Red Velvet
Capítulo 116: Orgullo
…
Se removió en la cama.
Se vio apretando los ojos, sintiéndose dolorida, cansada, la resaca haciéndose evidente en su cuerpo, y sobre todo estaba con mal humor, estaba enojada, mucho, porque escuchaba un ruido repetitivo y no sabía que era, pero lo odiaba.
Terminó sentándose en la cama, con los ojos cerrados, agradeciendo que Ruby tuviese las cortinas gruesas tapando la luz del día, que eso ya sería la gota que colmó el vaso.
Soltó un gruñido, mientras su cabeza comenzó a aclararse, y a doler, mucho, pero al menos se aclaró un poco.
Y recién ahí se dio cuenta que el sonido era el de su celular.
¿Dónde estaba esa maldita cosa?
Creyó por un momento que seguía en la entrada, o en la habitación roja, ni lo sabía, pero lo escuchaba demasiado cerca, lo que era bueno porque así no tenía que pararse, pero desgraciadamente malo porque tenía que escucharlo retumbándole en la cabeza.
Cierto, Ruby había ido a recoger sus cosas en la noche, cuando salieron de la ducha y ella cayó prácticamente inconsciente sobre la cama, y estaba agotada, y Ruby, a diferencia de ella, con aun azúcar en su sangre, la vistió, le secó el cabello, la acostó, e incluso le trajo agua y un medicamento para calmar su resaca futura.
Que buena mujer era la suya.
Ruby fue suficiente para calmar un poco su ira latente y su molestia, así que eso la impulsó a abrir los ojos y al fin enfrentarse a su teléfono, este sobre uno de los veladores, el que estaba a su lado de la cama.
Si, su lado de la cama. Ya tenía su propio lado de la cama oficialmente.
Y ahí estaba el condenado aparato, sonando y vibrando, así que lo agarró, dispuesta a acabar con aquel desagradable ritmo.
Le sorprendía que Ruby no hubiese despertado primero, normalmente así era, con el más mínimo sonido, pero parecía estar completamente dormida, tal vez muy cansada, y no era de sorprenderle, esta no se durmió hasta incluso más tarde que ella, aun llena de energía. La hubiese ayudado a dormir, pero todo estaba borroso, ella misma cayendo dormida, viéndola caminar con el vaso, luego oscuridad, luego sintiéndola acostarse a su lado, luego oscuridad, y la última vez que recordaba fue que la vio mirando el teléfono, sus ojos aun despiertos.
No más azúcar para Ruby.
Apretó el botón para contestar, sin siquiera mirar quien era el remitente, pero ya le daba igual, solo quería acabar con eso.
"¿Weiss?"
Antes de siquiera decir nada, escuchó la voz de su padre, un tono de urgencia en su voz, y si, debía ser urgente, porque este la llamó durante todo ese rato, sin parar, mientras ella se demoró un buen rato en desperezarse.
"¿Sí?"
Le iba a preguntar si pasó algo, pero no fue motrizmente capaz de decir más, ya que su voz sonó, tal y como en la noche, completamente rota, así que se vio carraspeando antes de continuar.
"¿Está todo bien, padre?"
Al menos ahora su voz sonó mejor.
Su padre no le dijo nada en ese momento, pero si lo escuchó soltar un suspiro pesado, aliviado casi.
"¿Acabas de despertar?"
Este le preguntó, y asintió, y pasó un momento para darse cuenta de que este no podía verla, así que se obligó a decirlo en voz alta.
Aún estaba media dormida, nadie podía culparla.
"Weiss, quiero que me pongas toda tu atención, así que necesito que te despiertes correctamente."
¿Qué?
No esperaba problemas tan temprano en la mañana.
¿Era temprano siquiera? Se acostaron muy tarde, de madrugada probablemente, no creía que fuese pasado medio día, pero si creía que estaba cerca de eso.
Miró a Ruby, esta aun dormida, completamente acomodada en la cama, uno de sus brazos rodeándola por la cadera, pero aun así pudo sujetar el vaso del velador y darle un sorbo, obligándose a sí misma a hacer lo que su padre le decía, porque aún se sentía dormida. Ya luego se tomaría algo para la resaca, por ahora iba a hacerla a un lado y a enfocarse de una vez.
