las gotas estrellándose contra las paredes llenaba toda la estancia. Se quedaron en la habitación de la capitana charlando, sobre las cosas que no se habían contado por mensaje o videollamada, Jon le mostró fotos de su Universidad y de él saliendo con Damian o sus compañeros, de una heladería, incluso una biblioteca mientras que Soi Fong sólo lo escuchaba puesto que no tenía muchas cosas qué decir.
—¿Conoces el día de acción de gracias? —preguntó Jon.
—No mucho, Yoruichi-sama me ha hablado poco de eso.
Ambos estaban tumbados boca arriba sobre el futón de la muchacha, Jon tenía las piernas encogidas y cruzadas con su brazo sirviéndole de almohada a la muchacha mientras acariciaba con sus dedos el delgado hombro de esta, Soi Fong también tenía las piernas entrelazadas pero estaban estiradas sobre el futón, con los dedos de una mano tamborileaba distraídamente por el abdomen del joven.
—El nombre es muy obvio, es un día en el que agradecemos por todo lo que nos da la vida y a las personas que queremos —explicó el hijo de Superman—. Es en noviembre.
—¿Y por qué me dices ahora si apenas es septiembre?
—¡Eso no importa! El punto es que es un día genial y el pavo me encanta.
Soi Fong se rió y levantó la cabeza para verlo.
—¿Por qué cosas agradecerías tú?
—¿Yo? Muchas cosas —respondió Jon—: Le agradecería a papá, a mamá, a Conner y a Kara por ser mi familia, a Dick por siempre haber cuidado de mí, a Bruce por ser nuestro amigo, a Damian por ser mi mejor amigo, a Krypto por ser la mejor mascota, a mis maestros... —Jon le regaló una gran sonrisa— Y a ti.
—¿A mí?
—Sí, por apoyarme siempre a tu manera, por dejarme estar contigo y hacer tiempo para mí a pesar de que siempre estás ocupada, por aprender inglés simplemente para entenderme, por aconsejarme...
—Me gusta estar contigo, Jon —lo interrumpió Shao, a lo que Jon ensanchó su sonrisa.
—¿Tú por qué me agradecerías a mí?
Soi Fong fingió un gesto pensativo, cuando en realidad cientos de ideas estaban llegando a su cabeza con esa pregunta.
—Te agradecería... Te agradezco más bien —comenzó ella— que te hayas quedado cuando nadie más lo hizo, que me digas siempre que soy perfecta siendo imperfecta, que aun cuando estamos tan lejos me hagas sentir tan tranquila como cuando estás aquí conmigo.
La joven se detuvo sólo para levantarse de su lugar y tenderse sobre su estómago, apoyada en sus codos y mirando intensamente a Jon.
—Te agradezco que me hayas devuelto la chispa para volver a bailar, te agradezco que también hayas aprendido mi idioma para entenderme y viajes sólo para estar conmigo.
—A mí también me encanta estar contigo —el héroe repitió las palabras de la capitana.
Ella sonrió, se acercó para besarle la mandíbula, la mejilla y finalmente los labios. Jon correspondió sin dudarlo con las mejillas algo rojas, pero a pesar de todo contento. Una vez se separaron la joven apoyó la cabeza en el pecho de este y abrazó su cintura con un sólo brazo, y Jon también le rodeó con el suyo propio su cadera.
Ambos sabían que faltaban cosas. Pero ya se dirían todo cuando llegase noviembre.
