Azul Eléctrico

54. Antidepresivos

Sentí que un par de brazos cálidos me sostenían sacándome de la habitación. Era tan molesto no poder ver mientras salíamos del apartamento y los rayos del sol tocaban mi piel como hace mucho que no lo hacían. Por la manera de caminar tan uniforme y mecánica supe que era un Anbu mientras que sus brazos no podrían ser más que los de un hombre. Mi cabello se mecía con el ritmo de los pasos del Anbu mientras escuchaba como detrás de nosotros había más pisadas uniformes y mecánicas y un par de pasos más que correspondían a Tsunade, lo sabia por su inconfundible perfume a durazno que siempre usaba para esconder ese eterno olor a medicina que acompañaba la Sannin Médica. Mientras caminábamos al hospital pensé en Hinata, había quedado devastada después de escuchas las palabras de Tsunade, por más que lo intente no logre convencerla de que no era su culpa, de que inclusive estaba agradecida con ella. Naruto había tenido que quedarse a petición mía para intentar calmar a Hinata, sería difícil que alguien más que mi hermano consiguiera convencerla que que no era su culpa. Naruto había aceptado a regañadientes y me había prometido alcanzarme en cuanto pudiese, suspiré, Naruto siempre cumplía sus promesas.

Escuche la voz de la recepcionista callarse en cuanto entramos por la puerta. El hospital se sentía inusualmente frío pero nadie dijo nada al respecto. Avanzamos sin detenernos por nada hasta llegar a las escaleras que el Anbu subía con gracia, su respiración no había hecho ni siquiera un pequeño cambio a pesar que habíamos subido hasta el último piso, una condición física digna de un ninja de elite de la hoja. Tsunade avanzó frente a nosotros guíandonos por el pasillo del último piso; acercándonos más con cada paso a una habitación que desprendía el mismo olor impenetrable a medicinas que Tsunade tenía, debíamos estar caminando hacia la sala de revisión personal de la quinta Hokage. Después de que Tsunade abriera sonoramente la puerta entramos detrás de ella. El Anbu me llevó hasta lo que parecía ser una fría y dura mesa de inspección. Olía deliciosamente a roble pero estaba bastante helada lo que hizo que me estremeciera al contacto. Tenía mucho frío con mi playera de manga corta y mi short negro pero no dije nada. El Anbu dio un par de pasos hacia atrás dándole espacio a Tsunade, quien se acercó a la mesa y hablo antes de comenzar.

—Los demás ya pueden retirarse.— ordenó Tsunade

—Hai Tsunade-sama.— obedeció el Anbu —¡Dispersión!- gritó y supe que se habían ido todos menos el que aun me sostenía aunque en realidad no escuche como los Anbu desaparecían de la habitación, eran completamente insonoros.

Nos quedamos en silencio por un momento cuando comprendí que conocía bien esa voz.

—Tenzo.— lo llame despacio

—¿Conoces a Tenzo?— preguntó Tsunade

—Tenzo es el Anbu que controló al zorro, tiene una voz tranquila y siempre le dice Senpai a Kakashi.— explique

—Parece que te conoce.— dijo Tsunade

—Nunca he visto su rostro.— explique

—Quizá después pueda verme Naruko-san.— explicó Tenzo amablemente

—Quizá jamás pueda ver nada.— explique mirando en la dirección que venía la voz. No sé en qué momento había adquirido esa actitud sarcástica y negativa pero ahora parecía haberse convertido en parte de mi, me había servido para evitar preguntas que después me dolerían, preguntas sobre Sasuke o Gaara.

Tsunade ignoró mi comentario y comenzó deteniéndome el mentón con una mano y revisando mis ojos con detenimiento. Estando así de cerca podría intentar descifrar esa combinación que daba a Tsunade ese clásico olor a medicina herbal. No podía mandar Chakra a mi nariz así que hice tanto como me lo permitía mi limitado olfato sin chakra. Olía a las Algas marinas que se usaban por sus vitaminas, Amapolas para el insomnio, Anís para las enfermedades respiratorias, Arnica para golpes y Espino blanco para el corazón, eso era todo lo que podía saber gracias a mi olfato en su estado actual, me preguntaba qué tantos otros olores encontraría en la Sannin si pudiera usar chakra.

De pronto la mesa se estremeció y se escucho un estruendo por toda la habitación,

Tsunade había golpeado la mesa.

—¿Qué sucede Tsunade-sama?— pregunté nerviosa

—Me desespera ya no poder hacer nada más.— dijo enfurruñada

—No tiene porque sentirse mal Tsunade-sama, si usted no puede hacer nada entonces nadie en ningún país podría hacer más que usted.— explicó Tenzo con nerviosismo en la voz

—Ya lo sé, intentó pensar en alguien que pueda ver más a fondo pero no se me ocurre nadie.— dijo aún molesta

—Si usted no puede ver más allá, solo alguien con una visión inhumana podría.— dijo intentando calmarla

Tsunade sé quedo en silencio por un segundo pero casi podía sentir el nerviosismo de Tenzo y el mío en el ambiente, Tsunade era peligrosamente temperamental.

—¡Eso es!— gritó Tsunade emocionada

—¿Qué es?— preguntó Tenzo confundido

—¡Alguien con una visión inhumana!— gritó emocionada —¡Un Hyuuga podría!— gritó mientras salía corriendo de la habitación con pasos ruidosos —¡Tenzo cuida de Naruko, ya vengo!— gritó mientras cerraba la puerta con fuerza

Tenzo suspiró, debía estar acostumbrado a Tsunade y su temperamento.

De pronto sentí como se acercaba despacio con sus movimientos casi planeados, se acercó poco a poco hasta quedar a menos de diez centímetros de mi.

—Así que no puedes ver nada.— dijo curioso

—No.— conteste

—Tienes un par de preciosos ojos azules.— dijo suspirando —Sería una lástima que no sirvieran para ver.— dijo alejándose un poco

Estábamos en completo silencio, di un largo respiro, sentí un peso en el corazón y una sonrisa herida y sarcástica se asomó por mis labios, Sasuke estaba tan lejos ahora con su nueva vida, con sus nuevas prioridades y yo seguía aquí, sufriendo tanto como cuando me dejo, llorando tanto como el día que abrí los ojos y extendí los brazos para encontrarme con que me había dejado, igual de miserable que el primer día en que se fue y me quede abrazando sombras, sombras solamente. No importaba si no podría ver nada por el resto de mi vida, jamás podría olvidar esos ojos rojos llenos de odio, los ojos más hermosos que hubiera visto jamás.

—¿Qué hora es?— pregunté

—Son las siete y media.— contesto monótonamente

Me quede en silencio, hace más de dos horas que debería haberme tomado las pastillas.

—¿Sucede algo Naruko-san?— preguntó preocupado

—Ya debería de haber tomado mi medicina.— conteste

—Tsunade tiene innumerables botes de medicina aquí.— dijo alejándose —Si puedes recordar que clase de medicina era quizá puedas tomar algo que está aquí.— me ofreció amablemente —¿Recuerdas que medicina era?— preguntó

—Antidepresivos.— conteste y a pesar de no poder ver, sentí que me estaba mirando

—Por supuesto.— contestó intentando esconder su sorpresa y comenzó a buscar las medicinas

Se escuchaba como Tenzo buscaba entre los frascos de vidrio que había mencionado antes. Estaba cansada a pesar de no haber hecho nada, me sentía intranquila porque los pensamientos me atormentaban constantemente y sabía que se debía a que no me había tomado los antidepresivos, maldita sea, me estaba haciendo adicta a esas cosas.