Soltó un suspiro, su cabeza doliendo, y se llevó una mano a la zona, agradeciendo que su mano estaba fría y eso calmó un poco el malestar.
"Dime, padre, ¿Qué sucede?"
Su padre carraspeó, y pudo escuchar cómo se movió en su asiento de cuero, este resonando en su movimiento inquieto.
Algo no estaba bien.
No estaba preparada para más noticias, menos en ese momento.
"Hay una fotografía rondando por internet junto con un montón de rumores desagradables, tienes que decirme si quieres que les diga a nuestros abogados para que los comiencen a borrar."
¿Qué?
¿Fotografía?
¿Rumores?
Oh.
¡Oh!
Lo había olvidado.
"¿Te refieres a…?"
¿Había sucedido entonces?
¿Era un hecho ya?
¿Una realidad?
Su padre parecía incómodo, y no parecía querer hablar, lo notó como titubeó antes de decir algo.
"Una foto tuya con la señorita Rose. Ya estás grande para tener que decirte que tienes que hacer y que no, y ya está hecho, pero si quieres mantenerlo en secreto, tenemos que actuar rápido antes de que se haga eco aún más."
Por supuesto que eso le diría su padre.
Cuando adolescente, tuvo muchas peleas con su padre, y como era aún menor de edad, él debió ponerse los pantalones y regañarla como era debido, castigándola, poniéndole limites, ordenándole, y ella, en su momento más rebelde, más iracundo, no hizo caso, de hecho, hasta hizo todo lo opuesto.
Si que era una chica malcriada.
Él se enfadaba con ella, porque sabía que lo estaba haciendo solo para hacerlo enojar, y ahora, que le dijo que no se había enamorado de alguien, debía saber con aún más claridad que todas las personas con las que estuvo fue solo para llevarle la contraria, para embriagarse en su sentido de libertad, de rebeldía, de autosatisfacción.
Pero ya no era así, él sabía que amaba a Ruby, le dijo como Ruby se convirtió en todo, como la liberó del mundo, como la convirtió en una nueva persona, en una mejor persona, así que él sabía que aquel beso no era uno berrinche de una niña mimada, no, solo era ella queriendo expresar el amor infinito que sentía.
Y aunque este supiese eso, aún tenía la mente de un Schnee, aún tenía en mente el qué dirán, la sociedad que tenía mirando desde su hombro desde temprana edad, él sabía lo peligroso que era el que los rumores avanzaran, el que las historias rondasen, el que las verdades saliesen a la luz.
Ella, sin embargo, no tenía ese miedo.
No más.
Se vio sonriendo, llevando una mano hacia Ruby, hacia su cabello desordenado, el que claramente no había sido secado así que estaba revuelto en todas las direcciones posibles. Esta se removió, apegándose más a ella, y como estaba sentada, solo pudo apegarse a su muslo, su cabeza prácticamente apoyada sobre su regazo, y le pareció adorable.
Quería seguir teniendo momentos así, y no iba a permitir que nadie se entrometiese en esa felicidad.
"No, padre. No voy a hacer nada al respecto, ni a desmentirlo ni a eliminar las pruebas. Con Ruby tomamos la decisión de que nuestra relación se hiciese pública, porque Atlas nos quiere escondidas, Atlas se rehúsa ver algo semejante, a permitir algo así, y no voy a darles en el gusto."
Así como cuando adolescente le llevó la contraria a su padre, ahora le llevaría la contraria a la sociedad. Y era gracioso, porque al menos, con Coco, la cosa pasó desapercibida, porque de por sí era una mujer excéntrica, así que todos lo vieron como otra cosa más excéntrica de Coco Adel, pero ¿Con ella? Era de la familia más conservadora de Atlas, y no solo eso, si no que vivió los últimos años viviendo en ese estándar, siendo la hija conservadora de la familia conservadora, tanto así que se olvidaron rápidamente de todo lo que hizo en su adolescencia, todo siendo olvidado, de todas formas, su pasado promiscuo fue perdonado cuando decidió comprometerse, dándole a Atlas la imagen de una mujer de familia, así que sus pecados podían ser perdonados.
Y ahora, ¿Esto? Oh no, esto no lo olvidarían tan fácilmente.
Esto estaría en boca de todos por mucho tiempo, porque no pensaba ocultarse.
Quizás tendría que contratar seguridad extra en su compañía, incluso en el taller de Ruby para que no las molestasen en el trabajo, pero no era un problema. Lo había tenido que hacer en ocasiones mucho menos importantes, más banales. Era necesario al ser quien era.
Iba a ver el mundo arder, y no le molestaba.
De hecho, hasta estaba impaciente.
"Oh."
Su padre dijo en un suspiro, completamente conmocionado con su respuesta, y no le sorprendía su actitud. Al final, todo eso era difícil para él, era un terreno completamente ajeno, era exactamente lo opuesto a lo que le fue enseñado. No lo culpaba por eso, ella sabía las dudas que esas situaciones provocaban, lo averiguó en su propia piel, así que le enseñaría a su padre lo erróneo que era huir de eso, ella ya lo averiguó, y hasta el día de hoy se arrepentía de haber tomado las decisiones que tomó.
Si pudiese volver el tiempo, volvería a aquel tiempo en el Red Velvet, volvería donde Ruby, le declararía su amor, el cual ahora sabía que era correspondido, y le diría a Ruby que si esta quería, le podía ofrecer un trabajo en su compañía, incluso ayudarla con sus papeles, tal y como Coco lo hizo, incluso no le molestaba el seguir saliendo con Ruby, esta trabajando como prostituta aun, por supuesto que eso le generaría celos, de eso no tenía duda, porque la quería para ella sola, pero si Ruby quería seguir ahí, lo aceptaría.
No la obligaría a dejar a su familia, no ahora, no siendo la Weiss que era en el presente. Era algo que no le deseaba a nadie, ni a su peor enemigo.
Quería que Ruby fuese feliz, y no haría nada para negarle esa felicidad.
Así que si, incluso estaba dispuesta a que su relación se conociese así, como era en ese entonces, una relación amorosa con una prostituta.
No se sentía avergonzada de quien era Ruby, de quien fue, porque era una mujer maravillosa, sin importar el trabajo que hiciese. Eso no fue suficiente para que su amor no floreciera, mucho menos iba a ser suficiente para que la sociedad intentase humillarla.
Y quizás así, lograría que ya no fuese un tabú, podría arreglar un poco más las cosas, y así, el hacer que esos lugares sean vistos con mejores ojos, ya que ya habían sufrido de manera palpable los miramientos de Atlas, la misma policía actuando con desdén ante una situación horrible. Ruby sufrió aquella vez, su situación quedando impune, la culpable saliéndose de la suya, incluso siendo un lugar decente y bien reconocido fue víctima de los abusos por aquel tabú.
¿Cómo sería en otros lugares? ¿En otros lugares semejantes que no tuviesen el resguardo debido donde sus trabajadores estuviesen vulnerables a cualquier tipo de situación?
Ni siquiera quería pensarlo.
Ruby pasó por lugares horribles en su infancia, en su adolescencia, tuvo que ver cosas horribles, experimentar cosas horribles, cosas que esta ni siquiera fue capaz de decirle para no recordar, para no traer el presente aquellas penurias. Atlas era visto como un gran lugar para vivir, con tanta fama, con tanta fortuna, con tanta tecnología, con tantos avances, pero en esos temas aún se veían como en la edad media, quemando a los pecadores vivos, solamente porque no compartían sus mismas formas de ver el mundo.
Y le daba asco eso, porque ella misma creyó que Atlas era un lugar perfecto alguna vez en su vida, y ahora conocía lo que pasaba en los barrios más silenciados, más pobres, más carentes, más maltratados, que eran tapados sobre el manto de riqueza, escondían toda la mierda bajo la alfombra, teniendo a las personas más famosas y ricas viviendo en las mismas tierras.
Atlas no era perfecto, nunca lo fue, y nunca lo sería, pero ese era su lugar, ahí había nacido, y ahí estaba obligada a permanecer mientras tuviese ahí a su familia, a su compañía, a Ruby, así que iba a hacer todo lo que estuviese a su alcance para salvarlo, para convertirlo en su mejor versión, para ayudar a quienes sufren, como todos los marginados que sufren bajo la sombra de los grandes edificios, de la pomposidad de la ciudad, personas qué, como Ruby, estaban teniendo problemas para tener un lugar donde vivir, un lugar donde trabajar, un lugar donde comer.
Quizás era muy idealista de su parte, el hacer de su hogar un mundo prácticamente utópico, pero iba a intentarlo, al menos haría que poco a poco el mundo cambiase un poco, paso a paso, no tenía todo el tiempo del mundo, pero pondría su grano de arena siempre que tuviese la oportunidad de hacerlo.
Iba a irse de ese mundo, orgullosa.
Orgullosa y feliz.
"¿Estás segura de esto, Weiss?"
La pregunta de su padre no vino con molestia como lo escucho años atrás, no, venía con preocupación, preocupado de ver a su hija caer ante el peso de la sociedad.
Y no, ya había caído antes, no sucedería de nuevo.
"Estoy segura, padre."
Ruby se removió de nuevo, al parecer ya despertando con su plática, y probablemente incluso podía escuchar a su padre al otro lado del teléfono. Esta se acomodó en su muslo, enterrando la nariz en su carne antes de soltar un gruñido, claramente sin querer dejar ir esa comodidad que tenía en sus sueños. Ruby no tenía resaca, y estaba más acostumbrada que ella a estar despierta durante la noche, pero esta le decía que le era difícil despertarse con ella, por que disfrutaba esa comodidad, muy diferente a cuando amanecía sola, esta diciéndole que se levantaba rápidamente a seguir con su rutina.
Ella estaba ahí para romper la rutina de Ruby en pedazos, pero a ninguna parecía molestarle ese hecho.
Estaba tan entusiasmada mirando a Ruby, esta moviéndose poco a poco, acomodándose, pero sin la fuerza para levantarse del todo, ni siquiera para abrir los ojos, que no se dio cuenta que aquellos gruñidos adormilados eran claramente escuchados por su progenitor.
"¿Está la señorita Rose ahí?"
Por supuesto que sí.
Se sintió hervir, y si, su padre sabía que iba a pasar la noche con Ruby, pero le causó vergüenza que el supiese que estaba durmiendo juntas, aunque no tenía que sorprenderle, que, en su casa, hace una semana, también durmieron juntas así.
Una semana había pasado ya…
Como pasaba el tiempo…
Le dijo que si a su padre, y este resopló, para luego quedarse en silencio, y no supo si este estaba enojado, molesto, agobiado, o avergonzado, era imposible saberlo.
Hasta que habló.
"Pasale el teléfono, ella también está involucrada, no puedo creer que ambas estén dispuestas a cometer esta locura."
"¿Que?"
¿Pasarle a Ruby? Esta aún estaba adormilada, ni siquiera reaccionaba, era imposible que pudiesen tener una conversación.
Pero su padre no iba a recibir un no.
Ambos eran tercos.
Esa familia era formada por puros tercos, iba en la sangre.
"Déjame hablar con ella, Weiss."
Severidad en su voz.
Y no quería pelear con su padre, no ahora, así que se vio llevando una mano al hombro de Ruby, moviéndola levemente para llamar su atención, diciéndole que su padre quería hablar con ella. Esta balbuceó algo sin sentido, removiéndose, pero sin lograr levantarse, cayendo de nuevo sobre su muslo.
Rodó los ojos.
"Padre, está muy dormida."
Su padre soltó un bufido, claramente enojándose.
Y era extraño verlo enojado últimamente, bueno, escucharlo.
"No es excusa, ponle el teléfono en la oreja, esto es urgente."
Y eso hizo.
Acomodó el auricular en la oreja de Ruby, esta aun con los ojos cerrados, de manera inconsciente sujetando el teléfono a duras penas contra su rostro, por inercia.
Ahí ya no pudo escuchar a su padre ni entenderle, por obvias razones, pero si escuchaba como su voz resonaba lo suficiente para saber que este estaba hablándole. Ruby soltó otro balbuceo sin sentido, al parecer respondiendo o lo que sea, a lo que su padre siguió hablando.
Y de un segundo a otro, Ruby abrió los ojos de golpe, despertándose de inmediato, su cuerpo como resorte sentándose en la cama.
Le pareció impactante, y no dudaba que había sorpresa plasmada en su rostro.
Le sorprendía lo rápida que era Ruby, incluso para despertarse, solo bastó un segundo.
"¡Si, señor Schnee!"
Ruby habló, prácticamente gritando, su voz sonando gruesa, claramente en cierto pánico.
"Eso es verdad."
Los plateados de Ruby la miraron, cierto pánico en ellos, como si le pidiese a gritos que la salvase, pero su padre dijo algo al otro lado de la línea que la hizo cambiar su expresión, volviéndose más seria, más capaz, más lista para todo, y si, le sorprendían esos cambios, pero los adoraba por igual.
Ruby se adaptaba, y eso le ayudó a estar donde estaba.
Le ayudó a sobrevivir.
"No, ya lo hablamos, sabíamos que ocurriría, y no es un problema."
Su padre habló de nuevo, y Ruby asintió para sí misma, para luego decirlo en voz alta, más segura.
Luego de un rato, Ruby se quedó en silencio, ni tampoco escuchaba la voz de su padre, el sonido de su voz resonando a través del teléfono. Parecía que ambos se habían quedado en silencio, pero no, los plateados parecían pensativos, atentos, y no fue hasta que estos la miraron, brillantes, suaves, hermosos, que se dio cuenta que no, que su padre si estaba hablando, pero su voz se tornó suave.
¿Qué le estaba diciendo? No tenía idea, pero no parecía ser nada malo, o eso esperaba.
No creía que su padre y Ruby hablarían luego de que les confesase de su relación, y comenzó a sentirse nerviosa de la conversación que tenían, de lo que significaba, al final, eran familia después de todo.
Todo había cambiado tanto en el último tiempo.
Y esperaba que cambiase aún más, para mejor.
"Por supuesto."
Ruby habló luego de un momento, su sonrisa radiante, tanto así que la tomó por sorpresa.
Se vio completamente pasmada, observando a Ruby, viéndola brillando, en todo su esplendor, los plateados observándola, emocionados, felices, y se vio sin palabras, sin aliento incluso. La mano izquierda de Ruby se movió, llegando a la suya, y sintió lo cálido de la piel ajena en la suya. Sensación que jamás dejaría de sorprenderle, de gustarle, de hacerla sentir viva.
"Quizás no tenga mucho para ofrecer, pero la voy a amar y cuidar con todo lo que tengo, se lo prometo."
Oh.
Ruby le sonrió, y hubo un silencio perpetuo entre ambas, tanto así que pudo oír a su padre hablar.
Gracias, dijo su padre.
No pudo con eso, fue demasiado, y sintió las lágrimas cayendo por su rostro, una tras otra, sin control. Y no sabía si culpar de su sensibilidad a los vestigios de alcohol aun en su sangre, a su resaca o a su cansancio general, o quizás aceptar que era simplemente la felicidad desbordante que sentía.
Estaba feliz, estaba orgullosa de su padre, de lo mucho que había cambiado como persona, estaba orgullosa de su hermano que la aceptó sin dudarlo, estaba orgullosa de Ruby que ahora podía hablar con su familia sin problema, porque ahora eran una familia, todos ellos, y estaba orgullosa también de sí misma porque había llegado lejos, muy lejos, y había tomado las decisiones correctas, o más bien, había seguido el camino que Ruby forjó para ella.
Sujetó su mano, y no la dejó ir, y eso salvó su vida entera.
Sea como sea, se sentía llena por dentro, porque tenía una familia maravillosa, amigos maravillosos, y a una pareja maravillosa.
Ahora, en ese instante, tenía la vida perfecta.
Esa era la verdadera perfección.
Capitulo siguiente: Afortunada.
N/A: Casi se me cae una lagrimita al final, y me sorprende que me pase editando cuando sé lo que ocurre, pero siempre me sorprendo a mí misma, de cómo escribo la escena, o lo que hago, una de las ventajas de tener memoria a corto plazo (No hay muchas ventajas, claramente.)
¿Qué nos queda ahora? Pues, veremos que caos causa la gente de Atlas ahora que la noticia salió a la luz oficialmente, y probablemente veamos reunión formal con el patriarca Schnee, muchas cosas pueden ocurrir en esa situación, así que espérenlo.
Nos leemos pronto.
